Remitido por Francisco Javier González
El New York Times publica los nombres de los grandes defraudadores españoles
LA BANCA, EL FRAUDE FISCAL Y EL NEW YORK TIMES
(articulo de Vicenç Navarro).
El New York Times ha ido publicando una serie de artículos sobre
Emilio Botín, presentado por tal rotativo como el banquero más
influyente de España, y Presidente del Banco Santander, que tienen
inversiones financieras de gran peso en Brasil, en Gran Bretaña y en
Estados Unidos, además de en España. En EE.UU. el Banco Santander es
propietario de Sovereign Bank.
Lo que le interesa al rotativo estadounidense no es, sin embargo, el
comportamiento bancario del Santander, sino el de su Presidente y el
de su familia, así como su enorme influencia política y mediática en
España. Un indicador de esto último es que ninguno de los cinco
rotativos más importantes del país ha citado o hecho comentarios sobre
esta serie de artículos en el diario más influyente de EE.UU. y uno de
los más influyentes del mundo. Es de suponer que si se escribieran
artículos semejantes, por ejemplo, sobre el expresidente Zapatero,
tales reportajes serían noticia. No así en el caso Emilio Botín.
Una discusión importante de tales artículos es el ocultamiento por
parte de Emilio Botín y de su familia de unas cuentas secretas
establecidas desde la Guerra Civil en la banca suiza HSBC. Por lo
visto, en las cuentas de tal banco había 2.000 millones de euros que
nunca se habían declarado a las autoridades tributarias del Estado
español. Pero, un empleado de tal banco suizo, despechado por el
maltrato recibido por tal banco, decidió publicar los nombres de las
personas que depositaban su dinero en dicha banca suiza, sin nunca
declararlo en sus propios países. Entre ellos había nada menos que 569
españoles, incluyendo a Emilio Botín y su familia, con grandes nombres
de la vida política y empresarial (entre ellos, por cierto, el padre
del President de la Generalitat, el Sr. Artur Mas; José María Aznar;
Dolores Cospedal;
Rodrigo Rato; Narcís Serra; Eduardo Zaplana; Miguel Boyer; José
Folgado; Carlos Solchaga; Josep Piqué; Rafael Arias-Salgado; Pío
Cabanillas; Isabel Tocino; Jordi Sevilla; Josu Jon Imaz; José María
Michavila; Juan Miguel Villar Mir; Anna Birulés; Abel Matutes; Julián
García Vargas; Ángel Acebes; Eduardo Serra; Marcelino Oreja...).
Según el New York Times, esta práctica es muy común entre las grandes
familias, las grandes empresas y la gran banca. El fraude fiscal en
estos sectores es enorme. Según la propia Agencia Tributaria española,
el 74% del fraude fiscal se centra en estos grupos, con un total de
44.000 millones de euros que el Estado español (incluido el central y
los autonómicos) no ingresa. Esta cantidad, por cierto, casi alcanza
la cifra del déficit de gasto público social de España respecto la
media de la UE-15
(66.000 millones de euros), es decir, el gasto que España debería
gastarse en su Estado del Bienestar (sanidad, educación, escuelas de
infancia, servicios a personas con dependencia, y otros) por el nivel
de desarrollo económico que tiene y que no se gasta porque el Estado
no recoge tales fondos. Y una de las causas de que no se recojan es
precisamente el fraude fiscal realizado por estos colectivos citados
en el New York Times. El resultado de su influencia es que el Estado
no se atreve a recogerlos. En realidad, la gran mayoría de
investigaciones de fraude fiscal de la Agencia Tributaria se centra en
los autónomos y profesionales liberales, cuyo fraude fiscal representa
-según los técnicos de la Agencia Tributaria del Estado español- sólo
el 8% del fraude fiscal total.
Es también conocida la intervención de autoridades públicas para
proteger al Sr. Emilio Botín de las pesquisas de la propia Agencia
Tributaria. El caso más conocido es la gestión realizada por la
exVicepresidenta del Gobierno español, la Sra. De la Vega, para
interrumpir una de tales investigaciones. Pero el Sr. Botín no es el
único. Como señala el New York Times, hace dos años, César Alierta,
presidente de Telefónica, que estaba siendo investigado, dejó de
estarlo. Como escribe el New York Times con cierta ironía, "el
Tribunal desistió de continuar estudiando el caso porque, según el
juez, ya había pasado demasiado tiempo entre el momento de los hechos
y su presentación al tribunal". Una medida que juega a favor de los
fraudulentos es la ineficacia del Estado así como su temor a realizar
la investigación. Fue nada menos que el Presidente del Gobierno
español, el Sr. José Mª Aznar, que en un momento de franqueza admitió
que "los ricos no pagan impuestos en España".
