miércoles, 4 de noviembre de 2015

AFRICA VERSUS AMERICA LA FUERZA DEL PARADIGMA




Luisa Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de MedinaSidonia

CAPITULO IV-II




EL CASO EL PASTEL O AÑIL

Es significativo. Nicolás Lemery, ilustre químico francés del siglo XVII, llama "inde" al índigo, adjudicándole por patria las Indias Occidentales, en especial "Gati - malo"[2] o Guatemala. Comercializado por los fenicios, como la púrpura, lo menciona Vespucio en una de sus cartas, formando en la carga de navío, procedente de la India, que toco en Brasil. Sospechosos los textos de Américo, aún lo son más los de León el Africano. A su cargo trasladar la tierra del oro al norte de Africa, completando el trabajo de los cartógrafos "mentirosos", olvidando que el índigo es vegetal de mala aclimatación, lo hace prosperar en contextos tan dispares, como la aldea murada de Beni Sabih, criadero de avestruces, cuyo término atravesaba el río Dará, "mar" en invierno y oued en verano; la montaña de Tenues, de nieves perpetuas; el desierto de Elgiumuha, inmediato al Sahara y la ciudad de Tefda, confusión que no es de extrañar en autor disciplinado, pero tan mal informado, que adjudica el "mal francés" al 10% de la población norteafricana, sin caer en que la versión oficial, hace de la sífilis enfermedad americana, aunque la pintase el Bosco.

Los naturales de Indias, llamaban xiliquite al pastel, glasto, añil o índigo, siendo uno de los productos que denunciaba a los navíos, culpables por haber tocado en las Islas de Guinea y Africa, sin licencia de los Católicos. En 1477, barco escocés fue capturado en aguas inglesas, por llevar bonitos, especiería y pastel[3]. Perdida la guerra y vedadas las tierras del oro a los castellanos, los mercaderes en paro se procuraron el condumio, pirateando a la puerta de casa. Robados cuantos extranjeros mojaban en aguas de Castilla, optaron por no frecuentarlas, poniendo en estrecho al almojarifazgo sevillano. Habiendo desaparecido de los puertos andaluces, "oro, cera, cobre, añir e cueros", en 1482 la reina protegió su renta, dando real seguro a los mercaderes extranjeros[4]. En 1490, carabela del alcaide de Puerto de Santa María, Charles de Valera, dedicada al corso, tomó cárabo de moros "que pasavan de allende al reyno de Granada, con cavallos e cueros e añir e otras muchas mercaderías"[5].

El pastel o añil aparece en el arancel de 1491. Como "otras tinturas", la carga pagaba 12 maravedís de portazgo. Género de Indias, Canarias y Berbería, en los siguientes, Bernáldez lo circunscribe a la isla de Palma, topónimo que se aplicó a Guatemala. Según Fernández de Oviedo, lo había en la Española, el sur de Nueva España, Honduras y naturalmente Guatemala. Regalía de la corona hasta 1572, al ser liberado se multiplicaron plantaciones e ingenios. En 1576, la provincia producía 600 arrobas de panes, exportando a principios del siglo XVII, con destino a los puertos españoles y telares del Perú, unas 11.600 arrobas, valoradas en medio millón de pesos. En el XVIII, era monocultivo en Guatemala: producía 400.000 libras, consumiendo Europa la mitad.

Ignorando que formaron de parte de una "Berbería", productora de pastel, la historia dice que en el siglo XVII, fue descubierto "salvaje" en Venezuela, introduciéndolo en las Guayanas y las Antillas menores, las potencias que se repartieron su explotación. Exportado por la Compañía de las Indias Occidentales, se cultivó en las tierras bajas del Mississippi y a partir de 1743, en Virginia. En tiempos de la conquista, lo cargaba la flota de Nueva España. Más barato en tierra del Xarife, que en Indias, Sevilla y Lisboa, como la cochinilla, perlas, aljófar, oro hilado, piedras preciosas y ámbar, gris o negro, los andaluces compraban en puertos musulmanes, especialmente en Safi, introduciendo el contrabando por "calas ocultas" de Tarifa y Vejer. En 1607 barco de sanluqueños, cargado de añil y cueros, que regresaba de Indias con la flota de Nueva España, fue capturado por corsarios. Lo llevaron a vender en la ría de Alarache[6]. Dos duques de Medina Sidonia, intentaron introducir el pastel en Andalucía: mediado el siglo XVI, en campos de Vejer, con ayuda de técnico, importado de Madeira y en el Coto de Doñana, en 1831, atendiendo sugerencia de la Sociedad Gaditana de Amigos del País, que en atención al "crecido valor de la sustancia que produce", ofreció semilla de Guatemala, con instrucciones para su cultivo [7]. Fracasaron palmariamente.

