miércoles, 19 de agosto de 2015

EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA



UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1551-1560

CAPITULO IX-VIII




Eduardo Pedro García Rodríguez


1553 Julio 30.
En la isla de Tenerife no fué menor el cuidado que se tuvo para prevenirse contra el peligro francés. Ya hacía años que la isla venía preocupándose del problema de su fortificación, así como del adiestramiento del paisanaje, que tuvo su primera y embrionaria organización militar simultáneamente que en la isla de Gran Canaria;, siendo su gobernador don Juan de Miranda. Sin embargo, la noticia del ataque de "Pie de Palo" conmocionó de tal manera a toda la isla que de tal suceso datan las extraordinarias medidas de seguridad militar que se tomaron el año 1553
y siguientes.

Los primeros pormenores del. ataque de Francois Le Clerc a La Palma se conocieron en Santa Cruz de Tenerife en los días finales del mes de julio de 1553. En vista de ello el gobernador Miranda, en unión de los regidores Juan Bautista de Arguijo, y doctor Juan Fiesco, acordaron despachar con la mayor celeridad posible un aviso, al regente de la Audiencia (para que estuviesen prevenidos y dispuestos en la isla de Gran Canaria) y mantener la comunicación con La Palma por la vía de Tazacorte o de Punta Llana, con el fin de conocer los designios del invasor y tratar de socorrer en lo posible a la isla hermana.

El lunes 30 de julio de 1553 el Concejo y Regimiento de Tenerife se reunió en sesión para acordar lo más perentorio a la defensa y seguridad.

Dióse orden de trasladar a La Laguna la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Candelaria, ante el temor de que su iglesia fuese profanada; ordenóse también la detención y reclusión de los numerosos franceses avecindados en la isla, y, por último, dispúsose que todos los días bajasen al puerto de Santa Cruz "veinte hombres de pelea con sus armas, yendo por capitán de ellos un caballero... conforme a la lista que estaba hecha".
Inició la guardia el propio gobernador Miranda, y en día. sucesivos bajaron los demás capitanes de la ciudad de La Laguna.

En la sesión de 1 de agosto de dicho año los regidores volvieron a discutir en torno a la defensa de la isla, acordando, en vista de las medidas tomadas en Gran Canaria, nombrar por capitán general del ejército de Tenerife al propio gobernador, licenciado Juan de Miranda, haciéndose de paso nueva distribución de capitanías y cargos militares, como veremos en su momento oportuno. Dichos nombramientos fueron en parte ratificados y en parte rectificados en la sesión de 3 de agosto de 1553.

En días sucesivos el Cabildo de la isla permaneció casi reunido en sesión permanente, atento a acudir a la primera llamada de socorro.

Esta no se hizo mucho esperar, pues, como indicamos, Francois Le Clerc, finalizado el saqueo e incendio de Santa Cruz de La Palma, se dejó ver en aguas de Garachico, amenazando durante varios días con intentar el desembarco. En vista de la actitud hostíl de los franceses, el regidor don Pedro de Ponte, que allí residía en el momento indicado, escribió al Cabildo demandando el envío urgente de una compañía de milicias, y aun-que el Cabildo no accedió a desguarnecer la ciudad capital y el puerto., sí tuvo a bien ordenar a Hernando del Hoyo "capitán de El Realejo, para que se trasladase a Garachico, comisionando de paso a los regidores que en este puerto moraban para formar alistamiento general de hombres y armas, con objeto de atender debidamente a la defensa. El tiempo, sin embargo, no favoreció a los franceses, e imposibilitando el desembarco en Garachico, libró a la isla de las garras del feroz corsario.

En días sucesivos se fueron conociendo en Tenerife las enormes proporciones de la catástrofe de Santa Cruz de La Palma, acordando el Cabildo dar cuenta de todo ello al Rey, así como suplicar al monarca, ante la indefensión general de la isla y el peligro y amenaza constante que sufrían los puertos de Santa Cruz, Garachico y La Orotava por parte de los corsarios franceses, que pusiese remedio a tan angustiosa situación. El regidor Juan Benítez de las Cuevas fué designado mensajero en la corte con tal fin, y en las instrucciones se le recordaba como había de exponer al Rey la carencia de defensas y torres y la escasa eficacia y potencia de la artillería, suplicándole de paso el envío de arcabuces, picas, mosquetes, coseles y 50 quintales de pólvora.

