jueves, 23 de octubre de 2014

EL DEVENIR HISTÓRICO DE UNA NACIÓN COLONIZADA





CAPITULO III




Eduardo Pedro Garcia Rodríguez

1464. Los colonos Diego López de Illescas, obispo de Rubicón, y Diego García de Herrera, autodenominado señor de Canarias, firman «pactos de paces» y comercio con los régulos de los nueve bandos o reinos de Chinech (Tenerife), el -21 de junio de 1464. Herrera siguiendo las costumbres europeas de la época, hace simulacro de toma posesión de la isla, desplazando piedras y rompiendo ramas de árboles, lo que causó hilaridad entre los guanches. Los guanches le permitieron construir un torreón y casa de contratación en Añazu n Chinech (actual Santa Cruz de Tenerife) pero los intentos de esclavización en algunos menceyatos, las rapiñas y violencias posteriores llevadas a cabo por los bandoleros de Herrera movieron a los guanches a demoler el torreón y Herrera tuvo que retirarse de la isla derrotado.

1464 Junio 21. Acta de posesión de la isla de Tenerife, que copia don Juan Núñez de la Peña en el Libro primero de su Historia.

«A todos cuantos esta carta viéredes, que Dios honre y guarde de mal: Yo, Fernando de
Párraga, escribano público en la isla de Fuerteventura, en lugar de Alfonso de Cabrera, escribano público de las islas de Canaria; por mi señor Diego de Ferrera, señor de las dichas islas, con la autoridad y decreto que el mismo señor me dio, vos doy fe y fago saber que en presencia de mí, el dicho escribano, e de los testigos de que de yuso serán escritos, en como un Sábado, veinte y un dias del mes de Junio, año del Nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil e cuatrocientos e sesenta e cuatro años, estando en la isla de Tenerife, una de las islas de Canaria, en un puerto que se llama el Bufadero, estando ende el dicho señor Diego de Ferrera, señor de las dichas islas, con ciertos navíos armados con mucha gente que traía en los dichos navíos, vinieron ende pare cieron ante el dicho señor el gran Rey de lmobach de Taoro; el Rey de las lanzadas, que se llama Rey de Güímar; el Rey de Anaga; el Rey de Abona; el Rey de Tacoronte; el Rey de Benicod; el Rey de Adeje; el Rey de Tegueste; el Rey de Daute. E todos los sobredichos nueve Reyes, juntamente hicieron reverencia y besaron las manos al sobredicho señor Diego de Ferrera, obedeciéndolo por señor; presentes los Trujamanes, que ende estaban, los cuales eran Rey de armas que han nombre Lanzarote, e Matheos Alfonso y otros muchos que saben la lengua de la dicha isla de Tenerife; e luego Juan Negrin, Rey de armas, levantó el pendón, e dijo en altas voces tres veces: Thenerife, Thenerife, Thenerife, por el Rey don Enrique de Castilla y de León y por el generoso caballero Diego de Ferrera, mi señor, y luego los sobredichos Reyes de la dicha isla de Thenerife, dijeron al sobredicho señor Diego de Ferrera: que por cuanto ellos conocían bien que era señor de todas las dichas islas de Canaria, por justo e derecho título y razón que a las dichas islas tenía, e por la conquista que les facía e mandaba facer, luengos tiempos había que ellos, juntamente de sus propias voluntades e cada uno por sí con sus señoríos, sin premio ni contrinimiento ninguno, les place obedecer y obedecen al sobre dicho señor por su señor, y se ponen debajo de su señoría y obediencia, e le quieren dar, e dan libre e desembargadamente, la tenencia e posesión e propiedad e señorío de toda la dicha isla de Thenerife, para que de hoy en adelante el dicho señor la tenga y pose toda enteramente como cosa suya, e pueda en ella, e en toda ella, mandar e vedar e facer justicia, así civil como criminal, así como en cada una de las otras islas conquistadas metidas debajo de su señorío, e que desde hoy en adelante los sobredichos Reyes, todos juntamente e cada uno por sí e por sus sucesores, e por los hidalgos e gente de sus señorias, que a todo estaban presentes e les plugo consintieron en todo lo sobredicho, se desapoderan de la tenencia e propiedad y posesión y señorío y jurisdición que en la dicha isla tienen, e lo dan todo enteramente en mano y poderío del dicho señor Diego de Ferrera, su señor, para que él ponga en la dicha isla a quien él mandare e por bien tuviere, para que administre, rija las dichas justicias, así civil como criminal, e el gobernamiento dellas, e que desde hoy en adelante se daban por sus vasallos e se avasallaban a él ya su mandado, y se daban por sus buenos vasallos, e facer sus mandamientos en todo y por todo. E luego el dicho señor Diego de Ferrera dejó ende sus navíos e gente, e decendió y subió por la tierra arriba, bien cerca de dos leguas, con los dichos Reyes, hollando la tierra con sus pies en señal de posesión, y cortando ramas de árboles que en la dicha isla estaban, e los dichos Reyes metiéndolo en la dicha posesión pacíficamente, non gelo conturbando, ni contrallando persona alguna; yendo con él por la dicha tierra acompañándole, e faciéndole todo agasajo e servicio que podían. E luego el dicho señor Diego de Ferrera, mandó a los dichos Reyes que cada uno en su nombre, por sí, en sus tierras y señoríos, que gobernasen e mandasen la justicia por él; la cual les dio e comendó, e ellos, e cada uno dellos, prometieron de la gobernar e mandar por él en su nombre, como buenos y leales vasallos, bien y lealmente, so pena de caer en caso e en las penas que caen e incurren aquellos que no guardan la justicia que por sus señores se les es encomendada lealmente, e los susodichos Reyes en la manera susodicha, hicieron juramento e juraron de tener e guardar e cumplir e aver por firme todo lo contenido, e cada cosa e parte dello, e que no irán ni vendrán contra ello ni contra parte dello en algún tiempo ni por alguna manera, e el sobredicho gran Rey hizo juramento por sí y por todos los otros Reyes de lo facer, tener, guardar y cumplir todo lo susodicho, como dicho es, en tal manera que siempre jamás sea firme todo cuanto en esta carta es contenido e cada cosa, y parte de ello, so pena de caer en mal caso en las penas que caen e incurren aquellos que van contra su señor, e non facen ni cumplen las cosas que buenos y leales vasallos pueden e deben hacer cumplir.

