domingo, 22 de septiembre de 2013

CAPÍTULO XXXII –V




EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1711-1720 

CAPÍTULO XXXII –V  





Eduardo Pedro García Rodríguez

1711.
Fallece el guanche don Aparicio González “natural” vecino del pago del Valle del Ahijadero (Valle de San Lorenzo

Nació en Vilaflor. Siguió la carrera militar y en 1657 ya disfrutaba del empleo de alférez de Milicias. En 1665 ya había ascendido a Capitán, empleo en el que permaneció hasta su muerte.

Como hemos dicho en el texto, contrajo matrimonio con doña Margarita de Llarena, hija del capitán don Juan Delgado y de doña Margarita de Llarena, vecinos de Tijoco, quien fue dotada por sus padres en 1635 ante el escribano de Chasna don Andrés Hernández Pinto. Una vez viudo, celebró segundas nupcias en Vilaflor en 1644 con doña María García, hija del alférez don Lucas Rodríguez y de doña Lucía Dornínguez, vecinos de la amplia jurisdicción chasnera. Fueron vecinos del "pago del Valle del Ahijadero". Fue uno de los testigos que intervinieron en 1700 en el proceso de beatificación del Hermano Pedro. En 1692 otorgó testamento ante don Pedro Alonso Betancourt y en 1706 hizo codicilo simple ante testigos. Murió de repente en Vilaflor en 1711 y fue enterrado en el convento agustino de dicha localidad. Dejó asimismo varias misas perpetuas: de las tierras del "cercado de arriba donde dicen Chimaca " se debían pagar en cada año, "para siempre jamás ", tres reales de limosna de "una misa rezada año de gracias" en el convento de San Agustín, con responso sobre su sepultura, y debía ser en el año de su fallecimiento. Asimismo, en el sitio, casas y tierra impusieron don Aparicio y su esposa las misas rezadas de luz, dejando por cada una 3 reales; una a Ntra. Sra. Del Carmen, que debía pagar su hija doña María García, esposa de don Juan Bello Domínguez, aplicada por doña María García, esposa del testador; y otra a Ntra. Sra. del Rosario, que debía pagar doña Ana de Morales, mujer de don Antonio García, a la que dejó dicho sitio y terreno, aplicada por don Aparicio. Fueron sus hijos: El alférez don Alonso González de Morales (?-1729), que murió soltero en el Valle de San Lorenzo; el también alférez don Salvador González de Morales, que casó en 1705 con doña Luisa García; doña María García, casada con don Juan Bello Domínguez; doña Ana de Morales, esposa de don Antonio García; y doña Águeda de Morales, que casó con el capitán don  Gil Gómez de Morales, de Arico, alcalde de dicho pueblo y familiar del Santo Oficio.
1711. Se crea la ayuda de parroquia de La Oliva para que sus habitantes puedan cumplir con sus obligaciones religiosas impuestas por la secta católica. En la descripción de las islas que hace el ingeniero Torriani a finales del siglo XVI, en el mapa de Fuerteventura que inserta, sitúa al Norte La Oliva, así como el puerto del Tostón, y la cala de Corralejo.
1711. Eguerew n Chinech ( La Laguna-Tenerife). Se intenta exportar granos en año de extrema necesidad.
1712. El volcán El Charco Cubrió la costa suroccidental de la isla de Benahuare (La Palma) y llegó hasta el mar, sobre una de las mayores propiedades agrícolas de la isla (de la que tomó el nombre). La mayor parte de sus coladas forman hoy parte del Paisaje Protegido de Tamanca, aunque buena parte del terreno sepultado fue vuelto a recuperar para su uso como zona de cultivos. Se calcula que llegó a tener unas 14 bocas.
1712 Abril 8.
Entre cuantas religiones monásticas aprobadas han intentado establecerse en la cokinia de  Canarias, ninguna manifestaba a la verdad mejores títulos ni prometía mayores ventajas que la de los religiosos betlemitas, que con tan justa celebridad florece en nuestra América española. Todos saben que el venerable hermano Pedro de San José Betancourt, fundador de esta orden, nació en el lugar de Chasna o Vilaflor de Tenerife, en el año de 1619; que fueron sus padres Amador de Betancourt y Ana García; y que, habiendo pasado a Indias en 1650, echó los primeros fundamentos a su instituto de hospitalidad y enseñanza de las primeras letras, en Guatemala, año de 1655, donde murió doce años después, a 25 de abril de 1667, a los 48 años de su edad, con tanta opinión de santidad, que, habiendo declarado la silla apostólica en grado heroico sus virtudes, se trata ahora de su beatificación. Había aprobado su instituto Clemente X, en 1674, y lo confirmó Inocencio XI, a 26 de marzo de 1687, prescribiéndole la regla de San Agustín.

