sábado, 4 de octubre de 2014

MUJERES AFRICANAS SINGULARES-XI



ARMINDA MASEQUERA Y LOS GUZMÁN DE GRAN CANARIA

Faneque Hernández Bautista

Profesor de Historia e Inspector Educativo


Con reconocimiento al trabajo de Manuel Lobo Cabrera sobre la biografía de este personaje inserto en  Las “Princesas” de Canarias, Anroart  2011.

Acerca del nacimiento de nuestra ascendiente solo podemos saber, atendiendo a la tradición genealógica y a los asertos de los que han podido consultar el archivo Aciálcazar, que su madre era la guayarmina o reina de Gáldar llamada Atendiura quien murió tempranamente, se dice, con ocasión del parto de su única hija. Tal evento tuvo que tener lugar en torno a 1470  pues  en 1483 cuando se produce la entrega de Arminda esta tiene una edad que debemos estimar entre 10 y 15 años: los diez que le otorgan las crónicas y los quince que le corresponderían por su propia declaración cuando señala en 1528 (en la información de nobleza de Luisa de Betancor y de sus hijos Juan Perdomo y Arriete de Betancor) que tenía por entonces unos 60 años.

La muerte de su madre determinó ─es nuestra hipótesis─ la pérdida de legitimidad para gobernar de su padre, el viejo Egonayga Guayasén Semidán, el Guadarteme bueno, quien al no querer ceder el trono tras la muerte de la reina, debe enfrentarse a un complot en su contra por parte de la alta nobleza indígena. Egonayga resuelve la situación desposando a su jovencísima sobrina Tenesso (Tenesoya) para mantenerse en el poder,  jugada política que, como sabemos, no le salió nada bien, con el rapto, primero, y la huída, después, de su jovencísima sobrina, la rubia guayarmina regente.

Los avatares de la “reina niña” hasta su multitudinaria entrega un 26 de  julio de 1483 en el Real de Las Palmas son suficientemente conocidos. Como símbolo de la soberanía canaria, Arminda fue escondida en las tierras más fragosas del interior, a espaldas de la isla, bajo la custodia de los mejores guerreros insulares al mando de Tasarte quienes, en defensa de la niña, en el Roque de Ajódar, causaron el mayor estrago de la guerra a las tropas castellanas.

Su deambular por las cumbres perseguida por los espías indígenas al servicio de don Fernando de Guadarteme acaba con la capitulación en un lugar (Ansite) y en un día (29 de abril de 1483) en el que creemos que no se encontraba Arminda, probablemente oculta  en las cuevas más inaccesibles de las paredes de la Caldera de Tirajana, pues  de otro modo hubiera sido aprehendida entonces como lo fue  su prima, la guayarmina regente, conocida más tarde como Margarita Hernández.

Su bautizo se produjo en 1483, pocos días después de su entrega pactada, siendo oficiado por el Obispo Juan de Frías en la ermita de Santa Ana. No hay  dudas, siguiendo a Marín de Cubas, acerca del nombre castellano que se  le impone, Catalina Guadarteme, y de quiénes fueron sus padrinos, Rodrigo de Vera, Juan de Mayorga, el alcalde de la Villa Real de las Palmas, y su esposa, Juana Bolaños. Su nombre indígena suscita sin embargo más controversia. En nuestra opinión, Arminda es uno de los componentes de la palabra Guayarmina o Guayarminda, es decir, reina en la antigua lengua que, como señalan las crónicas, significa literalmente “almendra bella”. Pensamos que el título completo se otorgaba a la reina una vez desposada con el guadarteme y que se reserva el nombre de Arminda, sin el primer término Guaya, a la Princesa heredera. Su verdadero nombre sería pues Masequera.

En el Romance de las Guayarminas (Cantos de mestizaje, Ed. Cam–Pds) rememoramos literariamente la vida de la princesa Masequera, desde su nacimiento hasta su muerte. Mostramos a continuación, para repasar sus andanzas de mayor, uno  de los cantos de dicho romance (Capitulaciones regias) y otro (La señora del cañaveral de Taya) que compusimos con posterioridad a dicha publicación  para incorporar las novedades que nos aportó el magnífico texto de Manuel Lobo Las “princesas” de Canarias.

