lunes, 22 de julio de 2013

AGUAHUCO-V




TOMADO DEL LIBRO: EL MENCEYATO DE TEGUESTE: APUNTES PARA SU HISTORIA


Eduardo Pedro García Rodríguez


Capitulo VIII

ACHIMENCEYATO DE AGUAHUCO: CASTELLANIZADO COMO  PUNTA DEL HIDALGO POBRE
El Ayuntamiento de Punta del Hidalgo:
En el Diccionario Madoz

Punta del Hidalgo, La
Lugar con Ayuntamiento de la isla y diócesis de Tenerife, provincia de Canarias, (a Santa Cruz de Tenerife 7 leguas,) Audiencia Territorial de la misma denominación  a Las Palmas (25), partido judicial de La Laguna (1/2).

Situado en la costa septentrional de la isla, muy próximo al mar y á dist. de 4/4 de legua de Tegina; le combaten los vientos de N. y brisas, y el clima es saludable; no produciendo otras enfermedades que las estaciónales.
Tiene cerca de 200 casas pequeñas y de mala construcción, diseminadas la mayor parte por la jurisdicción, y solo unas cuantas al rededor de una ermita dedicada á San Mateo, única iglesia que hay en este pueblo, pues depende en lo eclesiástico de la parroquia de los Remedios de la ciudad de la Laguna. Para el consumo de los habitantes existe una fuente de agua bastante buena. Confina el término N. con el mar; E. Taco­ronte; S. con Montañas, y Ó. con Tegina: el terreno, aunque todo de secano, es de muy buena calidad, habien­do algunas huertas con árboles frutales. Caminos: dirigen á Tegina y á la ciudad de la Laguna, en estado regular: recibiéndose de este último punto la correspondencia por me­dio de balijero.

produce: Trigo, vino, legumbres y frutas; hay caza de conejos, perdices y palomas, y pesca abundante, á cuya industria la única que se conoce, se dedican unos cuantos barquillos ú lanchas.
Población,  185 vecinos, 856 almas. Riqueza impositiva 39.350 reales. Contribuye por todos conceptos 2.219.
Presupuesto municipal de 3000 a 4000 reales, que se cubren por reparto vecinal, de cuya cantidad se pagan 500 al secretario del ayuntamiento.

Caña de azúcar en Punta Hidalgo

Después del derrumbe del monocultivo de la cochinilla los terrenos de cultivo de La Punta del Hidalgo, como los de Tegueste, Valle de Guerra y Tejina, se centraron en otro monocultivo, en este caso en la caña de azúcar.

Aunque la caña de azúcar fuera el factor principal de la riqueza agrícola colonial en los primeros decenios del siglo XVI, no por eso dejó de haber otros cultivos importantes: cereales y algunas leguminosas, en tierras de secano; frutales, hortalizas, en las de regadío. Ante este hecho cabe preguntarnos, ¿qué supuso el comercio del azúcar para la isla de Tenerife? Podemos contestar que produjo una mayor riqueza, pero que no fue compartida por todos sino por unos cuantos: terratenientes, comerciantes, etc., hecho que se manifiesta por lo general en todos los países conquistados. Al mismo tiempo este comercio hace que la isla intervenga en el comercio internacional donde adquirirá gran fama por sus productos exportables como es el caso del azúcar, manteniendo relaciones con Europa y América y recibiendo a cambio productos manufacturados. De esta manera la isla tinerfeña se daba a conocer al exterior, recibiendo a partir de entonces influencias de estos países. Por último, es importante señalar los factores que motivaron la decadencia y casi extinción de la caña de azúcar en la isla, después de haberse cultivado con tanto éxito. Sin lugar a dudas el principal de ellos fue la gran competencia antillana, que favorecida por unas mejores condiciones naturales daba lugar a que su producto llegara a Europa en mejores condiciones de precios, hecho que causó la ruina a nuestra industria azucarera que, imposibilitada de competir, se oscureció a mediados del s. XVI. Pero ya entonces un nuevo producto estaba en circulación: el vino.

