miércoles, 4 de noviembre de 2015

AFRICA VERSUS AMERICA LA FUERZA DEL PARADIGMA




Luisa Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de MedinaSidonia

CAPITULO XXV



EL CUARTO VIAJE en noviembre de 1501

El cuarto viajee n noviembre de 1501, los monarcas ordenaron al comendador Bobadilla, que devolviese a Colón sus libros de cuentas, "ropa", piedras que trajo del nacimiento del oro, dos yeguas con sus crías, compradas a labrador en Indias, caballo nacido en su casa y otro adquirido de Gorvalán[1]. Restablecido en su derecho a la décima del quinto de la corona, le fue perdonado lo que hubiese debido pagar por "los ganados, que de acá se han llevado, a nuestra costa", siendo autorizado a cortar 111 quintales de brasil al año, para financiar sus poblaciones [2]. Recuperada la gracia real, recibió orden de fletar nueva armada, siendo firmadas las instrucciones, el 14 de febrero de 1502. No aparece prohibición de tocar en La Española, ni alusión a la de Monte Juan. Con respecto a la de Santo Domingo, encontramos recomendación de no remolonear: para que en "este viaje a que agora vays, no se pierda tiempo alguno", no haría escala en la isla a la ida, pudiendo "bolver por allí de pasada, para deteneros poco". Necesario justificar la tarascada de Saca, sin exhibir la bula alejandrina, los monarcas estaban impacientes, por conocer el resultado del viaje.

Suficientes las complicaciones, se advirtió al Almirante que siendo "vuestra ida hasia poniente, y que avemos sabydo su yda hasia Levante", si encontraba en ruta a capitán de Manuel I, debía saludarle correctamente, evitando provocaciones, pues el descubrimiento debía continuar disociado, de la guerra de Fernández de Lugo. Habiendo posibilidad de que la otra parte, adoptase actitud menos civilizada, llevaría artillería y pólvora suficiente, para salir con bien de apuros. Evidente que Colón conocía la tierra, la petición de dos intérpretes de lengua arábiga, es indicio de que en Indias, fue vehículo de entendimiento. Prometió la reina mandarlos, si los encontraban, pero advirtió que su falta, no habría de retrasar la partida [3], reconociendo escasez de áraboparlantes, sospechosa estando a menos de diez años, de la caída de Granada.

La causa oficial del "alto viaje", como lo llamó Colón [4], fue completar la "escritura" cartográfica de Indias, incluyendo "costado de Tierra Firme", por el que litigaba el rey Portugal [5], sin sospechar que la cuestión había sido solventada, a espaldas de Juan II, por la vía arbitraria de la "Intecaetera". En esta ocasión, el Almirante fue con la familia. Bartolomé y Diego, con salario de la corona, que no disfrutó Fernando, niño sin utilidad [6]. Se dice que llevaron 4 carabelas [7], pero se nombran tres: la Bermuda, en la que viajó Colón, la Gallega y la Vizcaína. Fletadas en el río "de Sevilla", en abril de 1502, pasaron por la aduana de Cádiz [8] para cumplimentar trámites, antes de hacerse a la mar, como en 1497. Excelente el tiempo, en cuatro días estaban en Canarias, según Bernáldez, tardando 16 en arribar a una isla, que pudo ser Dominica, Martinino o Guadalupe. Fiel seguidor de lo políticamente correcto, el funcionario Francisco de Porras, cuenta que en el "paraje" de la Española, Francisco de Bobadilla recibió a Colón en la mar, para recordarle la prohibición de pisarla. Contradictorios los testigos, parecen mezclar recuerdos de diferentes navegaciones, en el contexto de una geografía confusa, por estar sometida a evolución fulgurante. Para Gonzalo Díaz, partiendo de "España que es la Oropa", siguieron por el "mar Oçéano" a la isla de Sant Juan, donde bajaron a tierra. Por la Española y Jamayca, "corrieron al sud sudueste, en busca del Asia", encontrando Guanasa [9]; Pedro Ledesma, piloto en la Vizcaína, habló de escala en Santo Domingo[10].