Por su parte, la isla de La Palma, como la más afectada por la reciente invasión, fué la que puso el máximo interés y ánimo en restañar sus sangrantes heridas, improvisando de sus cenizas medios de defensa para hacer frente al eventual peligro.

La primera determinación de los palmeros fue aconsejar al licenciado Arguijo el hacer dejación del mando militar en la persona de Juan de Monteverde, que, elegido capitán general de la isla de La Palma por el Consejo y Regimiento, se ofreció, reconocido, a levantar a sus expensas una nueva fortaleza en el llano de La Caldereta.

En las primeras reuniones del Cabildo siguientes a la invasión se acor dó también reconstruir y dar remate a las fortificaciones en curso, por lo que, no contando la isla con rentas cuantiosas, fué considerado como lo más conveniente para todos solicitar de la Corona la concesión de la oportuna licencia para repartir entre los vecinos 3.000 ducados, cifra en que se evaluaban los gastos de las reparaciones y nuevas construcciones.

Con tal objeto se nombró por los palmeses su mensajero en la corte, llevando además como misión el conseguir para Monteverde la confirmación regia en el cargo de capitán general de la isla.

Mientras tales resoluciones se aguardaban, la isla atendió con sus propios medios a los más urgentes reparos, devolviendo a la torre de San Miguel su anterior fisonomía, añadiéndole además un amplio terraplén en su base con plazoleta empedrada, pretil y troneras para que pudiese jugar a un tiempo la artillería en ambas partes de la fortaleza.

De igual manera, se prosiguieron las obras del castillo de Santa Catalina, cuya construcción, iniciada en los primeros lustros del siglo XVI, había progresado tan lenta-
mente que apenas se podía considerar mediada.

Además adquirió la isla, para la torre de San Miguel, algunas piezas de artillería de hierro, se compraron armas para las milicias, se reorganizaron las capitanías y la isla recuperó en corto espacio de tiempo la eficiencia militar indispensable con que hacer frente a nuevos e inmediatos peligros. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

1553 Julio 31.
Como prueba de la alarma que se produjo en Las Palmas en 1553 con motivo de los periplos del corsario francés Lecler, “Pie de opalo” baste consignar que el Cabildo eclesiástico, temeroso de un ataque a la ciudad, había acordado en que todos los capitulares, capellanes y dependientes de la iglesia catedral acudiesen a la defensa con sus armas, en caso de peligro, al mando del deán corno capitán y el arcediano de Canaria como alférez.

El ataque de Santa Cruz de La Palma por la escuadra francesa, en julio de 1553, produjo honda impresión en todas las islas del Archipiélago canario.

Los horrores del terrible saqueo, en el que, al decir de testigos presénciales; "no fueron respetados ni ancianos ni niños", y el panorama de 1a ciudad, destrozada por el fuego, levantó el clamor general de todos los isleños, que unánimes pidieron al Emperador y al Príncipe la inmediata venida de una escuadra para proteger el Archipiélago contra los franceses. En este sentido escribieron, particularmente, el Cabildo de la isla y el capitán de las milicias y encargado de los negocios de la guerra, don Pedro Cerón.

Pero no era tan fácil distraer una flota para cubrir cada una de las provincias del inmenso Imperio español, ni, en el mejor de los casos, ésta podía organizarse y aprovisionarse para una larga navegación en corto espacio de días.

Así es que sus habitantes tuvieron que vivir durante largos y continuados meses en plena zozobra, sin saber' cada día qué suerte les deparaba el mañana. Alertas y en continuo sobre aviso, las milicias no descansaban en su tarea, procurando con la mayor disciplina entrenarse en el arte de la guerra para hacer frente al eventual enemigo.

