sábado, 29 de agosto de 2015

EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA




UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1551-1560

CAPITULO IX-XVIII




Eduardo Pedro García Rodríguez

1556    Julio 14.
El Ingenio azucarero de Güímar bajo la administración del colono Pedro de Alarcón.

[…] Los socios citados, excepto Diego Suárez, que estableció un censo de su parte, vendieron a Pedro de Alarcón  y ante el escribano Juan del Castillo, el 14 de Julio, establecen los pormenores de la venta fijando las condiciones económicas. Cada uno vende por separado. García de Vergara lo hizo «..García de vergara vo., desta ysla de Thenerife otorga carta de venta rreal de la tercera parte de un heredamiendo de yngenio, tierras e aguas, viñas e molino, tanques e casas de purgar y de aposento e guertas que se dice el heredamiento de Guymal; con sus cobres e con todo lo a él anexo y perteneciente (...) con las cargas de los censos debidos al dcho Sr: Fadrique y doña Antonia, su muger (...) con cargo de sesenta doblas de tributo por razón de seyscientas doblas que fue el precio por el que hizo venta y traspaso de su cuarta parte el dcho Diego Suárez ...»  «...por precio de 2000 doblas de valor cada una de 500 mrs. de moneda corriente de estas islas, las 1500 doblas por razón del capital que en el dcho heredamiento téngo y me pertenece (...) y las 500 doblas restantes por razón de los mejoramientos y gastos y costos que he hecho en el corte y acarreto de las maderas para del dcho heredamiento y en compra de caña que se han traído de fuera de esta ysla y en plantada nueva de las cañas desde março pasado y en mucho número de canales para sacar las aguas y en otros pertrechos y mejoramientos y edificios útiles y necesarios para la fabricación de los azúcares...».

Los detalles de la compra constan en la escritura: Pedro de Alarcón le tenía que dar a cada uno de los propietarios 2000 doblas.

De ellas, 1000 doblas las pagó de contado y sobre las 1000 restantes impuso un censo de 100 doblas anuales, hasta cancelar la deuda. Además, tenía que hacerse cargo de un censo anual a Diego Suárez de 60 doblas y otro a don Fadrique de Vargas, cuyo importe no queda reflejado en estos documentos pero en otros posteriores se dice que era de 158 doblas anuales.

El 29 de agosto de 1556, tuvo lugar la entrega de la propiedad y con la intervención del alguacil mayor y del alcalde del lugar, Francisco Rodríguez, se formalizaron los actos de posesión. De esta forma comenzó el período del heredamiento del valle de Güímar siendo titular Pedro de Alarcón. El nuevo propietario quiso recuperar todas las tierras del heredamiento que tradicionalmente estaban ocupadas por pastores desde tiempos de la administración de Giraldin y una de las primeras acciones consistió en desalojar algunas familias guanches, esencialmente ganaderos Juan Hernández, Rodrigo Rodríguez, Martín Rodríguez y Juana Hernández) que ocupaban cuevas en Guaza, por ello intervino la Justicia y los guanches fueron echados por la fuerza con sus ganados, incluso, algunos al resistirse fueron «presos en la cárcel pública». En oposición alegaban, que vivían allí desde hace más de 20 años «en quieta y pacífica posesión, sin contradicción».

Estos hechos, desde nuestro punto de vista, no reflejan simplemente el desalojo por Pedro de Alarcón de unas tierras y cuevas ocupadas por los pastores guanches, los cuales lógicamente no pueden presentar título de propiedad, sino que muestran con toda
crudeza el drama del derrumbe de las estructuras sociales y económicas de la sociedad aborigen. Por una parte, el cambio de finalidad del uso de las tierras del valle: el paso de actividad ganadera a una utilidad agrícola, y por otra, el sentido de la posesión territorial, que para los guanches carecía de importancia, pues el uso de la tierra no significaba un dominio territorial, para los castellanos por el contrario, la propiedad del terreno es un derecho privativo y fundamental.

