sábado, 4 de febrero de 2012

REPUESTA A CONSULTAS DE UN CIUDADANO




PRIMERA ENTREGA


Eduardo Pedro García Rodríguez

Un amable lector tuvo la gentileza de contactar conmigo y exponerme sus dudas con relación a la denominación toponímica antigua de las Islas del Archipiélago Canario y otros aspectos recogidos en su escrito. Trataré de dar repuesta a sus interrogantes conforme a mi modesto saber y entender dado que no soy diplomado por ninguna de las universidades de España en Canarias.

Voy a tratar de responder al escrito de manera desglosada para desarrollar de manera más comprensible dichas consultas, nos dice el comunicante:

“He observado que en la portada de la página puede observarse una imagen del archipiélago canario donde se señala su nombre español y su nombre guanche (denominación que de por sí es inadecuada ya que guanches eran los habitantes prehispánicos de Tenerife; los de La Palma eran benahoraitas o auaritas, los del Hierro Bimbaches, los de Lanzarote y Fuerteventura mahos ["majos"]...). En esta, hay una serie de cosas que, según mis conocimientos (que pueden ser erróneos) no son correctas. Solo deseo que establezcamos debate y me digan ustedes si estoy en lo cierto o, en su caso, si estoy equivocado y por qué.”

Creo que cuando usted dice: “su nombre en español”  debe referirse a su nombre en castellano lengua oficial del Estado español, pues que sepamos no existe la lengua española término incorrectamente aplicado al castellano impuesto y hablado fuera de Castilla tras las invasiones castellano-aragonesa denominadas “Reconquista”.

España es un Estado plurilingüe. Siendo lenguas cooficiales el catalán, el gallego y el vasco o euskera. Haremos una salvedad respecto del catalán, pues también se habla en Valencia y las Islas Baleares un idioma muy similar, aunque con sus propias peculiaridades, que en esas comunidades ex reinos identifican como propio y original bajo la denominación de “valenciano” y “balear”, y otras de menor entidad como el bable y el aragonés Etc.
Prosigo con su escrito; “…guanches eran los habitantes prehispánicos de Tenerife; los de La Palma eran benahoraitas o auaritas, los del Hierro Bimbaches, los de Lanzarote y Fuerteventura mahos ["majos"]...).
Suponemos que con el término “prehispanico”  usted pretende soslayar el más correcto de pre-colonial, pues parece ignorar que el archipiélago fue invadido, ocupado y colonizado por la fuerza de las armas, mediante una cruenta guerra declarada unilateralmente por Castilla la cual comenzó en 1402 dirigida por los aventureros y esclavistas Jean de Bethencourt y su socio Gadifer de la Salle, bajo el patrocinio de Enrique III de Castilla y concluida en 1496 por el mercenario y esclavista al servicio de la reina Isabel I de Castilla Alonso Fernández de Lugo (estos adjetivos no son nuestros, están recogidos en la historiografía).
Dicho lo que antecede vamos a centrarnos en los aspectos toponímicos y gentilicios del archipiélago pero antes permítaseme algunas consideraciones en torno a la geología y geografía del mismo.
Génesis del archipiélago                             
En las Islas Canarias el origen litológico es de naturaleza volcánica. La actividad volcánica se inicio hace 20 millones de años como consecuencia del movimiento orogénico alpino que fractura la placa atlántica y provoca la  emisión de magmas. La solidificación del magma edificó diferentes islas del archipiélago. Las rocas volcánicas son fundamentalmente de basalto.
El archipiélago está formado en su totalidad por acumulaciones volcánicas; la teoría más aceptada es que las islas Canarias tienen una antigüedad de 40 millones de años y fueron generadas en tres periodos de erupciones volcánicas, cuyos materiales se depositaron sobre un zócalo precámbrico.
Situación geográfica del Archipiélago Canario
El Archipiélago de las islas Canarias está situado en el Océano Atlántico al noroeste del continente africano, del  que dista aproximadamente unos 96 Kms. y a unos 1.500 kilómetros al sureste de España  (Península Ibérica). Se localiza entre los 27º 37’ y  29º 25’ de latitud norte y los 13º 20’ y 18º 10’ de longitud oeste, bajo la influencia del Trópico de Cáncer. 
La superficie del  archipiélago es de 7.492,36 kilómetros cuadrados, de los cuales 301.335,1 hectáreas lo conforman Espacios Naturales Protegidos. Su población  en el 2009 era de 2.103.992 habitantes y una densidad de 283,5 hab/km², de ellos 1.500.000 aproximadamente somos canarios de origen y nacimiento, medio millón son extranjeros entre ellos unos 250.000 españoles. (ISTAC)
El conjunto insular lo forman siete islas mayores: Esero (El Hierro,) Benahuare (La Palma,) Ghumara (La Gomera,) Chinech (Tenerife) Tamaránt (Gran Canaria,) Erbani o Erbania (Fuerteventura) y Titoreygatra (Lanzarote,) además de los islotes: Lobos, La Graciosa, Montaña Clara, Alegranza, Roque del Oeste y Roque del Este.
El archipiélago en las citas etnocentristas greco-latinas
Disculpe lo extenso de las citas pero estimamos que son convenientes para una mejor compresión del contexto históricos de nuestro archipiélago en la cultura clásica europea.
Siglo VII a.n.e. Los fenicio de Gades ya habían navegado por esta aguas canarias desde sus asentamientos en Gades, desde el  y navegaron la costa Atlántica de África, pasando por Canarias y continuando hasta lo que hoy es Senegal. La tesis es que las islas descritas por Hannón en el Cuerno del Oeste (actual Cabo Jubi), no podían ser otras que las Islas Canarias cuya teoría es también defendida por el también estudioso Schmidt. El mismo comentario indica que la exploración continuó desarrollándose por otras islas de este archipiélago, presentando una de ellas actividad volcánica (posiblemente sería la isla de Chinech (Tenerife).
S. VIII a.n.e. Homero, en La Odisea, sitúa Los Campos Elíseos, « ...En lo último de la tierra, donde pasan los hombres una vida tranquila y dulce, sin experimentar nieves, inviernos rígidos ni lluvias, sino un perenne aire fresco nacido de las respiraciones de los céfiros que el océano exhala».
S.V a.n.e. La descripción de la Atlántida, realizada por Platón en sus Diálogos: Críticas y Timeo, concuerda con la posición del Archipiélago Canario, cuyas masas emergidas serían los restos del mítico continente hundido.
Siglo V a.n.e. Según el relato de una navegación púnica al mando del cartaginés Hannón efectuada hacia el año 425 a.n.e. en la que,  partiendo de Cartago (en la actual Túnez), se navegó rodeando África hasta internarse en las profundidades del Golfo de Guinea, en la desembocadura del Camerún. El único manuscrito que subsiste en la actualidad data del siglo X.
Es más que probable que la expedición de Hannón arribara a algunas de las Islas Canarias, y posteriormente establecieran asentamientos en las islas de Esero (Hierro) Tamarant (Gran Canarias), Titoreygatra (Lanzarote) y Chinech (Tenerife) juzgar por los abundantes indicios arqueológicos de adscripción feno-punica que se han descubierto en las islas, especialmente grabados rupestres y símbolos representativos de la Diosa Tanit, Diosa suprema de Cartago.
Siglo V a.n.e. Según el historiador griego Herodoto (nacido en 484 a.n.e.), una expedición fenicia auspiciada por el faraón Necao II (proclamado rey en 610 a.n.e.) circunnavegó el continente africano por primera vez. El faraón quería buscar un paso hacia occidente desde el mar rojo. Tras fracasar en el intento de construir un canal que uniese el mar Rojo con el Mediterráneo a través del Nilo, decidió buscar un paso hacia occidente por el Sur. Cuenta Heródoto que varias naves fenicias circunnavegaron el continente africano, denominado entonces Libia, en una expedición penosa que efectuó largas paradas para conseguir provisiones, y que tardó dos años en llegar a las columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar)). En las Islas Canarias existen indicios arqueológicos y culturales de indudable ascendencia egipcia, (ritos funerarios, trepanación, pinturas etc.
Plinio menciona una expedición realizada entre el año 25 antes de Cristo y el 23 después de la era, cuando en la Mauretania reinaba Juba II, coetáneo de Octavio Augusto, y en cuya época ya se conocían las islas y qué había de valor en ellas.
Siglo II, a.n.e. El geógrafo griego Tolomeo en su guía geográfica  ya alude, con plena seguridad, a algunas de las Islas Canarias como Islas atlánticas.
S. I, a. n.e. La Eneida de Virgilio, narra Eneas y la Si bila, «...Llegaron a los lugares alegres y vergeles apacibles de los bosques afortunados, a las islas de los bienaventurados, mansión de las almas dichosas. Su cielo es más puro y esplendoroso que el nuestro».
S. I, a. n.e. Diodoro Sículo sitúa en, las islas Atlánticas y Afortunadas, el jardín de las Hespérides que, entre toda clase de frutos maravillosos, producía las manzanas de oro.
Siglo I, a.n.e. Pilotos de Gades relatan sus viajes a las Islas Canarias que sirvieron de referencia al general romano rebelde Sartorio quien quiso habitarlas personalmente por su reconocida fertilidad (Plutarco o Salustio) e identificados como islas afortunadas (de los afortunados) o Campos Elíseos por ser tierra de buen clima, excelente fertilidad y por tanto de felicidad. La expedición se frustró por el asesinato de Sartorio.

Siglo I, a.n.e.  Descripción del geógrafo griego Estrabón  (63-21-) de las Islas Afortunadas (Islas Canarias) en su referencia al intento de circunnavegar África, utilizando la ayuda técnica, material y personal de los gaditanos, que navegaba tranquilamente por el Atlántico en ambas direcciones (Estrabón II 3-4 y III 5-11) cuyas condiciones marineras son alabadas por el mismo geógrafo.

Siglo I,  a.n.e. Plinio el Viejo [79]. Cayo Plinio Cecilio Segundo, nos ofrece la descripción física de unas islas, llamadas Afortunadas (Islas Canarias), con la siguiente nomenclatura: Junonia [Benahuare] La Palma? Pluvialia [Ecero] El Hierro? Pluvialia [Titoreygatra] Lanzarote? Capraria Gomera] La Gomera? Invallis [Chinech] Tenerife? Planasia [Tamarant] Gran Canaria?

40 a.n.e.  Juba II de Mauritania y su cierto viaje a las Islas Canarias en plena época romana, a las que llama “tierra de perros” debido a la gran proliferación de estos cánidos, según la nueva y somera descripción que hace Plinio.: Ombrión [Esero] El Hierro? Junonia [Benahuare] La Palma?  Junonia la menor [La Gomera] La Gomera? Capraria  [Maxorata] Fuerteventura? Ninguaria [Chinech] Tenerife? Canaria [Tamarant] Gran Canaria. Seguramente los nombres de Junonia Mayor y Junonia Menor fue puesto a estas isla en honor de la Diosa romana Juno. Existen grabados rupestres alfabetiformes con grafía latina en la isla Esero (Hierro) y otros localizados por el autor de éstas líneas en la zona de Los Baldíos en la isla Chinech (Tenerife). (Extracto tomado de Eduardo P.García, en: www.elguanche.net)





























SEGUNDA ENTREGA

Hace 2400 años Platón escribió un diálogo en el que empieza a hablar de porqué las cosas tienen nombre, para apropiarnos de las cosas. Esto se hace a través del lenguaje, surge la necesidad de articular por eso surgen las palabras. Platón hace dos clases de palabras; unas ligadas a la acción, el verbo, y otro tipo de palabras agente, que realizan la acción, el nombre. Aristóteles distingue entre nombre propio y nombre común.
Los gentilicios son palabras derivadas en las que participan la raíz con el nombre del lugar y el componente morfológico, de diferente composición, que indica pertenencia a un lugar. Los estudios morfológicos establecen una cantidad respetable de morfemas utilizados en lengua castellana, muchos de los cuales son de uso corriente en Canarias.
Los eufemismos son formas de evitar conceptos que no gustan, que son desfavorables
 
EL TOPONIMO CHINECH-TENERIFE Y EL GENTILICIO GUANCHE

Vamos a dar una ojeada al topónimo castellano o castellanizado de la isla y al gentilicio de sus primeros habitantes, guiado por autores de reconocida solvencia, simplemente para recordar algunos conceptos recogidos por los estudiosos y que debido a esta frenética manera de vivir que nos han impuesto y por la acción inevitable del transcurso del tiempo posiblemente se ha ido difuminando en la memoria de la generaciones anteriores. Y especialmente por la presión recibida por los eseñantes por parte del sistema imperante que les inducen a soslayar cualquier  aspecto de la cultura ancestral canaria que pueda generar en los alumnos sentimientos de identidad y autoestima como canarios.
Bethencourt Alfonso:

“Cuanto a la etimología que da Viana a la voz Tenerife, que fue el primero que se ocupó de este particular y al que han seguido Abreu Galindo y demás cronistas, no puede aceptarse. Dice que los indígenas de La Palma, descubriendo el Teide gran parte del año nevado, lo denominaron Tenerife, palabra compuesta de las simples Tener, “nieve” y de Ife, “monte elevado”. Aparte de figurar este vocablo en la genealogía de los más antiguos soberanos de Tenerife, puede asegurarse de que antes del siglo XV era indistintamente conocida por dicho nombre, Nivaria o del infierno. Ya lo expresan Bontier y Le Verrier: “La isla del Infierno que se llama Tonerfis, tiene la figura de un rastrillo”.

Precisamente el apelativo del Infierno no lo dieron a la isla los navegantes que se aventuraban por estos mares, como dicen los cronistas, por sugerirles tal idea el aspecto espantoso de las erupciones volcánicas.

Esta es una explicación habilidosa pero incierta. Se lo dieron, cuando puestos en contacto con los indígenas de Tenerife tradujeron fielmente la voz guanche Chinechi, Chineche o Achinech, modalidades de un sólo término, que significa “infierno”; que los naturales emplazaban en el centro de la isla, donde moraba Guayota y demás di vinidades infernales, siendo el Echeyde o Teide la boca de comunicación con el mundo de los vivos o séase la boca del infierno, de los que nos ocuparemos en otro lugar. Y esto es tanto más exacto cuanto en nuestros días, en la actualidad, en pleno siglo XX, cuando por los pueblos del Sur muere alguna persona reputada de perversa, es frecuente oír frases como las siguientes: “Este va a Chinechi”, “¡janda, a lo más hondo de Chineche!”, “de Chinechi no salgas”; porque de allí salen los xaxos condenados a encarnar en los vivos “La interpretación dada por los cronistas a la palabra no es exacta.

Escribe Fray Alonso de Espinosa: “Los naturales de esta isla que llamamos guanches, en su lenguaje antiguo la llamaron Achinech”; y Fray Abreu Galindo observa: “Esta isla de Tenerife se llamaba en su común hablar Chineche (otras veces dice Achinech) y a los naturales llamaban Bincheni”. No, los naturales no denominaban a su propia isla Chinechi o “infierno”, ni así mismo Binchini o “Bincheni” o “habitante del Infierno” (de Beny- cheni, al parecer), sino que fueron dictados que les aplicaron los invasores cuando se enteraron de sus creencias teogónicas. Mas en lo firme está Marín y Cubas al declarar que los naturales la denominaban Guanchini, de donde probablemente el nombré genérico de guanches que dieron a sus habitantes.” (J. Bethencourt Alfonso, 1991)

Buenaventura Bonnet y Reverón:

“Según afirman los geógrafos Vidal de la Blache y C. de Almeida, así como el historiador César Cantú en su”Historia Universal”, veinte leguas al sur del cabo Tenéz, en Argelia, al norte de Orleansville, existe una cadena de montañas llamada Gebel Guanxeris o Guartcheris; del nombre de esas montañas tomaron nombre las tribus que viven en sus alrededores, cuya analogía con la voz Guanche que designaba al habitante de Tenerife y al de la Palma es evidente.

Analizando las voces Gebel- Guan-xeris, tendremos que Gebel significa “monte”; guan, en el lenguaje de aquellos aborígenes quería decir “hombre”, palabra que entraba en la composición de otras, así hemos visto ya, los habitantes de Tenerife y los de la Palma tenían como nombre común el de guanches, como denominación particular, los de esta última isla se llamaban Haouarythes, que según los historiadores, en nada o en muy poco diferían de los de Tenerife.

Guan-arteme  estaba formado de Guan y Artemi, o sea  “hombre descendiente de Artemi Semidán”, y también “hijos de Artemi;” guan-oth, compuesto de guan, “hombre), y oth.“ el que ampara), era el hombre que amparaba, y lo mismo sucedía en las localidades Guan-tecira, y el pueblo de la Guan cha que existe en esta isla, como recuerdo de la raza vencida. La terminación Cha, significa lugar; por eso, Chasna significaba “las bandas del Sur”.

Nos resta estudiar el subfijo xeris, cheris o seris. La voz egipcia shait o sheit, expresaba la tierra del lago, cerca de Moeris, donde residieron antes de que los griegos fundaran a Crocodrilópolis, tribus arias en tiempos de Ramsés 3º, como ya hemos probado. Luego, el verdadero nombre sería: Gebel Guan-sheit, y su traducción, “Monte de los hombres de la tierra del lago”. Los guanches que residieron en Egipto en tiempos anteriores al año 1300 antes de Jesucristo pasaron luego a Argelia, bautizando las montañas donde vivieron con la denominación ya indicada, emigrando más tarde parte de esa población a las Canarias.

Sabido es que en Berbería las montañas toman en general su nombre de las tribus que las pueblan, y esta costumbre nos ha facilitado el estudio de esos ramales arios. El monte Wan-nasch reese, (el Guan-xeris de Samson y el Gauser de Duval), está a ocho leguas al S. E. de Sinaab, sirviendo de guía y dirección a los marinos, elevándose mucho por encima de las montañas del país. Véanse Suis y Schaw.