E luego el dicho señor Diego de Ferrera dijo que tomaba y tomó la dicha tenencia y posesión de la dicha isla, debajo de la corona Real y señorío de Castilla, así como bueno y leal vasallo del dicho señor Rey de Castilla, so cuyo señorío vive, y esto en como pasó el dicho señor Diego de Ferrera, pidió a mí, el dicho escribano, que se lo diese así por fee e por testimonio, para guarda e conservación de su derecho, en manera que ficiese fee; yo dile ende este en la manera que dicha es, según que ante mí pasó en el dicho día, mes y año sobredicho; testigos que fueron presentes, los sobredichos Trujamanes, Rey de armas, y Matheos Afonso, vecinos de la isla de Lanzarote, y Alvaro Becerra de Valdevega, e García de Vergara, vecino de Sevilla, e Juan de Avilés, maestro, vecino de San Lúcar de Barrameda, e Luis de Morales, vecino de la isla de Fuerteventura, e Luis de Casañas, vecino de la isla de Lanzarote, e Iacomar del Fierro e Antón de Simancas,
vecinos de la dicha isla del Hierro, y otros muchos que sabían la lengua de la dicha isla de Tenerife; va escrito siete veces, codiz Lanzarote, no le empezca. E yo, el dicho Hernando de Párraga, mescribano, dicho que fise escribir esta carta, e fisee en ella mi signo, a tal en testimonio de verdad. Didacus Episcopus Rubisensis. Fernando de Párraga, escribano público» (En: A. Millares Torres, 1977 t. III: 346)

1465. Posiblemente es el año del nacimiento del guerrero gomero Hautacuperche, este héroe gomero ajustició al colono déspota Hernán Peraza por haber contravenido el pacto de colactación, no fue este hecho solamente el que motivó el alzamiento de los gomeros, al mismo se debe añadir el gobierno despótico que realizaba el impuesto y cornupeta señor sobre la isla, lo que determinaría la conjura, en la que participaron los notables de los cantones ofendidos y dirigidos por Hupalupa, anciano encargado de vigilar el cumplimiento del pacto. Se decidió que Hautacuperche matara al traidor Hernán Peraza, aprovechando una de las frecuentes visitas del sanguinario tirano a la cueva donde se encontraba Yballa, en Guahedum. Con su muerte, los gomeros alzados «decían en lengua guanche: - Ya el gánigo de Guahedum se quebró», en señal de que el pacto se había roto.
1466. El Papa Paulo II, por la bula Rationi congruit, de Roma, 1466 (ante dada a 16 de septiembre de 1464, como otra del mismo nombre dirigida a las Ordenes militares de Portugal), dirigida don Pedro de Meneses, conde de Vila Real, capitán y gobernador de Ceuta, a quien Enrique IV de Castilla había concedido en 1455 el derecho de conquista de Tamaránt (Gran Canaria) Chinech (Tenerife) y Benahuare (La Palma), le concede autorización para invadir y conquistar tales islas. (Con ello ratifica la  concesión de Pío II, del 13 de octubre de 1463)

1466. Se hizo con aquellos supuestos derechos de conquista de las denominadas Isla realengas adquiridos  los condes de Atouguia y Vila-Real el infante portugués Fernando, que envió a las islas una expedición mandada por Diego de Silva Meneses, aprovechando la situación de guerra civil que se vivía en Castilla.

1466. Por este tiempo, el Infante de Portugal, que había adquirido los derechos que sobre el Archipiélago ostentaban los condes de Atouguía y Villareal, determinó preparar una poderosa escuadra que, al mando de Diego de Silva, invadiera las islas y tomara en su nombre posesión de ellas.

Corría el año de 1466 cuando los portugueses se dejaron ver sobre Lanzarote, con una armada formidable que obligó a Herrera a refugiarse en el enriscado distrito de Famara con su mujer y familia. No se verificó esta invasión sin una vigorosa resistencia de parte de los isleños y de su gobernador Alonso de Cabrera, quien, durante la refriega, cayó prisionero del jefe lusitano. La mortandad y el saqueo que siguieron a esta acción dejó honda huella en el ánimo de aquellos pacíficos habitantes, pues es fama que los portugueses victoriosos los perseguían y alanceaban como si fueran moros.

Después de robar cuanto encontraron y de apoderarse de dos cuentos de maravedises pertenecientes a Herrera, pasó Silva con su flotilla a Fuerteventura y allí cometió los mismos excesos y crueldades, paseándose triunfalmente los soldados por entre aquellos indefensos pueblos. Cansados de tan fáciles victorias hicieron luego rumbo a Gran Canaria y en Gando tomaron por asalto la torre o casa fuerte de Herrera, enarbolando en ella el estandarte portugués.

