lunes, 12 de agosto de 2013

CAPITULO XV-I



EFEMÉRIDES DE  LA NACIÓN CANARIA


UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVII


DECADA 1601-1700


CAPITULO XV-I




Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen

1601. Arribaron al puerto de Garachico dos grandes navíos procedentes de Sevilla (España) y se les prohibió la entrada por venir de una zona donde existía una terrible epidemia de peste. Pero uno de los navíos desobedeció la orden y la peste se extendió hasta Añazu (Santa Cruz). Causó estragos en Garachico que la padeció hasta 1606.

1601. No sólo el volcán abatió la hermosa población de Garachico, en Choinech (Tenerife): mucho antes, en  ese año se  desarrolló entre la juventud la terrible peste bubónica denominada en el país peste de las Landres.

1601.
El criollo colono Nicolás Esteban de Ponte y Cuevas, asentado en la localidad de Garachico menceyato de Daute (Tenerife) inicia la fundación de un convento masculino denominado de santo Domingo de Guzmán. Se encuentra situado sobre un altozano, viniendo desde Icod de los Vinos.
La desamortización de Mendizábal del s. XIX recuperó para  la corona española la mayor parte del patrimonio acumulado por  este convento católico. La entrada del convento nos conduce a las instalaciones actuales, que acogen al Hospital Residencia de Ancianos. La iglesia se construyó sobre la primitiva ermita de San Sebastián y fue respetada por la erupción volcánica de 1706 debido a su situación. La capilla ha sido acondicionada como Auditorio municipal y Museo de Arte Contemporáneo.
1601
Autores criollos canarios que han escrito sobre la colonia, según el clérigo católico e historiador José de Viera y Clavijo.
Guillen (Licenciado Francisco). Buen jurista, hijo de jurista y natural de la ciudad de La La­guna; escribió a últimos del siglo XVI Varios tra­tados sobre jurisprudencia. Trájolos a España su hijo Luís Guillen del Castillo, cuando viniendo en compañía del gobernador de Tenerife Lázaro Mo­reno, pensaba venderlos en conveniencia, «por ser libros de mucho valor», como lo declaraba la viuda doña María del Castillo en su testamento, año de 1601.

Esta señora y su marido el escritor fundaron mayorazgo en 1580, y fue nieto de entrambos don Francisco Guillen del Castillo, que escribía a la ciudad de La Laguna, su patria, una carta cu­riosa con el testimonio de sus méritos y proezas, fecha en Manila a 15 de julio de 1656, la cual era digna de que corriese impresa. Había servido de aventajado y alférez en las galeras de don García de Toledo, en los galeones de Tierra Firme, en la armada de don Fadrique de Toledo al Brasil y en la flota de Nueva España, para donde le despachó el virrey con un aviso. Había servido igualmente en Acapulco cuando los holandeses amenazaban aquel puesto; y después en Manila, cuyo gober­nador le nombró alcalde mayor y capitán a guerra de Balayan. Hallóse en la conquista del reino de Jólo, en la cual se distinguió mucho, sosteniendo combate singular con un caudillo de los enemigos a quien mató, quedando los españoles victorio­sos. Mandó al navio San Nicolás, enviado al so­corro de Témate y apretó el sitio de Boayén, que ganó. Pasó con una armada de Caracoas a Min-danao, en cuyas costas hizo famosas correrías; con otra, a la isla de Jólo, donde fue vencedor, dando muerte a siete moros; con otra, a unas islas poco distantes para reducirlas a obediencia, y con otra, a los oroncayos, de los cuales mató o ahu­yentó muchos. Fue además cabo superior de las galeras para custodia de las islas Malucas, y pasó en ellas al reino de Tidore, a desalojar los holan­deses, y luego a cubrirla de San José de Cholo, la mesa de Santa Lucía y laguna de Don Gil, la isla de Maquién, etc., siempre combatiendo con ho­landeses. Habiendo obtenido el empleo de al­calde mayor y jefe de las armas de la provincia de Caraga, hizo diferentes entradas ofensivas en el país, fundando algunos pueblos, por cuyas ha­zañas le nombró el capitán general de las Filipi­nas por almirante y cabo principal de una escua­dra de 10 bajeles, con una encomienda de mil ducados, por alcalde ordinario de Manila y por justicia mayor del Parían de los Sangleyes».” (José de Viera y Clavijo, 1978 T. 2: 411 y ss.)

1601.
Se comienza a construir el convento católico de san Sebastián en la localidad de tineferña de Garachico. En este lugar se refugiaron los vecinos cuando el volcán de Trebejo.

