lunes, 12 de mayo de 2014

EFEMERIDES CANARIAS






UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1911-1920



CAPITULO-XVII




                                Eduardo Pedro García Rodríguez

1913. 
Nace en  La  Hoy de Arriba, Arona, María Luisa Rodríguez García.

Personajes populares del Sur de Tenerife.
María Luisa Rodríguez nació en 1913, en la Hoya de Arriba, en la actualidad más conocido por el barrio de San Nicolás, en Arona. María Luisa ha sido conocida por una larga ristra de apodos, por `María Luisa la de Frasquita`, sobrenombre que adquirió por el de su madre, Francisca Rodríguez `Frasquita`; `María Luisa la de Diego` o `María Luisa Melo`, después de su boda con Diego Melo; `María Luisa la del Cabo`, por ser el lugar donde habita, en Cabo de Abajo, en el Valle de San Lorenzo; `María Luisa la dulcera`, por sus muchos años dedicados a este menester, a la elaboración de bodas.
María Luisa ha sido como un paisaje abierto por donde poder pasear, recorrer palmo a palmo, la vida cotidiana del Municipio de Arona. Su nacimiento en Arona, su estancia en Los Cristianos y en el Valle de San Lorenzo, donde falleció el 16 de febrero de 2012; además de sus múltiples quehaceres, le aportaron un rico y dilatado bagaje. Entre sus cálidas manos y su tierna y refrescante mirada atesoró la extensa sabiduría que dan los años vividos intensamente.
Su lucha diaria le llevó a dedicarse a infinitas tareas, además de la propias del hogar y del cuidado de sus hijos. Desde casi su niñez estaba de sirvienta en una “casa pudiente” de Arona, lo que le sirvió de experiencia para después dedicarse a la preparación de comidas de todo tipo y manera. Desde alguna casa particular a ventorrillos, acondicionados en los festejos de Arona. Unos palos áhi cruzados y forrados con sabanas y iluminados con carburos, en los que la carne asada, con brasero de carbón, o guisada, perfumaba las viejas piedras de la plaza aronera, abría el apetito, al que se saciaba con el acompañamiento del buen vino de La Escalona. Asimismo regentó una cantina en Los Cristianos, y se dedicó entre los años cincuenta y setenta a preparar bodas, algunas de las cuales sobrepasaron los trescientos invitados.
Las carencias en su familia le hizo aprender pronto el duro oficio de la vida. La necesidad te obliga, aprendía un poco con mi tía, un poco con mi madre, los dulces, arriba con la madre de María, en todos los sitios practicaba un fisquito. Esos buenos consejos, en la elaboración de los dulces, eran de Adorcinda Melo, que vivía en El Hoyo, en Vilaflor. Con las bodas se inició cuando se estableció en el Valle de San Lorenzo, mientras su marido se movía entre los trabajos en la carretera general del Sur, “la carretera vieja”, y las tareas de labrante. Durante bastantes años, María Luisa se dedicó a preparar los manjares en las celebraciones de las bodas, donde relaciones y amistad se mezclaban con la gastronomía.
Con este quehacer recorrió buena parte de la geografía del Sur de Tenerife. En ello puso ese buen hacer que aprendió con pocos años, para ella no tenía ningún secreto ni los hornos de leña, ni los fogones de leña o de gas. De sus manos brotaban almendrados, matrimonios, dedos de santo, tortas; dulces en general, que unas veces servían como principal comida y otras como remate a una sabrosa sopa de gallina, carne de cabra, garbanzos, pescado salado, o cualquier otra que le encargasen.
Con dulces, vino y chocolate, mesas en el centro de una sala espaciosa y sillas a lo largo de sus paredes, se celebraron muchos de estos banquetes, los más sencillos. Era usual la matanza de alguna cabra o cochino, casi siempre criado en la misma casa para la ocasión; algún ejemplo nos ha comentado donde se sacrificaron hasta seis cabras. Menos frecuente era el uso de pescado salado. También las compuso exclusivamente con aves, que una vez hicimos una boda en El Roque, de treinta y ocho aves, entre gallinas y patos, porque no querían carne de otra.