1469 Junio 24. Fondea en el puerto de la Isleta en Tamarán (Gran Canaria) la armada invasora castellana enviada por los nefastos reyes católicos, tal como recoge don Tomás Marín de Cubas: “Después que sus Altezas Don Fernando II de Aragón y V de Castilla por casamiento con la Infanta Doña Isabel admitieron á su cuidado la conquista de las tres Islas que quedaban sólo á la conversión de sus moradores paganos proponiendo excesivos gastos sin mirar á otro fin que al bien de sus almas aunque ocupados con las guerras de Granada despacharon sus provisiones para una buena Armada con lo necesario al Asistente  de Sevilla Diego de Melo y dióseles despacho por el cronista Alonso de Plasencia  en seis navíos grandes y dos pequeños por General al capitán Juan Rejón caballero aragonés que había servido contra Portugal y por Alférez  Mayor á su cuñado Alonso Jáimez de Sotomayor  de treinta lanzas de á  caballo hijosdalgo y otros aventureros pagados y lenderos  y el Licenciado Don Juan Bermúdez por acompañado del General con título de Deán de la Iglesia de San Marcial de Rubicón vecino de Sevilla natural de la Tierra del Condado de Niebla; acompañábanle religiosos de San Francisco de la Provincia de San Miguel y otros clérigos; fueron 600 hombres de guerra y capitanes Rodrigo solórzano, Ordoño Bermúdez, Juan Cevanos ó Caballos, Francisco Espinosa y otros

1479. El clérigo de secta católica Juan de Frías fue uno de los invasores que en el nombre de dios pasó a cuchillo más canarios que los mercenarios seglares de Juan Rejón. Según el cura de la iglesia católica, el criollo José de Viera y Clavijo este asesino de pueblos  “ya desde el año de 1479 era obispo de Rubicón, por gracia del papa Sixto IV, don Juan de Frías, canónigo de Sevilla, natural de aquella ciudad y originario de las montañas de Burgos; prelado de cuyo mérito y gran valor hemos dado largas noticias en el libro VII de esta Historia.”

1481. Por si lo había olvidado, el Católico recordó a Pedro de Vera el deber de continuar la guerra, conquistando Chinech (Tenerife) y Benahuare (La Palma). En albalá dirigida al provisor de Villafranca, la reina expuso los planes para 1481: “los concejos de las behetrías de mis regnos”, darían “todos los galeotes e marineros que son obligados a me servir, cada e quando fisiere o mandase faser armada”. Remitido un tercio para transportar la primera cosecha de “omicianos”, los restantes quedarían en reserva, con destino a la armada “gruesa”, que se proyectaba para abril. Recién terminados los movimientos de Galicia, contra el Obispo de Santiago, abundaban caballeros inculpados, a causa de la guerra.
1481. Reconociendo Pedro de Vera que la fuerza toda de los canarios estaba en la parte del poniente de Canaria, á la de Gáldar, y que allá no se podía ir sin grave peligro por un risco atajado en el camino de montes y asperezas de más de cinco leguas, fue de acuerdo que de aquella parte estuviese un fuerte para que de él se les corriese la tierra, y por todas partes se les combatiese. Asistían los más en las cuevas enriscadas de Tirajana, tierra agrísima, en Tirma, Tazarte, Ancite que es un inexpugnable peñón, y Arjoda, con innumerables asperezas. Mandó Pedro de Vera embarcar lo necesario, y rodeando la Isla halló por puerto capaz al de qaete; cerca de la playa halló una buena y grande casa capaz que era fama ser fábrica y habitación de los mallorquines que estas Islas frecuentaban antes de la venida de Juan de Bethencourt por el año de 1360 en adelante, como dijimos en el Libro Primero. Esta llamaban los canarios Roma, es cuadrada, de á 25 pasos la cuadra, por de fuera tiene muchos paredones y casillas llenas de huesos de gentiles; es toda de piedra sola, regularmente puertas de piedras que parecen de una sola, tal es su igualdad y ajuste sin mezcla de barro ni tierra, de grueso de dos varas ó siete palmos muy largos; de ella al mar se sigue un paredón con saeteras á modo de muralla, la puerta angosta á la parte del sur; en ella se fabricó el fuerte subiéndola de tapias y maderos y tablas de palmas, y en dos meses se acabó; puso en ella Pedro de Vera veinte hombres y por Alcaide al capitán Alonso  de Lugo; y dejándole la orden más conveniente dio la vuelta al Real de Las Palmas. (Tomás Marín de Cubas [1694] 1993)