Así pues, una orden tan célebre, fundada por un patriarca canario, y que tiene por ejercicio peculiar la enseñanza de los niños y el cuidado de los enfermos, dos cosas de que en nuestras islas se ha carecido tanto, merecía que, por principios de honor y utilidad, se le diese entrada en el país y se la protegiese con alguna predilección. En efecto, desde el año de 1712, ansiosa la isla de Tenerife de tener a quien encomendar la asistencia caritativa de los pobres y de honrar la memoria del venerable Betancourt, de acuerdo con el obispo don Juan Ruiz Simón, decretó, a 8 de abril, en cabildo general, que se pidiese al prefecto general de los betlemitas el favor de que enviase a lo menos dos religiosos de su instituto! a los cuales se cedería desde luego el hospital de San Sebastián de La Laguna, para que se estableciesen en él y lo administrasen. [...]

Respondió también fray Bartolomé de la Cruz, prefecto general, en Lima, con fecha de 4 de febrero de 1721, diciendo que en la propuesta que se le hacía no hallaba otro reparo sino que no se le especificaban las rentas de aquel hospital para el sustento de los pobres y religiosos, como ni tampoco si el patronato de la ciudad era honorífico o específico.

Pero que, de cualquier modo que fuese, enviaría algunos individuos de su orden para la fundación.

Enviólos con efecto, y en 23 de mayo de 1722 aportaron a Santa Cruz de Tenerife fray Ambrosio de San Patricio con otros dos compañeros betlemitas, a quienes con noticia de su llegada cumplimentó la ciudad por medio de sus diputados, advirtiéndoles podrían subir cuando gustasen a La Laguna, para conferenciar sobre el objeto que los traía a las Canarias. Los betlemitas subieron y se alojaron en el hospital de San Sebastián, donde se aplicaron desde luego al ejercicio de su instituto, con tanto aprovechamiento de la juventud en el primor de la letra y aseo de escribir, que el mismo ayuntamiento lo confesaba algunas veces en sus acuerdos. Pero no era igual el aprovechamiento de aquellos buenos frailes, pues ya había un año que residían en La Laguna y todavía no veían facilitados los medios de consolidar la fundación. [...]

Entretanto los religiosos betlemitas, a pesar de la lentitud de los canarios y acaso de la indiferencia con que ya les miraban, deseosos de tener una casa de su instituto en la patria del venerable fundador, o a lo menos algún santuario en el lugar que le dio cuna, enviaron de su célebre convento de La Habana, en 1767, cuatro frailes a sus propias expensas, para que acabasen de conquistar las voluntades y allanar las dificultades que les habían cerrado la entrada a aquella tierra de promisión. La ocasión parecía oportuna, porque, habiendo llegado a Tenerife casi en la época de la expulsión de los jesuitas, se podían lisonjear de que no sería difícil reemplazarlos en la enseñanza de los niños, con la añadidura de la asistencia de los pobres. Pero luego echaron de ver que el gobierno se mostraba por entonces contrario a toda nueva fundación monástica y que era forzoso acomodarse a las circunstancias del tiempo.

Sin embargo, desde el convento de San Diego del Monte, donde estuvieron hospedados con mucha abstracción y retiro, no dejaron de promover su pretensión, ya reducida a que se les permitiese fundar en el lugar de Vilaflor de Chasna, en la misma casa donde había nacido el siervo de Dios Pedro de Betancourt, sobre cuyo solar se había edificado una capilla. Aunque no hallaron en los regidores de La Laguna todo el apoyo que esperaban, acordó no obstante el ayuntamiento, en 26 de noviembre del mismo año de 1767, se les diese el informe favorable que apetecían para la fundación en Chasna, y con
efecto se les dio. Todo lo suspendió una orden superior que recibieron en 1771 para restituirse a su provincia, como lo ejecutaron, difiriendo para ocasiones más propicias la idea de sentar el pie en Tenerife. Ésta no ha tenido principalmente en su contra sino la pobreza del país y hallarse ya sobrecargado de comunidades religiosas, pensiones eclesiásticas y piadosas contribuciones. [...] (Viera y Clavijo, 1991)
1712 Julio.  Real Cédula de la Metropolis para que Eguerew (La Laguna) dependa del soberano español para honras, rogativas y demás funciones, restándole dicha función a la Audiencia de Canarias.
1713.
A principios del mes de marzo tomó posesión de la Audiencia de esta colonia Vetura de Landaeta, que venía a reemplazar a Chacón. Este general tuvo la buena suerte de que, en aquel mismo año, se firmara en la metrópoli la paz de Utrech, que dio fin alas guerra de Sucesión no sin dolorosos sacrificios para la integridad de la monarquía española.