Los conquistadores narran hazañas y anécdotas, pero no se extienden describiendo el contexto. Asentada la inexistencia de determinadas especies, por la ausencia de mención, desagradable la presencia del camello, en la costa del Caribe, consignada por algunos, se concluyó que los castellanos dieron este nombre a la llama, también conocida por "oveja", olvidando que la especie, propia de las alturas andinas, no es adaptable a las tierras bajas. Superfluas las excavaciones arqueológicas, en continente recién nacido, cuya historia se elaboró por deducción, los hallazgos de dos aficionados, como Jefferson y Lincoln, no fueron tenidos en cuenta por el mundo científico, pasando sin comentario tumbas de túmulo. Siglos más tarde, los geólogos encontraron depósitos óseos. Restos de camélidos, caballos, ovejas, bisontes, mamuts y mastodontes varios, se mezclaban con puntas clovís, siendo particularmente sospechoso y olvidado, depósito de colmillos de elefante, exhumado en la región de Santo Tomé. Aceptada la presencia del bisonte, por evidente, se niega la de otros bovinos, sin perjuicio de que Fernández de Oviedo, describa y dibuje la vaca danta o cebú, dotada de chepa en el colodrillo , típica del trópico. En cuanto al "chucha" de pelo negro, manos y pies amarillos, con bolsa en el vientre, "donde traía a sus hijos", sería para nosotros "gato manso", de carne sabrosa, de no contar con representación gráfica de un canguro, diferente del australiano, por el color del pelo.

Aun habiendo "padrón" de la costa, los oidores exigieron a Diego Colón, probar a golpe de testimonios, que Paria y Veragua eran extremos, de tierra continuada. Original Bartolomé Colón, declarante en 1514, se acogió a las similitudes: en los dos "cabos" se encontraban las mismas cosas, "así de animalías como brevaje e pan" y costumbres, portando los naturales la misma hierba "en la boca"[8]. Imitándole, Bernaldo de Ibarra y Hernando Pacheco, ambos residentes en Indias, aplican el símil zoológico. Vecino el primero de la costa de Paria, debió tener elefantes a la puerta de casa, pues los extrapola a Veragua. No participó en el viaje, pero oyó contar a marineros que vieron "patada" de elefante, impresa en un "estero", donde fue "a beber". Más modesto Pacheco, partícipe de la travesía, confiesa que en Veragua descubrieron huellas de cabras, puercos, felinos y "patadas grandes, como de una yegua" y de otros "animales que ay en Paria", indicando que pululaban mandas de equinos cimarrones[9].

La referencia postcolombina a paquidermos, enlaza con menciones precolombinas. Los navegantes portugueses que estuvieron en Guinea, tuvieron encuentros con elefantes, especialmente en un "Nilo", que pudo ser el Orinoco o el Amazonas. Y raros con rinocerontes. Por ello no es de extrañar que confirmado el monopolio de Portugal, sobre el reino de Fez, por Sixto IV, en 1470, Alfonso V, a más de cerrar sus aguas, declarase regalía real plantas y maderas tintoreras, orchilla, gatos de algalia y dientes de "unicornio", cuya desaparición justifican las virtudes taumatúrgicas, atribuidas a su cuerno. Menos apreciados los colmillos de elefante, en 1478 los Católicos, que aún
se llamaban reyes de Portugal, dando por conquistada la Guinea, autorizaron a receptor del quinto, con poderes mermados, el despacho de licencias para rescatar esclavos y "dientes de elefante"[10]. Salomón importó marfil de la tierra del oro. Y duque de Medina Sidonia, fallecido en 1507, tuvo "diente de elefante" de Guinea, reliquia probable de los últimos paquidermos, que pulularon por América.

Los portugueses de la Crónica de Zubara, no se extrañaron al encontrar vacas, caballos, camellos, en ocasiones blancos y gatos de algalia o almizcleros. Apreciados en Andalucía, los apellidaban "de Berbería", por ser su patria de origen. No los menciona Oviedo, quizá por no haberlos en su región, pero declara americano al gato cerval, cuyas pieles aparecen en el arancel de 1491, atribuyendo el almizcle una "zorrilla"[11]. Evidente la presencia de cánidos en el continente, pues hay coyotes, chacales, lobos y zorros, Oviedo describe, como excepción, el perro "gozque". Mudo y de engorde, los naturales lo convertían en cecina, guisándolo a imitación de los chinos, consumidores de razas caninas, especializadas en carne.

Lo que hoy conocemos por Africa, nunca fue tierra rica en caballos, pero se importaban de Berbería. Apreciados por los andaluces, en 1503 desembarcó en Puerto de Santa María un tal Saldaña, al que hizo buscar Juan de Guzmán, porque habiéndole dado 50.000 maravedís, para que "me truxese ciertos caballos de Alliende", regresó sin equinos ni dinero[12]. Los especialistas distinguen la raza árabe, de la berberisca, a la que atribuyen el perfil acarnerado y cuello "al revés", transmitido al caballo cartujano. Originaria de Marruecos, se supone que se desarrolló en la llanura del Sus, situada por León el Africano, junto a Mogador, región tan rica en arena, cómo pobre en pastos[13].

Al sur del Golfo de Honduras, estaba Angla de Caballos. Mencionada por los portugueses desde 1436, el topónimo persistió en el mismo lugar, hasta el siglo XVIII, reemplazado el arcaísmo "angla", por "puerto". Landa cuenta que recién desembarcados los castellanos en Yucatán, un maya volteó caballo a galope, presionándole los tendones de una mano. Se puede hacer, pero conociendo profundamente, la anatomía del animal. El "eohippus", antepasado de todos los equinos, con alzada de perro de salón, ha sido encontrado en Sudamérica, permitiendo sucesión de hallazgos, seguir su evolución hasta el petizo, coetáneo del hombre. Rasgo particular del caballo americano, es la piel rosa, rara en otras latitudes. A la proporción de blancos puros, que mediado el siglo XX, alcanzaba el 10%, se han de sumar los píos u overos, que alternan manchas de piel blanca y negra. Importados a Europa, el gen no tarda en hacerse recesivo.