Pedro de Alarcón desarrolla una política de compra de tierras desde Chacaica hasta Agache, de tal forma que las tierras que el Adelantado había dado a Juan Vizcaíno y Juan Cabello, Rodrigo Cosme, Alonso Díaz, Miguel de Vera y otros, fueron vendidas por sus herederos incorporándose al patrimonio del heredamiento y así, en los momentos posteriores de crisis económica en los que los Vargas recuperan la propiedad de la hacienda, a la familia Alarcón le quedarán suficientes propiedades en la zona al margen del ingenio.

Todas las tierras aprovechables del heredamiento y otras nuevas que se «rozan», van a ponerse en producción. Pronto surgen algunos problemas con los vecinos porque los rebaños hacen daño en los cultivos. Para remediarlo se ponen cercas que provocan protesta de los vecinos.

Con Pedro de Alarcón la hacienda crece y conoce los años de máxima expansión bajo una férrea administración. No obstante, el monto de los tributos va a hipotecar el desarrollo del ingenio en los años siguientes. Durante la primera década hay un buen rendimiento, y se liquidan los censos de García de Vergara, Bartolomé .Joven y Fabián Viña.

En marzo de 1568 Pedro de Alarcón enfermó y después de otorgar un testamento cerrado y varios codicilos, falleció el día 21 de ese mes. En sus últimas voluntades deja la administración de la hacienda a su mujer Arguenta de Franquis, y encarga que el heredamiento no fuera dividido, por lo menos hasta la zafra de 1570, con el fin que se pagaran las deudas.

Posteriormente el patrimonio del heredamiento se dividió entre los herederos de Pedro de Alarcón. La partición se hizo ante el escribano Juan del Castillo, entre octubre de 1572 y enero de 1573, interviniendo como partidores Martín de Alarcón Beltrán en nombre de Arguenta, Hernando y Leonor, y Cristóbal Joven por parte de Francisco y Martín de Alarcón. El importe total del inventario de la hacienda ascendió a 23 millones de maravedíes, haciéndose el reparto de tierras, aguas y otros bienes entre los herederos conservándose como bienes comunes algunas tierras, los tanques, el molino, el ingenio con sus pertrechos y máquinas que sería usado proporcionalmente por cada heredero según el acuerdo pactado.

A la viuda de Pedro de Alarcón y porque éste declaró en su testamento que los bienes habían sido multiplicados durante el matrimonio, le correspondía la mitad del heredamiento con todo lo en él contenido y la otra mitad a los hijos, tanto del primer matrimonio (Martín y Francisco de Alarcón)) como los del segundo (Leonor y Hernando). Al ser estos últimos menores, la mayor parte de la hacienda quedó en manos de su madre, como administradora de la parte de sus hijos y de su mitad.

El primer problema que tuvo que afrontar Arguenta de Franquis fue la falta de dinero.
El rendimiento del ingenio se había reducido y no alcanzaba para los salarios., manteni
mientos o para pagar los censos con regularidad. Tienen que tomar préstamos a Bernardino Justiniano y a Pedro de Soria, incluso para salir adelante, tuvo que hipotecar la hacienda y unas casas que poseía en San Cristóbal.

En 1574 Arguenta vendió su parte a Diego de la Peña, residente en Catagena de Indias, aunque inmediatamente éste otorgó poderes para que Arguenta de Franquis continuara administrando la propiedad. Es posible que tras esa venta haya un intento de protegerse de los acreedores que le acosaban. En concreto, ésta es la época que se puede conocer por los protocolos de Sancho de Urtarte en la que se evidencia la ruina del negocio azucarero y la bancarrota de la hacienda que ocasiona un despoblamiento de la zona a lo que contribuye las epidemias de esos años, una recesión que no se recupera hasta la primera década del siglo siguiente.

1556 Septiembre 15.
Carta de S.M. dirigida al Cabildo de Tenerife manifestándole su agradecimiento por el celo con que ha atendido á sus fortificaciones según noticias que le ha dado el Capitán General D. Alonso Dávila de Guzman y además espera que su continuación hasta acabarlas, se proseguirá con igual fineza que la hasta entonces tenida; en Madrid á 15 de Septiembre de 1656. Se leyó en el Cabildo de 12 de Abril de 1657, folio 200.