Creyeron entonces los criollos isleños que con la paz volvería a florecer el interrumpido tráfico de vinos, pero desgraciadamente no sucedió así. Este ramo de comercio siguió atravesando una existencia lánguida y penosa, sin que el río de oro del siglo anterior volviera a fecundar la colonia.

1713 Enero 24. Se produce un aluvión en Eguerew (La Laguna).  Inundación en el convento grande de la secta católica de San Francisco.

1713 Enero 25.
Un furioso temporal  descargó sobre Las Islas Canarias, empezando por Tenerife en la noche  Se anegó el convento de la secta católica de San Francísco en Eguerew (La Laguna,) escapando a duras penas los religiosos y salvando, en su precipitada fuga, la imagen del Cristo de las Victorias. En los dos días siguientes rodó el tiempo sobre Tamaránt (Gran Canaria,) llevándose el Guiniguada el puente que unía los dos barrios de Winiwuada (Las Palmas) y quedando los campos, villas y lugares destruidos por las aguas que, en espeso turbión, arrastraron al mar árboles, casas y sembrados.

1713 Marzo 7.
Los Guanches Juan Benítez Bencomo y el alférez Diego Alonso, hermanos, vezinos del lugar de Güímar como más aiga lugar en derecho salimos a los autos que se están siguiendo por Sebastián Bello sobre los bienes que dejó por fin y muerte Don Diego, Rey que fué de las partes de Adeje,. por el valle que dicen de Masca, y cien fanegadas de tierra de sequero que está en Tajoña, y asimismo por treinta fanegadas con el agua para su riego.

Digo que nos conviene justificar como somos hijos legítimos de legítimo matrimonio de Juan Alonso y Nicolasa Díaz, y que el dicho Juan Alonso nuestro padre, fué hijo legítimo de legítimo matrimonio de Juan Alonso el Mayor; abuelo, y que éste fue hijo legítimo de María Díaz, quien lo fue asimismo de Juana Díaz, y esta heredera universal del dicho Don Diego, y que la dicha Nicolasa Díaz, nuestra madre, fué hija legítima de Francisco Díaz, y esta de Juan Gaspar Marrero, quien lo fué asimismo de Juana Díaz y por tales han sido tenidos y comunmente reputados sin cosa en contrario, y que den razón los testigos con asistente, y en cuanto a la herencia de la dicha Juana Díaz, remítanse a la información que está hecha en dichos autos por Pedro Díaz, desde el folio 38 hasta el 46 inclusive, por tanto = Pedimos y suplicamos a Vmd. mande se nos reciba dicha información, y que sea continuación de dichos autos y que hecha se nos dé para pedir lo necesario, juramos, etc. y comisión en dicho lugar a la persona que Vmd. fuere
servido por falta de escribano. = Tabares. = Por la parte, Jerónimo Laso de la Vega.

Por presentada, y estas partes den la información que ofrecen por ante el alcalde del lugar de Güímar; acompañado con Juan Benítez Bencomo a quien se da comisión, y fecha se les dé a estas partes con los autos pasados al efecto que expresan. El señor Teniente Gobernador desta Isla, lo mandó en La Laguna en dos de marzo de mil setecientos y trece años. El licenciado Montalbán.- Tomás Jerónimo de la Vega Zapata, escribano público.

En el lugar de Güimar de esta isla de Thenerife, en siete de marzo de mil setecientos y trece años, yo el alférez Miguel Fernández de Paez y Galdona, alcalde de estos lugares de Guimar y Candelaria, y demas su jurisdicción, habiendo visto el auto y comisión de su md. el señor Teniente general desta Isla, dije que lo aceptaba y acepté, y daré en todo su cumplimiento, y lo firmé.

