Los fracasos ecológicos en Gran
Canaria (1)
UNA
DE LAS ALTERNATIVAS: EL PARQUE NATURAL DE GUAYEDRA-ANDEN VERDE PREAMBULO: DEL
ESTADO CALAMITOSO DE LA ISLA
En el momento presente, de todas
las islas del Archipiélago, la de Gran Canaria es, sin duda, la que se
encuentra en un estado más destrozado a la vez que penoso, en cuanto a la
calidad del paisaje natural que ofrece. Puede afirmarse que esta isla está en
gran medida machacada. Se ha llegado a un grado de deterioro tan grande de su
naturaleza o territorio, que hoy resultan contados los espacios de importancia
naturalista suficientemente conservados y disponibles para gozarlos.
Pero, además, la imagen que se
desprende —derivada de su recorrido— es la de un medio en estado de abandono
generalizado, que se traduce en la proliferación de edificios sin gusto
estético alguno y frecuentemente inacabados, la abundancia de vertederos de
desperdicios de toda clase ubicados antojadizamente y sin el más mínimo control,
la invasión masiva de elementos publicitarios que agreden a sus residentes
violando el derecho a la intimidad personal, o el abuso en la apertura de
carreteras o pistas —en ciertos casos innecesarias o desproporcionadas— en
zonas donde su impacto ecológico lo desaconsejaba, etc...
Un breve inventario de los
componentes que han llevado a esta situación debe señalar como principales los
siguientes:
a) Una acusada presión demográfica derivada de
un alto crecimiento vegetativo—el mayor de España— unido a unos flujos
migratorios, en las dos últimas décadas, también sensibles. En definitiva,
mientras en Gran Canaria en el año 1950 vivían 331.725 habitantes
en 1981 sumaban 672.716. Al mismo tiempo conviene
apreciar que de los 1.532 Km.2 que tiene de superficie esta isla, al menos una
cuarta parte está deshabitada debido a las dificultades que reúne para su
explotación económica. De cara a mantener el adecuado equilibrio entre
"población —recursos económicos— naturaleza", se hace
necesario que, a corto plazo, se obtenga un control de su crecimiento
demográfico (mediante una política de planificación de la natalidad y de
limitación de las inmigraciones), ya que en la actualidad Gran Canaria es una
isla en estado de superpoblación.
b) Unos recursos naturales, con posibilidades
económicas, bastante limitados. Esta isla, en su naturaleza, no ofrece otras
riquezas susceptibles de aprovechamiento económico masivo, más que las de la
agricultura, el sol y las playas y su situación geográfica. Tres recursos que
presentan la fuerte desventaja de que escapan en gran medida de nuestro
control, ya que se encuentran sometidos a una excesiva dependencia exterior, al
mismo tiempo que sus posibilidades de desarrollo están limitadas por la escasez
de recursos hídricos.
c) Una sociedad inculta. Un problema secular de
la sociedad grancanaria ha sido su bajo nivel educativo, que se manifiesta en
unos índices elevados de analfabetismo, un fracaso escolar acentuado, un número
de titulados superiores escaso, unido a un estado general de la población poco
inquieto por preocupaciones culturales. Este panorama ha facilitado la
inexistencia de una conciencia crítica que pusiera freno al desgaste
medioambiental y a la desorganización económica que pesa sobre la isla.
d) Caos en los usos del espacio. Por desgracia,
en la práctica, Gran Canaria soporta una utilización de su espacio que no
obedece a ninguna planificación previa del territorio. A título de ejemplo,
entre lo más llamativo destaca la expansión urbana en aluvión de Las Palmas y
la configuración actual de esa nebulosa de asentamientos urbanizados que se
extiende desde dicha ciudad hasta Mogán y que pronostica un próximo agudo
problema de armonización y funcionalidad entre ellos.
e) Estado esquelético de la naturaleza. Es
evidente que esta isla ha visto mermado considerablemente su patrimonio natural
virgen, de modo progresivo. Este deterioro se
ha acentuado de manera alarmante
en los veinte últimos años, cuando se ha pasado a hacer extensivo el modo de
vida urbano a todo el espacio rural, cuando ricas zonas agrícolas han cambiado
su destino hacia solares urbanizables o han sido abandonadas, cuando las
disponibilidades de recursos hídricos subterráneos y superficiales resurtan
insuficientes ante el crecimiento de la demanda y cuando ciertos enclaves de
gran importancia naturalista han quedado abiertos al gran consumo viendo muy
perturbada su calidad ecológico.