1601. En Titoreygatra (Lanzarote) se desató una epidemia de peste en 1601 y en 1603 sobreviene una sequía muy grave que acabó con casi todo el ganado. El hambre causó tantos estragos como la peste emigrando a Chinet (Tenerife) numerosa población. Las correrías piráticas siguieron hostigando a esta isla abierta por todas partes llevándose numerosos cautivos e interrumpiendo el tráfico por mar. Por otro lado el dominio feudal señorial y eclesiástico dueños de la mayor parte de las tierras, dificultaba el despegue económico y social de Titoreygatra (Lanzarote). De ahí la postración estructural que padecía esta isla desde el s. XVI.

En la segunda mitad del XVII se aprecia ya una cierta reanimación demográfica, sin duda auspiciada por la mejora de las bases económicas.

Así se comprueba cómo en 1676 se da un gran paso triplicándose los recursos humanos. En 1688 los lanzaroteños cuadruplicaron las cifras de población obtenidas en 1605 al llegar nada menos que a 4.483 habitantes. Con semejantes magnitudes la densidad se sitúa en 5,37 habitantes por kilómetro cuadrado. La población se concentra fundamentalmente en Teguise, capital de Titoreygatra (Lanzarote), en donde vivían 3.943 personas en 869 casas. Se trataba ya de una capital con una organización administrativa, religiosa y militar aceptable conforme al gusto de los colonos auropeos. En el norte de la isla se encontraba Haría que contaba con 540 habitantes alojados en 114 casas. El resto de la isla parece estar semivacío a excepción del Puerto de Arrecife en cuyo caserío se erigió un oratorio o ermita de la secta católica construida probablemente en 1630 por un mercader y un capitán llamado Francisco García Santellas, de origen francés y administrador de la isla.

1601.
Siendo Gobernador el Capitán D. Jerónimo de Valderrama y Tovar (1600-1606) se reedificó el Castillo de La Luz en Las Palmas.

Según la Topografía de la Isla Fortunada de Gran Canaria por el P. Fray José de Sosa, su traza es antigua y las murallas son muy altas e inexpugnables, sin poder ser rendido más que por hambre:
«...no puede ser minado por estar construido sobre roca viva, y para que el enemigo entre en él ha de pasar por tres puertas fortísimas que han de romper primero; éstas están sin mirarse unas á otras, por cuya causa dado el caso de forzar la primera, le ha de costar gran triunfo la segunda por ser la entrada angosta y no poderse emplear la artillería, sino á fuerza de brazos, y eso con poca gente, la cual puede con facilidad ser muerta; la entrada está descubierta y desde arriba se puede arrojar piedras y otros ele-mentos; la tercera puerta hace la misma entrada y recodo y puede defenderse con la misma facilidad; luego se sale á un patio por donde se sube á la plataforma por unas escaleras de madera elevadizas, que al quitarlas, quedan seis ósiete estadios en lo alto de las paredes del Castillo por donde es imposible subir. Tiene muy buenas municiones y artillería de bronce, aunque podría jugar seis cañones más por su capacidad. Está entre la artillería con que se defiende, un cuarto de cañón de bronce encampanado que se llama, EL BARRACO, 'cosa monstruosa' (!): en disparando se oye de toda fa isla. Sirve para que las lanchas del enemigo si saltare á tierra, porque destroza mucho echándole taleguillas de balas y otras cosas.-

Delante de la puerta del Castillo existe una plazoleta triangular cerrada por muros de mampostería coronados de estacas, teniendo al NO una puerta de entrada de rastrillo de madera de  dos hojas con seis goznes y tres anillas de hierro para cerrojo. Por la parte interior del muro hay una especie de banqueta.- La puerta de entrada al Castillo es de arco de medio punto; pasando ésta se llega á un pequeño patio que tiene una puerta por donde se sale á un patio cuadrado y empedrado con cantos rodados en el que hay una especie de nicho con puerta de dos hojas, dentro del cual se encuentra un grifo ó llave de metal que da paso al agua del algibe, la que cae sobre una pileta de cantería desde la que pasa á otra pileta existente al pié de la puerta del nicho ó registro del algibe; esta segunda pileta está enterrada y es de muro de mampostería ordinaria, estando provista de tapa de madera. De este patio se pasa á otra puerta por la que se entra á un almacén con piso de losas y muros encalados á piedra descubierta; también del patio arranca la escalera de madera de tres tramos, Al terminar el primero se entra en el almacén con pavimento de tablas sobre vigas y á su derecha hay una puerta que comunica con una cocina; á la izquierda está la puerta que dá paso á una escalera abierta en el muro con seis peldaños de piedra que desemboca en un cuarto de bóveda debajo del cual se encuentra el algibe. á la derecha del anterior cuarto hay una puerta que comunica con una estrecha escalera de madera que sube á otro cuarto de bóveda con pavimento de tablas destinado á polvorín.- Subiendo el segundo tramo de la escalera principal se desemboca en una larga meseta; á la izquierda una puerta dá entrada á una cuadra dividida en dos por medio de un tabique con puerta de comunicación. Subiendo el tercer tramo de la escalera se llega á las explanadas con pavimento de losas del país y circundada de parapetos de mampostería ordinaria y en parte de cantería. En los ángulos NE y SO hay dos garitas.- El Alcayde de este Castillo lo nombra el Cabildo secular con aprobación del Capitán General, pasando el título por la Veeduría de Guerra, y luego de pedir la posesión, se le dá por el Gobernador, los dos Regidores de mes y el Secretario del Cabildo. Tiene una renta de 50 ducados anuales, siendo su obligación obsequiar al General y Corregidor hasta que hacen su entrada en la ciudad.

