Eduardo Pedro García Rodríguez
El canario en general históricamente ha venido demostrando una capacidad intelectual y moral superior a la media europea, este hecho incuestionable, ha venido siendo recogido y testificado por los propios cronistas e historiadores europeos desde los primeros tiempos de la invasión y ocupación de nuestra Matria por hordas de normandos, portugueses, castellanos, mallorquines y aragoneses, y a partir de los años sesenta del pasado siglo por la más intensa, virulenta, brutal y abrumadora de los españoles.
La superior capacidad intelectual del canario en relación con las bárbaras hordas colonizadoras ha venido quedando de manifiesto desde los albores de la invasión, la extraordinaria capacidad de entendimiento y compresión de nuestros antepasados les permitió no sólo sobrevivir como pueblo, sino que supieron asumir y adaptar a sus propios intereses los postulados de la cultura invasora, así tenemos que desde las primeras generaciones a partir de la invasión, los canarios hemos destacado en los oficios y empleos propios del sistema impuesto, ocupando puestos relevantes en la secta católica, en las letras, las artes, el ejercito y administración colonial e incluso en la metrópoli.
Como ejemplo podemos citar el caso de Deriman: Hijo de Benytomo o Bentor, y nieto del gran caudillo Benchomo, luego llamado Cristóbal Hernández de Taoro, quien retomó el nombre de su abuelo como apellido (Cristóbal Bencomo). Estudió en Sevilla (España) donde siguió la carrera de vocero (abogado), escribió una historia del pueblo guanche de la que existieron tres ejemplares manuscritos hoy perdidos. O la aptitud adoptada frente a los colonizadores por los canarios de Tamaránt (Gran Canaria) para rehusar ir de saqueo a nuestro continente bajo las ordenes de los invasores, el 5 de Julio de 1514 cuando: “ los vecinos de Gran Canaria se reunieron en San Cristóbal, para apoderar a los canarii Michel González y Juan Cabello, que habían de comparecer ante la reina y su consejo, denunciando en nombre de los "hombres y mujeres" de las Canarias, la frecuencia con que les obligaban a ir "en tropa de guerra", a la "mar y tierra de Castilla" o provincias de Indias, "e así a otras partes cualesquiera...", siendo exentos de servir por privilegios, ganados en la conquista de las islas "e tierra de moros". Murieron tantos, que la población mermó, a más de arruinarse, pues estando los varones continuamente ausentes, no podían velar "por sus mujeres, casas e hijos e faciendas". Siendo deseo confesado de los reyes, que prosperasen las Canarias, "no es bien sacar a los vecinos de las islas, más antes traellos para la dicha población", preservando su forma "de vivir e trato, que es muy bueno" a más de mantenerse firmes en la "Santa Fe Católica".
Acusando de racismo al rey, pero racistas a su manera, recordaron a la corona la obligación de protegerlos en "su ventura", "de manera que no se entienda que por tener nombres de canarios, pierdan nuestras personas, que no tienen que facer con los naturales de las otras islas, es a saber guanches e palmeses e gomeros, llevándoles como les llevamos muchas ventajas en todo, e hablamos e somos habidos por propios castellanos". Tras protestar de su lealtad a Dios y al rey, advirtieron la intención de pleitear, defendiendo sus derechos. (Luisa Álvarez de Toledo, 2005)
Por otra parte, es significativo que el primer título de nobleza expedido por Castilla en esta colonia, lo fuera a una familia canaria, los Negrín-Armas, con gran desconcierto para los aventureros invasores algunos de los cuales hacían gala de una supuesta nobleza de origen.
Esta capacidad mimética o de adaptación del canario propia sólo de los pueblos más inteligentes y capacitados, se manifiesta en los tiempos actuales, por ejemplo, ¿quien no tiene un pariente o amigo que haya estado uno o varios años emigrados en Cuba, Venezuela o cualquier otro país americano? Pues bien estos emigrados dado su gran capacidad de adaptación, asumen de inmediato la cultura del país donde han emigrado en sus diferentes niveles, sus modos y costumbre, el tono característico de la manera de hablar etc., hasta el punto de que cuando regresan a la Matria, en los primeros momentos cuesta distinguir en él a un canario, además suele traer consigo y implantar entre nosotros aspectos culturales, musicales y costumbristas. Similar aptitud adopta cuando emigra a países europeos, tales como Alemania, Suecia, Francia o España.