Probado que el americano del paleolítico, convivió con el caballo, los científicos tropiezan con serias dificultades, cuando tratan de justificar su extinción. Los más se acogen a la gran seca del final del pleistoceno. Afectó al Brasil, no estando probado que se extendiese al continente, en su conjunto. Incluidas en el desastre diferentes especies, entre las que figura el mono, los teóricos omiten referirse a los cérvidos, cuya presencia continuada, no ponen en duda. Hemos de admitir que la ausencia de equinos, a la llegada de Colón, reposa en un acto de fe, apoyado en el hecho de que los embarcase, por cierto, según costumbre. Se llevaban en toda expedición de guerra o descubrimiento, ya que de no tenerlos a mano, su captura y doma hubiese pospuesto el inicio de la acción. Creencia general que el viaje de 1493 fue de población, cargando los navíos con simientes y animales reproductores, Bernáldez da al traste con el supuesto, al inventariar los equinos embarcados: 24 caballos, 10 yeguas y 3 mulas, estériles de necesidad. Extraña proporción, para formar yeguada.

Aun admitiendo la versión oficial e incluso que se formasen flotas posteriormente, sin más fin que el de aumentar la cabaña, las cifras barajadas por Fernández de Oviedo, que escribió entre
1525 y 1548, reflejan multiplicación milagrera. "Llenas" de yeguas y caballos las Antillas mayores, Tierra Firme y Nueva España, en reales instrucciones remitidas a Colón, el 19 de abril de 1497, cuando preparaba el único viaje, que hizo como poblador, revelan que no faltaban: "sobre las vacas e yeguas que están en las dichas Yndias, se ayan de cumplir número de 20 yuntas de vacas e yeguas e asnos, con que puedan labrar en las dichas Yndias"[14]. Además de "estar" los animales en la tierra, hemos de admitir que nadie hizo de los conquistadores, exportadores de burros, habiendo visto Antonio de Ullóa manadas de onagros, en el nacimiento del Amazonas.

El golfo que separaba la costa occidental de la Península, de las Islas Canarias, se llamaba de Yeguas[15]. Travesía de 8 a 14 días, era el tramo más problemático del viaje, debiendo su nombre a las muchas cabezas de equino, que se tiraban al mar, para escapar a la tormenta. Las que "llegaban vivas a las islas de Canarias, las tenían por navegadas e puestas en salvo", con el navío, porque la Mar Pequeña, sabiendo elegir los tiempos, era tranquila. El autor añade que bien pudo llamarse golfo "de las vacas", porque las embarcadas a título de despensa, corrían igual suerte. A la muerte de Juan de Guzmán, en 1507, esperaba noticias de nao, enviada a Indias a cargo de Hernando Caballero y Rodrigo Bastidas, con carga de zapatos, "hervillas" y "sillas de gineta nuevas", destinadas a la venta[16]. Siendo evidente que los caballos, embarcaban provistos de la correspondiente montura, hemos de suponer que habría lomos autóctonos, dispuestos a recibirlas. En los inicios de la conquista de Nueva España, ciertos españoles dieron en Iztuclan, lugar no pateado por sus compatriotas. Abundante en puercos, ovejas, cabras, vacas y caballos, disfrutaban del bienestar, que les procuraba la riqueza local, cuando una riada se llevó el ganado. Los equinos se salvaron a nado, siendo recuperados pastando en las alturas, a punto de unirse a los cimarrones.

Orgulloso Fernández de Oviedo de una Española, escenario de su bautismo americano, pone de relieve que en el primer cuarto del siglo XVI, nutrió de caballos a los conquistadores de Tierra Firme y Perú. Eran tan abundantes, que el potro o yegua domados, valían de 3 a 5 castellanos, exportando la isla, por quinquenio, 3.000 caballos y más de 1.000 mulas. Especializada San Juan en híbridos, en 1518, abastecía a Castilla del Oro. Lamentablemente, sólo parece haber sido conservado censo de equinos, del siglo XVIII, referente a Tierra Firme. Arrojó un total de 180.000 caballos y 90.000 mulas, con dueño conocido, quedando consignado que abundaban manadas de yeguas cimarronas. Exportadora la provincia del Plata, en el siglo XVII se herraban de 30.000 a
40.000 mulas al año. Exportadas oficialmente de 2.000 a 3.000, el abuso generó carencia. En 1716, pasaron por herradero 4.000 cabezas, imponiéndose importación de 1.500 a 2.000 mulas, procedentes de Venezuela, que se pagaban al precio exorbitante de 38 pesos. Repuesta la ganadería, El Plata exportó, en la segunda mitad del siglo, de 60.000 a 70.000 híbridos.

