CAPITULO IV
Eduardo
Pedro Garcia Rodríguez
1483. En el verano hubo un levantamiento parcial de los guanches,
quienes ajusticiaron a algunos frailes, a los que arrojaron por el risco del Lentiscal; probablemente a los dos
dominicos que acompañaban a Pedro de Vera: Fray Pedro de las Cañas y Fray Juan
de Lebrija, encubridores de los desmanes del capitán invasor.
1483 Enero. En los inicios del mes, partió el
sanguinario conquistador, general Pedro de Vera con lo más lucido de sus
tropas, pasando por Arucas y la costa de Lairaga, asentándose en Gáldar
mientras esperaba a su cuerpo auxiliar de gomeros comandados por Herrera que
partían desde Agaete.
Es
aquí donde averigua Vera el punto exacto donde se encuentra el último baluarte
de resistencia, donde los resistentes siguen fuertes al mando de Bentejuí,
acompañados del faicán de Telde y de la princesa Arminda, que además era muy
respetada por los canarios, por ser la heredera de Guayasen. El sitio, en
concreto, es el Bentaiga, un roque que destaca por una altura de sesenta metros
sobre el sitio más alto de la montaña de Tejeda, de magníficos acantilados de
basalto, que la hacían inexpugnable.
En la
base, donde descansa el roque, se encontraban cuevas grandes que demostraban lo
importante de este asentamiento indígena. Unos estrechos peldaños, hechos por
la mano del hombre, permitían peligrosamente acceder hasta la plataforma, donde
se celebraban ceremonias de culto por el rito de la Iglesia del Pueblo
Guanche, y en aquel momento, donde también hacía las veces de lugar de
encuentro para debatir la defensa de la patria.
En la
cima se encontraban los guerreros y valientes, que luchaban con su vida, para
no someterse a los bárbaros invasores. Luchar por la libertad, por la patria,
contra las vejaciones, el expolio y la esclavitud.
Los
españoles se mantuvieron fuera del alcance de piedra de los canarios y como
tardaron bastante en actuar, los guerreros isleños los increpaban desde las
alturas, haciéndoles ver que solo eran capaces de hacer la guerra montados a
caballo. Esto hizo, que algunos soldados se acercaran con tan poca prudencia
como inteligencia, ya que los enormes bloques que los canarios lanzaron por la
escarpada pendiente, los aplastaron en el acto.
Durante
la noche los valientes guerreros guanches, dejaron en lo alto del cerro una
fuerte hoguera que engañaría al enemigo, mientras ellos, se refugiaban en una
zona entre Veneguera y Tazartico, acampando a lo alto de un fuerte parecido al
Bentaiga, pero con sólo dos senderos, uno abierto desde el mar y el otro por
tierra.
Pedro de Vera llamó a sus oficiales a consejo de guerra, y teniendo muy en cuenta al traidor Guanarteme que conocía muy bien el terreno, Vera decide que el ataque se resolverá desde dos frentes distintos, uno desde la zona de mar, que sería comandado por Miguel de Mujica con trescientos soldados vizcaínos y el de tierra, bajo el mando del propio Guanarteme con sus deudos, quedándose Vera con el cuerpo de reserva y la caballería, favoreciendo al grupo que se encontrara en peor situación.
Pedro de Vera llamó a sus oficiales a consejo de guerra, y teniendo muy en cuenta al traidor Guanarteme que conocía muy bien el terreno, Vera decide que el ataque se resolverá desde dos frentes distintos, uno desde la zona de mar, que sería comandado por Miguel de Mujica con trescientos soldados vizcaínos y el de tierra, bajo el mando del propio Guanarteme con sus deudos, quedándose Vera con el cuerpo de reserva y la caballería, favoreciendo al grupo que se encontrara en peor situación.
Una
de las cosas que habían decidido, era que el ataque por mar debería esperar
hasta que el de tierra estuviera bastante adelantado. Pero Miguel de Mujica,
estaba impaciente por acabar cuanto antes, muy seguro de que soldados de verdad
podrían resolver la batalla. La situación de precaución, era a su entender, un
sentimiento de debilidad o de pusilanimidad y comenzó a trepar por el cerro sin
esperar la señal convenida.
Los canarios que los observaban se mantuvieron quietos y movidos por su astucia habitual, dejaron que la columna de soldados avanzara, hasta que entraron por un sendero, donde comenzaron a ir en fila india. Una fila de a un solo hombre, que cuando estuvo a mitad del cerro, se encontraron con los gritos y silbidos acostumbrados antes de que la lluvia de piedras, dardos y peñascos comenzara a golpearlos sin tener posibilidad de huir. Acabaron muchos de ellos muertos en el mar, mientras los otros se tropezaban entre ellos, cayendo y rodando por el precipicio. Cráneos destrozados, miembros mutilados y sangre, mucha sangre que corría por las laderas, y mientras, Vera, contemplaba desolado que no los podía socorrer sin caer en una muerte segura.