Como reminiscencias del cultivo de la caña en la isla quedarían ciertas zonas aunque en pequeñas dimensiones. Hasta principio del siglo XX estuvieron en activo algunas fábricas como eran la de Daute, en los Silos, y la de Punta del Hidalgo. La primera funcionó durante algunos años pero pronto quedaría cerrada porque los propietarios de las plantaciones sustituyeron la caña por el plátano. La otra (Punta del Hidalgo) sobrevivió hasta 1916 aproximadamente; fue montada con base suficiente para ampliarla y perfeccionarla al compás de las necesidades de producción, llevándose a cabo plantaciones de este cultivo en zonas de Tejina y Bajamar. Sin embargo, dicha empresa no se vio coronada por el éxito y ante esta circunstancia la fábrica fue cerrada y los terrenos fueron sustituidos por otros cultivos. (BienMesabe)

El trapiche de Punta del Hidalgo fue el último en sucumbir en la isla, como en el resto de la comarca el cultivo de la caña de azúcar fue sustituido por otros especialmente por el plátano.

Desplazada en las Islas la elaboración del azúcar de caña por la de remolacha producida en España, la agricultura local inicia otro nuevo monocultivo, esta vez centrado en el plátano, y como siempre sustentado por capital inglés.
Hasta bien entrados los años setenta, un manto verde de plataneras cubría, literalmente, el conjunto de la Punta. Era el principal cultivo de sus habitantes, el negocio más rentable de esta zona tradicionalmente agrícola y pesquera. Poco queda hoy de aquella realidad. Ahora son más productivas las plantaciones ornamentales y hortícolas. Sobre el terreno, sin embargo, las plataneras siguen siendo mayoría en Punta del Hidalgo.
A finales de los años 70, el plátano de la zona vivió su mejor etapa, “logrando las mayores producciones de la historia en la zona”. La comercialización de esta fruta comenzó a complicarse a partir de los 80, y ya nada ha vuelto a ser lo mismo.
Los pescadores de La Punta
El periodista fundador de La Prensa, antecesor de El día Leoncio Rodríguez  (1881-1955), en un bucólico artículo publicado en La Prensa dedicado a los pescadores de La Punta del Hidalgo se expresó así:
¡Punta del Hidalgo!... Riente, orlada siempre de espumas, todavía recuerda su pasado de leyenda en las altas cimas de sus montañas. En ellas merodearon las huestes de Aguahuco y asentó después sus dominios el bravo Zebenzuí, errante caudillo, con sus rebaños de más de cien pastores. Tierras de señorío, libres de codicias guerreras, a su amparo alzaron los pescadores las primeras cabañas y dieron comienzo a la rudimentaria industria cuando las artes de la pesca se reducían a sutiles redes de junco, anzuelos de asta de cabra, y sendas varas para azotar los peces en el remanso de los charcos.
Ahora, la Punta del Hidalgo es albergue de un pueblo laborioso y tranquilo, consagrado en su mayoría a las faenas del mar. Solaz de forasteros en el Estío, al llegar el Otoño cobra el habitual sosiego de su vida humilde. Ya no se oye en sus playas el rumor de los bañistas. Ya no cubren las blancas sábanas los negros arrecifes. El musgo extiende de nuevo su tapiz verde a lo largo de la ribera, llena de bajíos. Allá, en la honda ensenada de San Mateo, retumba el mar embravecido, anunciando tormentas próximas. Las Furnias están solitarias; los mariscaderos desiertos. Todo es silencio. Sólo en los pedregales del llano se oyen los cencerros de los camellos, que asoman sus gibas sobre las ramas de los tarajales. Y, dominando el paisaje, “Los dos hermanos”, allá, en la estribación de la cordillera, proyectando sus sombras sobre el mar.
Los dos terminando en punta,
como dos conos inmensos,
tan iguales, que parece
uno del otro reflejo.
¡La trágica leyenda, perpetuada en la roca para recuerdo de todas las generaciones! ¡Gigantesco túmulo de los desafortunados amantes que, al descubrir su secreto cruel, arrojáronse a las profundidades del abismo mientras un rayo fulminaba su cólera sobre la montaña maldita, partiéndola en dos!
* * *
Contrastando con la soledad del campo, en el recogimiento de la tarde otoñal, todo es animación y bullicio en el antiguo caserío de La Hoya. La pina calzada, fronteriza a la marina, iluminada por el sol poniente, muestra hasta los más íntimos recovecos del barrio: “goros” sombríos, patios con tenderetes de ropas, fogones y vernegales, poyos con tiestos de albahaca bajo parralillos entecos, de hojas castradas por la marecía; críos desnudos, quemados por el sol, y viejas carmenándose las greñas o tejiendo copos de lino. Y, como nota de color, los ocres y los azules de las casas y el blanco de las velas marineras tendidas sobre los muros de las huertas.
Con sus aparejos y sus hatillos al hombro, grupos de pescadores ascienden por la vieja calzada. Las blusas azules alternan con las camisas de franela roja, manchadas de salitre. Abajo, en el Puerto, quedan aún algunos varando los barcos o recontando la pesca en medio de un corro de mujeres que vociferan mientras trasiegan con el pescado. Recalan, en tanto, los últimos barcos, y óyense en tierra voces que apagan los golpes del mar sobre la duras rocas.