También solía alojar al Obispo y otras personalidades de calidad, y cuando esto sucedía solía dar al Alcayde de sus propios 200 reales de Ayuda de Costes.- Tenía el Alcayde la obligación de avisar al Capitán á guerra que asiste en la Ciudad Real de Las Palmas, y darle cuenta de todos lo bajeles que surgen en aquellos puertos que guarda su Castillo, y de lo que traen novedades lo cual hacía por un soldado de los de la guardia, con orden cerrada hasta llegar á sus oídos; lo mismo se hacía á los Presidentes de otros Tribunales, pero ello era cortesía y atención...»

Los soldados de la guarnición eran los del Presidio de la isla, que tenía 60 plazas de 40 rs. de plata cada mes, cuarenta de ellas,- y las otras veinte a 30 rs, otras de a 20 con un cabo que ganaba dos plazas de 40 rs. «...su Sargento mayor con 15 escudos cada mes y sus ayudantes, artilleros y demás oficiales, cada uno con su sueldo que paga el Rey Nuestro Señor de sus Rentas Reales... Este Castillo de la Luz es el que dá los rebatos por estar más cercano á la Atalaya de donde se divisa todo el mar; la Atalaya hace también señas cuando hay rebatos para avisar á las otras Atalayas de toda la Isla, y así de unas á otras se sabe en breve tiempo, por que parte del dia hace mucho humo y de noche enciende fuego con un farol á la mañana está la más gente de la isla, mayormente la más cercana á la plaza y allí recibe las ordenes del que gobierna...»

El Alcaide de este Castillo cuando la invasión de los holandeses de 1599 era Antón Joven o Jovel y de él dice Fr. José de Sosa, que la Torre de Santa Ana hubiese resistido más si no le hubiesen arrancado los parapetos por la parte de tierra que era donde pe- leaba, «...y descabalgandole la artillería con la que habian sacado del Castillo de la Luz que era mejor; por haberle entregado las llaves de él un traidor; su Alcaide llamado Antonio Jové, al cual el enemigo después de haberle tomado el Castillo puso á la boca de una pieza, por que aunque contrarios reconocieron por razón natural que quien había sido traidor á su Rey, aunque no á su patria, por que no era natural de esta islas, mejor lo seria de ellos...»

Hermosilla dice con referencia a él que era un fuerte cuadrado de las dimensiones dichas y en la diagonal concebida paralela al puerto tenía dos torreones para defensa de sus lados, pero que por lo excesivo de su altura lo consideraba inútil, añadido a que la situación en el interior y retirado de la concha que forma el puerto hace sea poca defensa por que no descubre a los buques hasta que están casi a su inmediación y en el fondeadero; en su época se hallaba destrozado y casi inhabitable, pero propone su reparación para que sirva como de acuartelamiento a la guardia que vigila el Puerto. En el estado de Artillería, Municiones, etc., consta que tenía 9 cañones de hierro de a 24 montados en cureñas de plaza. En la nota número 1 dice así: Este Fuerte cuyo reparo, conservación y municionarlo, ha correspondido desde su fundación al Cabildo secular de la ciudad e y sla, que lo hacia siempre á costa de los Propios y Arbitrios; al comenzarse la Guerra, no solo se halló la Fortaleza en el infeliz estado que se ha dicho, sino que no teniendo Pólvora, mecha ni tacos, se le proveyó de los Rs Almazenes y á costa de S.M. con 21 Quintales de Pólvora, 25 libras de Cuerda Mecha y 1800 Tacos.

Constituía su guarnición 1 Sargento de Infantería y cabo y cuatro soldados de la misma arma y un artillero.

