Se cuenta que una joven de la nobleza del Tagoror de Arenaba (actual Caldera del Rey), en el reino de Adeje, llamada Guilda, se disponía a casarse cuando su prometido falleció repentinamente. Poco tiempo después, comprobó con espanto que estaba embarazada. Puesto que esta circunstancia era severamente penalizada y por ello podrían condenarla a ser arrojada viva al mar, le confió el secreto a un siervo pescador, quien le aconsejó escapar a la isla de La Gomera, retirada veinte millas de la de Tenerife.
Antes de continuar el relato, digamos que los guanches del reino de Adeje se trasladaban a La Gomera navegando sobre una balsa construida con zurrones. Para ello, arrancaban la piel de los machos cabríos de mayor tamaño y, después de curtidas, las impermeabilizaban con la aplicación de una pasta preparada con resina de pino, sangre de drago y otras sustancias. Luego, las inflaban con aire y cerraban herméticamente sus orificios. En número de siete u ocho, las colocaban en el suelo, una al lado de otra, ligando cada zurrón con el contiguo mediante trenzas de correa, de hojas de drago o de palmeras. Al parecer, sobre estas balsas podían viajar dos personas que, mediante dos paletas, variaban el rumbo a voluntad. Obviamente, aprovechaban los tiempos propicios.
Pues bien, preparada de esta forma la embarcación, Guilda zarpó sigilosamente desde la playa de Troya. Indicó al cómplice que su llegada a la Gomera se la haría saber por medio de una hoguera que prendería en las costas de dicha isla. Arribó a La Gomera por la playa de la Guancha.
Por la fogata que hizo en este lugar, a la siguiente noche de su partida de Tenerife, supieron que había desembarcado felizmente.
La llegada a la isla conmovió a sus habitantes. Fue llevada ante el Rey. Enseñó a los moradores del lugar la técnica de hacer fuego mediante el frotamiento de dos trozos de madera, el príncipe la tomó por esposa y prohijó a la criatura que llevaba en el vientre. Un año después regresaron ambos a Tenerife, desembarcando por la Punta de Teño.
LA BELLA GUAJARA.
Una sobrina del rey Archinife de Adeje, llamada Guajara, irradiaba tal belleza, que la noticia llegó a oídos de Tauco, primogénito del soberano de Canaria, quien decidió trasladarse a Tenerife para corroborar tal apología. Una vez que lo comprobó, la solicitó por esposa. El rey accedió pero Guajara rehuyó el compromiso porque estaba enamorada del tagorero Ucanca, gobernador de este sector y acreditado luchador.
Tauco prometió vengarse. Enterado de que Cuajara frecuentaba el lugar de Ifonche, preparó una emboscada, la forzó, violó y luego huyó, con la intención de trasladarse nuevamente a Las Palmas. Atormentada por tal ultraje, la infortunada corrió hacia la residencia de Ucanca y le reveló lo sucedido. Mientras permanecía custodiada por sus guerreros, éste marchó furiosamente en busca de Tauco, dirigiéndose hacia Anaga. Cuando llegó a este lugar, comprobó que aquél había partido. No obstante, salió en su busca a bordo de una balsa, lo alcanzó y le dio muerte. A su regreso, se casó con Guajara.
Cuenta la leyenda que, irritado con el rey de Adeje por haber apoyado la idea de casar a su hija con el foráneo, rompió sus relaciones con aquél y fundó la dinastía de los Guajara.
Algunas generaciones después, un poderoso monarca de esta dinastía, llamado Binicherque, no contaba con hermanas ni con ninguna otra mujer noble para casarse y puso sus ojos en una princesa del rey de Las Palmas de Gran Canaria".
ERESTA
Una guanche adejera, llamada Eresta, casó con un chaurero de la Boca del Paso, cuyo nombre no consta, pero sí el de otro del auchón de Teresme, llamado Chindia, que tuvo dos hijos que destacaron por su valor. Hemos encontrado también el nombre de otro de los reyes, igualmente llamado Chindia.
Bethencourt Alfonso.
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