"¡Aguanta el barco!" "¡Arría las velas!" "¡Espera a la ola!"
De bruces en los muros del camino, contemplan la faena los viejos marinos, los que ya por sus años "no usan la mar". Cada cual va dando su parecer.
¡Alta viene la marea!
-¡Y los barcos que están todavía por esos mundos de abajo! Si no juyen al tiempo van a tener que ir a varar por San Mateo.
-Todavía no hay tiempos -objeta uno-. Yo he visto la mar más ruin por esta época.
-¿Y esos turromates de nubes y volcanes de viento? -arguye otro, señalando al horizonte sombrío y amenazador.
-Sí, -asiente el más experto de todos- los barruntos no son de calma. Ya se lo dije esta mañana a los míos. No se fíen del tiempo. De nadita que vean la mar metiéndose, arranquen pa tierra...
La tertulia marinera se va engrosando con la gente moza, que acude a oír los consejos de los viejos lobos de mar. Lleva la voz el tío Ciriaco, maestro en las lides de la pesca, ducho en el oficio de capear los temporales.
-Para andar por la mar -explica- lo primero es saber donde hay morretes, fangales o arena en el fondo. Saber también guiarse por los astros y los riscos y entrar con oscuro en los puertos, porque el pescador no es como otros que tienen estudio. Luego, si se quiere desempeñar bien el oficio, hay que aprender el manejo de la caña y afinar el pulso, hasta que se pueda decir: "Este peje traigo". Conocer cuando se clava una sama, un mero o un jurel en cien brazas de agua. Cuando es una cabrilla, un escolar o una vieja. Y luego, no llenarse de humos. ¡Porque cuántas veces viene uno halando un pejito y llega el tiburón y se lo lleva! Tenemos que escapar a toda la vela, porque una vez que el jaquetón se mete debajo del barco ya no deja coger nada. ¡Hasta una sama la rolan por la mitá! ¡Y cuántas ocasiones viene uno tirando por un mero y a lo mejor de la pesca se lleva el hilo y nos quedamos echando celemines, mirando pa el cielo! ¡Y cuando se nos va un abade y después vuelve y se nos va otra vez, se bota uno de espaldas en el barco, lanzando centellas y renegando del oficio! Pero hay que tener calma, aplacar los nervios, y no hacer promesas en vano, que siempre he oído decir:
¡Virgen, si este peje mato
te doy de aceite un cuartillo!
Y una vez que lo maté...
¡no, Virgen, que es pa freírlo!...
-No han gozado ustedes tiempos en la mar -interviene otro-. Cuéntenmelo a mí que estando una noche pescando en el Veril, con una braza de vela arriba porque había mucho tiempo, vino un banco de mar de sotavento y nos reviró la embarcación. A nado tuvimos que ganar la playa de Antequera, y gracias a que una mujer nos dio apoyo, porque el frío nos helaba ya los huesos. Y otra noche, que veníamos en vela y el viento nos dio en sobra, se nos emborcó también el bote y nos quedamos a la buena de Dios.
Éramos cuatro y nos pasamos toda la noche agarrados al barco, mientras le rezábamos a la Virgen del Carmen: ¡Virgen santa, como nos des escapatoria te diremos a ver el día de tu santo y a entrar de rodillas con velas en la mano!
-De todos modos -interviene filosóficamente el tío Ciriaco- no hay que quejarse de la suerte que Dios nos dio.
Y añade, señalando a la llanura azul, iluminada por los últimos reflejos del sol:
-¡Este cacho de mar!... ¡El trajín que se le da y siempre tiene pescao!...
* * *
Cae la tarde. Los viejos marinos, con su cortejo de gente moza, se van quedando en sus covachas, a refugiarse a la lumbre de los fogones donde ya humea la cena.
De la mar vienen los últimos pescadores, seguidos de grupos de mujeres con las cestas de pescado cubiertas de musgo. Un olor a algas y mariscos se extiende por el barrio.
Con su gueldera al hombro pasa un marinero, canturreando a media voz:
En el mar de Barlovento
se pesca con hilo en caña,
por la boca muere el peje
y por la zanca la araña.
Otro, que viene detrás, con los pantalones arremangados hasta la rodilla, chorreando agua, canturrea también:
A la mar me tiré un día
a coger un peje-verde,
y lo que vine a coger
fue una sardina y un guelde.
Y se alejan todos: unos para la Hoya Alta, otros para el Homicián, algunos para San Mateo.
La noche va envolviendo en sombras la playa riente, orlada siempre de espumas. Arriba, sobre la cumbre, comienzan a brillas las estrellas.
Parecen lámparas votivas alumbrando el negro risco, hendido en dos, que recuerda la trágica leyenda de la desventurada pareja, víctima del secreto cruel. “¡Los dos hermanos!...” (Leoncio Rodríguez)
La Punta del Hidalgo no fue ajena al nuevo monocultivo impuesto en nuestras Islas, el turismos de masas, si bien dada sus condiciones orográfícas no le permitió un desarrollo de esta actividad tan acusada como en la vecina Bajamar, siendo pionero en esta actividad el complejo de apartamentos Altagay, siendo hasta aproximadamente el año dos mil el único exponente de cierta entidad en la zona. A partir del año dos mil comenzaron a desaparecer el cultivo de las plataneras, siendo sustituido por urbanizaciones de chalecitos adosados y similares.

