miércoles, 24 de junio de 2015

EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA




UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1521-1530
CAPITULO VI-XXII-III



Eduardo Pedro García Rodríguez

Viene de la entrega anterior

3.    Extracciones en  Montaña Roja

Otro enfrentamiento judicial de  la familia Civerio-Guerra con Luís  de  Armas surgió a  raíz del  intento de  sacar las  aguas sobrantes en  la  «sierra  que  dizen de  la  Montaña  Roja». Catalina Guerra, en  nombre la  familia, acudió al  gobernador Sosa para evitarlo, pero la  sentencia de  éste, como en  los  otros casos, fue favorable a  la  extracción del  agua, lo  que   obligó a  quienes se sentían perjudicados a  apelar a  la  Audiencia de  Granada, que- dando, al  parecer, suspendido el  efecto de  la  sentencia del  gobernador.

Según se  deduce de  la  petición ante el Consejo, en  aquellos momentos no  sólo  actúan en  nombre propio los  herederos de Juan Ciberio, sino también en  el de  otros vecinos. La  acusación pormenorizaba que   Luís   de  Armas había tomado el  agua que iba  por  los  canales que  ellos  habían construido para sus  heredamientos y por  tanto los  vecinos se veían perjudicados, porque si  las  aguas que  tenía el  citado Luís  de  Armas eran tasadas en las  «cabezadas de las madres» los  heredamientos se quedaban sin riego y además los  molinos e ingenios se  quedaban sin  agua.

Aquí  se  plantea otro aspecto del  litigio que  ya  no  es  exclusivamente la  apropiación de  las  aguas sobrantes, perdidas y des- aprovechadas, ni  siquiera la desviación del  agua de  las  acequias, sino una  situación nueva que   generó importantes  enfrentamientos en  el momento de  determinar a  quién correspondía la propiedad de  las  aguas y dónde se  establecía y a  qué  nivel  del caudal desde los  propios nacientes.
Pasado el tiempo y como la  apelación no  se  tramitaba, Luís de  Armas defendió que  la competencia para solventar estos litigios  no  era  de  la  Audiencia de  Granada sino del  Consejo Real, con  base en  «haberse amañado la merced real que  de dicha agua tenía  y ser asunto tocante a la reformación y ennoblecimiento de la isla»,  y por  tanto de  su  competencia. El  Consejo decidió asumir el  litigio y citó  a  las  partes contendientes a  presentarse en la  Corte para finalizarlo97.

4.    Caudales del  barranco del  Aumastel conducidos al heredamiento de Firgas

Dado que  Luís  de  Armas era  propietario de  las  aguas recuperadas, tenía la  facultad de  venderlas, lo  que   hizo en  alguna ocasión. Fueron compradores del  agua que  le  pertenecía en  el barranco del  Aumastel, en  la  localidad de  Firgas, el  licenciado Nicolás Rodríguez, que  había sido  alcalde con  Lope de  Sosa y con  quien había tenido tratos con  anterioridad por  el agua del barranco de  Las  Palmas, y el  maestre Leonardo de  Montalvo. En  dicho barranco había ochenta y dos  suertes de  tierra a  las que  se les  habían adjudicado siete azadas de  agua. Rodríguez y Montalvo mejoraron la acequia y lograron que  el caudal aumentase, lo  que   fue  aprovechado por   los  otros propietarios para aumentar el riego, lo que  por  los  primeros fue  entendido como una usurpación del  agua tanto de  su  propiedad como de  la Corona, por  lo que  acudieron al Consejo Real, que  ordenó al gobernador que  hiciera justicia a las  partes98.