1556 octubre 14.
PETICION  DE PEDRO DESCOBAR DE DOS CUEVAS EN UN CERCADO QUE COMPRÓ A ALONSO DE MATOS.
Las Palmas.  “…Muy magnificos señores, Pedro Descobar parezco ante vuestras seño- rias e digo que yo compre  de Alonso de  Martos ( Matos ¿) vecino de Telde un çercado de tierras en el termino  de Agüimes so çiertos linderos  y en el dicho  çercado  de tierras  estan  dos cuevas de las quales no  tiene  titulo  el dicho Alonso de Martos (Matos ¿), pido e suplico a vuestra señoria me haga merçed  de las dichas  dos cuevas pues estan  dentro  de las dichas  tierras y ninguna  persona  las posehe y desto no resçibe nadie daño, cuyo muy magnifico ayuntamiento nuestro  señor prospere.

…E por los dichos señores gobernador e regidores vista dixeron que le davan e dieron  las dichas quevas que pide syn perjuizio  de terçero  e con- forme a las hordenanças  desta ysla, e mandaron dello se de le titulo.”

1556 Octubre 21.
Acordóse por el Cabildo colonial, dar licencia a todos los Capitanes de esta Isla de La Palma para que cada uno de ellos pudiera cortar dos dragos para rodelas a la gente de su compañía.

1556 Noviembre 1.
Una  flota  francesa al mando del joven y experto soldado y marino Peyrot de Monluc, hijo del vicealmirante de Guyena Blaise de Monluc, compareció en San Sebastián de La Gomera tras de haber intentado vanamente desembarcar en la isla de Gran Canaria.

En el archipiélago afortunado las noticias del saqueo de la Madera habían producido honda sensación en sus moradores, y desde mediados de octubre de 1566 las autoridades coloniales habían tomado las reiteradas y acostumbradas medidas de defensa que aconsejaban el menor espíritu previsor.

La estancia de los franceses frente a la isla de Gran Canaria la conocemos a través de una versión un tanto confusa, que asegura que los piratas francos intentaron poner pie en tierra en una de las caletas próximas a la capital, propósito que fue obstaculizado por los naturales con una enérgica resistencia. En esta acción parece ser que tuvo una desta-
cada intervención Juan de Civerio Múxica Castillo, hijo primogénito del famoso Bernardino de Lezcano Múxica. Mientras la flota francesa merodeó por los contornos de la isla, las milicias estuvieron en continua alarma y todo el ejército y paisanaje movilizado en evitación de cualquier sorpresa.

En la isla de La Gomera, cuyo mando interinamente regentaba Alonso Sánchez de Ortega en ausencia del conde don Diego de Ayala y del gobernador titular Diego de Liaño, se habían tomado también las más urgentes medidas defensivas. Convocados por el gobernador Ortega los regidores y los capitanes de las dos compañías de milicias, Pablo Jaimez y Antón de Zamora, se había tratado en junta celebrada en la plaza de la iglesia de prepararse contra un probable ataque, acordándose con el mayor celo y espíritu patriótico "morir en defensa de nuestra santa fe católica y de la isla".

En este estado de ánimos, empezaron a llegar a la villa las primeras noticias de la efectiva y real presencia de la flota francesa en aguas canarias. El martes 29 de noviembre de 1566 hizo su entrada en el puerto de San Sebastián, conduciendo una carabela, el mareante Francisco González y declaró a las autoridades "que los franceses quedaban en [la] isla de Canaria y que habían pedido agua y que el General, Justicia y Regimiento se la daban".

La aseveración de González aparece desmentida documentalmente, así es que la estancia de la flota de Louis de Lur-Saluces a la vista de Gran Canaria no pasó de un intento frustrado de desembarcó, ya que no es admisible que las autoridades le permitiesen hacer aguada en ella, pues la isla contaba con sobradas fuerzas para resistir, y además carecería de sentido el presentarse en San Sebastián de La Gomera, pocos días después, en demanda de igual gracia.