Los canarios que los observaban se mantuvieron quietos y movidos por su astucia habitual, dejaron que la columna de soldados avanzara, hasta que entraron por un sendero, donde comenzaron a ir en fila india. Una fila de a un solo hombre, que cuando estuvo a mitad del cerro, se encontraron con los gritos y silbidos acostumbrados antes de que la lluvia de piedras, dardos y peñascos comenzara a golpearlos sin tener posibilidad de huir. Acabaron muchos de ellos muertos en el mar, mientras los otros se tropezaban entre ellos, cayendo y rodando por el precipicio. Cráneos destrozados, miembros mutilados y sangre, mucha sangre que corría por las laderas, y mientras, Vera, contemplaba desolado que no los podía socorrer sin caer en una muerte segura.
En
este momento, imploró y suplicó al traidor Guanarteme que hiciera algo, que
intermediara entre los isleños rebeldes.
Si
ese día no hubiera intercedido el Guanarteme sumiso, no se hubiera quedado
nadie con vida y la conquista hubiese dado un vuelco diferente. Ese día el
faicán de Telde, le dijo al traidor: “Guanarteme conoce este día y quítate de
en medio, y mataremos todos esos cristianos y quedaremos libres ustedes y
nosotros, ven y volverás a ser el rey de esta isla, vengando nuestras
injurias”. Respondiéndole Thenesor: “No quiero; que por cierto no haré nunca
traición a lo que tengo prometido”.
Aún
así, los alzados valerosos y bravos canarios, permitieron que los invasores
recogieran a sus muertos y heridos, dándoles tiempo a los bárbaros sanguinarios
a volver a rearmarse y seguir adelante con la conquista.
Doscientos
fueron los vizcaínos muertos ese memorable día de lucha por la libertad de la
patria, muriendo por las heridas contraídas en Gáldar, el propio Miguel de
Mujica, siendo la derrota más grande que se había infringido a los invasores en
Gran Canaria. (Faita 2006)
1483. Después del mes
de Junio envió Pedro de Vera recado á D. Fernando Guadartheme, que hiciese
venir á su sobrina, con los demás nobles sus parientes, al Real, á entregarse
como estaba pactado; y luego dieron orden de traerla desde Tirajana por Telde,
sin que viniese con ella ningún cristiano español; traíanla en hombros de
cuatro capitanes nobles, de cabello largo y rubio, en una andas de palo á modo
de parihuelas, sentada, vestida de gamuza á modo de badanas ó pieles adobadas,
de color acanelado; venían delante de las andas cuatro capitanes con capotillos
de badana llamados tamarcos, braguillas de junco, majos en los pies y
guapiletes en la cabeza, y lo
demás desnudo;
al lado de las andas, algo hacia atrás, dos tíos suyos Faisajes, y después se
seguía un grande acompañamiento de hombres todos que servían de traer las andas
á remuda. Salió Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento, y ellos hicieron
su entrega por medio de la lengua ó intérprete, diciendo que allí venía la Señora de toda la tierra,
heredera única y legítima hija de su señor Guanartemy Guanachy Semidan,
legítimo dueño y señor de la verdadera línea y sucesión de dominio y señorío de
la tierra; y que ella hacía entrega voluntaria, y todos sus tíos y parientes
que allí venían, gobernadores de la tierra, en nombre y debajo de la palabra de
su señor muy poderoso y católico Rey D. Fernando entregaba su persona y
personas al Capitán Mayor de los cristianos que allí presente se halla que es
Pedro de Vera, del Rey de Castilla y León. Pedro de Vera y demás caballeros la
recibieron á pie, y fue abrazando á todos con mucho cariño; traían todos los
canarios el cabello suelto por las espaldas, y la Señora Arminda , que
los españoles llamaron Almendrabella, traía vestido un ropón de gamuza con
medias mangas hasta la sangraqera y largo hasta los pies, y zapatos de lo mismo
pespuntados, y vestía una tunicela debajo de la ropa con cuerpo de jubón á modo
de justillo, de más delgada badana; era el cabello largo y rubio, aderezado con
arte, y en él puestas algunas cosas de tocado que le habían dado á uso de
España; y el faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era gruesa y más
de mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y vivos y el
rostro algo alegre y celebrada de hermosura, la boca algo larga, la nariz
pequeña, algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de pechos.