Como es bien sabido, a nuestros ancestro se les obligó a asumir el cristianismo y se les impuso nombres europeos, posteriormente la inquisición española en Canarias se cuidó de que las nuevas generaciones no sólo no portaran nombres guanches, sino que además se les adoctrino para que renegaran de sus orígenes, creando incluso un censo secreto de las familias guanches de las islas, así una población que ostentaban nombres tan sonoros como: Abenaura, Abenchara, Acerina, Adasat, Anagua, Arecida, Aremoga, Chaxiraxi, Chimaye, Collarapa, Dácil, Dafra, Daida, Daniasa, Arminda, Meagens, Moneyba, Tassa, Tassat, Talegaza, Tazirga, Tegina, Tegueyga, Teguise, Tenercina, Tenesoya. Abian, Abtejo, Adargota, Aday, Adargoma, Adxoña, Afur, Aguahuco, Aguaberque, Uramas o Doramas, Chimenchia, Benchomo, Bentor, Bentejuí, Archinife, Akaymo, etc., les fueron sustituidos por otros como: Petra, María, Josefa, Ana, Luisa, Diego, Antonio, Alonso, Jorge, Bernardo, Eduardo, Felipe, etc.
Es ciertamente lamentable que los nombres de nuestros ancestros estén hoy prácticamente erradicados en nuestra Matria mientras se conservan con orgullo en América donde son frecuentes los apellidos Garachico, Orotava, Tahoro, Chaurero, Teida, Tejina etc.
Así, con la desaparición oficial de los antropónimos originarios canarios, algunos seudosintelectuales de servicio e incluso algunos investigadores de salón al servicio del sistema colonial quieren hacer creer que la etnia guanche ha desaparecido, cuando en realidad constituye la parte mayoritaria de la población actual “disfrazada” con nombres europeos.
Como sabiamente expone mi amigo Rodolfo en su comentario a un insustancial artículo en el que su poco documentado autor (26-11-07) ponía en duda la presencia continuada y mayoritaria de la etnia de los antiguos canarios en la población actual:
“La demencia senil más peligrosa es la que se anticipa en edad joven o madura. El menosprecio a sus mayores, a sus antepasados, a sus ancestros, les hace delirar despreciándose a sí mismos.
Preguntemos a nuestros padres y abuelos que concepto tienen ellos de sus progenitores, de sus antepasados... Quienes desprecian a la vejentud se desprecian a sí mismos. ¿Que esperan recibir de sus hijos y nietos dentro de no tantos años? ¡Quizás despreciarán la cordura de los apátridas y bendecirán la locura de los patriotas!”
Para quienes desconocen o prefieren desconocer que los guanches actuales somos el fruto de un proceso de adaptación y evolución – que no de mestizaje como algunos interesados propugnan -dentro de la sociedad impuesta, nos vamos a permitir reproducir algunos textos tomados de la ingente obra que el investigador don Octavio Rodríguez Delgado dedica al sacerdote de la iglesia católica Dr. D. Agustín Díaz Núñez, descendiente directo de la nobleza guanche del bando de Güimar en la isla Chinech (Tenerife).