Yo llevaba de todo, las milanas, los baños, la batidora, las máquinas, todo, y después ellos ponían los ingredientes y pagaban el horno, que les cobraban por tres días, veinte duros. Y yo les decía, tantos huevos, tanto aceite, tanta leche y de harina cogíamos un saco, la abríamos y después se descontaba la que quedaba, porque quién iba a pesar kilo a kilo, porque si hacía un baño de tortas y otro baño de rosquetes. Las bodas se celebraban en las casas familiares o en algún salón disponible, produciéndose el caso de alguna que se ordenaron las mesas y las sillas en una huerta. Muchas veces cobraba su trabajo con otros productos, como cuando le preparó la boda a la hija de un cabrero, por la cual obtuvo unos quesos y unas latas de dulces; también preparó otra en La Escalona, a cambio de papas.
María Luisa tuvo otras tantas ocupaciones, entre las que se podría resaltar la de marchanta, la de vendedora de pescado. Mujeres que recorrían largos trayectos, desde la costa hasta las medianías, para vender o intercambiar el pescado. Duros y penosos traslados, hasta el Valle de San Lorenzo, hasta Arona, hasta La Escalona o hasta Vilaflor si antes no se había vendido. A veces llevábamos hasta cuarenta, cincuenta kilos, según, así tengo hoy el pescuezo, la columna, uno descansaba en una pared bajita y se fuchía como los camellos, eso hacía una fuerza, se esconchaba una todo. Tenía una que pensar en tal sitio hay una pared que sirve, pues escapábamos corriendo a buscar el descansadero.
Seretas de mimbre, balanzas de madera, de latas de galletas; con pesas de callaos. El producto se recogía en la misma playa o en la casa del pescador, se pesaba y se enhebraba, y después de su venta, a la vuelta, se arreglaban cuentas. Como nos apunta María Luisa: lo pesábamos y después lo enhebrábamos, para cogerlo más fácil, porque es mejor coger una sarta que no llevar unas pesas, pa estar pesando lo llevamos enhebrado por kilos, por medios kilos. Por áhi arriba se vendía de todo, menos sardinas y arenques, la gente le tenía miedo a las sardinas y a los arenques y ya hoy tú ves lo mandan los médicos, pues las caballas no se vendían mucho, pero se vendían, la vieja, la salema, todo lo que se recogía.
El pescado fresco para vender de un día para otro, y llevarlo a las medianías, se transportaba con un poco de sal y tapado con musgos, de modo que llegase a su destino en mejores condiciones. El resto del pescado que no se consumía en el día había que realizarse alguna práctica, como el jareado, para conservarlo. Se jareaba casi todo tipo de pescado, sobre todo de caballas y sardinas, pero también de viejas, las más apreciadas, o de morenas. Asimismo salaba y jareaba pescado cobrando con una parte de lo jareado que después vendía. Y como le sucedió con las bodas, también en el trasiego del pescado, muchas veces no lo vendía, lo intercambiaba por papas, por carne de cochino. (Marcos Brito)
María Luisa se bajó al mundo a comienzos de siglo XX. Aprendió, desde su cuna, entre las anchas paredes de barro y piedra de la casa materna, los buenos aromas, los sabores de la cocina tradicional. Con su madre, con su familia, comenzó a apreciar los productos de la tierra, a mezclarlos con la sabiduría adquirida en la escasez. Por la huella de sus manos han pasado los mejores manjares, por esas amplias manos que cuando te abraza, te recoge en su regazo, te traslada su amor, ese calor amasado, atrapado, en ese horno de la vida. (Marcos Brito, 2012)
1913.
Nace en Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma) Segundo Piñero Rodríguez. Obtiene el Título en Cádiz (España) en 1940. Perteneció al Cuerpo de APD., por oposición y tuvo asignada la plaza de Breña Alta y aunque en ésta ciudad no ejerció de lleno, ha sido un compañero interesado siempre por los problemas de la profesión, estando colegiado, como tal y si­guiendo siempre las incidencias profesionales. Fue maes­tro nacional y director de grupo escolar, desempeñando además cargos de relieve en la vida insular, entre ellos conse­jero y en varias ocasiones acci­dentalmente presidente del Cabildo Insular. Ha sido presidente de la delegación en la isla, de la Cá­mara Oficial de Comercio, Industria y Navegación.
1913 Noviembre. El presidente del Cabildo Insular de Banahuare (La Palma), José Francisco de Sotomayor y Pinto, pidió al director general de Obras Públicas de la Metrópoli que se pusiera en servicio "la parte ya terminada del puerto", que era entonces de 121 metros, más otros 20 metros ya construidos en el arranque y en el ensanche del trozo de muelle antiguo.

