jueves, 8 de mayo de 2014

LA DIOSA TANIT




JOSÉ FERRER PERDOMO

San Bartolomé de Lanzarote
Julio 2010

PREÁMBULO


Se cumple en este año 2010, el décimo aniversario de la inauguración del M.E.T. “Museo Etnográfico Tanit” y desde el primer momento sentí el deseo de escribir y dejar constancia del motivo por el que decidimos nominar al Museo con el nombre de “Tanit”.

Fueron muchos los que, en el transcurso de ese tiempo, nos han preguntado el porqué de esa nominación y que relación hay o ha habido entre Lanzarote y la “Diosa Tanit”.

En el acto de mi recepción como Académico Correspondiente, en la Academia de Ciencias e Ingenierías de Lanzarote, el 15 de Julio de 2004, con el discurso: “La Etnografía de Lanzarote: el Museo Tanit”, escribí: ………

“Cuando tratamos de elegir un nombre para el Museo, nos decantamos por el de “Tanit”.


Aunque en un principio pueda extrañar dicha nominación por su origen mitológico, ya que “Tanit”, diosa tutelar de Cartago como diosa del amor, la fortuna y la fecundidad, y una de las encarnaciones de la “Gran Madre del Panteón semítico”, cuyo culto se extendía por casi todo el mediterráneo occidental, de ámbito cartaginés, debe destacarse su papel en la historia, en nuestra historia.

El signo de “Tanit”, que se simboliza principalmente en la representación esquematizada de una mujer perniabierta, símbolo de la vitalidad sexual, refiriéndose a la fecundidad, con la mano derecha levantada, que bendice y protege, se encuentra grabado en un bloque de piedra del “Pozo de la Cruz” en San Marcial del Rubicón, Lanzarote, paraje indiscutiblemente unido a la presencia de diferentes culturas en nuestra isla y que viene a reflejar el espíritu de este museo que deja sus entrañas abiertas a la presencia de todo rasgo que invite a clarificar nuestro pasado.

La inscripción del signo “Tanit”, junto a otros motivos geométricos y dos grabados de pies humanos, referente inequívoco del paso de los Cartagineses por la Isla de Lanzarote, que en sus incursiones por la costa africana, se acercaron a la misma, bien buscando refugio de los temporales o huyendo de algún ataque pirático, fueron localizados por el Catedrático de la Universidad de La Laguna, Don Antonio Tejera Gaspar.

Signos similares se han encontrado también en un pozo del sur de Fuerteventura, en Aldea Blanca (Tenerife) y Bentayga (Gran Canaria), lo que viene a corroborar la tesis de la presencia cartaginesa en la Islas, aún cuando fuera por un corto periodo de tiempo”.

Un amplio estudio sobre la “Civilización Púnica” y la visita “in situ” a numerosos lugares donde se ha venerado a la “Diosa Tanit”, con diferentes nominaciones, unido a abundante y particular material fotográfico obtenido, ha permitido “conformar la obra” que hoy tengo el agrado de presentar.


LAS SAGRADAS ESCRITURAS



Según la tradición religiosa cristiana, se conoce con el nombre de “Sagradas Escrituras” o “Biblia”, al conjunto de Escritos Sagrados que contienen la “Palabra de Dios”, puesta por escrito, “divinamente inspirada” por el Espíritu Santo sobre la Primera y Nueva Alianza de Dios con los hombres.

Las Sagradas Escrituras están formadas por 53 libros del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento fue escrito en hebreo y arameo, en tanto que el Nuevo lo fue en griego.

El canon o conjunto de libros del Antiguo Testamento es el “Pentateuco”, compuesto por libros históricos, proféticos y de sabiduría, agrupados en los del: “Génesis”, “Éxodo”, “Levítico”, “Números” y “Deuteronomio”.

Las diferencias entre las distintas ramas del cristianismo se dan únicamente para el Antiguo Testamento, ya que todas las biblias tienen el mismo número de libros en el Nuevo Testamento, que comprende: los “Cuatro Evangelios”, los “Hechos de los Apóstoles” y las “Cartas de los Apóstoles” a las comunidades cristianas.

El nombre de Génesis proviene del contenido del libro: el origen del mundo y de la humanidad desde el comienzo de los tiempos.

Según el Génesis, “el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios”. Varios de los personajes de este libro fueron relevantes en el mundo antiguo para el pueblo judío: Noé, Abraham, Isaac, Jacob y José, entre otros.

Los hombres continuaron multiplicándose sobre la faz de la tierra y al mismo tiempo que fue aumentando su número, fue aumentando la maldad, la violencia y la corrupción entre ellos, hasta el punto que dijo Jehová: “Raeré, (arrasaré), de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta las bestias………, pues me arrepiento de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en el corazón”. Solo entre los hombres y ante los ojos de Jehová, halló gracia Noé y su familia.

Dios decidió poner fin a todo esto, porque la tierra estaba llena de violencia, e indicó a Noé que hiciera un arca de madera de gofer, (madera ligera, dura y resinosa), de trescientos codos de largo, cincuenta de ancho y treinta de altura, con piso bajo, segundo y tercero, calafeteada con brea por dentro y por fuera.



Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo, todo lo hay en la tierra morirá.

Más estableceré un pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos (Sem, Cam y Jafet), tu mujer, y las mujeres de tus hijos.
Introducirás en el arca una pareja de cada especie de aves, bestias y reptiles, para que tengan vida.
Toma contigo todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos.
Y así lo hizo Noé, conforme a todo lo que Dios le mandó.
Pasados siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice.
Con el diluvio subieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra que cubrieron todos los montes altos que había debajo de los cielos.
Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde los hombres hasta las bestias, los reptiles y las aves del cielo, quedando solamente Noé y los que con él estaban en el arca. Las aguas prevalecieron sobre la tierra ciento cincuenta días.

