miércoles, 8 de octubre de 2014

MUJERES AFRICANAS SINGULARES-XV



DOÑA FRANCISCA DE GAZMIRA
Eduardo Pedro García Rodríguez
La El 29 de septiembre de 1492 desembarcan en Tazacorte, isla Benahuare (La Palma) en la desembocadura de La Caldera, Barranco de las Angustias, unos 900 mercenarios al mando de Alonso de Lugo, soldado de fortuna al servicio de los nefastos reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Estos invasores por medio de pactos auspiciados por la conversa princesa Gazmira, fueron poco a poco sometiendo a nueve de los doce cantones en que estaba políticamente dividida la isla. Luego tuvieron que librar la gran batalla de Timibúcar para vencer la resistencia de los cantones aliados de Tedote y Tigalate, venciendo a Bentacayse, jefe de Tedote, y a los hermanos Jariguo y Garehagua, que compartían el poder en Tigalate.
Finalmente, tan sólo les quedaba el cantón de Aceró para dominar la isla, pero allí fueron rechazados una y otra vez por Tanauzú y sus hombres. Tras los fallidos intentos de los castellanos por adentrarse en La Caldera, Fernández de Lugo mandó a Juan de Palma (este personaje intervino en la conquista de Chinech=Tenerife), pariente de Tanausú ya cristianizado, para convencer a éste de que saliera por el paso de Adamacansis para hacer un pacto de caballeros. Tanausú, ante la insistencia de los contrincantes y para evitar mayores sufrimientos a su pueblo, accedió a negociar y a firmar la paz, y por ello fue a encontrarse con don Alonso. Uno de sus seguidores le advirtió de que podía tratarse de una emboscada, pero el mencey siguió adelante porque no podía concebir que Fernández de Lugo lo engañara. Los castellanos lo atacaron, capturándolo junto a su séquito en el lugar conocido hoy como El Riachuelo, cerca de La Cumbrecita. La historia recoge que  Tanausú se dejó morir en el barco que le llevaba a la península, ya que no quiso comer en protesta por la traición. La huelga de hambre le llevó a la muerte mientras, según la leyenda, pronunciaba constantemente la palabra vacaguaré que significaría "quiero morir". Una vez concluida la conquista, con la incorporación de la isla de La Palma a la corona de Castilla, comienzan a llegar a ella, portugueses, castellanos y en menor medida mallorquines, catalanes, italianos, flamencos, etc., atraídos por las riquezas de esta tierra y por las políticas destinadas a favorecer el asentamiento de población (que incluían ventajas fiscales). Todas estas gentes, además de parte de la población indígena que pervivió tras la conquista, forman el tronco de la población palmera actual. En las últimas décadas, a raíz del auge del turismo, también se ha asentado población alemana en la isla.
Las promesas realizadas por el Adelantado Alonso Fernández de Lugo a los awuaras( palmeros) que hubiesen ayudado en la conquista, asegurándoles vida y haciendas, son rotas sistemáticamente por la parte vencedora, que llevada de su codicia requisa ganados y esclaviza, empleando como excusa falsas rebeldías, a numerosas personas de los bandos de paces. La actividad de Francisca de Gazmira está documentada a partir de 1494, denunciando ante la Corte los abusos de que era objeto la población indígena. Entre los hechos denunciados destaca la selección entre los distintos bandos de 25 muchachos de ambos sexos para enviar como rehenes a los Reyes y más tarde vendidos como esclavos; grupo al que seguiría, cinco meses más tarde, otro compuesto por más de cien personas que sigue idéntico fin, sin mencionar los constantes robos de ganados de que son objeto estos bandos. Los Reyes se hacen eco de las denuncias planteadas por Francisca de Gazmira e inician una serie de pesquisas que conducen en 1500 a la localización y liberación de un grupo de esclavos en Jerez de la Frontera, compuesto por canarios, gomeros, guanches y, entre ellos, algunos palmeros del bando de Gazmira.
Francisca de Gazmira, sintiéndose culpable de las atrocidades cometidas contra su pueblo por los invasores: “por haber sido ella intérprete e cabsa de que ellos se confiasen”, quiso pasar a Castilla, para querellarse ante los reyes, "por sy e por los dichos sus parientes y naturales", pero esgrimiendo la prohibición de 1491, le impidieron embarcar. Poco después, la muerte de cuatro esclavos de Alonso de Lugo, quizá propiciada o provocada por su propietario, sirvió de excusa, para arrestar a los familiares de Francisca. Secuestradas sus pertenencias, el “conquistador” probó la gravedad del delito, por la dureza del castigo: “aforcó injustamente” a dos palmeños, “cabeçeras de vando”, que combatieron a sus órdenes, so “color” o apariencias de haber inspirado revuelta inexistente, salvando Francisca la cabeza, por evitar escándalo sonado.” (Luisa Álvarez de Toledo)