Las noticias propagadas por el piloto González en La Gomera produjeron una nueva reunión de autoridades, discutiéndose acaloradamente sobre si debía resistirse al posible enemigo o facilitarle la aguada (como hacían, según el rumor, En Gran Canaria), acordándose que si los franceses "pidiesen agua buenamente se les diese, pues venía tanta gente... que eran más de dos millares de arcabuceros, y los de la isla no eran sino trescientos hombres".

Así las cosas, la flota francesa, al mando del vizconde de Uza, se dejó ver en el horizonte en la mañana del 1 de noviembre de 1566, y mientras las mujeres, ancianos y niños se desbandaban temerosos hacia las montañas del interior, los hombres útiles encuadrados en las milicias acudían con sus armas al puerto, dispuestos a responder con la paz o la guerra a la actitud de los franceses.

La escuadra, con los navíos robados en la Madera, se componía ahora según informes canarios, de nueve naos grandes y conducía 2.000 arcabuceros bien armados de diversas nacionalidades, pues los había franceses, navarros, vizcaínos y portugueses.

La armada francesa fué entrando lentamente en la bahía, y mientras los navíos anclaban, un batel con marineros se fue separando de la nao almirante, y se dirigió a la playa. Varios soldados armados acudieron a detenerlos, y levantando los franceses bandera de parlamento, el gobernador Alonso Sánchez de Ortega sólo autorizó a descender en tierra a uno de ellos.

Entonces se destacó de la lancha un joven que, desprendiéndose de sus armas, se dirigió a saludar al gobernador: Thte, a quien los documentos llaman "Mosior de Pompadore", el lector lo habrá identificado ya con uno de los hijos del vizconde de Pompadour, que venían en la expedición.

Pompadour expuso, entonces, al bachiller Ortega los propósitos del capitán general de la armada, declarándole, "que eran amigos y vasallos (sic) del rey don Felipe Nuestro Señor; y que Francia no tenía guerra con España; que les dieran un poco de agua, que no querían otra cosa y que no les harían mal".

Vista la solicitud de los franceses, el gobernador Sánchez de Ortega tuvo consejillo con las autoridades, y juzgándose impotentes para contenerlos por la fuerza, acordaron franquearles pacíficamente la entrada, siempre "que no desembarcasen con armas", y abastecerlos de agua.

Mientras algunos grupos de franceses se disponían para desembarcar, el bachiller Ortega recorrió, en compañía del escribano Juan de Valdespino, el corto perímetro de la villa, advirtiendo a sus moradores la prohibición absoluta en que estaban de comerciar con los franceses.

Desde este momento las milicias permanecieron en continua vigilancia en la villa y el puerto, atentas a impedir el desembarco de soldados armados o cualquier intento de "traición".

Desde el viernes 1 de noviembre al lunes siguiente, día 4 de, dicho mes, los franceses permanecieron en la rada gomera, descendiendo a tierra los expedicionarios para abastecerse, solazarse y comer. Varios de los vecinos por miedo o por granjería, no tuviron reparos en sentarlos a sus mesas, como Juan de Ocampo, futuro gobernador de la isla, y hasta el mismo bachiller Ortega, según posterior denuncia, no confirmada.

Destacó por el número de las transacciones comerciales el vecino Juan López, y cuentan los testigos presénciales cómo los soldados franceses se introducían en las casas asombrados de no encontrar una mujer por todos los contornos.

El 4 de noviembre de 1566 la flota del vizconde de Uza zarpó de San Sebastián de La Gomera sin nuevos contratiempos, y el conde de la isla sería de nuevo acusado por la Inquisición por haber "recibido a la armada que robó a la isla de la Madera”.  (En: A. Rumeu de Armas, 1991)



1556 noviembre 16.
Hace testamento Francisco  Luís
Colonos notables en los primeros tiempos de la invasión de Tenerife.