Los geógrafos antiguos y los escritores posteriores al siglo XV, hablan de los Ouanxeris. Edrisi los llama Wanschrys, incluyendo entre esas tribus a los Haouarylhes, habitantes de la Palma.

Del espíritu guerrero de los Guanches da fe León Africano, cuando dice: “Las tribus que habitan esta alta montaña (Guanxeris), han sostenida la guerra contra el rey de Tlemencen durante más de sesenta años... Cuentan con 20.000 peones y 2.500 soldados de a caballo.)

Luís de Mármol cita también a los Gaunxeris como una población del desierto de Zuenziga, si bien reduce e número de sus combatientes.

Por último, en su común hablar, según Abreu Galindo, los guanches llamaban a la isla de Tenerife, Chineche. De la unión de esta voz con el prefijo guan, resulta Guan chineche, que vendría a ser  “hombre de la tierra”, etimología que nos parece demasiado artificiosa, tanto más cuanto que este historiador, como los que le siguieron, desconocían por completo la filología y los descubrimientos efectuados hace poco de etnografía. Otros se inclinan a afirmar que de guan y de Chinerfe nació la palabra guanche, pero esto es tan artificioso como lo anterior.

Por desconocimiento de las leyes de construcción del lenguaje guanche no podemos afirmar si la voz Tenerife se deriva de Chinerfe; pero lo que sí sabemos es que antes de conquistarse esta isla, los P. P. Bontier y Leverrier, en el capítulo 68 de su historia, dicen que la isla del Infierno (Tenerife) se llama Tonerfis. Los habitantes de la Palma decían a los españoles, señalando al Teide, Tiner-Ife; o mejor, según otros, Time Rife (monte blanco), y los de Gran Canaria, según Marín y Cubas, llamaban Tenerfe a una punta de tierra que desde allá se descubre al sur de Tenerife. Es muy significativo también que la tradición consigne que existió un Mencey, dominador único de la isla, llamado Tinerfe el Grande.

Pero dejando a un lado esta cuestión, hemos de hacer constar que la palabra guanche servía para designar como nombre colectivo a varias tribus, las que a su vez conservaban sus denominaciones particulares. Un mismo origen tenían los guanches de Tenerife, Palma y quizá el Hierro, y sin embargo se distinguían con otros nombres, como tendremos ocasión de ver.”[…] (Buenaventura Bonnet, 1925:137-39)

Rafael Muñoz Jiménez:

[…] Aquí no hablamos de si antes de la oleada beréber hacia las islas hubo otros pueblos que habitaron el Archipiélago, pues el punto desde el que miro es el lexicográfico. Ni siquiera si hubo colonias de otros pueblos, como parece deducirse de lo que hemos dicho en el Capítulo 2 (pp. 25-41); es, precisamente, el léxico que ha llegado hasta nosotros el que nos habla de una presencia beréber y por eso digo que lo que en un comienzo latía en mi mente como una hipótesis se ha convertido en una certeza: el pueblo prehispánico es beréber.

Grupo primero: tipo achinech

1. Variantes del vocablo

achinech, achinach, achineche, chinechi, chineche, chinec, achine-tche, atchimetche, chinet.

2. El contexto
Achinech.
A la cual [isla] los antiguos llamaron Nivaria, porque un alto monte que en medio de ella está, llamado Teide, que por su gran altura casi todo el año tiene nieve.

Vese este pico de Teide de más de sesenta leguas a la mar, y desde él se divisan todas las demás islas. Concuerda muy bien el nombre antiguo con el que los palmeses le pusieron, que es Tenerife, porque según estoy informado Tener quiere decir nieve, y Fe monte; así que Tenerife dirá monte nevado, que es lo mismo que Nivaria.

Los naturales de esta isla [de Tenerife] que llamamos guanches, en su lenguaje antiguo la llamaron Achinech (Espinosa).

chinechi
Los isleños [de Tenerife], anteriormente a la conquista, le decían Chinechi, y los palmeros Tenerife, que en su lengua significa tanto como "monte de nieve", como el
candor ha dado su nombre al Cáucaso. (Torriani).

Achineche.
Esta isla de Tenerife fue llamada anteriormente Nivaria, por la nieve que siempre tiene un monte muy alto que en esta isla está, que llaman el pico del Teide, que aparece más de sesenta leguas el mar adentro; y los mareantes dicen no han visto cosa más alta. Los naturales de la isla de La Palma le pusieron este nombre, Tenerife, compuesto de dos dicciones: tener, que quiere decir "monte" y ife, que es "blanco"; y así, quiere decir "monte blanco", porque este monte de esta isla está mirando de frente a La Palma y del la se ve claro.

Los naturales de la mesma isla de Tenerife, en su propio lenguaje y común hablar, la llaman y nombran el día de hoy Achineche (Abreu Galindo).



Chinechi.
Esta isla tuvo varios nombres assi en la antigüedad como en estos tempos. Nivaria por tener perpetua nieve el alto monte Teide mui descollado de mas de tres leguas de alto, y nueve el pie de su circunferencia, y en lo alto tiene una llanada de mas de legua de onde
se divisan todas las yslas, y en dias claros el Africa de mas de 40 leguas, assi mismo este monte esta humeando por ser volcán, y sacase cantidad de piedra azufre, y por eso en los roteros es llamada ysla de Ynfierno; los de Canaria llaman Thenerife porque assi
nombran los canarios una punta de tierra que mira al sur donde se descubre esta ysla de Thenerife; de sus mismos naturales unos la llaman Chinechi y otros Binchini y sus moradores guanches derivados del termino Gucancha que significa perro y asi llaman al
demonio que se les aparece en esta forma grande y lanudo (Marín y Cubas).

4. Análisis
Las variantes del primer grupo (achinech, achinach, achineche, chinechi, chineche, chinec, achinetche, atchimetche, chinet) son la transcripción de la palabra zanata, tal como la pronunciaban los antiguos habitantes prehispánicos. Hay que tener en cuenta que la palabra zanata no es nada más que la versión gráfica de una palabra que ni siquiera los árabes la pronunciaban así, sino zenete. El arabófono, aún en nuestros días, cuando quiere escribir una palabra que conoce del árabe hablado, la pone en árabe literal. En lengua árabe la distinción entre lengua clásica y lengua moderna no es pertinente; la única distinción es la que existe entre árabe literal (de littera, carta, escrito) y árabe hablado (la lengua que no se escribe, sino que se habla). Por lo tanto, lo que hacían los árabes respecto a dicho vocablo era traspasar a la grafía árabe, que solamente anota tres vocales largas (a, i, u) y tres breves (a, i, u) una palabra que no era árabe, sino beréber, -o, mejor aún, zanata -a los modos de expresión gráfica árabe.

El gramático árabe conoce el fenómeno de la imala, que consiste en el cambio del timbre vocálico de la a, cuando tiende a pronunciarse e.

Pero los gramáticos se refieren a palabras árabes; este no es el caso de nuestro vocablo.

Ahora bien, ya hemos anotado que es Ibn Jaldün quien nos dice que zanata no es árabe; y que la z es un modo de transcribir un sonido que el alfabeto árabe no posee. Ese sonido, intermedio entre s y y, "acompañado de un silbido" (de una aspiración) aparece trascrito en las voces citadas mediante una ch. En este grupo la aspiración no aparece, pero sí se muestra en el grupo de tipo heneto, que no es sino la palabra zenete, con la terminación o para castellanizar una palabra terminada en consonante.[…]”

Grupo segundo: tipo bincheni

1. Variantes del vocablo
binchini, bincheni, vicheni.

2. El contexto
binchini de sus mismos naturales [de Tenerife] unos la llaman Chinechi y otros Binchini y sus moradores guanches derivados del termino Gucancha que significa perro y asi llaman al demonio que se les aparece en esta forma grande y lanudo (Marín y Cubas).


Bincheni.
Esta isla de Tenerife se llamaba, en su común hablar, Chineche, ya los naturales llamaban Bincheni (Abreu).

3. Análisis

Álvarez Delgado
Parece, efectivamente, que el primer elemento de esta palabra, benchini / bincheni / binchini, es efectivamente el prefijo ben y no bin, si bien los berberólogos han supuesto que se trata de forma igual al demostrativo bereber wi-n= "el de" seguido del infijo de anexión, como en su hipótesis de guan. Ya vimos que ésta era falsa, y además la forma bin no aparece en formas canarias casi nunca, y en Tenerife nunca; y esas pocas veces que aparece es de seguro cambio por ben, como hemos establecido para el Bincheni, de Abreu y Galindo. (...).

Como se ve, Álvarez Delgado descompone la palabra en dos elementos: ben / bin y cheni / chini. Se equivoca al negar que venga del complejo wi n. Seguramente lo que le despistó fue la consonante b; sin embargo se da con frecuencia en beréber que w, se pronuncie g o b; así, por ejemplo, awal se pronuncia agwal o abwal. Así pues, es un complejo relativo con valor de demostrativo: wi n, "el que", "éste", "el".

El segundo elemento de benchini o bincheni es de la misma raiz chin= "tierra, piedra", que estudiamos a propósito de guanche, por lo que están en 1o cierto los tratadistas que han tratado de identificar etimológicamente ambas palabras. Y eso es lo que sirvió a Abreu para cometer el error de decir que los guanches, como se llamaban ellos mismos y los llamaban todos, eran designados como benchini o bincheni, siendo semánticamente algo diferentes las dos palabras.

Que sean "algo diferentes" las palabras benchini o bincheni, desde el punto de vista semántico, es falso. Son más bien algo diferentes desde el punto de vista del oído de quien las transcribió; son la misma palabra wi n ten, que podía sonar a unos b9ncin, o bincen.

Respecto de la -i final de estas formas hay muchas posibilidades, ya que puede ser paragoge (como dijimos de Chinachi,  o que se trate de desinencia de genitivo singular, como indicamos de xiraxi o, finalmente, deberse a trascripción hispánica de algún sufijo o desinencia impropia de la voz indígena. La segunda interpretación parece la más segura.

Una vez más Álvarez Delgado nos habla de disinencias de una lengua -la beréber- que no las tiene. En beréber no se expresa el genitivo singular ni ningún otro caso. Esa misteriosa terminación en -i tampoco es debida a interferencias ajenas a esa lengua, sino, seguramente, el vestigio de un etnónimo o antropónimo keni. […]

Por consiguiente, hay que interpretar la forma ben-chini y sus variantes bincheni o binchino por "propio de la tierra" o "lo tinerfeño", abarcando tanto a hombres como a mujeres, y estando en esto su diferencia con guanche, que conforme la explicada etimología, se refiere solamente a "el tinerfeño", el hombre de Tenerife.

Siempre que leo las explicaciones de Álvarez Delgado, me quedo atónito. ¿Es posible que llegase a creerse que la diferencia entre bincheni y guanche sea solamente en cuanto al género? Chin / chen proviene del latín gens > gen cuya s final cae, debido a la ley del desgaste, tan frecuente en beréber. No significa "propio de la tierra", ni "lo tinerfeño" sino "la gente", "la tribu". […]

Dr. Ignacio Reyes García:

Durante siglos, habitó en la memoria del mar la estampa de una isla elevada entre aguas turbulentas, cuyo rostro níveo y, a menudo, airado parecía flamear sobre las nubes. Para el imaginario y la audacia de los navegantes antiguos, aquella tierra emergida en el confín atlántico del mundo, justo en el centro del enigmático archipiélago de las Afortunadas, vivió distinguida como «Isla del Infierno».
Mediado el siglo XIV de nuestra era, la aventura amenazaba las fronteras del misterio.
Las primeras singladuras de la expansión mercantil europea reabrían el océano, el temido abismo que ocultaba la muerte diaria del Sol. Algunos mapas, portulanos y relatos de viajes trazaban ya, con vacilante exactitud, la derrota hacia las costas isleñas. Unos pocos nombres geográficos apenas fijaban el destino. Quizá los apelativos descriptivos habían perdido algo de su halo mítico o fabuloso, pero en las voces nativas alentaba todavía una atractiva rareza.
Transcurridos cientos de años después de haber sido registradas, y presumiblemente otros tantos desde que fueron creadas, muchas de aquellas denominaciones aún se conservan casi intactas. Un buen ejemplo nos lo proporciona el nesónimo Tenerife, trascrito por entonces bajo las formas Tenerefiz (ca. 1350), Tenerefix (1420), Tenerify (1421) o Thenerifie (ca. 1484), todas alojadas muy cerca del enunciado original.
Fuentes etnohistóricas posteriores, especialmente las redactadas por Juan de Abreu Galindo (ca. 1590) y el padre Alonso de Espinosa (1594), advierten que el nombre fue recogido en la vecina isla de La Palma. Por los informes que recaban, descubren también que el término se compone de dos voces, traducidas del siguiente modo: tener, 'monte', e ife, 'blanco', aunque Espinosa invierte los significados y asocia el color a la 'nieve' de la formulación pliniana (Ning[u]aria).
En todo caso, el imponente volcán que domina la isla condiciona cualquier definición. Sin embargo, más inclinados a observar las consecuencias de su actividad que la belleza de su imagen, los habitantes de Tenerife le dieron el nombre de Ashenshen o Ashinesh[en], 'el (lugar) que resuena o retumba'. No existe, pues, ninguna afinidad morfológica o semántica entre ambas voces, salvo el componente orográfico que les sirve de referencia, además de su indudable adscripción amazighe (o bereber). Ahora bien, la etimología cierta de los vocablos que integran el topónimo Tenerife presenta algunas peculiaridades etnolingüísticas.
El sustantivo femenino tener (< te-ner), que la información disponible asocia con el concepto 'monte', significa en realidad 'frente'. Dialectos continentales, como el zenaga del sur mauritano o la tamazight del Marruecos central, conservan esa estructura biconsonántica [N·R] con este significado. Pero se trata de la misma fórmula que otras hablas y dialectos expresan mediante las raíces G·N·R o K·N·R, base del etnónimo canario (en su acepción de 'vanguardia' o 'valiente').
La utilización de símiles anatómicos para designar formas del relieve constituye una práctica muy extendida en la lengua amazighe. Por ejemplo, la 'cabeza' (eghäf, ixf, afa) o el 'mentón (amar) asoman con bastante frecuencia en la toponimia continental. La 'frente', en su acepción de 'fachada' o 'frontal', bien pudo acoger la imagen de aquel 'monte' inmenso, avistado por los palmeros en la orilla superior del horizonte. De hecho, una noción aledaña como 'llanura, llano' o 'región despejada', tenere, comparte en varios dialectos la misma raíz [N·R].
En cuanto al nombre verbal ife (< efey), que la documentación antigua remata con las terminaciones -z, -x, -y e -ie, posee también una raíz bilítera [F·Y]. Esas oscilaciones gráficas inducen a pensar que este último radical, hoy reducido a la vocal e, recibía una pronunciación menos palatal que postalveolar, como sucede en cabilio. Otros dialectos, en cambio, adoptan aquí fonemas con un punto de articulación velar (F·W o F·K). Pero se trata solamente de variaciones fonéticas, ya que todas sus dicciones se mantienen en el campo semántico de 'la luz, la claridad, el resplandor o el brillo'.
Con estos datos, podemos restituir el compuesto tener-efey con el valor literal de 'la frente (que) brilla' o bien, de manera un tanto más literaria pero, seguramente, más cercana a la tradición amazighe, como 'el monte claro'.

EL GENTILICIO “GUANCHE”

Bethencourt Alfonso:

“Según Viera la palabra guanche se deriva de guan, «hombre», pero nada se encuentra en los vocabularios bereberes que justifique dicha significación. Mr. D' Avezac llama la atención sobre la homofonía de la voz guanches con la de guanscheris o guanseris, con la que se designa una tribu bereber que habita las montañas del mismo nombre, Djebel guanseris, pues se sabe que en Berbería el suelo toma la denominación de la tribu que lo puebla. El Edrisi las llama Wanschyrs.

León Africano dice sobre el mismo asunto: «Las tribus guerreras que ocupan estas altas montañas (guanseris monte) han sostenido la guerra contra el rey Tlemsen por espacio de más de sesenta años... cuenta veinte mil combatientes, entre ellos dos mil quinientos caballos».

Mármol 1os cita como tribu bereber del desierto de Zuenziga, dándoles sólo cinco mil guerreros, y Schaw precisa la situación de sus montañas.”

Rafael Muñoz Jiménez

Grupo tercero: tipo guanchinech

1. Variantes del vocablo
guanchinet, guanchinec, guanches, guanhes, ganches, guanchos,
guancho, guanchez, guanche.

2. El contexto
guanche

Guanche quiere decir natural de Tenerife, como Mahorero natural de Fuerteventura, porque Guan quiere decir persona y chinec, Tenerife, así que Guanchinec dirá hombre de Tenerife (Espinosa).

guanachinet.
Los de la isla de Canaria eran llamados Canarios y los de Thenerife Guanachinet (Cedeño).

Guanchinet.
Los naturales de esta dicha Isla de Theneriffe se llamaban guanchinet, que los Españoles corrompieron el nombre en guanche, que quería decir natural de Thenerife, porque en su lengua Guan quiere dezir persona y Chinet lo mismo que Theneriffe, as sí juntas las dos dicciones, dize hombre de Tenerife. (Núñez de la Peña).

guanches.
A los naturales de esta isla [Tenerife] llaman guanches los conquistadores (Abreu).

guanches.
 Los naturales de esta isla [de Tenerife] que llamamos guanches, en su lenguaje antiguo llamaban Achinech (Espinosa).

guanches.
Os islenhos se chaman guanches, que em nossa linguagem quere dizer valentes, o enrochadoes, e assim o sáo os que ha ainda agora (Frutuoso).

ganches.
Tenarife é outra ilha destas maior de todas; está bem povoada e dá muito páo e vinho; os naturais dela se chaman Ganches, por serem muito enrochadores (Frutuoso).

guanchini.
 Los forasteros [llaman a Tenerife] Ysla de Infierno por un alto monte, que aunque perpetuamente tiene nieve esta humeando y en sus cuebas se halla azufre y es volvan, y tiene tres leguas perpendiculares de alto, aunque el no lo esta, mas de todas partes de su vida tiene niebes los naturales le llaman Guanchini (Marín y Cubas), guanhes ...en Anaga, término desta isla de Tenerife en los campos de Amazy q. se han de regar con el agua de Avhana; los dhos. campos eran, en el tiempo de los guanhes, del rey de Anaga. (Datas).

