CAPITULO VII
Eduardo
Pedro Garcia Rodríguez
1494 Mayo. Encuentro
en La Jardina
(Gracia) entre el gran Kebehi Benchomo y el capitán de los mercenarios
invasores castellanos Alonso de Lugo. Las tropas españolas invasoras acamparon
en las proximidades de Gracia, que fue así escenario del singular encuentro. El
fraile Espinosa recoge con puntualidad las incidencias del mismo.
El monarca de Taoro compareció puntual a la cita convenida
con un nutrido séquito de trescientos guanches vasallos. Llegados frente
afrente, Alonso de Lugo y Benitomo entablaron diálogo, valiéndose como
intérprete de Guillén Castellano, quien conocía el habla indígena por haber
estado antaño cautivo. Lo que el capitán
gallego-andaluz demandó, con sibilinas palabras. el régulo taorino es fácil de adivinar. En
primer lugar, la amistad con los reyes de Castilla y la sumisión política a
este reino, circunstancia la segunda que invalidaba virtualmente la primera. En
segundo término, la conversión al cristianismo. A cambio de un vejamen y una
claudicación les prometía, como recompensa, que el «rey de España...”Los
tomaría y recibiría debajo de su amparo y protección y les haría muchas
mercedes».
La repuesta del altivo Kebehi Benchomo fue de una mesura y
dignidad sorprendentes, digna del gran caudillo que era. E lo relativo a la
prometida amistad puntualizó “Que ningún hombre que no fuese provocado de otro
e irritado, la había de rehusar”
En punto a religión “Que ellos que cosa era cristiandad,
ni entendían esta religión, que se verían en ello y se informarían, y así con
más acuerdo darían repuesta”.
Especial
énfasis puso el monarca guanche en replica a
la tercera demanda, que le humillaba y hería. Rechazó de plano someterse
al rey de España, no era de ese parecer
porque nunca había reconocido sujeción a otro hombre, pues libre había nacido y
así pensaba morir.
No habiendo
posibilidad de avenencia, el caudillo guanche y el capitán de los
invasores se separaron, dedicándose
durante varias jornadas a adiestrar sus fuerzas el castellano y a movilizar sus
hombres el guanche.
Misiva de los
Reyes Católicos a Alonso de Lugo encareciéndole que acepte la colaboración
económica de doña Beatriz del Bobadilla en la conquista de Tenerife.
1494 Mayo 28?.
Uno de los acontecimientos históricos más importantes desarrollados durante el
expansionismo del entonces naciente imperio colonial español, tuvo lugar en la
comarca de Acentejo o Centehun, en el sitio que a partir de entonces
tomó el nombre de La Matanza
de Acentejo, en Chinech. (Tenerife) en este lugar en la segunda quincena del
mes de mayo, las tropas invasoras mercenarias dirigidas por el destacado
mercenario y traficante de esclavos al servicio de las coronas de Castilla y
Aragón Alonso Fernández de Lugo vio doblada su altiva e insolente cerviz, ante
el más grande caudillo que ha tenido la Matria Canaria , el
grande entre los grandes de su tiempo, Kebehi Benchomo.
La
batalla de Acentejo supuso la mayor derrota sufrida por las tropas españolas en
sus conquistas imperialistas, no sólo en Canarias (cuya conquista duró casi un
siglo), sino que, en las innumerables batallas sostenidas por la conquista del
Continente americano, las tropas españolas jamás tuvieron una pérdida de
hombres como la que sufrieron en el encuentro de La Matanza de Acentejo, donde
un cuerpo de ejército guanche compuesto por 300 hombres dirigidos por el
Achimencey Chimenchia/Tinguaro, (hermano del Kebehi Benchomo), infligió al
ejército invasor la mayor derrota que jamás sufrieran los ejércitos españoles
en sus aventuras coloniales durante la baja Edad Media.
Durante
ocho años como hemos apuntado, Alonso de Lugo alternó el cuidado de sus noventa
fanegadas de tierra usurpadas en Agaete, Tamaránt con las continuas razzias y
saqueos en las costas del continente así como en las Islas de Benahuare (La Palma ) y chinech (Tenerife),
al tiempo que iba preparando la conquista de las mismas procurando fomentar las
disensiones entre menceyatos, y la de los achicaxnay contra los achimenceyes
alimentado arteramente el odio entre las diferentes castas entre los naturales,
usando para sus fines como valiosos colaboradores en Tenerife a los menceyes de
los bandos de Güímar, Abona y Adeje, los cuales ya habían venido recibiendo
influencia cristiana por parte de los frailes que se habían instalado desde dos
siglos antes, en el eremitario de Gúímar, así cómo a un buen número de gomeros
cristianizados que fueron introducidos en la isla - conocidos como Babilones -
y quienes con posterioridad a la conquista decidieron sacudirse el yugo de los
españoles y formaron un núcleo importante de resistencia al lado de los alzados
guanches.