Cerradas las fuentes del abismo y las cataratas de los cielos, las aguas fueron decreciendo hasta que el arca puso reposar a los pies de los montes de Ararat.

Secas las aguas sobre la tierra habló Dios a Noé, diciendo: Sal del arca tú, tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. Suelta los animales para que vayan por la tierra y multiplíquense.

Y dijo Jehová a Noé, de todo corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre, ni volveré a más a destruir todo ser viviente, como he hecho. Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche.

Dios bendijo a Noé y sus hijos y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra

MESOPOTAMIA


Después del Diluvio Universal, los descendientes de Noé se fueron multiplicando sobre la tierra y extendiéndose al sur de los montes Ararat, buscando mejores y más llanas tierras de cultivo, encontrándolas en una inmensa llanura, formada por los depósitos aluviales de los ríos Tigris y Éufrates, llamada Mesopotamia.

Mesopotamia significa “tierra entre ríos” y en ella floreció durante miles de años las primeras civilizaciones humanas.

Se trata de una llanura aluvial, donde los ríos se salen del cauce, dando lugar a frecuentes inundaciones y a cambios en los lechos, convirtiendo a esa gran llanura en una rica y productiva tierra agrícola.

Según se narra en el capítulo 11 del Génesis, los hombres de aquellos pueblos antiguos, pretendieron construir una torre, que fuese lo suficientemente alta que alcanzara el Cielo y por la que pudieran subir para librarse de un nuevo diluvio.

Hasta ese entonces, los hombres tenían una misma lengua y usaban las mismas palabras, que permitía entenderse entre ellos.

Para aquella inmensa construcción y por carencia de piedras se valieron de ladrillos cocidos al fuego y de betún en lugar de argamasa. Trataban de continuar unidos y no dispersarse sobre la faz de la Tierra.

Cuando Yahveh vio la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando, dijo: “He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros”.

Confundidos en su lenguaje cesaron en la construcción de la ciudad y de la torre y comenzaron a dispersarse por la superficie de la tierra. Esta torre fue destruida y reconstruida en varias ocasiones, debido al cambiante destino de la zona e identificada con el nombre de Babel, que significa confusión.

Ajenos a la tradición religiosa cristiana, cuando los hombres comenzaron a dispersarse sobre la tierra y atendiendo a los estudios históricos, los descendientes de Sem, llamados “semitas” orientaron sus pasos hacia el oeste, hasta llegar al Mediterráneo. Los descendientes de Cam, llamados “camitas”, se dirigieron hacia la “Tierra prometida, Palestina”, en tanto los descendientes de Japheth, llamados “jafetitas”, “jafesitas” o “javitas”, ocuparon todo el territorio de Mesopotamia, llegando hasta el mar en el Golfo Pérsico.



LA MITOLOGÍA MESOPOTÁMICA

La mitología de los pueblos de Mesopotamia es probablemente una de las más interesantes a la vez que desconocida de la historia de la humanidad.

Es muy complicado realizar un análisis exhaustivo de todos los mitos y leyendas que rodean la rica historia de este rincón del planeta, por lo que solamente se ofrece una pequeña referencia de los “dioses” más importantes del panteón mesopotámico, donde todos ellos tuvieron una gran relación con el cosmos.

Hay que tener en cuenta que, al igual que la mayor parte de las mitologías, la mesopotámica no es un cuerpo sólido de personajes bien establecidos: el papel de cada “dios” fue cambiando mucho a lo largo de la historia. Incluso en un mismo periodo de tiempo, una misma divinidad podía ser adorada en una ciudad-estado, y sin embargo ser casi desconocida en otra.

Cuando Babilonia se convirtió en el reino más poderoso de los que ocupaban Mesopotamia, su dios principal, Marduk, se transformó en el dios principal, pese que hasta entonces había sido una divinidad irrelevante.
También fueron muy cambiantes las relaciones de parentesco entre dioses.

Por encima de todo, la principal referencia de la mitología mesopotámica, es que los pueblos semitas tuvieron dos grupos claramente definidos de dioses principales a lo largo de la historia, eran dioses cósmicos y astrales, entre los que se encuentran como superiores, los reseñados a continuación.


EL DIOS “BAAL”

Cuando los pueblos se fueron alejando de la adoración al Dios Yahveh, aparecieron una serie de divinidades que los hombres comenzaron a adorar.

De entre ellos se destaca el dios semita “Baal”, considerado el más prominente de los dioses antiguos, adorado por todos los pueblos del Asia Menor y principalmente por los fenicios, cartagineses, caldeos, babilonios, sidonios y filisteos, que lo consideraron el dios más importante de su panteón.

Se le representa sosteniendo en la mano derecha un garrote o maza, símbolo de poder y en la mano izquierda un relámpago, acabado en punta de lanza, símbolo de la guerra.

Era el dios “Señor”, que en hebreo quiere decir “dios de la tormenta y el trueno”, una deidad natural que cuidaba de la vegetación y del aumento de los rebaños y del ganado, dios que se halla en la primavera de la vida, y cuyas estatuas además de representarlo blandiendo una maza y un rayo, lo muestran con cuernos de toro, símbolo de fertilidad.

Poco se sabía de la adoración a Baal, llamado también “Señor de la Tierra” y “Jinete de las Nubes”, hasta que en las excavaciones de Ugarit, en la costa de Siria, (la moderna Ras Shamra), sacaron a la luz muchos objetos religiosos y cientos de tablillas de arcilla. En esos documentos antiguos, conocidos ahora como los textos de Ras Shamra, recogen las liturgias y rituales de las fiestas religiosas dedicadas a Baal.