3. Análisis
Abercromby
GUANCHE (Núñez), BINCHENI (Gal.1), 'un tinerfeño', VINCHENI (Gal. 2), 'naturales de Tenerife'. La primera palabra es una reducción de (g)wa-n-Chinet 'el de Chinet (Tenerife)'. Las otras dos formas son de wi-n-Chinet: ui es el plural de wa, 'él,
éste, el que'. En Español ui podía escribirse bi, vi. Para Chinet, Chineche, cfr.: (Zen.) tiniq 'una gruta, cueva'. (G. Nef.) Tanut, el diminutivo de anu, 'un pozo', quizá como referencia al cráter, en la cima del Pico.

Berthelot                                                                                                       
Viera hace derivar la palabra guanche de guan, hombre, en el dialecto de Tenerife; pero nada encontramos en los vocabularios bereberes que pueda garantizar esta significación.

Se debía a Mr. D'Avezac, tan recomendado ya por sus estudios sobre la etnografia africana, el habernos indicado la sinonimia de una palabra que los historiadores han empleado como denominación nacional, y que por esta misma razón ha llegado a ser una de las más importantes: según sus juiciosas observaciones y la nota que ha tenido la bondad de transmitirnos sobre este asunto, hemos reconocido la homofonía de la palabra guanches con la de guanscheris o guanseris, con la cual se designa una tribu bereber, que habita las montañas del mismo nombre (Djebel ouanseris) a 20 leguas póco más o menos al sur del cabo Tenez, del otro lado del Cheliff. Es sabido que en Berbería las montañas derivan su denominación en general de las tribus que las pueblan; el Edrisi las llama Wanschyrs y en el número de las tribus de este territorio o de esta filiación, nombra los Haouarithas.

Igualmente se encuentra en León Africano varias noticias acerca del país de los guancheris. "Las tribus guerreras que ocupan esta alta montaña guanseris monte), dice, han sostenido la guerra contra el rey Tlemsen por espacio de más de sesenta años ...cuenta veinte mil combatientes, entre ellos dos mil quinientos caballos". Mármol, que cita los guanscheris (guanaxeris) como una población bereber del desierto de Zuenziga, no le da más de cinco mil guerreros y Schaw indica la verdadera posición de sus montañas.

Viera deriva también el nombre de Tenerife de Tener (montaña) y de if (blanco) del dialecto de La Palma, es decir montaña blanca alusivo a la nieve que cubre con frecuencia el pico del Teide.

Galindo nos dice, al contrario, que la isla de Tenerife se, llamaba Atchimetche y que sus habitantes habían recibido el nombre de Vincheni. Tratemos de dar la más plausible explicación de estos dos nombres.

Desde luego en Atchimetche encontramos de nuevo el a'y bereber como designación de la tribu. Así pues, Atchimetche o A'yt Chimetche será la tribu de Chinetche, de la que quizá los españoles han hecho Tinerfe o Chinerfe como se encuentra inscrito en los mapas de la Edad Media; paro A'yt en la lengua schilah es un equivalente del prefijo Atchi de los guanches usado delante de los nombres propios para señalar la filiación; luego, según nuestros vocabularios, Atchi-netche es un sinónimo de la palabra Guan-netche, en la cual volvemos a encontrar los Guanschyrs o los Guanscheris del Edrisi.

En cuanto a Bincheni recordaremos que los españoles emplean indistintamente la V por la B; luego, el nombre de Bin-cheni nos parece en este sentido una corrupción del de Ben-y'Cheni o de Beny'Chenerfe es decir la tribu de Chenerfe, o los hijos de Tinerfe, según los historiadores de la conquista. Se reconoce en esta expresión de Vincheni por Beny'Cheny los dos elementos lingüísticos que ya hemos notado, (el árabe y el bereber).

La homofonía de Beny'cheni de Atchimetche, de Guancheni o de Guanchtinerfe nos parece demostrada, y en definitiva será a los antiguos Guanscherys a quienes debemos referir los Vinchini de Galindo y los Guanchineses de Viera. No obstante, Jorge Glas, teniendo consideración a una cierta analogía de sonido entre la Z y el ch de los españoles, deriva el nombre de Vincheni de los Zeneti o Zenetah, una de las cinco grandes tribus bereberes, pero quizás hubiera sido más natural encontrar los Zenetah en el nombrede Henetah, dado por los antiguos habitantes de la isla aun pueblo guanche dependiente del Menceyato de Güímar. Sea lo que fuere, si la primera interpretación es admisible, la denominación de Tenerife o de Chenerife según los españoles de la Edad Media, será tal vez la reunión de dos nombres desfigurados por la mala ortografía: Chenetah por Zenetah, unido a la palabra Rit; y de aquí Zenet'rif, es decir, la playa o el país de los Zenetahes. Antonio Mª Manrique

Guanche.
(N. de la Peña). Este autor trae también guanchinet, que significa el habitante de la isla de Tenerife. Viera dice guanchiner y guanctinerfe. Aquel nombre (guanche) parece querer decir "hijo del jefe", formado de las palabras huald y chef Quizá con este nombre se hiciese referencia al Teide, o bien a una persona constituída en autoridad o jefe. Guens quiere decir, en árabe, nación o estado. Guen sená es nuestra nación.

Álvarez Delgado
Guanche se deriva de guan-chen o guan-chin (en transcripción fonética guán-chen o guán-chin), cuya final se pierde por la pluralización española y por la debilidad de las finales en la articulación usual de Canarias. El primer componente de guanche o guán-chen ha sido corrientemente dado por los cronistas con el sentido de "hombre" o "persona".

Quizá el mayor error que cometió Álvarez Delgado en su obra etimológica fue el creerse a pies juntillas las "traducciones" de los primeros cronistas. Se apoya, en efecto, en fuentes como Espinosa o Núñez de la Peña. Pero aquellos autores y, en concreto, Espinosa, no traducían sino que malinterpretaban. La prueba la tenemos en los nombres de la divinidad que nos da el fraile dominico, como veremos en el capítulo reservado
a este tema. y la cosa es grave, porque se han repetido después sus argumentos, apoyándose tan ciegamente en sus palabras, que, a mi modo de ver, se ha hecho un daño enorme para el conocimiento del pasado de las islas.

Después de una disgresión sobre ciertos vocablos que empiezan por guan, sigue diciendo: La -n final de guan no es un infijo de anexión o postizo al radical gua- hipotético, sino que forma parte de la misma raíz. Lo garantiza la forma Teniquisguán = "hombre de piedra", compuesto de tenique = "piedra", en caso oblicuo teniquis y el elemento guan.

Antes decíamos que el que Álvarez Delgado hable de desinencias (vide p. 228) en una lengua que no las tiene es algo que no puede ser comentado otra vez; y menos cuando hable de un caso oblicuo, término técnico con el que los arabistas designan el genitivo.

El segundo elemento de guánchen o guánchin, es la raíz del nombre indígena de la isla de Tenerife, que Espinosa escribe Achinech, pero Torriani y Abreu Galindo consignan Chinichi. La oposición de las distintas grafias (las variantes Chineche y Chiniche son alteraciones en la transmisión de Chinichi), prueba sin duda alguna que la forma indígena primitiva era Chinech.

Sobre ésta, con las tantas veces citada prótesis de A- se forma la grafía de Espinosa Achinech, y sobre la misma primitiva con paragoge obligada en las fuentes italianas por la paladial final y la inexistencia en italiano de consonante final absoluta, la forma de Torriani Chinichi. Esto prueba cumplidamente que la forma Achinech no puede estar integrada por el artículo o determinativo ach- y el resto como radical, sino que Chinech está compuesta de un sufijo nominal por el estilo del de Ach-may-ex y el radical chin "tierra o zona", que hace valer a Chinet frente a chin lo que "territorio" o "país" frente a "tierra" o "zona".

Una vez más hay que asombrarse por la imaginación que sobresale en el autor de aquellas líneas. y por lo peligroso que resulta. Porque si el elemento -ex de Ach-may-ex es un sufijo del "estilo" del -ech de Chinech (si no he entendido mal), querría decir que convierte a ex en un sufijo, cuando es us, el dios guanche, como veremos.

Resulta probado que guan = "hombre" y chin o chen = "tierra" o "país", así como que la voz guanche es indígena exclusivamente de Tenerife. Segura la posibilidad de que donde los indígenas decían guánchin o guánchen transcribieran los españoles guanches, por el carácter débil de la final; parece indiscutible que efectivamente el valor y etimología de esta voz es guanche = 'hombre del país", sin otras explicaciones razonables.

Wolfel
Difícilmente podemos poner en duda la derivación de guanche de guanchinec(h), tanto más cuanto que está atestiguada por bincheni, los que podemos reconstruir ambos como singular y plural de la misma palabra: wa-n-tinet /wi-n-tinet "el de Tenerife 1os de Tenerife".

Estimado, sí le parece en la próxima entrega desarrollaremos los topónimo y gentilicios de Benahuare.






































TERCERA ENTREGA

Benahuare-La Palma

El investigador Guayre Adarguma nos indica una posible procedencia egipcia del gentilicio awuara basándose en las fuentes etnohistóricas. Son sobradamente conocidas las conexiones históricas entre  egipcios y libios los cuales incluso estos últimos gobernaron Egipto durante varias dinastías.

La XXII Dinastía fue la primera de la época libia. Los libios intentaban hacerse con el territorio egipcio ya desde los ramésidas atacando zonas dispersas. Llegaron al poder debido a los altos puestos militares que ocupaban en Egipto. Esta dinastía estableció su centro de poder en Bubastis. Su primer rey fue Sheshonq I, marido de la hija de Psusennes II, cuya primera misión fue reunificar Egipto. Estableció en Nubia el mando egipcio y continuó con las campañas en Palestina. Continuó su relación comercial con fenicia.

El tercer periodo intermedio de Egipto transcurre de c. 1070 a 650 a.e.a.  Hacia el siglo XI a.e.a., Egipto se vio dividido en dos unidades políticas, una dirigida desde Tanis, en el Bajo Egipto, y otra desde Tebas, en el Alto Egipto. Ambas eran gobernadas por dinastías de origen libio.

[…] El lugar y aldea de Hawuara, se halla a unos 8 kilómetros Medinet el- Fayum, la actual capital de la región de el Fayum. Faiyum (en egipcio Sh.Rsyt o Lago Meridional, luego dividido en otro distrito llamado Mr-Wr o Gran Estanque) es una gran depresión fértil de 65 km de ancho y con el mencionado lago al norte, que está a 44 ms, por debajo del nivel del mar…Hawuara fue la necrópolis de Arsinoé, la ciudad que Ptolomeo II rebautizó con el nombre de su esposa, y que hasta entonces era conocida como Shedyt, la metrópoli principal de El-Fayum.”

[…] El lugar de Hawuara, se halla a unos 8 kilometros Medinet el- Fayum, la actual capital de la región de el Fayum. Faiyum (en egipcio Sh.Rsyt o Lago Meridional, luego dividido en otro distrito llamado Mr-Wr o Gran Estanque) es una gran depresion fértil de 65 km de ancho y con el mencionado lago al norte, que está a 44 ms, por debajo del nivel del mar…Hawuara fue la necrópolis de Arsinoé, la ciudfad que Ptolomeo II rebautizó con el nombre de su esposa, y que hasta entonces era conocida como Shedyt, la metrópoli principal de El-Fayum.”

[…] Tanto el topónimo como el gentilito awuara que estamos tratando nos induce a creer no sólo en un origen norteafricano amazigh de los primeros habitantes de la isla, aspecto este que ha sido ampliamente aceptado por el mundo científico, sino que además nos induce a presuponer unas ancestrales relaciones entre los primitivos awuaras y el antiguo Egipto.

Veamos el antiguo nombre de la isla de La Palma: Benahuare, el cual descomponemos en: Ben-awuara y que indudablemente antes de la castellanización del topónimo era Wen-Hawuara, teniendo en cuenta que Wen o Ben quiere decir perteneciente a…, hijo de… así se deduce que el topónimo original Benahuare quiere decir: “Los de Awuara” y a sus habitantes conocidos por el gentilicio awuaras o awuaritas. (Guayre Adarguma 2006)

Por su parte el profesor e  investigador  awuara (palmero) D. Miguel A. Martín en su extraordinario libro Abora recoge:

 “Benahoaritas, auaritas, awara.

El fraile franciscano Abreu Galindo (visitó la isla de La Palma a finales del siglo XVI) fue el primero que apunta la nomenclatura “benahoare” para referirse a la tierra de los awara. El ilustre Viera y Clavijo, en el siglo XVIII, recoge la variante “benhahoave”. El comerciante británico George Glas, los descubre como los “Beni-hoare”, situándolos también en el Atlas. En la siguiente centuria, Sabin Berthelot menciona a la gran confederación de los “haouarah”.

La aportación del exmilitar y aventurero francés Charles Foucauld nos parece bastante interesante al exponer el correspondiente etnónimo de la célebre tribu “huara”, repartida por el centro y oeste del Atlas, antaño habitantes del Fezzan libio. Según el autor, esta voz se vincula al vocablo Ahaggar (tuareg noble) que da nombre al famoso macizo central sahariano, puesto que la “u” y la “w” se presentan con frecuencia como doble “g”; de este modo, huara se transformó en agra, sinónimo de noble.

Huwara, hoara, hoare, hoara, haouara, hawwara, hawara o awara corresponde a las diferentes variantes del etnónimo de la misma comunidad norteafricana en diferentes momentos históricos En la actualidad, los arqueólogos emplean los etnónimos auaritas y benahoaritas indistintamente sin ponerse de acuerdo y sin explicar por qué lo usan.

Desde la antigüedad clásica (Grecia y Roma) se empieza a emplear el -ita, así como de su uso para gentilicios. Las vacilaciones morfológicas afectan sobre todo a los sufijos utilizados en la formación de gentilicios. Es frecuente también el uso para formar gentilicios semíticos (árabes, hebreos, etc.) el sufijo -ita. El sufijo es un elemento que se pospone a la palabra para formar otra y que le añade significación.

Pues bien, el sufijo -ita es una castellanización que ya está lexicalizada en referencia a la “comunidad de”, o sea, que sobra cuando se le añade el otro prefijo o raíz -ben, también lexicalizado en el mundo mazigio (bereber) al referirse a “madre de”, “hijo de”, “los (lugares) de” o “territorio de” acompañando exclusivamente a los antropónimos y referido al grupo o afiliación con carácter manifiesto de identidad.

De toda esta confusión de términos, el que creemos más cercano a los orígenes del pueblo y el que más fácil se adapta a nuestra forma gramatical castellana es el de awara, donde la “w” se pronuncia como “ua”. Si awara define a los primeros pobladores que habitaron la isla de La Palma, Benawara es su tierra; esto es, la “tierra de los awara (los nobles)”. El nombre propio a partir de la denominación popular le está asociado. Se convirtió pues en sinónimo de “noble” derivado de “ahouaren”. (Miguel A. Martín González, 2006:21)

Manuel Suárez Rosales propone: Tahawwara (=La  Palma) como topónimo y Ahawwar (pl. Ihawwaren) –Tahawwart (pl. Tihawwarin), como gentilicio.

Haouarythes, es la forma recogida por Buenaventura Bonnet para esta isla.

El lingüista canario Dr. Ignacio Reyes García asume la nomenclatura recogida por el fraile Abreu Galindo: “

Benahoare. LP. ant. desus. Neso. Nombre dado a la Isla por su antigua población amazighe. Con 708 kilómetros cuadrados de superficie, es la más noroccidental de las que integran el archipiélago canario. Se sitúa a 28º 40' de latitud Norte y 17º 52' de longitud Oeste. Expr. t.: Benahorare, Benajoare, Benehoare. Err.: Benahoave.
§ «Pero los naturales llamaban â esta ysla en su lenguage, Benahoare, que en Castellano quiere decir, Mi Patria, ô Mi tierra: por que como los nombres sean lo que distinguen las cosas, y los gentiles no tenían noticia de otra tierra no la distinguian de otra con otro nombre que supiesen, mas de llamarla, mi tierra, ô mi patria» [Abreu (ca. 1590, III, 1) d. 1676: 75v].
§ «Venahoare» [Abreu (ca. 1590, III, 1) 1787: 62v].
§ «Questa Isola anco dagli antichi Palmesi si chiamò Benahorare cioè patria» [Torriani (1590, LXVI: 90) 1940: 196].
§ «Benajoare» [Marín 1694, II, 15: 79v].
§ «Benahoare» [Glas 1764: 137; Viera 1772, I: 196].
§ «Benehoare» [Glas 1764: 177].