El
principal inductor de los disturbios internos, en los prolegómenos de la
conquista fue el Guadameñe de Güímar, hermano de Añaterve, el cual fue apercibido
por Benchomo para que cesara en sus intrigas, pero éste, confiado en la
supuesta protección que los españoles le habían prometido, continuó fomentando
las luchas internas entre las castas de los Menceyatos de las bandas del Norte,
razón por la cual Benchomo ordenó que el Guadameñe fuese ahorcado en la montaña
de Tafuriaste, (donde al presente se encuentra el hotel las Aguílas) Mientras,
el príncipe Guetón, hijo de Añaterve era retenido como rehén en Tahoro.
LUGAR DE LA
BATALLA : Desde
el campamento de Jardina (zona que abarca desde la actual Gracia, Los Rodeos
hasta Venhu (Las Mercedes) en la segunda quincena del mes de mayo de 1493 el
ejército invasor se puso de nuevo en marcha con grandes precauciones, pues
durante su marcha hacía el Valle de Tahoro eran hostigados continuamente por
algunas partidas de guanches de los Menceyatos de Tegueste y Tacoronte, que les
hostigaban por los flancos.
El ejercito invasor continuo su avance
hacía Tahoro sin mayores dificultades, por el camino se iban apropiando de numerosos
rebaños de ganados que pastaban aparentemente abandonados y que, por la natural
rapiña de los mercenarios éstos se resistían a dejar en el campo, así
continuaron hasta la altura de la actual Cuesta de la Villa, donde decidieron
hacer un alto y formar consejo de oficiales para determinar las medidas a
tomar. En el consejo prevaleció la opinión de retornar al campamento de Añazu
(Santa Cruz) con la cuantiosa presa de ganados que tenían, seguidamente
iniciaron la contra marcha hacía Eguerew. (La Laguna ) De esta manera tan poco estratégica
retrocedía la vanguardia ufana con la rica presa cuando en el aire sonaron unos
agudos silbidos y ajijides que pusieron en movimiento desordenado a los hatos
de ganados al tiempo que caían grandes piedras y troncos de árboles sobre las
sorprendidas tropas españolas, los banotes hendían el aire yendo a encontrarse
bruscamente con los pechos de los mercenarios traspasando sus corazas.
Pasado
los primeros momentos de estupor en el Ejército invasor, cada uno buscó por
instinto, un grupo donde apoyarse y, sin previo concierto, entregados a su
propia iniciativa, se organizó una especie de defensa por pelotones ante la
imposibilidad de maniobrabilidad de los caballos el arma más efectiva de las
tropas españolas. Bien pronto la línea del frente quedó convertida en un
amasijo de cadáveres de hombres y caballos. Toda defensa ante el empuje guanche
era inútil, en el fragor de la batalla destacaron por su arrojo y valentía
Chimenchia, Sigoñé, Guadafrá, Arafo, Tigaiga y otros significados capitanes de
Benchomo y sus aliados.
La
derrota del Ejército español en la batalla, que después pasaría a conocerse
como de La Matanza
de Acentejo, fue total. De las tropas españolas, solamente logró sobrevivir un
grupo de unos trescientos de los que la mayoría eran isleños de las islas ya
sometidas y algunos portugueses que a nado se refugiaron en una baja de la
costa, y otro de unos treinta que lo hizo en una cueva, como veremos más
adelante. Entre los hechos recogidos por los cronistas destacan tres que
merecen ser narrados, el primero, la vergonzosa huida a uñas de caballo
ayudados por algunos auxiliares güimareros del capitán Alonso Fernández de Lugo
y, parte de su plana mayor, quienes abandonando a su suerte lo que restaba de
sus tropas y atravesando Chicayca (La Esperanza ), ganaron la seguridad del torreón de
Santa Cruz. El segundo, es que, llegado Benchomo ( quien se había quedado en
los campos de La Orotava
en previsión de un ataque por parte de los bandos confederados con los
españoles, según algunos autores, o para cortar la retirada de los invasores si
estos hubiesen decido replegarse a Tahoro según otros), en las postrimerías de
la batalla encontrando a su hermano Chimenchia sentado en una piedra, le
recriminó de la siguiente manera: -¿cómo es esto hermano, mientras tus hombres
se baten con el enemigo, tú estas holgando?.- A lo que respondió Chimenchia,
-hermano, yo he hecho mi oficio de capitán que es conducirlos a la victoria,
ahora los carniceros hagan el suyo,- dando a entender con ello que un caudillo
guanche no tiene que mancharse las manos con la sangre de los vencidos si no es
en defensa de su vida. El tercero, es el que un grupo de unos 30 de soldados
posiblemente informados por los isleños aliados buscaron refugio en una cueva,
los cuales concluida la batalla obtuvieron la misericordia y ayuda de Benchomo
quien los hizo conducir sanos y salvos al campamento español de Añazu. Esta
aptitud benevolente por parte del régulo tahorino se explica si, como creemos,
los mercenarios se refugiaron en la Cueva Santa del Sauzal o en la necrópolis de la
montaña de los guanches. Es bien conocido el respeto del pueblo guanche por los
lugares Santos y el derecho de refugio que adquirían los asesino que se acogían
en los lugares sacros. Hechos similares se habían registrado durante la
conquista de Tamaránt (Gran Canaria), y posteriormente se repetiría en
transcurso de la batalla de Eguerew (La Laguna ).