5.    Extracciones en  Gamonal

Ya  mencionamos que   en  febrero de  1515 99   se  emitió una orden a  las  justicias de  Gran Canaria para que  diesen cumplimiento de  justicia a  Luís  de  Armas, que  había presentado una demanda para que  no  se  hicieran nuevos repartimientos sin  tener   en  cuenta el  agua sobrante perteneciente a  la  Corona  y consiguientemente una parte de  ella  a él mismo. En  esta nueva orden encontramos un  nuevo elemento o  mejor una precisión de  lo  que  eran sus  pertenencias: la  tercera parte de  las  correspondientes a la Corona por  estar sin  repartir, perderse sin  aprovechamiento o estar en  demasía en  algunos heredamientos. Sin embargo parece que  la  posesión no  le  fue  dada por  el  juez  de residencia Bricianos, tal  como se deduce de  la reclamación presentada100. La  intervención regia fue  a  petición de  los  vecinos que  se quejaban porque Bricianos, que  era  juez  de  comisión, remitió el  pleito al  Consejo y ellos  se  vieron perjudicados, y que por  ser «mucho numero de personas e averles  quitado las  aguas con  que molian sus  molinos de  pan,  devian ser  ante  todas cosas restituidos  en  su  posesyon que  tenian dellas,  e que  la otra  parte  contraria  criava sus   cañaverales e  gozava de  la  dicha agua   syn   tener tytulo»101  .

En  este  mismo año ya Luis  de  Armas era  regidor de  Tenerife y como solución el  Consejo Real   ordenó la  intervención en  el litigio al  licenciado Valcárcel o a  quien fuese alcalde mayor de Tenerife y La  Palma.

6.    Concesión de  un manantial en  el heredamiento de Arucas

El  gobernador  Lope de  Sosa, como ya  señalamos, también se  aprovechó personalmente  de  las  aguas perdidas, como se observa cuando puso en  conocimiento del  Consejo Real  que

«en  el heredamiento de Arucas se haze  un manantial de agua  que se  dize   el  Juncal,  y  que   algunos  veranos  se  seca   y  está   sin agua,   y  hasta agora  no  se  ha  aprovechado ninguna  de  la  dicha agua,  e se pierde,  y que  haziendose alli  una alverca  creeys  (Sosa) que   aprovecharía  para  poderse  regar  dos   o  tres  cavallerias  de tierras», solicitando se le concediera su  propiedad. El  Consejo «por  fazer merçed», accedió a lo solicitado y otorgó la  propiedad al  gobernador102.

7.    Autos de varios propietarios del barranco de  Las  Palmas

Ya  hicimos mención de  la  intención de  Luís   de  Armas de aprovechar agua del  barranco que  desembocaba en  Las  Palmas. Se  han conservado unos breves autos, de  marzo de  1514, realizados por  varios vecinos de  la ciudad en  los  que  se manifestaba que  Armas no  había hecho obra alguna en  la  acequia que  llevaba el  agua, por  lo  que  no  debía tener derecho alguno sobre la  misma. El  representante de  los  vecinos, Cristóbal de  la  Puebla,  protestó por  el  riego de  otras heredades con  agua que  se- gún  ellos  no  les  correspondía:

«...no les da  mas de la que  nuevamente sacare  y aprovechare que me  la  muestren  porque yo  no  lo  se  ni  veo  quel  dicho Luis de Armas la ovyese  sacado y aprovechado, que  el agua  con  que  agora  riegan  es  de  los  del  barranco y  mia y  de  las  dichas mis  partes,  porque les pido  e requiero tantas e quantas de derecho puedo y  devo  que  no  se  entremetan a  tomarnos la  dicha agua,  y  si  las quisieren  regar,  las  rieguen  con   la  quel   dicho Luys de  Armas ovyere  sacado nuevamente».

Los  que  se  sentían perjudicados por  el  aprovechamiento de las  aguas manifestaban que   la  concesión a  Luís   de  Armas se refería exclusivamente a la  que  pudiese él mismo sacar y aprovechar y, en  este  caso concreto, no  lo  había hecho, por  lo  que carecía de  derecho alguno. La  protesta en  sí tenía como objeto dejar clara su  oposición a  cualquier maniobra que  Luís  de  Armas u  otra  persona  pudiese pretender  realizar sobre esas aguas103.