Las tablillas y objetos religiosos a los que se ha hecho referencia, fueron descubiertos en las excavaciones dirigidas por la Universidad de Harvard. Entre los nombres encontrados en esas inscripciones aparecen varios con el vocablo Baal: Abibaal, “Baal es mi padre”; Baalzamar, “Baal canta”; Balazakar, “Baal recuerda”; Meribaal, “Baal es mi señor”. Estas inscripciones están escritas en arameo, lengua semítica de la antigua Mesopotamia.

El culto a “Baal” fue el más exaltado de todas las deidades y mantuvo esa posición y supremacía durante muchos siglos sobre los demás dioses.

Todas las localidades tenían un santuario en honor a “Baal”. Así mismo, se nombraban sacerdotes para dirigir la adoración en estos santuarios, que generalmente se hallaban en las cumbres de las colinas cercanas y que eran conocidos como “lugares altos”.

El dios “Baal” junto con la diosa “Ishtar”, con la que siempre aparece relacionado, fueron los dioses semíticos más venerados en la antigüedad y que con diferentes nominaciones llegaron hasta la cultura y civilización cartaginesa.


LA DIOSA MADRE



Desde la más remota etapa de la vida del hombre sobre la tierra, en la fecha que los arqueólogos llaman “revolución neolítica”, y en la que el hombre tomó conciencia que estaba dotado de espíritu y que era un ser diferente al resto de los habitantes del planeta, comenzó a sentir la necesidad de adorar a alguna “Deidad Suprema”.

Durante este cambio social en el que hasta entonces los hombres se dedicaban a la caza y las mujeres a la recolección, aparece la agricultura, que potencia la tradicional tarea de la mujer y acarrea una nueva valoración del elemento femenino, instituyéndose el “matriarcado”.

A partir de ese concepto, en cada cultura y en cada religión de los pueblos antiguos, comenzó a adorarse una representación de la “Diosa Madre”, dispensadora de la fecundidad, asociada a la “Reina del Cielo” y madre de otros dioses que se derivan de ella.

Las imágenes más antiguas a través de las cuales los seres humanos dieron forma a la idealizada “Diosa Madre”, son muchísimas y entre otras, las más conocidas son las denominadas:

“Ishtar”, “Astarté”, “Isis”, “Tanit”, “Venus”, “Cibeles”, “Diana”, etc.

En Canarias, lo son: “Tara” y “Chaxiraxi”.



LA DIOSA “ISHTAR”


“Ishtar” fue una diosa mesopotámica que fue adorada por los semitas, pero también por los babilonios y los sumerios.

Aunque existía gran tolerancia y multitud de deidades, el culto a “Ishtar” fue imponiéndose sobre todos las demás. Los dioses tomaban con frecuencia forma humana y se comportaban como tales.

Representaba el amor, la fertilidad y la vida y la podemos encuadrar en el prototipo de Diosa Madre. Se la supone hija del dios de la luna, “Sin”, y de la luna misma. Tiene un carácter astral, ya que ha sido identificada con el Sol, la Luna, el planeta Venus y las estrellas formando constelaciones; la palabra estelar viene derivada de su nombre.

Para los pueblos mesopotámicos “Ishtar” era la diosa del amor, pero no de forma exclusiva pues aunque parezca insólito, también era la diosa de la guerra, algo que no es muy común en las diversas cosmogonías.

Como diosa del amor no necesita muchas explicaciones pues más o menos las podemos imaginar, pero si una curiosidad que nos explicará la mentalidad de la época. “Ishtar” era la protectora de las relaciones extramatrimoniales y la prostitución.

Podemos preguntarnos si en la antigua Mesopotamia se permitía la infidelidad. Pues si, más que nada en Babilonia ya que el casamiento era un contrato solemne que perpetuaba a la familia, generadora de riquezas como sostén del Estado, pues la familia era la base del mismo. Pero no existía ningún inconveniente con la infidelidad o tener amantes pues no se imponía ningún castigo por ello.

En su aspecto de divinidad amorosa Ishtar no es una diosa del matrimonio. El matrimonio sagrado que se representaba todos los años en los templos babilónicos, no tenía una implicación moral, ni era modelo de matrimonios terrestres, se consideraba como un rito de fertilidad.

El culto a Ishtar estaba relacionado con la prostitución sagrada, mediante la cual se revelaban los Grandes Misterios de la Diosa. Las prostitutas de Ishtar a aquellos que quisieran experimentar a la diosa a través de ellas a cambio de una suma de dinero para el templo. Hay que precisar que en aquellos tiempos, este tipo de prostitución no tenía las connotaciones que le vemos hoy día. Era un orgullo ser una prostituta del Templo de Ishtar, no solo para la mujer que la ejercía, sino para toda su familia, ya que implicaba un servicio directo a la diosa y una actividad mística y religiosa que ayudaba a la prosperidad de la ciudad.

En la civilización sumeria primero y en la fenicia después, esta diosa comenzó a ser conocida como “Astarté”, sin importar que el cambio de nombre, el significado y simbolismo de la diosa variara jamás. Siempre sería conocida como “Reina del Cielo y Señora de la Tierra”, dos títulos que la han caracterizado durante siglos y por los cuales podemos encontrarla.

EL PUEBLO FENICIO

Todas tribus que hablaban lenguas semíticas, se fueron estableciendo durante más de un siglo, en las costas del Mediterráneo, fundando pequeñas aldeas que, poco a poco, fueron cambiando de dedicación, pasando de agricultores a ser un pueblo de pescadores.

Estos asentamientos fueron creciendo hasta convertirse en ciudades, de las que destacaron las de: “Biblos”, “Sidón” y “Tiro”, situadas en cabos o islas próximas a la costa, que las protegían de los vientos y les servía de refugio en caso de invasión.
Como las comunicaciones por tierra eran algo difíciles, por lo accidentado del terreno, se constituyeron en pequeños estados autónomos e independientes, que centralizaron la buena marcha de sus negocios.