1481. Queriendo Pedro de Vera ir por tierra al lugar de Gáldar, en busca del Guanarteme á quien Pedro de Vera deseó en gran manera ver y conocer, que no fue posible, antes siempre nos procuró notables daños, dio orden al Alcaide Lugo enviase gente que defendiese el risco pendiente al mar, paso forzoso para subir los cristianos, y por donde bajó Diego de Silva con su gente. Caminando Pedro de Vera en dos tropas, llegando la primera defendían el pie del risco cien canarios armados, que luego huyendo la cuesta arriba se hicieron fuertes casi al medio en una solapa ó cueva de risco, de donde á los que les seguían arrojaron cantidad de piedras rodadas y otras tiradas con que mataron 25 cristianos; llegó la gente de Lugo por arriba ahuyentando á éstos y apartando á otros canarios y pudo subir Pedro de Vera acometiéndolos con esfuerzo donde hubieron bien menester las manos los españoles; á las emboscadas que salían acuadrillados mató á algunos é hirió á muchos, cautivó cinco hombres y cogió unas pocas cabras; halló el lugar de qáldar sin gente. Viéronse allí grandes fábricas de cuevas grandes y admirables de tosca cavada con aposentos, recámaras, lumbreras y otros grandes repartimientos, y dentro de una cueva, de más de otras salas, había una á modo de sobrado y de cada lado tenía nueve aposentos ó recámaras: otras casas largas que por madre ó viga tenían toda una palma á lo largo. Dio presto la vuelta al Real y corriendo las cosas á este modo, poniendo espías, haciendo entradas por todas partes, á Telde, á Aguimes y faldas de la sierra, por los caballos se les hacía el daño que se podía, no queriendo reducirse á cosa de venir á tener paz, y primero se dejaban matar." (Tomás Marín de Cubas [1694] 1993)
1481. Es muerto en Hermigua (Gomera) el invasor Juan Rejón a manos de soldados del colono Hernán Peraza, lo que le causará a este último un proceso penal del que es indultado por los nefastos Reyes Católicos a condición de que participe junto a sus hombres en la conquista de Gran Canaria, y contraer matrimonio con la cortesana,
1481. Dos años después de la victoria guanche en Tirajana  en otoño,  el capitán-gobernador, Pedro de Vera, envalentonado por los primeros éxitos militares, organizó una segunda operación de castigo, esclavización y  despojo contra el Valle de Tirajana.
 Pero, con idéntico indomable tesón, los naturales le embistieron por  vanguardia, retaguardia y flancos, obligándole a emprender la  retirada, no sin dejar el escenario sembrado de cadáveres.  Ansite, una gran fortaleza natural ubicada en Tirajana. Allí los canarios se habían hecho inexpugnables. Pedro de Vera trajo a la isla  a todos los hombres disponibles y reos convictos desde las islas ya dominadas, Titoreygatra (Lanzarote),  Erbania (Fuerteventura) y la Gomera, para lanzar una gran ofensiva. Avanzó con  todo este ejército hasta el pie de esta fortaleza. Seiscientos hombres  guanches y más de mil mujeres y niños intentaron resistir. El converso y traidor Fernando  Guanarteme (Thenesor Semidán) intentó convencerles de que se rindieran y sólo recibió frases de desprecio e insultos y llamándole Guayedra por traidor, pero persistiendo en el empeño logró convencerles prometiéndoles buen trato por parte de los mercenarios de Pedro de Vera. La mayoría se entregó, excepto  Bentehuy, el hijo del Guanarteme de Telde le dijo al traidor de su a su tío y  anterior rey Fernando Guanarteme, enviado por los conquistadores  españoles para pactar la rendición de los canarios asediados en  Ansite: Déjanos morir con honra… Canarias existe: mírala en píe sobre  estos roques”.Y este glorioso Guanarteme y el Faycan de Telde,  se dirigieron hacia un  gran precipicio “y, gritando al cielo ¡¡Atis-tirma!!, abrazados se dejaron caer y desriscaron, sin poderlos estorbar que no muriesen.” Lo  mismo hicieron otras dos mujeres, en otro risco, que hasta hoy se dice  el Risco de las Mujeres”.
1481. El Papa Sixto IV incluye los capítulos del Tratado de paz de Alcáçovas sobre Canarias, Fez y la costa del continente africano en su bula Aeterní regís, de Roma, a 21 de junio de 1481, con lo cual corrobora el Tratado entre Castilla y Portugal.