Como colofón es fácil apreciar,
observando el panorama presente de la sociedad grancanaria, que no se destacan
señales esperanzadoras que corrijan y mejoren la triste estampa descrita en los
párrafos anteriores, Punta de las Arenas vista desde el mar, al pie de los
acantilados de Andén Verde. Formación dunar relicta de modo que, a corto plazo,
el futuro nos aparece como preocupante e incierto. Sin embargo, se dispone de
medios institucionales, legislativos, técnicos..., en definitiva políticos,
que, aplicados, servirían para poner alivio o corregir el cuadro que hoy
presenta la isla.
Precisamente, el sentido de la elaboración
de este trabajo no es otro que el de ofrecer a la opinión pública el
redescubrimiento, científicocultural, de la existencia de una comarca que
todavía conserva una gran parte de sus cualidades originales como naturaleza, y
por eso mismo digna de ser defendida para su conservación.
La historia última de Gran
Canaria nos muestra lamentables lecciones de destrozos de su medio natural que
una sociedad con educación no volvería a repetir. El repertorio puede ser
bastante ilustrativo, nos limitamos a enumerar los ejemplos más notables como
el del litoral natural de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, la playa de
Las Canteras, los Tilos de Moya, los barrancos de Azuaje, Lomo Magullo y
Guayadeque, loa palmerales de Guiniguada y Jinámar, el complejo de Maspalomas,
etc.
Un caso bien representativo de
entre todos ellos es el del conjunto formado por el sistema dunar, charca y
palmeral de Maspalomas, en actual estado de pura aniquilación. Su biografía
reciente, de modo breve, habla por sí sola: en 1934 el artista grancanario
Néstor Martín Fernández lanzó la primera llamada de atención en previsión de la
posible destrucción que pudiera afectar a este valiosísimo entorno natural.
Desde finales de los años 60 la Asociación Canaria para Defensa de la Naturaleza (ASGAN) ha venido condenando los atropellos
cometidos en este lugar, pidiendo, mediante diversos documentos, la protección
a través de alguna calificación preservacionista oficial. En 1978 los autores
del presente trabajo señalaron en un estudio las cualidades de importancia
científica y natural que dicho espacio encerraba, al tiempo que proponían
medidas para frenar el avance imparable de su destrucción.
A consecuencia de ello un grupo
de investigadores, aglutinados por el Jardín Botánico Viera y Clavijo, en el
año 1978, y por Base de Punta de las Arenas mostrando incisiones elaboradas por
barrancos, lo que indica su actual fase de destrucción encargo del ICONA, elaboró el proyecto de Parque Natural
Dunas de Maspalomas. En junio de 1982 el B. 0. E. publicó el decreto por el que
se creaba dicho parque.
Se ha necesitado, pues, casi
medio siglo (48 años) para pasar de la sugerencia inteligente y oportuna a su
plasmación legal, pero ante la triste realidad de que la medida salvadora ha
llegado cuando ya poco queda por preservar.
¿Servirá esta experiencia para
que la historia no se repita?
La comarca Guayedra-Andén Verde
se merece que la contestación sea positiva.
DESCRIPCIÓN
Y LIMITES
La comarca natural Guayedra Andén
Verde se encuentra situada en la zona oeste de Gran Canaria, siendo sus
límites, por el norte el valle de Agaete, por el este el macizo de Tirma
Tamadaba, por el sur los barrancos septentrionales del tramo final del valle de
la
Microtafonis elaborados en los
acantilados de Andén Verde. Proceso de meteorización química, favorecido por la
humectación.