En virtud del R.D. de 14 de Mayo de 1893 (D.O. n° 109) se propuso esta obra para la venta en pública subasta, pero se exceptuó de la relación por R.O. de 27 de Febrero de 1895 (D.O. n° 48) por haberlo solicitado el Ramo de Marina. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)

1601.
El pueblo de Garachico en la isla Chinech (Tenerife) Desarrollóse entre la juventud la terrible peste bubónica de nominada en el país peste de las Landres.
1601. Nace en Grafia Luís Rodríguez, nació  de padres garafianos, y fué bautizado en la parroquia de la secta católica Nuestra Señora de La Luz el 7 de febrero de 1601. Alcanzó una licenciatura eclesiástica y fue notario del Santo Oficio de la Inquisición. Ordenado Sacerdote, pasó a servir a la parroquia del lugar de su nacimiento. Cuando el rey español Felipe IV creó, el 24 de mayo 1660, el beneficio del lugar de Garafía,  Luís fue su primer beneficiado. Estos datos positivos dicen algo, pero no mucho. Lo que hizo de  Luis Rodriguez un garafiano ejemplar, fue el amor a su pueblo y a sus ideales. Amplió la iglesia de la Luz, con una segunda nave, a costa de la fábrica de los vecinos y de su propio caudal. Hizo de nuevo el retablo del altar mayor, también a sus expensas, lo mismo que el retablo de San Antonio. Y con licencia de su diocesano, construyó, de su peculio, la capilla del Buen Jesús, en su iglesia de la Luz, cuyo patronato se reservó y transmitió después a su familia, con dotación propia para las Fiestas del Buen Jesús:esta capilla tiene sacristía particular con puerta a la misma. Dotó, asimismo, las festividades religiosas de San Luís, Santa Lucía, San José San Diego y San Sebastián. Dejó una manda pía para huérfanos pobres, a la que vinculó sus bienes, y legó la casa que había sido de su propiedad para casa rectoral. Falleció el 1 de diciembre de de 1673. Sus honras fúnebres se llevaron a cabo en Garafía, a las que asistió una lucida representación del clero católico de Benahuare (La Palma).
1601.
Durante estos años las Islas Canarias pasaron por un importante pe­ríodo de tranquilidad, sólo interrumpido, en realidad, por dos ataques piráticos: el de Walter Raleigh a Lanzarote, que careció de verdadera importancia, y el duro y terrible de los argelinos Tabac Arráez y Soli­mán, sobre la misma isla y la de La Gomera, acaso el más desolador de cuantos sufrió el Archipiélago, por lo menos en el aspecto humano, dada la enorme cantidad de cautivos que se llevaron a Argel. Esta evidente tranquilidad, si se compara esta etapa con otras anteriores, permitió la reconstrucción de las defensas militares del Archipiélago, arruinadas, por la invasión holandesa, y la edificación de otras nuevas, que se puede con­siderar como la nota más destacada del reinado de Felipe III.

Mandaron en la isla de Gran Canaria en esta etapa los gobernadores Jerónimo de Valderrama y Tovar (1601-1607), Luís de Mendoza (1607-1612),'Francisco de la Rúa (1612-1615) y Fernando Osorio (1615-1621), dándose casi todos ellos a conocer por la actividad desplegada en el as­pecto militar antes indicado. El capitán don Jerónimo de Valderrama y Tovar, sustituto de Antonio Pamochamoso, era un experto oficial y un acreditado ingeniero que llegó a Las Palmas en 1601, dando principio inmediatamente a la reconstrucción de la fortaleza de la Luz y del to­rreón de Santa Ana. Además, como queriendo vengar cuantas intempe­rancias habían sufrido sus antecesores de los jueces de toga, el regente y los oidores de la Audiencia, se significó por sus violencias y amenazas contra estos señores y por el constante desacato a sus órdenes. Sólo pudo ser zanjado el conflicto entre ambas jurisdicciones mediante el relevo del capitán Valderrama. Su sucesor, el también capitán don Luís de Mendoza, inició el plan de construcciones en la montaña de San Francisco, cuyas obras hubieron de quedar pronto suspendidas. Don Francisco de la Rúa se significó edificando el fortín de Mata, que reemplazó al "cúbelo" que hasta entonces remataba la muralla por oeste, en la falda del cerro. Y por último, don Fernando Osorio, ante las dudas sobre el emplazamiento del proyectado castillo de San Francisco, optó por amurallar el cerro, en una empresa tan inútil como estéril.

En la isla de Tenerife ejercieron el mando colonial los gobernadores don Luís Manuel Gudiel (1601-1603), don Francisco de Benavides (1603-1608), don Juan Espinosa (1609-1615), don Melchor Ruiz de Pereda (1615-1618) y don Diego de Vega Bazán (1618-1621), ninguno de los cuales se signi­ficó ni por sus obras ni por sus hazañas.

