Momia
canari de Guayadeque en el Museo Canario. Aguayro.
PABLO GUEDES GONZÁLEZ.
En varios de nuestros artículos (los de la serie "Amurga, El Santuario Perdido") hemos hecho referencia al "cementerio" de los antiguos canarios que fue descubierto en los años 50 del pasado siglo cuando se comenzaron a roturar las tierras para el cultivo de tomates en los Altos de San Agustín, en lo que hoy se conoce como La Gloria.
La primera persona a la que
oíamos hablar de este tema fue Wenceslao Guedes Artíles, nieto de Ma´ Blas
Guedes, fallecido hace muchos años y pastor en toda esa zona de Amurga,
conocida como "La vuelta de la Montaña" (de las Tabaibas) donde los
Guedes pastoreaban su ganado, después de trasladarlo allí a fines del siglo
XIX. Recordamos todavía la figura de "Wenceslaito", como se le
conocía, un hombre muy alto para su época pues medía cerca de 1.90 m.
En fechas más recientes, oímos hablar del "cementerio" a Santiago Ortega Sánchez conocido por “Sosa” pastor en su juventud en la zona y sobrino de los pastores de La Gloria y de Juncalillo, los hermanos Jacinto y Antonio Ortega Ramírez respectivamente.
Según mi padre, Pablo Guedes, el topónimo de la La Gloría surge después de la roturación de estas tierras para el cultivo del tomate, cuando se establecieron los aparceros en las cuarterías. El motivo fue la benignidad del clima y la tranquilidad de la zona en contraste con los vientos típicos, unos kilómetros más al norte, por ello se conocieron estas cuarterías, que aún existen, como las de "La Gloria" y años más tarde después de abandonarse los cultivos de tomate, se le dio este nombre al Hotel "Gloria - Palace".
Otra
característica de estas tierras era su calidad para el cultivo, pues los
tomates cultivados aquí, eran los más valorados y que tenían mejor sabor de los
que llegaban al almacén de empaquetado de Juan Grande. Asimismo, el pasto de la
zona, según nos comentan los hijos de Jacinto Ortega que actualmente llevan la
explotación ganadera, es de los mejores y prueba de ello es el premio obtenido
por Quesos "La Gloria" en un Concurso Internacional en Birmingan,
Inglaterra.
En los años
50 el exportador Francisco Quintana, arrienda al condado estas tierras y las
rotura para el cultivo de tomates. A escasa distancia de donde se encuentran
las cuarterías y la actual explotación ganadera "La Gloria", junto al
Barranco del Toro y a no mucha distancia del Hotel Gloria Palace existía un
llano. En este llano fue donde se descubrieron los restos humanos y debido a
ello pasó a llamarse el "Llano del Cementerio", como se le conoce hoy
día.
Según
Santiago Ortega, "Sosa", al otro lado del Barranco del Toro, donde se
sitúan las ruinas de las antiguas cuarterías de "El Canario" (frente
al Hotel Beverly Park), se descubrieron más restos humanos que pertenecían a
los antiguos canarios, pasándose a llamar la zona de esta manera por dichos
restos.
SITUACIÓN ACTUAL DE LOS RESTOS.
Hemos hecho
una visita a la zona de la que mostramos las imágenes adjuntas. La mayor parte
de las tierras fueron roturadas y preparadas para el cultivo, pero una parte,
la que linda con el Barranco del Toro, no fue "despedregada" y
permanece virgen con algunos restos que nos llamaron la atención.
Creemos que
los terrenos en su época, en función de lo poco que queda virgen, debían estar
cubierto de piedras y lajas,de forma parecida a los "malpaises",
donde solían enterrar a sus muertos los antiguos canarios.
Según nuestros informantes, no se sabe lo que se hizo
con los restos humanos cuando aparecieron, aunque lo mas probable es que fueran
destruidos, como sucedió con un caso similar en Lomo Caserones (Aldea de San
Nicolas). Así, según nos relata Francisco Peinado:
"...
Los cultivos de tomateros en el Lomo terminaron de arruinar gran parte del
yacimiento arrasando casas y necrópolis, como ejemplo de esta época y según me
contó un señor de la zona,... se apilaron numerosos huesos humanos para
quemarlos y durante la cremación iba mermando la altura poco a poco..."(Lomo Caserones, de Casa a Cementerio.