“Su ascendencia por línea paterna es de origen guanche y se extendió por las comarcas de Güímar y Abona. Entre los miembros más próximos a la ascendencia que nos ocupa destacaron, entre otros: Don Salvador González Natural, fundador del Valle de San Lorenzo; don Marcos González del Castillo, capitán de Milicias; Lcdo., don Salvador González, cura de Granadilla; Lcdo. don Francisco González "Natural", beneficiado de Adeje y capellán de Arico; don Aparicio González Natural, capitán de Milicias; don Diego de Linares, alférez de Milicias; don Salvador González Mexías, alcalde de Arico; don Diego Delgado Mexía, clérigo tonsurado; don Salvador Delgado, alférez de Milicias; don Juan Delgado Trinidad, alférez de Milicias; don Manuel Pérez Delgado, ayudante de Milicias; don Juan Delgado de Medina, alférez de Milicias; don Luís Díaz de Medina, alférez de Milicias; don Cristóbal Pérez Elías, mayordomo de la Hermandad del Rosario; don Hilario Pérez Elías, mayordomo de la Hermandad del Rosario; don Pedro Pérez Elías, síndico personero y varias veces alcalde de Fasnia; don Bernardo Pérez Elías, mayordomo de las Hermandades del Rosario y del Santísimo Sacramento; don Joaquín Pérez Elías, mayordomo de la Hermandad del Santísimo Sacramento; don Domingo Pérez Elías, mayordomo de la Hermandad del Rosario; don Tomás Romero Otazo, patrón de barco; don Pedro Díaz Montijo, agrimensor y fiel de fechos; don Segundo Díaz Rodríguez, sargento de Milicias; don Vicente Díaz Montijo, alcalde, síndico personero, fiel de fechos y notario público; tc.”
Esta familia la encabeza don Alonso González, un guanche tinerfeño de la nobleza indígena de Güímar, que disfrutó de considerables propiedades para su época. Comenzó usando el apellidó "González", para luego dividirse en cuatro ramas principales: la que continuó usando el antedicho apellido, que se extendió sobre todo por la comarca de Chasna, y las que usaron en primer lugar los de "Delgado", "Pérez" o "Díaz", asentadas en el Valle de Güímar. Casi todas ellas se entrecruzaron con otras familias de origen guanche y, salvo, excepciones, sólo tardíamente recibieron sangre procedente de colonizadores.
Su hijo don Salvador González, Natural fue fundador del Valle de San Lorenzo y en su descendencia, extendida por toda la Comarca de Chasna (Arona, Vilaflor, San Miguel de Abona, Granadilla y Arico), sobresalieron muchos de sus miembros, que ocuparon puestos destacados en la Milicia, en la Iglesia y en los Ayuntamientos. Su bisnieta doña Margarita de Llerena se casó con el capitán don Juan Delgado, de la familia real guanche de Adeje, dejando ilustre descendencia en dicha localidad, de Fasnia y Güímar.
La rama de apellido Díaz no surgió hasta la cuarta generación, siendo el primero que lo llevó el alférez don Luís Díaz, cuya descendencia se mantuvo siempre en el municipio de Güímar. En la sexta generación fijaron su rama principal en el Pago de El Escobonal (también conocido por entonces como Agache -o Chimaje), y a partir de ella tomaron el apellido de Montijo (o Montijos) que usaron en solitario o sumaron al Díaz, tal como llegó al Dr. don Agustín Díaz Núñez, conocido en su infancia como don Agustín Montijos, o a su padre que siempre fue conocido como don Vicente Díaz Montijo; una calle de este importante barrio continúa siendo conocida aún como "Lomo de Montijo".
En esta última rama, que es la que nos ocupa, sobresalieron muchos de sus componentes, que alcanzaron plazas de oficiales en las Milicias Canarias, siguieron la carrera eclesiástica., tanto el clero secular como regular, o desempeñaron cargos de prestigio, como notarios públicos, agrimensores, alcaldes o personeros.
Alonso González “natural”
Este guanche tinerfeño, de los hidalgos del Bando de Güímar, contrajo matrimonio hacia 1519 con doña Catalina Gaspar "Natural", también de origen guanche e hija de don Gaspar Hernández (o Fernández) "el Guanche" y de doña Catalina Francisca (o Francesa). Algunos, genealogistas asimilaron a don Gaspar con el Mencey Adxoña de Abona, y a doña Catalina con una hija del Mencey Bencomo de Taoro, pero no hemos encontrado en ningún archivo una sola prueba que confirme dicha afirmación; antes bien, es casi seguro que don Gaspar no "fue el Rey de Abona, pues éste falleció antes de 1510, mientras que don Gaspar vivió muchos años más; además, algunos documentos parecen hacerlo proceder del bando de Anaga. Lo que sí parece evidente es el origen guanche de ambos.