En 29 de febrero de 1495 Francisca de Gazmira también conocida como Francisca de La Palma, haciendo uso de los métodos legales de los invasores castellanos, presenta pleito y demanda ante el Consejo de Castilla Contra el mercenario  Alonso de Lugo y en favor de los awuaras esclavizados, alegando en su defensa el hecho de que los mismos pertenecieron a dos bandos de la isla en los que ella, a instancia de Francisco Maldonado, Pesquisidor de G. Canaria, había asentado paces. Pero los consejeros y funcionarios del Consejo tomaban parte activa en el negocio de la esclavitud, razón por la que la demanda s ralentizada y pasan cinco años hasta que el Bach. Alonso de Sepúlveda, Procurador de pobres en la Corte, vuelva a insistir en el asunto.

Otro año después, el Asistente de Sevilla Juan de Silva, Conde de Cifuentes, estudia una petición presentada por Pedro Fernández de La Palma, del que se dice que es hijo del "Capitán de La Palma", y en nombre de los Palmeros esclavizados. Mientras tanto dura el proceso se ordena "...Que los Sres. que tienen como esclavos a dichos Canarios los pongan en poder de otras personas... a fin de que no sean maltratados por sus dueños..."
Seis años después de que Francisca de Gazmira presentara la demanda (1505) la injusta situación de los awuaras esclavizados continuaba igual, tendrían que pasar once años más para que se ordenara la libertad de estos esclavos Palmenses. Si exceptuamos algunas referencias a Palmenses alzados, no hemos podido encontrar datos que nos permitieran seguir la pista a estos u otros esclavos isleños; pero es de suponer que en su condición de nativos no tendrían un trato sustancialmente diferente a los demás cautivos que ya a principios del Siglo XVI algunas de ellos  estaban instalados en la isla.
Gazmira. f. LP. ant. desus. Top. Nombre de un bando y lugar (o fracción tribal) que parece haber sido adoptado como ap ellido por una isleña, Francisca Gazmira, que pleiteó (1500) ante la corte y los tribunales hispanos en defensa de los derechos de sus paisanos más pobres. Expr. t. Gasmil, Gazmil. *gazmir, s. m. sing. (col) de [G·Z·M·R] ‘junco (planta)’, ‘grama (Cynodon dactylum)’. (Dr. Ignacio Reyes)   
Noble awuara perteneciente al cantón de Aridane, posiblemente raptada en una de las incursiones a la captura de esclavos organizadas por el judío converso y masacrador de pueblos Pedro de Vera.
Estando esclavizada en winiwuada n Tamarant (Las Palmas de Gran Canaria), fue bautizada por el rito católico como Francisca, por lo cual era nombrada indistintamente como Fracisca de Gazmira o Francisca Palmense y tambien Francisca de La Palma, adoctrinada en los principios católicos y convencida por los colonos para que actuara como mediadora entre sus múltiples parientes en la isla Benahuare (La Palma) ante las pretensiones castellanas de ocupar la isla.
Aleccionada por Francisco Maldonado, colono y pesquisidor en la isla Tamarant y sus regidores, pasó a la Matria (patria) de origen, para convencer a sus conmatriotas de las supuestas bondades del cristianismo. Consiguió que la mayoría de los cantones aceptasen un pacto de amistad y cooperación. Los awuaras de estos cantones se bautizaron en bloque y casándose por el rito católico los hombres con sus mujeres.
