viernes, 5 de junio de 2015

LAS BRUJAS EN CANARIAS


Nos aproximamos a la fiesta del fuego; la de los antiguos rituales. El día 23: noche de san Juan. Tiempo de trasgos, salamandras, espíritus, hogueras y baños de mar en busca de purificación, junto al brujería que rememora viejas recetas y ancestrales artes adivinatorias. Noche para que las brujas se desmelenen y aconsejen agüeros de amor. Pero ya no lo dicen, susurrantes ellas, al oído de trémulas vírgenes, sino que los pregonan frente a la moderna cámara de televisión. Antes, a las brujas y, también a las que no lo eran, por solo tener nariz ganchuda  o giba espaldera, o por sospechas y mala voluntad contra ellas, de algunos vecinos, las quemaban en la hoguera o le atizaban cantidad de zurriagazos. Ahora, no. Salen por la televisión y se autoproclaman “brujitas buenas”. Algunas,  modernas ellas,  son consultadas a través de un 906 que, cuando  llega la factura del teléfono, te ciscas en la pitonisa y en toda su familia.

Canarias, en un pasado no tan lejano, tuvo sus historias de brujas. Algunas de ellas están reflejadas en los escritos de Bethencourt Afonso (1901) a los que vamos a recurrir en este artículo. Es curioso comprobar como, en la mayoría de las diferentes culturas, son las mujeres las que detectan el poder brujeril. Muy escasos son los hombres-brujos, de los de pócimas, ungüentos y  compadreo con el pateta cornudo.  Y, en Canarias, pasaba igual. Buena prueba de ello está en los legajos de la  todopoderosa Inquisición, en los que se recogen diferentes causas y procesos criminales contra  féminas supuestas practicantes de oscuras artes nigrománticas. Las acusaciones son varias y a cual más disparatada. Ejemplos: “Una testigo acusa a cierta señora de haberla mandado a casa de una morisca hechicera, que le dio una piedra y un poco de plomo. La piedra era para que la moliera y echara el polvo resultante en la comida y, el plomo, para derretirlo y rociar con el  la falda y cabeza de la victima”. (Como el lector podrá apreciar se trata de un siniestro plan muy bien urdido y, además, sencillo de llevar a la práctica. Es muy fácil largar plomo derretido a la cabezuela del enemigo). “Testimonio contra una tal Isabel Rodríguez, de Tenerife, llamada la “Chicharrona”, por sospecha vehemente de que la rea tiene pacto tácito con el Demonio”. (Seguro que la pudieron ver hablando con él). Más legajos: -“Contra Jerónima de Vega, de Teror, por bruja. A la reo la adiestró tía María Suárez, “la de Tejeda”, enseñándola a volar”. (¿La pillaron sobrevolando la montaña de Teror?), -“Pleito contra Agustina Gil, de Guia, por dar un pedazo de queso a un hombre, que luego de curado, echó un lagarto por la boca”. (Tampoco es para ponerse así. Si el hombre se curó, ¿qué importa que largara un lagarto por la embocadura? Incluso podría ser flema  gorda que alivió a aquel cristiano). Varias mujeres fueron acusadas, asimismo, de “volar con el diablo”. (Otras que  sorprendieron en vuelo bajo-rasante turístico acompañadas por un guía astado y rabón). “Proceso seguido en el Santo Oficio de Canarias contra Angela de Paiva, por proposiciones heréticas y por haber solicitado de cierta persona le hiciese la oración de Santa Marta “para que su marido no la viese cuando estuviese con sus amigos a los que conocía carnalmente”. (No sabíamos que tal oración concediese a los adúlteros el don de la invisibilidad). Último proceso de muchos y variados que existen en los archivos y aquí –sorpresa- se trata de un hombre, vecino de la Gomera, pero que, al mejor estilo de “Periquito entre ellas”,  pagó culpas ajenas ya que, para efectuar el  maquiavélico y satánico plan, iba acompañado de algunas mujeres. Objetivo, motivo de tal proceso y posterior castigo: recoger el grano de helecho en la noche de san Juan”. ¡Qué gran pecado! (Ahora nos sonreímos con estos sucesos, pero, seguro, que los acusados, en aquellos años, tuvieron que pasarlo muy mal, siendo juzgados por aquellos  oscuros y siniestros sátrapas de la Santísima Inquisición).

Aparte de estas “contundentes” acusaciones,  a las brujas se las veía venir ya desde lejos. Su aspecto era inconfundible. Dice y asegura la vieja crónica: -“El tipo de las brujas es bien conocido. Cara larga y enjuta, aguzada, más ancha por arriba, nariz de cotorra, ojos pequeños y tan vivos que no se les puede ver la pupila porque siempre les están bailando y miran sesgado sobre el lado izquierdo. Es tradicional que estuvieron a punto de ser exterminadas, porque no bien los inquisidores sacaban a las calles, la vara negra o la bula de la Santa Cruzada, las brujas se precipitaban espontáneamente gritando: “¡Allá voy!”, para que las aprisionaran y quemaran. Las brujas se presentan en forma de burras, mujeres y cabras, saliendo a las doce de la noche y yéndose al canto primero del gallo, andando por esos caminos cantando y dando “rejijides”. Oración para ahuyentar las brujas: “San Silvestre de Montemayor/ guarda mi casa y todo el alrededor/ de brujas, hechiceras y hombre malhechor. / Bendice mi cuerpo y alma/ la cama donde me he de acostar/ y líbrame de las brujas y miedos/ que me “jagan” mal”.
Ahora que algunos hombres se depilan, deberían saber que están anulando una muy buena protección contra las brujas y sus malvados propósitos ya que “los que tienen en forma de cruz los vellos del pecho, y si éste se extiende a los hombros para bajar por la espalda, la garantía es absoluta. Están como vacunados contra  la hechicería”. (Ahora entiendo porqué no han podido conmigo las jodidas brujas). Por supuesto que, asimismo, algunas damas tienen su defensa contra tales arpías: -“En el mismo caso se hallan las mujeres que hilvanan al revés, las que comen ajos y las que duermen boca abajo. Beneficia, y mucho, dormir en establo de vaca y usar ropa interior con una costura del derecho y otra al revés”.
Hoy día las brujas son diferentes. Ya no tienen “nariz de cotorra, ni miran sesgado, ni les baila la pupila”. Son hermosas, atractivas y no llevan raída capa, sino prendas a la última moda. Son televisivas y, algunas, amigas de armar tremendos líos ante la cámara, por aquello de promocionarse. No se si sus invocaciones, ritos, pócimas y tisanas, también se han modernizado  y  si continúan  en contacto con el cornudo-rabón pero, ahora, “on line”, es decir a través del correo electrónico. Prefiero a las brujas del pasado, las que recomendaban a su clienta, echarle plomo derretido sobre la cabeza de su enemigo. No me negaran que es mucho más artesanal. ¿Aparecerá alguna bruja, de las de antes, la próxima noche de san Juan?

Por Francisco Padrón Hernández
Fuente: Diario de Avisos – 15-06-2003

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