 ANÁLISIS
— *wen-ahūwwār > benahoar, comp. m. sing. = lit. ‘el lugar del ancestro (ahuwwâra)’, fig. 'patria'. *ăni (wă) > wen > ben, adv. de [N] 'el lugar donde'.
*w > /ß/ > b, por consonantización [w > ß] y posterior neutralización [ß - b].
*a-hūwwār > ahoar, n. vb. m. sing. de [H·W·R] ‘precedente, antecedente’.
*z /z/ > j /ʒ/ > š /ʃ/ > h /ɦ/, por palatalización /ʒ/, ensordecimiento /ʃ/ y pérdida del rasgo labial /ɦ/. *-ūw(w)- > -o-, por disimilación.
Comentario
Este lexema parece la base del etnónimo Huwwāra, conjunto poblacional amazighe asentado antes de la invasión islámica en Tripolitania y el Fezzan, ámbitos continentales donde es posible situar uno de los focos originales de las comunidades isleñas:
Lors de la conquête musulmane, toutes les tribus portant le nom générique de Hoouara, tant celles qui remontent leur origine à El-Abter que celles qui ont Bernès pour ancêtre, habitaient la province de Tripoli et la partie du territoire de Barca qui en est voisine; fait que rapportent également El-Masoudi et El-Bekri. Les unes possédaient des demeures fixes, les autres vivaient en nomades. Parmi elles, il s'en trouva une qui traversa les sables jusqu'àu Désert et s'établit à côté des Lamta porteurs du voile, qui habitaient auprès de Gaugaua, localité située dans le pays des Noirs, vis à vis de l'Ifrîkïa. On reconnaît l'origine hoouaride de cette peuplade au nom qu'elle porte et qui est une altération du mot Hoouara; car ayant changé le ou de ce mot en une espèce de k dont le son est l'intermédiaire du k doux et du k guttural, ils en ont formé Heggar [Ibn Jaldún 1925, I: 275-276].
Un dato que ya recuperó y actualizó el monje y viajero francés Charles E. de Foucauld (1858-1916):
[...] on peut admettre que la tribu berbère des Houara, dont le nom s'est transformé en Ahaggar, a émigré du Fezzan vers le massif montagneux qui a près son nom, l'a conquis, a réduit à l'état de plébéiens vassaux (ămeid) les fractions berbères qui l'habitaient, que son nom y est devenu syn. de ‘noble’ parce qu'elle était la tribu conquérante et souveraine, et qu'après s'être communiqué au massif montagneux central qui est comme la citadelle de la contrée et en est la seule partie touj. habitée, il s'est étendu à toute la région soumise à sa domination [Foucauld 1951, I: 533-534].
Esta opción retoma la sugerencia expresada por M. Gast (2000: 3.513) en cuanto a la relación semántica que se establece entre la ‘ancianidad’ y la ‘autoridad’: «Le terme générique de Huwwâra signifierait donc, par extension, ‘Suzerains’, ‘Dominants’».” (Ignacio Reyes, 2006)

ISLA EL HIERRO

El Hierro es la isla más pequeña, meridional y occidental del Archipiélago Canario.
 Tiene una superficie de 268,71 kn2.  La altura máxima se sitúa en el centro de la isla, en el pico de Malpaso, con 1.501 metros de altitud. Entre otros accidentes geográficos destaca el Valle del Golfo, producido tras el deslizamiento de una parte de la isla. Cabe señalar además la Punta de La Restinga y la Punta Orchilla
Los modernos volcanólogos consideran que la isla es el producto de una fractura tectovolcánica triple que forma una estrella triangular con ángulos cercanos a los 120º.

[…] Entonces se fueron de allí y tomaron el rumbo hacia la isla de La Palma. Pero tuvieron viento contrario y grande tormenta y fueron obligados a coger el rumbo de la isla del Hierro. Allí llegaron de día y tomaron tierra y permanecieron allí largo tiempo, 22 días, y prendieron cuatro mujeres y un niño, y hallaron cerdos, cabras y ovejas en gran cantidad. Y el país es muy malo por el lado del mar, por espacio de una legua alrededor; pero encima en medio del país, que es muy alto, es una comarca hermosa y agrdable; y se hallan allí bosques grandes y verdes en toda estación; y hay allí más de 100,000 pinos, de los cuales la mayor parte son tan gruesos que dos hombres no podría abrazarlos. Y las aguas allí son tan buenas y abundantes, y tantas codornices, que es maravilloso, y llueve a menudo; y actualmente no hay sino poca gente, porque cada año los cautivan. Y todavía el año 1402 fueron presas, según dicen cuatrocientas personas; pero los que ahora quedan allí hubieran venido, de haber tenido algún interprete, para enviarles. (Le Canarien, 1980: 129-130)

Fray Abreu Galindo dice refiriéndose a la isla El Hierro: Hallé que los naturales la llamaron Esero, que en su lenguaje quiere decir fuerte; otros dicen que se llame Fero, que es lo mismo, y como ellos no tenían hierro, ni usaban de él y vieron que el hierro era cosa fuerte, correspondiente al nombre con que llamaban a su tierra, aplicaron este vocablo y nombre de Esero al Hierro. (A. Galindo, 1977)

El licenciado D. Ivan Núñez de la Peña, siguiendo al poeta Viana (1604) dice que Hero quería dezir fuente, cuyo nombre le dieron por aquella grande Fuente, que en ella avia y más adelante añade Hero llamaron sus naturales a esta isla, hasta que fue conquistada de Católicos; que estos por la llamar Hero; por equivocación, o por corrupción del nombre la llamaron Hierro que hasta oy es conocida y nombrada.

El historiador D. José de Viera y Clavijo (T-I, 1772) decía lo siguiente: Como quiera que sea, yo no seguiré nunca sino las conjeturas más simples. Tengo por cierto que el nombre de la isla del Hierro se originó del hierro metal. (V. Clavijo, 1978)

El catedrático y filólogo D. Juan Álvarez Delgado publicó los artículos «Etimología de “Hierro” ¿”Heres” o “Eres”?» (1941) y «Ecero, Notas ligüísticas sobre El Hierro» (1946) relacionando el vocablo aborigen Esero con su traducción fortaleza o lugar fuerte. (A. Delgado, 1941)


El profesor francés Georges Marcy (L’origine des noms de l’île de fer, 1945, aprovechando la tesis del Dr. Álvarez delgado relaciona la forma Hero con la voz tuareg azeru que significa muralla rocosa vertical y a su vez la relaciona con la isla de El Hierro ya que se presenta desde el mar como un acantilado. (George Marcy, 1949)

El catedrático D. Elías Serra Ràfols (en Régulo Pérez 1948: 260-264) afirmaba que el nombre “Ferro/Hierro” no era más que una antinomia lingüística: “Hierro. Fero-Legname-Madeira”.

El catedrático D. Juan Régulo Pérez (1949) en “El topónimo Hierro – escarceos etimológicos” decía todo hace pensar que estamos en presencia de una palabra románica bien conocida, sin relación alguna con formas indígenas. (J. Regulo Pérez; 1949:354-362)

Ezero. Hi. ant. desus. Neso Nombre dado a la Isla por su antigua población amazighe.
 La más pequeña (269 kilómetros cuadrados) y meridional del archipiélago canario, se encuentra a 28º 44' de latitud Norte y 18º 3' de longitud Oeste. Expr. t.: Eccero, Écerro, Esero. Var.: Acero *ē-ărūh, s. m. sing. de [·R] ‘muralla rocosa alta y vertical. (Dr. Ignacio Reyes)

Bimbache
[…] Procuremos demostrar tal aserto. Mr. d'Avezac dice que el nombre de “Bimbachos” provenía de la voz árabe o berebere “Beny-Bachirs” ”Ben-Bachirs”, con cuya etimología se conforma Bertbelot aún cuando no ex­plica su o  origen.

Nosotros discrepamos de tal denominación, mas para ello hemos de hacer presente a quien nos lea que en árabe y en berebere sólo existen tres mociones o signos para expresar los cinco sonidos de nuestras voca­les; unos traducen por “a” y otros por “e”, la primera de dichas mocio­nes, denominada “fataja”: la segunda “quesra” por la “e” o la “i”: y la tercera, “damma” unas veces por “o” y otras por “u”.

 Siendo esto así, vemos que según Abren Galindo, pág. 197, los habi­tantes de la isla de Tenerife habían tomado el nombre de “Bincheni” corrupción, según el señor Berthelot, de “Beny'Cheni”, transformado en “Ben-Cheni” o “Bin-Cheni”, según opinamos de conformidad con las reglas enunciadas. También pudo derivarse esa última palabra de “Be-ny-Chinerfe” o “Ben-Chenerí, y ésta de “Tchineríe”. Como “Beny” o “Ben” significa hijo, descendiente o tribu, y “Chenerfe” o “Tchinerfe”, Tenerife, la traducción sería “Hijos de Tenerife”.

De la voz “Bin-Cheni” nace la. de “Bin-Ben-Cheni" o “Bin-Ban-Che-ni” (transformada la “e” en “a”, o sea “Binbanche” o “Binbache” por pérdida de la segunda “n”, al pasar esa voz al castellano), cuyo primitivo origen fue “Ben-Ben-Cheni”, que quiere decir en berebere “Hijos de los hijos de Tenerife”: así el nombre de ”Bombachos” expresa claramente que un ramal guanche de Tenerife aportó al Hierro.

También debemos tener en cuenta que la palabra “here” o “ere” te­nía el mismo significado en Tenerife que en el Hierro y que la voz “Aceró” y “Eseró” asimismo tenía igual valor en la isla de la Palma que en la que estudiamos, según las leyes morfológicas; dato que confirma Abren Galindo en su pág. 174; “El doceno señorío era Aceró que al presente llaman la Caldera que en lenguaje palmero quiere decir “lugar fuerte”, que parece quiere significar “lo mismo que en lenguaje herreño. “Eseró”.

A nuestro juicio, entre los guanches tinerfeños, palmeros y herreños, existen conexiones marcadísimas desde el punto de vista etnográfico y filológico. (B. Bonnet, 1926)

bimbache. adj. Hi. Habitante amazighe de la isla de El Hierro (lit. ‘los de la cumbre’). Expr. t. bimbacho, bimbape, bimbapo.binbbaš/p > *wi-n-waf, conj. det. m. pl. *wa, pl. wi, pron. dem. def. de [W] ‘el / los’. *n, prep. de [N] ‘de’. *afa (wa), s. m. sing. de [F] ‘cima, cúspide de una montaña’. (Dr. Ignacio Reyes)

Próxima entrega: Gomera, Erbania y Titoreygatra y Tamaránt. Mientras tanto, le deseamos un feliz Solsticio de Verano. La Redacción.

La Gomera-Ghumara
La Gomera, tiene una superficie de 372 km2, está situada en el grupo de las Canarias occidentales; de forma más o menos redondeada. Es la única isla del Archipiélago Canario que no ha experimentado erupciones modernas, desde hace aproximadamente dos millones de años.
Hay muchas teorías sobre la procedencia del topónimo  "Gomera". Algunas de estas teorías no tienen ningún rigor ni fundamento, como la que dice que su nombre proviene de Gomer, nieto de Noé, otros entre ellos Viera y Clavijo dicen que Gomera proviene de un árbol cuya sabia produce goma. Está asumido científicamente que el nombre Gomera está relacionado con las tribus mazigias (bereberes) (hoy arabizadas) de Gomara en la región de Xauen en el norte de Marruecos
El topónimo de Gomera aparece por primera vez en el libro "El conocimiento de los Reinos del Mundo" (circa 1350) obra atribuida a un fraile aragonés que se cree castellanizó los topónimos que utilizaban los cartógrafos mallorquines en la designación de las islas. El primer mapa en el que aparece la isla y su topónimo es el Atlas de Cresques de 1375.
Como curiosidades digamos que en la isla europea  Mallorca situada en el Mediterráneo, un castillo de la Orden del Temple fue levantado sobre un jardín musulmán de nombre Almunia Gumera, y con los años recibió el nombre de Fortaleza Gomera. El Peñón de Vélez de la Gomera fue conquistado por Castilla para sus dominios en 1508. Por otra parte, el Departamento de español de la RAE recoge el gentilicio “junoniense  para los gomeros.
El tantas veces mencionado Buenaventura Bonnet nos ofrece una descripción de los primeros pobladores, la mayor parte de estos fundamentos continúan siendo aceptados en la actualidad por los círculos científicos:

Ghumara  
 
[…] Del Asia Menor, esos pueblos de espíritu aventurero y expansivo se trasladaron al África. De los “Gomeres” del Ponto descienden los “Gomer”, una de las cinco antiquísimas tribus que poblaron Berbería, sobre todo en las costas del Mediterráneo, desde los confines de Ceuta hasta el río Muluya, que en otra época dividió la Mauritania Tingitania de la Cesariense.
 
De estas regiones, los Gomer o Gomeros, por etapas sucesivas, aportaron a las Canarias, principalmente a la isla de la Gomera, que de ellos es indudable que tomó nombre, como también Vélez de la Gomera.
 
Según Antonio de Lebrija, en África existe un belicoso género de hombres que se llaman gomeros, y se suelen asoldar para la guerra, que andan aviva quien venza, y estas mismas cualidades se encuentran en nuestros gomeros.
 
Los primeros historiadores de la Conquista están conformes en que los gomeros eran animosos, ligeros y diestros en ofender y en defenderse, grandes tiradores de piedras y dardos. Las batallas de Argodey y los bandos en que estaba dividida la isla, llamados Mulagua, Agana, Ipalan y Orone, corroboran también nuestro aserto, y en sus cantares recordaban a sus héroes Aguacomoros, Aguanahuche, Amanhuy y Oralhegueya, jefes de tribu que peleaban por sus discusiones con un arrojo sin límites, persistiendo su recuerdo hasta la época de Abreu Galindo. Por último, el alzamiento de los gomeros contra Hernán Peraza demuestra el ánimo esforzado de este pueblo.
 
Todos los escritores afirman que la isla de Gomera no tuvo nunca otro nombre sino el ya indicado de Gomera, y esto prueba aun más nuestro razonamiento etnográfico, ya que antes de ser conquistada por Bethencourt, se la llamaba por su único nombre.
 
Robustece nuestra opinión desde el punto de vista histórico, la opinión de Leopoldo de Buch, a la cual nos adherimos. Afirma este sabio que la isla omitida en las relaciones de Plinio, que solo menciona seis, pudo ser la de la Gomera, que por occidente les pareció a los enviados de juba una prolongación de la de Tenerife, como efectivamente así ocurre; por esto la denominación de junonia mayor ó menor tan discutida y que se le atribuye, simplifica la cuestión.
 
De las descripciones anteriores se vé perfectamente que entre los cráneos estudiados por Verneau en la Gomera y los de la raza Furfooz, existe una verdadera conformidad.

 El cráneo es corto en ambas, las fosas –nasales anchas, la estatura pequeña y sepultaban sus cadáveres en cuevas naturales. La semejanza es tan notable, que no es posible rechazarla.” (Buenaventura Bonnet y Reverón, 1925)

En los tiempos actuales a nuestro juicio uno de los científicos más notables y fiable en el campo de la lingüística lo es sin duda el continuamente citado por nosotros Dr. Ignacio Reyes García. De este creador del término Insuloamazigh para la antigua lengua canaria reproducimos su interpretación del topónimo Gomera y del  gentilicio gomero:

Gomera. (De Antr. Gomer). Go. ant. Neso. Isla atlántica del archipiélago canario, situada a 28º 7' de lat. N y 17º 14' de long. O, con una superficie de 370 Km2. Expr. t.: Gommaria, Gommera, Gumera, Jumera, Gumela.
§ «Gommaria» [Mappamundi des Angelino Dulcert (Mallorca, 1339) > Wölfel 1965: 611].
§ «[...] e fuy a otra [isla] que dizen Gomera [...]» [Anónimo LC (1350) > Bonnet 1944: 218].
§ «Gomera» [Portulano Mediceo (Laurenciano Gaddiano, 1351) > Álvarez Delgado 1954: 10].
§ «Gomera» [Planisferio Pizzigani [2] (1367) > Álvarez Delgado 1954: 10].
§ «La Gomera» [De las Casas (1421) > Peraza 1956: 51].
§ «Gommera» [Mappamundi des Giacomo Giroldi (ca. 1425) > Wölfel 1965: 611].
§ «Gumera» [Información testifical 153 > Wölfel 1965: 611].
§ «Gumera» [AS-RGS, 26-V-1478 > Wölfel 1965: 611]. Cf. Aznar (1981: 6).
§ «Gumera» [AS-RGS, 5-XII-1493 > Wölfel 1965: 611]. Cf. Aznar (1981: 73-74).
§ «Jumera» [AS-RGS, 26-V-1478 > Wölfel 1965: 611]. Cf. Aznar (1981: 6).
§ «Gumela» [AS-RGS, 30-X-1490 > Wölfel 1965: 611]. Cf. Aznar (1981: 38).
§ «Mas ha aí outra ilha, que se chama de Gomeira» [Zurara (1448: 79-80) 1973: 334, 339].
§ «a Gomeyra» [Fernandes (ca. 1507) 1947a: 339, 340].
§ «[...] estes se chamam Gomeiros, como a ilha Gomeira, de um rei chamado Gomeiro ou Gomauro» [Frutuoso (1590, IX) 1966: 73].
§ «Goumera» [Matritense (ca. 1540) 1993: 247].
§ «Gomera» [Matritense (ca. 1540) 1993: 231; Lacunense (ca. 1621) 1993: 188; Ovetense (1478-1512) 1993: 111].
§ «Muchos días procuré saver delos mas antíguos naturales desta ysla el nombre que tenía antes que â ella viníera el Capitán Juan de Betancor, por saver quien le vbíese ímpuesto este nombre de Gomera, y nunca lo pude alcansar, ní entender Jamas aver tenido otro nombre, síno es Gomera, desde que â ella víníeron los Afrícanos, que devio de ser quíen selo dio» [Abreu (ca. 1590, I, 15) d. 1676: 19r].
§ «La tercera conquistada fue la Gomera, obtubo este nombre desde que los Africanos deste nombre por ultimo la ocuparon» [Marín 1694, I, 20: 38v].” (Dr. Ignacio Reyes García)

Gentilicio 
gomero,ra. (De Antr. Gomer). adj. ant. Habitante amazighe de la isla de La Gomera. 2. adj. p. ext. Natural de esta isla sudoccidental del archipiélago canario.
§ «[...] estes se chamam Gomeiros, como a ilha Gomeira, de um rei chamado Gomeiro ou Gomauro» [Frutuoso 1590, IX) 1966: 74].
§ «Gli antichi Gomeri furono huomini alti di statura, forzuti, agili, belicosi, poco attilati nel uestire, et idolatri» [Torriani (1590, LIX) 1940: 180].
§ «gomeros» [Matritense (ca. 1540) 1993: 231; Lacunense (ca. 1554) ca. 1621: 2; Ovetense (1478-1512) 1993: 111; López de Ulloa (1646) 1993: 263].
ANÁLISIS
— *ɣumār-[at], [etnónimo]. = '[los hijos del] grande, notable, jefe'.
*ɣumār > ǝqqumâr > gomăr, n. vb. m. sing. de [Γ·M·R] ‘grande, mayor, notable, jefe’.
*ɣ /ʁ/ > qq > q, por correspondencia regular y abreviación de geminada.
*-mɣ- /mʁ/ > -ɣm- /ʁm/, por metátesis (bien atestiguada por el análisis interdialectal).*-(a)t, suf. col. ant. de [T] ‘los de, los hijos de’.
Comentario
El gentilicio actual (gomero, ra), que deriva del nesónimo (Gomera), parece remitir al nombre de la tribu amazighe de los «Ghomâra (Ghummart)», tal y como figura citada en el siglo XIV por el historiador Ibn Jaldún (1968, II: 680), que añade el antiguo sufijo colectivo (-t) a un peculiar nombre verbal imperfectivo, aɣmar (u), con metátesis de los dos primeros radicales (como sucede en el dialecto meridional de los iwəlləmmədan orientales):
Les Berbères ont aussi leurs voyants. Le plus connu était Mûsâ b. âli, des Banû Ifrân ou des Ghomâra (Ghummart). Il Faisait ses prédictions en vers berbères. Il s'agissait, presque toujours, des dynasties zénètes qui, un jour, régneraient sur le Maroc [Ibn Jaldún 1968, II: 680].
Esta hipótesis encontraría cierto respaldo en el topónimo insular Valle [del] Gran Rey, aunque este personaje parece el epónimo general de la tribu.