Aquel año de 1553 todavía reservaba a las islas dos hechos de guerra más: la rendición, tras duro combate, de un galeón francés por don Diego de Bazán y el desembarco de Arinaga.

A mediados de octubre de 1553 una carabela grande francesa Se acercó, aprovechándose de la oscuridad de la noche, a la fortaleza del Puerto de la Luz con el mayor disimulo, tratando con engaño de ser tomado por navío de paz, con objeto de a la mañana siguiente atacar a varios barcos allí surtos.

La fortaleza, que estaba apercibida con mucha gente y buenos vigías, la distinguió al instante; pero sin alarmarse, creyéndola embarcación amiga, la saludó con un fuerte cañonazo. Mas cuál no sería el asombro del alcaide y de los defensores cuando la vieron huir precipitadamente, creyéndose atacada, procurando colocarse fuera del tiro de la misma. Se le disparó entonces repetidas veces, pero todo fue inútil, porque a la mañana siguiente se la vio a una legua de distancia del puerto, acechando a tres carabelas pesqueras procedentes de Berbería, a las que logró capturar después de tenaz persecución.

Coincidían estos hechos con el arribo a las islas del galeón de don Diego de Bazán, reparado en la isla de la Madera de las averías sufridas y en viaje por aquellas aguas en actividades de corso. Bazán tuvo en Santa Cruz de Tenerife conocimiento de estos hechos y al instante se dispuso a medir sus armas con el francés. Noticioso de que éste había marchado a hacer aguada a las playas de Adeje, se dirigió a su encuentro, hallándolo en las "calmas" entre Tenerife y Gran Canaria. El francés quedó sorprendido ante la impetuosidad del navío español, que, lanzándose vertiginoso al abordaje y disparando toda su artillería, lo acometió violentamente. La lucha duró una hora, terminando por rendirse el navío francés a don Diego de Bazán después de perder 30 hombres en el combate y capturando éste dos de las carabelas robadas, pues la tercera pudo huir en el fragor de la pelea. Bazán se dirigió entonces a Santa Cruz de La Palma, para desembarcar heridos y reparar averías, haciendo su entrada triunfal pocos días después. (En: A. Rumeu de Armas, 1991, nota a pie de página)


1553 Agosto 1.
100 habitantes de Garafía fueron los primeros en organizar la resistencia armada, para hacer frente al corsario “pie de palo” acaudillados por un tal Baltasar Martín, "hombre de singular hermosura y de ferviente celo religioso". Los garafianos avanzaron sobre la ciudad capital, viendo su escuadrón engrosado por momentos, hasta constituir un número respetable de combatientes.

Llegados a Santa Cruz trabaron combate con los franceses, a los que batieron y obligaron a reembarcar el 1 de agosto de 1553.

Por último, el bravo Baltasar Martín murió en un desgraciado accidente, de un ladrillazo que equivocadamente le dirigió un fraile al confundirlo con un francés.

Sin embargo, estos hechos, que tienen un profundo sabor legendario, no aparecen confirmados por la abundante documentación original e inédita que en el A. S. se conserva.

Parece, pues, lo más probable que la evacuación de los franceses fué voluntaria, aunque algo pudiera influir en ella el temer a la natural reacción de la isla, que podía movilizar un buen número de hombres armados y poner en grave aprieto a los invasores al mando de Sombre Vil (que es el nombre con que Casas bautiza a "Pie de Palo").

Se ha ocupado también de esta acción el erudito palmero don Juan E. Lorenzo en un artículo titulado Baltasar Martín, que fue publicado en el periódico "Fénix Palmense".