Las relaciones entre ellas comenzaron a realizarse a través de la navegación de cabotaje, permitiéndoles tener mejores comunicaciones por mar que por tierra. De ellas se destacó la ciudad de Tiro, que llegó a alcanzar gran prosperidad, debido principalmente a su relación comercial con Egipto, de donde importaba maderas de cedro y abeto para sus barcos, además de aromas aceites y resinas.

Para mejor proteger su prosperidad e independencia, con relativa frecuencia se unían para luchar contra los enemigos, cuando estos pretendían invadirlos. Pese a su relativa independencia, terminaron formando un solo estado, conocido con el nombre de “Fenicia”, y a sus habitantes, a través de la historia, como fenicios.

Su influencia se fue extendiendo a través de todo el área del Mediterráneo, principalmente por el norte de África, donde además de relaciones comerciales, fundaron varios asentamientos o colonias. Las colonias eran territorios conquistados o adquiridos, donde se establecía una parte de la población fenicia de forma estable.

Fue necesario establecer esos puntos de contacto permanente. Los mercaderes fenicios no podían arriesgarse a atracar en una costa lejana, cargado de mercancías, sin saber si el rey o señor benefactor de aquel lugar, que había visitado el año anterior, había muerto atacado por un pueblo vecino o si había sido sucedido por un familiar poco amigo de los extranjeros.


De estas colonias destacó “Cartago” que desarrolló una vida independiente, y que poco a poco fue teniendo poca vinculación con las ciudades fenicias. No obstante, este asentamiento les sirvió para iniciar nuevas incursiones comerciales, más hacia el oeste, hasta llegar al sur de la península Ibérica, donde fundaron otro importante asentamiento llamado “Gades”. En su afán comercial continuaron con nuevas rutas marítimas, navegando principalmente por las costas del África occidental, hacia el sur del Estrecho de Gibraltar.

Sus barcos comerciaban con todo tipo de mercancías, buscando principalmente plata, estaño y otros minerales, que cambiaban por telas, lanas teñidas con púrpura, cerámicas, cueros, bordados, perfumes y objetos de lujo.

Este próspero mercado les llevó a construir mayores y mejores barcos que les permitió ejercer total hegemonía en toda el área mediterránea. Sus cuantiosos recursos les posibilitó construir numerosas flotas, costear grandes expediciones comerciales y sociedades aseguradoras que cubriesen los riesgos de la navegación comercial. Los principales y más importantes astilleros los construyeron en Cartago, en el siglo IV a. de C.

La casi exclusiva dedicación comercial de los mercaderes fenicios, centrada principalmente en el oeste mediterráneo, comenzó a tropezar en la Fenicia originaria, con la competencia de la marina y el comercio de los productos de un nuevo pueblo, Macedonia, que surgió de la unión de numerosas tribus que poblaban el norte de la península griega y que alcanzó su máximo esplendor en tiempos de Alejandro Magno, quien con sus ejércitos invadió y conquistó todo el Mediterráneo Oriental y el Asia Menor. El dominio por los macedonios de toda esta zona, fue el origen de la decadencia del pueblo fenicio y su refugio en la zona occidental del Mediterráneo, en torno a la ya pujante Cartago, que terminó independizándose y dando origen a un nuevo pueblo y a una nueva e importante civilización: la civilización cartaginesa.

Los fenicios, al igual que todos los pueblos antiguos, adoraban a multitud de dioses, a los que imploraban los protegiera de las fuerzas desatadas de la naturaleza.

Un dato a reseñar, en cuanto atañe a las deidades, es que estas se constituían de forma jerárquica, como una réplica de la propia sociedad fenicia, en la que las clases privilegiadas se constituían en una especie de aristocracia gobernante, que ocupaba el vértice de una pirámide formada en su base por el resto de la población servil.

Sobre todos los dioses fenicios, destacaba de forma jerárquica, el que tenía todos los atributos de dios supremo, “Baal”, reconocido como soberano y rey, el mismo que ya habíamos señalado como dios supremo de los semitas, desde la etapa babilónica.

Al igual que en la mitología de otros pueblos, los fenicios tenían y adoraban a una “Diosa Madre”, la diosa “Astarté”, pero que en la última etapa de su civilización comenzaron a llamarla “Tanit”.

La diosa “Tanit”, fue encumbrada a la máxima adoración por los cartagineses, como “Diosa del Amor, la Fortuna y la Fecundidad”, pero sin la protección que la diosa “Astarté” tuvo para con las prostitutas.



CARTAGO

La ciudad de Cartago está situada al borde de un golfo, sobre una península casi rodeada por el mar.

Se podría dividir esta, más o menos, en varias partes, como son: la parte baja, donde estaba la ciudad y los puertos; la parte alta en la colina de Byrsa donde se edificaron los templos sagrados; las laderas donde se encontraba la ciudadela y el resto de la península era el área rural con feraces campos que abastecía a la ciudad.

Tanto el puerto comercial como el militar o arsenal, se encontraban rodeados por una muralla fortificada. La ciudad estaba separada del istmo por una muralla de tres líneas.

Los puertos fueron construcciones artificiales a base de excavar zonas deprimidas, cerca del mar, que fueron antiguas lagunas y comunicarlas con este por medio de largos canales.

Los escombros de la excavación del puerto militar se amontonaron en el centro que a modo de pequeña isla sirvió para construcción de la residencia del Almirante, cuartel general de la flota y acuartelamiento de la marinería. Sobre esta gran construcción se elevaba una especie de mirador que permitía observar desde allí las evoluciones de los barcos en alta mar.
En el puerto militar que circundaba el islote central se encontraban los arsenales y atarazanas, suficientes para atender a unos 220 navíos de combate.