Al decir de Martín de Arriera, "fueron a dar mar adelante en Gran Canaria y de allí... a Santo Domingo, que está en la Española", siguiendo por Jardines, donde no se anegaron de milagro [11]. Diego Martín Barranco, recordaba que embarcó en Sevilla. De Cádiz atravesaron a la plaza portuguesa de Arzila [12], siguiendo a Gran Canaria. Escogida Martinino, "que es hacia levante de Guadalupe", para hacer agua y leña, ancoraron en San Juan. Tomando "la vuelta de Santo Domingo", costearon Jamaica: "de allí fueron a dar a otra isla, en medio de la Mar Pequeña, que no sabe su nombre"[13]. El tonelero sevillano Juan Noya, mezcla rumores: fueron "al socorro de Tánger e Arzila, que estaba cercado de moros". Breve la escala, siguieron a la "ysla de la Gran Canaria", para ir "derecho a las Indias", pasando por Guadalupe, San Juan y la Española. No desembarcaron en Santo Domingo, por impedirlo el comendador de Lares, haciendo aguada en el puerto de las Beatas o las Islas Anegadas, en la misma isla [14].

Rodrigo Mazorro dijo que despedidos de la Española, pasaron por el Jardín de la Reina, "que le dijeron Anegada", atravesando a Guanasa [15]. Vicente Yáñez no participó en el viaje, pero al ser buen conocedor de la costa, lo reconstruyó de oídas: descubierto el sur de Aheti y Beata, fueron al puerto de Acua y a unas islas despobladas, tocando en Cuba y Guanasa [16], donde entraron con vigías "encima del mástil, mirando por el fondo si podían andar". Carabela adelantada "sabordó", permaneciendo "quedas" las restantes, a la espera de que bajasen los del batel, "a ver qué tierra era e si pudieran haber lengua", encontrando la del indio Yumbera [17]. Es probable que el "gran presente" de oro, ofrecido a los Colones, no fuese gesto amistoso, si no rescate, a cambio de la libertad de "Yumbe"[18]. En carta fechada en Jamaica, que se atribuye a Colón, se dice que tras navegar contra corriente, desde la Española, tardó 60 días en recorrer 70 leguas, batiendo el récord de lentitud. En Guanasa reclutaron a dos indios "principales", a título de guías, que en el curso de la travesía, hablaron de Ciguare: "era de mucho oro", había feria y mercado, frecuentando la costa naos con bombardas, en las que iban caballos y jinetes. Peleaban protegidos por corazas, retirándose a la puesta del sol a sus tiendas, donde lucían ricas vestiduras. Estaba a 9 jornadas o singladuras de donde se encontraban y a 19 días del gran río. No sospechando que Alonso Fernández de Lugo,
hacía la guerra por aquella parte, Colón se creyó a dos semanas del Ganges[19].

Juan Quintero Príncipe se equivoca, al decir que Colón "dejó los navíos en Guanasa, perdidos"[20]. De la isla salió con la armada completa, corriendo 12 leguas vía sud sudoeste, "en busca de Asya, que es en la Tierra Firme"[21]. Bautizó a la "gran furna o baya", donde fueron a parar, con el nombre de "Caxinas, porque había muchas",[22]. "En lengua de Indios" se llamaba "Maya"[23], sin perjuicio de que tanto Fernández de Oviedo, como los mapas antiguos, la llamen golfo "de Cartago". "Había oro", pero al ser "isla... de muchos baxos.., no fueron por no perder los navíos"[24]. Según Pedro Coronel,[25], era la primera tierra de "indios", ignorando si eran judíos[26]. Se tomó posesión el día del Corpus, plantando cruz "frente a una isleta, que se dice Guanasa"[27], lo cual es virtualmente imposible, de no haber dos islas con el mismo nombre. Vicente Yáñez puntualiza: bahía y provincia pertenecían al Cacique Camarón, "que es al principio de la sierra". Más adelante viraron a oriente [28], encontrando un cabo. El Almirante lo llamó Gracias a Dios [29]. Antes de mojar en puerto Çerabaro, entraron en "tierra de Canarias"[30], navegando al "leste subeste"[31]. En Guanajes, al fondo del golfo de Honduras, saltó Bartolomé Colón[32], pendón al viento[33]. Realizado el acto protocolario, siguieron a "Burena"[34]. Pedro de Ledesma recordaba que de Maya siguieron al sudeste, llevando la costa a la izquierda, por ir a Catay, es decir, Catayo o Méjico. Se detuvieron [35], rescatando algo de oro[36]. Moreno recuerda "hombre principal.., que se decía Cuçaro", al que subieron a bordo[37]. Más modernamente, se introdujo el topónimo "Honduras", que se continuaba en la tierra de Caria [38].

