¡TRISTE, MUY TRISTE!
En
época precolonial, nuestros bosques prácticamente llegaban hasta las orillas de
las playas, una ves que los invasores dieron por sometidas las islas comenzaron
la brutal deforestación, primero talando los montes para conseguir terrenos
para sus cultivos intensivos, después para las construcciones de sus casas y
templos, barcos, leña para sus hogares, el carboneo, tablas para las cajas de
embalajes de los pilones de azucar, tablas para exportar a España. Leña para
suministrar a los navíos, los pinos sacrificados para la obtención de la
pez, y sobre todo, las ingentes
cantidades de leña que precisaban los ingenios azucareros, e incluso los
Cabildos coloniales obtenían la mayor parte de sus ingresos de los
aprovechamientos forestales, todo ello condujo a la practica desaparición de
nuestros montes. Posteriormente, gracias al empleo del carbón mineral y al gas,
lo que restaba de nuestros montes tuvieron unos momentos de respiro y cierta
recuperación.
En
los tiempos actuales, los criollos herederos ideológicos de aquellos invasores
depredadores - a pesar de lo que digan-, y de las leyes presuntamente
proteccionista del medio ambiente, continúan mostrado hacía nuestros montes el
mismo desprecio que sus antecesores, interesa muchos más quemar los montes para
conseguir la recalificación de los terrenos resultantes como urbanizables para
la construcción de urbanizaciones y chalets
“en plena naturaleza” que conservar los elementos imprescindibles para
obtener la poca agua natural de que podemos disponer.
Sabemos
que la pinocha es en potencia una yesca que prende rápidamente, basta con un
trozo de vidrio que refleje los rayos solares, una colilla de un traspunte, un
rayo o una chispa de cualquier cable de alta tensión de las muchas torretas que
cruzan los montes, para que se inicien incendios desbastadores como los que
hemos sufrido en la última década.
Siendo
esto así, no nos explicamos por que las autoridades coloniales competentes en
la materia en sus políticas “conservacionistas del medio ambiente” no llevan a
cabo labores de limpieza de los montes que no sean sólo los cortes destinados a obtener maderas para fabricas de
palé, ¿Por qué se ponen trabas e incluso se sanciona a quienes pretenden
aprovechar la pinocha como cama para sus ganados o como abono para los
terrenos? ¿Por qué se permite que en
algunos lugares de los montes la pinocha alcance un metro de altura?
Esta
claro que estos políticos dependientes e inoperantes que dicen representar los
intereses de Canarias, no tienen otras miras que sus bolsillos y los de sus
amigos empresarios foráneos, para ello y a base de nuestros impuestos llevan a
cabo obras faraónicas, innecesarios tranvías y trenes, mientras que aspectos
básicos para nuestra supervivencia como son los montes, están prácticamente
abandonados.
Eso
sí, tragedias dantescas como las que hemos sufrido y estamos sufriendo
actualmente en las Islas de La
Palma , La
Gomera y Tenerife, estos políticos estómagos agradecidos se
dan prisa en salir en la foto con caras compungidas y rebuscadas palabras de
condolencias, como si realmente no tuvieran ninguna responsabilidad en los
hechos.
En
fin, aunque debiéramos estar acostumbrados, nos cuesta asumir que estas
situaciones se dan sólo en las colonias.
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