No  se arredró Luís  de  Armas en  este  asunto, y cuando el juez de  residencia Sebastián de  Bricianos sustituyó a Lope de  Sosa, volvió   a  la  carga. Sabemos que   Armas presentó  sus  cartas de merced a  Bricianos el  24  de  mayo de  1514, respondiendo  éste que   las  acataba formalmente, y que   ordenaría su  publicación. El  12  de  junio Armas presentó al  juez  un  escrito de  queja por  no  haberse formalizado dicha publicación, al  tiempo que  expli- caba el  caso del  barranco de  Las  Palmas:

«que  por  quanto en  el barranco del  agua  que  venya a las  heredades  de  esta  çibdad avia  mucha cantidad de  agua  demasyada de la  que  pertenecian  a  los  tales  herederos..., porque  la  verdad  es que  la  çibdad no  tiene   alli  alguna agua   mas de  servirse de  las açequias que  por  ella  pasan para  regar  las  heredades, las  quales açequias continuamente  va  por  ella  a  regar  las  dichas heredades e ninguna persona tiene  derecho a  la  dicha agua  salvo   las  heredades   que  por  ella  se  an  de  regar...».

Como los  dueños de  las  heredades eran muchas personas, pedía que  se les  notificaran las  cartas por  pregón para que  presentasen sus  títulos y en  función de  ellos  tasar el  agua que  les correspondía.

La  notificación se  hizo finalmente y los  vecinos se  presenta- ron alegando que  la tasación no  se debía hacer hasta el mes de agosto, época de  menor caudal, y que  sólo  a  partir de  ese  momento se  debían establecer los  sobrantes. Con  este  pretexto no se hizo la tasación, y el asunto se dilató al manifestar Bricianos que  este  asunto estaba relacionado con  el pleito que  estaba en- tablado por  la desviación de  agua a Tasautejo, que  se encontraba  en  el Consejo Real, por  lo que  hasta que  no  finalizara aquel litigio, el  juez  no  realizaría la  tasación pedida. A pesar de  los continuos escritos presentados al  juez   de  residencia, Luís   de Armas no  obtuvo sino largas a su  petición, y así  el 6 de  diciembre  de  1514  se expidió copia de  lo actuado, a petición de  Armas, para que  éste  la  presentase ante el Consejo Real104.

8.    Extracciones en  el Barranco de  las  Canales

Ya  vimos como uno de  los  adjudicatarios de  los  dos  tercios del  agua perteneciente a  la  Corona fue  el  consejero real  licenciado Ortuño Ibáñez de  Aguirre. En  este  caso le fueron asignadas  veintiocho suertes de  regadío con  sus  aguas en  el Barranco  de  las  Canales, cerca de  Las  Palmas. Según se  desprende de unos autos de  1525, el escribano del  concejo grancanario Juan de  Aríñez actuó en  la  Isla  en  representación de  Aguirre. Ariñez presentó la merced del  consejero real  a Lope de  Sosa, que  adju- dicó una parte de  las  tierras en  Tasautejo y otra en  el barranco de  los  Nueve, tomando el escribano posesión de  las  mismas en nombre del  beneficiario.

Poco tiempo después, el 5 de  noviembre de  1514, Ibáñez de Aguirre se  las  vendió al  escribano del  concejo Juan de  Ariñez, actuando en  su  nombre como apoderados Bartolomé López de Tribaldos, maestreescuela  y  provisor eclesiástico y  Fernando Altamirano. El  precio ascendió a dos  mil  ducados de  buen oro  e justo peso, más veinte arrobas de  azúcar blanco lealdado puestas  en  la  ciudad de  Sevilla105.

El  conflicto se  inició en  1525. En  ese  año se  abrió un  expediente en  el cabildo catedral de  Las  Palmas, en  el que  el chantre  e  inquisidor Martín Ximénez se  hacía eco  de  unos hechos que  afectaban directamente a  la  comunidad eclesiástica:

«A  mi noticia es  venido que  el dicho señor  governador e con los   susodichos  (otros  regidores  y  vecinos)  e  ante   el  dicho escrivano (Aríñez) ...fueron a  faser  çiertas   esperiençias e marcas en  el barranco que  dizen de  las  canales, sacando el agua  del  dicho  barranco para  la dar  e adjudicar al dicho Juan de Ariñez por aguas perdidas».

Juan de  Aríñez actuaba  como titular  de  los  derechos que antes pertenecían a  la  Corona y que  él  había comprado.