1481 Mayo 30. Según la historia oficial, fue bautizado en la Península Ibérica Tenesor Semidan, el converso y traidor más conocido como Fernando Guanarteme, uno de los personajes claves en la toma de Tamaránt por parte de los castellanos al ponerse incondicionalmente al servicio de los invasores. Habiendo dejado de ser Guanarteme por fallecimiento de su esposa (los guanartemes lo eran en función de estar casados con la reina), fue el artífice de la incorporación cruenta de Tamaránt (Gran Canaria), al Reino de Castilla. Viaja varias veces a la Corte de los nefastos Reyes Católicos, quienes apadrinaron su bautizo, ceremonia celebrada en las Cortes Generales de la ciudad de Calatayud, el 30 de mayo de 1481, día de San Fernando. Dejó descendencia en sus hijas las infantas Margarita Fernández - que casa con Miguel de Trejo- y Catalina Hernández de la que hay numerosa descendencia en Tamaránt (Gran Canaria).
1481 Noviembre 30. Muere en combate el gran Doramas frente a los invasores, Marín de Cubas nos dejo una acertada descripción del suceso. “Bien sentidos los españoles de las burlas pesadas de los canarios y sus  atrevimientos, intentando Pedro de Vera el castigo, por acuerdo de todos, salió día de San Andrés, miércoles, dejando bastante guarnición en el Real, con 50 lanzas de á caballo y 200 peones, en busca del enemigo camino de la sierra hacia el valle de Tenoya ó Tenoja antes de Arucas; llevaban los caballos entre sí apartados, cogido mucho campo.
Capitaneábalos el general Pedro de Vera, llevaba el pendón blanco de dos puntas con Castilla y León en señal de paz, como siempre lo traía el Alférez Jáimez, dispuestos primero todos como cristianos y hecha exhortación de hacer cada uno el deber á ley de bueno; habiendo caminado una legua se veían algunos canarios armados que se iban juntando, y medía legua adelante se vieron muchos en los riscos emparedados ó metidos en corrales de piedra á modo de fortaleza, esperando llegasen á ellos; hicimos alto y de improviso venían el valle arriba muchos canarios armados de montantes de palo, muy presurosos á los caballos; era ésta la cuadrilla del afamado Doramas que venían del mar donde se habían bañado hasta que la nueva de nuestra llegada les hizo venir; disparándoles primero los ballesteros algunos tiros y otros de fuego, más no dando lugar á más fuerza alancearlos, que se les hizo mucho daño; pelearon algunos con gran reputación, tanto de los cristianos como de los gentiles, y lo más célebre fue el estrago que hizo Doramas; meneaba en rueda con una mano su espada, que no había á entrarle hombre alguno; otros tiraban un dardillo que pasaba á un hombre armado y á un caballo, y de afuera los tiros de fuego les hacían daño, y decía Doramas: "Llegad á mí seis, doce y veinte y no tiréis de afuera", y siempre estuvo gritando y diciendo oprobios de "perros fementidos, traidores", en su lengua; hacía muchos movimientos con el cuerpo, ya retirado, ya descubierto, empleando sus golpes á su salvo.
Viendo Pedro de Vera que se señalaba en mayores estragos, le conoció y se fue á él; porque el primero que lo acometió fue Juan de Rores, que picando recio el caballo se entró tanto que quebrándole Doramas la lanza, también le quebró la cabeza del revés; siguióle Pedro López, soldado de á pie, y también le llevó la espada de la mano, desbaratando otros de á caballo; entraron otros dos, con Pedro de Vera, á rodearlo como á toro; el primero sobre el costado izquierdo, que tal no juzgó Doramas, fue Diego de Hoces, cordobés, que le hirió sobre la espalda derecha y llevó de retorno un revés que le quebró la pierna izquierda; entró luego Pedro de Vera dándole segunda lanzada por el pecho y luego le dieron un balazo en un brazo; al primero dijo Doramas: "No te irás alabando"; á Pedro de Vera: "No eres tú quien me ha muerto sino este traidor por detrás"; y por último, "que no tirasen de afuera como perros traidores, que á todos bebería la sangre"; y luego comenzó atontado, desangrándose, á pedir agua, con las ansias de la muerte; juzgaron que quería bautizarse y fue para beber; trájola uno de á caballo casi 80 pasos de allí en un sombrero alemanisco lleno de agua; echáronla en un casco de hierro, bebióla y salía clara por las heridas, y luego murió. Fue cortada la cabeza y traída delante por un canario cautivo en una asta gruesa de sus camaradas, que se dejaron prender por no desampararle; los otros canarios fueron de huída al verle ya herido; picaba el sol, eran las diez del día; deshiciéronse los paredones y descansando algún poco dio Pedro de Vera la vuelta al Real. Estuvo muchos días en la Plaza de San Antón la cabeza para escarmiento de atrevidos; la espada de palo que él jugaba con una mano como si fuera una caña no podía un español á dos manos bien menearla; la fuerza que tenía dio admiración á todos; no era muy alto de cuerpo, mas era grueso, ancho de espaldas, gran cabeza, el rostro redondo, las narices pequeñas y muy anchas las ventanas, la edad mediana, bien repartido de miembros.” (Tomás Marín de Cubas [1694] 1993)
1482. Contraen matrimonio Hernán Peraza “El Joven “y Beatriz de Bobadilla.  Ochenta gomeros de los bandos de Orone y Agana son reclutados por Hernán Peraza para ir a la conquista de Tamaránt (Gran Canaria,) con lo que había sido condenado el sevillano por la muerte de Juan Rejón.
1482 Mayo. Pedro de Algaba, Gobernador de Castilla en la colonia  de Tamaránt (Gran Canaria), fue condenado a muerte por un tribunal de treinta hombres de los invasores, presidido por Juan Rejón, que compareció con una provisión real de aquel país donde se le nombraba Gobernador y Capitán General. La acusación formal fue un trato con el Rey de Portugal para la venta de la isla, extremo que Algaba negó en rotundo acusando, a su vez, a Rejón de actuar por enemistad personal. Se practicaron otras detenciones y se decretó la expulsión del Deán Bermúdez, acusado de amotinador. El ex gobernador de la isla fue decapitado en  las inmediaciones de la actual plaza del Pilar Nuevo, en el barrio de Vegueta, Guiniwada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria), lugar que ocupaba el primer asentamiento de los invasores europeos. (Ver efemeride de 1478 agosto 27).