En el
glorioso día de la batalla de La
Matanza de Acentejo, las armas españolas sufrieron la mayor
humillación que jamás les fuera infligida durante su larga etapa imperialista
de colonización, ocupación y masacre de
otros pueblos. Esta derrota les fue infligida por un grupo de solamente 300
guerreros guanches de los Tabores de Taoro dirigidos por el indómito Sigoñe
Chimenchia / Tinguaro.
¿DÓNDE FUE EL CAMPO DE BATALLA?: Uno de los aspectos que más interés ha
despertado entre los investigadores ha sido localizar el lugar exacto donde
tuvo lugar el enfrentamiento, en este aspecto, quizás el trabajo mejor desarrollado
sobre el particular, y sin lugar a dudas, se debe al Amusnau tinerfeño don Juan
Bethencourt Alfonso, por tanto, dejemos que sea él quien nos sitúe en el lugar
exacto de los hechos.
"...Aunque
sobrecarguemos estos antecedentes corriendo el riesgo de parecer difusos, no
podemos menos que insistir en ciertos detalles para comprender las evoluciones
que hizo el ejército invasor, por ser indispensable para precisar el campo de
batalla y la causa de la derrota.
Los
historiadores y la tradición están de acuerdo en el hecho de que el combate se
libró en el Barranco de Acentejo (nosotros diríamos a partir del barranco de
Acentejo), pero no lo están respecto a un sitio determinado. Unos dicen, han
oído a sus mayores que la batalla tuvo lugar en las Guardas, próximo a la
montaña de la Atalaya ;
otros que fue en el fondo del barranco de Acentejo, por el sitio que lo corta
el camino de San Juan; Algunos afirman que este punto del barranco fue por
donde lo atraviesa la calle de El Medio, y no pocos señalan diferentes lugares
del camino de San Juan a la ermita de Guía, con especial “Las Toscas de los
Muertos” o Callejón de Centejo , que se extiende a lo largo del borde Norte del
barranco de Acentejo o de San Antonio, entre la carretera y la ermita de Guía.
Indudablemente
hubo refriegas en todos estos sitios, que estaban en la línea de operaciones o
camino de retirada que tomó la vanguardia del ejército invasor, cuando ya sólo
se batía para abrirse paso y salvar la vida, como lo consiguieron varios.
Para
nosotros es evidente que el verdadero campo de batalla, o sea la región en que
se preparó la sorpresa, fue a lo largo del camino de Santo Domingo que
atraviesa el caserío de Bubaque, a partir a del barranco de Acentejo, o séase
del punto de unión de los caminos de los guanches o Centejo de Abajo con el de
Acentejo o Real de San Cristóbal, que se verificaba, como queda dicho, en el
borde Norte del barranco de Acentejo.
Como
quiera que de todos los lugares señalados sólo la parte del barranco de
Acentejo, que está atravesada por el camino de San Juan, es la que más se
indica por los historiadores como en la que tuvo lugar la derrota, y por otra
parte se sabe que este combate se libró sobre el camino que llevaba el ejército
y en el barranco de Acentejo, sólo falta que dilucidar si el antiguo camino de
o Real de San Cristóbal pasaba por el hoy camino de San Juan o por el de Santo
Domingo.
No
hemos encontrado ni sabemos exista ningún documento que resuelva de plano este
asunto; por manera que hay que resolverlo "a posteriori" y por
deducción.
Creemos
que el antiguo camino de Acentejo bajaba a lo largo del borde Norte del
barranco de San Antonio, hasta llegar a unirse en la ermita de Guía con el de
los Guanches, que después unidos cortaban el barranco y se continuaban por el
que hoy lleva el nombre de Santo Domingo.
1º.
