miércoles, 22 de octubre de 2014

RETAZOS DE CULTURA GUANCHE



Según el Dr. D. Juan Bethencourt Alfonso en: Historia del Pueblo Guanche
Tomo II, Edición Anotada por Manuel A. Fariña González.

Es indudable que en la historiografía canaria existe un antes y un después de la publicación de la magna obra de D. Juan Bethencourt. La sociedad canaria tiene una deuda de gratitud contraída con el librero y editor D. Francisco Lemus, quien asumió el  riesgo económico de su publicación.

Recopilación de E. P. G. R.





II. CULTURA MATERIAL 8. MOBILIARIO, AJUAR, ARMAS E INDUMENTARIA:

—Útiles:

Camas. Por el año 35 (1835) y con motivo de buscar cuevas para ocultar un contrabando alijado, descubrieron una cueva tapiada en el barranco de Amara, que conservaba las camas de los guanches. Estas camas consistían como en cuatro majanos alargados, a guisa de patas, con dos maderos a lo largo encima y varios atravesados; sobre esto ramas menudas y encima de todo pieles de cabras (Arona).

Las camas solían hacerlas de montones de rama seca de helécho y de paja, cubiertos de pieles (Granadilla).

—El chajasco era una madera que es muy fuerte, así como el guaidil que no es tan fuerte y que usaban ambas para camas (San Miguel).

Frote. El mejor frote (para sacar fuego) es el de berode y el balo: la canal de berode seco, y el frotador de balo. Son las dos mejores maderas para sacar el fuego.

Luz. Se alumbraban con hachos de tea, de leña blanca, sabina y raíces secas de cardón.
Se alumbraban con leña blanca, de olor agradable; como la sabina, que den menos humos que la tea.

El pabilo lo hacían de la yerba mechera, que es más o menos del grueso del balanco. La raíz es vivaz.

En verde la sacan ripiándola, es decir, que cogida por el extremo inferior, con las uñas de la otra mano se aprieta y al tirar sale entera la corteza dejando limpio la albura del tallo. Son de 9 a 12 pulgadas de largo. Luego la ponen a secar y a los 2 ó 3 días, se hacen pabilos del largo y grueso que quieran torciéndolas. También podrían sacarla de las malvas (Arona).
Sacar fuego. Lo obtenían frotando rápidamente un palito de balo seco en una ranura hecha en un tronco de verode seco (Granadilla).

Velas. Es probable que del sebo de las cabras y ovejas hicieran velas.

Veleros. Se pueden hacer magníficos veleros (soportes para alumbrar), de todos gruesos y hasta de un metro de largo (cada gajo o del tronco del berode), que con un palo queda fácilmente un agujero cilindrico, pues sólo tienen unas celditas. Por la Cuesta de Las Tablas habían muchos y muy grandes berodes. Para que no se pegue la cera al velero la untan con grasa.

—Ajuar:

Con el hueso hacían agujas, cuentas o dijes de adorno; también agujas de las espinas de pescado, eran finas (Granadilla).

Dicen que con juncos hacían hondas, redes y cuerdas (Granadilla).

Con palmas hacían esteras, mochilas y espuertas. (Habían palmas, si bien presumo que hacían estas cosas con hojas de drago y otras de palma) (Granadilla).

Con cañas hacían cañizos, flautas y biombos (¿pero habían cañas?) (Granadilla).
Hacían balayas y taños de paja.

Agustín Reyes Trujillo encontró también una pila de guanches, de piedra, como de la forma de un dornajito (ovalada), que llevaría como dos jarros de agua. Estaba muy bien labrada por todos lados. La creía destinada a lavarse las manos.

También dice se ha encontrado cachimbas de barro y cuentas (Arona, 1907).

Cucharas. En una cueva que está en el barranco de La Majada de La Casita, en el Pinar de Las Cocinas, Granadilla, se encontró entre restos guanches una aguja, del tamaño de las de albarda (11 cm.), al parecer del informante era una espina de pescado, delgada como una aguja de albarda, pero del medio hacia adelante más fina, ligeramente encorvada, teniendo un agujero o culo como las agujas del día (que se conoce fue hecha) (Granadilla).

Cucharas de barro para leche; encontradas por Agustín Reyes, del Valle (Arona).

Cuchillos. Rajas de obsidiana, llamadas tahonas (Granadilla).

En la cueva del Roque (Cañada de Ucanca) se encontraron 9 cascaras de lapas, muy grandes, como para cucharas (Ucanca).

Lanza. La mejor lanza, por fuerte, es la de leña blanca, de color blanco anaranjado. La tea se astilla y por eso le dejan lo blanco para que la sujete.

