martes, 10 de septiembre de 2013

Los restos arqueológicos de la Montaña de Amadores (Gran Canaria)





La cueva del municipio de Mogán en la que se encontraron los restos es una oquedad natural de unos cuatro metros cuadrados en la que recibieron sepultura al menos seis individuos: dos adultos y cuatro niños con edades comprendidas entre un mes y los dos o cuatro años.

Los esqueletos encontrados no estaban completos, algo que muy probablemente se debe a alteraciones que han afectado a la zona desde hace años, ya que, hasta la década de los años ochenta del siglo XX, incluso había viviendas en las proximidades.

Los restos óseos mejor conservados corresponden a una mujer de entre 40 y 50 años, que fue depositada en primer lugar completamente extendida sobre el suelo, previamente acondicionado mediante la regularización del soporte rocoso.

El cuerpo estaba protegido con una mortaja elaborada con juntos, con un tejido envolvente formado por tres capas idénticas superpuestas que se hacían coincidir perfectamente, y fijadas alrededor del cadáver con tiras, también de juncos, ha indicado Alberto.

Al menos dos de los niños se introdujeron en la cueva después de que la mujer fuese enterrada, en enterramientos sucesivos, lo que refuerza la tesis de que sirvió como enclave funerario colectivo durante un dilatado período de tiempo, y aunque no ha podido precisarse cuánto, el análisis con Carbono 14 de muestras de hueso y tejido ha revelado que la sepultura podría ser de principios del siglo XI d.C.

En el enclave funerario no se encontró ningún tipo de ajuar y se desconoce si los cuerpos pertenecen a personas con vínculos de parentesco, aunque se supone que sí, dada la cercanía de los cadáveres, según esta arqueóloga del equipo que ha investigado el yacimiento por encargo del Cabildo de Gran Canaria.

Como dato curioso, en los huesos de la mujer se aprecian patologías asociadas a la edad y a la actividad, como artrosis en la columna debido probablemente al sobreesfuerzo o una enfermedad degenerativa en una mano, ha resaltado la arqueóloga.

La forma en que murieron las personas enterradas se ignora, pues no hay lesiones en algún hueso que lo pudieran indicar.

Además de su antigüedad, un rasgo singular del yacimiento es que es de los pocos recintos mortuorios en los que el número de niños es mayor que el de adultos, lo que podría influir en las teorías sobre la selección de los individuos que se incorporaban a los espacios funerarios, según los expertos.

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