sábado, 5 de julio de 2014

LA REFLEXION FINAL QUE NOS ATREVEMS A EXPONER






La reflexión final que nos atrevemos a exponer es que, a la vista del abundante registro arqueológico, antropológico y lingüístico, junto al avance en el conocimiento de la prehistoria y la historia norteafricana y, sobre todo, los contundentes resultados de las investigaciones en biología molecular que están saliendo a la luz en los últimos años, es indudable la relación genética de los canarios con los pueblos norteafricanos amazighes.

El hecho de haber vivido separados durante milenios, al haber cruzado el mar y poblar las islas unos, y los otros soportado invasiones, conquistas y colonizaciones - que más tarde sufrirían los insulares - por parte de otros pueblos no africanos, no ha borrado las huellas del origen común.

Los pueblos invasores influyeron culturalmente en los que no se refugiaron en las montañas o en el desierto, pero el flujo genético fue escaso hasta la llegada al continente desde Oriente de los musulmanes Beni-Hilal en el siglo XI, que, aunque no influyeron de manera contundente en el pool genético, si contribuyeron decisivamente a la arabización e islamización del Maghreb. En las islas fueron los ibéricos los que siguieron el mismo guión aunque desde distintas ópticas culturales y religiosas. Estos españolizaron y cristianizaron a la fuerza a los canarios, pero como hemos visto, tampoco alteraron en gran medida la genética insular.

De manera que, a pesar de todos estos avatares, los canarios y los norteafricanos continentales seguimos conservando las características étnicas básicas que nos identifican con una raíz común, que se remonta muchos milenios atrás, cuando unos invasores - curiosamente también venidos de Oriente hace casi 10.000 años, posiblemente a consecuencia del cambio climático postglacial - arrinconaron y sometieron en gran parte a los autóctonos de ese momento.

(Francisco García-Talavera). (Publicado por Maria Gomes Díaz, en 2014)

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