Lanzas y Foles. Los hombres usaban lanzas como ahora pero sin hierro ni nada; que llevaban a la espalda un fole o mochila sujeto con correa que le cruzaba el pecho, donde llevaban su comida y sus cosas.
La lanza de tea y además honda de vaquero.

Molinos. En La Atalaya, sobre Jama, han encontrado molinos, cuentas y cruces de barro (Vilaflor).

Los molinos los hacían de cascajo esponjoso. La piedra molinera es de más consistencia; en el mar suele haberlas, también en capas.

Raspadera. Agustín Reyes del Valle de San Lorenzo, encontró en la cueva de Fuente de Beñas, en el barranco de Chija, una raspadera o rascadera de madera, que calcula era para pelar un cochino. Creía era de leña blanca con su pie. El pie era el que estaba agujereado; que supone aseguraban como una chabela o correa (Arona).

Tajalil. Saco a la espalda, al socojo para ir metiendo yerba (Igueste).

—Armas:

Espadas. Utilizaban espadas de leña blanca, así como cuchillos y puñales (éstos también de la tea del almacigo}.

Lascas de acebnche u otro palo que endurecían al fuego.

Lanzas aguzadas. Lanzas de tea.

Macanas. Colgadas de una correa.

Tenían tarhas y Agustín Trujillo de Arona las ha encontrado, hechas de huesos de animales; pero ignoraba su objeto (Arona).

—Indumentaria:

Cabellos: Tanto los hombres como las mujeres llevaban suelto el cabello, muy bien escarmenado, a la espalda. Los más tenían el pelo rubio o castaño, algunos rojos, y otros negros como ala de cuervo. Los hombres eran bien barbados, y se dejaban crecer la barba sin cortarla nunca (Arona).

Todos llevaban el cabello suelto sobre los hombros y se dejaban crecer la barba (Barranco Hondo, Candelaria).

El color del pelo era rubio (Arafo).

Se cuenta que las guanchas tenían hermoso cabello que llevaban suelto que lo recogían formando un ruedo sobre la cabeza para que descansara el cántaro cuando iban por agua.

Vestidos: Pieles de oveja para los vestidos, que es lo que se han encontrado en las momias de Taganana (Taganana).

Llevaban el vestido sin mangas; y gorritas o cachuchas de cuero. Se recogían el pelo (Igueste de Candelaria).
En Abona vestían los hombres como un pantalón de pieles ceñido a las piernas hasta el tobillo, sujeto a la cintura, y una zamarra que le caía más baja de la cintura en invierno, abierta por delante y abrochada con unos palitos —a guisa de botones— que sabía antes cómo los llamaban. La cabeza la cubrían con una especie de sombrero semiesférico o algo cónico, hecho de piel con los pelos para afuera, con cuatro costuras que se partían en cruz sobre la copa y quedando los bordes como pequeñas alas. Otros se ponían un pequeño zurrón como si fuera ensanchado por la boca, tirando el fondo atrás sobre la nuca, como gorro catalán.

Las mujeres llevaban como una camisa más o menos ceñida desde el cuello a los tobillos, sin formar piernas o pantalón como en  el hombre; cubriéndose la cabeza con una barretina o gorro catalán (modelo), de piel, tirando el fondo a la espalda. Al cuello llevaban varios hilos de cuentas de barro.

El vestido en vida no era igual al amortajado, pues los había encontrado el viejo Sierra unos que se conocían eran amortajados, y estaban enzurronados y puestos de intento de cierto modo, y otros sorprendidos por la muerte sin haber sido amortajados (Arona).

Los vestidos eran de pieles de distintos colores y de juncos, con collares de cuentas de arcilla y de hueso (Granadilla).

Las mangas en las mujeres terminaba ceñidas, como una vuelta a manera de pulsera (Arafo).

El vestido era como una camisa larga sin cuello que llegaba a media pierna (Igueste de Candelaria).

En una cueva de Igueste de Candelaria descubrí el año 1885 una necrópolis bastante extraña de 9 cadáveres... Los más tenían collares de cuentas de arcilla al cuello y algunos, además, alrededor de la cintura (Igueste de Candelaria).

La mujer se ponía una correa alrededor de la frente; y otra en el cuello para diferenciarse la soltera de la casada (Sur de Tenerife).

Tamarcos. El tamarco de los niños se lo ataban por detrás, recogido hacia arriba con una correa (Nicolás Moreno. Sur de Tenerife).

Sombreros: Por sombreros, unos usaban pequeños zurrones de ganado cabrío u ovejuno —conservando el pelo hacia afuera— y otros pequeños casquitos, como si fueran sacados de la cabeza o de parte de ella de las ovejas (Güímar).

Montera. La montera se llamaba guapilete.

