Leyenda awuara
Cuenta
la leyenda awuara que en la
Cueva de Belmaco habitaban los jefes del cantón de Tigalate y
su hermana Arecida, y se dice de élla que era hermosa y encantadora. La joven
princesa se siente atraída por el apuesto Tinamarcín, admirado por ser un
hombre de buen corazón. Ambos se juran amor eterno y los soberanos Juguiro y
Garehagua ven con buenos ojos la unión de ambos. En un ambiente de júbilo
comienzan los preparativos de la boda a la que asistirán muchos príncipes isleños.
Pero todo se desvanece en segundos; embarcaciones extrañas arriban a la isla y
los indígenas toman las armas para defender su libertad. El inexperto
conquistador Guillen Peraza va al frente de los castellanos, pero pronto será
abatido por el propio Tinamarcín y el resto huye hacia La Gomera. El valiente
joven es aclamado por su hazaña y Arecida se siente orgullosa de su
prometido.
La venganza por parte de los cristianos no se hace
esperar; meses más tarde retornan acompañados por indígenas gomeros y herreños
que les servían de intérpretes y luchaban junto a ellos.
Jacomar fue el hombre cruel que truncó la felicidad de Arecida; quiso tomar por la fuerza lo que jamás lograría por amor y al no conseguirla le sacó la vida con un cuchillo. Tinamarcín quiere vengar la muerte de su amada, pero serán sus hermanos, los soberanos de Tigalate, quienes acaben con la vida del miserable traidor herreño. Su cuerpo fue festín de los guirres (aves de carroña) y en el recuerdo quedó aquel amor imposible que nunca dio su fruto.
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