La  razón del  inicio de  este  expediente era  que  la  Iglesia tenía  muchos heredamientos regados con  esta agua. A pesar de que  se  requirió a las  autoridades civiles para que  no  sacaran el agua de  dicho barranco, argumentando que  la  del  barranco de las  Canales salía de  en  medio de  «los  dichos dos  ríos  del  Pino Santo y del  Gamonal y une  su  cauce al de  los  otros», todos los cuales eran indispensables para el abastecimiento de  la  ciudad y por  ello  su  caudal no  se debía desviar. Para los  eclesiásticos el agua del  «río  de  las  Canales» fue  dada a  los  vecinos de  la  ciudad desde los  primeros momentos de  la conquista, y si se quitaba  no  habría agua para las  moliendas, pilares y abrevaderos, ni otras servidumbres públicas. Se  hizo información de  testigos de lo  antedicho que  corroboraron dicha afirmación.

Dado que   no  consiguieron nada del  por   entonces gobernador  Diego de  Herrera, resolvieron, como era  costumbre, dirigirse  al  Consejo Real. Para apoyar su  pretensión, el  6 de  diciembre   de  1525, el  escribano Cristóbal de  San Clemente expedía copia del  contrato de  venta a requerimiento de  los  representantes  del  cabildo Catedral para llevarlo a la  Corte, donde se  mantendría el pleito con  Ariñez106.

V.    CASUÍSTICA  EN   TENERIFE  Y  LA  PALMA

Si en  Gran Canaria la  concesión regia de  las  aguas perdidas generó numerosos conflictos, otro tanto acaeció en  las  concesiones de  Tenerife y La  Palma107. Como ya  dijimos, el 29  de  diciembre de  1514   Luís   de  Armas presentó  al  Adelantado y  al Regimiento su  carta de  merced, comenzando un  expediente administrativo que  se  ha  conservado hasta nuestros días.

El  9 de  enero de  1514  se  inició el expediente con  la  comparecencia de  Luis  de  Armas y el señalamiento, en  uso  de  la merced  real, de  las  aguas de  Abona y otra agua cerca de  la  «madre de  la  acequia  y  tomadero»  por   donde  viene el  agua  a  los heredamientos y vecinos de  La  Orotava, donde se dice  hay  mucha agua no  aprovechada, como posible objeto de  actuación para recuperarlas. Este primer señalamiento trajo consigo que el día  30  de  enero ante el licenciado Cristóbal Lebrón, teniente de  gobernador, comparecieron para oponerse, «en  cuanto a  los  sobrantes del  agua   de  La  Orotava, Bartolomé Benítez,  Rafael Fonte  y  Andrés Suárez  Gallinato,  regidores y Alonso Velázquez en  nombre de  Pedro  de  Lugo  y  se  oponen por- que  dicen  pertenecerles las  tierras   y  aguas del  término»108.

Continuó el  expediente con   el  interrogatorio que   presentó Luís   de  Armas ante el  teniente de  gobernador, y en  el  mismo refiere que  las  aguas no  aprovechadas en  Tenerife eran: la  que se  dice  de  Tenije en  el termino de  Abona, por  otro nombre lla- mada del  río  de  los  Abades; el  agua del  río  de  Abona; el  agua de  Fonchas, o Afonchas según otras versiones, en  el término de Adexe;  el río  de  Adexe;  el agua de  Tauso; la de  Tagra, ambas en el término de  Adexe;  la  de  Mascan en  el de  Daute; la  que  nace o salía junto al lomo de  Tihaygan, en  el de  Icoden; y la no  aprovechada de  la  madre de  la  acequia que   viene a  La  Orotava,  donde puede haber de  8 a  10  azadas de  agua109; la  azadilla que  dicen de  Pero Gil 110 y otros manantiales que  alli  se  pueden juntar.

Los  testigos que  depusieron respecto a las  aguas de  Tenerife fueron:  Alonso Pérez Navarrete,  que   testificó recordando  los años en  que   vivió  en  La  Orotava, cuando se  repartían cuatro azadas de  agua, las  cuales no  llegaban completas porque se perdían en  el  camino, ya  que  había distancia de  una legua desde donde se tomaba hasta las  heredades, y también porque la acequia necesitaba adobarse y muchos propietarios, sobre todo los miembros del  Consejo Real  beneficiados con  mercedes, no  residían en  la  Isla  y no  pagaban para sus  arreglos.