Siempre en las Canarias, siguieron a la provincia de Çobrava, mojando "en unos puertos buenos". Los indios se acercaban en canoas, juntándose más de 80. Ofrecían oro, sin manifestar temor. Colón prohibió rescatarlo, por confiar a una población, que recelaba de la codicia del blanco. El Cacique Quemado, desfigurado por profundas cicatrices, en la cara y un brazo, impidió a los castellanos desembarcar en Cateba [39]. Llegado a Uriva, el Almirante cedió a la tentación, cambiando 3 docenas de cascabeles, por 90 marcos de oro [40]. Otros sitúan el truque en Catay. Temiendo críticas, algunos achacan el oro a regalo. En Veragua los castellanos vieron "mayor señal de oro" que en otras partes [41], por lo que la toma de posesión, revistió solemnidad extraordinaria. El Almirante saltó a tierra, con "bandera tendida... pendones y trompetas". Cortó "árboles" con la espada y tomó la azada para cavar [42]. Otros hacen protagonista a Bartolomé[43]. Declarante en 1536, Rodríguez Simón adorna la historia, sumando a las cruces, levantadas en honor al Altísimo, horcas que simbolizaban la autoridad real, añadiendo escribano mayor a la armada, al que hace levantar acta vistosa[44], cerrando la jornada misa bajo las velas, con las que formaron "señal de iglesia". Ofició el franciscano Juan Martinelo, natural de Palos [45].

El imaginativo Ramiro Ramírez relató suceso, que recogen con fruición, los hagiógrafos de la historia: Capturadas dos mozas, Colón las hizo subir a bordo, devolviéndolas a la playa vestidas, calzadas y "sin hacerles desaguisado". Recuperadas por sus convecinos, que regresaban con refuerzos, las desnudaron a vista de los castellanos, oliendo la ropa, antes de abandonarla[46], quizá para poder aventar a los conquistadores, sin incurrir en error. Puede que Rodrigo de Escobar fuese uno de los intérpretes de lengua arábiga, pedidos por Colón, pues se encargó de enseñar perlas a indios, preguntándoles si las había. Callando que las criaba la costa del Pacífico, probaron conocer la tierra, señalando hacia Paria[47]. Francisco Farias no se entretuvo en curiosear. Prefirió acopiar oro en las minas, en compañía de Francisco de Porras [48]. Importante la riqueza, Colón quiso hacer fuerte, donde quedaría Bartolomé, con 120 hombres, a la espera de pobladores. Alterados los indios "en ver tomar posesión en su tierra", las dos barcas que mandó Colón río arriba [49], fueron atacadas. Dejaron un superviviente, para que lo contase [50].

El desaguisado pudo ser respuesta a desafuero, cometido por Bartolomé Colón. Habiendo capturado canoa "con muchas cosas y gente", los castellanos se quedaron con el indio Yunbera [51]. Llamado igual que el de Guanasa, era señor local, según el piloto Gonzalo Díaz [52]. Juan Moreno lo describe como "un viejo cano". Es probable que los regalos ofrecidos a los Colones, tuviesen, por segunda vez, carácter de rescate [53]. La captura, seguida de bautismo, excitó el mal humor de los aborígenes. Comprendiendo el mensaje, Colón "se levantó" del río [54]. Costa abajo pasó la barra del Belén [55], entrando en Puerto Gordo, antes llamado Xebra, poniendo la Gallega "a monte"[56]. Cambiante la estación y el nivel del río, el barco quedó en la ensenada, pues "no lo pudo sacar", al bajar las aguas [57]. En 1510, Bartolomé del Caso, poblador de Nicuesa en el río Veragua, navegaba con Diego Martín de Cabrera [58], que "tenia mucha noticia de la tierra y les decía a los que allí yvan, los nombres de los ríos y los puertos". Al entrar en Belén reconoció la Gallega, en el "costado" de navío abandonado. Sacaron el ancla [59], para llevarla a la nueva población.