CAPITULACIONES REGIAS
En casaderas edades
no se separa de Luisa,
la que ejerciera de madre
y, ahora, de hermana y amiga.
Vivirá en la regia Gáldar,
en las casas palatinas
donde su padre, Egonayga,
desolado fallecía.
La casan con un Guzmán,
capitán de infantería,
afamado militar
de las guerras granadinas.
En el Castillo de Batres,
do Garcilaso escribía,
se asienta el rancio linaje
de este Grande de Castilla.
Funda con él una saga
perlada por su hija Luisa,
que en la Casa Real Canaria
ensueños personifica.
Su señera descendencia
nobles uniones concita
al socaire de la estela
de su egregia dinastía.
Son los altivos Guzmanes
portadores del estigma
de que corre impura sangre
por sus venas azulinas.
Es sin embargo una honra
del común de esta gran isla
que discurra savia roja
por su drago de familia.

LA SEÑORA DEL CAÑAVERAL DE TAYA
A seis seres dio la vida:
fue la mayor doña Luisa   
luego Hernando… Catalina,        
María, Alonso y Francisca.
Cuando enviuda a los cincuenta,
la otrora princesa Arminda,
coge en sus manos las riendas
de la hacienda de familia.
Catalina de Guzmán
es ahora viuda rica
con tierras de pan sembrar
en el Palmital de Guía
y plantaciones en Gáldar
donde la caña cultivan
esclavos de piel quemada
traídos de Berbería.
Aunque dijo sin rodeos
que, antes, cual bestias vivían,
orgullosa de su acervo,
a los suyos nunca olvida,
apadrinando a sus primos
de la nobleza nativa
y ejerciendo de testigo
cuando alguno lo precisa.
Pues se refieren a ella
como doña Catalina
su nombre muy alto suena
en la relación de firmas
que se enfrentan al ultraje
del gobernador de la isla
cuando otorga regio alcalde
a los vecinos de Guía.


En los versos que hemos recitado  se describen las escenas más importantes de la vida adulta de Catalina de Guzmán:

-Su casamiento con el noble castellano don Hernando de Guzmán, nacido en Toledo, hijo de Alonso de Guzmán e Isabel Megías y nieto del Grande de Castilla  Hernando Pérez de Guzmán y de su esposa Catalina Galdamés, Señor de Batres y Alcaudete, cuya pomposo título evitó a doña Catalina de Guzmán y a su descendencia la necesidad de realizar  probanzas de hidalguía para evitar el pago de impuestos.

-Su prolija descendencia que asume enteramente el apellido Guzmán: Hernando de Guzmán, como su padre, que fue gobernador de la isla en torno a 1520; su hija Luisa, por quien hubiera continuado la saga real, casada con el sevillano Alonso Gutiérrez de Rojas; Catalina, llamada como su madre, que casó con el portugués Ruy Dias de Matos; María, casada con Francisco Galeoto Cerezo, de ilustre ascendencia genovesa; Alonso, de quien no conocemos su trayectoria y la más pequeña de la saga, Francisca, que enlazó matrimonialmente con Alonso de Soria.

- Sus extensas propiedades que incluyen tierras de secano y de regadío tanto en Guía (El Palmital) como en Moya (Barranco del Pinar), como en la Vega de Gáldar, donde se encuentra la gran plantación de Taya en la que trabajan como mano de obra 20 esclavos negros; sus negocios florecientes relacionados con el cultivo de cañaverale y la elaboración de panes de azúcar en los  ingenios de Moya o el ingenio de abajo de Gáldar.

-Su destacada presencia, dada su preeminencia social, en la relación de vecinos que en 1525 denuncian al Justicia Mayos de la Isla el agravio a la Villa de Gáldar causado con la institución de Alcaldía real y vara de justicia para el "barrio comarcano" (sic) de Guía remarcándose su estirpe regia con el tratamiento de doña que se le otorga, honor reservado a las personas del máximo rango, siendo nuestra dama la única que lo recibe entre entre los 120 vecinos que firman el poder.

- Su declaración en favor de su prima Luisa de Betancor (Tenesoya) en la información de nobleza de 1528, uno de cuyas respuestas, por su relevancia, transcribimos literalmente: “…fue público y notorio en el tiempo que esta isla era de los canarios, así antes de que se ganase por los cristianos como después de ganada, y en tal posesión siempre fue habida y tenida la dicha Luisa de Betancor (como) de los naturales de esta isla y de los conquistadores de ella”…


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