ARMINDA MASEQUERA Y LOS GUZMÁN DE GRAN
CANARIA
Faneque Hernández Bautista
Profesor de Historia e Inspector Educativo
Con reconocimiento al
trabajo de Manuel Lobo Cabrera sobre la biografía de este personaje inserto
en Las “Princesas” de Canarias, Anroart 2011.
Acerca del nacimiento de nuestra
ascendiente solo podemos saber, atendiendo a la tradición genealógica y a los
asertos de los que han podido consultar el archivo Aciálcazar, que su madre era
la guayarmina o reina de Gáldar llamada Atendiura quien murió tempranamente, se
dice, con ocasión del parto de su única hija. Tal evento tuvo que tener lugar
en torno a 1470 pues en 1483 cuando se produce la entrega de
Arminda esta tiene una edad que debemos estimar entre 10 y 15 años: los diez que
le otorgan las crónicas y los quince que le corresponderían por su propia
declaración cuando señala en 1528 (en la información de nobleza de Luisa de
Betancor y de sus hijos Juan Perdomo y Arriete de Betancor) que tenía por
entonces unos 60 años.
La muerte de su madre determinó
─es nuestra hipótesis─ la pérdida de legitimidad para gobernar de su padre, el
viejo Egonayga Guayasén Semidán, el Guadarteme bueno, quien al no querer ceder
el trono tras la muerte de la reina, debe enfrentarse a un complot en su contra
por parte de la alta nobleza indígena. Egonayga resuelve la situación
desposando a su jovencísima sobrina Tenesso (Tenesoya) para mantenerse en el
poder, jugada política que, como sabemos, no le salió nada bien, con el
rapto, primero, y la huída, después, de su jovencísima sobrina, la rubia
guayarmina regente.
Los avatares de la “reina niña”
hasta su multitudinaria entrega un 26 de julio de 1483 en el Real de Las
Palmas son suficientemente conocidos. Como símbolo de la soberanía canaria,
Arminda fue escondida en las tierras más fragosas del interior, a espaldas de
la isla, bajo la custodia de los mejores guerreros insulares al mando de
Tasarte quienes, en defensa de la niña, en el Roque de Ajódar, causaron el
mayor estrago de la guerra a las tropas castellanas.
Su deambular por las cumbres
perseguida por los espías indígenas al servicio de don Fernando de Guadarteme
acaba con la capitulación en un lugar (Ansite) y en un día (29 de abril de
1483) en el que creemos que no se encontraba Arminda, probablemente oculta
en las cuevas más inaccesibles de las paredes de la Caldera de Tirajana,
pues de otro modo hubiera sido aprehendida entonces como lo fue su
prima, la guayarmina regente, conocida más tarde como Margarita Hernández.
Su bautizo se produjo en 1483,
pocos días después de su entrega pactada, siendo oficiado por el Obispo Juan de
Frías en la ermita de Santa Ana. No hay dudas, siguiendo a Marín de
Cubas, acerca del nombre castellano que se le impone, Catalina
Guadarteme, y de quiénes fueron sus padrinos, Rodrigo de Vera, Juan de Mayorga,
el alcalde de la Villa Real
de las Palmas, y su esposa, Juana Bolaños. Su nombre indígena suscita sin
embargo más controversia. En nuestra opinión, Arminda es uno de los componentes
de la palabra Guayarmina o Guayarminda, es decir, reina en la antigua lengua
que, como señalan las crónicas, significa literalmente “almendra bella”.
Pensamos que el título completo se otorgaba a la reina una vez desposada con el
guadarteme y que se reserva el nombre de Arminda, sin el primer término Guaya,
a la Princesa
heredera. Su verdadero nombre sería pues Masequera.
En el Romance de las Guayarminas
(Cantos de mestizaje, Ed. Cam–Pds) rememoramos literariamente la vida de la
princesa Masequera, desde su nacimiento hasta su muerte. Mostramos a
continuación, para repasar sus andanzas de mayor, uno de los cantos de
dicho romance (Capitulaciones regias) y otro (La señora del cañaveral de Taya)
que compusimos con posterioridad a dicha publicación para incorporar las
novedades que nos aportó el magnífico texto de Manuel Lobo Las “princesas”
de Canarias.