De las tres murallas que conformaban la defensa de la ciudad, la exterior tenía una altura de 13 metros y una anchura de 9, llena de bastiones y torres de defensa. Las otras dos murallas eran más bajas y entre sus muros se encontraban los establos para 300 elefantes y 4.00 caballos, además los cuarteles para 25.00 soldados.

En el siglo II a.C. la ciudad de Cartago fue un verdadero emporio comercial, llegó a contar en su momento de mayor poder o desarrollo, con unos 400.000 habitantes, con edificios de hasta 6 plantas y dotada de alcantarillado.

Cuando durante la tercera guerra púnica Cartago fue definitivamente vencida, los romanos sometieron a esclavitud a todos sus habitantes supervivientes tras la rendición. El odio de Roma por la temida ciudad rival secular era tal que Publio Cornelio Escipión, el general romano victorioso, recibió la orden de destruir totalmente la derrotada y vencida ciudad. Sus templos, estatuas, palacios, edificios, mansiones y murallas… todo, absolutamente todo debían ser demolidos hasta convertirlos en polvo.

Escipión mandó arar el gran campo desolado en que ahora se había convertido la antaño poderosa y orgullosa Cartago. Al tiempo que araban ese gran campo desierto se fue mezclando la tierra con toneladas de sal, para que se convirtiera para siempre en estéril y nadie más pudiera vivir sobre esa tierra que fue la ciudad magnífica y riquísima de Cartago. Solo queda la memoria transmitida por los vencedores.

Las ruinas de la ciudad de Cartago que hoy visitan los turistas en Túnez no corresponden a la original Cartago púnica, sino a una Cartago romana que fue levantada siglos después bajo el dominio de la Roma imperial, muy cerca de la antigua y odiada ciudad.

Pese a la destrucción masiva llevada a cabo por los romanos, los arqueólogos han encontrado algunas huellas de las murallas y unos pocos restos arqueológicos que se conservan en el Museo Arqueológico de Cartago.


Para abastecer a la ciudad, la flota y los barcos comerciales, los cartagineses construyeron en las afueras de la ciudad una serie de enormes depósitos o cisternas, comunicados entre si, para almacenar el agua que traían canalizada desde las estribaciones montañosas de la cordillera del Atlas, a más de 70 kilómetros de distancia.

Cuando los romanos iniciaron la destrucción de la ciudad y aunque la orden era arrasarla completamente, no solo respetaron parte de las grandes cisternas, sino que construyeron otras junto a ellas y mejoraron el sistema de canalización con pequeños acueductos y tuberías de plomo. La foto de las cisternas que aparecen es este trabajo corresponde, las del primer plano a depósitos romanos y las del fondo a construcciones cartaginesas.

En la segunda mitad del siglo XX, la Universidad de Hamburgo, con patrocinio de la UNESCO, inició las primeras excavaciones en la colina de Byrsa, donde se encontraban la mayoría de los templos. Aunque la mayor parte de la zona fue arrasada, los escombros se utilizaron para enterrar y rellenar zonas deprimidas, razón por la que se han encontrado algunos restos y fragmentos de cerámica fenicia y cartaginesa, estatuas de dioses, restos de construcciones arcaicas de adobe, sillares, muros de templos y edificaciones.

En el Museo Arqueológico Nacional, situado muy cerca de la zona, se conservan las piezas halladas en las excavaciones. El recinto donde se han realizado las excavaciones y donde se encuentra el Museo, ha sido declarado por la UNESCO, en 1979, Patrimonio Mundial.


La religión de los cartagineses era la misma de los fenicios y pertenecía al grupo de religiones de la gran familia semita.

El dios “Baal”, señor del cielo, continúa siendo el dios principal de los cartagineses, ahora nominado “Dios Baal – Hammón.

Los cartagineses dejaron de venerar a la mayor parte de sus diosas, pero adoraron y tuvieron como “Diosa Madre” y diosa principal, a la “Diosa Tanit”, representada de diversas formas, principalmente simbolizada por el disco solar con la media luna. En el Museo de Cartago se encuentran varias estelas de la “Diosa Tanit”.

Siempre que los cartagineses emprendían un viaje, de exploración, comercial o de guerra llevaban consigo a sus dioses penates, o dioses protectores. En campaña, siempre ve veía el santuario en el centro del campamento.


Al fundar una nueva colonia el primer edificio que levantaban era el templo. A pesar de esto jamás hicieron la guerra por espíritu de proselitismo, ni se preocupaban de llevar e imponer su religión a los pueblos que se les sometían.

Los cartagineses no fueron dados al arte, pues su espíritu mercantil mal pudo avenirse con las aficiones estéticas. La mayor parte de las estatuas y símbolos que adornaban las estelas votivas de los santuarios de “Baal-Hammón” y “Tanit” fueron esculpidas por obreros, sin pretensión de artistas.


EL PERIPLO DE HANNÓN


El nominado periplo de Hannón es la narración de un recorrido por la costa occidental africana realizado en el siglo V a.C. por el monarca cartaginés del mismo nombre.

La finalidad de este periplo fue la posibilidad de acceder a las rutas caravaneras que traían oro del Golfo de Guinea, a la vez que fundar en la costa africana nuevas colonias.

Para comprender la magnitud de este periplo y nos hagamos idea de él, aunque nos parezca desproporcionado, pensemos que llevó una flota compuesta por sesenta pentecontoros, (barcos de guerra de gran rapidez, con capacidad para 50 remeros, de ahí su nombre, además de unos pocos marineros y la tripulación), y una cantidad de barcos capaz de transportar un contingente de hombres y mujeres que alcanzaba las treinta mil personas, así como las provisiones y demás pertrechos.