Otros testigos fueron Pedro Yanes, criador de  ganado desde hacia cinco años, y Gregorio Tabordo que  conocía la  Isla  desde hacía quince. Ambos declararon sobre las  aguas de  La  Orotava en  términos análogos al  anterior.

La  oligarquía local tinerfeña  no  vio  con   buenos ojos   estas mercedes concedidas a  Luís   de  Armas como se  deduce de  la protesta realizada por  los  derechos del  agua del  menceyato de Abona111, así  como por   las  aguas de  La  Orotava ya  mencio- nadas.

En  el mismo expediente se incluyeron las  aguas perdidas en la  isla  de  La  Palma, tanto las  de  Tazacorte, donde podía haber quince azadas, como las  de  Cuparono. Para esta Isla   Armas presentó como testigo a Hernando de  León, canario y vecino de Tenerife, conquistador  de  Tenerife y  de  La  Palma, y  a  Antón Gutiérrez Calderón, vecino de  La  Palma desde hacia ocho años, donde desempeñó el oficio de  escribano público al menos hacía seis  años, habiendo acudido por  entonces en  razón de  su  oficio a  certificar con   un   maestro de  sacar agua las  cantidades de agua existentes112. Este último testigo afirmó que  cuando los  financieros alemanes Welzer compraron el ingenio de  la  vertiente  oeste de  la  Isla, propiedad del  teniente de  gobernador Juan de  Lugo113, los  factores dijeron, especialmente Juan Augusto, que había de  gastarse más de  4.000 ducados en  la  saca de  la  demasía  del  agua.

En  el caso de  las  aguas de  La  Palma, quedan insertas en  un conflicto más amplio que  enfrentó a  los  dueños de  las  haciendas  de  Argual y Tazacorte con  el Concejo insular por  la  propiedad de  los  nacientes de  la  Caldera de  Taburiente114.
Al igual que  había sucedido en  Gran Canaria, Luís  de  Armas en  las  islas de  Tenerife y La  Palma tuvo algunos problemas relativos a  la  merced regia de  aprovechamiento de  las  aguas sobrantes, pues en  1515115 tenemos constancia de  una orden real para que  den cumplimiento de  justicia a Luís  de  Armas que  se había quejado porque «algunas personas destruyen las  acequias que  ha  construido en  virtud de una carta  y sobrecarta de merced dada  por su  majestad», orden que  se reitera pocos días después116, lo que  es  un  síntoma evidente de  conflictividad.

Los  litigios por   la  merced regia de  las  aguas perdidas en Tenerife y La Palma afectaron sobre todo a los  herederos de  Luís de  Armas por   su  temprana muerte. Su  hermano, Juan de  Ar- mas, contó en  principio con  la  protección de  los  sucesivos go- bernadores y también de  los  monarcas en  defensa de  las  concesiones recibidas117, aunque  poco a  poco fue  abandonando  la actividad, dada la  oposición de  que  era  objeto.

En   los  conflictivos momentos  antes  de  la  partida del  rey Carlos a la  elección como emperador en  abril de  1520, los  consejeros reales Zapata, Ibáñez de  Aguirre y Lope de  Conchillos, que   habían sido   beneficiarios de  la  parte de  las  aguas que   se reservó la Corona en  la merced de  las  aguas perdidas a Luís  de Armas, obtuvieron una nueva donación regia, a  partes iguales, de  todas las  tierras que  se pudiesen regar con  los  dos  tercios del agua perteneciente a la  Corona y el agua propiamente dicha en las  islas de  Tenerife y La  Palma, lo que  habría sido  una merced fabulosa si  se  hubiera tomado efectivamente posesión de  ella, algo  que  no  ocurrió por  el levantamiento comunero que  se pro- dujo en  Castilla a la  salida del  Rey118.


VI.    CONCLUSIONES

La  concesión a Luís  de  Armas es  el primer ejemplo, del  que hasta ahora tenemos constancia documental, en  las  islas de realengo en  que  se  concede el agua como bien principal, separado de  la  tierra y, podemos afirmar que  Luís  de  Armas fue  el iniciador de  este  negocio que  ha  llegado a  ser  uno de  los  más lucrativos de  las  islas, que  se vieron rápidamente truncados por su  temprana muerte.