La Vizcaína se anegó en "Bel Puerto", por culpa de la broma [60], naufragio que olvidaron su piloto, capitán y contramaestre [61]. Mermada la armadilla, estuvieron en el "Río Lagartos"[62], bajando "hasta juntar con el Darién"[63]. En Retrete [64], rada pequeña, entre peñas, a 10 leguas del golfo de Uraba, los marineros descubrieron "señales" de haber estado Colón [65]. Quiso el Almirante detenerse, pero los naturales se le vinieron encima. Hubo muertos entre los castellanos y se refugiaron en islas bajas y despobladas, que estaban a una legua de la costa, a 13º y 1/2 grados de latitud. El Almirante las llamó Barvas [66]. Según otros fueron de "Velpuerto", a la isla de Cetiba.
La versión oficial les hace regresar de Retrete a Veragua, aparcándoles en el río durante cuatro meses, a la espera de que cesasen las lluvias. La crecida les sacó a la mar bruscamente, volviendo Colón al fondeadero. Terminado "el invierno", salieron con las quillas rozando el limo de la barra, porque acabadas las lluvias, bajó el caudal.

Al decir de los presentes, estando en Retrete o las Barvas, que en esto no hay acuerdo, agotada la despensa, desfallecidos los tripulantes, Colón renunció a "pasar adelante"[67], puntualizando Moreno que a 30 leguas del Darién, "se volvieron, porque los navíos hacían mucho agua. y se les iban al fondo"[68]. Lo confirma Pedro Coronel: "se despidieron de Tierra Firme", porque los navíos "no se podían sostener, que se les anegaban de broma", cruzando el Caribe con tres bombas achicando, por carabela[69]. El piloto Gonzalo Díaz, redunda en la emergencia: creyó que "iba a la Española, porque los navíos iban mal acondicionados y tenían necesidad de repararlos y así vinieron a reconocer Cuba y fueron a Jamaica"[70]. No parece que los tripulantes se alarmasen a la ida, pero el pánico cundió a la vuelta, con razón sobrada. Se alargaron tanto al "norueste", que algunos se creyeron en Paria. Y otros "que volvían a Castilla, pensando que dejaban la Española a popa"[71]. Sintiéndose perdidos "y que no podrían volver"[72], "se alborotaban y hacían monipodios", opinando que debían ir a San Juan, porque "los navíos no venían buenos"[73]. Tanto se alargó la travesía, que al ver la primera isla, hubo quien se creyó en España [74].

Costeada Cuba, fondearon en Jamaica, por julio de 1503, creyendo que "encavalgaban" la Española, terminando el viaje, porque "se partieron los navíos". Según la historia ortodoxa, Gonzalo Camacho viajó a Santo Domingo en una nao, en busca de socorros [75]. El escribano de Moguer, Alonso Pardo, que estuvo en la Española, en 1504, vio llegar a Diego Mendes, mayordomo de Colón, agotado tras recorrer 40 leguas, en canoa tripulada por indios. Traía carta para Nicolás de Ovando, pidiendo carabela del rey y una segunda, comprada a cuenta del Almirante, que les sacasen de la ratonera de Jamaica, donde estaban enfermos, sin comida, rodeados de indios hostiles y peleados entre sí[76]. Recibido el transporte, los Colones arribaron a la isla [77], pasados tres años de su partida [78]. Bien atendidos por el comendador, Miguel del Toro recordaba cena en su casa[79], durante la cual Ovando ordenó al tesorero, librar 4.000 pesos a Colón, a cuenta de su décima[80], para pagar el pasaje a Castilla. En aquel viaje, los marineros observaron que el Almirante buscaba "un estrecho, que pasase del norte al mediodía"[81], "mar en medio" o "pasaje al otro mar"[82], del Sur o Pacífico, lo cual indica que estaba sobradamente descubierto. Corrió que iban a "la Especiería e nunca la fallaron"[83]. Adicionando fines, Martín de Arriera, tonelero de Sevilla, comenta: "fueron en busca de un estrecho, donde decía Colón que había en Especiería y fueron a dar en Veragua, que es tierra firme"[84].