Miguel Fernándéz de Paez y Galdona = En el lugar de Guimar; en dicho día, mes y año, habiendo visto el auto de su md. el Sr: Teniente General desta Isla, digo que lo acepto como acompañado, y lo firmé, Juan Benítez Bencomo.

Entre el 7 y el 9 de marzo del citado año se tomó información en el Pago de Arafo a nueve testigos que presentaron las partes, que fueron: don Juan Vizcaíno de Medina, de 85 años; don Salvador Fariña, de 70; don Bernardo Marrero, de 50; don Lucas Martín Fariña, de 66; don Juan Bello de Ledesma, de 63; don Mateo Hernández Lima, de 50; don Juan Bautista Albertos, de 65; don Juan Hernández, de 50; y don Alejandro Díaz Montano, de 43. Todos confirmaron las preguntas de la información, en la que se pretendía demostrar que los hermanos Alonso Bencomo eran tataranietos por ambas líneas de doña Juana Díaz, bisnieta y heredera universal del Rey Don Diego de Adeje.

1714. Isla de Titoreygatra (Lanzarote). Alzamiento de los vecinos al ser encarcelado el síndico personero de la isla por órdenes del visitador de la Audiencia don Saturnino Daoix.

1714.
Nació en Güímar el presbítero agustino Fray Sebastián Álvarez. Al igual que su hermano Pedro siguió la carrera religiosa, pero en este caso en el seno de la Orden de San Agustín, en la que profesó. Estudió Filosofía y Teología en el convento de Ntra. Sra. de Gracia de La Orotava y, al mismo tiempo, se ordenó de Tonsura, Menores, Subdiaconado, Diaconado y Presbiterado. Aunque permaneció la mayor parte de su vida fuera de Güímar acudió con frecuencia a este pueblo, pues celebró numerosos bautizos y matrimonios en la iglesia de San Pedro, con licencia del Beneficiado. Asimismo, como hemos visto anteriormente, al testar su hermano don Pedro (en 1761), dejó 70 misas a Fray Sebastián Álvarez de Ledesma. La escapada más larga y alejada que le conocemos a este religioso de San Agustín correspondió a su estancia en la Villa de Santiago, donde hizo las veces de teniente de cura, pues celebró misas y sacramentos, con licencia del cura párroco don José Antonio de León Ferrera, entre 1761 y 1763. El "Muy Reverendo Padre Fray Sebastián de Oliva", como también se le conoció, falleció en su Güímar natal en 1774, a los 60 años de edad, recibiendo sepultura en la iglesia de San Pedro. Según sus contemporáneos, poseía una extraordinaria cultura y era un elocuentísimo orador sagrado.
1714.
En las isla Lanzarote y Fuerteventura las orchillas eran propiedad exclusiva de los señores (T. 2. p. 323). Cada quintal valía a tres ducados en La Gomera por los años de 1552 (T. 3. p. 16). Y una de tantas quejas que daban los ve­cindarios era que su señor tomaba tan barato dicho liquen a los po­bres que lo recogían y él después le vendía muy caro. Esto era una verdad. Asimismo nos habla la historia del tumulto que hubo en La Gomera por causa de los quintos y tributos.

Establecimiento de la Rl. Aduana. Con fecha 3 de octubre del año 1714, el ministro de Hacienda marqués de Campo Florido, pasó orden el Administrador general de Canarias, para que en las islas de señorío hubiese Aduanas y Almojarifes. Fuélo para Lanzarote Dn. Juan Manzaneda con orden de exigir un 6 por 100, sobre las mer­cancías de entrada. Disgustóse el vecindario, reunióse el Cabildo ge­neral para resistir la nueva imposición; y habiéndose amotinado los vecinos para expulsar o asesinar al nuevo funcionario, éste escapó vestido de frayle franciscano (T. 2. p. 398). (J. Álvarez Rixo, 1982:159.162)

1714.
Envió el gobierno de la metrópoli de visitador de esta Audiencia colonial de Canarias al oidor de la de Sevilla don Saturnino Daóiz, el cual, atento a inquirir las causas de la lenta y defectuosa administración de justicia y de los repetidos .conflictos de jurisdicción con otras autoridades, determinó convocar en Las Palmas una asamblea general, a la que debían concurrir representantes de toda la provincia, a fin de deliberar si convenía volver al antiguo régimen de los gobernadores, dejando la presidencia de Real Acuerdo a un regente, o si por el contrario se juzgaba más acertada la organización que entonces existía como medio de dar más fuerza y unidad a la acción gubernativa.