1483. Una de las batallas más cruentas de llevada a cabo durante la invasión de Tamaránt (Gran Canaria) por los castellanos fue la de Ajodar, en el transcurso de la misma, su pudo haber cambiado el curso de la historia colonial de nuestra nación, de no haberse interpuesto el converso Thenesor Semidan, totalmente entregado a la causa de los invasores, quien con su intervención evitó el total aniquilamiento del ejército mercenario invasor. La economía castellano-aragonesa no hubiese podido soportar los costos de otra armada, (la invasión y conquista de las islas de Benaguare-La Palma- y Chinet-Tenerife- fueron concedidas a mercenarios y empresarios privados a cambio de los despojo del botín consistente en  eslavos, ganados y tierras) por lo cual posiblemente los proyectos de ocupación de la isla hubiesen sido postergados, dando tiempo a la reorganización de los canarios los cuales ya conocían las técnicas de guerra de los invasores y además podían disponer de las armas  modernas arrebatadas a los mismos.

Uno de los relatos en torno a dicha batalla que hasta nosotros ha llegado se lo debemos al criollo Marín de Cubas, (a pesar del error en la fecha, como sabemos Pedro de Vera había desembarcado en Las Isletas el 18 de Agosto de 1480) quien nos describe los entresijos de la misma en los siguientes términos: “Volviendo á Canaria con felicidad de viaje Miguel Mujica y D. Fernando Guadartheme al Puerto de las Isletas, jueves 24 de Octubre del mismo año, fue mucho el gozo de Pedro de Vera por saber cómo tan bien le había ido, y mandóse á Hernán Peraza que dejando á los gomeros á su cuidado, éste fuese con Doña Beatriz á la Gomera; vino al Real á besar la mano de Pedro de Vera y se fue haciendo muchas ofertas y cumplimientos.

Estaban las cosas de Canaria muy revueltas y alteradas, primero con fingidas paces, después de la prisión de Guadartheme quedaron muy tristes cuanto contentos los cristianos, prometieron dar la obediencia en cogiendo la sementera; creyólos Pedro de Vera y faltaron á ello rebelándose y siendo peores que nunca; luego nombraron otro rey ó Guadartheme, llamado antes Tazarte, un gaire alto, seco y prieto, de grande esfuerzo, nombrado por el mes de Marzo después de la prisión del otro y éste hizo matar á dos religiosos de Santo Domingo, de cuatro que asistían con Pedro de Vera, que había traído á Canaria, y fue así: había mucho cigarrón que comía las cebadas y legumbres, sustento de los canarios, y fueron al término de Tafira el P. Fr. Martín de Cañas, que llevaba un Santo Cristo y también para predicarles de caminos de fe de Dios, con Fr. Juan de Lebrija, sacerdotes ambos; fueron arrojados de un alto risco tajado como el tajo de Ronda y nunca soltó de la mano el Santo Cristo el P. Cañas; sus cuerpos llegaron á la sima y por memoria llaman hoy las Cuevas de los Frailes, en Tafira, el sitio donde cayeron por haber al pie del risco algunos socavones ó grutas, escorias de un volcán.

Volvió á España el religioso, Fr. Diego Villavicencio y murió en Sevilla; eran de Jerez de la Frontera. El último quedó en la ermita que se hizo á San Pedro Mártir donde hoy es convento de Santo Domingo.

Dando orden Pedro de Vera de castigar á los canarios, y corregir sus malos términos, andando muy desmandados y atrevidos, dijo á D. Fernando de Guadartheme que les fuese á hablar y presto poner lo que á ello debía necesario enviándoles con Juan Mayor su recado, y pusiese preso á quien fuese causa de las alteraciones. Llevando su demanda caminaron á Gáldar donde estaban muchos canarios que alegres de verle libre y gustosos quisieron luego seguirle y ser con él de parte de Sus Altezas, impidiéronlo allí unos ministros ó capitanes de Tazarte, aunque él asistía en unos riscos muy pendientes y barrancos junto al mar más de cuatro leguas de allí, y Arminda, única heredera de la Isla, su sobrina, muchacha de 18 años, hija de Guanache Semidan, que fue Guadartheme llamado el Bueno; ésta ya estaba casada con un muchacho hijo del Guadartheme de Telde, á quien los españoles llamaron Tazartico, recogidos con mucha gente en la montaña de Bentaiga, y según sus leyes y lo que habían jurado, primero deben escoger la muerte que entregarse; quedó muy triste D. Fernando, y Juan Mayor procuraba reducirlos con la verdad, y no fue posible.

Llegaron á la montaña de Bentaiga, qué es de tierra muy roja á modo de almagre y encima tiene una fábrica admirable de la Naturaleza que es un peñón de riscos muy altos y pendientes en torno con una subida á lo alto muy peligrosa; tiene al pie muchas cuevas y caseríos con cantidades de huesos de gentiles á modo de sepultura, y una fuente de buena agua aunque es poca sale corriente á fuera; había en lo alto muchas familias y ganados que parecían hormigas. Subió á lo alto Don Fernando y Juan Mayor y allí se alegraron de nuevo ofreciéndole el gobierno y mando de Rey como antes, y no lo admitió porque había visto la cara del Rey de Castilla y dádole su verdadera palabra que cumplirá á morir; inclinábanse todos á lo que les suplicaba y prometía con Juan Mayor; admitiólo su sobrina Arminda y no quiso Tazartico, respondieron los de Telde, y por último todos en que no debían desamparar á su Señor natural hasta morir primero; refieren el agravio de Pedro de Vera que fue dejarlos en Lanzarote desnudos enviados á vender y ahora haría lo mismo. Hechas grandes diligencias en sacarles á la verdad se disculpaban en hacer lo que ordenase el Tazarte.

Volviese D. Fernando Guadarheme al fuerte de Gaete, de donde se dio aviso de todo a Pedro de Vera, que luego envió en una barca una compañía y a su hijo Rodrigo de Vera, caìt´çan de infantería, con otros para lo necesario, de allí salieron en la barca por la costa hacia el sur al poniente de la Isla, y desembarcaron en una playa ahora llamada Tazartico, al pie de un risco así llamado junto á otro muy alto que los divide un barranco llamado Tazarte, porque fue donde Don Fernando, Juan Mayor y Rodrigo de Vera hablaron á Tazarte y Tazartico, que habían llevado la nueva, y fue en vano el viaje; de todo se dio cuenta en el Real y dijo Pedro de Vera: "Pues si ellos no quieren venir acá, yo iré allá".