1913.
Notas en torno al asentamiento colonial europeo en el Valle Sagrado de Aguere
 (La Laguna) después de la invasión y conquista de la isla Chinech (Tenerife),
desarrollo de la sociedad criolla.
El fracaso reformista en la metrópoli y su repercusión en la colonia canaria.
“Abandonando su cargo de Presidente del Congreso el conde de Romanones acepta el encargo real de ponerse al frente del gobierno. La prensa conservadora de La Laguna lo recibe como a un enemigo de Te­nerife, al haberse presentado en las últimas elecciones por Las Palmas, aún cuando renunciase al acta de diputado por aquella circunscripción.

Las críticas a la política liberal y al protagonismo de Benito Pérez Armas se suman en los meses siguientes a las continúas quejas que El Periódico dirige al Alcalde, convertidas a fines de año en abierto enfren-tamiento, y que se prolongará en los primeros meses de 1913. Se le acusa de cuantos problemas presenta la ciudad: calles en mal estado, falta de higiene, perros abandonados, mendicidad, inexistencia de un hospital de aislamiento, carencias en las escuelas, situación de los mon­tes, etc. Frente a la supuesta ineficacia de José Tabares Bartlet se recuer­da con nostalgia el gobierno conservador de Juan de Ascanio y Nieves.

El atentado contra el rey el 13 de abril, la crisis del gobierno en junio y los sucesos de África son otros tantos focos de atención infor­mativa en estos meses.

Durante el verano La Laguna vuelve a recuperar su capitalidad oficiosa, este año animada con los comentarios que provoca la au­sencia de concejales a la ceremonia del Pendón de la conquista, con la reapertura de la Catedral después de las obras de mejora realizadas y con el homenaje que se tributa al Obispo de la Diócesis. Todo ello sin olvidar los ataques al Alcalde, que alcanzan un carácter cada vez más personal, afirmando su enemistad con autoridades civiles y militares así como la falta de aprecio que hacia él demostraba la ciudad.
La pérdida de confianza del gobierno y el encargo realizado a Eduardo Dato de presidir el turno conservador preceden a las eleccio­nes municipales de noviembre. Tras su celebración Tabares Bartlet presenta su dimisión, pasando a presidir la Corporación su primer te­niente de Alcalde, Juan de la Rosa y Real. El día 27 visita la ciudad el nuevo gobernador, conde de Casa-Segovia.

Sólo unos días después Lucas Vega y Padrón es nombrado Alcal­de de Real Orden, regresando los conservadores bajo la presidencia de quien ya había ostentado en el pasado el gobierno municipal. Sus primeras actuaciones se dirigen a recordar las normas de obligado cumplimiento en cuanto a ornato urbano e higiene pública, a lo que se añade un bando de 20 de enero prohibiendo a los niños y niñas deam­bular por las calles de la ciudad.

En el período que transcurre entre la disolución de las Cortes en enero y las elecciones de marzo la mayoría liberal en el Ayuntamiento de La Laguna consigue paralizar momentáneamente las obras que por iniciativa del Alcalde se habían iniciado. En cuanto a la campaña elec­toral carece en Tenerife de excesivo interés, al darse por descontado un acuerdo previo para el reparto de las actas de diputado.

En mayo se reactivan las protestas por la creación del Instituto en Las Palmas, al tiempo que se anuncia el próximo establecimiento en La Lagu­na del cuartel de tropas de caballería, avanzan las obras del nuevo teatro y se concede el título de hijo adoptivo al arcipestre Luis Palahí e Hidalgado. Se fundan además en este mes la Cantina Escolar y el Ropero infantil.

El triunfo conservador también trae consigo el reconocimiento pú­blico de Adolfo Cabrera Pinto, acordando el Ayuntamiento en sesión de 17 de junio la colocación de un busto, adquirido por suscripción po­pular, en la plaza de Guillermo Ranees, que da acceso al Instituto.” (La Laguna 500 años de historia. Tomo III. María F. Núñez Muñoz, 1998: 125 y ss.)