Vocabulario comparativo
Γ
Γ·M·R = M·Γ·R 
(Mc) mɣur; (WE) iɣmar, imɣar; (D) imɣar; (Taš) imɣur || vb. n. Ser grande, aumentar, crecer (dimensión o edad). 2. Envejecer, ser anciano. 3. Ser importante (posición social). 4. Ser considerable, enorme, inmenso.
(WE) aɣmar, amɣar (ă), pl. imɣarăn (ə), m.; (Kb, Teg) amɣar (u), pl. imɣarən, m.; tamɣart (tə), pl. timɣarin (tə), f.; (H) amɣar, pl. imɣâren, m.; (R, Kb) ameqqran, ameqran (u), pl. imeqqranən, m.; (Mb) aməqqəan, pl. iməqqəanən, m. || adj. Hombre anciano o grande, el mayor. 2. Jefe de tribu.
T
T  -(a)t || sufijo col. ant. (en patronímicos y etnónimos). Los de, los hijos de (Marcy 1929: 109). (Dr. Ignacio Reyes García)
























CUARTA ENTREGA

Tamaran-Tameran-Canaria-Gran Canaria

Los canarios

[…] De la costa africana  partieron otros grupos o tribus que cayeron sobre las Canarias, saliendo del Cabo Juby en vez de efectuarlo por el de Non, punto aquel, el más meridional a que llegaron los arias en sus correrías.

Esas tribus eran las de los Chahun harias, las cuales Plinio describe como sigue, hablando del Atlas: “Los que habitan los más cercanos montes llenos de elefantes y fieras y de todo género de serpientes, se llaman Canarios, porque el sustento es el mismo que el suyo y comparten con ellos la carne de las fieras”

Aún cuando no opinemos de igual modo que el escritor latino acerca  de la etimología de la voz canarios, su afirmación acerca de la existencia en el Atlas de esos hombres es de gran valor para nosotros.

Desde aquellos montes, los Chahun- hanas o Kahun- hanas se  fueron acercando a las costas de la Mauritania, hecho que acredita el geógrafo Ptolomeo al afirmar que existía en África un cabo llamado Chahun-haria extrema, o sea la última Canaria, cabo que corresponde exactamente con el actual juby, que debe su nuevo nombre al rey  Juba; siendo este punto el más meridional de las excursiones arias, según hemos indicado, y confirma Plinio, al decir en el mismo capítulo citado: “Es cierto que está junto a éstos (los Canarios), la gente que los Etiopes que llaman Perorsos..., las denominaciones Mahu -.haría y Chahun-haria, designarían agrupaciones de tribus clasificadas por las posiciones geográficas que tenían en el territorio africano.

Sabemos que el prefijo Mahu o T'mahu de la voz Mahu-haría, según los egípcios, significaba gente del Norte, en tanto que la voz, Chahun haria contiene asimismo un prefijo Cha o Ka que asimismo significa, lo más inferior, lo extremo, denominación que en el caso que estudiamos expresa claramente Gente del Sur o Meridional, como efectivamente lo eran los Chahun-harias con respecto a los Mahu. harias.

El P. Abreu Galindo, con un fino espíritu de observación,  saca la consecuencia de lo expuesto por nosotros, como puede verse en el capítulo primero de su libro segundo, página 87, que dice así: “En las faldas del monte Atlas, en África, hay unos pueblos que llaman los naturales de aquella región Canarios, y podría ser que el primero que descubrió esta isla (Canaria) fuese de aquellos pueblos, y a contemplación de su tierra la llamase Canaria, como al presente en nuestros días lo han hecho los descubridores y pobladores de las partes de las Indias.”
 
Insistimos, pues, que Desde el promontorio o cabo Chahun-haria extrema se lanzaron al mar nuevas tribus, los Chahun-harias, que dieron nombre a la isla de Gran Canaria y al cabo de donde partieron.
 
Es muy probable que la primera tierra donde desembarcaron fue en el sur de Fuerteventura, en la península de jandía, pudiendo atribuirse a esta irrupción de nuevas gentes, la construcción de la muralla que dividió la isla, levantada por los Mahu-harias para mejor defenderse de los Chahun-harias.
 
Desde el sur de Fuerteventura, los Chahun-harias aportaron a la isla de Gran Canaria invadiéndola por la parte oriental y por el sur.
 
La ruta que hemos indicado es la más natural, porque sabido es que desde la costa africana se vé en días claros la parte sur de la isla de Fuerteventura, así como desde el punto extremo de jandía se distinguen las costas de Gran Canaria, y desde esta última isla aquélla península, como afirma el doctor Chil en sus Estudios, diciendo así: “Por el año de 1847, encontrándome en Telde, recuerdo haber visto la isla de Fuerteventura, tan inmediata al parecer a Canaria, que aún observando atentamente la distancia, creeríase poderse atravesar el largo espacio que las separa en un bote, en menos de una hora. […] (Buenaventura Bonnet y Reveron, 1925)


Canaria. (De canario). GC. ant. Neso. Isla atlántica del archipiélago canario, situada a 28º de latitud Norte y 15º 35' de longitud Oeste, con una superficie de 1.560 Km2.
§ «proximam ei Canariam vocari a multitudine canum ingentis magnitudinis — ex quibus perducti sunt Iubae duo —» [Plinio (Nat. Hist. VI, 32, 205) 1967: 515].
N. B. El fragmento dice: «La que está a su lado [de Ninguaria] se llama Canaria, por el gran número de canes de enorme tamaño que allí se crían –dos de los cuales se los ofrecieron a Juba» [Fontán et al. 1998: 412].
§ «Constituamus enim noscendae rei causa templum numi­nis alicuius esse apud Canarias insulas, eiusdem apud ultimam Thylem, eiusdem  apud Seras esse, apud furvos Garamantas et si qui sunt alli quos ab sui notitia maria montes silvae et quadrini disterminant cardines [...]» [Arnobio (ca. 300, VI, 5) > Marchesi 1953: 312].
N. B. El fragmento dice: «En efecto, para comprender mejor esta cuestión, supongamos que se levanta un templo a algún dios en las Islas Canarias, otro al mismo dios en la extrema Tule, igualmente otro entre los Seres y otro para idéntico dios entre los morenos Garamantes y otros templos, si existieran algunos pueblos, a los que nos impiden conocer los mares, montes, bosques y los cuatro puntos cardinales» [Martínez 1993: 55]. Cf. Álvarez Delgado (1954: 15).
§ «Insula autem ex qua sublati sunt canaria dicitur [...]» [Recco (1341) > Boccaccio ca. 1342: 124r].
N. B. El fragmento dice: «La isla de la que fueron sacados se llama Canaria».
§ «[...] e [fui a] otra [isla] que dizen Canaria [...]» [Anónimo LC (ca. 1350) > Bonnet 1944: 218].
§ «[...] ad insulam de Canaria et alias ibidem propinquas [...]» [Clemente VI (1351) > Serra Ráfols 1941b: 282].
N. B. El fragmento dice: «a las islas de Canaria y otras allí mismo cercanas».
§ «[...] quod in Canaria et aliis ei adiacentibus insulis, quae Insulae Fortunatae numcupantur, sunt personae utriusque sexus nullam legem tenentes nec aliquam sectam sequentes, sed dumtaxat solem et lunam adorantes [...]» [Urbano V (1369), Ad hoc > Rumeu (1986 (1960): 187-188].
N. B. El fragmento dice: «[...] que en Canaria y otras islas adyacentes, llamadas Islas Afortunadas, hay personas de uno y otro sexo que no tienen leyes ni siguen secta alguna, pero hasta ahora adoran al Sol y la Luna [...]». Cf. Álvarez Delgado (1945: 12).
§ «[...] e a otra [isla decían] de Canaria la Grande» [Crónica de Juan II (ca. 1419) > Carriazo 1946: 6].
§ «Canaria», «Gran Canaria» [De las Casas (1421) > Peraza 1956: 51].
§ «Gram canarea» [Zurara (1451: LXXIV) 1978: 296].
§ «Gram Canaria, Gran Canarea» [Fernández (ca. 1507) 1947: 339, 344]. (Dr. Ignacio Reyes)
Tamerán. GC. desus. Neso. Es quizá el verdadero nombre de la isla de Gran Canaria y origen del adjetivo ‘grande’ que completa esa denominación, aunque se trata de un registro muy tardío y no acreditado en fuentes antiguas. Ú. m.: Tamarán. Expr. t.: Tameran, Tamoran.
§ «Los habitantes [de Gran Canaria] eran benévolos y afables, como los ya conocidos, altos de cuerpo y bien formados, y mas blancos que los de las otras islas conquistadas. De ellos se supo que la isla se llamaba Tamerán, que quiere decir país de los valientes» [Ossuna Saviñon ca.1844: 49].
§ «Tameran» [Álvarez Rixo (1868) 1880: 20].
§ «Tameran» [Abreu < Chil 1876, I: 551].
§ «Tamoran» [Álvarez Rixo < Wölfel 1965: 478].
ANÁLISIS
— *tămāran, adj. f. sing. = lit. ‘potente, notable, grande’, fig. 'valerosa'.
*tă-māra, s. f. sing. de [M·R] lit. 'fuerza', p. ext. ‘persona considerable, notable’. *-(a)n, suf. adj. calificativo de [N].
Comentario
Nadie conoce la fuente que apoya el informe de Ossuna. Chil atribuye la voz a Abreu, pero en sus manuscritos habituales no se ha encontrado. Pese a todo, se le puede conferir algún crédito a partir de una noticia marginal que aparece en un texto del siglo XV: «Homines naturales de Gram Canaria ex ydolatris; sunt homines magni corporis, et aliqui inter illos vocantur milites», es decir,
«Los hombres naturales de Gran Canaria, idólatras, son hombres corpulentos y, algunos entre ellos, se llaman guerreros» [Gómez de Sintra (ca. 1463) 1947: 543]. Una idea en la que insistiría el etnónimo canario, que cabe relacionarlo con una ‘vanguardia o frente de combate’. En cualquier caso, invita a reconsiderar también el verdadero sentido del adjetivo que la tradición romance adjudicó a la denominación de la Isla: «Canaria la Grande» o «Gran Canaria».

Vocabulario comparativo
M
M·R 
(H) tămâra, pl. timâriwîn; (WE, Y) tămara, pl. (WE) šimariwen (tə), (Y) timarawen (tə) || s. f. Fuerza (potencia o capacidad de acción). 2. Persona considerable (por su poder, influencia, nobleza o riqueza). 3. Animal de transporte. 4. Fuerza para transportar.

N
N 
-(ă)n || suf. ant. de adj. calificativo. (Dr. Ignacio Reyes)


El abogado e investigador Antonio Cubillo en relación al origen continental  Canarii nos dice:
[…] El nombre de Canaria, Canarii, viene de lo más profundo de la historia del continente africano y hace miles de años que servía para designar un antiquísimo pueblo que habitó en el Sahara, al sur de Marruecos, les Canarii (así llamados por los Romanos), o los Kanurie (así llamados por los árabes), parte del cual lo trasladaron los cartagineses a nuestra Islas Canarias, hace más de dos mil quinientos años y que junto con otras poblaciones traídas por los fenicios y Cartagineses desde la actual Túnez y otros grupos humanos que ya había en las islas, forman el actual Pueblo Canario que algún día será dueño de Canarias, de la Awañak Guanche –n- Kanaria, la República Guanche de Kanaria.
El historiador romano Plinio el Joven (V, I), refiriéndose a la expedición del Pretor romano, Suetonio Paulino contra los Gétulos (grupo occidental de Libios, que habitaban al sur de la Mauritania Tingitania, el actual sur de Marruecos – según la clasificación romana), en el año 41-42 de nuestra era, decía: ¨.... que los romanos avanzaron hacia el sur, hasta el territorio de los de una población llamada ¨canarii ¨, que se alimentaban principalmente de la carne de los perros y de las fieras ¨(quippe victus eius animalis promiscuum his esse et dividua ferrarum viscera).
Plinio continua diciendo, ¨…que estos Canarii, vivían cerca de los Perorsos, quienes poblaban el territorio al sur de los Getulii cerca del rio Salsum¨,- hoy llamado Oued-el-Melh (Rio Salado), precisamente enfrente de las Islas Canarias. Los Getulii ocupaban casi todo el sur del actual Marruecos hasta el desierto, donde vivían los Etiopes o poblaciones melanodermas. Según Plinio, continuando con las memorias del mencionado pretor romano, dice que estos Canarii, vivían al lado de los Perorsos (juntam Aethiopum genten quos Perorsos vocant, satis constat)
Según el historiador Estrabon (XVII,3,7), ¨al extremo Oeste y al lado de los Etíopes, estaban los Pharusiens o Perorsos, que así se distinguían de los Etiopes, los cuales vivían –donde las lluvias caen en abundancia en verano¨. Estas condiciones climáticas existen solamente más allá de la Seghiet El Hamra o Rio de Oro, al sur de la actual Mauritania, es decir en el Senegal. Conocemos nombres de algunas tribus de los Getulos, los Baniures y los Autololes.
El Cabo Gannaría, del cual el conocido historiador griego Ptolomeo hace mención, en la costa africana, al 29º, 11´ de latitud Norte, a la altura exacta de las Canarias, (la ultima Caunaria o Chaunaria extrema- citado por Viera y Clavijo en la pagina 58 de la citada edición, quien se decide por el nombre de Canaria, relacionándolo con el Cabo Caunaria), tiene su nombre de aquel pueblo, Canarii. Los historiadores modernos han podido establecer, que este mismo pueblo es aquel citado por los historiadores árabes, como siendo los Kannurieh, parte del cual se halla hoy en día nomadizando en el norte de Nigeria y sur del Mali, hablando una lengua variante del berber, el Kannurieh. De ahí podría venir el nombre de KANARIA o CANARIA. (Ver el escritor francés Vivien de Saint-Martin, ¨Le Nord de l’Afrique dans l’Antiquité¨, Paris, 1863, pag 106-9, y también la ¨Historia de Canarias ¨ de Viera y Clavijo, Goya Ediciones, 1967, Tomo I, pag. 119, nota pie de página). […] (Antonio Cubillo Ferreira, 2002)
canario, ria. adj. ant. Habitante amazighe de la isla de Gran Canaria. Sin.: canariote. 2. adj. ant. p. ext. Natural de las Islas Canarias.
*kanar, n. vb. concr. m. sing. de [K·N·R] ‘frente grande’, fig. ‘frente de combate’ (y adición del morfema hispano de género).
canariote. adj. GC. ant. p. us. Habitante amazighe de la isla de Gran Canaria. Sin.: canario. 2. adj. GC. p. us. p. ext. Natural de la isla de Gran Canaria.
*kanar-at, etnónimo. (Dr. Ignacio Reyes)
Otra visión del origen de los primeros pobladores nos la ofrece historiador José Juan Jiménez según un artículo de prensa (Canarias-7. 12/06/05) nos ofrece otro aspecto del gentilicio canarii, sin que al parecer profundice en la cuestión  del arribo a las islas de diferentes oleadas de pobladores mazigios y en diferentes épocas:
[…]El historiador José Juan Jiménez defiende que el término Canarias no alude a la existencia de perros, sino de lobos marinos, y sostiene que Gran Canaria fue poblada con miembros de la tribu «Canarii», deportados en tiempos del emperador romano Claudio.
José Juan Jiménez, que es el conservador del Museo Arqueológico de Tenerife, ha estudiado a los autores clásicos «con otra mentalidad» para sentar «las bases que explican de forma certera el poblamiento de las islas», lo que divulga en el estudio “Canarii. La génesis de los canarios desde el mundo antiguo”…  El investigador aporta además datos novedosos sobre la expedición del pretor romano Suetonio Paulino, que encontró en la provincia romana de Mauretania a la etnia de los canarii, denominación latina que podría corresponde al líbico «knr», que luego evoluciona a «canar», en la región de «Qamnuri» o «Qamnuriya». (Canarias-7. 12/06/05)
Estimado Jorge David Castro, esperamos no abrumarle con tanta proliferación de datos, nuestra intención es serle útil y  responder a sus consultas con la mayor veracidad posible, en todo caso, los datos aportados son una ínfima parte de los que puede encontrar en la bibliografía que trata del tema. Esperamos concluir con el tema de los gentilicios y topónimos canarios  la próxima entrega donde trataremos de las Islas Erbania y Titoreygatra. Hasta entonces reciba un cordial saludo de la Redacción.

















