lunes, 1 de junio de 2015

ARCHIVO PERSONAL DE EDUARDO PEDRO GARCÍA RODRÍGUEZ-XLIII




1998 noviembre 22.

INFANCIA Y PERSONALIDAD CANARIA


CON motivo de un curso en el cual me encuentro inmerso en estos momentos, he redescubierto que no siempre es el profesor el que nos enseña: mucho o buena parte de lo que es necesario aprender lo absorbemos de las cosas que nos rodean; y, sobre todo, de las personas con las que compartimos trabajo y estudio. En este curso aprendo todos los días de mis propios compañeros porque el método educativo que ha decidido explorar nuestra inestimable profesora y a la vez compañera, es el de la continua interrelación de ideas. Nuestras dinámicas de grupo, además, me sirven para ahorrarme el psicólogo; ya que me permiten desahogarme en un clima de perfecta armonía, respeto y tolerancia.

En este marco es donde me he encontrado con la exposición, por parte de una compañera, de un trabajo muy interesante titulado «Infancia y personalidad canaria». El trabajo, estructurado en tres apartados, comienza con el planteamiento de las bases teóricas generales sobre el sistema específico de la investigación, para continuar con los datos más significativos de las diversas investigaciones empíricas desarrolladas, para acabar con la propuesta de las líneas de continuidad para la introducción de la perspectiva psicocultural de la escuela.

Partiendo del respeto absoluto por las ideas, y por lo que los demás puedan opinar sobre la sociedad y sobre el comportamiento de una población que desarrolla sus propias personalidades dentro de un determinado contexto socio cultural que les marca y diferencia de otros colectivos, considero que el estudio al que me refiero en este artículo, a mi parecer, parte de una premisa equivocada —al menos que yo no haya comprendido la intención oculta de dicho estudio—, ya que la pregunta: ¿somos los canarios diferentes a los peninsulares en cuanto a la forma de auto percibirnos?, me parece errónea Para comenzar, es errónea la pro pía pregunta al intentar compa rar cosas —en este caso personas— completamente dispares ¿Qué peninsular? ¿El extremeño ¿El andaluz? ¿El vasco? ¿El murciano?... Pretender una homogeneidad del peninsular para realizar un estudio de estas características es no conocer la personalidad ni la realidad de lo diferentes colectivos humano que conviven en las Comunidad que habitan en la Península. Un andaluz se parece a un catalán y viceversa como un japonés a un filipino. Por otra parte,  lo que se pretende es resaltar el hecho de que, en líneas genérale: los niños y niñas canarios posee una autoestima negativa, un infravaloración personal, agresividad social, unos comportamientos inadecuados con relación a la escuela; tal vez, influenciado .o ello por unos estilos educativos paternos y maternos de tipo restrictivos; podría que fuera cierto sólo en el contexto en que se fuera una valoración hiperreal lo que nos rodea que, dicho de paso, se encontraría en consonancia con la auténtica realidad cotidiana; resumiendo: diría ; la sociedad canaria se ve a sí misma mucho peor de lo que :n realidad; debido, fundamente, a un punto de vista avocado de nuestras propias perspectivas; y a una infravaloración de nuestro potencial; todo  obligado, en todo caso, al tender estar todos los días más pendientes de lo que dirán los demás de nosotros mismos, cuando lo que deberíamos es de ir pendientes de nuestros propios problemas y, en todo caso, cómo resolverlos. Formamos una sociedad en calma, tolerante, acogedora. Constituimos una comunidad que se está esforzando por unir con inteligencia, laboriosidad y esfuerzo, lo que la naturaleza por una parte y los que pretenden nuestro errar por otro, se empeñan en separar. Somos lo que somos independientemente de lo que sean o dejen de ser los demás. Debemos defender nuestra propia identidad sin necesidad de compararla con ninguna otra; sin buscarles mayores justificaciones que, por otra parte, a nada conducen; sin contraposiciones, sin necesidad de estar todo el día pensando qué se ha de hacer blandiendo nuestras ideas desplegadas en un mástil clavado, a ser posible, en el hígado de algún contrario.

Todo nuestro futuro está aquí, ahora, en nuestras propias manos. El futuro depende, básicamente, de la formación y de los caminos que construyamos para nuestros hijos. Lo demás, son ganas de llorar por algo que fue y que no es, pero que pudo haber sido.

Pablo Paz, en El Día domingo 22 de noviembre de 1998.
(Archivo personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)



No hay comentarios:

Publicar un comentario