Contradictorias las declaraciones, los oidores preguntaron si Colón "hizo otro viaje de occidente a oriente", partiendo de "las postreras islas occidentales, que dicen de los Guanajes", para seguir la costa "hacia oriente, hasta el Cabo de Honduras y de Gracias a Dios [85], llegando al Puerto de Retrete". Y alguno aventuró que pasaron "de costa a costa, mar adelante", de "Maya que es en la Tierra Firme", a Paria, lo cual se deduce de la declaración de Baltasar Calvo. Recordaba que de Çerabaro, siguieron a "una costa a la larga, hazia la una banda de la mar, después de pasada la isla Española e la isla que dicen Haheto", dando en Paria. Solemne la metedura de pata, los jueces le hicieron rectificar. Acabó confesando no saber dónde estaba la provincia, "que dizen Paria, ni estuvo en ella". Habiendo oído que "es donde están las perlas", aseguró no haberlas visto durante el viaje, pero al ser suelto de lengua, volvió a errar, recordando escala en Carabaro, rescate conocido, en el "camino" de España [86]. Según Pedro Anríquez, estuvieron "3 años por allá", haciendo revelación sorprendente: "sabe que en cinco veces que Colón fue a descubrir", siempre encontró tierra nueva [87].

Según Ledesma descubrieron de "Guanasa fasta las dichas islas que dicen Barvas", negando haber reconocido "el Darién, ni Veragua, ni allegó a ello, porque este testigo... no se quitó" de la compañía" del Almirante [88]. Noya reduce el " descubrimiento" a las 25 leguas, que separaban Guanasa del puerto de Retrete, al estar el resto "registrado", insistiendo los pocos testigos directos, que vivían en 1536, en 200 leguas descubiertas, a oriente de Veragua [89], por la costa del Cacique Oreja, que Juan Quexo llama Castilla del Oro[90], prolongando Moreno el viaje, hasta las 800 leguas[91]. Ambrosio Sánchez, que fue en la nao de su padre, habló de parón de tres meses en el río y de 9 a 10 costeando, hasta más allá de las 120 leguas [92]. El fraile mercedario Francisco de Bobadilla, hablando de oídas, sintetizó diferentes viajes en uno: Colón navegó el Mar del Norte y la costa de Tierra Firme, desde el río Marañón hasta el río Chagres o de los Lagartos, "que es encima de Veragua"[93].