Aldea y por el oeste el mar. Este
calificativo de comarca natural comprende la banda marítimo-terrestre desde el
Puertito de las Nieves hasta la
Punta de la
Aldea.
Topográficamente, este territorio
ofrece una orografía quebrada que se manifiesta en amplios valles, interfluvios
de elevación acusada, andenes y acantilados de gran desnivel, un litoral
agreste..., en definitiva un aspecto paisajístico atractivo con destacada
personalidad.
Se diferencian las siguientes
grandes unidades geológicas: el arco litoral Puerto de las Nieves-Punta de la Aldea , el Valle de Guayedra,
el morro de Faneque, el valle del Risco y el Andén Verde Punta de las Arenas.
Envolviéndolas, en la periferia, el macizo de Tamadaba y pinar de Tirina.
Este dominio está repartido entre
tres municipios que son el de Agaete, Artenara y San Nicolás de Tolentino,
presentando la peculiaridad de estar muy poco poblado, lo que supone la
inmejorable ventaja de haber llegado hasta hoy en condiciones de escasa
humanización (excepción hecha del impacto que ha tenido el pastoreo) y, en
consecuencia, menos transformado que el resto de la isla.
ANÁLISIS
DEL MEDIO NATURAL 1) Geomorfología
Geológicamente este sector de la
isla está constituido en su mayor parte por rocas basálticas y traquiticas que
corresponden a sus más antiguas erupciones volcánicas emergidas, ofreciendo una
antigüedad de hasta casi 14 millones de años. Se interpreta que esta primera
fase magmática acabó configurando la antigua Gran Canaria, que consistía en un
voluminoso edificio en forma de escudo volcánico que, sin duda, tuvo
prolongación más hacia el oeste de la actual línea de costa, sobre lo que ahora
está ocupado por el mar y hasta una extensión indeterminable. Esta comarca se
puede entender por tanto como una parte de la isla que ha perdido, por causas
tectónicas y erosivas, un fragmento amplio, hoy desaparecido.
Debido a su antigüedad y al hecho
de que no han existido erupciones a lo largo de todo el Cuaternario, este
espacio muestra un estado de desmantelamiento avanzado de las formas del
relieve originales. Esto es, una zona de la isla diferenciada por el hecho de
que durante varios millones de años ha venido siendo afectada exclusivamente
por la denudación.
Geomorfológicamente reúne una
colección de formas de relieve notablemente singulares, que se colocan entre
las más llamativas que posee la isla y que ilustran sobre las deformaciones
ocurridas en su corteza terrestre (acantilados fósiles, paleo playas, formación
dunar, glacis, fracturas de distensión, formas de arrecife residuales, formas
de tafonización, originales formas de valles,...).
Junto a la localidad del Puerto
de las Nieves aparece el relieve litoral conocido por el nombre de "Risco
Partido" y "Dedo de Dios". Ambos son muestra del fenómeno de
retroceso de la costa volcánica ante el avance de la abrasión marina.
"Risco Partido" nos descubre la disposición de las coladas basálticas
que han intervenido en la construcción del basamento de la isla y su
acantila-miento presenta hoy un perfil que indica claramente su anterior
necesaria continuidad sobre el mar. Por su parte, el "Dedo de Dios"
no es más que un singular arrecife residual que ha conseguido resistir la
capacidad destructiva de las fuerzas marinas.
El valle de Guayedra aparece como
una cuenca hidrográfica, en cierta medida de tipo original, dentro de la
diversidad de formas fluviales de Gran Canaria. Si bien su sistema hidrográfico
ofrece una organización de afluentes casi simétrica, lo destacable reside por
un lado, en que el valle morfológicamente parece pertenecer sólo al tramo
superior de una cuenca mayor y donde hoy estarían ausentes el curso medio y el
bajo, y, por otro lado, porque sus perfiles longitudinal y transversal culminan
en cortaduras o andenes de desniveles fuertemente verticales. Ello es
consecuencia del cambio de la litologia, a partir del contacto entre los
basaltos inferiores y las traquitas suprayacentes.