CAPITULACIONES REGIAS
En casaderas edades
no se separa de Luisa,
la que ejerciera de madre
y, ahora, de hermana y amiga.
Vivirá en la regia Gáldar,
en las casas palatinas
donde su padre, Egonayga,
desolado fallecía.
La casan con un Guzmán,
capitán de infantería,
afamado militar
de las guerras granadinas.
En el Castillo de Batres,
do Garcilaso escribía,
se asienta el rancio linaje
de este Grande de Castilla.
Funda con él una saga
perlada por su hija Luisa,
que en la
Casa Real Canaria
ensueños personifica.
Su señera descendencia
nobles uniones concita
al socaire de la estela
de su egregia dinastía.
Son los altivos Guzmanes
portadores del estigma
de que corre impura sangre
por sus venas azulinas.
Es sin embargo una honra
del común de esta gran isla
que discurra savia roja
por su drago de familia.
A seis seres dio la vida:
fue la mayor doña Luisa
luego Hernando… Catalina,
María, Alonso y Francisca.
Cuando enviuda a los cincuenta,
la otrora princesa Arminda,
coge en sus manos las riendas
de la hacienda de familia.
Catalina de Guzmán
es ahora viuda rica
con tierras de pan sembrar
en el Palmital de Guía
y plantaciones en Gáldar
donde la caña cultivan
esclavos de piel quemada
traídos de Berbería.
Aunque dijo sin rodeos
que, antes, cual bestias vivían,
orgullosa de su acervo,
a los suyos nunca olvida,
apadrinando a sus primos
de la nobleza nativa
y ejerciendo de testigo
cuando alguno lo precisa.
Pues se refieren a ella
como doña Catalina
su nombre muy alto suena
en la relación de firmas
que se enfrentan al ultraje
del gobernador de la isla
cuando otorga regio alcalde
a los vecinos de Guía.
Pues se refieren a ella
como doña Catalina
su nombre muy alto suena
en la relación de firmas
que se enfrentan al ultraje
del gobernador de la isla
cuando otorga regio alcalde
a los vecinos de Guía.
En los versos que hemos
recitado se describen las escenas más importantes de la vida adulta de
Catalina de Guzmán:
-Su casamiento con el noble
castellano don Hernando de Guzmán, nacido en Toledo, hijo de Alonso de Guzmán e
Isabel Megías y nieto del Grande de Castilla Hernando Pérez de Guzmán y
de su esposa Catalina Galdamés, Señor de Batres y Alcaudete, cuya pomposo
título evitó a doña Catalina de Guzmán y a su descendencia la necesidad de
realizar probanzas de hidalguía para evitar el pago de impuestos.
-Su prolija descendencia que
asume enteramente el apellido Guzmán: Hernando de Guzmán, como su padre, que
fue gobernador de la isla en torno a 1520; su hija Luisa, por quien hubiera
continuado la saga real, casada con el sevillano Alonso Gutiérrez de Rojas;
Catalina, llamada como su madre, que casó con el portugués Ruy Dias de Matos;
María, casada con Francisco Galeoto Cerezo, de ilustre ascendencia genovesa;
Alonso, de quien no conocemos su trayectoria y la más pequeña de la saga,
Francisca, que enlazó matrimonialmente con Alonso de Soria.
- Sus extensas propiedades que
incluyen tierras de secano y de regadío tanto en Guía (El Palmital) como en
Moya (Barranco del Pinar), como en la
Vega de Gáldar, donde se encuentra la gran plantación de Taya
en la que trabajan como mano de obra 20 esclavos negros; sus negocios florecientes
relacionados con el cultivo de cañaverale y la elaboración de panes de azúcar
en los ingenios de Moya o el ingenio de abajo de Gáldar.
-Su destacada presencia, dada su preeminencia social, en la relación de vecinos que en 1525 denuncian al Justicia Mayos de
- Su declaración en favor de su
prima Luisa de Betancor (Tenesoya) en la información de nobleza de 1528, uno de
cuyas respuestas, por su relevancia, transcribimos literalmente: “…fue
público y notorio en el tiempo que esta isla era de los canarios, así antes de
que se ganase por los cristianos como después de ganada, y en tal posesión
siempre fue habida y tenida la dicha Luisa de Betancor (como) de los naturales
de esta isla y de los conquistadores de ella”…
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