Hasta entonces, los gobernadores se habían titulado por sí mismos capitanes generales, sin que la Corona, como no fuese excepcionalmente, les diese tal denominación, a pesar de ejercer todas las funciones propias de una primera autoridad militar. Sin embargo, a partir de 1609, en que fue nombrado gobernador de Tenerife y La Palma Juan de Espinosa, quisieron los Reyes acentuar este carácter militar de su magistratura, y al mismo tiempo que firmaban los títulos de gobernador, expedían por se­parado otro título con la denominación de ''superintendente y capitán a guerra de la gente natural de pie y a caballo y de la de guerra que reside en las dichas islas".

En estos años, la Inquisición siguió desplegando su actividad y celo contra los extranjeros que visitaban el Archipiélago. Ejercía entonces el cargo de inquisidor el doctor Pedro Hernández de Gaviría, y hallándose fenecidos los procesos contra los tres herejes flamencos fugitivos: Hans Hansen, maestre del navío León Colorado; Jacobo Mareen, capitán del barco El pájaro que sube y Conrado Jacob, maestre del navio Margari­ta, todos tres de sobra conocidos para nosotros, preparóse un solemne auto de fe para dar publicidad a las sentencias.

Ahora bien; ¿por qué siendo 36 los fugitivos que huyeron de las cár­celes de la Inquisición, cuando la conquista de Las Palmas por Van der Does, tan sólo tres aparecen relajados en estatua? ¿Es que se quiso cas­tigar, como símbolo, a los capitanes y maestres como los más destaca­dos entre todos? Nos parece aceptable este último criterio, pues carece­ría de sentido toda otra explicación.

El auto de fe se celebró el 21 de diciembre de 1608 en la plaza mayor de Santa Ana, en la que se veía, próximo a la catedral, un tablado o ca­dalso destinado a los reos. En él se alzaban las tres estatuas que repre­sentaban a los holandeses herejes con sus insignias de relajados, cuyas efigies fueron entregadas solemnemente al brazo secular para la ejecución de la sentencia.

Peor suerte le cupo en sus constantes correrías al holandés Gaspar Nicolás Claysen, condenado en 1597 a seis años de reclusión en un con­vento, que tomó parte en el auto de fe de 21 de diciembre de este año, y logró escapar con Van der Does, eludiendo el cumplimiento de la con­dena.

Con el arrojo propio de la juventud, se dejó arrastrar por el espíritu de aventura, presentándose de nuevo en los puertos canarios como capi­tán o maestre de una nao mercante cargada en Flandes. Reconocido por algunos espías fue inmediatamente delatado al Santo Oficio, siendo de­tenido sin pérdida de tiempo por el alguacil mayor, don Pedro Sarmiento de Ayala y Rojas.

Todavía se mantenía vivo en la isla el recuerdo de las atrocidades co­metidas por sus compatriotas en 1599, y así fue que se sustanció el pro­ceso con más severidad que la acostumbrada, dictándose sentencia el 27 de enero de 1612 por los inquisidores don Juan Francisco de Monroy y don Pedro Espino de Brito, resultando condenado a relajación en la ho­guera.

La sentencia se cumplió el 22 de febrero de 1614.

Al año siguiente, otro mercader flamenco, por nombre Tobías Loren­zo (sic), fue condenado a la misma pana, cumpliéndose su sentencia con inexorable severidad el 2 de junio de 1615.

Estas fueron las pocas y últimas hogueras que se encendieron en el Archipiélago, pues desde esta fecha la Inquisición fue limitando sus in­tervenciones y mitigando sus penas, hasta desaparecer de hecho en esta misma centuria, reduciendo su actuación a los más precisos límites. (A. Rumeu de Armas, t.3. 1991:13 y ss.)

1601.
Jerónimo de Valderrama comenzó la fortificación de la Montaña de San Francisco, lugar donde sería construido el Castillo del Rey o de San Francisco del Risco, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

La meseta y terrenos que constituyen la posición de este Castillo, mide una superficie de 222.910,00 metros cuadrados de los que ocupa el Fuerte 5.750,00. Tiene un sólo orden de fuegos dispuesto para Artillería e Infantería, Con una longitud de magistral de 188,00
metros. Está inscripto en el Registro de la Propiedad el 9 de Mayo de 1900 al tomo 892, folio 76, finca número 6025, inscripción la, y se halla situado al Oeste de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria aun kilómetro, aproximadamente, de la orilla del mar y Con una Cota media de 138,00 metros.