Monumentos

Monumento natural Los  Dos Hermanos.

Es un  roque natural cuya cúspide esta dividida en dos, y es objetos de una leyenda que es recurrente con ligeras variantes en Europa y en varios países americanos especialmente en aquellos de habla castellana, de las varias versiones que circulan para nuestro roque, hemos seleccionado la adaptación de la escritora Esther Medina”

“Se encontraban como cada día, en la playa de Troche. Era el único lugar donde podían conocerse sin que nada ni nadie pudiese molestarlos. Se miraban, se hablaban con los ojos. Era tan puro aquel amor que se alimentaba de palabras y caricias. Se contaban historias de sus vidas, de cuando eran niños. Una tarde de verano se empezaron a sentir más atraídos que nunca. Sus cuerpos, calientes por el sol y húmedos por el agua salada, se unieron en un beso largo, cálido y cargado de amor y deseo. Se tocaron, se sintieron, nunca se habían atrevido a ir más allá de las caricias. Aquella tarde fue diferente. Sus cuerpos estaban tan unidos que parecían sólo uno. No se sabía dónde empezaba ella y dónde acababa él. Hicieron el amor, se quisieron, se amaron sobre la arena mojada. Terminaron abrazados en silencio, disfrutando de la soledad del lugar. Y fue entonces cuando se contaron una vieja historia que los hizo llorar y desear con todas sus fuerzas no haberse conocido jamás.
Aquella historia cuenta que dos niños, cuando eran pequeños, se quedaron huérfanos, y las familias encargadas de su cuidado le contaron a cada uno que tenía a otro hermano, y que si algún día se encontraban, sabrían de su parentesco uniendo las dos mitades de un pañuelo. Los enamorados, al comprobar que sus pañuelos coincidían, desgarradamente se miraron y se cogieron de las manos. Sintieron tanto sufrimiento que subieron llorando a lo alto del risco y abrazados se lanzaron al vacío, al mar furioso que los esperaba ansiosamente. En ese momento se nubló el cielo y la montaña se dividió en dos.