Porque según la tradición el camino de San Juan, si bien antiguo, es más
moderno que el que va para abajo hasta la ermita de Guía. Entre estas
tradiciones se halla la que ya contamos respecto a los numerosos rebaños del
"principado" de Acentejo, que al pasar por este camino de 28 varas de
ancho lo cubrían por completo desde la ermita de Guía hasta la montaña de la Morra. Además , si se
estudia el camino de San Juan se ve que fue abierto después de la conquista
para las necesidades agrícolas de los nuevos caseríos o pueblos de la Victoria , pues no lleva
la dirección de las llanuras de Acentejo.
2º.
Que aún viven ancianos que vieron, antes del trazado de la carretera y las
nuevas roturaciones, que seguía el camino de San Cristóbal hasta la ermita de
Guía, de más de 15 varas de ancho pero que se fue perdiendo a medida que ganaba
el de San Juan, convirtiéndose al fin en una vereda.
3º.
Que como se sabe que el camino del Real de San Cristóbal o de Acentejo iba para
las llanuras de este nombre puestos en el terreno se observa que para que así
suceda es tanto más fácil -por no decir necesario- cuanto mas se baja hacía la
ermita de Guía; y que si el camino de Acentejo hubiera llevado la dirección de
San Juan, para ir a Tahoro no se pasaría por dichas llanuras de Acentejo.
4º.
Porque colocados sobre el terreno a ninguna otra región de los contornos es
aplicable el sitio en que dice se dio la batalla la siguiente data, concedida
en 1503:
"Yo
el Adelantado Don Alonso Fernández de Lugo, Adelantado de las islas de Canaria,
Gobernador e justicia mayor de Tenerife e San Miguel de La Palma e capitán general de
Berbería, por el Rey e la Reina
nuestros Señores e por virtud del poder de sus Altezas tengo que repartir las
tierras de riego e de sequero e heredamientos de estas dichas islas, doy a vos
Juan Benítez, como a vecino e conquistador que fuiste destas dichas Islas, y
por los muchos trabajos que en estas conquistas obistes os do en nombre de sus
Altezas, para vos y quien vos quisieredes un pedazo de tierras de sequero, que
son en Acentejo, para sembrar pan, las cuales dichas tierras haveis de echar la
linde desde un Pino que está en canto de la Rambla honda donde estuvimos el Día del desbarato
de Acentejo...".
Y 5º.
Porque, como veremos, a no ser la sorpresa en el punto de unión de los caminos
de los Guanches y Acentejo o de San Cristóbal el ejército español
hubiera tenido una retirada."
Está
ampliamente documentado, que entre los guanches en sus tácticas de guerra no
figuraba la persecución y extermino del enemigo vencido que huye en desbandada,
por esta razón Alonso Fernández de Lugo y el resto de los invasores pudieron
alcanzar el fuerte de Añazu o de Santa Cruz, y reembarcar al día siguiente los
supervivientes rumbo a Gran Canaria, transportando con ellos mediante engaños a
trescientos guanches auxiliares del bando de Güímar, los cuales fueron enviados
a España para ser vendidos como esclavos, manera que tuvo Lugo de agradecerles
el que le salvaran la vida en la rota de Acentejo. Algún autor apunta que los
restos del Ejercito español sufrieron un ataque en el fuerte de Añazu, cosa
improbable por las razones anteriormente apuntadas, lo que sí pudo suceder es
que una vez abandonado el recinto por los españoles, los guanches procediesen a
la demolición del mismo.
1494 Octubre
10. Madrid (f. 90). Comisión al Conde de Cifuentes, don Juan de Silva, del
Consejo y asistente de Sevilla, para que dictamine en la petición de Juanoto
Berardi, mercader genovés, que reclama a Alonso de Lugo, vecino de dicha
ciudad, el tercio de 700.000 maravedís y de 150 esclavos, que le corresponde
por el acuerdo de compañía para la conquista de La Palma. Don Alvaro.
Johannes. Andreas. Filipus. Franciscus licenciatus. Mármol. (E.Aznar; 1981)
1494 Octubre 23. Madrid
(f. 588). Orden al gobernador o juez de residencia de Gran Canaria ya las
justicias de La Palma
y demás islas, para que entreguen a Juanoto Berardi, mercader florentino,
estante en Sevilla, los ganados, esclavos, caballos, trigo, vino, dinero,
escrituras y demás mercancías que tenía su factor en la conquista de La Palma , Lorenzo de Rebata,
cuando falleció en la
Gomera. Don Alvaro. Johannes. Andreas. Filipus. Franciscus
licenciatus. Petrus. Mármol. (E.Aznar; 1981)
Misiva de los Reyes Catolicos a doña Beatriz
de Bolbadilla, señora tutriz de La
Gomera y El Hierro, con el encargo expreso de alistar a sus
vasallos en las huestes invasoras de Tenerife.