Pintaderacanaria.blogspot.com)
Los restos que encontramos en nuestra visita, no sabemos
si ya existían en época aborigen o se corresponden con épocas posteriores, son
un muro de piedra seca, una pequeña construcción o estructura formando una
pared de piedra seca y lo que podría ser una cista por la disposición de las
lajas en el terreno, aunque todo esto con las lógicas reservas, puesto que debe
ser determinado por expertos.
Ni en la
Carta Arqueológica Municipal de San Bartolomé de Tirajana ni en la web:
www.patrinet.org, de difusión del Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran
Canaria figuran ninguna referencia al Cementerio ni a estos restos.
OTROS RESTOS CANARII.
Los restos arqueológicos más cercanos al “Llano del
Cementerio”, según la carta arqueológica municipal son tres "estructuras
de piedra seca de carácter cultual", un grabado rupestre y dos torretas o
mojones de piedra seca.
Según la hipótesis que habíamos establecido, en nuestros
artículos, estos mojones pudieron servir de delimitación de lo que debió ser el
"Santuario de Amurga", uno de los dos lugares sagrados de los
antiguos canarios, el otro era Tirma, lugares de peregrinación de culto y
santuario donde se refugiaban en tiempos de guerras (ver la serie de artículos
sobre este tema: AMURGA, EL SANTUARIO PERDIDO VI. AMAGRO, UMIAYA,
MONTAÑA DE LAS TABAIBAS).
Estos mojones de piedra seca rodean y señalan un territorio comprendido en Amurga desde el Barranco Hondo hasta el de Fataga, llegando hasta las estribaciones mas altas del macizo. La necrópolis que estamos dando a conocer, se situaría cercana a uno de estos mojones y en el interior del santuario.
También en las cercanías se encuentra la cueva de
"La Jumosa", nombre que antiguamente recibía la zona antes de ser
conocida por La Gloria, y donde se establecía el corral del ganado.
Creemos que en época aborigen debió desarrollar la misma
función.
En cuanto a otros restos humanos encontrados en esta
comarca, tenemos documentación de distintos hallazgos. Así, según René Vernau,
en su obra "Cinco años de estancia en las Islas Canarias" (1891):
"En la aldea de Juan Grande he encontrado una
cueva sepulcral que, aunque había sido desgraciadamente saqueada, me ha
permitido hacer una comprobación que creo interesante señalar. Todos los
cadáveres que contenía presentaban lesiones en los huesos. Eran tumores óseos
de diversa naturaleza, viejas fracturas consolidadas, artritis deformantes,
etc. Me encontraba en presencia de un verdadero cementerio de lisiados y esto
me condujo a preguntarme si los enfermos no serían objeto de alguna creencia
supersticiosa."(pág.80).
Sebastian Jiménez Sánchez (Embalsamamientos y
enterramientos de los “canarios” y “guanches”, pueblos aborígenes de las islas
canarias”, en Revista de Historia, VII, 55. 1941.pgs. 257-268) señala que en el
sur de Gran Canaria se encontraron momias con 12 y 16 pieles superpuestas, sin
citar su procedencia. Añade además el descubrimiento en Arguineguín de una
momia de dos metros de largo envuelta en numerosas pieles, así como otras
encontradas en Juan Grande. En estos dos lugares señala Jiménez que se
encontraban las momias de mayores dimensiones, apuntando que los hitos
relevantes a nivel de hallazgos de restos momificados incluían Arguineguin,
Juan Grande y Guayadeque, añadiendo Acusa-Tejeda. El mayor número de envolturas
en las momias indicaba mayor rango social del individuo.
De la misma forma, tenemos noticias de distintas momias
encontradas en Amurga, tanto por investigadores como por pastores.
Una de las momias a las que se refiere Sebastian Jiménez
puede que sea la que se encuentra en el Museo Canario, a la entrada de la sala
dedicada a la antropología física de los antiguos canarios (Planta Alta). La
momia fue encontrada en Arguineguín (El Pajar) y fue envuelta en 14 capas de
piel antes de su enterramiento.
Según
la información del Museo, es la momia que presenta mayor lujo en su ajuar
funerario y en el proceso de momificación de todas las encontradas, lo que
indica la categoría que debió tener el personaje. Las muestras radiológicas han
demostrado que el individuo murió a causa de fuertes traumatismos, compatibles
con una lucha por lo que se supone que los restos son de Artemi Semidán,
guanarteme de los canarios, aunque por otro lado los análisis demuestran que
era un individuo joven.