QUINTA ENTREGA

No hay peor esclavitud que la que se impone
uno mismo por miedo a ser libre.
                                                  Beatriz Feijo.


Islas Erbania y Titoreygatra

Titeroygatra (Lanzarote)  y Erbania o Erbani (Fuerteventura). Albania según recoge Le Canarien pag. 78, participan igualmente de paralelos imazighen ambientados en lo que pudiera ser el mundo africano protomazigio.

 Los grabados rupestres y los podomorfos de Erbania y Titoreygatra, y los alfabetiformes líbicos nos conectan aún más con el mundo mazigio,

La mayoría de los investigadores modernos “oficiales” vienen situando los primeros asentamientos humanos en las islas en torno a los siglos V y  I  a.e.a.

 Como vengo sosteniendo desde hace tiempo, la realidad es que la antigua sociedad canaria debido al hecho de que en determinado periodo histórico Europa se vio sumida en una época de total oscurantismo como consecuencia del auge tomado por el cristianismo, el cual vaticinaba el fin inmediato del mundo, razón por la cual se abandonaron los avances técnicos en la navegación, geográficos, comerciales etc., que había alcanzado el mundo greco-romano.

Como consecuencia de esta situación nuestro continente africano sufrió una serie de convulsiones políticas y económicas debido al derrumbe del imperio romano sucesor del cartaginés. Como es natural esta situación afectó a sus colonias africanas y, las islas Canarias se vieron aisladas y prácticamente ignoradas  durante el oscuro periodo de la alta edad media europea, por tanto, al verse privadas del aporte de manufacturas desde el exterior, nuestros ancestro tuvieron que adaptar su cultura material a los elementos que podían obtener del entorno natural -en las islas no existen metales factibles de ser transformados artesanalmente- la madera, la piedra, los huesos. Las pieles y algunas fibras vegetales.

En cambio, los aspectos morales, culturales, sociales y espirituales alcanzaron un desarrollo muy superior al de los europeos de la época, tanto es así que muchos de sus aspectos continúan vigentes. (Guayre Adarguma)
Todo parece indicar que el norte de África, al oeste del Nilo, en un territorio que englobaría gran parte del Sahara occidental y del Magreb actual, estuvo habitado hace aproximadamente más de 6000 años por una serie de etnias con un sustrato cultural común. Estos pueblos o etnias constituirían, desde el punto de vista lingüístico, lo que se ha denominado área o sustrato líbico-bereber; otros autores hablan de "Protobereber" (J. Desanges, 1982). Tras éste concepto se encontrarían nombres de pueblos de la antigüedad como Temehu y Libios entre Egipto y Libia, Nasamones y Psylles de Libia, Garamantes y Atarantes del Sahara, Gétulos y Numidas de Argelia y Túnez, los Guanches de las Islas Canarias, Zenetes, Mauros y Sanhadja entre Marruecos, Argelia y Malí, etc. (Camps, 1980)
Como hemos visto la iconografía egipcia del Imperio Nuevo ya alude a los "Temehu" o "Tehennu", que se caracterizan por llevar coleta y tener tatuajes, los cuales eran agrupados en dos grupos básicos: los "Libu" (que portan taparrabo) y los "Meswes" (que portaban una funda fálica). Estas fuentes egipcias ofrecen los datos históricos más antiguos sobre lo amazigh (lo líbico-bereber o "protobereber"). Por otra parte, la paulatina desertificación del Sahara fue aislando a muchos de estos grupos pastores en zonas de montañas o empujándolos hacia las periferias húmedas del norte y del sur, donde entran en contacto con otros pueblos e incluso se llegan a mestizar. Como queda dicho las primeras fuentes históricas (Herodoto, Estrabón, Plinio) hablan de distintas tribus y/o pueblos: Amantes, Cinithi, Garamantes, Guzantes, Canarii, Libyophenices, etc. (Muñoz, 1994).
El imaginario egipcio representa el mundo exterior, el peligro, mediante un triángulo isósceles invertido en cuyos vértices se sitúan los sirios, los nubios y los libios. Éstos últimos, los vecinos noroccidentales reciben en los textos jeroglíficos el nombre de tehenu. Un libio o tehenu ha sido identificado en el famoso mango de marfil de un cuchillo procedente de Djebel el-Arak, que se fecha hacia 3500. Es un personaje desnudo, con una larga cabellera y primorosamente protegido con un cartucho fálico.
No hay acuerdo en la atribución étnica de este individuo. Algunos autores han propuesto la presencia de la palabra tehenu en la afamada paleta del Rey Escorpión, así como en un cilindro de marfil de Hieracópolis fechado en el reinado de Narmer (ca. 2600). Esos son los datos atribuidos a los libios-tehenu en el predinástico. La primera referencia segura corresponde a un bajorrelieve del templo funerario de Sahuré (faraón de la I dinastía ca. 2500). Según se aprecia allí, los tehenu serían altos, de rostro afilado y labios anchos, barbados y tocados con un peinado característico compuesto por un moño en la nuca, mechones sueltos hasta los hombros y un pequeño copete sobre la frente.( Jaime Alvar, 2008)
[…] Recientemente, W. Holscher, manejando textos y referencias históricas y arqueológicas, igual que ya había señalado E. Zihlarz, ha diferenciado en las fuentes egipcias los morenos Tehenu, thenios o thnw de las inscripciones de los blancos Temehu o tmh.

Los primeros que usaban el karnata, procederían, al menos en parte, de las zonas cercanas al oeste del delta: Vivieron en Wadi Natrum y ocuparon el Fayun; una rama de ellos, los Msw o Mazykes partiendo de esta región, acabaron dominando Egipto dándole la Dinastía XXII. En el Imperio Nuevo, con el nombre Tw del país Ztj, aún se designa a los Tehenu como habitantes del desierto occidental.

También se pueden reunir noticias desde el Antiguo Imperio. Sobre todo en la IV Dinastía, de los Temehu, tymios o tmh de las inscripciones. Para O. Bates, E. Zyhlarz, H. Holscher y otros, serían los creadores de la cultura C de Nubia. Procederían del norte de África y, tras apoderarse de los oasis de Salima y otros de las regiones del desierto libico, acabaron ocupando la Nubia en su avance hacia el Sur. Antes darían origen a la llamada cultura de Wadi Hawar, en el Kordofan”. (Martín Almagro et. Al; 1968: 324-325)

 […]Del nombre de la tribu Mahu -haria se derivó el de los habitantes del país, que aun hoy se conocen con la denominación de Majoreros. Abreu Galindo escribe Mahoreros; de suerte que la corrupción de esta palabra es evidente y su origen y derivación sin género de duda.

A la vez el prefijo de la voz Mahu-haria, Mahu, tiene su origen en el vocablo Tamohu o T'mahu, con el cual los egipcios designaron algunos ramales pelásgicos de ojos azules y cabellos rubios que invadieron el Delta, y que en general significaba gentes del Norte porque dada la situación geográfica del Egipto y la del Asia Menor, esos pueblos invasores llegaban del Septentrión.

De la unión de ese apelativo con la raíz, se formó el de Mahu-haria y por aspiración y debilitación de vocales, el de majoreros actual, que demuestra su filiación con los arios, o pelasgos, llamados también pre-helénicos.

Por consiguiente, debemos aceptar que la invasión de esta isla (Lanzarote) se efectuó desde la de Fuerteventura atravesando el estrecho de la Bocaína que las separa unos 11 kilómetros, alcanzando tierra por el sur de Lanzarote, en la punta de Matagorda o en la de Pechiguera…

La distancia entre ambas islas se acorta por existir entre ellas un islote o peñón llamado isla de Lobos de tres kilómetros y medio de extensión, que toma su nombre de los muchos lobos marinos que en otra época salían a la orilla a gozar del sol, de cuyas pieles se confeccionaban cintas para curar ciertas enfermedades; también este islote fué nido y refugio de piratas.

El paso se facilitaba de una isla a otra mediante el peñón ya indicado, si bien no negamos que también llegaron directamente de África tribus arias, pero la afirmación de Abreu Galindo al decir: “Los naturales destas dos islas Lanzarote y Fuerteventura se llaman Mahoreros...” (Libro 1º, capítulo IX página 29) confirma nuestro aserto de que los Mahu-harias poblaron ambas islas.

Asimismo, el nombre de Haría, raíz de la voz Mahu-Haria, demuestra la filiación que pretendemos establecer con las gentes que invadieron a Fuerteventura. Todos sabemos que Haría es el pueblo más septentrional de Lanzarote, que sería el punto extremo de las correrías de aquellos hombres, o por lo menos el postrer recinto fortificado de la isla.

También hemos de hacer notar que el cabo o punto de Fariones, de Hario-nes, guarda similitud con las voces ya analizadas por nosotros, sin que pueda esto considerarse como meras casualidades, pues desde el punto de vista filológico están comprobados su origen como un hecho probado, si bien no se ha prestado a este estudio la importancia que merece.” (Buenaventura Bonnet y Reverón, 1925)

 “Capraria, hoy Fuerteventura, se llamaba entre los indígenas, Erbanne o Erbane. Erban(n)e debe contener de algún modo el concepto de “cabra” o de “macho cabrío” .

Entre los senhaza de Serair, en Marruecos, los ait ammart y los ibeqqoyen al macho cabrío le llaman a’arban, pl. i’arbanen, La palabra es auténticamente bereber y no árabe, aunque contiene el sonido ‘ain. Del kabilia conozco yo, por investigaciones propias, una serie de ejemplos en los que se da ain en palabras bereberes, v.g. en a’arur “espalda”, a’bud “vientre”, ta’qqait “granito, diminut, de grano”, y otros más.

Erban(n)e será pues, desarrollo ulterior de un ‘arban sin artículo, o de una forma parecida, y la terminación e podrá ser considerada como equivalente a la –a de Tebicena.  Erban (n)-e significará isla “rica en cabras”. (Werner Vycichl, 1952)

Maxorata

En el momento de la invasión de  la isla por los piratas normandos Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle, la isla  Fuerteventura estaba dividida en dos bandos, unos seguidores del rey Guize y otros de Ayoze. Los territorios de estos cantones  eran Maxorata (al norte) y Jandía (al sur), separados por una muralla (de la que aún se conservan restos) en el istmo de La Pared. El nombre antiguo de la isla, Herbania, hace referencia a esta muralla.

Y es en torno a esta especie de segregación cantonal que la investigación se ha visto asaltada por una revelación inusitada. Según ha constatado la arqueóloga Mª Antonia Perera Betancort en los trabajos etnográficos que realiza para su tesis doctoral,  los pobladores isleños de Jandía no se consideran habitantes de Fuerteventura. La factura geomorfológica de esta península, que le confiere cierta independencia respecto del conjunto insular, tampoco habría pasado inadvertida para los primeros residentes amazighes, pues ese topónimo H́ənnəd́ señala un ‘lugar cerrado, encerrado o resguardado.
Erbane. Fv. ant. desus. Neso. Nombre dado a la Isla por su antigua población amazighe. Con 1.660 kilómetros cuadrados de superficie, es la segunda que posee mayor extensión de las que integran el archipiélago canario. Entre Gran Canaria, al SO, y Lanzarote, al NE, se halla a 28º 26' de latitud Norte y 14º de longitud Oeste. Expr. t.: Albanne, Albanye, Arbanne, Arbanýe, Erbania, Erbanne, Erbanye, Erbenne, Erbennye. Var.: Arbano.
§ «[...] puis passerent en lisle derbanne ditte fortauenture» [LC (ca. 1420: 4v) 2003: 16].
§ «Erbanne» [LC (ca. 1420: 17r; 18v; 34r) 2003: 67; 72; 135].
§ «Erbãne» [LC (ca. 1420: 20r; 32r) 2003: 79; 127].
§ «Lisle derbane qui ce dit forte auenture cõtiẽt vint τ quatre lieuez fransoises de long τ.vij de large τ en tiel lieu ýa elle ne contient q̄ vne lieue la est vn mur grant τ large qui cõprent le pais tout a trauers de lune mer a lautre [...]» [LC (ca. 1420: 35r) 2003: 139].
§ «Erbane» [LC (ca. 1420: 28v; 31v; 32v; 35r; 36r) 2003: 112; 124; 128; 139; 143].
§ «[...] en lisle Dalbanne nonmee forteaventure» [LC (d. 1494: 5r) 2003: 165].
§ «Cõment mon$r de bethencort se partit de lille lancelot por aler en lille derbane ditte fortauenture [...]» [LC (d. 1494: 5r) 2003: 165].
§ «Erbane» [LC (d. 1494: 28r; 43r; 53r) 2003: 257; 316; 357].
§ «Albanye» [LC (d. 1494: 25v; 26r) 2003: 246; 249].
§ «Erbanye» [LC (d. 1494: 25v; 38r; 42v; 49r; 60r) 2003: 246; 297; 314; 341; 385].
§ «Arbanne» [LC (d. 1494: 40r) 2003: 305].
§ «Erbennye» [LC (d. 1494: 41v) 2003: 310].
§ «Erbanne» [LC (d. 1494: 46r; 48v; 49v; 51r; 53r; 54r; 55r) 2003: 328; 338; 342; 349; 357; 360; 365].
§ «Erbane» [LC (d. 1494: 53r) 2003: 357].
§ «Arbanýe» [LC (d. 1494: 59r) 2003: 381].
§ «Erbenne» [LC (d. 1494: 60r; 61v; 62r; 64v; 66r; 68r; 70r) 2003: 385; 390; 392; 402; 409; 417; 425].
§ «[...] y lasegunda Fuerte ventura y primero Erbanía» [Gómez Escudero (ca. 1484) 1934: 45].
§ «Erbania» [Marín 1694, I, 19: 37v].
Cf. § «Estaba dividida esta ysla de Fuerteventura en dos Reynos, vno desde donde esta la Villa asta Jandia, y la pared de ella; y el reí desta parte se llamô Ayoze; y el otro; desde la villa asta Corralexo; y este se llamô guize» [Abreu (ca. 1590: I, 11) d. 1676: 15v].

ANÁLISIS
— *ăr-(n)-wwan > erbban, comp. m. sing.
N. B. La consonante bilabial [b] puede encubrir la asimilación de la preposición (n) determinativa (n + w > ww > bb > b), por lo que no queda claro si se produce un estado de anexión sintético o analítico.
= lit. ‘lindero de piedra’, p. ext. 'frontera pétrea'.
*ă-r, s. m. sing. de [R] ‘lugar’, ‘borde, orilla’, ‘lindero’.
*r > l, por neutralización o alternancia voluntaria.
*a-wan (w) > wwan > bban > ban, n. vb. concr. m. sing. de [W·N] ‘hecho de ser o estar pesado’, ‘piedra’, p. ext. ‘bloque de piedra’, 'muro, pared'.
*ww > bb > b, por correspondencia regular y eventual abreviación de geminada.

Comentario
No hay suficientes elementos de juicio todavía para garantizar que ésta fuera la denominación de toda la isla.

Vocabulario comparativo

Γ

Γ·R·B
(Taš) aɣwrab, pl. iɣwrban || s. m. Muro. Cf. (semítico) *'abn, m. ‘piedra’.


M
M·R 
(Mc, Taš) tamra (tm), pl. timra, tamriwin || s. f. Borde, orilla. 2. Pendiente, vertiente escarpada. 3. Vuelto (de un vestido).
(A) imri (yi), pl. imran; (Taš) imiri, sing. || s. m. Grandes piedras clavadas en mitad de la tierra, que sirven para amojonar una propiedad.

N
N 
n, ən, nn || prep. (Introduce un complemento determinativo, cuyo substantivo se expresa con el estado de anexión, y sirve para señalar el origen, la pertenencia o la naturaleza de algo o alguien). De. Ej. aman n terwa ‘el agua del río’.
n, ən || prep. que introduce un complemento del nombre si está en sing. De. Ej. išt n tmeṭṭuṭṭ ‘una mujer’, lit. ‘una de mujer’.
(Kb) n || prep. que introduce un complemento demostrativo en construcciones de valor expresivo. De. Ej. aya-d n uγrum ur yuda ‘este pan es insuficiente’, lit. ‘esto de pan no basta’.

R
R 
(Zen) ōr, al || s. m. Lugar. (Kb, Mc) ir (yi), pl. iran (yi) || s. m. Borde. 2. Orilla. 3. Lindero.