Prevínose la gente que había de ir contra los canarios á buscar á sus fortalezas, y la prevención de guarnecer el Real que no fuese acometido. Salió con brevedad camino de Gáldar guardando el paso del risco no lo cogiese el enemigo, llegamos á Bentaiga á poner sitio al risco que sola una subida, que un hombre desde arriba puede él solo defender, tiene no más; tomóse la vanguardia Miguel de Mujica con sus 300 vizcaínos; sitió el paso, estuvimos allí quince días en los cuales no sacamos  de los canarios ningún fruto; echaban grandes piedras desde lo alto á rodar, eran á modo de molino con un agujero en medio y un palo atravesado para que cuando rodasen viniesen siempre iguales; matáronnos ocho españoles, y desde lo alto del risco más empinado arrojaban
pedazos de niños divididos en trozos, que se debían morir, que causaba mucho horror á los cristianos; y en tanto peligro quiso acometer Miguel de Mujica sin ocasión; envióse á buscar más gente, y hecho el escuadrón fuimos á acometerles con más furia que la pasada, y nos hallamos engañados porque la noche antes se habían huido todos llevando consigo á su Señora. En lo alto de aquel risco empinado á modo de torre hay una grande llanura con una fuente á modo de charco; dejaron aquella noche una gran hoguera ardiendo con que juzgamos no haber fraude alguno.

Siguiéndoles las huellas dos leguas adelante largas se mejoraron de sitio en otra fortaleza llamada Ajódar; es más angosta que la primera, tendrá de ancho un tiro de arcabuz, los riscos muy pendientes y empinados, la subida dificultosa y sola una veredilla por andenes, en lo alto tenían una fuente bastante para cien personas que allí habría cada día; y aquí tenían á su Señora la Reina, Reconocióse otra vereda por donde se podían huir y en ésta se puso Pedro de Vera con su gente, que era el Tercio Viejo; y por la otra Miguel Mujica con la suya, empezó á subir y habiendo llegado á media cuesta retirando á los canarios y ellos huyendo con gran falsedad á meterlos en el peligro, rodaron tantas piedras juntas y tan grandes, que no se juzgó ni imaginó que tanto daño nos hiciesen, pues nunca los canarios fueron victoriosos si no fue en esta ocasión, mataron del tercio de Mujica 130 hombres, y hubo muchos heridos, y una rueda llegó á Miguel de Mujica y derribándole le quebró ambas piernas, y quedó tan mal herido que vivió quince días; no aprovechaban pies para huir, brazos para subir, dónde no estuviese lleno de peligro, dónde podía escapar hombre con la vida; murieron muchos caballeros de esfuerzo y personas de más cuenta, y muchos heridos de pedradas, lo más de piernas y brazos y tal vez en la cabeza. Pedro de Vera salió retirándose de aquel sitio, llamando la gente á toda prisa, un valle arriba, casi un medio cuarto de legua, á escuadronarse con su tercio, Los canarios juzgando que huíamos bajaron del risco 140 de ellos y quitando las armas á los muertos querían seguirnos; Guadartheme los detuvo, y primero que ellos bajasen cuando pasó el estrago mayor de las ruedas de piedras, les daba voces desde abajo, diciéndoles: "Amigos, parientes, no me matéis, dejad las piedras"; y dejando de arrojarlas, bajaron diciendo: "Salta fuera, Guayedra, que viene el día que hemos de quedar dueños de nuestra tierra, que estos perros traidores, que mataron á su Dios, nos la quieren quitar, y tú por un vestido que te dio el de España te has dejado engañar, y ahora podemos darte otra vez la tierra, salta fuera de peligro, no te mate alguna piedra de éstas",

Algunos castellanos censuraron la tibieza del Guadartheme, pero también los españoles podían tener experiencia de que los canarios siempre desde los riscos tenían armada empalizada y trampas de arrojar piedras, que no era menester que Guadartheme, aunque lo sabía y había usado siempre contra nosotros, ahora quisiera ó no decir lo que tenían tramado á la subida del risco.

Cantaron esta victoria como quisieron, de que Pedro de Vera huyó, que pudiera, mas fue falso; porque retirados en un llano y escuadronados esperamos al enemigo que no quiso llegar aunque Guadartheme se tomaba la mano en apadrinar á los canarios, Juró Pedro de Vera por la barba de vengar la injuria y con alguna poca de cólera llamó á Guadartheme y le mandó que asistiese á enterrar los muertos; hizo traer todos los heridos á desembarcar y el escuadrón fue por tierra á Gáldar y en una Casa Canaria grande hizo Hospital ó enfermería, y en otra grande fuera del lugar decían misas todos los días los religiosos de San Francisco y Santo Domingo y algunos clérigos. Llamóse la iglesia del Sr. Santiago; murió Miguel de Mujica y aquí fue enterrado con honroso enterramiento; dejó por heredero de los maravedíes en que había servido á S. M. que le estaba debiendo de su servicio y préstamos, á su primo Juan de Severio Mujica, en que después le dieron repartimientos. Curados los heridos y dejando lo necesario con un fuerte en el lugar para custodia, dio Pedro de Vera la vuelta al Real de Las Palmas. Mucho contento recibió Pedro de Vera de besar la mano al Obispo D. Juan de Frías, que poco ha había venido de Lanzarote, juzgando estar ya pacífica y allanada la furia de los gentiles y muy admirado de la rebeldía, todo era aplacar la cólera que tenía contra ellos Pedro de Vera; alistó la gente, recogió la más que pudo llevar consigo camino de Gáldar, y el Obispo quiso seguirle y visitar á Santiago, nueva Iglesia y cementerio de invictos héroes muertos por la fe de Jesucristo, como decía el Obispo.