Según algunas fuentes, las huestes de Artemi Semidán rechazaron un intento de incursión a Arguineguín hacia 1405, protagonizado por tropas hispano-normandas al mando de Jean de Bethencourt. Esta victoria de los canarios sobre los europeos le valió a la isla conocida hasta entonces como Canaria por los castellanos (Tamarán, para los canarios), el sobrenombre de "Gran" con que es conocida hasta hoy día, por el valor demostrado por los canarios.
LAS NECRÓPOLIS DE ARTENARA Y MASPALOMAS.
No podíamos dejar de nombrar aquí las dos importantes necrópolis que se encuentran en los límites del Santuario de Amurga, que debieron ser auténticos centros de peregrinación y de ritos, como lo son los cementerios de hoy día. Estas eran la de Arteara y la de Maspalomas.
Según la wikipedia, la necrópolis de Arteara es el mayor cementerio de los aborígenes de Gran Canaria. Se encuentra junto al pueblo de Arteara, en la margen derecha del Barranco de Fataga. Consta de más de 809 enterramientos tumulares, construidos aprovechando las piedras que recubren la zona del mal país, rodeados en sus inicios por un muro de piedra seca, que hoy todavía se intuye en varios lados de todo el perímetro.
Los enterramientos, construidos en piedra seca, presentan una cista donde se coloca el cadáver a modo de caja mortuoria de piedra seca y una estructura superpuesta o torreón que la cubre. Dispuestos sin ninguna razón aparente en todo este enclave de mal país, con distintas configuraciones estructurales como por ejemplo: troncocónica, piramidal, circular, rectangular, etc.
En cuanto a la cronología, una datación obtenida en este
yacimiento ofrece la fecha del siglo V a. C., (2500 años de uso de este
cementerio aborigen).
La necrópolis de Maspalomas estaba constituida por más
de un centenar de sepulturas halladas en 1988 durante las obras de ampliación
de la Autopista Gran Canaria-1 que conforman el mejor repertorio de restos
óseos de los canarios prehispánicos. Los restos fueron trasladados a una nave
en Lomo Gordo, donde están depositados.
Según información que hemos recopilado de un artículo de
La Provincia, titulado "Aborígenes olvidados", se constata que
el paso del tiempo ha deteriorado algunos de los restos aborígenes almacenados
en la nave de Lomo Gordo en Maspalomas. Unos 160 bloques funerarios en los que
hay de uno a tres cadáveres que llevan desde 1988 esperando para ser analizados.
Las investigaciones realizadas en 50 esqueletos permiten
concluir que los restos funerarios tienen una antigüedad de unos 800 años y que
en el cementerio se respetaba la jerarquía del grupo. Estos aborígenes que
procedían del Norte de África fueron enterrados en fosas salvo tres que han
aparecido en un cajón. También se ha comprobado que los cadáveres eran
envueltos en fardos orgánicos o pieles de animales. Se da la circunstancia de
que han aparecido todos boca arriba a excepción de tres mujeres que se enterraron
boca abajo. Del total de osamentas hay tres que corresponden a niños.
Respecto a la estatura, parece que los hombres
alcanzaban de media 1,70 metros y las mujeres 1,60. Eran personas robustas, que
murieron entre los 45 ó 50 años debido a la edad y que sufrieron enfermedades
degenerativas en la columna y artrosis por la actividad que realizaban.
EL CULTO A LOS MUERTOS
DE LOS ANTIGUOS CANARIOS.
No queremos terminar el artículo sin hacer una
referencia a este punto, por la importancia que tenía para los canarios. Los
aborígenes creían en la existencia de vida espiritual después de la muerte y
por eso concedían tanta importancia a la sepultura de las personas fallecidas.
“ …juraban por Magec que es el sol … a el alma tenían
por inmortal hija de Magec, que padece afanes, congojas, angustias, sed y
hambre, y llévanles de comer a las sepulturas los maridos a las mugeres, y
ellas a ellos a los fantasmas llaman Magios o hijos de Magec.” (Marín (17??
(1694)
Existían dos tipos de enterramientos: uno en cuevas
donde generalmente el cuerpo era momificado y el otro en estructuras tumulares
donde el cuerpo era depositado en cistas, que se corresponde con las
necrópolis, como la que estamos tratando.