Una de sus curiosidades consiste
en la existencia de unos gigantescos bloques tra-quíticos, alojados a lo largo
del cauce del barranco, que corresponden a desprendimientos desde las cornisas,
a veces muy distantes, y que su peculiar forma de redondeamiento resalta aún
más su originalidad. De cualquier modo corresponden a fenómenos erosivos en los
que la gravedad ha sido el agente decisivo.
En la desembocadura de este valle
hallamos la imbricación de depósitos sedimentarios aluviales con depósitos de
origen marino. Mientras los primeros, al ser portados por el actual barranco,
se muestran actualmente como terrazas fluviales, los segundos conforman una
paleoplaya (a 55 m. sobre el nivel del mar) que corresponde probablemente al
Pleistoceno medio. Dichas formaciones sedimentarias guardan estrechas analogías
con los fenómenos que aparecen en otras zonas de este litoral, como es Punta de
las Arenas y que luego será objeto de una explicación más detenida.
Separando este valle del del
Risco, sobresale vigorosamente en el paisaje el farallón de Faneque, divisoria
entre ambos barrancos. Es digno de señalar su reducido diámetro en la cumbre
que casi se transforma en crestería, a algo más de 1.000 m. de altitud. En él
es, dentro de toda la comarca, donde se muestran, de forma más evidente, los
resultados de la deformación tectónica. Al menos dos gigantescas fracturas de
distensión, y posible acompañamiento de desgarre, recorren de NE a SW
su estructura geológica, sirviendo para que, a favor de ellas, se hayan
dispuesto dos barrancos de perfil prácticamente vertical (uno de ellos es el de
La Palma ). Por
último, en su costada NW la ladera casi
se convierte en un acantilado directo sobre el mar de 1 Km. de desnivel.
El barranco del Risco es la zona
intermedia de esta comarca natural. A partir de él se ha organizado todo un
amplio valle en anfiteatro con cuencas de recepción poliloguladas. Sus
vertientes recogen manifestaciones de dos fenómenos de la erosión torrencial
como son, la meteorización a base de desprendimientos de bloques y la
elaboración de mantos de recubrimiento de materiales erosivos que tapizan parte
de las laderas, suavizando sus formas y formando lo que técnicamente
corresponde a glacis coluviales de vertiente. Particularmente se han
desarrollado en la ladera meridional de Faneque, en la localidad conocida como
el Tabaibal.
En la zona sur de la comarca se
dispone el espacio más preciado, por la valiosa naturaleza que encierra y por
sus cualidades paisajísticas, en gran estado salvaje. Es la parle que
corresponde al acantilado del Andén Verde y Punta de las Arenas (Punta
Góngora), que aparece limitado desde el morro de la Campana al norte. Montaña
Tablada y Punta de la Aldea
al sur, y Montaña de Tirina y Montaña Blanca al este. Este territorio abriga el
especial interés de presentársenos como una zona muy idónea por las formas de
erosión y sedimentación que allí se encuentran y por facilitar la
profundización en el conocimiento del pasado cercano y antiguo del clima y de
la erosión que se han dado en esta isla.
Precisamente este tema de
investigación, extendido a escala de todo el Archipiélago, ha venido siendo
objeto de estudio recientemente por el Departamento de Geografía de la Universidad de La Laguna y, justamente. Punta
de las Arenas —en unión a fenómenos estudiados en Anaga y Punta de Teño en
Tenerife, barranco de las Angustias en La Palma , glacis de Fuerteventura. etc.— está
contribuyendo al esclarecimiento del pasado morfoclimático de Canarias desde el
Pleistoceno medio. En definitiva nos atrevemos a proponer que dicho espacio
reúne condiciones óptimas para que pudiera transformarse en un museo vivo, o en
un laboratorio, de formas de erosión y acumulación referidas al pasado del
clima y la geografía de Gran Canaria.