Plinio el Viejo, escritor, científico, naturalista y militar romano, que vivió en el siglo I d.C., en su “Historia Natural”, hace referencia a él y a su recorrido por la costa africana.

Hannón gravó su periplo en una tabla de bronce y la depositó en el templo de “Baal Hannón” de Cartago, la cual desapareció en el siglo I a.C. durante la destrucción del lugar por el general romano Escipión Emiliano.

De la narración, de la que se han hecho más traducciones es la de un manuscrito griego del siglo IV d.C., titulado “Codex Palatinos Graecus”, conservado en la Biblioteca Nacional de Atenas. Traemos a colación una referencia del periplo, porque en la descripción del mismo se recogen una serie de datos, que nos hace suponer que cuando la flota costeaba el desierto del Sahara y permaneció anclada durante dos día cerca de él, alguno de sus barcos pudo acercarse a nuestra isla y dejar grabado el símbolo de Tanit, al haremos referencia más adelante.

Recogemos algunos párrafos de este interesante periplo:

1.- Tras hacernos a la mar, hubimos de rebasar las Columnas de Heracles y navegado, con rumbo al Oeste, una singladura de dos jornadas, fundamos la primera ciudad, a la que denominamos Timiaterio (a sus pies se extendía una vasta llanura).

2.- Y, acto seguido, nos hicimos a la mar y llegamos todos a Solunte. Tras haber erigido allí un santuario, volvimos a embarcarnos.

3.- Navegamos en dirección Sur durante dos días frente al desierto, nos detuvimos y fondeamos frente a la costa de ese Gran Desierto.

4.- Tras dejar atrás este lugar seguimos navegando varias jornadas y fundamos las ciudades llamadas: Fuerte Cario, Gite, Acra, Mélita y Arambis.

5.- Desde allí, navegando por un gran río, (el Cretes), llegamos a un lago. Empleamos una jornada para llegar al fondo del lago, que se hallaba dominado por grandes montañas llenas de salvajes, ataviados con pieles de animales, que nos arrojaron piedras y nos obligaron a alejarnos, impidiéndonos desembarcar.

6.- Y, después de aprovisionarnos de agua, zarpamos de allí, prosiguiendo nuestra singladura por espacio de cinco días, a lo largo de la costa, hasta llegar a una gran bahía, que nuestros intérpretes manifestaron se llamaba “Cuerno del Oeste”. En dicha bahía y por la noche, advertimos que se encendían numerosas hogueras y escuchamos sonidos de flautas, así como ruido de címbalos y timbales, y un incesante griterío, que por el terror que se apoderó de nosotros, abandonamos el lugar.

7.- Seguimos navegando varios días hasta que arribamos a una bahía que recibe el nombre de “Cuerno del Sur”.

8.- Nos encontramos con una isla llena de animales peludos y que los intérpretes llamaron “gorilas”, capturamos tres hembras, que se dedicaron a morder y arañar a sus captores, así que las matamos y las desollamos, transportando sus pieles a Cartago. Lo cierto es que ya no seguimos nuestro periplo, dado que nos comenzaron a faltar las provisiones.

IBIZA Y LA DIOSA TANIT


Ibiza es una pequeña isla mediterránea de 541 kilómetros cuadrados, que tiene 41 km. de largo por 20 de ancho. Es una isla con un pasado milenario, que fue conquistada y ocupada por varios pueblos de la antigüedad.

En ella estuvieron los fenicios, que tras navegar bajo la sombra del peñón de Es Vedrá, decidieron establecer allí una de sus colonias más importantes del Mediterráneo, que le sirvió de base en sus rutas comerciales, alcanzando con ellas importante auge económico, que les llevó a acuñaciones monetarias con el símbolo de la isla, el dios Bes, nominada durante muchos años como la “isla de Bes”.

Según la tradición, fue en estos roques donde primero estuvo un santuario dedicado a la diosa Tanit.

La ocupación extensiva de la isla por los fenicios hizo que creciera su producción y riqueza de productos, tales como: la lana, los higos, el vino y sobre todo la sal, que obtenían de grandes salinas en el sur de la isla.

Los romanos intentaron conquistarla, pero una flota cartaginesa al mando del general púnico Magón, se apoderó de ella. Los cartagineses establecieron varios asentamientos en el sur y sobre todo mejoraron el rendimiento de las salinas.

Durante la segunda guerra púnica, aunque por poco tiempo, los romanos se apoderan de la isla a la que llamaron “Insula Augusta”, en continuidad al nombre sagrado fenicio de Isla de Bes.

Los cartagineses, al igual que hicieron en todos los territorios por ellos ocupados, fue establecer con prioridad un santuario dedicado a la “Diosa Tanit”, hecho muy singular porque, por primera vez se va a venerar y adorar a una diosa en exclusiva, olvidando al dios principal.
Este hecho cobró mayor importancia porque Tanit estaba considerada como una diosa “paredra”, es decir, una diosa que se sentaba junto al dios principal en un nivel ligeramente inferior.

Desde tiempos inmemoriales, la inmensa mayoría de los santuarios han sido erigidos en lugares destacados de las ciudades y los pueblos. No son muy frecuentes los santuarios trogloditas, es decir, aquellos que han sido instalados en cuevas. El santuario instalado por los cartagineses en la isla Ibiza, está en una cueva: la “Cova des Cullerán”.

Se desconoce el motivo de esta decisión, pero la creencia más generalizada es que, sometidos como estaban los cartagineses a continuas luchas, principalmente contra los romanos, querían preservar a su diosa de una posible “profanación”.
Lo que hace de Es Cullerán un santuario único en todo el mundo fenicio-púnico es el hallazgo de gran número de exvotos, así como de un texto inscrito en una plaqueta metálica, que conforma su adscripción al culto a la diosa Tanit.