W
W·N < H·W·N 
(Kb) awen > yebbwen || vb. n. Ser o estar pesado. 2. Ser o estar lento (de inteligencia).
(Kb) tawent (tw), tawunt; (Y) təwint, pl. tiwina || s. f. Yunque. 2. Gran piedra que sirve para aplastar las aceitunas (Kb).
(Taš) taggunt, pl. tigguna, f.; aggun < awwūn, pl. igguna, m. || s. Piedra para pulir objetos de alfarería.
(H, WE, Y, D) təhunt, pl. tihun; (Y) təwint, pl. tiwina || s. f. Gran piedra.
(Mb) twunt, pl. (raro) tiwuna || s. f. Especie de mortero de piedra muy ancho; larga piedra cóncava en el centro que sirve de mortero.
(Ghat) tuwənt, tawənt, pl. čiwin || s. f. Molino. (Dr. Ignacio Reyes, 2006)

Titeroygatra y Erbania o Erbani (Fuerteventura). Albania según recoge Le Canarien pag. 78, participan igualmente de paralelos imazighen ambientados en lo que pudiera ser el mundo guanche protomazigio.

 Los grabados rupestres y los podomorfos de Erbania y Titoreygatra, y los alfabetiformes líbicos nos conectan aún más con el mundo mazigio,

La mayoría de los investigadores modernos “oficiales” vienen situando los primeros asentamientos humanos en las islas en torno a los siglos V y  I  a.e.a.

 Como vengo sosteniendo desde hace tiempo, la realidad es que la antigua sociedad canaria debido al hecho de que en determinado periodo histórico Europa se vio sumida en una época de total oscurantismo como consecuencia del auge tomado por el cristianismo, el cual vaticinaba el fin inmediato del mundo, razón por la cual se abandonaron los avances técnicos en la navegación, geográficos, comerciales etc., que había alcanzado el mundo greco-romano.

Como consecuencia de esta situación nuestro continente africano sufrió una serie de convulsiones políticas y económicas como consecuencia del derrumbe del imperio romano sucesor del cartaginés, que como es natural afectó a sus colonias africanas y, las islas se vieron aisladas y prácticamente ignoradas  durante el oscuro periodo de la alta edad media europea, por tanto, al verse privadas del aporte de manufacturas desde el exterior, nuestros ancestro tuvieron que adaptar su cultura material a los elementos que podían obtener del entorno natural -en las islas no existen metales factibles de ser transformados artesanalmente- la madera, la piedra, los huesos. Las pieles y algunas fibras vegetales.

En cambio, los aspectos morales, culturales, sociales y espirituales alcanzaron un desarrollo muy superior al de los europeos de la época, tanto es así que muchos de sus aspectos continúan vigentes. (Guayre Adarguma)
Titeroygatra. Este último vocablo está recogido en "Le Canarien", en 1405, y proviene del substantivo femenino tirregt="brasa encendida o apagada", entre los Ait-Segrouchen del Atlas Medio, que al combinarse con el demostrativo femenino plural "Ti"="estas"nos da la forma Titirregt="estas (tierras)de la brasa", en clara referencia a la actividad volcánica de la isla anterior a la conquista, localizada en el norte: volcán de la Corona, Haría (Atlas Interins.,1990:41). La evolución sería:
Titirreguet <> Titerregueter<> Titerrogatar <> Titerogatara <> Titeroygatra, por una compleja corrupción del término que pensamos pudiera arrancar de la transcripción que hicieron del mismo los franceses de Jean de Bethencourt, llegados a la isla a principios del s.XV: añadido del fonema"er","afrancesando" la voz isleña, cambios vocálicos de la "e" en "o" y "a", añadido castellanizante posterior de una "a" final y pérdida definitiva de la "a" intermedia. (Francisco Pablo De Luka, en: www.elguanche.net/tamazgha/faina.htm)

Torcusa

[…] Si hemos de hacer caso a Le canarien,  que es el primer texto que se detiene por extenso en ella (Lanzarote), los aborígenes la llamaban en su lengua  Tyterogaka (texto G, 142) o Tytheroygatra (texto B, 348). Las explicaciones que se han querido dar a esas  dos formas por parte de quienes se han ocupado de traducir la lengua guanche son tan dispares como  disparatadas, a base de descomponer la palabra en  cuantos elementos o formantes convenía para sus  caprichosas hipótesis. Como Gómez Escudero dice que a Lanzarote la llamaban Tite, Marín y Cubas  asentó que  tite era el nombre de una tribu  africana entre Mazagán y Mármora, en el cabo de Cantín  (1993: 251), lo que explicaría el origen de los de Lanzarote; Viera y Clavijo descompuso el nombre en  tres segmentos: Tite-roy-gatra (1982: I, 67), sin ofrecer nunca su significado; Marcy le propuso un origen  del tuareg  tatergaget con el significado de 'la que está quemada' o 'la ardiente', lo que visto desde hoy  parece muy convincente, pero no en la época en que fue habitada por los «majos», en que faltaban 18  siglos para que surgieran las montañas «del fuego»; Vycichl cree que la voz  Lanzarote es una  españolización de la voz aborigen (procedente del bereber) anzar, que significa 'lluvia', nombre que sería  no sólo inmotivado sino totalmente contrario a la condición de la isla; Wölfel lo pone en relación con la  expresión bereber  atte regga, que significa 'hombre, buen corredor', en nada aplicable a Lanzarote; y  Álvarez Delgado propone descomponer el vocablo en  ti-terog-akaet, que significaría 'montaña colorada',  en referencia expresa al topónimo actual de Las Coloradas, lugar en que desembarcaron los normandos y  que llamaron Rubicón.

Otro nombre guanche se ha asignado a Lanzarote, el de Toicusa o Torcusa, que según parece era el  que le daban los «majos» de Fuerteventura. Es decir, que la isla de Lanzarote tenía dos nombres, bien  fuera llamada por sus propios habitantes (Titeroygatra, según  Le Canarien) o por los pobladores de  Fuerteventura (Toicusa o Torcusa). Millares Torres (1977: I, 177)  atribuye este nombre de  Toicusa a una obra inédita de Marín y Cubas, y nos informa que eran los  naturales los que llamaban así a la isla. Wölfel (1996: 716) cree que se trata de una mala lectura de Teguise. (Geoagrafía y toponimia de Lanzarote y de los islotes de su demarcación)

Tyterogaka. Lz. ant. desus. Neso. Nombre dado a la Isla por su antigua población amazighe. Con 846 kilómetros cuadrados de superficie, es la más nororiental de las que integran el archipiélago canario. Se localiza a 29º 3' de latitud Norte y 13º 37' de longitud Oeste. Expr. t.: Tite, Tyte, Tytheroygaka.
§ «[...] et quant a lisle lancelot qui sappelle en leur langage týterogaka τ est pres du grant et de la faisson de lisle de rodez il ýa grant foison de vilagez τ de bellez maisons et souloit estre moult peuplee de gens mais les espaigneulx et les arragonnoýz τ aultrez coursaire demer les ont par maĩtez foiz pris et mẽnez en suages tant quilz sont demourez pou de gens [...]» [LC (ca. 1420: 36) 2003: 143].
§ «Tytheroygaka» [LC (d. 1494: 51) 2003: 349].
§ «[...] que son Lançarote assi llamada por Lencelot Maí Lícel que antecedentemente hauia alli fabrícado un castillo, y porlos naturales llamada Tite» [Gómez Escudero (ca. 1484) 1934: 45r].
§ «Tyte» [Marín 1694, I, 6: 13v].
§ «Tite» [Marín 1694, I, 19: 37v].
ANÁLISIS
— *ti-tərūɣăy-akk > titerôqqak, comp. f. sing.
= lit. ‘una toda amarilla'.
*ti, pron. indef. f. sing. de [T] 'una'.
*tə-rūɣ-ăy > terôɣe > terôqq > terôq, adj. vb. f. sing. de [R·W·Γ] ‘(color) amarillo, dorado, ocre’.
*ū > ô, por asimilación a la consonante uvular ɣ /ʁ/.
*ɣ /ʁ/ > qq > q, por correspondencia regular (y eventual abreviación de geminada en final absoluto).
*hak > akk > ak, invar. de [K] ‘totalidad’.

Comentario
La lengua amazighe moviliza dos raíces para expresar el color amarillo: [W·R·Γ], en los dialectos septentrionales, y [R·W·Γ], con metátesis de las dos primeras consonantes, en el Sahara meridional. La forma isleña coincide exactamente con esta última, por cuanto adelanta la vibrante a la posición del primer radical, lo cual abona la hipótesis de un poblamiento lingüístico de esta isla, sobre todo en su vertiente más próxima a Fuerteventura, por grupos adscritos al ámbito conocido hoy como tuareg.

Vocabulario comparativo
K
K < H·K 
(H, Teg) (h)ak, akk; (D) hak; (Kb) akw, akwkw, yakw; (Taš) akkw || invar. Totalidad, todo, enteramente. 2. Cada.

R
R·W·Γ = W·R·Γ 
(H, WE, Y) irwaɣ || vb. cual. Ser o estar amarillo.
(H) tərûɣe, pl. tərûɣawîn; (Y) tărwăq, pl. tărwăɣen; (WE) təruɣe, pl. širuɣawen || adj. vb. f. De color amarillo.
(H) ûraɣ, pl. ûraɣän, m.; tûraq, pl. tûraɣîn, f. || adj. vb. Etno. Nombre propio de tribu.
(Kb) wriɣ, iwriɣ; (Teg) əwrəɣ; (Mb) əwəɣ || vb. n. Ser o estar amarillo, volver amarillo. 2. Ser o estar pálido, palidecer, ser o estar lívido. 3. Palidecer intensamente. 4. Dorarse.
(Kb) tawerɣi (tw); (Mb) taweɣi (tə); (Teg) təwrəɣ || adj. vb. f. sing. Color amarillo. 2. Palidez, lividez.
(Kb, R, Taš, Teg) awraɣ (u), pl. iwraɣən, m.; tawraɣt, (Teg) tawraxt (tə), pl. tiwraɣin (tə), f.; (Mb) awaɣ (u), pl. iwaɣən, m.; tawaxt (tə), pl. tiwaɣin (tə), f. || adj. vb. Amarillo.
(Sw) auraɣ, pl. uraɣən || m. Color verde.
Cf. (hb) yaroq, ‘verde, amarillo’.

T
T 
(H, Y) tyə, pl. tyə [ti] || pron. ap. sgvo. indef. f. Una. (Dr. Ignacio Reyes)

Como podemos observar los especialistas no siempre están de acuerdo en la interpretación de los gentilicios y toponimia antigua de nuestra islas, por ello, desde estas páginas abogamos para que los filólogos y estudiosos de nuestra lengua ancestral aúnen esfuerzos y criterios para crear la Academia de la Lengua Canaria-que no es lo mismo que la Academia Canaria de la Lengua.










































SEXTA ENTREGA



Incluso el pasado puede modificarse; los historiadores no paran de demostrarlo.
Jean Paul Sastre.


Según la Tamusni[1] y posteriormente algunos cronistas e historiadores recogen la existencia en la isla Erbania de un mítico ancestro gigante[2] llamado Mahan, quien dio nombre a una cueva de Mahan o Cardones; Mahey o Mahy.

 Según algunos autores significa el que es valiente, gigante. De esta palabra podría derivarse maho y mahorero o majorero.
En cuanto a la nada mítica existencia de la gran isla Mahan (Titoreygatra, Erbania e islotes) el Dr. Francisco García-Talavera Cazañas, paleontólogo, presidente del Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo Insular de Tenerife, en un extraordinario trabajo nos proporciona una visión científica de la existencia de dicha gran isla.
De dicho extenso trabajo reproducimos algunos aspectos, la cita es bastante extensa pero necesaria para una mejor comprensión del tema:
[…] De todos es sabido que al finalizar la última gran glaciación del Pleistoceno sobrevino un intenso cambio climático que afectó sobremanera al hemisferio Norte. Las tierras que habían estado cubiertas por casquetes glaciares se vieron libres de ellos paulatinamente y a medida que se iban fundiendo los hielos, el nivel del mar -que llegó a estar 120 m por debajo del actual- ascendía, quedando sumergidas las costas bajas.
Testigos de estas oscilaciones son las "playas levantadas", "playas sumergidas" y las plataformas insulares conocidas como "veriles", de gran extensión en las costas de Fuerteventura y del Norte de Lanzarote. Como es lógico, los seres vivos acusaron estos cambios y en muchos casos se vieron obligados a emigrar, si las barreras biogeográficas no se lo impedían, o a extinguirse. Por esa época el hombre pasó del Paleolítico al Neolítico, iniciando migraciones en busca de nuevos territorios por colonizar. También por esas fechas llegó al Norte de África, procedente de Oriente Próximo, el tipo humano conocido como mediterráneo robusto, poseedor de la cultura Capsiense. Fue también el momento del encuentro de estas poblaciones, que pueden llamarse protobereberes, con los mechtoides (cromañoides) autóctonos de la región, a los cuales fueron asimilando y desplazando hacia el Oeste y Sur.
Durante los últimos 10.000 años, el Norte de Africa, y en consecuencia Canarias, acusó varias oscilaciones climáticas en las que la franja desértica del Sahara se estrechaba en épocas de mayor pluviometría y humedad, permitiendo asentamientos humanos en torno a lagos y ríos, hoy totalmente secos (Petit-Maire, 1985). Hubo, por lo tanto, avance de poblaciones negroides hacia el Norte y blancas hacia el Sur y el Oeste, produciéndose enfrentamientos, desplazamientos y asimilaciones antropológicas y culturales.
Es en este contexto, según nuestra opinión, donde habría que analizar una hipotética llegada fortuita de los primeros pobladores a las islas orientales, debida a diversos motivos: presiones antrópicas y climáticas, el azar o la simple curiosidad, probablemente desprovistos de cualquier estrategia colonizadora.
 La gran isla "Mahan"
Dentro de una síntesis paleogeográfica de las islas orientales a lo largo del Holoceno (Cuaternario reciente), cabe resaltar importantes cambios en la configuración de las mismas. Como botón de muestra diremos que durante el máximo glacial würmiense, hace 18.000 años, Lanzarote, Fuerteventura y las isletas e islotes, junto a algunos bancos submarinos como el de Amanay (-25 m), conformaban una sola isla de más de 200 km de longitud y una superficie superior a los 5.000 km2, orientada paralelamente a la costa africana y siguiendo las directrices de la geotectónica de esta región atlántica. A su vez, la distancia que en aquel tiempo separaba esa gran isla, que llamaremos "Mahan", del vecino continente no era superior a los 60 km. (en la actualidad son 95).
En unos 9.500 años B.P. han sido datados los nidos de Anthophora (un tipo de abejas) que aparecen por centenares bajo las dunas de La Pared (Fuerteventura) los cuales se corresponden, con toda probabilidad, con los encontrados en La Graciosa, Los Jables y otros puntos de Lanzarote y Fuerteventura. La presencia masiva de estos nidos petrificados, así como la de los millares de moluscos terrestres que los acompañan, es indicativa de una rica vegetación silvestre, que tendría su correspondencia en la costa del vecino Sahara. Precisamente en las formaciones dunares de La Pared encontramos hace años (1989) -sobre un extraordinario yacimiento paleontológico, con miles de huesos y algunos huevos de la pardela fósil Puffinus holei, así como restos de otras aves, moluscos terrestres y nidos de Anthophora- industria lítica de basalto, de factura tosca y bastante eolitizada.
En su momento, les enseñé a los especialistas numerosas muestras de lo que parecen ser puntas de flecha, buriles, cuchillos, raederas, etc. pero no le dieron mayor importancia, pues se salían de la "norma" y no concordaban con la opinión vigente acerca de la fecha del poblamiento de las islas. Desgraciadamente, y a pesar de nuestras reiteradas advertencias a las "autoridades competentes", el yacimiento ha sido prácticamente destruido por las palas mecánicas en aras del "desarrollo", y es ahora cuando se habla de la presencia de artefactos líticos en ese yacimiento (Meco, Fontugne y Onrubia, 1995).
Fue, en el último milenio antes de nuestra Era, cuando un nuevo período húmedo permitió durante siglos el poblamiento del Sahara Central, así como un nuevo avance de los pueblos del Afrecha blanca hacia el Sur y Oeste. Es muy probable que por esas fechas poblaciones del litoral sahariano ya hubiesen entrado en contacto con algunas de las grandes culturas mediterráneas (egipcios, fenicios, cartagineses, griegos, etruscos, romanos, etc.) y que por lo tanto fueran transportados o incentivados determinados contingentes humanos para su desplazamiento a las "maravillosas islas" (Hespérides, Afortunadas, etc.), como les sucedió a las poblaciones bereberes situadas más al Norte (Marruecos, Argelia, Túnez, Libia). Por lo dicho anteriormente, existen posibilidades de que los recién llegados se encontraran con la sorpresa de que las islas, al menos las orientales, ya estaban habitadas. En este caso, una hipótesis a considerar sería la división étnica, seguramente tras confrontaciones, en territorios separados como sucedió en Fuerteventura (La Pared). Más tarde sobrevino el que sería definitivo período de aridez, con la paulatina desertización de la región, salvo pequeñas oscilaciones como la ocurrida hacia la mitad del primer milenio, o la llamada "pequeña edad glaciar" (siglos XIII al XIX). […] (Francisco García-Talavera, 1997)
Estimado lector, para concluir estas modestas notas permítanos algunas reflexiones relacionadas con la lamentable ignorancia que la mayoría del pueblo canario tenemos sobre nuestra Historia tanto de la ancestral  como de  la colonial. Ignorancia que es impuesta por el sistema colonial dominante, sobre este particular el investigador mexicano Guillermo Marín ha escrito un excelente libro del cual no nos resistimos a extraer las siguientes notas teniendo en cuenta que el proceso colonizador de América tubo su laboratorio en la invasión y colonización del Archipiélago Canario y por consiguiente, las técnicas de dominio eran y son las mismas:
[…] Después de la invasión armada, los invasores les quitan a los vencidos 5 Elementos Culturales para condenarlos permanentemente a ser esclavos y que nuca jamás piensen en volver a ser libres, de tal manera que los puedan explotar con su trabajo y depredar impunemente sus recursos naturales. Primero les quitan el idioma y les imponen la lengua del vencedor. El objetivo es dejar “mudos” a los vencidos, que no puedan trasmitir su Cultura y que dejen de pensar como sus antepasados, logrando que al hablar la lengua del colonizador, los vencidos piensen como él. Perdiendo la lengua no sólo pierden el más fuerte lazo que los une entre sí, sino que, además, pierden su Cultura y su identidad.
El segundo despojo del conquistador al conquistado es la “memoria histórica”, los recuerdos. Para que el pueblo invadido y vencido no se acuerde que un día fue libre y dueño de su riqueza, su Cultura y su identidad, se requiere volverlo amnésico. El vencido olvidará por diversos medios su pasado y su “nuevo mundo” se iniciará con la presencia de su conquistador. Tomará como propia la historia del conquistador y desconocerá la suya-propia, sintiendo desprecio por su propia historia.
El tercer Elemento Cultural que le quitan al pueblo vencido son los conocimientos. En efecto, el objetivo es que él no se sienta capaz de transformar el medio ambiente en el que vive. Que es impotente y estúpido. Que depende de su colonizador. Que sólo el invasor puede crear, transformar y resolver. Que el vencido necesita que el "invasor" haga las cosas. Lo dejan en calidad de estúpido.
El cuarto despojo al vencido tiene que ver con los espacios, no sólo físicos, como son las mejores tierras, los minerales, los bosques, las selvas o las costas. El cuarto despojo tiene que ver también con espacios sociales, místicos, religiosos, recreativos y culturales. El objetivo es hacer sentir al vencido como un intruso en la tierra de sus antepasados.
El quinto despojo es la religión y con ella el misticismo. Al quitarle la religión, que forma parte intima y directa de sus tradiciones y costumbres, de la forma de ver y entender el mundo y la vida, el invasor logra, no sólo que el vencido pierda la raíz espiritual de su Cultura, sino que pierda el dominio del más allá. Es decir, lo único que le queda es el mundo material e inmediato de su vida de esclavo. Pues a su muerte, tendrá que ir al lugar "sagrado" de su conquistador donde él seguirá de esclavo.
Cuando el invasor-conquistador le logra quitar esos 5 Elementos Culturales al pueblo invadido, ha logrado “neutralizarlo” y condenarlo para siempre a un estado de explotación y esclavitud, porque el vencido le enseñará a sus hijos, no a expulsar al invasor, sino a que sus hijos aprendan a ser invasores-explotadores-colonizadores de su propio pueblo. El sistema colonial implica que los vencedores como los vencidos vean como algo natural la explotación, el saqueo y la injusticia, como algo normal y cotidiano. Que en vez de rechazarla, ellos mismos deseen fervientemente convertirse en uno más de los históricos explotadores de su pueblo. Adquiriendo el carácter de “colonizado-colonizador”.
Cuando un pueblo es colonizado mental y espiritualmente, podrá ser explotado, depredado y hasta masacrado, y a nadie le interesará detener esta barbarie. Sólo desearán, sumarse a ella para sacar ganancia. De modo que para descolonizar a un pueblo se requiere: recuperar la lengua, la historia, los conocimientos, los espacios y el sentido espiritual por la vida. La educación descolonizadora requiere enseñar a nuestros hijos a recuperar y revalorar estos Elementos Culturales.
Una de las tareas fundamentales es recuperar la memoria histórica y para enfrentar este colosal desafió necesitamos de mucha inteligencia, intuición y flexibilidad para armar “un rompecabezas” del cual, concientemente nunca hemos visto la imagen original. Esto es, necesitamos primeramente conocer “el pensamiento filosófico”, que pudo estructurar siete mil quinientos años de desarrollo humano. No podemos profundizar sobre los antiguos mexicanos, sino no conocemos la propuesta filosófica, la estructura intelectual y espiritual que llevará a transformar la naturaleza, para darle un “sentido humano”. Es decir, que no podemos entender a la cultura grecolatina sin conocer a sus pensadores y poetas, sin ellos, es sólo vislumbrar el follaje, pero sin poder llegar al tronco y mucho menos a la raíz. […] (Guillermo Marín)
Hay que distinguir al Pasado de la Historia; a aquél lo conformaron hechos reales, que ya no existen, aunque nos determinen, pues somos el producto de lo que fue; la Historia, por su parte, es un discurso, que como cualquier otro, obedece a condiciones de producción, al contexto en que fue emitido: las ideas, prejuicios, creencias, ideología, condicionamientos desde el poder, censuras, etc., que inciden sobre el autor del relato.