1494 Noviembre 8.
Madrid. El Rey e la Reyna. Doña Beatrís de
Bovadilla: Ya sabéys lo que vos ovimos escrito rogándovos y encargándovos que
diésedes a Alonso de Lugo toda la gente, favor e ayuda que pudiésedes para la
conquista de la ysla de Tenerife, de que él tiene cargo; porque agora diz que
la ha más menester, y todavía tiene el dicho cargo que nos se le prorrogamos,
nos vos mandamos y encargamos le fagáys dar toda la gente de cavallo e pie y
favor y ayuda que podáys como por cosa de nuestro servicio. En lo qual mucho
plaser e servicio nos haréis. De Madrid, a ocho de noviembre de XC111I años.=Yo
el Rey. =Yo la Reyna.
(A. Rumeu 1975:434)
1494. Noviembre 8. Madrid. El Rey e la Reyna. Por quanto en el
asiento que por nuestro mandado se tomó con Alonso de Lugo sobre la conquista
de la ysla de Tenerife, que es una de las Canarias, se asentó que dentro de
diez meses contados desde el día que desenbarcase en la dicha ysla la diese
ganada; lo qual, por algunos justos ynpedimentos, dis que lo no a podido haser,
e nuestra merced e voluntad es que la dicha conquista se continúe. Por la
presente prorrogamos el dicho término de los dichos diez meses para lo
susodicho por otros dies meses conplidos, contados desde el día que se
fenecieren los otros dies meses primeros. De lo qual mandamos dar la presente,
firmada de nuestros nombres e fecha a VIII de noviembre de XCIIII años. =Yo el
Rey. =Yo la Reyna.
(A. Rumeu 1975:432)
1494
Noviembre 14. Se enfrentan
defensores guanches e invasores
castellanos en Eguerew (La
Laguna ).
Creemos que la
ciudad de La Laguna ,
la cual asienta sus cimientos en unos terrenos que fueron generosamente regados
con ríos de sangre de cientos de nuestros antecesores, debe rendir justo y merecido homenaje a quienes ofertaron
el bien más preciado como es la vida, en aras de sus ideales de una Patria
Libre, y que hasta la fecha han sido injustamente ninguneados por una sociedad
que como la lagunera, presume de sus antecedentes presuntamente fundacionales.
Un frío y
lluvioso amanecer del día catorce de noviembre del año 1494, en las
inmediaciones de las faldas de la
Sierra de Sejeita (San Roque), en los terrenos conocidos
posteriormente como Finca del Obispado y hasta la altura de la entrada del
actual Barrio Nuevo, en La
Jardina , Chinet unos tabores de guerreros guanches compuestos
por hombres enfermos que apenas podían sostenerse en pie debido a los estragos
que en ellos -y en la población en general- estaba causando el envenenamiento
de las aguas nacientes, Eres, fuentes y riachuelos, llevado a cabo por las tropas invasoras y,
que éstas denominaron como "modorra".
Estas tropas
invasores, enviadas a Alonso de Lugo como participación en la invasión y
conquista de la isla a cambio de parte de los despojos del botín de guerra por
el duque de Medina Sidonia, como participación de este noble español y mercader de esclavos.
La tropa
invasora estaba compuesta por mercenarios de la Hermandad de Andalucía,
conocidos como los "pardillos" debido al capote corto de color pardo
con que estaban uniformados, eran hombres cuyo oficio era la guerra, gentes
carentes de ningún tipo de escrúpulos, sin más Dios que la muerte y la paga que
por matar recibían, a éstos se unía las fuerzas de los asesinos y ladrones
convictos indultados por los reyes católicos a condición de que sirviesen en la
invasión y conquista de Tenerife a su costa durante seis meses, más los auxiliares
isleños de otras islas reclutados casi todos ellos a cambio de ser liberados de
la esclavitud. Como se puede ver, no eran simples aventureros bisoños los que
vinieron a la conquista tras el señuelo de unos repartos de tierras, como nos
lo han venido presentando la historiografía oficial por el contrario, eran
tropas aguerridas y veteranas de las luchas sostenidas en las españas y en
Italia.
Ello explica
la enorme cantidad de crímenes, violaciones y cruentas tropelías sin cuento
cometidas por estos mercenarios, aun después de dada por sometidas las isla,
hasta que éstas fueron reembarcadas para España en 1497, según consta documentalmente de los archivos notariales de
Sevilla de la liquidación de los sueldos
de ese grupo expedicionario.