Estando la mayoría de los tanancas (capitanes o jefes de cantón) de la isla predispuestos para una convivencia pacifica con los castellanos, en 1491 el esclavista Alonso de Lugo y sus mercenarios inician el desembarco invasor por Tazacorte de manera sosegada, gracias a los buenos oficios de Francisca de Gazmira. Sin embargo, en los planes de Alonso de Lugo no contemplaba una posesión pacifica de la isla, ya que ello le impediría la esclavización de la población, fin primordial de su empresa, así que aprovechando que el tananca de Ecero Atanauzú y otros se resistían a la sumisión total, encontró en ello la excusa perfecta para extender la guerra de ocupación al resto de los cantones apresando a cuantos hombres mujeres y niños pudo, e incluso unos jóvenes recibidos como rehenes para que fueran adoctrinados en la “santa fe católica” fueron exportados por el invasor a los mercados de esclavos de la península ibérica donde fueron vendidos.
Gazmira no tardó en darse cuenta de la doble moral que practicaban los cristianos y el poco honor que  hacían de los Tratados, horrorizada de las masacres cometidas contra su pueblo por los impíos castellanos y sintiéndose culpable, ya que fue gracias a su intermediación que los awuaras se dejaron sorprender, estando impuesta de las costumbres castellanas inició una campaña en defensa de los suyos, no sin antes tener que vencer multitud de obstáculos impuestos por el esclavista Alonso de Lugo y sus correligionarios en Winiwuada, hasta el extremo de que estuvo a punto de ser ahorcada por este, al no acepta Gamizra el soborno ofrecido por Lugo de  70.000 mrs., para que dejase el pleito.  
Por fin consigue llegar a Castilla y denunciar la situación de sus conmatriotas esclavizados. El Consejo de Castilla recibe a trámite las denuncias de Gazmira o Francisca de Palma y es autorizada a demandar a Alonso de Lugo por justicia, recibiendo la promesa del Consejo de que “iría buena persona” a la isla, a investigar los atropellos de Alonso de Lugo y sus mercenarios.  
Así, con fecha 28 de febrero de 1495, el Consejo, a la sazón ubicado en Madrid, emite: “Orden al bachiller Fajardo, gobernador colonial de Gran Canaria, para que informe al Consejo sobre la demanda presentada por la canaria Francisca de La Palma , vecina de la isla de igual nombre, que por mandato de Francisco Maldonado, pesquisidor de Gran Canaria, asentó paces con dos bandos de La Palma , que se sometieron y colaboraron en la conquista de dicha isla con Alonso de Lugo, quien acabada ésta vendió sus rehenes y obtuvo, alegando una ficticia sublevación, merced real para esclavizarlos, apoderándose además de sus ganados y prendiendo a la dicha Francisca de La Palma , para evitar que fuera a quejarse al rey.”
 No siendo suficiente los esclavos capturados en los enfrentamientos para satisfacer las deudas contraídas por Alonso de Lugo y desando éste conseguir de los “derechos” de la invasión depredatoria de la mayor, más poblada y más rica de las islas, Chinech, marcha a España, arribando al Puerto de Santa María en febrero de 1493, siendo vendidos de inmediato la cargazón de esclavos awuaras.
Lugo dejó un destacamento en la isla con órdenes expresas de provocar a los naturales para obligarles a alzarse, teniendo así una justificación “legal” para continuar comercializando a los awuaras. Interesada la reina católica en el negocio, dio crédito al infundio, haciendo regalo sustancioso a su capitán, para abrir la veda de “palmeses”: “nos le hezimos merced de ciento cincuenta cautivos, de los que fueron en la dicha traición”.
 Sin intención de moverse de la corte, Lugo delegó la captura en los escuderos Espinosa y Benavides. Cayendo sobre la isla, rompieron la “pacífica paz”, incautando bienes y cuerpos de awuaras, que fueron embarcados para “estos nuestros reinos”.
 
  Quedando así cristianamente pacificada la isla Benahuare que a decir de Bernáldez: “la isla de Palma, habitada por gente “bestial”, no fue “señoreada” ni pacificada, “de otra nación” ni persona, hasta que la conquistó Alonso de Lugo, consiguiendo “despojo” de 1.200 “ánimas de varones e mujeres, chicos e grandes” y 20.000 cabezas de ganado ovejuno y cabruno”. 
 