La cueva santuario, erigida en honor de la diosa “Tanit”, está situada en las montañas sobre la cala de San Vicente, en el municipio de San Juan, a una altitud de 150 metros sobre el nivel del mar.
Se llega a ella por la carretera de Santa Eulalia y antes de llegar a la cala nos encontramos con un cartel indicando la dirección del desvío que hay que tomar para llegar a la cueva. Después de dejar el coche, se prosigue andando durante unos 15 minutos por un camino de montaña alta hasta bajar a la entrada de la cueva, por una escalera de piedra, actualmente en construcción. Desde allí se observa una impresionante vista y una espectacular panorámica de la cala, con el islote de Tagomago al fondo.

El santuario púnico de es Cullerán tiene, en primer lugar, un recinto de planta rectangular, parcialmente excavado en la roca para conseguir un suelo horizontal. En este recinto estaba el altar y es donde se realizaban las ofrendas y los sacrificios.

El segundo recinto, al norte de anterior y comunicado con este, tiene forma irregular y de unos 25 metros cuadrados, con gran número de estalactitas, formando parte de la cueva y es donde estaba situada la imagen del culto, y donde solo los sacerdotes tendrían acceso. Cuenta el santuario con un tercer recinto, actualmente semiderruido, destinado a enterrar los restos de sacrificios y comidas rituales, junto con los exvotos, porque su carácter sacro impedía que fueran desechados fuera del santuario.

El terreno de los alrededores forma parte de una ladera rocosa con un bosque de pinos, de gran belleza. La cueva está en un lugar solitario; durante el recorrido, para acceder a ella, no se ve a nadie e impone un poco ir solos por allí.

Junto a la entrada hay una pequeña cisterna descubierta y mal conservada.

Con la derrota de los cartagineses, en la tercera guerra púnica, los romanos ocuparon la isla, los sacerdotes taponaron la entrada y el santuario a Tanit quedó oculto y olvidado.

La cueva fue descubierta en 1907 por los payeses del lugar y cuando los arqueólogos llegaron a ella se dan cuenta de la importancia del hallazgo, pues sin excavar mucho sacaron más de 600 pequeñas figuras que representaban a la diosa Tanit, pasando a convertirse en una de las colecciones más importantes del arte púnico; además de varios objetos de adorno y un pequeño león de hueso o de marfil.

La cueva fue objeto de numerosos saqueos, muchas de las piezas encontradas pasaron a manos privadas y a museos públicos fuera de Ibiza. Una plaquita metálica descubierta por un campesino en 1923, escrita por el anverso y reverso con texto púnico, que habla del santuario y su dedicación a la diosa Tanit, fue adquirida por la Diputación de Alicante y está expuesta en el Museo Arqueológico de dicha ciudad.

Los objetos encontrados por los arqueólogos, cuando el descubrimiento de la cueva y los de posteriores excavaciones se encuentran depositados en el Museo Arqueológico de Ibiza.

La cueva ha sufrido varios derrumbes, posiblemente por causas naturales, que han afectado a la primera sala de la cueva, al ceder algunos bloques de la bóveda que han afectado a muchas estalactitas y estalagmitas que aparecen rotas. En el techo se observan bloques de piedras trabadas y en equilibrio, apoyados unos con otros, con peligro inminente de caerse. Si no hay una urgente intervención, sería una pena el hundimiento irreversible del santuario.

Algunos visitantes depositan objetos, la mayoría sin relación alguna con el santuario.

Este hecho confirma el poco cuidado y casi abandono que se observa de la misma.


MUSEO ARQUEOLÓGICO DE IBIZA


En el Museo Arqueológico de Ibiza se encuentran, no solo los objetos localizados en la cueva de “Es Culleram” sino los hallados en la isla, de todas las civilizaciones que pasaron por ella, así como los encontrados en la necrópolis de “Puig de Molins” que se encuentra adjunta al Museo Arqueológico.

La principal y más valiosa figura que se conserva en el Museo, es la de la “Diosa Tanit”, que hemos reproducido al comienzo de este trabajo.

La figura es un busto femenino que representa la imagen de una mujer de facciones clásicas, peinada con bandas de bucles ondulados, divididos en la frente y rematada en la parte superior con un lazo. Sobre su cabeza lleva un kalathos cónico y liso, (vaso en forma de sombrero), las orejas aparecen perforadas para llevar aretes. La figura se encontró parcialmente fragmentada y todavía conserva restos de engobe blanquecino y policromía en tono rojizo por el cabello y los labios.

Después de su hallazgo la figura fue restaurada y se encuentra expuesta en el Museo en una vitrina exenta, cubierta con una urna de cristal. Ha sido objeto de gran difusión, ocupando carteles, sellos y numerosas aplicaciones. Ha alcanzado tanta fama que su imagen se convierte en un icono vinculado con la isla de Ibiza.

Del original, la dirección del Museo y la Fundación que lleva su nombre, han autorizado la obtención de un solo molde con el que sacar un determinado número de copias. Una de esas copias se encuentra en el M.E.T. Museo Etnográfico Tanit, de San Bartolomé de Lanzarote.

SIMBOLOGIA PUNICA EN CANARIAS


Hemos referenciado las diferentes representaciones y nominaciones que, a través de la historia, ha tenido la Diosa-Madre.

En Canarias, al ser un territorio fragmentado en islas, con escasa o nula comunicación entre ellas, en tiempos pre-hispánicos, en algunas islas y según algunos historiadores, la Diosa-Madre ha sido designada con diferentes nombres y diferentes formas, entre ellas: “Chaxiraxi”, “Abora”, “Moneyba” y “Tara”. No se ha encontrado una relación directa entre estas diosas y la Diosa Tanit; es posible que “Tara” tenga alguna relación morfológica con “Tanit”, pero de de momento es una suposición por confirmar.