Don Alonso llevó al matrimonio 100 cabezas de ganado cabruno y el vestido, mientras que doña Catalina no llevó sino algunas alhajas de casa.
Durante su vida en Común multiplicaron más de 1.000 cabezas de ganado caprino, mayor y menor, y 6 ó 7 esclavos, "entre machos y hembras",
Además del propio, don Alonso tenía a renta 150 cabras mayores, junto a don Bastián y don Rodrigo Guillén, que eran de doña Luisa A1onso, "natural", según se desprende del testamento de ésta, otorgado ante don Alonso Gutiérrez el 24 de noviembre de 1521; en el mismo aclaraba que "Alonso González, yerno de Gaspar el guanche", le debía 8 reales. Asimismo le debía 7 reales y medio a su suegro don Gaspar Fernández, de un bancal que pagó a don Jun Pacho, según Consta en el testamento de don Gaspar, otorgado el 14 de agosto de 1521 en las casas de su morada en la ciudad de La Laguna, por el que nombró a don A1onso Como su albacea.
Don Alonso González "Natural" murió en el Valle de Güímar y recibió sepultura en el Convento de Candelaria. Después de su fallecimiento se hizo partición de los bienes que había dejado entre sus hijos y esposa, ante el escribano público don Bartolomé Joven; dichos bienes se apreciaron en 600 doblas, la mitad de las cuales Correspondían a doña Catalina.
Una vez viuda, hacia 1558 doña Catalina contrajo segundas nupcias con don Rodrigo Pérez, también aborigen, Con quien se avecindó en Adeje; no tuvieron sucesión.
Después de este nuevo enlace donó a su hijo Juan Gaspar dos cuevas, dos hornos y una fanega de tierra en Chacaica (Güímar), Como agradecimiento por lo bien que se había portado con ella. Testó ante el escribano público del Valle de Güímar don Sancho de Urtarte el 6 de septiembre de 157958.
Don Alonso y doña Catalina procrearon 10 hijos:
1.- Do Antón González
Natural de Tenerife, poseía ganado y tierras en Agache, donde vendió a la viuda de Luís Velásquez 8 cahíces de tierras, cuatro de él y otros cuatro de sus hermanos Francisco y Salvador, mediante carta de venta otorgada ante el escribano público don Francisco Márquez.
A la muerte de don Alonso González, su madre le pidió que guardase las cabras que a la sazón poseían y que no fuesen al término de La Orotava, a cambio de lo cual le dio todas las hembras que nacieron entre octubre y la Navidad del primer año, encargo que no había aceptado su hermano Miguel.
Casó con doña Juana Hernández y murió en plena juventud, hacia 1565. Le sobrevivió su esposa, quien contrajo segundas nupcias con don Diego de Torres y falleció hacia 1571.
Don Antón y doña Juana tuvieron dos hijos de su matrimonio, de cuyas personas y bienes fue curador don Francisco González, Natural, hermano de don Antón, a quien la tutela le fue dicernida en octubre de 1565 por la justicia de esta isla, ante el escribano público de la isla don Simón de Açoca; por bienes de los dichos menores su tutor recibió un término de ganado y 2 cahíces de tierra en Agache. Tras la muerte de doña Juana Hernández entraron en poder de don Francisco González, como bienes de ambos menores, lo siguiente: 27 cabras parideras, una cabrilla de más de un año, un cabrón padre, cinco reses vacunas, dos vacas de más de cuatro años, dos bueyes de cuatro años para arriba y un becerro de un año.
A) Don Martín Minuto
Murió antes que su abuela, quien heredó de él unas 60 doblas, parte de ellas en ganado salvaje.