Si aplicamos la tesis oficial, que hace a todos los bovinos americanos, descendientes de los que introdujeron los españoles, habremos de admitir intervención del Altísimo, tanto por la extensión como por la multiplicación de la especie. Supuestamente desembarcadas las reses primigenias, a partir de 1493, en las islas y costas del Caribe, en 1542 habían llegado al Amazonas, salvando desiertos, sierras abruptas y ríos caudalosos, pues Orellana y sus compañeros disfrutaron de festín, a pocas jornadas de su desembocadura, ofrecido por vaca despistada, que se bañó en el río. No hacía medio siglo de la fundación oficial de Isabela, cuando la isla de Santo Domingo expedía cueros a España, a razón de 1.000 unidades por carabela, siendo ordinario que en una sola estancia, se alanceasen 500 reses en un día. Abandonada la carne en el campo, por carecer de valor, matar res ajena para comer, no se consideraba delito, a condición de entregar el cuero al propietario.

Crecidos los hatos por captura de reses cimarronas, la destinada a la carnicería valía un peso, como la vaca herrada paridera, que no tardó en subir a 1 ducado. Excitado el fisco por la magnitud del negocio, en 1535 se censó el ganado de la isla. Fernández de Oviedo se hace eco del resultado. Irrelevante el propietario de 1.000 a 2.000 cabezas, el mediano, entre los que se encontraba Rodrigo de Bastidas, tenía de 20.000 a 25.000, destacando Ana de Arana, viuda de Diego Solano, con 42.000 cabezas. Lenta la redacción de la obra, el autor recoge censo de 1548, sin relacionarlo con el anterior. Salvajemente explotada la cabaña, como otras riquezas naturales de Indias, Bastidas dejó 8.000 cabezas a su muerte, habiendo quedado reducido el hato de la Arana, a 20.000. El mayor ganadero, tenía 25.000. En 1570, La Española contaba con 400.000 cabezas marcadas. La exportación, entre 1603 y 1607, se cifró en 130.000 cueros, embarcando 40.000, en 1650. En la segunda mitad del siglo, se calcula que salieron 200.000 pellejos, descendiendo la media de los 26.000 cueros al año, de principios de siglo, a 4.000[17].

"Llenas de vacas" las islas y Tierra Firme, la "abundancia" de Nueva España "se notó", según Oviedo, en 1528. Principal proveedor de las tenerías andaluzas, la flota de Nueva España cargaba de 80.000 a 100.000 pellejos, apareciendo los primeros signos de agotamiento, en torno a 1565. Al no aplicarse medida, para paliar lo que se anunciaba, la falta de ganado en la comarca de Méjico, se hizo evidente en la segunda mitad del XVII. Siendo la carne abandonada, base de la alimentación del indigente, el virrey Marqués de Mancera, consciente de que el hambre es causa de alteraciones, decretó drástica veda[18], seguida de importación de 50.000 cabezas, de Nueva Galicia. Al no repetirse el milagro postcolombino, la abundancia de los primeros tiempos, se perdió para siempre. Menos castigada la provincia de Guadalajara, censo de mediados del XVII, arrojó dos millones y medio de cabezas[19]. Pobre en toda clase de animales la costa de Nombre de Dios, los que acudían a la aldea, abandonada salvo en tiempo de flota, como más tarde Portobelo, se abastecían de reses procedentes de Panamá, donde había "grandes cantidades de ganado, de todas las razas de España".

Reinando Carlos V, el cuero de vaca se vendía en Sevilla, a 4 ducados. Preferidos los de Caracas, de danta o cebú, tan gruesos que los aborígenes los utilizaban para hacer adargas, por no traspasarlo las ballestas, seguían los de Nueva España, la Habana, Santo Domingo y Jamaica. Olvidadizo Fernández de Oviedo, incurre en contradicción palmaria, al referirse a Santa Marta. Fundador Rodrigo Bastidas, en 1524 convocó a 50 pobladores. Había de aportar, cada uno, 200 vacas, 300 cerdos y 25 yeguas. Libros más tarde, quizá por real orden, hace de Alonso Luis de Lugo, introductor de este ganado, suponiendo que viniendo de España, en 1543, a tomar posesión de gobierno, heredado del padre, trajo las primeras vacas, vendiéndolas a 1.000 pesos cabeza, lo que parece absurdo, estando la vaca paridera a ducado, en Santo Domingo. Se dice que la primera exportación de cueros de Tierra Firme, tuvo lugar en 1549, siendo remitidos 200.000 a Sevilla, en la segunda mitad del XVII. Omitidos censos anteriores, en el siglo XVIII las reses con propietario conocido, superaban el millón, a más de innumerables cimarronas. Hemos de admitir que establecer cifras fiables, era prácticamente imposible, por ser la primera actividad de los ganaderos de Los Llanos, Cumana, Barcelona y la Guayana, el contrabando de cueros con los holandeses[20].