Así, no existen dos versiones de la Historia, la de los vencedores y los vencidos, como si se tratase de una ideología homogénea e inmutable en cada una de las dos percepciones de la realidad  la de los dominantes y la de los dominados.

Pueden existir tantos discursos históricos como historiadores, pues la Historia es una interpretación del Pasado, donde el autor selecciona datos, hechos y personajes, asigna significados, sentidos, relevancias y conexiones entre hechos, y, además, otorga cargas axiológicas al relato que construye. Sin duda, como cualquier conocimiento con relevancia social, existe mecanismo de poder, control y censura, que condicionan dicho saber; me refiero de forma particular a la Historia oficial, la que se enseña con fines nacionalistas, cívicos o legitimistas en las escuelas. Sin embargo, la opción no está entre conocer sobre el Pasado o ignorar dicho saber por distorsionado, sino entre ser un ciudadano pasivo que no sabe discernir y cuestionar, o ser un agente social activo, crítico e investigativo; desconocer el pasado llevaría a una ignorancia denigrante; así, Cicérón afirmó que un pueblo que no sabe sobre su Historia, permanece en una perpetua minoría de edad.

La historia se alimenta de hechos y la memoria de recuerdos. La memoria es selectiva, y la historia, también. Por lo tanto, el olvido es una circunstancia común en la narración de los hechos y en la construcción de la imagen del pasado. Pero cuando los hechos se imponen por las armas, los vencedores imponen también su historia y condenan al olvido la memoria de los vencidos. Por eso, para reconstruir la historia, es necesario contrastar el relato de los vencedores con la memoria de los vencidos.

En todo proceso colonial sobre todo cuando este es consecuencia de una invasión armada se niega la Cultura Madre de los vencidos y se impone la hegemónica de los vencedores.

La Cultura profunda y ancestral, de los que hoy nos llamamos Canarios, indudablemente sustenta sus raíces hace más de tres milenios, cuando nuestros Abuelos a lo largo de milenos desarrollaron una serie de conocimientos del mundo material y una elaborada y compleja red de intrincados significados espirituales, que le daban valor trascendente a la existencia humana.
La forma de ver y entender el mundo y la vida, en lo esencial, tiene su fundamento en la ancestral percepción del Guanche, en todos los canarios. Hasta en los mismos extranjeros y criollos de servicio, que por vivir en esta Cultura milenaria, inconsciente e imperceptiblemente se han transformado.
Esta percepción profunda e intangible de la Civilización del canario, se da en la forma de ver y entender el mundo y la vida. En la forma de conceptualizar a la familia, la amistad, el trabajo, la festividad, la naturaleza, la comida, la diversión, la autoridad, la comunidad, la hospitalidad y hasta la forma de luchar. Llegando hasta renglones tan profundos como lo divino y lo sagrado.
En nuestra memoria colectiva, la aventura de los conquistadores evoca imágenes de triunfo, de riqueza y de gloria, y aparece como una epopeya. La historiografía europea y especialmente la española asocia  la conquista de Canarias  a los conceptos de «Renacimiento» y de «tiempos modernos»; el dominio de las islas coincide con la imagen de una nueva era.
 Pero se trata de una nueva era para Castilla. Desde la perspectiva de los guanches dominados, la conquista significa un final: la ruina de su civilización. Para «descubrir» realmente Canarias, el historiador nacido en la sociedad de los vencedores debe despojarse de sus hábitos mentales y, en cierto modo, salirse de sí mismo.
Hace tiempo que vengo sosteniendo que técnicamente Canarias continúa en guerra con Castilla, situación que está aletargada por una especie de tregua no declarada, y sostenida mediante el mecanismo de la desmemoria histórica, concepto desarrollado por el filósofo colombiano Ignacio Abello. El autor estudia el uso que hace Foucault del concepto de la guerra, contrastándolo con aquellos de otros autores (Clausewitz, Sun Tzu). A partir de los planteamientos de Foucault sobre el poder, el derecho y la violencia, se puede establecer una noción de guerra que difiere de las tesis clásicas (al punto incluso de invertirlas), y que puede ser considerada una desconstrucción del concepto mismo:
[…] "La política es la guerra continuada por otros medios" y "El derecho es una cierta manera de continuar la guerra"¸ son dos afirmaciones que Foucault desarrolló a propósito de la política y el derecho, apoyándose e invirtiendo la famosa frase de Clausewitz: "La guerra es la política continuada por otros medios".
Como es costumbre en Foucault, su manera de confrontar los conceptos no es a partir de la aceptación de la definición teórica de los mismos, sino a partir de ver cómo es que ellos operan, qué efectos producen, qué relaciones establecen y, al mismo tiempo, qué cambios se van produciendo en ellos mismos en la medida en que son el resultado de acciones y reacciones. La guerra, la política y el derecho son tres nociones que se encuentran inscritas dentro de las relaciones de poder, y es dentro de ellas que adquieren un estatuto que les permite actuar.
Tres son las implicaciones que para Foucault tiene la inversión de la tesis de Clausewitz:

En primer lugar, que las relaciones de poder no son abstractas, sino, por el contrario, son el resultado de relaciones de fuerza concretas que han surgido en un momento histórico determinado. En ese sentido, el poder político surgido de la guerra tiene la función de mantener la relación de fuerza que se daba durante la última batalla, es decir, que la acción de la política es la de sostener las relaciones de poder y dominación que se daban en la guerra y que conducen a la posibilidad de que la política sustituya la guerra, con la condición de perpetuar, por lo menos hasta cuando sea posible, las mismas ventajas que se adquirieron durante el conflicto.
Desde esta perspectiva, la política deja de tener ese significado bastante abstracto y, por sobre todo, alejado de los contextos en los cuales se desarrolla, de ser el arte del gobierno del Estado, con lo cual quiere aparecer como neutral y que actúa para beneficio de todos los que integran la Nación, para adquirir, desde la mirada de Foucault, una función y una acción bien distintas, porque de lo que se trata es de que la política mantenga, a través de su acción, las relaciones de dominación previamente establecidas en el campo de batalla o en ciertas condiciones y circunstancias que se pueden emparentar con la guerra.
La guerra, dice Foucault, se ha desplazado a las fronteras, indicándonos que las relaciones de fuerza a las que hace referencia, son de carácter interno y, que es en el interior del Estado, pero también entre grupos e individuos donde se pueden presentar batallas.

El mejor ejemplo en el que podemos ver cómo la política continúa las ventajas obtenidas en la guerra, lo encontramos en el sistema democrático, donde cada una de sus instituciones reproduce las tácticas y las estrategias para seguir con las formas de dominación.

Desde esta perspectiva es importante incluir el derecho dentro de estas estrategias, porque es necesaria ara el desarrollo y mantenimiento de las nuevas políticas la existencia de un sistema de normas con carácter impositivo que permita, en una legalidad triunfante, sostener las diferencias, las desigualdades, y las exclusiones dentro de un orden de legitimidad.
El derecho que es autárquico y se genera a sí mismo, se convierte en el instrumento necesario de la política debido a que allí donde la política no puede por sí sola sostener y reproducir las relaciones de dominación que se han pactado, de manera explícita o tácita, el derecho interviene para restablecer el orden, sancionando y castigando cualquier acción o conducta que haya buscado modificar las relaciones establecidas, las cuales, además, son vistas como normales y normalizadoras por corresponder a un orden de estabilidad social y de deber ser surgidos en el momento del cese de hostilidades.

En segundo lugar, afirma Foucault, que "La inversión de la frase de Clausewitz quiere decir también que, dentro de la paz civil o sea, en un sistema político, las luchas políticas, los enfrentamientos relativos al poder, con el poder, para el poder, las modificaciones de las relaciones de fuerza (con las relativas consolidaciones y fortalecimientos de las partes) deberían ser interpretados sólo con la continuación de la guerra". Es claro que si bien la nueva política, la de los vencedores, es la de sostener las ventajas obtenidas, también es cierto que la guerra continúa. Continúa en las luchas políticas y, por consiguiente, en nuevas batallas y nuevas posibilidades de modificar las relaciones de dominación, esta vez en el terreno de la política propiamente dicha. En este caso nos vamos a encontrar con un fenómeno muy interesante, y es que los procesos de dominación logrados en el campo de batalla se tornan más complejos y complicados cuando tienen que ser manejados por la política.
En el fondo, las batallas son las formas de violencia más primarias que se han dado, por más que haya sido la tecnología la que en última instancia determine quién es el vencedor. Pero sostener un ejército en guerra permanente es demasiado costoso, salvo que su único costo sea su mantenimiento y este se encuentre asegurado. En otras circunstancias, un Estado como cualquiera de los actuales, no puede sostener una economía dedicada a la guerra en su totalidad.
La política se ha tornado, entonces, en el instrumento natural con el cual se dan los enfrentamientos para cambiar las relaciones de poder, para modificar la relación de dominado a dominante y para sostener la de dominante a dominado, sin que lo anterior quiera decir que sin alterar la relación no se presenten cambios en su interior. Es por eso que es mucho más compleja y mucho más sutil, porque inclusive las formas de violencia se modifican, en la medida en que por ejemplo tiende a desaparecer la dominación física o el temor de morir en combate y en su reemplazo aparece un discurso que legitima las relaciones existentes como relaciones de normalización y, que además exige, en nombre de un tipo de racionalidad que se pretende verdadera, la aceptación de unos valores, pero también de principios, conductas, actitudes, exclusiones, creencias, sin las cuales las personas o grupos que no las acepten quedan legítimamente marginados de los procesos sociales y, en consecuencia, de las luchas por el poder y de los cambios en las relaciones de dominación. De esta manera, aquellos que sean declarados por fuera de los procesos de normalización desaparecen del escenario de la lucha por el poder.
En tercer lugar, la inversión de la tesis de Clausewitz "querrá decir que la decisión definitiva sólo puede venir de la guerra, es decir de una prueba de fuerzas en la cual, finalmente, sólo las armas deberán ser los jueces La última batalla sería el fin da la política, es decir, sólo la última batalla suspendería el ejercicio del poder como guerra continua". Definitivamente esta tercera consecuencia nos muestra la manera como la política es otra forma de hacer la guerra. Sin embargo, la guerra permanece allí, al acecho, persiguiendo la política, pues aunque sea una forma exitosa de continuarla, para la guerra lo mejor es un triunfo definitivo. Que se dé una última batalla y desaparezca la política, es decir, que no existan formas de resistencia y todos los vencidos queden sometidos sin ninguna posibilidad de reaccionar. Sería el fin de la política y con ella el fin de la libertad, como veremos más adelante.

La política busca continuar las relaciones de dominación ganadas en la guerra, pero para poderlo hacer requiere la relación, es decir, la lucha en la cual esas relaciones pueden cambiar; mientras que la guerra busca, como diría Sun Tsu¸ incendiar; o arrasar, como se diría en lenguaje contemporáneo; no dejar nada que le pueda servir al vencido o que moleste al vencedor. Desde este punto de vista, la política sí es la continuación de la guerra, pero lo es de otra manera, y desde ese punto de vista es la derrota de una forma de hacer la guerra, o mejor, es la derrota pura y simple de la guerra, porque la otra manera se llama política. Poner condiciones que el enemigo no puede cumplir es querer ponerle fin a las posibilidades de la política y pretender someter sin ninguna concesión.

Pensar las relaciones de poder en estos términos es una manera de confrontar la vieja tesis de la filosofía del siglo XVIII según la cual el poder se articula "...como derecho originario que se cede y constituye la soberanía, y en torno al contrato como matriz del poder político. El poder así constituido corre el riesgo de hacerse opresión cuando se sobrepasa a sí mismo, es decir, cuando va más allá de los términos del contrato". La otra alternativa, la que hemos visto hasta ahora, ya no sería la del contratoopresión, sino la de guerra-represión, en la que "... la represión ya no es lo que era la opresión respecto del contrato, es decir, un abuso, sino el simple efecto y la simple continuación de una relación de dominación".

Caro lector, disculpa esta amplia digresión cuya intención es ofrecer una somera visión de  la realidad sociopolítica y cultural impuesta por el sistema colonial. Realidad que naturalmente no se imparte en los colegios ni mediante los planes educativos  de las universidades de España en Canarias, lo cual nos induce a un desconocimiento de la  lacerante situación colonial de nuestra Matria Canaria.

Junio de 2010.


Fuentes consultadas:

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Efemérides de La Nación Canaria: Una Historia Resumida de Canarias
En: elguanche.net

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www2.gobiernodecanarias.org/istac/estadisticas.html

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Santa Cruz de La Palma. 2006.

Francisco P. De Luka
En torno a la reina Ioufâ inna (Faina)
De la Asociación Cultural Tamusni

Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghaesn
En torno al gentilicio awuara, awuarita o benahorita
En: La Voz de la Palma, Números  257 y 258, del 14 de julio al 9 de agosto, pag. 15, y 11 de agosto al 7 de septiembre de 2006, p. 22. Respectivamente.

Manuel Suárez Rosales
 Tahawwara (=La  Palma)  Ahawwar (pl. Ihawwaren) –Tahawwart (pl. Tihawwarin), Comunicación personal, mayo de 2010.

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[1] Tamusni, es la Historia  trasmitida oralmente en el pueblo guanche de generación en generación, especialmente de abuelos a nietos.
[2] La existencia de estos míticos gigantes está documentada en otras islas, por ejemplo, en la isla Chinech se recoge a Emotio.

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