El Risco de San Francisco, es un monte que se eleva Con bastante rapidez sobre el plano de la ciudad; por el sur, que es lo más suave, tiene la subida, y por el Sudeste para al pie el barranco Guiniguada; su vertiente más escarpada es la del N. y N.O. y forma, con el risco de Quesada, el barranquillo de Mata; por el E. constituye la espalda del barrio de Triana. La cumbre de dicho monte es espaciosa y en su figura, que es bastante irregular se miden hasta 16.074 pies de castilla de circunferencia (3.744,17 metros), y 20.625 varas cuadradas (14.342,87 m2) en toda su superficie, la cual se estrecha al unirse al resto de la isla hasta dejar un paso de sólo 25 a 30 varas de ancho (unos 21 á 25 metros), a quien por esta razón llamaron desde lo antiguo 'Paso Angosto ; desde este monte se dominan todas las alturas vecinas y, bien por su cumbre o por su falda, es el paso obligado para entrar en la ciudad o internarse en la isla. Su estratégica situación quedó comprobada con motivo de la invasión de 1599, pues con sólo tres cañones que colocó el Gobernador interino Pamochamoso, causó la pérdida de 300 hombres al enemigo en los tres días que se defendió la ciudad, aún después de abierta la muralla.

Después del ataque de Drake de Octubre de 1595, el Cabildo de la isla solicitó con urgencia la fortificación de la montaña de San Francisco: «...juntamente con esto Vuestra Magestad se sirva hazernos merced de mandar que se haga la fortificación y fuerza de la montaña de San Francisco que en Vuestro Real Consejo se á hordenado, pues con ella estará fortificada y guardada de tantos enemigos como la amenazan...».
El Gobernador Alonso de Alvarado apoyó esta petición en carta de 12 de Octubre de 1595 y, al parecer, poco satisfecho de la actuación del Ingeniero Próspero Casola, reclamaba el envío «...de un yngeniero para que esta fortaleza (de San Francisco), se haga...». Al propio tiempo, el citado Ingeniero se quejaba de las autoridades y solicitaba entre otras cosas: «...que se hagan los quatro baluartes que Turriano dexó trazados –cuya traza tengo en mi poder firmada del mesmo Turriano- porque este castillo (de las Isletas} no tiene ninguna defensa... y que se fortifique el risco de San Francisco ó se mande volver el 'persidio' á Canaria, si no entiendo que si viene el enemigo la quema-
rá sin poderla defender...».

D. Luis de la Cueva Benavides era partidario, para la fortificación de la montaña de San Francisco, de socavar la superficie del cerro para que la diferencia de nivel sirviera de parapeto, ahorrándose la construcción de la muralla y sin más aditamentos que una plataforma hacia poniente y mediodía. Ello no le parecía bien a Turriano, por la imposibilidad de socavar la superficie del cerro, dada su constitución geológica, por quedar sujeta la fortificación a los disparos de Paso Angosto y de la montaña de San Lázaro, y por la ineficacia de la fortaleza para proteger el frente interior del Guinwada

Juan Alonso Rubián quería edificar una construcción de planta, triangular adaptada a la configuración del cerro, y a Turriano no le parece bien considerando que la línea sinuosa de San Francisco en la ladera del naciente que mira a la ciudad, obligaría a internar  la fortaleza con evidente perjuicio para cumplir su fin principal.

Tampoco le parece bien a Turriano el parecer de Don Francés de Alava, de fortificar Paso Angosto para impedir que el enemigo pudiese apoderarse de este cerro y bombardear la ciudad, pues tal obra tendría una finalidad limitada de asegurar la posesión de la montaña de San Francisco, sin servirse de ella como apoyo para
la defensa de la capital.

Para Turriano era mucho más eficaz asegurar al mismo tiempo que el Paso Angosto, la parte del cerro que mira a la ciudad -proximidades de la ladera de San Nicolás-, con objeto de que ambos fines se lograsen plenamente, al paso que establecía entre las dos fortificaciones una comunicación constante por medio de un camino cubierto. La solución que apunta con preferencia es allanar la eminencia de Paso Angosto, para que la fortaleza del cerro quedase libre de toda posición dominante y pudiese batir sin obs- táculos la montaña de San Lázaro. Esta fortaleza cuya planta dibujó, era de traza irregular adaptándose al terreno y estaba flanqueada por diversos baluartes.