En nuestros días, una calle de Santa Cruz de La Palma rememora la hazaña del valiente garafiano, y la tradición popular conserva todavía un dicho que a Baltasar Martín se atribuye. Cuéntase que al verlo sus paisanos con asombro mal armado, tan dispuesto a combatir con 1os arcabuceros franceses, él los animaba asegurándoles la eficacia del golpe contundente frente a la bala, factible de ser sorteada: La bala -les decía- pasa; Pero el palo envasa. (Pedro de las Casas  Pestana: 1898)

1553 Agosto 19.
Carta del licenciado Miranda, gobernador colonial de las islas de Tenerife y La Palma, al Príncipe Felipe, El gobernador Miranda, queriendo encarecer su acción por la fuga de los prisioneros franceses, escribía al Príncipe  "y certifico a V. A. que de cuantos corsarios después aca han venido a estas islas ninguno ha venido que mas daño pudiera hacer que este Antonio Alfonso, que aquí fue muerto, que era natural de Portugal; hijo de Juan Alfonso que residía en Francia..." y  el dicho .Juan Alfonso es el que el año de 1544 en medio del dia entro en el puerto de las Isleño de Canaria estando toda la gente presente, y se llevó dos urcas y una carabela cargadas de azucares y mato mucha gente de la que dentro de ellas estaba, y como este Antonio Alfonso, su hijo, se había criado entre estas islas y los sabia todas muy bien, si viviera pudiera hacer muy gran daño."

Las noticias de la ulterior suerte de los evadidos la tuvo Manrique por un prisionero moro capturado en Berbería. (En: A. Rumeu de Armas, 1991, nota a pie de página)

1553 Septiembre 5.
El criollo Pedro de Ponte solicita la creación de casa-fuerte para defender sus posesiones de Adeje de otros piratas, especialmente de los franceses.

 Con tal fin Pedro de Ponte hizo una amplia información de testigos en la ciudad de La Laguna, entre los días 1 y 5 de septiembre de 1553, en la que declararon varios vecinos (Gaspar Soler, Diego Díaz, Germán Bueno, Gaspar Rios, Miguel de Mena, Hernán Gómez, Pedro Crespo y Pedro Muñoz) cómo habían desembarcado hacia tres meses los franceses en Adeje, llevandose consigo el ganado de la comarca y robado e incendiado en su término; que tales hechos se repetían con extraordinaria frecuencia, y que lo mismo cabía decir de los navíos extranjeros que arribaban por aquellos parajes con objeto de "tomar carne, agua i leña".

El gobernador de Tenerife, licenciado Miranda, así como los regidores Juan de Aguirre, Pedro de Trujillo, Fabián Viña, Juan Bautista de Arguijo y Hernán González, acordaron apoyar la solicitud de Ponte, y demandaron del Rey la correspondiente autorización para construir la fortaleza de Adeje.

Por último, Ponte redactó un largo "memorial" con idéntico fin y dio poder a Tristán Calvete para presentarlo todo en el Consejo de guerra. Dicho poder está otorgado, "en sus casas de morada" en San Pedro de Daute, el l0 de septiembre de 1553.( A. S.: Mar y Tierra. Año 1553, leg. 58-28.)

1553 Octubre.
Una carabela francesa se acercó al puerto de la Luz en Tamaránt (Gran Canaria) y tras intentar hacerse pasar por amigos, se hizo de nuevo a la mar donde capturó tres carabelas pequeñas procedentes de la costa del continente; marchó a las playas de Adeje (Tenerife) y apercibido D. Diego de Bazán se dirigió a su encuentro y tras una corta lucha se rindió el navío francés después de perder 30 hombres y capturó dos de las carabelas robadas pues la tercera pudo huir durante la pelea.

1553 Noviembre. Se presenta ante Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) una Flota Francesa de 34 navíos, siendo rechazados por las Fortalezas y Milicias locales. Al día siguiente logran desembarcar 1.300 hombres en Arinaga, al sur de la isla, y intentan avanzar hacia Winiwuada (Las Palmas) arrasando con todo lo que encuentran a su paso. La falta de agua y lo duro de la orografía los hace desistir cuando habían ya avanzado 3 leguas.

1553 Noviembre 21.

Se presentó ante Winiwuada n Tamaránt  (Las Palmas de Gran Canaria) una flota francesa compuesta de 26 navíos y 8 pataches, separándose del grueso de la escuadra 8 navíos y 2 pataches que tomaron rumbo a Tenerife, y el resto de la flota se dispuso al ataque, acudieron las Milicias a 

No hay comentarios:

Publicar un comentario