Después que se
hubieron adelantado del lado de las andas los dos Faisajes é hicieron entrega
de su Señora y los demás pidieron que se encomendase á persona noble, y ellos
pidieron que fuese en casa de Francisco de Mayorga con su mujer Juana de
Bolaños, que allí estuvo con otras españolas y Pedro de Vera la prometió y juró
hacerlo así como todos lo pedían, aunque estuvo siempre á su cuidado y al del
Obispo ella fue muy bien recibida y siempre correspondió agradecida al cariño
de todos tenía ingenio y discreción, fue cristiana, que luego la prometió de
ser llamóse Doña Catalina de quadarthemy, fue su padrino Rodrigo de Vera, hijo
de Pedro de Vera, y Francisco Mayorga y su mujer la madrina echóle el agua el
Obispo D. Juan de Frías decíale esta Señora á las canarias que aquella era vida
de hombres y la que tenían primero era de brutos y fieras salvajes fue casada
con un capitán de infantería, D. Ramiro Guzmán, andaluz pasaron á la conquista
de Thenerife, no tuvo sucesión él murió de repente, que se presumió ser
violentamente. Casaron con españoles otras primas ó parientes de esta Señora.
Una hija de Vtindana, hermano de quanache, que se llamó Juana quadartheme casó
con Francisco de Cabrejas y tuvo sucesión en Gáldar, otra prima, hija del
Faisaje tuerto de Tara en Telde, hermano de su madre, se llamó María
Guadartheme y casó con Juan Delgado que pasó á Tenerife y tuvo sucesión y otras
á este modo, que hubo por línea femenina, donde feneció la generación de los
canarios: El Obispo cuidaba con grande celo del regalo de los canarios así
viejos, niños, como hombres y mujeres, dándoles de comer y reparos de vestir
con liberal mano, que todos la aclamaban como Padre y Santo Prelado, por ser
ejemplar su vida siempre.
Diose luego
cuenta de todo á España, de que Sus Altezas tuvieron mucho gusto del
reducimiento de los canarios y de su buen estado. Envió Pedro de Vera á la isla
de la Madera á
buscar plantas de todos frutales, hierbas de olor, flores de recreo y animales
mayores y menores, que de todo se ha dado bien al mismo modo que en España, sin
diferencial de la Gomera
se trajeron perdices y conejos que había criado y traído de África Sancho
Herrera el Viejo, de un coto de venados y montería que allí tenía repartiéronse
entre los vecinos algunos granos para sembrar, que acudían largamente en su
multiplicación viniéronse algunas, y después muchas familias á vivir,
repartiéronse en los campos y lugares, plantando caña de azúcar, parras,
árboles, sacando acequias, haciendo albercas, molinos de agua, ingenios de
azúcar, hasta que enviase S.M. la
Cédula de Repartimiento, que todos esperaban por el debido
premio y pago de sus servicios.
Demás de los
hidalgos aventureros que sirvieron sin sueldo, hubo muchos que con sus
personas, armas, caballos y maravedíes sirvieron á S.M. fueron el factor Miguel
de Mujica, que nombró por heredero á su pariente Juan Siverio que cobró toda su
parte. El capitán Palencia, con cinco hijos, sirvió con peones pagados, sus
personas, armas y préstamos; murió en la conquista él y tres hijos; cobraron
los dos, Tomás de Palencia y Alonso Rodríguez de Palencia; y otros que faltan á
la memoria. De Lanzarote vino Santa Gadea, francés, que trajo caudal, que casó
una hija con Francisco Martel, francés, vecino de Lanzarote, que sucedió en el
mayorazgo de Arucas, que fue de uno de los Palencias.
Sirvieron sin
sueldo tres hijos del Gobernador Pedro de Vera, Fernando, Rodrigo y Martín de
Vera, que dejó su casa para Hospital de Pobres, que es San Martín, Hospital de
Canaria. (Marín de Cubas [1694] 1993:168-72)
1483 Abril 29. Los últimos canarios que resisten a las tropas de la Corona de Castilla se
rinden en la fortaleza natural de Ansite ante la imposibilidad de seguir
luchando por la independencia de Tamaránt (Gran Canaria). Ante la rendición en
masa de los pocos guerreros que aún mantenían la lucha, Bentejuí, último
guanarteme de la Isla ,
y el faycán de Telde, se suicidan arrojándose al vacío desde las alturas de
Ansite. Otros muchos optaron por el suicidio antes de caer vivos en manos de
las tropas mercenarias castellanas. Con este triste pero heroico capítulo
culminó la ocupación y conquista de la
Isla de Tamaránt (Gran Canaria) tras cinco años de guerra continúa
desigual y heroica defensa por parte de los canarios.
Los invasores
castellanos dan por hecho, la ocupación
de la isla de Tamaránt aunque esta no fue efectiva hasta que la Princesa Arminda
(conocida por los invasores como Almendrabella)
fue entregada de manera previamente pactada con los invasores en un
pre-acuerdo, tal como recoge el historiador don Tomás Marín de Cubas:“[...]