Desde entonces, desde ese día, aquel lugar es conocido como; Risco de Los Dos Hermanos de La Punta del Hidalgo, que todavía hoy mantienen viva la leyenda de los amantes, que siendo hermanos, decidieron morir juntos antes que vivir separados. (Esther Medina)
Poema a la leyenda de Los Dos Hermanos

                                                 Ay, piedra partida en dos,
Risco de los dos Hermanos!
tragedia oscura que cuentan
los viejos a los muchachos.
Historia de boca en boca;
historia de amor y llanto.
El cayó donde la mar;
Ella, al fondo del barranco.
Un rayo los separó,
para siempre de un zarpazo.
Ellos subieron al monte
pues pronto se enamoraron,
bellos de luz y de noche,
en un beso ya amarrados,
sin saber que eran sus sangres
hijas de un mismo regazo.
La roca después habló
y eso fue comentado,
y hasta el abismo llegó
la noticia de este caso.
Hasta los Roques de Anaga
llegó la voz del picacho
lo supo la playa negra.
No hubo dios que no supiera
este hecho desgraciado.
Así es la historia que cuentan
a los niños los ancianos,
historia que escuché un día
en la Punta del Hidalgo.
¡Hay piedra partida en dos,
Risco de los dos Hermanos!
¡El cayó donde la mar!
¡Ella, al fondo del barranco!

Aguacada  Monumento natural
Aguacada (De *awa-ăkadāw > awakada, m. sing. ‘el peñón, la roca’.)
*-āw > -aø, caída en final absoluto después de vocal larga plena.
1. Tf. Top. Roque en la Punta del Hidalgo. Expr. t.: Guacada. (Ignacio Reyes García)
Mirador de San Mateo
Bajo la Punta del Hidalgo se encuentra este mirador. Los bancos muchas veces están ocupados por lugareños jubilados que echan el rato en este lugar privilegiado y  que explicaran  a los visitantes con gusto, todo lo que puedes ver desde aquí.  




Desde el mirador todo es  inmenso: el mar, las montañas del Parque Natural de Anaga, la Playa del Troche. El colorido de las casas también ayuda a convertir este lugar en un sitio donde sentarte y dejar volar tu imaginación. Desde aquí también se puede contemplar el risco de dos hermanos. Desde aquí nos sentiremos más cerca de la Punta del Hidalgo. Es una de las zonas más bonitas y pintorescas de Tenerife por su contraste con el mar, los escarpados acantilados que desafían al bravo Océano Atlántico y por su llanura costera de origen volcánico.

Actualmente el mirador, cuyas dimensiones y equipamiento son suficientes, se  aprovecha toda la superficie como mirador, mediante unas instalaciones ubicadas en una plataforma elevada a 1,90 metros del rasante de la carretera, lo que permite la visión en cualquier circunstancia y, que permite un aprovechamiento máximo de la instalación, mediante la habilitación de un recinto cerrado y versátil que se encuentra en la parte baja de la plataforma, donde se realizan actividades vinculadas con el mirador.
Camping de Punta del Hidalgo

El cámping municipal de Punta del Hidalgo esta abierto al publico en temporada de verano, últimamente se han llevado a cabo diversas mejoras para prepararlo para recibir a los campistas que, todos los veranos, llenan esta instalación. Funciona desde julio de forma ininterrumpida, hasta el mes septiembre.