Usaban monteras de pellejas (que no recuerda el nombre), que se ataban por debajo de la barba, le caía por detrás una cosa, y era picudo como una mitra (Nicolás Moreno. Sur de Tenerife).

Las monteras de los guanches las llamaban guapiletes (Agustín Reyes, del Valle de San Lorenzo).
—Zapatos: Los usaban de piel de perro, buen calzado; de piel de cerdo, era fuerte para la plantilla o suela; de piel de macho cabrío, bastante fuerte para plantilla o suela.
Agustín Reyes, del Valle de San Lorenzo se encontró habrá 60 años, en las dos cuevas de la Fuente de Beñas, en el barranco de Chija, un xerco o majo de suela de cochino, con la forma de los xercos de la baja nobleza, según hemos descrito; y otro mejor que el anterior, pero ya incompleto (Arona).

(Otro informante) No sabe de zapatos, pero dice vio algunas momias con cueros envolviendo los pies, pero que no sabía (Arona).

Indumentaria de los reyes. Los reyes tenían corona. (Según Cipriano Arribas, era como un pellico o gorro de pieles, con 5 orejas hacia arriba, por delante).

El rey usaba corona de flores silvestres en ciertos actos (Arona).

El rey usaba una especie de calzón corto de pieles y encima como una pequeña túnica ceñida a la cintura con un cinto de juncos; al cuello un collar de conchas marinas y huesitos; a la cabeza como un gorro  de juncos y en la mano un palo como de un metro a guisa de cetro.

Siempre le acompañaba una comitiva (Barranco Hondo, Candelaria).

Vestidos de los nobles. Los príncipes y oficiales se ceñían la cintura an una faja más ancha que la mano, con pieles de colores especiales, be-rendas, según su categoría, además de un bastón o palo de forma tam-ién especial según sus categorías: ambas cosas eran insignias de mando. ,a añepa era una lanza labrada de un modo particular (Arona).

 CERÁMICA Y APROVECHAMIENTO UTICOS,

Barreros:
—Van aún por el barro a Chivisaya, los Barreros, etc. para hacer loza (Igueste de Candelaria).

—Sobre Anochesa existe una greda muy fina para loza de barro, parecida a la que debieron usar los guanches en su cerámica (Güímar).

Centros alfareros:

—Desde tiempo de los guanches hacen en Arguayo, loza como en Candelaria, aunque es más morena: ollas, tostadores, gánigos, etc., pero no vernegales (Valle de Santiago).
—La loza que aún hacen los de Arguayo es porque lo heredaron de los guanches (Daute).

—(Centro alfarero de San Miguel de Abona) (2).

Aseguran en Garañaña las loceras o alfareras que su industria les viene de los guanches, que fabricaban la loza como hoy pero que algunas piezas son de distintas formas y no tenían hornos para quemarla, sino que la ponían en montón en el suelo cubriéndolo con leña, a la que daban fuego y le añadían combustible hasta que se ponía la loza colorada. Hoy, como ayer, emplean igual procedimiento y materiales, que van a buscar a los mismos sitios a donde iban los guanches.

La tierra que utilizan es una especie de arcilla ya colorada, blanca o negra, y pegadiza que llaman barro, siendo más fácil de trabajar la primera, aunque la última es más fuerte si bien más frágil.

El mejor barro de aquellos contornos es el de la Mesa de Tamái-de, que es colorado.

Comienzan por tenderlo hecho pedazos al sol hasta que se seque, majándolos después con una piedra hasta reducirlos a un tamaño como eljable o sea como avellanas, que ponen dentro de un gánigo grande o lebrillo mezclado con agua dulce, en la proporción de un almud por tres cuartillos poco más o menos, pues varía según el estado higromé-trico de la arcilla. Si el barro se la bebe toda, la van regando hasta que no beba más. Después de tenerlo de remojo toda una noche, la soban y amasan como el pan a la vez que van añadiendo arena fina y cernida del fondo de los barrancos, en cantidad aproximada a la mitad del barro. Cuando éste ha perdido al tacto la sensación Usa y pegajosa que produce y se hace bronco y ruge entre los dedos, está para trabajar.

Esta operación la hacen sobre lajorma, o sea una laja, que riegan con arena de barranco para que no se pegue el barro, y donde colocan desde luego la cantidad necesaria para una pieza si es pequeña como gánigo, olla, etc.: porque si se trata de vemegal, talla u otra vasija grande, se trabaja primero la mitad inferior y después se la va añadiendo ruedos a los bordes, —que extienden y alisan con las manos por medio de una especie de movimiento rotatoria— hasta concluir la pieza.