Sabiendo que el enemigo estaba en Tirajana y sus términos, recogió Pedro de Vera poco menos de mil hombres con algunos gomeros que llevó; hizo embarcar compañías por mar llevando lo más estorboso, y lo grueso de la gente llevó por tierra; envió espías delante y salimos de Qáldar día de Santa Engracia por Abril año 1476 miércoles 16; descubrimos por el camino el alto risco de  Bentaiga que ya no tenía gente; tenía árboles en su llanada, una palma y un muy alto pino y dícese tienen allí un buen charco de agua, sitio inhabitable por el mucho hielo y frío. Desembarcó la demás gente en el Puerto Tazartico con silencio por los canarios, que hubo aviso estaban fortificados en una fortaleza llamada Ancite, cerca de Tirajana, que hoy llaman El Sitio; divisábanse otros riscos con más gente llamados Veneguera y Mogán, y antes de sitiar el Peñón de Ancite se mandó á acometer á otras fuerzas y pregonó fuesen todos pasados á cuchillo cuando por bien no se quisiesen dar al Rey de España.

Envió Pedro de Vera á su hijo Rodrigo de Vera con tres compañías y con Guadartheme á un risco peinado altísimo llamado Titana que tenía la subida por una montaña agria y de malos pasos, por donde de improviso ganaron los cristianos la entrada quedando de guarda veinte arcabuceros, no juzgando los canarios el modo de serles tomados los pasos, donde mataron á 25 canarios y los demás pidieron la obediencia con muchas familias que hicieron bajar ante Pedro de Vera y amigablemente fueron perdonados y tratados; trajeron grandes cantidades de bastimentos, gofio, cebada, cecina, cabras, manteca, higos pasados, dátiles y otras cosas de su uso; mandáronle que se fuesen á habitar á Gáldar ó á su territorio como antes.

Luego que estos canarios salieron de Titana, al mismo punto otros desmandados la ocuparon llenándola como hormigas, con más fiereza que los primeros; mandaron fuesen á sitiar á otra llamada Fataga, donde estaba el Rey Tazarte con la gente más feroz y atrevida; en aquella tierra áspera y muy agria envióse delante á Guadartheme para que les avisase del peligro en que todos los canarios estaban de morir á cuchillo no reduciéndose por bien; fue por dos partes á un tiempo, cogidas las entradas y salidas con increíble presteza y valor, que los canarios se hallaron suspensos y aturdidos; halló Guadartheme á un tío suyo que era Faisaje ó Consejero, á quien sentó bien la propuesta de perdonar á los canarios; mandó Pedro de Vera que bajasen todos abajo sin armas, y el feroz de Tazarte no queriendo reducirse ni poder pelear por estar ya sitiados, se llegó á la punta más empinada del risco y cruzando los brazos al pecho dijo dos veces muy alto: "Atistirma, atistirma", y dio una vuelta en el aire y se desriscó de aquella eminencia. Bajó el Faisaje viejo, hermano de la Reina de Gáldar, mujer de Guanache ya difunto, y después fue cristiano y tuvo el nombre del padrino, Juan Delgado; fueron todos perdonados y mandados á sus sitios á coger sus sementeras, de que iban muy gustosos.

Llegamos á otra fortaleza muy larga y áspera llamada Gitagana y por no detenemos pasó el ejército á dar visita á Ansite, lunes 28 de Abril; ésta era la última donde estaba la fuerzas de la isla con el Tazartico, reyezuelo de Telde y la Reina Arminda; tenían propuesto todos primero morir que entregarse, y bien de mañana se hizo escuadronar en tres partes del ejército de á trescientos hombres y las espías hallaron dos fáciles subideros; se pregonó la guerra fuese á sangre, sin perdonar á vidas por estar aquí los culpables en la muerte de Mujica y sus vizcaínos; aquí se reconoció había de costar triunfo la victoria por la rebeldía de los canarios, que habían respondido á todo. Más, Guadartheme se fue á Pedro de Vera, con el semblante tristísimo, casi llorando por el desastroso fin que se les esperaba con su sobrina, y alcanzó de ir primero á hablarla y á ver si podía reducir á algunos. Cogidas ya las entradas con buena guarda de gente, se fue á ellos Guadartheme y al reconocerle alzaron todos á un tiempo, niños, hombres y mujeres los gritos y voceríos que resonó por aquellos barrancos casi media legua fue grande la alegría que de su vista tuvieron; habló á su sobrina y prima que fue reducida con todos los canarios y las canarias y todas las familias que se les llegaron de aquel territorio, menos Tazartico y un Faisaje viejo de Telde, que ambos se desriscaron, llevándose el muchacho al viejo le cogió de un brazo ): diciendo: "Atistirma, atistirma", y de un salto bajaron hechos pedazos.

Bajaron del peñón de Ansite todos los nobles canarios de cabello largo y rubio, sin armas, acompañados de  Guadartheme, rendidos ante Pedro de Vera, dando la obediencia al Rey de Castilla en su nombre y de la Señora, única heredera de toda la tierra, hija única de matrimonio, del legítimo y verdadero señor Guanache Semidán tío de Guadartheme y de otros Gaires y Faisajes, que ellos daban su palabra de llevarla á entregar al Real de Las Palmas en cogiendo sus panes, que sería después de San Juan. Mucho instó Pedro de Vera que viniese luego, mas llevóse en rehenes consigo ciento sesenta canarios de los más esforzados y que asistiesen con Guadartheme y se fuesen á vivir á Gáldar.


Diose fin aquí á la conquista, martes á las diez horas del día 29 de Abril del señor San Pedro Mártir año de 1476 en Ansite, junto á Tirajana donde hoy se llama El Sitio, por memoria.” (Marín de Cubas, [1694] 1993)

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