1913.
La casa amarilla es un inmueble de dos plantas de estilo colonial canario rodeada de plataneras en la llamada finca de la costa, situada en los llanos de la paz, propiedad de don Melchor Luz y Lima. En el año 1913 se instala en dicha casa lo que se llamo la Estación Antropoide de la Academia prusiana de Ciencias de Berlín, con el beneplácito del gobierno alemán y la autorización del gobierno español, financiada a través de la Fundación Albert Samson.
Traídos desde el Camerún por el profesor Eugen L. Teuber, los primeros primates eran orangutanes y chimpancés, fueron depositados por algunos días en dependencias del Hotel Martianez en jaulas individuales, y de aquí trasladados a la Casa Amarilla donde tenia él suficiente espacio para establecer las jaulas y realizar los primeros pasos y experimentos por este profesor.
Afínales del mismo año 1913, llega a la isla Wolfgang Köhler (1887-1967), psicólogo alemán que había nacido el 21 de enero de 1887 en Reval Bahía de Tellin Rusia, en el golfo de Finlandia, actualmente capital de Estonia. Entre 1905 y 1909 accedió a las Universidades de Tübingen, Bonn, y Berlín, estudio con el influyente psicólogo Carl Stumpf, y dos famosos físicos Walter Hermann Nernst (1864-1941) y Max Karl Planck (1858-1947). En 1909 obtuvo el doctorado bajo la dirección de Carl Stumpf, con una tesis sobre la percepción del sonido. Este mismo año marcho a Frankfurt del Main como ayudante del laboratorio psicológico del profesor E. Eschumann, colaborando con Max Wartheimer (1880-1945) y Kurt Koffka (1886-1941), en la Gestaltpsychologie realizo con ellos los históricos experimentos que establecieron la psicología llamada Gestalt o movimiento gestalista. El 1 de octubre de 1912 se casó con la escultora y pintora Tekla Archenbach, residiendo en Berlín y trabajando en su Universidad. En 1913 Carl Stumpf le recomienda como Director de la Estación de Antropoides de la Academia Prusiana de Ciencias de Balín, en el Puerto de la Cruz Isla de Tenerife, para realizar estudios con los primates, con el fin de observar su comportamiento y establecer criterios sobre psicología animal, el Sr. Köhler no llego solo, trajo a su esposa Thekla y dos de sus cuatro hijos, ya que dos nacieron en el Puerto de la Cruz, en esta casa de la costa tenían la vivienda y laboratorio de experimentación, el cuidador de los primates era un vecino del Puerto de la Cruz llamado Manuel González García.
En aquella época a esta instalación científica, Estación de Antropoides de la Academia Prusiana de Ciencias le precedió otra en 1914, el observatorio meteorológico La Grieta instalado en Las Cañadas del Teide, supervisado por los científicos H. Dember, M. Uibe y W. Bichheim. La presencia de esta potencia europea en el archipiélago debido al florecimiento económico que experimentaba este país a principios del siglo XX, era motivo para controlar las rutas marítimas en el que todas las mercancías se transportaban en barcos, la situación geográfica del archipiélago tenían una importancia fundamental para el continente europeo.
Eran los años de la primera Guerra Mundial afectaba especialmente a nuestras islas por su conocida posición estratégica. En esta confrontación se inaugura los primeros submarinos sin autonomía y era necesario del respaldo de observadores desde tierra a través de la telegrafía sin hilos.
Este invento de la telegrafía a larga distancia sin hilos de Guglielmo Marconi (1874-1937) desarrollado en la Universidad de Bolonia en el año 1895 fue un avance importante que fue aprovechado durante la primera Guerra Mundial por todos los contendientes.
Había sospechas de que Köhler contaba con un aparato de telegrafía en su casa con el cual emitía a Alemania y que los contactos telegráficos que mantenía con H. Dember, M. Uibe y W. Bichheim se debía a que compartían las actividades de espionaje.
En diciembre de 1916 una recomendación del Almirantazgo Británico aconseja a sus armadores y el de sus aliados evitar los viajes de sus buques por aguas de Canarias, hubo hundimiento de varios buques turístico-fruteros por el bloqueo impuesto por los submarinos alemanes en toda la zona del Atlántico.
La duración del conflicto supuso para la economía isleña perdidas para exportadores, cosecheros y el cierre de establecimientos hoteleros muchos de ellos con capital británico.
Estos tres meteorólogos que realizaban actividades supuestamente científicas en el observatorio meteorológico La Grieta, fueron expulsados en 1917 por sospechas de haber dirigido sus observaciones hacia el mar y no hacia el cielo.
Los Británicos necesitaban impedir la presencia y la actividad de Köhler, tenían que expulsarlo de la finca la costa, ya que era un lugar estratégico. Así que la casa y la finca fue comprada con capital cedido por el gobierno Británico a la empresa inglesa establecida en Tenerife, Compañía Naviera y Bananera Yeoward Brothers, que defendía los intereses Británicos en esta guerra, de la misma manera que Köhler se sumó a tareas de espionaje en apoyo de Alemania.
A finales de 1918, Köhler se traslada a otra casa, ubicada en la finca El Ciprés, La orotava, la colonia Británica en Tenerife, que tenia una presencia y influencia muy fuerte y consolidada en la sociedad tinerfeña, había hostigado constantemente a Köhler.
En el año 1920, el gobierno español con la presidencia de Eduardo Dato Radier (1857-1921) y bajo el reinado de Alfonso XIII, forzó la salida de Köhler del país y la Estación Antropoide se desmonto. Hoy solo quedan las ruinas de lo que fue La Casa Amarilla,
Estación Antropoide de la Academia Prusiana de Ciencias de Berlín en el Puerto de la Cruz. (Bernardo Cabo Ramón. Miembro de la Agrupación Ranillera).

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