En el otoño de 1504, el "descubridor" entró en Sevilla, tropezando con la Casa de la Contratación [94], vuelta de tuerca que acabó con el gremio de mercaderes andaluces, en menos de un siglo. Al ver que le negaban, en la práctica, lo concedido en teoría, comprendió que su caída era definitiva. Intuyendo que el acto de "descubrir", perdía actualidad, cambió de léxico, silenciando el mérito de haber encontrado tierra ignota, para presumir de haber puesto de moda un continente. Si en tiempos no había quien quisiese ir a Indias, ni aun con sueldo y "omecillo", los viajes del "descubrimiento" le dieron tal publicidad, que "hasta los sastres" se metieron a descubridores. Pero el éxito no compensó su fracaso, como hombre de guerra. Incapaz de conquistar a golpe de lombarda, en el interrogatorio de 1515, se alude a su debilidad: "si saben que en vida de Colón y otros armadores.., pelearon" con los indios, recibiendo "muy grande daño e no los pudieron sojuzgar", siendo "cobrada" Tierra Firme por "fuerza de armas" y por terceros, mandados por "sus altezas"[95]. Los pocos que respondieron a la pregunta, "oyeron decir" que habiendo sido dotado de medios, para rematar la conquista, el Almirante no supo emplearlos. Vieron "ir a armadores a Tierra Firme, con gente" para hacer la guerra, supuesto que admite el propio Diego Colón: habiendo recibido "muy gran daño" de los Indios, su padre no pudo "sojuzgar Tierra Firme". Juan Calvo, vecino de Palos, adscrito a contingente reclutado por el obispo Juan de Fonseca, a sueldo de la Casa de la Contratación, "para "ayudar a poblar en la Tierra Firme, en el puerto de la Isabela, de la dicha Isla Española", llegó antes de que se hubiese "ganado". Habiendo visto morir "mucha gente", en escaramuzas sucesivas, opinaba que la repatriación de Colón, tras el tercer viaje, tuvo relación con su incapacidad para la guerra, viniendo después "mucha gente armada", que sojuzgó la tierra [96]. Muerta Isabel en Medina del Campo, en 1504, Colón quedó arrumbado. Reducida su existencia a ciertas cartas, que le atribuyen, de ser de su mano la que menciona a Vespucio, habríamos de declararle adelantado en el uso de una caligrafía, que se introdujo en el ámbito de lo privado, reinando Felipe II[97]. En 1506, a punto de llegar la reina Juana, Fernando le llamó a Valladolid. Murió en esta ciudad, siendo igualmente avanzado, en la redacción de sus últimas voluntades, pues llama "testamentarios", a los que se conocían por "albaceas". Depositado el cuerpo en el convento de San Francisco, Cieza de León asistió al traslado, en 1513, recordando que los restos se inhumaron en la Cartuja de Sevilla, concretamente en la capilla de los Lujanes, compartiendo el sepulcro principal, con un primer inquilino.

En la vorágine de la Desamortización, que marcó el siglo XIX, el cenobio fue adquirido para instalar fábrica de cerámica. En plena fiebre de la higiene, se desahuciaron los huesos en presencia, no sabemos si con destino a cementerio o al muladar más cercano. Se preparaba la exposición sevillana de 1929, primer real intento de crear una Comonwelth a la española, cuando se echaron en falta los restos del descubridor. Declarados indispensables, se les hizo viajar en el siglo XVI, en los baúles de una Toledo, necrofílica y mal documentada, para darles sepultura en catedral antillana. Se los disputaron las de Santo Domingo y la Habana, ganando la primera. Exhumados los de notables anónimos, enterrados en el presbiterio, se procedió a solemne repatriación, con destino al anacrónico mausoleo, incrustado en la catedral de Sevilla. Embalados sinprofesionalidad, los que asistieron al acto restringido y solemne, de la apertura del ataúd, observaron que sobraban tibias, faltando menudencias. Sembrada la duda, la verdadera tumba de Colón se sumó a las interrogantes, que prestan al infundio el halo de misterio, indispensable al investigador incapaz de investigar, que busca renombre y hasta lo encuentra, elucubrando en el vacío.

Fue 1506 un año agitado. Pretendiendo varón, que deshiciese la unión de Aragón y Castilla, Fernando casó con Germana de Foix [98], mientras Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solis, cerraban el ciclo de los descubrimientos colombinos, con el "alto viaje". Saliendo de Palos "por mandato de S.A.", se dirigieron a "sotavento" de Isabela. Rebasada Guanasa, tocaron en la costa de Camarona [99]. "Adelante" de Veragua, visitaron "todo lo que hasta oy está descubierto, en lo que Colón no tocó", por la tierra de Chabaca y Pintigua. Bautizaron gran bahía con el nombre de Navidad [100], vieron las sierras de Carya y "otras tierras más adelante", hasta los 23 ½º[101], terminando de unir el rosario de islas, que en los viejos planisferios jalonan el poniente. En vida de Colón y en los años que siguieron a su muerte, abundaron los viajes a Indias, sin licencia ni intención de descubrir, aprovechando los mejor relacionados, para adjudicarse hallazgos. Juan Bermúdez bautizó la Bermuda [102]. Y el paleño Alamillos se apuntó, lícitamente, el imperio mejicano, aportando "señales de la tierra"[103]. Pasó a la historia como humilde piloto de Cortés, conquistador de lo que jamás hubiese encontrado un extremeño, ayuno en las cosas de la mar.