No es el terreno del Perú, particularmente propicio al ganado mayor, pero esto no significa que faltase. Las carnicerías de Lima, cortaban 3.000 reses al año, ingresando Ayacucho 800.000 pesos, por la venta de cueros. En la feria de Guayaquil, cambiaba de mano una media de 80.000 cabezas. La introducción de la vaca en el cono sur, tiene su leyenda. En Asunción, se atribuye a los hermanos Goes: en 1550 metieron siete hembras y un toro, procedentes de Brasil. Al Plata se trae en 1549 desde Potosí, siguiendo una segunda punta, en 1522, procedente de Chile. Más modestas las poblaciones que en el Nuevo Reino, para formarlas bastaban 30 vecinos, portadores de 10 vacas, 4 bueyes, 2 novillos, 1 yegua, 5 cerdos, 6 gallinas, 1 gallo y 20 ovejas castellanas. Especializada San Miguel de Tucumán en bueyes y novillos, exportó ininterrumpidamente, hasta que en el siglo XVIII, la falta de ganado, obligó a suspender la saca. Repuesta la cabaña argentina, en 1778 se embarcaron 150.000 cueros en Buenos Aires, asegurando las fuentes que en 1783, a la firma del tratado de Versalles, se sacó 1.400.000, cifra exorbitante, que espero sea producto de confusión o fantasía, pues de lo contrario, lo sería de locura o estupidez. Sea como quiera, se produjo fuerte recesión, que la historia atribuye a las alimañas y a la ampliación de los pobres cultivos, consentidos al indio[21].

Llevando al absurdo al extremo, los cuadrúpedos menores son igualmente expulsados de Indias, sin perjuicio de que la oveja abundase en Argentina, Tierra Firme y las Islas, vendiéndose en La Española el carnero a real, como en Andalucía. Conquistado Méjico por Cortés en 1521, en 1525 se repartían estancias para ovejas, siendo establecida en 1537, una mesta a la castellana, para desgracia de los labradores. En 1579, se censaron rebaños con 200.000 cabezas, milagro que se repite en Perú. Apresado y muerto Atahualpa en 1531, seis años más tarde se dio tierra a los españoles, para ovejas, con 2.000 indios pastores. Cada uno responsable de rebaño de merinas[22], de 800 a 1.000 cabezas. Declarada la cabra procedente Canarias, Cabo Verde y Guinea, topónimos oficialmente alejados de Indias, Oviedo observó, en Castilla del Oro, que las pequeñas de Guinea, son las "que mejor acá prueban".

También se atribuye a los españoles, la aportación del cerdo. Sin embargo eran tan abundantes en la Española, que apenas se introdujo la caña dulce, se procedió a descastar a los cimarrones, porque arruinaban los campos. Según Oviedo, hubo "grandes hatos e innumerables monteses", en las Antillas, Tierra Firme y Nueva España, siendo Méjico exportador de tocinos. Excepción Cumana, no probó la "casta de Castilla", ocupando su lugar los "baquiras" autóctonos, con ombligo en el lomo. En Argentina hubo estancias de ovejas y cerdos, siendo los del Perú, "como los de España"[23]. Bajando el Amazonas, los compañeros de Aguirre fueron obsequiados, en el primer pueblo de Guinea o Brasil, con ágape de tortugas y puercos. Diferentes las gallinas americanas de las españolas, Orellana las encontró. en 1542, cerca de Río Negro, hallazgo sin significado, por estar en las inmediaciones Mazagán, plaza portuguesa. La raza hispana se encontraba en Nueva España, Yucatán y la Isla de San Mateo [24].

Los primero "descubridores" que estuvieron en la isla de Santa Catalina, no encontraron racionales, pero si vacas, puercos y gallinas, como las de España, observando que "se da muy bien la caña de azúcar"[25]. Antonio de Ulloa, científico viajero del siglo XVIII, observó que crecía naturalmente en Brasil. Al exigir el cultivo un alto grado de humedad, duque de Medina Sidonia, intentó plantación en Tenerife, en el siglo XVI, entre los ríos Abona y Abades. Para lograrla, proyectó complicado sistema de riego, con depósitos y acequias de madera de teca. Habiendo constancia de que el azúcar entraba por los puertos de Barcelona y Valencia, en el siglo XIII, algunos suponen que la caña se cultivaba en la Albufera y el Turia. En el XV, los centros azucareros estaban en manos de Portugal, destacando Madeira, Arguim, Santo Tomé, Mogador y la Isla de San Miguel, una de las siete de Madeira, que tras la partición de Palma, por el Cabo de Bojador, sería incluida entre las de Cabo Verde.

Con precisión asombrosa, la historia oficial ubica en 1494, la introducción de la caña en Gran Canaria. Y la primera exportación, en 1503. Sin embargo está documentado que Alonso Fernández de Lugo, era propietario de cañaverales e ingenio en esta isla, antes de 1489, año en que paró ante los tribunales, por no pagar deuda a carpintero, a satisfacer en azúcar[26]. Aparece en el arancel de 1491, corriendo diferentes versiones, sobre su introducción en las Antillas. Dando por supuesto que los musulmanes la criaban en Granada[27], cuentan que Colón llevó esquejes, en 1493, plantados por vecinos de Concepción de la Vega. El trapiche lo haría el alcalde, Pedro Atienza, en 1506. Otros la traen de Guinea, con los negros de Pedrarias, atribuyendo Benzoni su introducción a genoveses. Según Fernández de Oviedo, la llevó a La Española Gonzalo de Velosa, con maestros canarios, instalando trapiche de caballos en Nigua[28]. Se dijo que Tomás Castelló, plantó los primeros esquejes, iniciando la industria del azúcar, el catalán Miguel Ballester, con operarios canarios y portugueses. En 1548, de los 60 ingenios que había en las islas, 35 estaban en Santo Domingo.