Bajaron del peñón de Ansite todos los nobles canarios de cabello largo y rubio,
sin armas, acompañados de Guadartheme, rendidos ante Pedro de Vera, dando la
obediencia al Rey de Castilla en su nombre y de la Señora , única heredera de
toda la tierra, hija única de matrimonio, del legítimo y verdadero señor
Guanache Semidán, tío del Guadartheme y otros Gaires y Faisajes, que ellos
daban su palabra de llevarla á entregar al Real de Las Palmas en cogiendo sus
panes, que sería después de San Juan. Mucho insistió Pedro de Vera que viniese
luego, más llevóse en rehenes consigo ciento sesenta canarios de los más
esforzados y que asistiese con Guadartheme y se fuesen a vivir a Gáldar.”
(Marín de Cubas, [1.694] 1.993:165)
1483 Abril 29. El traidor y converso Tenesor Semidán habla
con Guayarmina Semidán y con Bentejuí en la fortaleza de Ansite, tras lo cual
la descendiente de los Semidán baja, y Bentejuí y el Faican de Telde se
desriscan, sin que esté constatado por ningún cronista la aparición de los
cadáveres. Grupos de Alzados se
difuminan por las cumbres de Tmaránt, asentándose en caseríos de difícil acceso
para los invasores españoles.
1484. Los canarios
después de la invasión y conquista. Común error fue para propios y extraños la
creencia inducida por la metrópoli y especialmente por el clero católico de que
la raza indígena había desaparecido de Tamaránt “Gran Canaria” a los pocos años
de su conquista; afirmación que hemos combatido en otro lugar de esta historia
refiriéndonos a todo el archipiélago, y que los modernos métodos de
investigación en los campos histórico y genéticos demuestran que tal supuesta
desaparición de la raza ha sido una de tantas falacias sostenidas por el
colonialismo.
1484 Juan
Frías, obispo de Canarias y Rubicón, quiso cobrar el diezmo de las islas. Inés
de Peraza, en nombre propio y de y Diego de Herrera, "cuyas son las Yslas
de Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y Fierro", no las "islas
Canarias", en conjunto, como poco antes, recordaron al prelado, documentos
en mano, que pertenecía a los señores, como en toda tierra, que perteneció al
Temple. De paso se quejaron de las 40.000 cabras del prelado, que pastaban en
Erbania (Fuerteventura), desde hacía 20 años, no habiendo pagado jamás un
maravedí, de diezmo ni herbaje, Los reyes dieron la razón a los señores,
respondiendo la iglesia católica que las tales cabras, estaban en la isla desde
que las ocuparon cristianos. Compró 5.600 quintales de orchilla, "buena,
limpia e enxuta", en 10 doblas cahíz, a razón de 800 por año, quedando los
Peraza a autorizados vender el excedente, en los dos primeros, de no absorberlo
Rivera, a condición de mantener el precio. (L. Al. Toledo)
Tan perjudicada la Iglesia católica como Fernán, por la suspensión de la trata,
pues el diezmo era de importancia, señor y clérigos se aliaron, buscando
solución al problema.
Siendo la clave la religiosidad de los isleños, el Deán de
San Juan concluyó que los interesados, habrían de probar que "no eran ni
fueron cristianos", pues aunque "nombre tuviesen, ninguna obra de
platica fasían", usando "nombres gentilisos, binieno desnudos e
teniendo ocho o diez mugeres, no consintiendo entre sí cristianos, antes
tomándolos e fasiéndolos otras muchas superticiones". Al tiempo que
palmeños y guanches reclamaban conversión, la Iglesia católica local
declaró de urgencia, enmendar las desviaciones de los gomeros. Para ello les
hicieron jurar y firmar, que de no apartarse "de sus ritos y errores"
en fecha fija, aceptaban "ser conquistados" por enésima vez, "e
dados en cautiverio e perpetua servidumbre". Ratificado el documento por
el prelado y la corona castellana, Fernán aguardó el término del plazo, para reanudar
las cabalgadas, alegando que persistían "en sus malas costumbres y
errores". Enteradas las víctimas, tomaron "tal omecillo" contra
el señor de la isla, que en reunión celebrada en la "villa" de la Gomera , "todos
juntamente... acordaron de lo matar". Yendo Peraza en busca de cautivos,
le despenaron "con alboroto y escándalo", en emboscada tendida
"debaxo de Mercadis...", junto a Gran Canaria. Enterada Beatriz de
Bobadilla de su viudedad, pidió socorro a Pedro de Vera, atrincherándose en una
torre, con sus criados e hijos: Guillén, al que pasado el incidente, los
canarios darían vasallaje, e Inés. No era esta Beatriz de Bobadilla la Marquesa de Moya, esposa
de Andrés de Cabrera, quizá la que obtuvo licencia para fletar carabela en
1478, con destino a los rescates de Guinea. La que nos ocupa estaba casada
desde 1484, con Fernán de Peraza. (L. Al. Toledo)
1485. Desde que las
islas se conquistaron, la esclavitud fue una de las instituciones que más se
arraigaron en las costumbres, adquiriendo esclavos ya por medio de presas en el
vecino Continente, ya por compras a los buques negreros que iban con ese objeto
a Guinea, o por repartos al rendirse cada una de las islas. Estas adquisiciones
se trasmitían luego por los medios que reconoce el derecho y se enumeraban en
los testamentos, en- tre el ganado que formaba parte de la herencia.