A esta caterva
de mercenarios fue a la que tuvieron que
enfrentarse las tropas de Benchomo y sus aliados, tropas enfermas, presa de las
fiebres producidas por el envenenamiento
de las aguas de fuentes, nacientes y eres, por parte de los
"pardillos", quienes ya habían practicado con éxito este sistema de
“guerra química" en las luchas de Granada. Curiosamente, esta epidemia de
"modorra' no afectó a los denominados bandos de paces, sirviendo éstos
incluso de refugio a los soldados
españoles con Lugo al frente quienes huían de la pestilencia como fue el caso
del Menceyato de Güímar. Los cronistas recogen que los muertos guanches en la
batalla de Aguere fueron miles; no es verdad, los guanche no cayeron bajo las
armas de los temibles invasores, caían muertos antes de trabar combate víctimas
de la "epidemia", y aún así, estuvieron a punto en varias ocasiones
de obtener la victoria, esto nos demuestra el indomable espíritu que animaba a
nuestros antepasados al preferir autoinmolarse en un suicidio ritual colectivo ante
el enemigo que perder la patria y la libertad sin prestar batalla al invasor,
no en vano los tabores acudieron a la lucha vestidos con sus vestidos
mortuorios. Algún cronista dejo recogido que, “los guanches se presentaron a la
batalla con las ropas de mortaja puestas”
Son los
propios cronistas españoles quienes afirman que los guanches caían en la lucha
a montones sin darles resuello.
Los hechos
acaecidos en las laderas de Sejeita corresponden a las grandes epopeyas
protagonizadas por los pueblos en lucha por su libertad e independencia.
Sucesos menos significados que los que tuvieron lugar durante el desarrollo de
la batalla de Eguerew han sido magnificados por historiadores, poetas y
políticos, en cambio, los de esta y otras heroicas luchas sostenidas en nuestro
país, han merecido siempre el silencio del mundillo intelectual dependiente
canario, como si este ignorar los grandes acontecimientos protagonizados por
nuestro pueblo obedeciese a consignas emanadas de determinados poderes
fácticos, soslayando o ninguneando
acontecimientos que, para bien o para mal, han conformado la historia de
nuestro pueblo. Gestas heroicas que a no dudar de haber sucedido en tiempos de
Hornero, hoy sería cantadas y celebradas por toda la humanidad.
Veamos algunas reseñas que de la batalla de La Jardina nos han trasmitido
algunos historiadores:4
"Peléose ese día
valerosamente y con mucho trabajo, porque era tanta la resistencia que
losguanches hacían, y tanta la ligereza y desasosiego con que peleaban, no
daban a los nuestros sosiego alguno ni lugar de resollar". "Entre
otros peleó este día valentísimamente el rey de Taoro, porque con una alabarda,
dicen, se defendió de siete hombres de a caballo, y al cabo se escapó dentre
ellos y se subió por la cuesta de San Roque. Mas aunque destos se escapó, no
pudo escaparse de un Fulano de Buen día, que sin conocerlo ni saber que era rey
(aunque él en su lengua se lo decía ser el Mencey, que es rey), como no lo
entendiese, no le valió su reinado, que lo pasó con la lanza en un barranquillo
estrecho, do quedo. ". (Fray Alonso de
Espinosa, 1980, 108-9)
En este pasaje
Espinosa adjudica a Benchomo hechos que la mayoría de los historiadores
atribuyen al hermano de éste, Chimenchia o Tinguaro, según el poeta y médico
lagunero Antonio de Viana. Creemos que Espinosa trató este tema con suma
ligereza al igual que otros muchos aspectos de nuestra historia, tal como han
demostrado investigadores posteriores de la talla de Marín de Cubas, Agustín
Millares Torres, Leopoldo de la
Rosa Olivera y Antonio Rumeu de Armas entre otros muchos.
No es
comprensible que el tal fulano Buendía no entendiese las palabras de Benchomo,
en el caso de que éste las hubiese pronunciado, siendo como era canario y que
en realidad sellamaba Pablo Martín Buendía, el cual formaba parte de la Compañía de canarios
comandada por Pedro Mananidra, autor de una anécdota recogida por Espinosa para
los sucesos de La Laguna
y que otros autores sitúan en los de Acentejo, e incluso en el continente. Es
más que probable que de haber sucedido la muerte de Benchomo tal como la narra
Espinosa, ésta no fuese motivada por el fragor de la lucha o el
no-entendimiento entre Benchomo y Buendía, sino por posibles recompensas y
prebendas ofrecidas por el general Alonso de Lugo por la muerte del Caudillo guanche, tal como
se desprende no sólo del hecho de hacer cortar la cabeza del cadáver que
suponían de Benchomo (practica habitual en los ejércitos españoles), sino
también de las sustanciosas datas de tierras en Tahoro y en otras localidades,
además de las cueva habitación del Mencey de Tacoronte, en 8 de julio de 1497 y
las del Mencey de Icod en 16 de mayo de 1503, con que posteriormente Alonso de
Lugo distinguió a Buendía. Estas recompensas eran a todas luces cantidades
desmesuradas para un simple soldado, que además era canario.