Extendido el cultivo a Nicaragua, Honduras y el sur de Méjico, la industria brasileña, que utilizaba mano de obra asalariada, entró en decadencia. Sería entonces cuando los plantadores acudieron a los "bandeirantes", buscadores de oro, que se cambiaron en cazadores de esclavos. En el siglo XVII, holandeses, ingleses, franceses y daneses, se asentaron en la costa del levante americano, las Antillas y el istmo. La caña dulce que se puso Barbados y Jamaica, en 1628, procedía de Pernambuco, apareciendo poco después plantaciones, en el sur de Estados Unidos. Incorporado por los franceses el concepto de calidad, destacó el azúcar de Martinica y Guadalupe. En el siglo XVIII entraba en Andalucía, por el puerto de Bonanza. En el XIX, se cultivaba caña dulce en las islas de Cabo Verde, frente al Senegal, Nairobi, Unión Sudafricana y la India. El azúcar que aparece en los aranceles andaluces, de los siglos XVI y XVII, estuvo menos extendido. En el primero, lo encontramos de Granada y Madeira. Desaparece en los posteriores, prevaleciendo los de Canarias, Brasil y Berbería. Género "de Indias", el de las Antillas no figura en ninguno [29].

Liquen o planta tintorera, la orchilla se cotizaba en el siglo XVIII, felicitándose el P. Sarmiento, porque la encontró en acantilados de Pontevedra. Abundante en las Canarias, los Peraza vendían por asiento la producción de las menores, a 10 doblas cahíz. Por 1477, producían unos 800 al año. Juan de Lugo, mercader sevillano, comercializaba la cosecha de las islas mayores. En 1480, terminada la conquista de Gran Canaria, los Católicos concedieron el monopolio en la isla, Tenerife y Palma, al comendador Gutierre de Cárdenas. Declarada regalía real la de Cabo Verde, por Alfonso V, la reina de Castilla le imitó en 1503. Creada la Casa de la Contratación, la orchilla de las Canarias, las "partes" de Africa, "comarcanas" del archipiélago, Tagaoz o Cabo de Aguer y la Mar Pequeña, quedó bajo potestad de sus oficiales. Fernández de Oviedo señala la presencia de orchilla en Méjico, Tierra Firme, la Isla de la Orchilla[30] y campos "asilvestrados" de Venezuela. Delicado el género, su comercialización exigía conocimientos, que impedían arrendarla a cualquiera, no estando la recolección exenta riesgos. El cogedor "iba metido en un balso o cincho.., de manera que si el que así baja muriera o se desmayara en el camino, lo podían tornar a subir". La orchilla aparece en los aranceles, como género de Indias y Canarias [31].

El múrice, generador de la púrpura, abunda en las costas del Caribe, el sur del Golfo de Méjico, Nicoya, el Golfo de Panamá y las Antillas, encontrándose de escaso tamaño y calidad, en la Provenza francesa y algunos puntos de la costa inglesa. Documentado en 1478[32], las "conchas de la mar muy grandes", que se cogían en Canarias, se valoraron porque en la Mina se cambiaba la unidad, por 20 y 30 pesos oro. En 1490, Inés de Peraza tenía arrendada la producción de Fuerteventura, siendo el precio del múrice , destinado a los rescates, 15 ducados oro[33]. En el arancel de 1491, la carga de "caracoles", pagaba 4 maravedís de portazgo[34], quedando adscritas las conchas a la corona de Castilla, en 1497, año en que entró en vigor el Tratado de Tordesillas, porque "algunos extranjeros e otras personas", acopiaban y compraban conchas de Canarias, sacándolas de "nuestros reinos". Los justicias se encargarían de recoger los múrices, pagando su "justo precio" a los pescadores, siendo castigado el vasallo, que pretendiese apropiárselos, la primera vez con pérdida de la carga; la segunda, como ladrón[35].

Muerto el Príncipe D. Juan, la Infanta Isabel, casada con Manuel I de Portugal, se convirtió en heredera de Castilla y Aragón. Madre de un hijo, los Católicos dieron por cumplido, el sueño de la unidad peninsular. El 22 de enero de 1498, el contino Antonio de Peñalosa, fue nombrado responsable de la cosecha de las conchas, "que se rescatan en la Mina de Oro". Los justicias de Canarias le daría hombres y bestias, para recogerlas. Registradas ante escribano, en presencia del gobernador o su representante, serían enviadas a los reyes de Portugal, "para rescatar... el oro de la Mina"[36]. Muerta la princesa y el pequeño Miguel, los múrices volvieron a ser estancados para los Católicos, a 23 de agosto del mismo año. El 15 de junio de 1501, Antonio de Torres veedor, encargado de los rescates, que se hiciesen en Berbería y la Mar Pequeña, lo fue de cosechar las conchas, en las tres Canarias mayores. Abierto el Darién y el istmo a la corona de Castilla, tras la batalla de Saca, las conchas perdieron interés. En octubre, Torres acordó con Mateo Viña, genovés, regidor en Tenerife, plantador de caña y tratante de esclavos, que a cambio de recoger las conchas, se reservase la mitad, descontados los gastos[37]. Al año siguiente, Colón descubrió Veragua. Habiendo reemplazado el despojo al trueque, los múrices se devaluaron, aunque continuase comprándolos el rey de Portugal, para rescatar en su conquista. Fernández de Oviedo se refiere a las "conchas u ostras de la púrpura". En su tiempo se cogían en las costas del Caribe, hasta Villa Rica, en el sur de Méjico. Especialmente abundantes en el golfo de Ortiña o Nicaragua, donde estuvo Cartago [38], los había en el Pacífico, a la parte del Golfo de San Miguel[39] y en Nicoya[40]. Los aborígenes "rescataban" oro, con conchas de Chaquira, iguales a las de Canarias. Informado Oviedo de que "los reyes antiguos" los utilizaban "para teñir sus vestiduras de púrpura", Pulgar lo ignoró o fingió ignorarlo, pues achaca la afición a las conchas, manifiesta en los dueños del oro, a la creencia de que protegían del rayo [41].