Ya hemos visto
cómo el obispo don Juan de Frías legaba en 1485 a la fábrica de su
Catedral tres esclavos que tenía, cuyos nombres consigna en su donación, “E así
mesmo el dicho Sr. Obispo dijo, que por cuanto tenía siervos e esclavos e
esclavas entre los cuales tenía tres… e otro que compró al provisor Diego
Sánchez, que los daba… a la fabrica de la dicha Iglesia Catedral de Canaria”.
1485 Agosto 30. Los
Reyes Católicos, por Real Cédula, petición del ex guanarteme de Galdar el
traidor y converso Thenesor Semidán quien adoptó el nombre cristiano de Fernando Guanarteme, intentan poner remedio a
las vejaciones que recibían sus pariente y amigo de Gran Canaria desterrados en
Sevilla; y mandan al alcalde mayor Juan Guillén que se cuide de ellos, <des
defienda de todo daño, obligue a buscar señores a quien servir, cada uno con su
amo, e juntos marido e mujer...» y «cuide se les dé doctrina e costumbres
cristianas...».
1485 Octubre 20. Testa
en Sevilla el soldado mercenario y obispo
de la secta católica Juan de Frías porque una grave enfermedad le
detenía postrado en aquella ciudad, a cuya población se había trasladado para
tratar asuntos relacionados con la diócesis. Se dice que este obispo católico
cortó más cabezas de canarios que las tropas de Pedro de Vera.
Consta por
documento público que otorgó en aquella ciudad el 20 de octubre del mismo año,
la valiosa donación que hizo a favor de su deán y Cabildo respecto a todas las
casas, huertas, muebles, alhajas y esclavos
que poseía en Winiwuada (Las Palmas) y en las islas de Fuerteventura y
Lanzarote. En el expresado documento decía: “Que
por cuanto él tenía grandes cargos del deán e Cabildo de su Iglesia e en
remuneración e satisfacción de aquellos e por descargo de su conciencia e
porque toviesen cargo de ro- gar a Dios por su ánima e fazer memorias por él en
cada un año, que les daba e dio en donación fecha entre vivos e non revocable,
agora e para siempre jamás, unas casas que dijo que tenía en la isla de
Lanzarote e otras casas que dijo que tenía en la isla de Fuerteventura en el
Antigua e donó las casas de su morada que él tenía en la isla de Gran Canaria,
todas juntas, como estaban e la huerta que él tiene e mandó comprar e por cuanto tenía siervos esclavos que
él los daba e dio a la fábrica de la dicha iglesia Catedral de Canaria...”.
1485 Octubre 29.-Miércoles.
En el Libro de Datas que se custodiaba en el Ayuntamiento de Las Palmas, se
leía la siguiente nota: Don Fernando de Agaidad, rey que fue de Agáldad,
canario conquistador. Dióse más al dicho don Fernando por el dicho Pedro de
Vera el valle de Guayedra con su término redondo, que fue pedido por el dicho
don Fernando de Agáldad".
Primer
alzamiento de los gomeros
Año 1487: Muerto el Señor consorte de las Canarias, García de Herrera el 22 de junio de 1485, en su casa fuerte de Ventancuria, la viuda distribuye la herencia entre sus hijos, desheredando al primogénito
Las continuas
tropelías, exacciones y vida licenciosa llevada por el joven y pervertido
Fernán Peraza, que las quejas llegaron al trono de Castilla, mandado a llamar a
la Corte por la Reina Isabel y, oídos
los cargos que pesaban sobre el libertino por la venta como esclavos a
doscientos de sus súbditos gomeros, con la connivencia de unos patrones de Naos
de San Lucar de Barrameda, la
Reina , como era habitual en ella arrimó la braza para su
sardina, y castigó al disoluto Fernán Peraza a casarse con la envenenadora y
ninfomana Beatriz de Bobadilla, quien era dama del afecto del Rey Fernando.
”Matando así dos pájaros de un tiro”.
Retornado Fernán Peraza a su feudo de
La tiránica actitud de Fernán Peraza, terminó por colmar la paciencia del pacífico pueblo gomero, alcanzando su máxima tensión cuando Peraza rompió el Pacto de colatación produciéndose un alzamiento generalizado en toda la isla. Peraza y su mujer no teniendo en la isla quien los defendiese, se hacían y custodiar por una guardia de criollos lanzaroteños que estaban a su servicio, se encerraron en la torre o fortaleza que habían construido en la llanura de Hipalán (San Sebastián), y allí se defendieron algunos días de los ataques de los gomeros, que los tenían sitiados, con deseo de vengar los agravios de que eran victimas.