Al llegar a la isla en 1601 el Gobernador Capitán D. Jerónimo de Valderrama y Tovar, mandó reparar y poner en estado de servicio los Castillos de la Luz y Santa Ana, y dejó comenzada la fortificación del Risco de San Francisco con los proyectos o trazas que envió el Ingeniero Fray Tiburcio Espanoqui, Comendador de San Juan. Al marcharse Valderrama, se discutió mucho la fortificación de la plaza, y su sucesor el Capitán de Infantería D. Luís de Mendoza y Salazar, que llegó a ella por el año 1607, se dedicó a la construcción de la Punta de Diamante siguiendo el parecer de Espanoqui. En 1612 le sucedió el Capitán D. Francisco de la Rúa, quien dio preferencia al Baluarte de Mata y a la muralla que sube por la ladera del risco a unirse con la Punta de Diamante, y ejecutándose estas obras falleció en 1615. Su sucesor D. Fernando de Osorio, ante las dudas sobre el emplazamiento del proyectado Castillo de San Francisco, optó por amurallar el cerro en una empresa tan costosa como estéril, mandando construir el Castillo de Paso Angosto reducido a ocupar la principal avenida de la ciudad por tierra, con un triángulo escaleno cuyo lado mayor era de 173 varas (144,63 mts), y el menor de 136 (113,70 mts). La prosiguió, concluyó e hizo circundar de un foso colocándole puente levadizo, el Gobernador D. Pedro Barrionuevo y Melgoza, que mandaba la isla en 1621.

Este fuerte fue construido, al parecer, en tres épocas diferentes y se separaba mucho de las máximas y preceptos de la buena fortificación de la época, siendo muy bajas sus murallas, y no defendía bien la ciudad por no ocupar todo el plano superior del monte, dejando entre ésta y el Castillo un espacio muerto que un enemigo podía utilizar para instalarse en él.

En 1625 visitó el archipiélago D. Francisco de Andía Irarrazábal, Marqués de Valparaíso, Vizconde de Santa Clara, Caballero de la Orden de Santiago, del Consejo de Guerra, con el título de Reformador, Presidente y Capitán General de Mar y Tierra, «...y
aprobó la fábrica de este Castillo, informando á S.M. convenía que mandase acabarlo por faltarle dentro aun mucho por hacer. y S.M.  libró 8.000 ducados para que se diese fin á la obra. De estos 8.000 ducados no se debió gastar toda la cantidad, y de lo que quedó, el Gobernador D. Pedro Frías de Arias fabricó la 'Punta de Diamante' y los muros que corren hasta las proximidades del Castillo, con intención de cercar todo el llano de la montaña, haciendo su eminencia toda un Castillo y dentro una Ciudadela donde pudieran estar más de 500 vecinos con sus familias, que los guardasen sin tener esa pensión los soldados del Presidio...». Lo que dice Sosa era muy acertado y de gran defensa para la isla. Guardaban el Castillo los soldados del presidio, y de noche en perpetua centinela y vigilancia. Tenía poca Artillería y de haberse terminado la plataforma, hubiesen podido jugar dentro cien cañones. «la puerta es muy fuerte y construida con mucho arte, por el foso que la guarda y su puente levadizo, á quien guardan 4 cañones de cada parte. En su interior hay un alojamiento en medio del terraplén para 4 ó 6 hombres, que llaman Casa del Castellano ó del Gobernador; pues lo tiene este Fuerte con despacho de S.M. y 30 escudos de plata al mes, siendo también Alcaide de la Casa Mata donde pone un Teniente. A derecha é izquierda de la puerta de entrada al Castillo, hay dos cuartos de 5 á 6 varas en cuadro: á la izquierda de la entrada y en el terraplén del baluarte se halla el almacén de pólvora y municiones...».

Cuando el Monarca por su Real Despacho expedido en Aranjuez el l0 de Mayo de 1774, confirió a D. Nicolás de la Santa Ariza, ex-Corregidor de Gran Canaria, el Gobierno Militar de dicho Castillo, en vacante producida por fallecimiento de D. Baltasar de Llarena, con el sueldo de Capitán vivo de Infantería, se hizo inventario de armas y efectos de la fortaleza, que dio el siguiente resultado:

Cañones de bronce útiles: 1 del calibre 10 y 3 de a 8; idem de hierro en mediano servicio, 1 de a 18, 1 de a 12,2 de a 8, 1 de a 4,3 de a 3, y 2 de a 2. En total 10 cañones de hierro y 4 de bronce.

Diversas cureñas de varios tamaños y de medio servicio (unas 15).

Pertrechos para sentar y mover las piezas, una máquina llamada de caballo, escaleras, levas sin herrar, medias levas, espeques labrados, cuñas grandes o cuñones, cuñas de puntería. Armas y utensilios, cucharas y atacadores de diversos calibres, sacatrapos, botafuegos, guardafuegos, tacos de boca, balas rasas de diversos calibres, unas 282, balas rasas de calibres irregulares y diferentes, 214. Herramientas de carpintería, martillo de orejas. Armas y utensilios de Infantería: mosquetes de mecha 99; Chuzos, 2; horquillas para mosquetes, 21; rozaderas, 14; Municiones para Infantería; 9 quintales de balas de mosquetes. Instrumentos de gastadores, 9 palas de hierro sin mango.