Señalado para esta importante reunión el 24 de junio de 1714, y hallándose presente numerosa concurrencia de diputados de todas las clases sociales, principió el debate, manifestando los que iban tomando parte las ventajas que ofrecía la institución de los capitanes generales; hasta que, levantándose el alférez mayor de la isla, el ilustre don Pedro Agustín del Castillo, trató de probar la inutilidad de estas autoridades superiores, así en paz como en guerra, por hallarse subdividido el país en pequeñas porciones, sin que pudiera un solo jefe mandar en una, en perjuicio de las demás que habían de ser por necesidad olvidadas. Al mismo tiempo hizo ver que sólo un letrado podía estar al frente de la Audiencia, siendo ridículo y peligroso que un militar estuviese investido de semejante poder, ajeno a sus estudios y carácter. Tan elocuentes fueron sus argumentos que el visitador aceptó sus conclusiones, desechando el voto de los demás y proponiendo al rey la elección de un regente con las mismas atribuciones que éstos ejercían en otros territorios. En efecto, así se verificó, sin que desde entonces se haya interrumpido la serie de estos funcionarios. .

1715. Se bendice la Ermita de Santa  Ana de la secta católica en Tamaimo. Territorio Taxo en el actual municipio de Valle Santiago en la isla Chinech (Tenerife).

1715.
La iglesia  católica de Santa Ana en Garachico, Chinech (Tenerife) fue reconstruida en 1715, donando para ella toda la cal necesaria el carnicero del pueblo, que según posteriormente se supo, era un general allí desterrado.  La ermita aneja al convento de la Concepción en 1506, fue destruida en 1706 por un torrente de lava del terrible volcán que explotó de la montaña venge ó negra, volcán que destruyó así mismo gran número de casas y el puerto, que fue lo más sensible, pues desde entonces perdió toda su importancia la población, alcanzándola en cambio Santa Cruz.


1715.  Ykuden n Chinech (Icod-Tenerife). El Alcalde real, con manifiesto abuso de poder registra varias casas de los vecinos.

1715. Nace en San Juan de la Rambla, Chinech (Tenerife,) el criollo Juan Antonio Quevedo, quien andando el tiempo llegaría a ser capitán de Fragata en la marina de la metrópoli. Esposo de Isabel Jerónima Machado y Ruiz. Había nacido en la zona alta, muy cerca de donde hoy está la iglesia de San José; en 1778 ya había fallecido. Como capitán de las fragatas "Nuestra Sra. del Rosario" y "La Paz" realizó frecuentes viajes entre Canarias y América. Se le atribuye notable participación en la construcción de la ermita de San José, siguiendo los pasos de su tío, el prebístero José Esteban Rodríguez.

También donó el altar del Nazareno en la iglesia parroquial de San Juan.

1715.  Un temporal lanza de través contra la costa de Paso Alto, en Añazu, Chinech (Santa Cruz de Tenerife), al navío francés Le Subtile, perdiéndose el barco y la carga de almendras que transportaba de Berbería.

1715. Cerca del mar, en su playa, inmediato al lugar de Agulo, en el mes de junio de de ese año arribó y encalló una horrorosa bestia marina de grandeza de 90 pies geométricos y de alto 40 y más, la boca la tenía al medio del cuerpo y tan larga que la quijada hera de más de tres varas, tenía 60 dientes en cada quijada, y cada quijada pesaba libra y nedia y encajaban en los huecos que tenía la quijada de arriba. Por la boca pudieran entrar un par de bueyes unidos, los dientes que estaban en dos filas estaban separados unos de otros una mano, los ojos que tenía en los hombros eran de la circunferencia del grueso de una pipa, la trompa y cabeza eran de la hechura de la popa de un navío, los aletones de delante serían como el ancho y largo de media vara,y el de la cola braza y media, el cuero muy belludo, su color obscuro, del grueso de dos dedos, de que hicieron suelas de zapatos que duraban más de dos años; para subir á su altura, hacían con hachas escalones en sus costados, y habiéndolo rolado en dos partes, cortaban con hachas sin embarazarse 80 hombres, soltaba por la boca grandes pedazos de baña de cuya manteca llenaron dos pipas, y de su aceite 12 pipas; y por haber encallado muy dentro del mar y no haber dado lugar su creciente, no se aprovechó para haber sacado más de 40 pipas de grasa, llevándose la creciente del mar la mayor parte, no tenía más hueso que el del espinazo, el miembro de la generación de tres varas de largo y del grueso de un barril. De la especie de este pez ó casi, era uno que cuenta el padre Fr. Luís de Granada salió de la playa de Peniche año de 1575. Siendo muy frecuente al salir á estas playas de nuestras islas diferentes especies de ballenas, se halla que en el año de 1540 salió en una caleta de esta de Canaria una, en cuyo vientre se halló un pan de fino ámbar de más de cuatro arrobas, sobre que se siguió pleito en esta real audiencia, entre los que la hallaron. (Pedro Agustín del Castillo y Ruíz de Vergara. 1737)