Viendo Fernán
Peraza, que le era imposible sostener aquella situación por mucho tiempo,
encontró el medio de enviar un mensaje a su madre residente en Titoreygatra
(Lanzarote) solicitando ayuda contra los sublevados. Al recibir el mensaje Inés
Peraza, reunió a algunas tropas con las que contaba en aquel momento y en dos
carabelas y algunos barquichuelos que estaban anclados en la rada de
Arrecife envió al Real de Las Palmas con
una carta dirigida a Pedro de Vera, solicitándole ayuda para su hijo, en virtud
de los pactos que mantenía con la
Corona castellana, rogándole tomase el mando de las tropas y
barcos, y se dirigiese a La
Gomera para castigar la insolencia de aquel rebelde pueblo.
Vera que por esos días estaba inactivo en el Real, sin poder saciar su
permanente sed de sangre, recibió la invitación como caída de su cielo
personal, aceptó con placer la invitación que se le dirigía, uniendo a los
soldados lanzaroteño algunos españoles y canarios y embarcó rumbo a Hipalam
(San Sebastián), llegando a tiempo de evitar la rendición de Peraza y los
suyos, quienes acuciados por el hambre y la sed, estaban a punto de entregarse
a los sitiadores.
Los sitiadores al ver la llegada de la flotilla comandada por Pedro de Vera, al prever que en ella venía gran cantidad de tropas de
El General Vera desembarco tranquilamente, sabiéndose dueño de la situación, siendo recibido como un salvador por Hernán Peraza y su candorosa esposa, que se apresuraron a obsequiarle con esplendorosos banquetes y festejos, mientras que escuadrones de canarios perseguían a los gomeros huidos por los agrestes montes de la isla, apresando indistintamente tanto a sublevados como a inocentes, en cantidad de más de doscientos, entre hombres mujeres y niños, los cuales fueron embarcados por Vera hacía Canaria, y posteriormente para España, donde fueron vendidos como esclavos, de esta manera cobro Vera los gastos de la expedición en ayuda de Peraza.
Segundo alzamiento de los gomeros
La experiencia
con los sucesos anteriores no le sirvió a aquel mancebo soberbio y rencoroso
para modificar su actitud hacía sus indefensos vasallos. Cuando se consideró
seguro en su dictatorial gobierno de la isla, volvió a repetir con más crudeza
si cabe, sus actos de despotismo, de arbitrarias rapacidades y de ruines
venganzas. Arrastrado por sus vicios y no contento con su mujer, violaba a
cuantas jóvenes destacaban en la isla por su gentileza y hermosura. Entre éstas
destacaba una llamada Iballa, sacerdotisa que habitaba en Guahedún en unas
cuevas del mismo nombre, la cual Peraza quería hacer victima de sus livinidosos
deseos.
El viejo Pablo
Hupalupu, hombre mascota y adivino, al que tenían por favorecido de espíritus
superiores, advertido de la ofensa que el tirano meditaba convocó a sus
parientes y amigos más próximos en un islote cerca de Tagualache, que después
sería conocido por La Baja
del secreto, y acordaron poner los medios necesarios para impedir este nuevo
ultraje.
Puestos de acuerdo lo conjurados con Iballa, decidieron que esta diera una cita al fogoso Peraza, en la cueva de Guahedún donde le recibiría acompañada de una vieja parienta que estaba en el secreto y, a una señal convenida apresarían al tirano. Hernán Peraza, no tardó en acudir a la llamada de la bella Iballa, haciéndose acompañar de un paje y un escudero, sin sospechar de la celada que se le preparaba, entró solo encueva, en cuanto traspasó la puerta de ésta, comenzaron a oírse unos silbidos en los alrededores siendo esta la señal de los conjurados para pasar a la acción. Inmediatamente cercaron la colina donde se ubica la cueva y, deteniendo al paje y al escudero, creyeron asegurada su venganza. Iballa para disipar cualquier sospecha de su complicidad en el acto, instó al tirano a que se disfrazara de mujer y huyera antes de que sus parientes llegaran a la cueva. Ante la imprevista sorpresa, turbado por la situación el galán acepto ponerse unas sayas y una toca; pero la vieja, que seguía los acontecimientos gritó a los suyos: “Ese que va vestido de mujer” Peraza que la oyó, retrocedió y despojándose de las ropas femeninas, tomó la adarga y sacando su espada se adelantó con animo decidido hacía los asaltantes. En lo alto de la cueva estaba apostado un pariente de Iballa llamado Pedro Hautacuperche, quien al ver salir a Peraza le arrojó su banot con tal fuerza y puntería que le atravesó el pecho matándolo en el acto. Al verle caer los sublevados ajusticiaron también al paje y al escudero, fieles servidores de los desmanes de su señor.