"...En.fin, entre tantas dudas, cerca de las diez del día, se
fue reconociendo en el enemigo flaqueza, pues aunque les había venido otro buen
socorro de gente no era tan brava, y acometiendo diez o doce de a caballo
contra el capitán Tinguaro, que tenía la partesana, lo alancearon y
atropellaron, y llegó uno de a pié con un chuzo y le acabó de matar a golpes y
heridas; i le fue cortada la cabeza y
puesta en un palo se llevó en alto; los guanches huyeron todos a una ". El autor sigue narrando el desplazamiento del ejército español
hasta La Matanza ,
donde se fortificaron para pasar la noche, y nos dice: "...al amanecer
se prevenían muchos para dar á los cristianos otro asalto no menos fuerte,
hallándose entre ellos el rey Bencomo, a quien Alonso de Lugo envió un recado
con la cabeza de su capitán Tínguaro, ofreciéndole la paz y amistad de parte de
los Reyes de Castilla, y que no dejaría la tierra hasta perder todos la vida, y
cuando así fuera otros más fuerte y mejores vendrían á quitar- les la tierra y
destruirlos, y que si favoreciese Dios á los cristianos, que allí veía la mejor
victoria de ayer en la cabeza de su mejor capitán; ...Volvió el Rey a enviarle
la cabeza a Alonso de Lugo, diciéndole que cada cual supiese guardar la suya.
" (Tomás Marín de Cubas [1694],1,993:194-5)
Arrogantes y
prepotentes palabras dirigidas a unas tropas diezmadas por la
"epidemia" y casi inexistentes, por el capitán Alonso Fernández de
Lugo, quien el año anterior había huido a uña de caballo, abandonando a su
suerte a los restos de sus tropas en la "rota de Acentejo", y que
salvó la vida gracias al apoyo de los guerreros del menceyato de Güímar,
quienes le condujeron por los montes de La Esperanza (Chikayka) ya quienes agradeció el
hecho de salvarle la vida, embarcando con engaño a 300 de ellos y manándolos a
vender a los mercados de esclavos de Valencia y Sevilla. Este y otros pasajes
de nuestra historia nos muestran cuál era el concepto de hidalguía y orgullo de
raza que animaba a los españoles de la época.
"...Mientras
Bencomo y sus aliados abandonaban heridos el campo de batalla, el valeroso
Tinguaro, que se había distinguido en aquella jornada con brillantes actos de
arrojo personal, se retiraba por las faldas de la montaña de San Roque exhausto
y moribundo, defendiéndose con una alabarda de siete soldados de a caballo que
le perseguían con encarnizamiento como presa de gran estima. El primero que lo
alcanzó fue Pedro Martín Buendía, que de nuevo lo hirió con su lanza
derribándolo en tierra. Tinguaro entonces, soltando el arma y cruzando los
brazos díjole en su lengua: "No mates al noble hermano de Bencomo que se
entrega prisionero".
Pero el canario sin atender a
su ruego ni a los gritos de sus compañeros que de lejos se lo le descargó un
segundo golpe dejándole muerto en el acto. Dudóse por algún tiempo si aquel
cadáver era el de Tinguaro o el de Bencomo, siendo sus cadáveres objeto de
vergonzosos ultrajes de parte de los soldados que no podían olvidarse de la
derrota de Acentejo. Al fin se le cortó la cabeza de orden del general,
colocándola en una pica en medio del campamento para que sirviera de escarmiento a todos los
lsleños .(Agustln MIllares Torres, 1977. T. I. II:300)
Cabeza que posteriormente fue enviada por Alonso de
Lugo espichada en una pica al campamento guanche de El Peñón con un mensaje de
rendición, al frente de la comitiva iba el converso y traidor ex guanarteme de
Tamaránt Fernando Guanarteme, la repuesta de Bentor nuevo mencey de Taoro fue:
“La vista de esa cabeza no me intimida, póngala con su cuerpo, y cada uno cuide
de la suya”.
1495. Madrid, febrero. Diego
Garrido e Christóval Garrido. Comisión. Carta de comisión del Consejo real al
gobernador de Gran Canaria para que administre justicia a los vecinos de Palos Diego y Cristóbal Garrido,
cuya había la nao naufragado en las operaciones preliminares de la conquista de
Tenerife.