Como hicieron los antiguos egipcios, también los
aborígenes momificaban (mirlado) el cadáver, para algunos autores solamente los
de las personas más destacadas de la comunidad. Luego era depositado sobre
tablones o simples ramas en el interior de cuevas funerarias. A su alrededor
los familiares colocaban el ajuar que habría de acompañar al difunto en el más
allá: bastón, tabonas,amuletos, leche, un perro…
En los enterramientos tumulares, se tenía la idea de separar el cuerpo de la tierra para no contaminar el cadáver con el piso.
En los enterramientos tumulares, se tenía la idea de separar el cuerpo de la tierra para no contaminar el cadáver con el piso.
Vamos a hacer referencia a dos autores que nos
describen, uno en el s. XIX y otro en el s. XVII, diferentes enterramientos que
ellos pudieron observar. Para ello vamos a seguir a José Domingo Torres Plaza y
a Pablo Atoche Peña en su artículo "La momificación en la Protohistoria de Gran
Canaria: una revisión historiográfica"
Gregorio Chil y Naranjo , fundador de El Museo Canario
señala a finales del s. XIX que posiblemente los cuerpos de los enterramientos
en túmulo no fueran embalsamados, pero sí quizás tratados con algún tipo de
semillas con cualidades astringentes que retrasaran la putrefacción del
cadáver. Esta afirmación fue emitida desde la propia observación, ya que en
1876 exploró los túmulos de la Isleta y examinó varios que contenían gran
cantidad de semillas de "Ilex angustifolia", denominada popularmente
leñabuena. Al principio especuló con que quizás esas semillas pudieron haber
sido introducidas en el abdomen de los difuntos, pero al observar que aquellas
no se acumulaban en un solo sitio sino alrededor del cadáver, acabó por pensar
que se trataban de semillas aromáticas destinadas a preservar los cadáveres de
las inclemencias atmosféricas.
En
un articulo titulado "Los antiguos habitantes de las Isleta" (1882,
322-324), publicado en la revista El Museo Canario, afirmaba categóricamente
que nunca se habían hallado restos momificados en aquella zona tumular, ya que
“...sus habitantes se contentaban con depositar a alrededor del cuerpo, que estaba envuelto en una tela grosera, algunas semillas aromáticas. De esto depende en parte que los restos que se hallan en esos túmulos estén más alterados que los de las cuevas sepulcrales, aunque la razón principal de esa descomposición completa sea sin duda el modo de enterramiento adoptado, puesto que los cuerpos quedaban expuestos a las influencias atmosféricas …” (Verneau, 1996 [1882], 322).
“...sus habitantes se contentaban con depositar a alrededor del cuerpo, que estaba envuelto en una tela grosera, algunas semillas aromáticas. De esto depende en parte que los restos que se hallan en esos túmulos estén más alterados que los de las cuevas sepulcrales, aunque la razón principal de esa descomposición completa sea sin duda el modo de enterramiento adoptado, puesto que los cuerpos quedaban expuestos a las influencias atmosféricas …” (Verneau, 1996 [1882], 322).
Pedro Agustín del Castillo Ruiz de Vergara en su libro Descripción histórica y geográfica de la Isla de Canaria ([1686-1737]), introduce algunos apuntes acerca del rito del mirlado en los aborígenes de Gran Canaria. En cuanto a la deposición de los cadáveres, asegura que los ponían en cuevas inaccesibles reservadas para tales rituales o en túmulos, tres de los cuales tiene la oportunidad de observar en el año 1703 durante el transcurso de unas obras realizadas en el cerro de Santa Catalina en las que participó como delineante. Al contrario que lo expresado por Chil y Naranjo estos cuerpos en túmulos, si estaban momificados.
El autor concluye realizando el siguiente comentario respecto a la conservación y delicadeza de estos cuerpos momificados:
“Habiendo pasado más de 250 años de la conquista hasta hoy, se encuentran de estos cuerpos enteros con pelo y barba los hombres, y las mujeres con sus pelos rubios, distinguiéndose
por sus aspectos su poca o mucha edad, y al menos los esqueletos, sin faltarles parte alguna,hasta que les tocan con alguna o palo, que al instante cae todo convertido en ceniza” .
BIBLIOGRAFÍA
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VERNAU, René (1981): Cinco años de estancia en las Islas Canarias. Editorial JADL. 1ª edición en francés en 1891.
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