Al ver
consumada su venganza, los sublevados gritaron: “Ya se quebró el gánigo de
Guahedum”, aludiendo a que con aquel acto, quedaba roto cualquier pacto que
hubieran mantenido con la casa de Peraza, pactos que acostumbraba sellar
bebiendo leche de un gánigo.
Enterada del suceso Beatriz de Bobadilla se encerró con sus hijos y algunos servidores fieles en la torre, no sin antes despachar un barca a Gran Canaria en demanda de nueva ayuda al gobernador genocida Pedro de Vera. Mientras los gomeros deseando reconquistar totalmente su independencia pusieron cerco a la torre dirigidos por Hautacuperche, éste dio pruebas de un valor sin cuento en el asalto a la torre, recogiendo en el aire las saetas que desde las troneras les disparaban los defensores, precisamente uno de estos alardes fue aprovechado por dos de los defensores, mientras uno amagaba con disparar, otro situado en un nivel más bajo le atravesó el pecho con un dardo, cayendo así el héroe gomero.
Pedro de Vera teniendo en cuenta lo rentable de su anterior intervención a favor de los Peraza, y conociendo bien la ruta a
Tan pronto Vera tubo a los desgraciados y estupefacto gomeros, desarmados y a su alcance, condeno a muerte a los varones mayores de quince años procedentes de los distritos de Orone y Agana, y, a fin de que la ejecución fuese más rápida y ejemplar, a los que no ahorcaba o pasaba a cuchillo los colocaba en lanchas, y atados los brazos a la espalda, los echaba al mar en sitios bastante alejados de la costa. Las mujeres y los niños fueron vendidos en España, y algunos que habían conseguido ser desterrados a Lanzarote, el patrón del navío que los llevaba llamado Alonso de Cota, los arrojó en alta mar siguiendo las ordenes de Vera.
Este horrible genocidio, para mayor escarnio, tuvo su simulacro de juicio en
Cuando Vera dejó la gobernación de Gran Canaria, en diciembre de 1489, fue recibido por los reyes de España con cariñosa solicitud y marcada benevolencia, a pesar de que tenían pleno conocimiento de los horribles crímenes cometidos por el carnicero, no solo no lo recriminaron, sino que lo destinaron a la tala de
El Obispo católico en Canarias al ver mermado de manera alarmante el número de sus ciervos y por consiguiente sus diezmos, por la acción depredadora de Pedro de Vera y Beatriz de Bobadilla, interpone recurso antela corona castellana alegando que los gomeros vendidos tanto por Pedro de Vera y sus factores como por Beatriz de Bobadilla, eran cristianos, por lo cual no podían ser vendidos.
Por tanto, el Obispo exigió la intervención de la corona a favor de los esclavizados gomeros, ésta que tenía entre manos los planes para la invasión y saqueo de América, además del continente y, por consiguiente era vital el mantener las cordiales relaciones que hasta el momento sostenía con el Pontífice Romano, verdadero árbitro en la distribución de las nuevas tierras a esquilmar y por las que litigaban las coronas de Castilla y Portugal, accedió a los requerimientos del obispo, ordenando la puesta en libertad y regreso a las islas de los esclavos gomeros vendidos por Pedro de Vera y Beatriz de Bobadilla. Como la situación creada no era fácil de resolver mediante un decreto, la mayoría de los desdichados gomeros esclavizados tuvieron suerte diversa.
1488. Tras
la rebelión de los Gomeros de 1488 Pedro Aguachiche fue expulsado junto a
doscientos gomeros más a la isla Tamaránt (Gran Canaria). El invasor y genocida
al servicio de Castilla Pedro de Vera Mandó apresar a todos, y ordenó ahorcar a
los hombres, y vender a las mujeres y los niños como esclavos. Aguachiche fue
subido en la horca, y por el peso que ya soportaba ésta por los otros que se
encontraban allí, calló al suelo. Pedro de Vera ordenó entonces que lo ahogaran
al día siguiente, y así lo tiraron con las manos y los pies atados. Cuenta la
crónica de Marín de Cubas que, antes de la llegada del barco a puerto, ya se
encontraba allí Aguachiche sano y salvo. Pedro de Vera ordenó que fuera ahogado
de nuevo al día siguiente, y nuevamente Aguachiche consiguió liberarse,
alegando nuevamente de manera astuta que se había librado gracias a la
"intervención" de Santa Catalina. A partir de aquí Aguachiche pasó al
servicio de Alonso Fernández de Lugo, y participó en la conquista de La Palma y Tenerife.
