El fantasma de Catalina Lercaro
Una de las leyendas más llamativas y misteriosas que
encierra la ciudad de La Laguna
es la del fantasma de Catalina Lercaro, una joven que falleció a finales
del XVI y que según afirman varios testigos sigue presente en su casa (La casa
Lercaro), el
actual Museo de Historia de Tenerife. Son varias las personas que afirman haber
oído voces o haber visto un espectro circular por las dependencias de las
instalaciones, aunque quizás el suceso más extraño es las reiteradas
escuchas de pasos en el piso superior del edificio, cuando no se encuentra más
que un único empleado haciendo la guardia en el recinto.
Pero esta historia nace hace ya varios siglos, a finales
del siglo XVI, cuando el noble Antonio Lercaro vivía en esa casa con su familia
y su hija Catalina. Tal y como era costumbre en la época, le obligaron
a contraer matrimonio con un hombre de avanzada edad, por lo que, al ver que su futuro no
podía ser cambiado, decidió quitarse la vida arrojándose el mismo día de su
boda a un pozo de la parte trasera de la vivienda, el cual se encuentra en la
actualidad tapiado. La leyenda apunta a que el cuerpo de Catalina está
enterrado en una de las estancias de la casa, debido a que, al haberse
suicidado, la Iglesia
se opuso a que recibiera cristiana sepultura en un cementerio. Es por ello que
muchos afirman que su alma aún se encuentra deambulando por la casa.
Afirma la historia que estos hechos motivaron que la
familia Lercaro se trasladara a vivir a La Orotava , lo que se debió, según el comentario
popular, al deseo de huir de la vergüenza de no llevarse a cabo la boda, a la
pena por la muerte de la joven y a los comentarios que se levantarían en la
ciudad. Es probable que hasta huyeran por el alma atormentada de Catalina,
según ha destacado un estudioso de los fenómenos paranormales como Héctor Pérez
Fajardo.
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