La  merced regia de  las  aguas perdidas, desaprovechas y sobrantes en  Gran Canaria, Tenerife y La  Palma a Luís  de  Armas, generó desde los  momentos iniciales de  la  concesión una serie de  conflictos que  se solventarían tras la muerte del  beneficiario, la  cual se  produjo como consecuencia de  los  mismos.

El  caso de  Luís  de  Armas es paradigmático de  cómo se puede  manipular a  una persona en  función de  determinados intereses. Detrás de  la  concesión de  la  merced se  encuentra el afán enriquecedor de  determinadas personas del  ámbito dirigente político isleño, como Lope de  Sosa, y cortesano, como los  consejeros y secretarios reales beneficiarios de  tierras, que  no  tardaron en  venderlas. Una  vez hubo finalizado el negocio, Luís  de Armas no  fue  respaldado de  una manera tan fuerte como al principio y se  vio  a  merced de  la  oposición de  las  oligarquías locales, ya  con  bastante fuerza para retardar o  impedir su  trabajo. Aunque mantuvo el apoyo de  la  Corona, los  oficiales des- tacados en  el  Archipiélago dieron largas continuas a  la  aplicación de  sus  derechos, que  a  nadie salvo  a  Armas beneficiaban. Con  la  muerte de  Luís  de  Armas cesó  la  conflictividad a  nivel local, aunque se  mantuvieran  algunos pleitos en  la  Corte. Su hermano, Juan de  Armas, da  la impresión de  no  haberse implicado tan a fondo en  el tema como Luís, y resultado de  ello  fue el  paulatino abandono de  la  recuperación de  estas aguas, de forma que  pocos años después, ya no  hay  noticias de  que  siguiera ejercitando los  derechos  derivados de  la  conflictiva merced  real.

Al ser  el agua el elemento fundamental del  progreso económico y social, no  podemos sorprendernos del  constante esfuerzo y preocupación de  los  hombres de  todos los  tiempos por  conseguir una óptima utilización del  potencial hidráulico, y mucho más en  un  territorio donde este  recurso vital  era  escaso, pues los  deseos de  privatización del  agua y, con  posterioridad, el convertirla en  objeto de  compraventa le otorga un  carácter especial. La  privatización de  las  aguas ocasionó importantes  conflictos pues convertía a  sus  propietarios en  una elite  de  poder económico, que   con   el  paso del  tiempo ostentarán el  monopolio  y dominarán el  Concejo, serán los  señores del  agua.
(Ana  Viña   Brito  Mariano Gambin  García)

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Notas:

1   QUIRANTES GONZÁLEZ (1981),  p.  95.
2   Las  condiciones generales impuestas a  los  titulares de  repartimientos eran, entre otras, la  obligatoriedad de  una residencia no  inferior a  cinco años, con   casa poblada. Cit.  AZNAR  VALLEJO   (1996), p.  284.
3  Sirva como ejemplo el caso de  La  Laguna citado por RODRÍGUEZ YANES
(1997), pp.  639  y ss.  Para La  Palma, véase VIÑA  BRITO (1998), pp.  121  y ss.
4   Provisión de  26  de  julio de  1501, Granada.  En   CULLÉN  DEL   CASTILLO
(1995), p.153.