Don Fernando e
doña Ysabel, etc. A vos el nuestro govemador de la Grand Canaria , salud
e gracia. Sepades que Diego Garrido e Christóval Garrido, vecinos de la villa
de Palos, nos fizieron relación por su peticion, deziendo que este verano
pasado, yendo con un navío llamado Garrida e con cierta ropa de Mateo Viñán,
como capitán que era de dicho navío, en conpañía de Alonso de Lugo e de otros
conpañeros suyos genoveses, que yban para la conquista de Tenerife en vuestro
servicio y estando ya cerca de dicha ysla, y podiendo yr de día a ella, los
sobredichos de un acuerdo de amarrar de día las velas, por que los canarios no
viesen, para fazer salto en ella y luego, en anocheciendo, diz que alc;aron
todas las velas para fazer el salto que a ellos cunplía, y yendo su viaje, a
causa que enteramente no sabían los puertos, el qual dicho su navío entró en
una peña e se perdió, de manera que ellos quedaron perdydos e syn nyngún
remedio; e como quiera que de aqueste saltos, que fizieron, sacaron ciento e
quarenta esclavos e XX mill caveças de ganado, e como quiera que ellos les
dixieron que les secrestarían de aquella cavalgada, non lo an fecho ni querido
fazer; los qual diz que están en la dicha Tenerife, e que no an podido alcançar
con ellos conplimiento de justicia; e nos suplicó e pidyó por merced cerca
dello, con remedyo de justicia, les proveyésemos como la nuestra voluntad
fuese.
E nos
tovímoslo por vien; e confiando de vos que soys tal persona que guardaréys
nuestro servicio e el derecho a cada una de las partes, e vien e fielmente
faréys lo que por nos vos fuera encomendado e cometido, es nuestra merced e
voluntad de vos encomendar e cometer, e por la presente vos encomedamos e
cometemos, lo susodicho: por que vos mandamos que luego veades lo susodicho, e
llamadas e oydas las partes a quien atañe, brevemente e syn dilacjón que ser
pueda, non dando lugar a luengas nin dilaciones de malic;ia, salvo solamente la
verdad sabida, fagades e administredes conplimiento de justicia por vuestra
sentenc;ia o sentenc;ias as y ynlocutorias (sic) como difinitivas; las quales,
el mandamiento o mandamientos que la dicha razón dyerdes e pronunciardes
llegades e fagades llegar a pura e devida execución con efecto, quanto e como
con fuero e con derecho devades; e mandamos a las partes a quien lo susodicho
toca e atañe e a otras qualesquier personas que para ellos deven ser llamados e
vengan e parescan ante vos a vuestros llamamientos e enplazamientos e
enplazamientos (sic), a los plazos e so las penas que vos de nuestra parte les,
pusyerdes o mandardes poner, las quales nos por la presente les ponemos e
abemos por puestas. Para lo qual todo que dicho es e para cada una cosa e parte
d'ello, vos damos poder conplido por esta nuestra carta, con todas sus
yncidencias e dependencias, emergencias, anexidades e conexidades. E non
fagades ende hal. Dada en la villa de Madrid, a (blanco) días del mes de
(blanco), año del nascimiento de nuestro señor Jhesu Christo de mill e
quatrocientos e nobenta e cinco años.=Don Alvaro.=Johannes, episcopus
astoricensis.=Antoninus, dotor.=Gundysalvus, lieniatus.=Felipus,
dotor.=Johannes, licencias.=Yo Luys del Castillo, etc. (A. Rumeu 1975:437)
1495. Se inician las
denuncias e informaciones de oficio sobre las esclavizaciones hechas por Alonso
Fernández de Lugo, que terminarán en el juicio de residencia del mismo (1508
ss.).
1495 Febrero. Estando
la corte de Isabel y Fernando en Madrid, el Consejo de Castilla expide una
iniciativa al gobernador de Guiniwada n Tamaránt (Las Palmas de Gran
Canaria), para que atienda a la
solicitud de Diego y Cristóbal Garrido, propietarios de la nao La Garrido , vecinos de
Palos quienes informan >>que yendo el verano pasado con cierta ropa de
Mateo Viña, capitán del mismo, en compañía de Alonso de Lugo, y otros
compañeros genoveses que iban a la conquista de Tenerife, al llegar cerca de
dicha isla y pudiendo llegar a ella de día, tomaron el acuerdo de amainar las
velas para que los canarios no los viesen, alzándolas al anochecer para hacer
el asalto, pero por no conocer el puerto el navío dio en una peña y se
perdió>>. Piden ser resarcidos de sus pérdidas. Este fue el primer
navío hundido en aguas de Chinech (Tenerife) en los tiempos de la pre- invasión
y conquista española.
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