Francisco Luís

Zapatero Natural de Agueda, Aveiro, obispado de Coimbra, feligresía de Santa Olaya, Portugal. Hijo de Luis Pérez y de Leonor Hernández.

Casó con Isabel Páez de Sotomayor. Hijos: Leonor Luís, mujer de Perote Gil, catalán, padres de Jerónima de Sotomayor, que contrajo matrimonio con Alonso Yanes de Sevi­lla, e Isabel Francisca, casada con Bartolomé Giraldes.


Tributo

—Bartolomé y Pedro de Ponte dieron un solar a tributo en este lugar a Francisco Luis, zapatero, por una dobla. Antón Martín. 1540, f. 24.

Poder

—Jerónima de Sotomayor, viuda de Alonso Yanes de Sevilla, hija de Leonor Luis [hermana ésta de Isabel Francisca, viuda de Bartolomé Giraldes; hijas ambas de Francisco Luís y de Isabel Páez, difuntos, otorga poder sobre herencia. Álvaro de Quiñones. 1600, f. 446.

Cartas dotales

—Perote Gil, catalán, dio recibo de dote con Leonor Luis de Sotomayor, hija de Francisco Luis e Isabel Páez. Gaspar de Sexas. 1558, f. 579.  
—Carta de dote que otorga Francisco Luis, viudo de Isabel Páez, para su nieta Jerónima Páez de Sotomayor, que casa Alonsianes de Sevi­lla ante Gaspar de Sexas. Ella es hija de los fallecidos Perote Gil, catalán, y Leonor Luis, y esta última hija de Francisco e Isabel Páez de Sotomayor. Álvaro de Quiñones. 1574, f. 584.

Testamentos

—Testamento de Francisco Luis. No sabe firmar. Gaspar de Sexas. 16 de noviembre de 1556, f. 517.
—Testamento de Isabel Páez. Declara encontrarse enferma y pide ser enterrada en San Francisco. Dice haber casado con Francisco Luis. Hijos: Leonor Luis, viuda de Perote [Gil], e Isabel Francisca, mujer de Bartolomé Giraldes. Luis de Vergara. 1562/63, f. 67.
—Testamento de Leonor Luis, viuda de Perote Gil, catalán. Manifiesta ser hija de Isabel Páez, y quiere ser enterrada en San Francisco. Fue su padre Francisco Luis. Hija: Jerónima. Al f. 536, su codicilo, en el que nombra tutor a Antonio Montesdeoca. Gaspar de Sexas. 1566, f. 330.
—Alonso Yanes de Sevilla, que sabe firmar muy bien, marido de Jerónima Páez de Sotomayor, vecinos de Garachico, dice que por fin y muerte de Leonor Luis de Sotomayor, madre de Jerónima, heredera de sus difuntos padres Perote Gil y Leonor Luis, vecinos que fueron de Garachico. Su dote ante Gaspar de Xexas y parte de ella, en dinero de contado [45 doblas] y unos bienes en Canaria, depositados en Juan Tenes, mercader, hasta que Jerónima contrajera matrimonio. Como éste se tenía que embarcar para Flandes y Jerónima acaba de casarse le dan carta de lasto al recibir dichos bienes. Álvaro de Quiñones. Sábado, 16 de abril de 1574, f. 584.
—Testamento de Francisco Luis, zapatero, vecino de Garachico, enfermo, enterrar en el convento de San Francisco, donde yace su mujer Isabel Páez. Hijos: Leonor Luis, mujer de Perote Gil e Isabel Francisca, casada con Bartolomé Giraldes. Albaceas: Isabel Francisca, su hija, y Antonio de Montesdeoca. Deja manda a su nieta Jerónima de Sotomayor, mujer de Alonso Yanes de Sevilla, a la que dotó ante Gaspar de Xexas. Bienes dotales: un sitio de casa donde levantaron su morada, que linda por delante la calle real, por un lado casa de Benito Jorva, por otro casa que fue de Hernandianes. Bienes propios, unas tierras en La Culata que hubo en censo de María de las Cuevas y por las que paga cuatro fanegas de trigo al año y que linda, por abajo el camino real, por un lado otro camino real, por arriba otro camino y por un lado tierras de Francisco Pérez. Las tienen plantadas de viñas y pomar. No hay bienes multiplicados. Casaron a su hija Leonor Luis con el catalán Perote Gil y a Isabel Francisca con Bartolomé Giraldes, a la que dieron media casa en dote [la parte que linda con casa de Benito Jorva], la otra media se la dieron en dote a su nieta Jerónima de Sotomayor, que casó con Alonso Yanes de Sevilla. Álvaro de Quiñones. 14 de abril de 1579, ff. 349r/350v.