García Cansino descubrió en Tierra Firme. Llamado a declarar, confesó que habiendo sido tantos los descubridores, no conservaba la memoria: "si el obispo Juan de Fonseca fuese vivo", podría dar cuenta de sus nombres y la parte que tocaba a cada uno [104]
, pues los despachaba y repartía la tierra, pero a su muerte siguió la pérdida de sus libros, borrando el pasado. Un Juan Díez trajo tierra dibujada, que se incluyó en el padrón real, absteniéndose de descubrir Antón Quintero y Cristóbal Serrano.

Profesionales del continente, sabían por experiencia que América era una isla inmensa, jalonada de islas menores, cuyos propietarios fueron los naturales. Con el paso del tiempo, los descubridores se desdibujaron, creciendo la figura de Colón y unos "conquistadores", ayunos en la ciencia de la mar. Confundido, el onubense Gonzalo Martín, incluyó a Pedro Alonso Niño entre los navegantes menores, sin relacionarlo con Colón [105].


[1] De 1492 a 1496 sirvió en la conquista de Canarias con Alonso de Lugo. SRGS VII.1496.33.

[2] P.C. T. I. [3] P.C. T I. [4] P.C. T. IV. [5] Ibídem.
[6] P.C. T. I. [7]  P.C. T. III. [8] P.C. T. IV. [9] P.C. T. III. [10] P.C. T. IV.
[11] Bernáldez cap. CXXXI. Bartolomé de Las Casas. Pleitos Colombinos. Varios. [12] Entre Cayena y el Cabo de Orange.
[13] P.C. T. IV.

[14] Beata, puerto al sur de la Española. El Comendador de Lares fue Nicolás de Ovando, sucesor de Bobadilla, que lo era de Calatrava. [15] P.C. T. IV.
[16] P.C. T. III. [17] Ibídem. [18] P.C. T. IV.
[19] Bernáldez cap. CXXXI. Amplían información Las Casas y testimonios de los Pleitos Colombinos. [20] P.C. T. III.
[21] P.C. T. IV. T. III.
[22] P.C. T. III. T. IV. Alonso de Chaves sitúa Caxinas en la Costa de Honduras, a 13º 1/2 grados, 4 leguas al norte
Puerto Real. Al sur de la "furna", "redonda y llena de isletas y bajos", había un Puerto Cartago a 14º. En 1470
Anselmo y Juan Adorno, supuestos peregrinos a Tierra Santa, estuvieron entre el "Monte Gimbal" y el cabo de Cartago: "es aquí donde el mar es más profundo y se ve más frecuentado por navíos de piratas". Tropezaron con fusta morisca. No desembarcaron, porque "los moros no permiten a los cristianos entrar en Cartago, sin autorización del rey". ("Esclavos y sirvientes en las sociedades mediterráneas durante la Edad Media". Jacques Heers).
[23] P.C. T. IV. Chaves describe Maya como puerto pequeño, al abrigo de brisas, situándolo al sur de Cuba.

[24] P.C. T. III. [25] Ibídem. [26] Ibídem. [27] Ibídem. [28] P.C. T. IV. [29] Ibídem.
[30] P.C. T. VIII. Çerabaro aparece en la costa de Nombre de Dios a 9º 2/3, en "la boca" de bahía, 8 leguas al oeste
de Veragua.
[31] P.C. T. IV.

[32] Alonso de Chaves sitúa los Guanajes en Honduras, a 16º. Al fondo del golfo. [33] P.C. T. VIII.
[34] P.C. T. III.

[35] Catayo es para Madeville, lo que Çipango para el cardenal bibliotecario de Inocencio VII: la tierra del oro. La Sierra de Cariay estaba a 23º 1/2. Chaves menciona un Caray a diez grados dos tercios, 40 leguas al sur de Gracias a Dios.
[36] P.C. T. IV.