La materia prima de la grana es la cochinilla, insecto tintorero, que reside en chumbera, desconocida en la Castilla de Fernández de Oviedo, pues de lo contrario, no se hubiese tomado la molestia de dibujarla. Mentiroso pero aficionado a las claves, que apuntan a la verdad, como buen historiador asalariado, Barrantes Maldonado, autor de hagiografía de los Guzmanes, redactada en la segunda mitad del siglo XVI, nos hace un guiño, introduciendo en el relato los higos, que en Francia siguen llamando "de Berbería". Suponiendo a Guzmán el Bueno mercenario, nacido cristiano, al servicio del primer Benimerín, cuenta que al decaer la salud de Abenyuçuf, enterado de la antipatía que inspiraba a su heredero, puso a mujer e hijos en seguridad, mandándoles a tierras andaluzas. Renovada su fortuna al continuarse la guerra, sintió el deseo de mandarla a la familia. Prohibido sacar metales preciosos del reino, disimuló gemas y trozos de oro, en el interior de higos de tuna, exquisitez exótica en Castilla. "Excelente púrpura" la cochinilla o grana, hacia 1469 vecino de Baeza confió 4 balas de grana en grano y 17 arrobas en polvo, a un Alonso de Lugo, mercader en Sanlúcar de Barrameda.

Embarcadas con otras mercancías, "para llevarlas a vender a Inglaterra", en la nao portuguesa Santa Clara, fue robada en el puerto de Ceuta, donde la metió el viento, por carabela armada de Fernán Darias Saavedra, que traía gente de Tarifa. Género precioso, el dueño reclamó la grana pasados 26 años[42]. Aparece en arancel de 1491, siendo consignada en los del siglo XVI como género de Indias, procedente de Nueva España.

No se menciona la de Berbería, pero consta que en el Safi, puerto del Xarife, se compraba embarrilada. Los Guzmanes introdujeron chumbera e insecto, en los términos de Conil y Chiclana. Produjo alcabala en los primeros años del siglo XVI, hasta que cogida desconsiderada o alteración del clima, dio al traste con el huésped, sin daño para el hábitat, que se extendió por Andalucía.

El palo de rosa debe su nombre al olor. De color rosáceo, hasta dar en el rojo, es apreciado en marquetería, apareciendo en los viejos aranceles, como género de Canarias. Se encuentra en Brasil y el sur de Méjico, habiendo sido exportado por la colonia inglesa de Bélice, que compitió con Guatemala, en el ramo del añil. En cuanto a la cera amarilla de palma, figura como género exclusivo de Berbería. Servía para hacer velas y barnices, produciéndola la palma de "Guinea", que crece en el desierto del Marañón y la cuenca del Amazonas, habiéndola encontrado Antonio de Ulloa, en el nacimiento del río. La exportaba el Xarife, siendo producto del Safi. Comprometido el apellido de la palmera, los historiadores salieron del atolladero, explicando que conquistadores hacendosos, la importaron a Brasil, extendiéndose prodigiosamente, mientras se extinguía en la patria de origen. Un día mente privilegiada, discurrió llamarla palma de Carnauba, puerto de embarque de la cera, acabando con el problema.

El origen americano del maíz, no se discute, aunque se cultivase en Granada, antes de 1492. Según Alonso de Palencia, que nada tenía que esconder, Enrique IV preparó la entrada de 1456, "quemándoles en verano las mieses y en otoño las cosechas de mijo y maíz", durante cinco años [43]. Que en 1507 un duque de Medina Sidonia, tuviese sembrado y cosechado maíz, en el término de Vejer, del que "se trajo de Indias", nos lleva a preguntarnos por qué los cristianos conquistadores, dejaron de cultivarlo. Y damos en suponer, que sucedió lo mismo con la caña dulce. Según el Dikr, se cultivaba en Nayran, ciudad de un Yemen, con dos inviernos de lluvias torrenciales y dos cosechas. Eirik el Rojo, colonizador de Vinlandia, comparó el ruido de los remos, con el chocar de granos de maíz, símil imposible, de no conocer el cereal.