A) Doña Catalina Alonso
Casada en 1579 con don Sebastián Rodríguez, hijo de don Rodrigo Hernández, natural de Tenerife y vecino de Candelaria; su tío y curador don Francisco González Natural dio poder para dicho casamiento "en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar", ante el escribano real don Sancho de Urtarte, el 5 de febrero de dicho año, pues era necesario para pedir la dispensa de parentesco, sobre la que hizo información el vicario don Juan de Cabrera por orden del obispo de las Islas don Cristóbal Vela.
El lunes 29 de febrero de 1580 su mencionado tutor don Francisco González dio un poder especial a favor de don Sebastián Rodríguez, para “cobrar cualquier mrs., pan, trigo, cebada, centeno, ganados, miel y otras cosas que a Catalina Alonso le sean debidas”; dicho poder fue otorgado en “el valle y heredamiento de Güímar” ante el escribano real don Sancho de Urtarte, del que fueron testigos don Alonso de Xerez Gardona, don Juan Albertos y don Juan Alonso "el Mozo", vecinos y estantes.
El 20 de junio de 1583 don Sebastián Rodríguez, "natural de Tenerife, morador en el pueblo de N. Sra. de Candelaria", dio poder general y especial a su hermano don Agustín Rodríguez, presente, "para que pueda vender todas las tierras limpias y montuosas que le pertenecen en esta isla, viña, colmenas, pan, trigo, cebada, centeno,
ganado ovejunos, cabrunos, vacas, bueyes, puercas, asnos, caballos, yeguas y bestias mulares, y para cobrar cualquier mrs., que le sean debidos y para representarlo en los pleitos"; dicho poder fue otorgado en el valle y heredamiento de Güímar ante el escribano Urtarte.
2.- Don Melchor
Falleció sin descendencia antes que su madre, por lo que ésta heredó de él 120 cabrillas.
3.- Don Miguel González
A la muerte de su padre, doña Catalina Gaspar le pidió que guardase las cabras que a la sazón poseían y que no fuesen al término de La Orotava, a cambio de lo cual le daría todas las hembras que naciesen entre octubre y la Navidad del primer año; pero don Miguel no se atrevió a aceptar la propuesta.
También murió sin sucesión antes que su madre, y ésta heredó de él una marca de ganado.
4.- Doña Margarita González (Guzmán)
Después del fallecimiento de su padre contrajo matrimonio con don Andrés de Llarena, hijo de don Andrés de Llerena 59, guanche principal del Bando de Güímar, y de doña María de Lugo, hija del Mencey Pelinor de Adeje (bautizado como don Diego ). Su madre le prometió y le dio como dote más de 100 doblas, en 1 esclavo llamado Gonzalo y en otras cosas, la mitad de lo cual procedía de los bienes de don Alonso González y la otra de los de doña Catalina Gaspar. Don Andrés de Llarena "el Menor" testó ante don Baltasar de Anchieta (1561-1562) y ya había muerto en septiembre de 1579, al testar su suegra.
Según una escritura de tutela otorgada ante don Juan del Castillo en marzo de 1563 se le conocen seis hijos:
A) Don Andrés de Llarena
E) Don Alonso
C) Don Miguel
D) Don Diego
E) Doña Catalina González. Fue dotada en 1580 cuando iba a contraer matrimonio con don Juan de Betancor.
F) Doña Bárbara (o Bárbola) (González) de Llerena. Fue dotada en 1586, al casarse con don Hernando de Ibaute. De este matrimonio fue hija: Doña Margarita de Llerena, casada con el capitán don Juan Delgado 60 de Adeje, escribano público de Chasna y alcalde mayor de Adeje, que en 1636 compró el altar de San Juan Bautista, con asiento, arrimo y sepultura, y otorgó testamento en Vllaflor en 1656 ante don Lorenzo Díaz Delgado; fueron ascendientes de la ilustre familia Delgado- Trinidad.
5.-Don Alonso González “natural”
Casó con doña María de Regla "Natural", hija de don Juan de Regla (nieto del Mencey Pelinor de Adeje) y de doña Lucía Delgado (o de Vera). Fueron vecinos de Tijoco.