A lo largo de unos 8 Kms. de
extensión se dispone el imponente acantilado marino del Andén Verde, labrado en
los materiales basálticos más antiguos de Gran Canaria y cuya configuración
data al menos desde finales del Terciario. Los valles geomorfológicos que reúne
este acantilado son entre otros el disfrutar de una condición mixta de
acantilado vivo al sur y fósil al norte; su fuerte desnivel que en ocasiones
alcanza los 550 m. sobre el mar; la proliferación de oquedades por
tafonización; la existencia de numerosas cabeceras de barranco decapitadas por
una progresión más rápida en el retroceso del acantilado, que ha determinado
que, en especial desde Montaña Blanca, tales barrancos queden colgados con
respecto al mar y drenando anómalamente hacia el interior o cuenca de la Aldea. Finalmente
sobresalen, cruzando el eje M i lado, varias fracturas, tanto «roíales CMH
comprobadas, que explican muchos de ta costados del propio acantilado.
Singularmente, se señala la
importancia de la falla de Montaña Blanca, claramente manifiesta en el terreno,
que encierra una posible explicación a la existencia de esa lengua de
territorio, a la manera de pequeña cabo, llamada Punta de las Arenas, que rompe
la uniformidad acantilada del conjunto y se destaca en el perfil de la costa.
Punta de las Arenas está formada por una acumulación variada de materiales
sedimentarios que yacen sobre un sustrato rocoso que actúa de soporte.
Exclusivamente en este punto es donde se conserva esta "paleoforma de
relieve" o relieve fósil, ya que en el resto del acantilado, hasta Punta
de la Aldea , no
se ha mantenido ningún testimonio de este mismo fenómemo. Ello es debido
probablemente a que, a causa de la misma falla, este sector sufrió un
hundimiento que motivó la desaparición del resto de la zona costera con
depósitos sedimentarios.
Específicamente en el sector de
Punta de las Arenas, y arrancando desde el acantilado retrocedido del Andén
Verde, hallamos unos voluminosos taludes de derrubios cuyo origen procede
exclusivamente del desmoronamiento del acantilado y que reducen su pendiente al
llegar al nivel de base costero. En este punto se reúnen, imbricándose, con una
potente formación lunar que llega hasta el mismo límite litoral. Se trata de
arenas claras de origen orgánico marino (restos de moluscos, foraminíferos,...)
que, una vez en la playa, el viento se ha ocupado de extender hasta unos 150 m.
sobre el nivel del mar actual y basta casi 1 Km. tierra adentro.
Todo este conjunto sedimentario
se muestra hoy acantilado en su contacto con el mar, lo que demuestra la
reducción de su perímetro original. A la vez se encuentra entallado por una
serie de incisiones la modo de barranquillos— algunos de los cuales, de gran
curiosidad geomorfológica, evidencian su actual estado de destrucción. En
efecto, en el presente, y en las condiciones morfoclimáticas de la zona, ahora
esas formas ya no se originan, es decir, son herencia del pasado y en todo caso
las fuerzas actuales de la naturaleza las atacan desfigurándolas.
El fenómeno lunar de la Punta de las Arenas,
inesperado por exclusivo en la situación al oeste de la isla, científicamente
hay que comprenderlo, en su dinámica y cronología, análogo y coetáneo a los
sistemas de dunas de Maspalomas y de Guanarteme, éste en la ciudad de Las
Palmas y hoy desaparecido. Con la excepción, sin embargo, de que el primero de
ellos interrumpió su alimentación, mientras que los otros dos continúan
funcionales.
Carlos Guitian Ayneto,Profesor de
Geografía de la E. U. de Magisterio. Las
Palmas de Gran Canaria. Fernando Martín Galán, Profesor de Geografía.
Universidad de La
Laguna. Ignacio Nadal Perdomo, Profesor de Geografía de la E. U. de Magisterio. Las
Palmas de Gran Canaria. Bernardo Navarro Baldivielso, Biólogo del Jardín
Botánico Viera y Clavijo. En: Revista Aguayro.Año XII nº 143, octubre de 1982.
(Archivo Personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)
Los autores de este estudio
agradecen a D. Sebastián Sosa Álamo, escritor, y a Dr. D. Dimas Martín Socas,
arqueólogo, la apreciable colaboración que les prestaron en los temas de sus
especialidades.
(Archivo personal de Eduardo
Pedro García Rodríguez)
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