1867 septiembre 13.
La Orotava (Tenerife)
“Pasó el anterior correo, mi querido papá, sin que, como de costumbre, emborronase un poco de papel con algunas tonterías que le distrajesen. La falta de humor para nada fue la única causa de dejar entonces de hacerlo y la de haber esperado hoy hasta última hora en que, desterrando pereza y mal humor, me decido pluma en ristre a llenar unas cuantas páginas.
En efecto, las contradictorias noticias de los anteriores correos, las esperanzas recobradas y perdidas de salir de cualquier modo de esta situación anómala, y la incertidumbre de lo que pasaba en el continente tenían el ánimo inquieto y la cabeza poco dispuesta a concebir ideas ajenas a lo que la preocupaba. Hoy, que, según parece, por fortuna o por desgracia, ha terminado todo, cesando el estado de inquietud y de alarma en que estaba, voy a coordinar unos cuantos párrafos que, si no son muchos ni van bien escritos, culpe usted a la premura con que lo hago.
Si yo fuese muy curioso no me faltaría materia de que ocuparme pues bastaría referirle lo que cada día observase en mis distintas excursiones; pero desgraciadamente no es así y puede usted creer, que en los diez meses y medio que llevo en esta población, no habrá llegado a media docena de veces las que he salido del casco de ella. Mis observaciones, pues, han sido por demás escasas y, únicamente a grandes rasgos es como podré describírselas.
Antes de comenzar, le daré las noticias que he podido recoger sobre el descubrimiento de una nueva cueva en Tegueste (partido de La Laguna) sobre lo cual me preguntaba usted en una de sus anteriores. Parece ser que en las inmediaciones de dicho pueblo hallaron unos trabajadores indicios de existir algún subterráneo, hacia la parte media de una montaña poco elevada y menos frecuentada aún; no tardaron en hallar la entrada, que era una boca pequeña por la cual penetraron, y que, ensanchándose poco a poco, les mostró algunos objetos extraños de cuyo descubrimiento se apresuraron a dar parte. Examinada dicha cueva, hallaron algunas momias de guanches perfectamente conservadas, con armas de aquellos tiempos y otros objetos curiosos, que se apresuraron a transportar a Tacoronte, donde existe un gabinete de antigüedades guanchinesas;(1) aún no he visto este gabinete, que debe contener cosas curiosas, pero hay aquí, en la Villa, una familia que posee algunos objetos de aquellos tiempos y que he tenido ocasión de ver; entre ellos figura la gigantesca momia de un guanche, en perfecto estado de conservación, ignorándose aún el medio de que se valían aquellos salvajes para embalsamar los cadáveres. Algunos brazos y piernas de los mismos se hallan esparcidos por el suelo, y sus dimensiones dan a conocer estaturas diversas, pero siempre mayores de seis pies. Existen, además, algunas hachas de las que usaban y que consisten en un mango corto de madera, a cuyo extremo encaja un trozo de piedra volcánica muy pesada y que abunda mucho en la isla, con un corte bastante fino. Algunos escudos o adargas de madera de Drago, petos de cuero y otros mil objetos llenos de polvo y muy descuidados completan la colección susodicha y que es una lástima la tengan tan abandonada y en estado deplorable.
Muchas otras cuevas se han descubierto desde la conquista, conteniendo objetos semejantes a los ya expuestos, pero cada día van siendo más raros esta clase de hallazgos, por cuya razón es tan sonado su nuevo descubrimiento.
El tiempo apura y por este correo habrá usted de dispensarme que me detenga aquí; el próximo procuraré ser más largo, para lo cual empezaré con más tiempo la tarea.
Hasta entonces, pues, le quiere su hijo.· (Ricardo Ruiz Aguilar, 1998: 87 y ss.)
(1) Museo Casilda de Tacoronte cuyos fondos fueron vendidos en la República Argentina, una de estas momias ha sido recuperada hace un par de años por el Cabildo de Tenerife.
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