Recibió 60 cabrillas a cuenta de los bienes de su padre. Y, tras la muerte de su hermano Melchor, su madre le dio 20 cabrillas, de las 120 que había heredado de aquel.
En agosto de 1583 vendió en el pueblo de Garachico al mercader don Antonio Hernández, que vivía en lcod de los Trigos, un pedazo de tierra de unas 18 o 20 fanegas de medida de cordel, "lindante con el camino que va a Adeje por las medianías de la parte de abajo, y por arriba con tierras que posee Juan Martín, vº., de Icode de los Vinos, con el barranco de Tijoco y con tierras de los herederos de Andrés de Llerena, sobre las cuales hay un tributo al quitar de principal de 30 doblas, por precio de 120 doblas"; la escritura de venta fue otorgada ante el escribano público y real don Juan de
Gordejuela, y en ella don Alonso estableció que fuese aprobada por sus hijos don Marcos González y doña Catalina Gaspar. Por este motivo, el 25 de ese mismo mes ambos hijos aprobaron la citada escritura de venta, "según como Alonso González la hizo y otorgó" y dieron poder a don Antonio Hernández para tomar la posesión de dichas tierras; así consta en documento otorgado en " el valle y heredamiento de San Juan de Güímar" ante el escribano real don Sancho de Urtarte. Como curiosidad, don Alonso González figuraba por entonces como "morador en Tijoco en Tenerife, vº., del
Pueblo de Garachico" y su esposa doña María de Regla ya estaba "difunta".
Cuatro de sus hijos (don Marcos, doña Luisa, doña Catalina y doña Águeda) otorgaron una escritura en 1629 ante el escribano público de Chasna don Andrés Hernández Pinto. Conocemos nueve hijos:
A) Doña Catalina Gaspar
E) Don Tomás
C) Don Lucas González
D) Doña María
E) Don Gaspar
F) Doña Águeda Delgado
G) Don Marcos González
H) Doña Leonor
I) Doña Luisa Delgado
6.- Don Francisco González, natural (o González Criador)
Figura en todos los documentos como "natural de Tenerife" y heredó de sus padres numerosas propiedades en Agache. En marzo de 1568 contrajo matrimonio con doña María Rodríguez, hija de don Rodrigo Hernández "Natural", apodado "el Gordo"; como dote la contrayente trajo 100 doblas, más ajuar y menajes de casa .valorados en 40 doblas, y una burra parida; mientras que él llevó un colmenar, con más de 30 colmenas, un término de ganado salvaje y cantidad de tierras, todo en Agache. La pareja se estableció en el pueblo de Candelaria.
Tras la muerte de su hermano Antón, en octubre de 1565 la justicia de esta isla nombró a don Francisco "tutor y curador de la personas y bienes" de sus sobrinos don Martín y doña Catalina, hijos de aquel; dicha tutela le fue concedida ante don Simón de Açoca, escribano público de la isla (en cuyo oficio le sucedió primero don Blas del Castillo y luego don Juan de Carminatis). En virtud de este encargo, hacia 1570 prestó 50 doblas, de a 500 maravedís cada una de moneda de Canaria, a su suegro don Rodrigo Hernández, morador en el pueblo de Candelaria. Asimismo, en 1572 prestó dinero a otras personas: 179 reales nuevos a don Rodrigo Pérez, natural de Tenerife y morador en Adeje; 130 reales nuevos a don Luís Alonso, de la misma naturaleza y morador en Candelaria; 90 reales nuevos a doña María Hernández, de igual naturaleza y vecindad, viuda de don Gaspar Rodríguez. Las cuatro obligaciones de devolución de las res pectivas cantidades fueron otorgadas el 18 de julio de 1574 en "el pueblo de N. Sra. de Candelaria, estando en las casas de la morada de Francisco González", ante el "escribano de S.M." don Sancho de Urtarte y los siguientes testigos: don Hernán Pérez, escribano de comisión, don Juan Alonso y don Manuel Estévez, vecinos y estantes en dicho lugar; en dichos documentos se establecía que la devolución de las referidas canti-
dades debía efectuarse en un año, a partir de esa misma fecha, por tanto antes del 18 de julio de 1575.