Por si alguien ponía en duda que el pimiento es americano, Fernández de Oviedo nos obsequia, con representación plástica de la planta. Los aborígenes lo llamaban ají: "se usa en todas partes de estas Indias y Tierra Firme". Conocido por "manegueta" en portugués y en la Castilla del siglo XV, hubo un "rescate" de la "Manegueta", en Guinea[44], en costa de su nombre. La armada formada por la Católica, en 1475, fue a las "Islas" de Africa y Guinea, a traer "oro, esclavos y manegueta". Describe Oviedo el fruto como vainas rojas y verdes, algunas redondas "como guindas": "quema mucho", pero no la de mayor tamaño, que "se puede comer crudo e no quema"[45]. Importante productor la provincia mejicana de Chiapas, lo es la Guayana francesa y la Jamaica inglesa. De fácil aclimatación, la guindilla, como la berenjena de Guinea, se ha extendido por el mundo.

[1] El tercer duque de Medina Sidonia (1492.1507), tenía un esclavo canario, que "tejía" los almayzares (ADMS 2428). [2] “Traité Universel des Drogues Simples”. Nicolás Lemery. Paris. 1698.
[3] SRGS X.1483.107.
[4] R.A. Doc. IX.

[5] SRGS V.1490.182. [6] ADMS. 2407.
[7] ADMS. 4304. [8] P.C. T. III.
[9] P.C. T. III.

[10] SRGS. XI.1478.80. [11] F.O. T II.
[12] ADMS. 2432.

[13] "Caballos de América". Angel Cabrera. Buenos Aires 1948. [14] P.C. T. I.
[15] Alonso Pérez de Guzmán, navegando de Lisboa a Finisterre, en 1588, escribió que estaba en el Golfo de Yeguas, revelando que el tal "golfo", era el "grande" o Atlántico.
[16] ADMS 931.937.

[17] La gestación, en yeguas y vacas, es de 12 meses, siendo extremadamente raros los partos múltiples. [18] ADMS. 231. Informe del Marqués de Mancera. Año 1672.
[19] "Historia de las Américas". VV.AA. Coordinador Luis Navarro García 500 centenario 1991.

[20] F. O. e "Historia de la Américas". VV.AA. Coordinador Luis Navarro García. V Centenario. 1991. [21] F. O. e "Historia de la Américas". VV.AA. Coordinador Luis Navarro García. V Centenario. 1991.
[22] El bachiller de Ciudad Real, médico de Juan II, decía que las "pécoras marinas", no merinas, llegaron en una carraca de Inglaterra, en 1340, traídas por

Alfonso XI. La gestación, en la oveja, es de 9 meses. Son raros los partos múltiples. [23] F.O. Compendio datos varios.
[24] A 2º latitud sur. [25] F.O. Varios.
[26] SRGS I.1489.358/ I.1489.143.

[27]   A 10 de julio de 1493, los Católicos otorgaron carta de naturaleza a los hermanos Agostín y Martín Centurión, genoveses estantes en Málaga, porque prometían "labrar paños e sedas e lanas e açucares", en Málaga, Granada y Almuñecar: "de azer los dichos paños e sedas e lanas e açucares en las dichas provincias, se recrecería e seguiría honra e provecho" (SRGS VII.1493.14). La oferta indica ausencia del cultivo. Es probable que como en el caso del maíz, la tuviesen los árabes, habiéndolo perdido los castellanos, tras la reconquista. A principios del siglo XVI, el Duque de Arcos tuvo cañaverales e ingenio en Manilva yel VI duque de Medina Sidonia en la Vega de Granados, término de Jimena, bajo la dirección de técnico, importado de Madeira.
[28] SRGS II.1497.208. [29] ADMS. 4033.
[30] "España en el Africa Atlántica". Romeu de Armas. Apéndice. (En adelante: R.A.) doc. XXIII Fernández de Oviedo silencia la orchilla canaria. Dice que Colón descubrió la isla de la Orchilla, Yaruma para los indios, en su tercer viaje (F.O. T. I pág. 59). Chaves la ubica 28 leguas al norte de Macarapana, a 10º 1/2 grados.
[31] A.D.M.S. 4033. FO T.III pág. 405. El barril quintaleño valía 3.400 maravedís y en rama 770. La de Canarias
6.800 maravedís, estando gravada con el 20%. La molida se vendía a 8.800 maravedís quintal y por moler a
4.400.
[32] SRGS IV.1478.64. [33] SRGS VI.1490.36. [34] ADMS. 1064.
[35] R.A. doc. XXII. [36] R.A. doc. XXIV. [37] R.A. doc. LIV. LV. [38] F.O. T. V.
[39] F.O. Lib. XLIII, cap. I T. V. Actualmente de Panamá. [40] F.O. T. IV.
[41] Pulgar C.LXII.
[42] SRGS. V.1495.238.
[43] Década I Lib. III. Cap. VIII.

[44] SRGS. I.1478.12.

[45] F.O. T I. La mayor parte de los datos del siglo XVI, recogidos en este capítulo, proceden de Fernández de Oviedo. Las cifras de historiadores modernos, que omiten citar fuentes, en especial de "Historia de las Américas". VV.AA. Coordinador Luis Navarro García 500 centenario 1991.



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