Tal tolerancia por parte del Estado con el fraude fiscal de los
súperricos se justifica con el argumento de que, aún cuando no pagan
impuestos, las consecuencias de ello son limitadas porque son pocos.
El Presidente de la Generalitat de Catalunya, el Sr. Artur Mas, ha
indicado que la subida de impuestos de los ricos y súper ricos tiene
más un valor testimonial que práctico, pues su número es escaso. La
solidez de tal argumento, sin embargo, es nula. En realidad, alcanza
niveles de frivolidad. Ignora la enorme concentración de las rentas y
de la propiedad existente en España (y en Catalunya), uno de los
países donde las desigualdades sociales son mayores y el impacto
redistributivo del Estado es menor. Los 44.000 millones de euros al
año que no se recaudan de los súper ricos por parte del Estado
hubieran evitado los enormes recortes de gasto público social que el
Estado español está hoy realizando.
Pero otra observación que hace el New York Times sobre el fraude
fiscal y la banca es el silencio que existe en los medios de
información sobre tal fraude fiscal. Tal rotativo cita a Salvador
Arancibia, un periodista de temas financieros en Madrid, que trabajó
para el Banco Santander, que señala como causas de este silencio el
hecho de que el Banco Santander gasta mucho dinero en anuncios
comerciales, siendo la banca uno de los sectores más importantes en la
financiación de los medios, no sólo comprando espacio de anuncios
comerciales, sino también proveyendo créditos -aclara el Sr. Salvador
Arancibia- "...medidas de enorme importancia en un momento como el
actual, donde los medios están en una situación financiera muy
delicada". De ahí que tenga que agradecer al diario que se atreva a
publicarlo, porque hoy, artículos como los que publica el New York
Times y el mío propio, no tienen fácil publicación en nuestro país. Es
lo que llaman "libertad de prensa".
Vicenç Navarro, Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad
Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy (The Johns Hopkins
University).
(articulo de Vicenç Navarro).
El New York Times ha ido publicando una serie de artículos sobre
Emilio Botín, presentado por tal rotativo como el banquero más
influyente de España, y Presidente del Banco Santander, que tienen
inversiones financieras de gran peso en Brasil, en Gran Bretaña y en
Estados Unidos, además de en España. En EE.UU. el Banco Santander es
propietario de Sovereign Bank.
Lo que le interesa al rotativo estadounidense no es, sin embargo, el
comportamiento bancario del Santander, sino el de su Presidente y el
de su familia, así como su enorme influencia política y mediática en
España. Un indicador de esto último es que ninguno de los cinco
rotativos más importantes del país ha citado o hecho comentarios sobre
esta serie de artículos en el diario más influyente de EE.UU. y uno de
los más influyentes del mundo. Es de suponer que si se escribieran
artículos semejantes, por ejemplo, sobre el expresidente Zapatero,
tales reportajes serían noticia. No así en el caso Emilio Botín.
Una discusión importante de tales artículos es el ocultamiento por
parte de Emilio Botín y de su familia de unas cuentas secretas
establecidas desde la Guerra Civil en la banca suiza HSBC. Por lo
visto, en las cuentas de tal banco había 2.000 millones de euros que
nunca se habían declarado a las autoridades tributarias del Estado
español. Pero, un empleado de tal banco suizo, despechado por el
maltrato recibido por tal banco, decidió publicar los nombres de las
personas que depositaban su dinero en dicha banca suiza, sin nunca
declararlo en sus propios países. Entre ellos había nada menos que 569
españoles, incluyendo a Emilio Botín y su familia, con grandes nombres
de la vida política y empresarial (entre ellos, por cierto, el padre
del President de la Generalitat, el Sr. Artur Mas; José María Aznar;
Dolores Cospedal;
Rodrigo Rato; Narcís Serra; Eduardo Zaplana; Miguel Boyer; José
Folgado; Carlos Solchaga; Josep Piqué; Rafael Arias-Salgado; Pío
Cabanillas; Isabel Tocino; Jordi Sevilla; Josu Jon Imaz; José María
Michavila; Juan Miguel Villar Mir; Anna Birulés; Abel Matutes; Julián
García Vargas; Ángel Acebes; Eduardo Serra; Marcelino Oreja...).