Independientemente de lo anterior, se ha comprobado que, en nuestras islas se han localizado numerosos grabados y alguna estatuaria de la diosa Tanit, sobre todo del símbolo de la diosa, que tanto difundieron los cartagineses por el área mediterránea.

En el pozo de la Cruz de “San Marcial del Rubicón”, de Lanzarote; en “Balos”, de Gran Canaria y en el “Panel de Aripe” de Guia de Isora en Tenerife, se han localizado las grabaciones simbólicas más claras de la diosa Tanit.

Se han localizado grabaciones arqueológicas irrefutables, con el símbolo triangular de Tanit, con menor nitidez, en “Pico de Piragua”, Tetir, Fuerteventura; “Morro del cuervo”, “Cueva de la Laja” y de “La Mula”, en Gran Canaria; “Matoso”, “Guadameñe” y “Altar de Taganana” en Tenerife.
En la “Cueva pintada de Gáldar”, Gran Canaria, se ha localizado abundante material arqueológico, entre ellos una figurilla triangular, similar a las que se conservan en el Museo de Ibiza.

De todos los signos púnicos que se han localizado en Canarias, coincidentes con el difundido por los cartagineses en todo el ámbito de la costa mediterránea, y el que aparece con mayor nitidez, es el localizado en 1986 por los profesores Tejera Gaspar y Aznar Vallejo, grabado en un bloque de piedra del brocal del “Pozo de la Cruz” de San Marcial del Rubicón, Yaiza. Se trata del símbolo de Tanit, la diosa que a través de los siglos ha sido venerada por la mayoría de los pueblos de la antigüedad, desde los semitas con el nombre de “Isthar”, posteriormente los fenicios con el de “Astarté” y por último los cartagineses con el de “Tanit”.

En este signo se aprecia el símbolo de la diosa púnica de la fertilidad con los brazos extendidos y sobre ellos el disco solar.
Según sus descubridores este símbolo tiene la peculiaridad de que el tronco no se representa por un triángulo, sino por un rombo, de forma similar a unos idolillos femeninos perniabiertos, como los encontrados junto a la Cueva Pintada de Gáldar, en Gran Canaria.


Junto al grabado del símbolo de la “Diosa Tanit”, aparecen signos de escritura cuneiforme, creada por los sumerios en el siglo IV a.C. y transmitida a varios pueblos antiguos, entre ellos los fenicios.

El M.E.T. Museo Etnográfico Tanit, nombre elegido por sus fundadores, hace referencia a “Tanit” diosa con numerosos atributos, de los que hemos seleccionado los del “Amor, la Fortuna y la Fecundidad”, con el objetivo que el Museo sea un importante patrimonio cultural de Lanzarote.

JOSÉ FERRER PERDOMO

Nace en San Bartolomé de Lanzarote el 2 de Mayo de 1936.
Cursa los estudios de enseñanza primaria en la Escuela Pública de niños Nº 2 de San Bartolomé y los primeros cursos del Bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media de Arrecife. Termina el Bachillerato en el Colegio Claret de Las Palmas.
Estudia Magisterio en Las Palmas de Gran Canaria; Primer Ciclo de Ciencias Químicas en La Laguna y Enología en Requena, Valencia.
Desarrolla su labor docente: en Las Palmas de Gran Canaria; en la Escuela de Niños de La Vegueta (Tinajo); en los Colegios La Marina y Las Salinas de Arrecife, de los que fue Director hasta 1996 en que se jubiló, con 60 años de edad y 40 de servicio.
Concejal y Primer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Arrecife, desde 1973 a 1979. Durante su mandato promovió la compra de solares para la construcción de los Colegios: Antonio Zerolo, Las Salinas y Los Geranios.
Consigue para Lanzarote la Delegación Insular de las clases de Adultos, de la que fue primer Delegado; implanta los exámenes para la obtención del Certificado de Escolaridad en el Centro Penitenciario de Tahiche y en el Batallón de Infantería Canarias 50, motivo por el que en 1978, le fue concedida la Cruz al Mérito Militar con Distintivo Blanco.
Vocal electo, por Lanzarote, en la Junta Provincial de la Mutualidad de Funcionarios Civiles del Estado, (1973 - 1979), logrando sensibles mejoras en las atenciones sanitarias de los funcionarios y la creación de una Delegación Insular de MUFACE en la isla, de la que fue Delegado los primeros años.
Cofundador de la Asamblea Insular de Cruz Roja Española, en Lanzarote.
Miembro del Club de Leones de Arrecife y Presidente en 1973.
Vocal fundacional, Febrero de 1975, del Patronato del Museo de Arte Contemporáneo de Lanzarote, con sede en el Castillo de San José de Arrecife.
Diputado Regional del Parlamento Constituyente de Canarias, en 1982 y Diputado Electo en la Primera Legislatura: 1983 - 1987.
Crea, con su esposa Remi de Quintana, en Febrero de 2000, el “Museo Etnográfico Tanit”, en San Bartolomé de Lanzarote, instalado en las Bodegas de una antigua casona tradicional canaria, construida por sus antepasados en 1735.
Ha escrito varios artículos culturales e históricos relacionados con su pueblo natal; autor de las “Efemérides Lanzaroteñas” y de las obras: “El Mayor Guerra”, “Un lanzaroteño en ultramar” y “La Casa Ajei”.
En Julio de 2004, ingresa en la Academia de las Ciencias e Ingenierías de Lanzarote, como Académico Correspondiente, con el discurso: “La Etnografía de Lanzarote: El Museo Tanit”, y en Julio de 2008, como Académico de Número, con el discurso “Juan Oliveros: carpintero – imaginero”, ambos impresos.
Remy de Quintana

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