1715 Julio 1.
El doctoral de Plasencia (España)  Lucas Conejero de Molina, uno de los juristas más insignes de su tiempo, el vino a llenar la vacante de la sde epicopal de la secta católica en Canarias, aportando a Winiwuada (Las Palmas) el 1° de julio de 1715. Seducido por la residencia de los comandantes generales en Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife, la población de la colonia donde se desenvolvía el mayor tráfico comercial y consiguiente movimiento económico, circunstancias que incitaron  a trasladarse a esta población donde los diezmos de la iglesia catolica eran ciertamente muy elevados, y en ella vivió hospedado por los frailes de San Francisco. Largos y curiosos fueron los conflictos que provocó o se le presentaron en su diócesis, motivados en su mayor parte
por su carácter irascible y dictador. Citaremos algunos.

Se hallaba entonces en Chinech (Tenerife) un hombre, todavía joven, perteneciente a una de las más nobles familias de criollos del país, el cual se había educado en el extranjero, donde había residido muchos años. Llamábasele primero el vizconde del Buen Paso y, después de la muerte de su padre, el marqués de la villa de San Andrés.

Era este criollo el célebre don Cristóbal del Hoyo y Solórzano, cuyas anécdotas, chistes y picarescas poesías corrían de boca en boca por toda la colonia, escandalizando a unos y deleitando a otros. A su regreso a Chinech (Tenerife,) en cuya isla radicaba la mayor parte de su fortuna, conoció a su sobrina, la señorita doña Leonor del Hoyo y, con la ligereza propia de la más que dudosa moral de la oligarquía colonial, principió a obsequiarla como si fuera uno de sus más rendidos adoradores. Una de las cartas que desde Añazu (Santa Cruz) le escribió, burlándose de la persona del señor obispo y que éste leyó, produjo tal indignación en el prelado que, desde entonces, se declaró su más tenaz e irreconciliable enemigo.

Con esta ruptura consiguió la enamorada doncella, a quien su tío no quería ya cumplir la palabra de casamiento que parece le había empeñado, solicito la protección e influencia del señor Conejero para entablar, como entabló, una querella contra el raptor de su honra. Para evitar el escándalo, el marqués, que negaba y negó siempre las afirmaciones de su sobrina, se allanó a entregar su mano, dando comisión a un amigo para que solicitara en Roma las dispensas necesarias; pero como el consentimiento no era voluntario, todavía halló medios de dilatar la negociación, dejando de enviar las cuantiosas sumas que la curia pontificia reclamaba. Indignado el obispo con estas premeditadas excusas, denunció el hecho al Consejo de Castilla cuando por su elevación arzobispado de Burgos hubo de pasar a España; y el rey, enterado, dispuso entonces por decreto de 5 de febrero de 1725 que el general Valhermoso de terrorifica memoria en la colonia se apoderase del marqués, lo encerrara en un castillo y, después de embargarle sus bienes, le notificara que en el preciso plazo de ocho meses había de obtener la necesaria dispensa.

Pasó el término sin que el terco criollo llenara este requisito, y no sólo transcurrieron aquellos meses sino también siete largos años, permaneciendo siempre encerrado en el castillo de Paso Alto escribiendo versos contra su carcelero Valhermoso y maldiciendo a su sobrina. Allí, sin duda, hubiera muerto con gran regocijo de la engañada novia, si en la noche del 4 de diciembre de 1732 no hubiera conseguido escaparse, refugiándose en Portugal, desde cuyo reino, obtenido más adelante su perdón y casado con una noble señora gallega, no pasara a Madrid y desde allí a su a esta colonia, donde alcanzó una edad muy avanzada. (A. Millares T. 19779).

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