5   Con   posterioridad a  la  realización de  la  obra, el  Concejo comenzó a vender a  censo parte de  las  citadas  aguas como sucedió, por ejemplo, en
1527   a  Cristóbal  Venegas. Cit.   BENÍTEZ  PADILLA   (1992). Años   después, el escribano Juan de  Aríñez comprará  parte de  esas aguas para destinarla a regar sus  tierras.
6   Provisión de  4  de  febrero de  1480, Toledo. Cit.  CULLÉN  DEL   CASTILLO
(1995), p.  109.
7   Provisión de  12  de  octubre de  1492, Zaragoza.  ÍDEM, p.117.
8   Provisión de  20  de  febrero de  1495, Madrid.  ÍDEM, p.131.
9   Archivo  General de  Simancas  (AGS), Registro General del  Sello  (RGS),
24  de  febrero de  1498,  Alcalá de  Henares.
10   AGS, RGS, 5  de  noviembre de  1496, Burgos, para Tenerife. El  15  del mismo mes y  año para La  Palma.
11    Los   cuatro  modelos  han  sido propuestos  por  FERNÁNDEZ ARMESTO
(1997), p.  163.
12    AGS, RGS, 24  de  febrero de  1502, Sevilla.
13   RONQUILLO RUBIO  y AZNAR  VALLEJO   (1998), p.  34.
14    25  de  agosto de  1506. Cit.  SERRA  RÁFOLS   (1978), Data núm.  551   y
FERNÁNDEZ ARMESTO (1997),  p.  173.
15    SERRA   RÁFOLS    (1978),  p.   164.   La   concesión  está  datada  en   el año 1508.
16   Las  dulas eran los  turnos de  agua, nocturnos y  diurnos, con   que   se regaban las  tierras.
17   FERNÁNDEZ ARMESTO (1997),  p.  163.
18   Fernández Armesto ve  precedentes en  algunas actuaciones del  gober- nador Lope Sánchez de  Valenzuela, de  quien dice  que  «formó una empresa para la  explotación de  las  aguas perdidas y estuvo involucrado en  el  desvío del  agua desde uno de  los  ingenios de  la  familia Riberol». Consultando los documentos en  que   se  basa dicho autor, no  llegamos a  esa   conclusión,  ya que  de  ellos  se  infiere que  el  desvío se  produjo para su  uso   personal, y no para  empresa alguna. También discrepamos cuando manifiesta que   «Luis de  Armas se  asoció con  Sánchez de  Valenzuela para la  explotación y apro- vechamiento de  las   aguas, en   la  que   intervino  también  Lope de  Sosa  y Nicolás Rodríguez, quien  figura en  la  documentación  como alcalde y  en ocasiones como regidor de  Gran Canaria», ya  que  en  ningún momento apa- rece esa   asociación entre  Valenzuela, que   siempre iba   por libre, y  los  de- más. Al  respecto,  FERNÁNDEZ ARMESTO (1997),  p.  173   y  ss.  Sobre Lope Sánchez de  Valenzuela, véase GAMBÍN   GARCÍA  (2002).
19    AGS, RGS, 14  de  abril de  1511, Sevilla.
20    AGS, RGS, 7  de  junio de  1513, Valladolid.
21    FRC,   XIII,   235.
22   AZNAR  VALLEJO   (1992), p.  317.
23    AGS, RGS, 5  de  junio de  1512, Burgos.
24    El  expediente se  conserva en   el  Archivo Municipal  de  La  Laguna (AMLL).   Comienza el  mismo con   el  testimonio de  la  carta  real, y  en  la misma se  le reservaba el derecho a no  entregarla, sino a presentarla para su copia. AMLL.  Libro III  de  Datas por testimonio, fols.   102  y  ss.  Publicada en  extracto  por SERRA RÁFOLS   y DE  LA  ROSA  OLIVERA   (1996), pp.  235  y ss.

25   Continúa así  el  texto de  la  provisión real: «e que  algunas de las  dichas aguas en  la  reformacion que  hicieron el  Lope  de  Sosa e  el  licenciado  Zarate en  esas  dichas islas  adjudicaron algunas o muchas dellas  a los  heredamientos donde las  dichas aguas caian o  se  podian aprovechar e  a  muchas otras   personas, e sin  les quitar a tales  heredamientos e personas e a quien se adjudica ron  las  dichas aguas lo  que  de  mucho les  pertenece que  deben haber...podia sacar   e  aprovechar  e  juntar de  las  dichas aguas mucha  cantidad e  cantidades  para  que  se  pudiera regar  e aprovechar mas heredamientos de  las  dichas islas».
26   VIÑA  BRITO  y  BELLO  LEÓN   (1993), p.  573.
27   ABREU   GALINDO   (1977), p.  111.
28   DE   LA  ROSA  OLIVERA   (1960), p.  206.
29   Más   información en  AZNAR  VALLEJO   (1990).
30   En  una información de  1505, Juan de  Armas manifestaba  lo  siguiente  respecto a  este   episodio: «e  me   dieron los  pendones reales  por  la  reina doña Juana, nuestra señora, e  me  compusieron como a  rey,  vestido con   ropas  de  seda  negra  y  escudo de  las  armas reales  de  la  dicha reina...». Un  testigo  relataba asimismo: «e  traia  de  continuo, como rey  de  armas, un escudo de  armas de  plata». DE   LA  ROSA   OLIVERA   (1960), pp.   216-217.

