1999 abril 29.
ESTOY
convaleciente de una reciente enfermedad que, afortunadamente, no revistió
gravedad, pero la fiebre y la falta de costumbre me descolocaron un tanto.
Y en esos días de ponerte
nuevamente a punto, en que no tienes ganas de nada, que combinas lectura con
radio o con tele —las ganas de diálogo también eran pocas—, oí una entrevista a
un personaje suramericano, no recuerdo si político, artista o qué. Y pese a
haberlo oído a otros personajes en otras ocasiones, me llamó la atención el
cariño, el respeto y el énfasis que ponía al hablar de «la madre patria» al
referirse a España.
Por el contrario, en un periódico
local aparecía un escrito de un «nacionalista canario» destilando odio,
resentimiento, separatismo, desprecio, hacia los «explotadores de la
metrópoli».
Parece como si hasta ahora aquí
no hayamos vivido canarios, amantes de su tierra, sus gentes y sus costumbres,
sino pobres esclavos, incapaces de pensar, alienados por el gobierno tiránico
de la «p... España» (como tristemente podemos ver en tantas pintadas en la Isla ), sometidos bajo la bota
del «godo» (pintada muy común en los contenedores de basura), y que sólo ahora
ha emergido el «canario salvador» de su patria guanche, el arzallus canario.
¡Y hay que ver, madre, las
paridas que se escriben! ¡Hasta tenemos petróleo en Fuerteventura!
Y no acierto a explicarme cómo
por parte de quien corresponda —por mucha libertad de Prensa que se quiera— no
se ha centrado a esta nueva ola y dado su tirón de orejas (quizá ¡o mal de
males! por temor a perder posibles votos o que te tachen de «anticanario»).
Y es que lo que no es de recibo
es ir envenenando las mentes, en especial de la gente ingenua, de la gente
joven o del resentido. Es un delito fomentar el odio, el racismo, la xenofobia.
Y me da el aroma que el amor a la patria guanche se queda en amor a conseguir
un poder, una poltrona y la correspondiente chupadera.
Todos los escritos van en la
misma línea destructiva, aquí nada se ha hecho por Canarias, sólo chupar,
desangrar, explotar. Y mira por dónde, quieren incorporarme a los magrebíes (a
quienes respeto), y colocarme una chilaba. Honestamente, creo que no se -le
está dando la importancia que tiene.
En una orquestada campaña se
viene fomentando el malestar principalmente entre nuestros parados —en su
mayoría jóvenes— en contra del godo y del foráneo que les está quitando el
puesto de trabajo, cuando lo que hay que decir a nuestros jóvenes es que o se
dejan de ir de boncho un día sí y al otro también, y se dedican a tomar ejemplo
de «nuestras» jóvenes (que vienen pisando que agüita) o no se extrañen que
quien está mejor preparado les pise el puesto.
Y esto hay que decirlo, aunque
duela, aunque no sea popular. Como también hay que denunciar esta orquestada
campaña, ya que de forma totalmente suicida se está jugando con el pan de miles
de canarios y españoles.
Nuestra primerísima fuente
económica es el turismo y estamos permitiendo que un grupúsculo fanático pueda
llevar al traste la labor de decenas de años de trabajo.
No soy un canario vendido, amo mi
tierra como el primero, la cordialidad de mis paisanos, su cocina, sus caldos,
sus cantos, sus paisajes, el trabajo de cada uno de nosotros. Soy y me siento
canario y a mucha honra de serlo. Y me siento y soy español y amo a la «madre
patria».
Y prefiero construir comunidad
antes que fomentar separatismo, fomentar la solidaridad y no la tiranía,
trabajar por un mundo mejor y no ser sembrador de discordias, evitar el critiqueo
prefiriendo aportar soluciones, quedar en el anonimato antes de perseguir el
personalismo.
Y que el día de mañana, en lugar
de una lápida en la que diga «aquí yace un gran personaje», me contentaría con
que alguien pensase «fue una buena persona y amaba a su tierra».»
S. Domingo en: E Día 29 de abril de 1999.
(Archivo personal de Eduardo García Rodríguez)
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