El 7 de agosto de 1573 don Francisco otorgó un contrato de compraventa ante el mencionado escribano don Sancho de Urtarte, mediante el cual compraba unas casas a don Luís Pérez y su esposa doña Beatriz Rodríguez, moradores en el Valle de Güímar, por un valor de 60 doblas de a 500 maravedís cada una de moneda de Canaria; y se obligó a pagárselas en 24 fanegas de trigo, a 11 reales cada una, y el resto en dinero de
contado, cantidad que se dio por liquidada en escritura otorgada el 16 de enero de 1574, ante el mismo escribano.
En 1573 se hizo y libró un albalá de conformidad entre don Francisco González y don Remando Díaz, éste morador en el pueblo de La Orotava, por el que nuestro biografiado había de dar a don Remando 15 cabras y 8 cabrillas; " las cabras de edad de 2 años arriba hasta 4 y no mas ni menos, y las cabrillas de año arriba, buenas y mansas tales que fuesen de recibir a vista de criadores; que no sean tuertas, ni tiñosas ni cojas ni de una teta", que las debía entregar en Guananchizo, que era en la cumbre del pueblo de La Orotava; a cambio el 28 de septiembre de dicho año don Remando le había dado una marca de ganado salvaje en el citado término de Guananchizo, como paga y remuneración de las reses, de lo que fueron testigos don Blas Álvarez, cajero, don Pedro de Sosa y don Damián Dabrantes. El viernes 12 de febrero de 1574 otorgaron una escritura ante don Sancho de Urtarte, en el valle y heredamiento de Güímar, declarando hacer dicho trueque y cambio.
También compró a don Mateo de Aday y su esposa doña Damiana Hernández otra "casa terrera cubierta de teja, sita en el pueblo de N. Sra. de Candelaria, de 25 pies de cumplido y 18 de ancho, con 1 corral que está en la parte de arriba de la casa, con sus cimientos, lindante con solar que se dio a Pedro Pablos de Párraga, vo. difunto, que después lo vendió a Juan Rodríguez, labrador; natural, vº., por un precio de 42 doblas de a 500 maravedís cada una de moneda de Canaria, tal como figura en la escritura de venta otorgada por don Mateo y su esposa el 24 de junio de 1574 en el "valle y heredamiento de Güímar" ante don Sancho de Urtarte. Con esa misma fecha don Francisco González otorgó una escritura de obligación en el mismo lugar y ante el citado escribano, en la que actuaron como testigos don Pedro de Alarcón Medrano, don Juan Gaspar y don Melchor Hernández, vecinos: Francisco González, criador; natural, morador en el pueblo de N. Sra. de Candelaria, hijo de Alonso González, difunto. Dice que Matheos de Aday y Damiana Hernández, su mujer; vs., presentes, le han vendido una casa terrera cubierta de teja, con su corral, en el pueblo de N. Sra. de Candelaria, por 42 doblas de a 500 mrs. de moneda de canaria, según carta de venta. Aunque en la carta de venta se dieron por pagados, la verdad le resta 17 doblas de a 500 mrs., cada una de moneda de canaria, las cuales las pagará a plazo contenido en esta escritura. Por la presente se obliga a pagar a Matheos y a su mujer las 17 doblas en agosto de 1574, en esta isla en dineros de contado. [fol.235]. En fin, amenazamos con continuar si el Sr. Director de www.Eguanche.net nos lo permite.
Eguerew, diciembre de 2007.
Fuentes consultadas:
Luisa Isabel Álvarez de Toledo
Duquesa de Medinasidonia
África-Versus América, 2005.
En: www.webislam.com/?idl=203 - 36k
Octavio Rodríguez Delgado
El Dr. Don Agustín Díaz Núñez
Su vida, su familia y su obra (2 tomos)
Edicion: Caja Rural de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, Cajacanarias.
ISBN: 84-7985-046-9. Santa Cruz de Tenerife, 1996.
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