31   RUMEU  DE  ARMAS  (1996), pp.  365  y  ss.
32    Para  más  detalles acerca de  los   gobernadores  de  Canarias,  véase
GAMBÍN   GARCÍA  (2006).
33    AGS, RGS, 29  de  febrero de  1504, Medina del  Campo.
34   AGS, RGS, 9  de  mayo de  1504, Medina del  Campo.
35    AGS, Contaduría Mayor, 1ª  época, leg.  171  (sin   foliar), donde se  especifica, de  cara a los  honorarios devengados por el cargo, la  fecha de  toma de  posesión del  mismo.
36   SERRA  RÁFOLS   (1978), p.  257.   Existe otra carta de  nombramiento de Sosa como reformador, que  debe ser  una reiteración, ya  que  en  ella  se  hace constar que   Zárate había sido llamado a  la  Corte, y  que   Sosa debía cumplir   con   las  mismas instrucciones que   le  habían sido dadas al  reformador cesado. AGS, RGS, 18  de  febrero de  1508, Burgos.
37   AGS, RGS, 5  de  noviembre de  1507, Burgos.
38   AGS, RGS, 4  de  marzo de  1508, Burgos.
39   AGS, RGS, 7  de  junio de  1511, Sevilla. Los  regidores electos fueron Juan  Ortiz de  Zárate, Martín de  Vera,  Diego de  Zurita, Simón Luzardo, Diego de  Vera   y  Pedro de  Jaén.
40   AGS, RGS, 9  de  abril de  1510, Hita.
41    AGS, RGS, 14  de  noviembre de  1510, Sevilla.
42   AGS, RGS, 30  de  octubre de  1510, Madrid. Este documento ha sido hallado  recientemente.  Véase FUENTES REBOLLO (2002), p.  267.
43    AGS, RGS, 4  de  junio de  1513, Valladolid.
44    AGS, RGS,  dos   cartas de  4  de  octubre de  1511. En   la  primera se confirma como regidores a  Martín de  Vera   y  Juan Ortiz de  Zárate, únicos que   repetían de  la  elección del  año anterior, y  a  Fernando de  Bivas (debe ser   Cristóbal  Bivas),  Luis  Cerón,  Diego  Cabrera,  Pedro  de   Góngora, Hernando de  Aguayo, Juan de  Narváez y Cristóbal de  Serpa. En  la  segunda carta se  confirma el  cargo a  García de  Llerena.
45    AGS, RGS, 15  de  abril de  1511, Sevilla.
46    AGS, RGS,  dos   provisiones de  15  de  abril de  1511, otra  de  24  de abril, y  la  siguiente de  26  de  abril de  dicho año.
47   AGS, RGS, 8  de  mayo de  1511. Este documento ha sido hallado recientemente y  nos   ha sido facilitado por cortesía de  la  investigadora  vallisoletana Isabel Fuentes Rebollo.
48    AGS, RGS, 8  de  noviembre de  1511, Burgos.

49    Lope de  Sosa aparece  el  31  de  diciembre de  1511   en  reunión del cabildo de  la  Isla  recibiendo la  solicitud de  un vecino de  que   se  le  otorgara en  repartimiento un solar, lo  que   se  aceptó el  cinco de  enero de  1512. Cit.  RONQUILLO RUBIO  y AZNAR  VALLEJO   (1998), doc. 140,  Pedro de  la  Parra (f. 115), p.  209.
50   Una   medida que   se  repetirá en  lo  sucesivo, contando  con   el  aval   de la  Corona para  «ennoblecer la  isla».
Continúa en la entrega siguiente


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