Como no usan moldes, cuando colocan la masa de barro sobre la laja, practican con el puño de la mano derecha un hoyo en el centro, que van agrandando para después formar las paredes de la vasija con el pulgar de la misma mano raspando y como estirando de abajo a arriba, mientras que con la mano izquierda protejen y alisan la pella por fuera; maniobra que llevan a término mojándose las manos con frecuencia en agua.

Luego ponen la vasija a orear la vasija a la sombra durante 8010 horas, hasta que se observe que no se entierro el dedo; en cuyo caso se pasa al raspado.

Este tiene por objeto privar a la pieza de los verdugones y desigualdades que ofrecen ambas superficies, raspándolas con una lajita de bordes cortantes como hacían los guanches o con un pedazo de aro de pipa como practican hoy, para pasar de seguida al alisado aguado. Para esto emplean un callao de mar, de esos que se encuentran bien bruñidos, mojándolo en agua a medida que frotan y pulen las paredes del cacharro; que hay que dejar orear de nuevo para darle tez o color, pues a esta altura aún la loza no lo tiene. Esto lo consiguen valiéndose del almagre, que después de secarlo y ponerlo una hora de remojo y añadirle manteca de ganado para que afirme el almagre y quede más lustrosa, procuran dar una consistencia parecida a la del aceite.

En esta disolución mojan un trapo para untar por dentro y por fuera la loza que lo exige, pues no le dan color a las ollas, tostadores, etc. Buscan con predilección el almagre de Guayero por su color rojo vivo.

Así que transcurre tiempo suficiente para que pasándole el callao, no arrastre el almagre, le dan la última mano o sea el alisado seco, es decir, le dan callao sin mojarlo en agua y para de seguida meterla en el horno, que debe estar bien caliente.

Para esto emplean el hurgonero o pala, con el que disponen la loza en una sola carnada, que cubren con leña de tabaiba o cardón y le dan fuego —renovando el combustible y sin cerrar nunca la boca del horno— hasta que la loza vaya perdiendo el color negro que ostenta cuando comienza a calentarse y se ponga bien encarnada. Entonces se saca en condiciones ya para la venta.

Repetimos que el procedimiento de hoy sólo se diferencia del que se observaban los guanches en que estos no tenían hornos; circunstancia que sólo ofrece la sola garantía de que no se rompa tanta loza, especialmente si hace viento, pero nada más.

A medida que almagran la loza van añadiendo la manteca de ganado. Para almagrar como 12 bernegales basta una traviesa de almagre (o sea lo que llevan las dos manos abiertas y unidas), 1/2 cuarta de manteca y 1 1/2 cuartillo de agua.

Debemos observar:

1.°—Que las piezas que no tienen asiento de los guanches, (como ahora las ollas), se lo quitan al tiempo de rasparlas; momento también en que ponen las asas y se hacen las agujeros y labores, menos los vicos de los tarros que se les forma al principio.

2°—Cuando en lugar de agua dulce se emplea la salada, la loza después de guisada se descaspa y va deshaciéndose.

3.°—Si en la mezcla del barro se pone poca arena, se raja y estalla la loza al darle fuego.
4.°—Las piezas más difíciles son los tostadores y tarros de ordeñar.

5°—La loza se pone negra por la clase de barro, porque con el uso toma ese color.

6.°—Toda loza que se use sin guisar, tan pronto le pongan agua se deshace; por manera que es un error que padecen los que afirman que los guanches la secaban al sol (San Miguel).

Formas cerámicas:

—En las cuevas de la montaña de Los Riscos se encontraron un tarro para ordeñar como los actuales, aunque más pesado y grueso y de fondo plano, con dos asas y dos picos, con cabida para más de una botija.

—En estas mismas cuevas encontraron un rosario completo de cuentas de barro, enhiladas en una cuerda de tripa, con la particularidad que tenía una verdadera cruz también de barro. (Granadilla).

—En cueva indiscutiblemente guanche, con restos de ellos, hemos encontrado una vasija de fabricación andaluza, que prueba o que tenían algunas relaciones mercantiles antes de la conquista o que la robaron en las entradas de españoles; o que aún después de la conquista conservaron por más o menos tiempo sus costumbre por ciertas regiones. Esto nos sucedió por primera vez por debajo de La Esperanza; y también otros objetos en cuevas del Vallito, en la cumbre de Güímar (como fue una correa como de una honda y algunas baratijas) (El Rosario).

—Dice (el informante) que las cuentas y loza es cocida al fuego, hasta requemarla, y por fuera todas las cuentas y parte de la loza alma-griada luego, por ejemplo con el almagre que hay en Guayero, sobre el barranco de Las Gotas (Granadilla).



No hay comentarios:

Publicar un comentario