1488 Julio 23. Recluta en Galicia de algunos “Ilustres”
soldados mercenarios para la conquista y
“civilización” de las islas de
Benahuare (La Palma )
y Chinech (Tenerife):
<<Doña Ysabel, Por La Graçia De Dios Reyna De Castilla E De Leon, De
Aragon...,Sepades Que Después Que Yo Mandé Conquistar La Isla De La Gran Canaria , E Por La Graçia De Señor Se Ganó
E Los Infieles Dellas Se Convirtieron A Nuestra Santa Fee Catolica, Yo,
Entendiendo Ser Cumplidero E Serviçio De Dios E Mio E En Acreçentamiento De
Nuestra Santa Fee Católica, He Mandado Conquistar Las Islas De Tenerife E La Palma , Que Están En Poder De
Los Infieles, E Para Ello E Enviado Mis Gentes E Capitanes Que Están En La Dicha Conquista ; E
Porque Las Dichas Yslas Non Se Pueden Ansy Enteramente Acabar De Ganar E
Reducir Los Infieles Dellas A Nuestra Santa Fee Sin Que Pueda Ir E Vaya Más
Gente Para La Dicha
Conquista ; E Acatando Cuanto Nuestro Señor Diós Sería Servido
Que Los Dichos Infieles Sean Convertidos A La Dicha Nuestra Santa
Fee O Sean Lançados De Las Dichas Islas;....E Por Cuanto Yo Soy Informada Que
En El Eryno De Galicia Ay Alguna Personas Que Han Fecho E Cometido Algunos
Delictos De Diversas Calidades E Salteamiento De Iglesias E Monasterios E Otros
Excesos Que Se Ha Fecho, Por Lo Cual Han Caydo E Incurrido En Diveras Penas
Çeviles E Creminales...Por La
Presente De Mi Propio Mutuo E Çierta Ciencia E Poderío Real
Absoluto,...Podades Acordar E Acordades Co Ellos, E Cada Uno De Ellos, Que
Vayan A Servir Por Sus Personas A Las Dichas Yslas, E Con Cuanta Hayan De Yr, E
A Su Costa, Al Dicho Serviçio A La Dicha Conquista De Las Dichas Islas, Por El
Tiempo E Tiempos Que A Vos Bien Visto Fuere, Con Tanto Que Non Puedan Ser Menos
De Seys Meses, Contados Desde El Dia Que Se Presentaren Ante Pedro De Vera, Mi
Gobernador E Capitán De Las Dichas Yslas, E Ante Michel De Moxica, Mi Receptor
En Ellas, Fasta Ser Conplido Dicho Tiempo; E Prometer E Segurar En Mi Nonbre
Que Las Tales Personas Que Asy Sirvieren En Las Dichas Islas(Borrón) Staren El
Dicho Tiempo, A Su Costa Como Dicho Es, ...Sean E Serán Por Mi Perdonados De
Todos E Cualesquier Crímenes E Excesos E Delictos E Robos E Fuerças E Muertes
De Ome E Salteamientos De Caminos E Quebrantamientos De Iglesias E Monasterios
E Otros Cualesquier Delictos,... Dada En La Çibdad De Murcia, A XXIII Dias De
Jullio, Año Mill E Quatroçientos E Ochenta E Ocho Años.- Yo El Rey E Yo La Reyna.= >>
1488 Noviembre 25. Dentro de la organización social de los aborígenes
gomeros, existía una institución que guarda total paralelismo con otra
existente en el mundo berber continental (Marruecos), relativa a los llamados
"pactos o alianzas por colactación". De esta forma, Hernán Peraza
estaba unido a través de un pacto con los bandos de Amulagua e Hipalán, y
precisamente a este último pertenecía la joven Ibaila. Dicho pacto o alianza se
realizaba mediante un ritual consistente en beber leche en un gánigo. Al
mantener relaciones Hernán Peraza con una mujer de su propio bando, considerada
según dicha alianza como su hermana, faltó no sólo al compromiso
consuetudinario de la exogamia deshonrando a los bandos que lo habían acogido
como hermano de sangre sino que además rompió el pacto establecido. Este hecho,
además del despótico gobierno que realizaba el señor sobre la isla,
determinaría la conjura, en la que participó Hupalupa, anciano encargado de
vigilar el cumplimiento del pacto. Se decidió que Hautacuperche matara al
traidor Hernán Peraza, aprovechando su visita a la cueva donde se encontraba
Iballa, en Guahedum. Con su muerte, los gomeros alzados decían en su lengua
"ya el gánigo de Guahedum se quebró", en señal de que el pacto se
había roto. Sublevada la isla, con los gomeros sitiando a la señora Beatriz de
Bobadilla en la Torre
de los Peraza o del Conde, fue llamado a la isla Pedro de Vera, cruel y nefasto
personaje que daría lugar a sangrientos episodios de la Historia de la colonia de
Canarias.
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