Otro

—Francisco Luis, hijo de Francisco Luis, difunto, y María González, carta de dote con Inés Hernández, hija de Pedro Yanes y María Hernández, naturales de La Palma, de donde lo fueron los dichos Francisco Luis y María González. La dotó su tía Inés Hernández, mujer de Sebastián de Soto. Las arras al f. 698v. Juan de Ponte. 1559, f. 696. (Tomado de: Carlos Gaviño de Franchy en: Gaviño de Franchy Editores)

1556 Diciembre.
Meses más tarde, en diciembre de 1556,  y ya en pleno período de paz entre la metrópoli y Francia, se presentó pirateando por las islas la escuadra francesa del Brasil, al mando del capitán general Paris Legendre, señor de Bois-le-Comte-les Meaux.

La presencia de dicha flota está relacionada con la; anterior empresa del vicealmirante Villegaignon. Deseando éste afianzar el dominio de Francia en el Brasil, tan .sólo reducido hasta entonces al Fuerte Coligny y a la pequeña aldea de Henryville, comisionó a su sobrino Bois,-le-Comte para, gestionar del rey Enrique II el rápido envío de un auxilio militar de 2.000 hombres, con el que le prometía engarzar a su corona un vasto imperio.-

Sin embargo, los propósitos de Vi1legaignon se frustraron. El almirante Coligny creyó llegado el momento de ensayar la convivencia en las tierras libres de América de los hombres de las más opuestas creencias, y en vez de enviar 'al conquistador francés soldados bien curtidos, se contentó con organizar una expedición colonizadora a base de luteranos y calvinistas.

Con este objeto Se prepararon tres navíos: La Petite Roberge La Grande Roberge y La Roséel mandados, respectivamente, por Bois-le-Comte, Sa.inte-Marie de l'Epme y Roeée, que zarparon de El Havre el 19 de noviembre de 1556. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

1556 Diciembre 12.
Paris Legendre, siguiendo la ruta de su tío en su viaje a Brasíl, volvió a buscar el arrimo de las Canarias. El 12 de diciembre los franceses desembarcaban en la isla de Tenerife, en lugar ignorado, buscando botín y víveres para las tripulaciones. Más en seguida fueron violentamente atacados por los canarios, que les obligaron a reembarcar.

Derival1on entonces los navíos hacia el puerto de Santa Cruz, a la vista del cual capturaron una carabela de pescadores y permanecieron durante tres días en pugna por poner pie en tierra.

El 18 de diciembre estaba la escuadra merodeando por las costas de Gran Canaria, en cuyas proximidades apresaron una carabela portuguesa y un navío español cargado de sal ; hasta que cansados del poco éxito obtenido, que no compensaba la pérdida de tiempo, se dirigieron, por último, al Brasil.

Bois-le-Comte llegó a las costas americanas poco tiempo después con aquella pesada carga; y desde el día siguiente de su arribo comenzaron las luchas intestinas entre los colonos, salpicadas de crímenes horrendos, que no finalizaron hasta cuatro años después, .en que los soldados de Portugal dieron fin a la efímera colonización francesa en aquel inmenso territorio.

Dos años antes, en 1558, el vicealmirante Durand de Villegaignon había abandonado el Fuerte Coligny, decepcionado de sus compatriotas, buscando en Francia un tranquilo retiro para sus postreros días. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)







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