[37] P.C. T. III. T. IV. [38] P.C. T. VIII.
[39] P.C. T. IV.
[40] Ibídem.
[41] P.C. T. IV. Chaves sitúa el río Veragua a 9º 2/3, en la costa de Nombre de Dios, 28 leguas al oeste del Rio
Lagartos. Se identifica con el Chagres.
[42] P.C. T. III. T. VIII. [43] P.C. T. III.
[44] P.C. T. VIII. [45] P.C. T. VIII. [46] P.C. T. III. [47] Ibídem.
[48] Ibídem. [49] P.C. T. IV. [50] Ibídem. [51] Ibídem. [52] P.C. T. III. [53] Ibídem. [54] P.C. T. IV.
[55] Alonso de Chaves sitúa el río Belén en la costa de Nombre de Dios, a 9º 2/3, 4 leguas al oeste del Veragua y a 22 del Río Lagartos. [56] P.C. T. IV. T. VIII El testigo Pedro Anríquez (T. III), menciona Isla Gorda entre las del Caribe. Pero no Puerto Gordo.
[57] P.C. T. VIII.
[58] Un Diego de Cabrera fue factor de Inés de Peraza en 1496 (R.A. doc. XXVII. P.C. T. IV. Probanzas de Santo
Domingo de 1512, de Puerto Rico, año de 1514 y otras, se refieren al tema).
[59] P.C. T. VIII.
[60] P.C. T. IV. T. VIII. Chaves sitúa Puerto Belo a 9º 2/3 grados, a 10 leguas de Nombre de Dios.

[61] P.C. T. III.

[62] El río Lagartos aparece a 9º 2/3, en la "boca" de una bahía. [63] P.C. T. VIII.
[64] Ibídem.

[65] P.C. T.III. Probanza de Puerto Rico, año de 1512 y 1514. Probanza de Moguer año 1515. [66] P.C. T. IV.
[67] P.C. T. IV. [68] P.C. T. III. [69] P.C. T. IV. [70] P.C. T. III. [71] Ibídem. [72] Ibídem. [73] P.C. T. IV. [74] P.C. T. III. [75] Ibídem. [76] Ibídem. [77] Ibídem.
[78] P.C. T. VIII. [79] P.C. T. III. [80] P.C. T. VIII. [81] Ibídem.
[82] P.C. T. III. [83] P.C. T. VIII. [84] Ibídem.
[85] Chaves sitúa el Puerto de Bastimentos a 9º 2/3, entre Nombre de Dios y Portobelo. [86] P.C. T. III.
[87] Ibídem. [88]  P.C. T. IV. [89]  P.C. T. III. [90]  P.C. T. VIII.
[91] P.C. T. III. [92] Ibídem.
[93] P.C. T. VIII.

[94] Bernáldez cap. CXXXI. Bartolomé de Las Casas y en los Pleitos Colombinos, hay referencias. [95] P. C. T. IV.
[96] Bernáldez cap. CXXXI. Diario y cartas de Colón. Atribuido de Bartolomé de Las Casas. P.C. T. VIII. T. IV.

[97] Archivo de Indias. Cartas de Colón.

[98] Hija de Juan de Foix, que lo era del Conde Gastón y de la reina de Navarra, Leonor, medio hermana de Fernando y de Madama María de Orleans. De este matrimonio nació un varón, que murió niño. [99] Chaves y otros autores hablan de bajos, que se extendían 50 leguas, partiendo de Cabo Camarón, en la costa de Honduras, para terminar en la bahía de Cartago. Entre los cayos y tierra firme, podían pasar navíos pequeños ("Historia de las Américas", coordinador Luis Navarro V Centenario 1991). Cabo Camarón, a 16º, estaba a 30 leguas del golfo de Honduras.
[100] Como casi todos los topónimos problemáticos, Chaves ubica Puerto Navidad en la Isla Española, a 20 1/3º. [101] Bernáldez cap. CXXXI. Refrenda Las Casas y testigos de Diego Colón.
[102] P.C. T. VIII. [103] Ibídem. [104] Ibídem. [105] Ibídem.


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