El camping municipal se encuentra ubicado en una de las zonas costeras del municipio, Punta del Hidalgo, a 20 metros del mar. Tiene una extensión de 24.000 metros cuadrados, dividida en dos zonas: la superior con 15 parcelas (sólo para tiendas de acampada) y la inferior, con 63 parcelas (para caravanas, autocaravanas y casetas). En total, el recinto tiene una capacidad aproximada para unas 300 personas.

El camping se gestiona directamente por el Ayuntamiento de La Laguna,  a través de la Concejalía de Servicios Municipales. Está abierto al público durante todos los fines de semana, puentes y, ya diariamente, en los meses de verano.

El camping complementa la oferta turística de Punta del Hidalgo, junto a otros atractivos de esta localidad lagunera como puedan ser el Charco del Arenisco, el paseo marítimo o los senderos hacia el Parque Rural de Anaga.

Faro de Punta del Hidalgo

Su arquitectura es modernista y difícil de describir: posee una torre blanca, de estructura compacta, con varios prismas menores anexados. Data del año 1992, su foco se encuentra situado a 52 metros de altura y su alcance es de 16 millas náuticas (próximo a los 30 kilómetros). Llegaremos a su emplazamiento circulando por la carretera TF – 13, procedente de San Cristóbal de La Laguna, atravesaremos las localidades de Tejina y Bajamar, llegando a al altura del kilómetro 18; bajaremos por el campo de fútbol y tomaremos una pista de tierra, conocida como el Camino de la Costa, hacia la Iglesia de San Juanito. No está amurado, pero si están cerrados sus accesos interiores. Posición: N 28º 34.588´- W 016º 19.726´.

Punta del Hidalgo, tierra de grandes folkloristas

Es la localidad de nacimiento de Sebastián Ramos, "el puntero", exponente de la música tradicional canaria.
Olga Ramos  


Es una destacada interprete del folklore y canción canaria nacida en 1932 en Punta del Hidalgo, siendo hija del, también intérprete de folclore, Manuel Ramos, y sobrina de Sebastián Ramos “El Puntero”. Precisamente es su familia quien la alienta a iniciarse en el mundo   musical. Sobresaliente  interprete del Arrorró, siendo la de Olga Ramos una de las más conocidas interpretaciones de esta nana canaria.  Formó parte de la Masa Coral Tinerfeña, de la Agrupación Folklorica Real Hespéride y del Cuarteto Acaymo, del que también formaba parte Dacio Ferrera, realizando varias giras   internacionales. Edita dos discos  de larga duración como Olga Ramos y los Zebenzui. Tras la experiencia  con Los Zebezuí continúa actuando, bien en solitario colaborando con distintos artistas canarios, o bien formando parte de proyectos como la Parranda de Cantadores. Es madre del cantante José Manuel Ramos.
Con fecha 3 de enero de 2012, el Cabildo de Tenerife propone la candidatura  de Olga Ramos a los Premios Canarias 2012 en la modalidad de de Cultura Popular.

El acuerdo fue tomado por unanimidad en la sesión plenaria, celebrada bajo la presidencia de su titular, Ricardo Melchior.

El Cabildo considera que Olga Ramos se hace merecedora a ese reconocimiento “por su amplia trayectoria en la música popular, caracterizada por la una actitud de modestia pero con un estilo propio y una calidad incontestable que la convierten en espejo para nuevas generaciones”.

Olga Ramos lleva toda su vida haciendo música popular y pertenece a la familia Ramos, con una amplia trayectoria en el folclore canario, donde desde su más tierna infancia adquirió un estilo heredado de su padre, Manuel Ramos, y sobre todo de su tío, Sebastián Ramos, conocido como “El Puntero”.

Es considerada como ejemplo de humildad y de constancia, que ha sabido transmitir a sus hijos. Precisamente en 2012, año en el que se entrega esta nueva edición de los Premios Canarias, esta dama de la canción popular cumplirá 80 años y continúa en activo.

Continúa en la entrega siguiente.
Julio de 2013

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