Según el New York Times, esta práctica es muy común entre las grandes
familias, las grandes empresas y la gran banca. El fraude fiscal en
estos sectores es enorme. Según la propia Agencia Tributaria española,
el 74% del fraude fiscal se centra en estos grupos, con un total de
44.000 millones de euros que el Estado español (incluido el central y
los autonómicos) no ingresa. Esta cantidad, por cierto, casi alcanza
la cifra del déficit de gasto público social de España respecto la
media de la UE-15
(66.000 millones de euros), es decir, el gasto que España debería
gastarse en su Estado del Bienestar (sanidad, educación, escuelas de
infancia, servicios a personas con dependencia, y otros) por el nivel
de desarrollo económico que tiene y que no se gasta porque el Estado
no recoge tales fondos. Y una de las causas de que no se recojan es
precisamente el fraude fiscal realizado por estos colectivos citados
en el New York Times. El resultado de su influencia es que el Estado
no se atreve a recogerlos. En realidad, la gran mayoría de
investigaciones de fraude fiscal de la Agencia Tributaria se centra en
los autónomos y profesionales liberales, cuyo fraude fiscal representa
-según los técnicos de la Agencia Tributaria del Estado español- sólo
el 8% del fraude fiscal total.
Es también conocida la intervención de autoridades públicas para
proteger al Sr. Emilio Botín de las pesquisas de la propia Agencia
Tributaria. El caso más conocido es la gestión realizada por la
exVicepresidenta del Gobierno español, la Sra. De la Vega, para
interrumpir una de tales investigaciones. Pero el Sr. Botín no es el
único. Como señala el New York Times, hace dos años, César Alierta,
presidente de Telefónica, que estaba siendo investigado, dejó de
estarlo. Como escribe el New York Times con cierta ironía, "el
Tribunal desistió de continuar estudiando el caso porque, según el
juez, ya había pasado demasiado tiempo entre el momento de los hechos
y su presentación al tribunal". Una medida que juega a favor de los
fraudulentos es la ineficacia del Estado así como su temor a realizar
la investigación. Fue nada menos que el Presidente del Gobierno
español, el Sr. José Mª Aznar, que en un momento de franqueza admitió
que "los ricos no pagan impuestos en España".
Tal tolerancia por parte del Estado con el fraude fiscal de los
súperricos se justifica con el argumento de que, aún cuando no pagan
impuestos, las consecuencias de ello son limitadas porque son pocos.
El Presidente de la Generalitat de Catalunya, el Sr. Artur Mas, ha
indicado que la subida de impuestos de los ricos y súper ricos tiene
más un valor testimonial que práctico, pues su número es escaso. La
solidez de tal argumento, sin embargo, es nula. En realidad, alcanza
niveles de frivolidad. Ignora la enorme concentración de las rentas y
de la propiedad existente en España (y en Catalunya), uno de los
países donde las desigualdades sociales son mayores y el impacto
redistributivo del Estado es menor. Los 44.000 millones de euros al
año que no se recaudan de los súper ricos por parte del Estado
hubieran evitado los enormes recortes de gasto público social que el
Estado español está hoy realizando.
Pero otra observación que hace el New York Times sobre el fraude
fiscal y la banca es el silencio que existe en los medios de
información sobre tal fraude fiscal. Tal rotativo cita a Salvador
Arancibia, un periodista de temas financieros en Madrid, que trabajó
para el Banco Santander, que señala como causas de este silencio el
hecho de que el Banco Santander gasta mucho dinero en anuncios
comerciales, siendo la banca uno de los sectores más importantes en la
financiación de los medios, no sólo comprando espacio de anuncios
comerciales, sino también proveyendo créditos -aclara el Sr. Salvador
Arancibia- "...medidas de enorme importancia en un momento como el
actual, donde los medios están en una situación financiera muy
delicada". De ahí que tenga que agradecer al diario que se atreva a
publicarlo, porque hoy, artículos como los que publica el New York
Times y el mío propio, no tienen fácil publicación en nuestro país. Es
lo que llaman "libertad de prensa".
Vicenç Navarro, Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad
Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy (The Johns Hopkins
University).
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