miércoles, 18 de julio de 2012

¡TRISTE, MUY TRISTE!


¡TRISTE, MUY TRISTE!


En época precolonial, nuestros bosques prácticamente llegaban hasta las orillas de las playas, una ves que los invasores dieron por sometidas las islas comenzaron la brutal deforestación, primero talando los montes para conseguir terrenos para sus cultivos intensivos, después para las construcciones de sus casas y templos, barcos, leña para sus hogares, el carboneo, tablas para las cajas de embalajes de los pilones de azucar, tablas para exportar a España. Leña para suministrar a los navíos, los pinos sacrificados para la obtención de la pez,  y sobre todo, las ingentes cantidades de leña que precisaban los ingenios azucareros, e incluso los Cabildos coloniales obtenían la mayor parte de sus ingresos de los aprovechamientos forestales, todo ello condujo a la practica desaparición de nuestros montes. Posteriormente, gracias al empleo del carbón mineral y al gas, lo que restaba de nuestros montes tuvieron unos momentos de respiro y cierta recuperación.

En los tiempos actuales, los criollos herederos ideológicos de aquellos invasores depredadores - a pesar de lo que digan-, y de las leyes presuntamente proteccionista del medio ambiente, continúan mostrado hacía nuestros montes el mismo desprecio que sus antecesores, interesa muchos más quemar los montes para conseguir la recalificación de los terrenos resultantes como urbanizables para la construcción de urbanizaciones y chalets  “en plena naturaleza” que conservar los elementos imprescindibles para obtener la poca agua natural de que podemos disponer.

Sabemos que la pinocha es en potencia una yesca que prende rápidamente, basta con un trozo de vidrio que refleje los rayos solares, una colilla de un traspunte, un rayo o una chispa de cualquier cable de alta tensión de las muchas torretas que cruzan los montes, para que se inicien incendios desbastadores como los que hemos sufrido en la última década.

Siendo esto así, no nos explicamos por que las autoridades coloniales competentes en la materia en sus políticas “conservacionistas del medio ambiente” no llevan a cabo labores de limpieza de los montes que no sean sólo los cortes  destinados a obtener maderas para fabricas de palé, ¿Por qué se ponen trabas e incluso se sanciona a quienes pretenden aprovechar la pinocha como cama para sus ganados o como abono para los terrenos?  ¿Por qué se permite que en algunos lugares de los montes la pinocha alcance un metro de altura?

Esta claro que estos políticos dependientes e inoperantes que dicen representar los intereses de Canarias, no tienen otras miras que sus bolsillos y los de sus amigos empresarios foráneos, para ello y a base de nuestros impuestos llevan a cabo obras faraónicas, innecesarios tranvías y trenes, mientras que aspectos básicos para nuestra supervivencia como son los montes, están prácticamente abandonados.

Eso sí, tragedias dantescas como las que hemos sufrido y estamos sufriendo actualmente en las Islas de La Palma, La Gomera y Tenerife, estos políticos estómagos agradecidos se dan prisa en salir en la foto con caras compungidas y rebuscadas palabras de condolencias, como si realmente no tuvieran ninguna responsabilidad en los hechos.

En fin, aunque debiéramos estar acostumbrados, nos cuesta asumir que estas situaciones se dan sólo en las colonias.

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