Efectos de parque, linterna de hoja lata, guardamechas de id, embudos de id, medidas de id de 2 libras, de a libra, de a media y de a cuarta de libra, una tina herrada y dos cubos.

Una campana, una bandera con escudo real y un asta de bandera. De todo lo cual se dio posesión al nuevo Gobernador del Castillo, Teniente Coronel de las Milicias Canarias de la Santa Ariza, quien en señal de posesión abrió y serró las Puertas de dha Fortaleza y Almazen, la paseó y ordenó sus Guardias, todo acompañado de su Señoria (el Gobernador Militar de Gran Canaria, Coronel D. Fernando del Castillo} quien en señal de haber hecho la referida entrega á nombre del Rey (Dios le Guarde} se pidió se lo diese por fe como lo executó...». El inventario, que tiene fecha 5 de Septiembre de 1774, lo suscribieron el Gobernador Militar de Gran Canaria, Coronel D. Fernando del Castillo Ruiz de Vergara, que había pasado de su empleo de Milicias a serlo de los Reales Exércitos, la Santa Ariza y el Escribano de Guerra, Fernández o Hernández de Vilches.

Hermosilla dice así: «Sobre la fortificación de este monte han sido muchos y varios los pareceres, unos querían ocuparle toda su extensión y otros reducirlo, en consideración á que nunca él puede defender por sí solo la Ciudad, y su mucha extensión haría gravosí sima su erección y conservación; por estas consideraciones opinaron los más la Fortificación sola de Paso Angosto, reducida á ocupar la principal avenida por Tierra y paso de la ciudad con un triángulo de l 16 varas de lado el qual acaso por los muchos pareceres se vé fabricado en tres tiempos distintos, con varios defectos en sus líneas y ángulos, pero concluido podrá ser capaz cómodamente para 30 cañones y 300 hombres de guarnición. A este me parece se tiraba en la construcción de la figura actual, con el fin de que este Puesto siendo por las Obras y su eminencia respetable, fuese su toma á qualquier enemigo empresa precisa y arriesgada, y á los Naturales en caso de Imbasión ó ataque, tener donde resguardar con más esperanza sus Caudales, pero como este Castillo se halla sin concluir y con solo la magistral hecha, sin Alojamientos para más de l0 á 12 hombres y el Almazen de Pólvora General de toda la Ysla donde existen trabajosamente y sin orden unos 520 quintales de este género, en el año 1779 con motivo de la guerra se le abilitaron las esplanadas, las quales como hechas con Guijarros sentados en seco y sobre un terraplen nuevo sin pisonarse, serán inútiles y aun quizas impedirán el servirse bien los 39 cañones de bronce y hierro de los calibres desde el de 18 hasta el de á 2, que hay en el Castillo. El Fuerte tiene vestigios de que alrededor tubo foso, pero la falta de estar revestido, el tiempo y con la ruta ó camino por la parte del Oeste de la Isla, lo han arruinado, lo que debiera y puede cortarse en su principio dirigiendo el camino por el valle entre este risco y el de Quesada hasta introducirlo en la portada de Triana, para que perfeccionando el Foso, revistiendo lo y aumentandole banqueta y estacada, haga vezes de foso y el camino cubierto por la parte del Oeste que es la subida más ágria, y por la banda del Leste, hacerles uno y otro con su Plaza de Armas para cubrir la Puerta de su Cortina, reparado de esta manera será suficiente para en la ocasión de el dia quedar precavido y libertarse de un golpe de mano, haciendo una defenza con que dejar con honor las Armas, ser punto de reunión á los Puestos que se retiren, exigir condiciones honrrosas del enemigo y acaso embarazarle, con el retardo que le cause el apoderarse de el, su y dea: El Coste ó Caudal necesario para executar lo que se acaba de explica podrá ser el de dos mil pesos...».

Tenía l cañón de bronce de a l0, 3 de a 9; 7 de a 7; 7 de a 6 y 7 de a 3; los de hierro eran l de a 2.4; 3 de a 16; 3 de a 12., 2. de a lO; l de a 8; l de a 6; 5 de a 4 y 5 de a 3.

En una nota dice Hermosilla que su guarnición era un soldado casado que vivía en él y cuidaba de su limpieza y aseo.

Fue mandado demoler por R.O. de l de Abril de 1898, «pero conservándose interin no se establezca en la misma meseta una fortificación de las características que se determinan y con armamento también previsto...».

En la actualidad está en buen estado de conservación y dedicado a Prisiones Militares, a cuyo efecto se han llevado a cabo las necesarias obras para acondicionarlo a este fin. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996).

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