   El 12 de febrero de 1494, el Consejo de Castilla emite desde Valladolid: “lncitativa al asistente de Sevilla don Juan de Silva, conde de Cifuentes, para que dé cumplimiento de justicia a Juanoto Berardi y Francisco de Riberol, estantes en dicha ciudad, que dicen haberse concertado con Alonso de Lugo, vecino de Gran Canaria, para la conquista de La Palma, por lo que debían ir a tercios en los 700.000 maravedís que recibirían por los gastos de la conquista, a pesar de lo cual cuando Alonso de Lugo concertó la conquista de Tenerife renunció dicha cantidad en la Corona y se quedó, además, con 150 esclavos de un bando de paz que les habían sido concedidos por los reyes, porque, a pesar de que estaban en seguro, se descubrió que intentaban asaltar el real y de los que también les correspondían los dos tercios. (E.Aznar; 1981
 
Francisca de Gazmira, sintiéndose culpable de las atrocidades cometidas contra su pueblo por los invasores: “por haber sido ella intérprete e cabsa de que ellos se confiasen”, quiso pasar a Castilla, para querellarse ante los reyes, "por sy e por los dichos sus parientes y naturales", pero esgrimiendo la prohibición de 1491, le impidieron embarcar. Poco después, la muerte de cuatro esclavos de Alonso de Lugo, quizá propiciada o provocada por su propietario, sirvió de excusa, para arrestar a los familiares de Francisca. Secuestradas sus pertenencias, el “conquistador” probó la gravedad del delito, por la dureza del castigo: “aforcó injustamente” a dos palmeños, “cabeçeras de vando”, que combatieron a sus órdenes, so “color” o apariencias de haber inspirado revuelta inexistente, salvando Francisca la cabeza, por evitar escándalo sonado.” (Luisa Álvarez de Toledo)
 
 Los Reyes castellano-Aragonés para evitar que el escándalo llegase al papado, verdadero árbitro de las invasiones y conquista de las islas, se hacen eco de las denuncias planteadas por Francisca de Gazmira e inician una serie de pesquisas que conducen en 1500 a la localización y liberación de un grupo de esclavos en Jerez de la Frontera, compuesto por canarios, gomeros, guanches y, entre ellos, algunos palmeros del bando de Gazmira.

Otro documento de 25 de julio de1500, fechado en Granada nos dice: “Incitativa a don Juan de Silva, conde de Cifuentes, alférez mayor y miembro del Consejo, para que determine en el pleito de al­gunos canarios, que dicen ser libres y estar sometidos a servidumbre por no haber determinado, debido a la partida del rey, en la causa que habían seguido ante los alcaldes de casa y corte, y reciben por ello peor trato de sus dueños que antes de emprender dicho pleito estando suficientemente probado su justicia por el hecho que doña Inés Peraza diese a Francisca Gazmira 60.000 maravedís para que no continuase el litigio. Episcopus ovetensis. Johannes licenciatus. Marti-nus. Zapata. Tello. Moxica. Mármol. Pérez”. (Aznar Vallejo, E.)

En todo caso, como en el resto de las islas “realengas”,  la pacificación no fue total, como nos indican algunos historiadores. Décadas después de la invasión aún existían reductos de resistencia en Benahuare, tal como recoge un documento del Registro General del Sello extractado y publicado el investigador español Eduardo Aznar:  “1518. Noviembre, 6. Avila. Orden al gobernador o juez de residencia de Tenerife y La Palma para que informe al Consejo de los malhechores, alzados, ladrones y otras gentes que andan por los campos y montes de la isla come­tiendo delitos sin ser apresados por la justicia. Se da a petición de Hernando de Ponferrada, procurador de Jácome Monteverde, vecino de La Palma, quien se queja porque muchos de ellos se acercan al ingenio que tiene en el barranco de Tazacorte y, tras matar y herir a los hombres que allí tiene, roban ganados y mantenimientos. Por ello, solicita licencia y facultad para que sus criados pue­dan prenderlos y entregarlos a la justicia. Muxica. Palacios Rubios. Polanco. Qualia. Beltrán. Guevara. Salmerón.” (E. Aznar, et. al.:32)

En fin, aquellos polvos han traído estos lodos, aún está en la mente de casi todos nosotros unas palabras pronunciadas por Felipe, príncipe de los españoles, en una de sus primeras visitas a esta colonia: “Canarias es el último bastión de España en el Atlántico”… ¡ASÍ NOS VA! (Eduardo Pedro García Rodríguez)

Imagen: La extraordinaria cantante y actriz awuara Ima Galguen.
 



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