JUAN BETHENCOURT
ALFONSO
HISTORIA DEL PUEBLO
GUANCHE
NOTAS SUELTAS
Apuntes tomados del
tomo 2º
Sacerdotes Babilones
...sus ceremonias y ritos, pero
que nos inclinamos a que eran los principales en los que hemos llamado
paganismo clásico o séase en el culto rendido a las diosas Chaxiraxi, Abona,
etc.
Usaban como los anteriores hábito
talar suelto «pero de color encarnado y guapilete semejante
a la mitra de obispo». Su
recuerdo sobrevive entre los fieles de Icod, Fasnia y otros pueblos de la isla,
donde el vulgo al salir el cura a oficiar la misa reza invariablemente la
siguiente oración:
«Bien venido seas
babilón colorado
a decir la misa
a este pueblo honrado»
Así como no existía el celibato
entre los sacerdotes, hallábase establecido para las sacerdotisas, también
llamadas marimaguadas, tamonantes, las recogidas, las vírgenes, las doncellas y
las damas. Vivían en comunidad en monasterios o conventos; tomaban parte activa
en los oficios y ceremonias religiosas tocando y cantando con gran afinación y
armonía; servían sus casas de colegios a las jóvenes de la nobleza ya veces
salían en comunidad con las educandas llevando todas el cabello tendido y
guirnaldas de flores. No se sabe otra cosa.
** *
En relación con la imagen de Chaxiraxi
El erudito Beneficiado D. José
Rodríguez Moure, del que solicitamos su opinión, nos manifiesta que Mr
.Campbell está en abierta oposición con lo que arrojan los estudios
iconográficos, por ser la imagen desaparecida en el aluvión de la noche del 7de
noviembre de 1826, un ejemplar indubitable de la estatuaria cristiana, cuando
más tarde de los siglos XII y XIII; fundándose en consideraciones del arte
pagano de Grecia y Roma, que no exhibían sus diosas con formas tan veladas, ni
revelaba la indumentaria el ambiente de honestidad, etc.
2 Entre éstos se encontraba el
naturalista tinerfeño Bello y Espinosa, que declara en su obrita el «Jardín
Canario» de que era la diosa Minerva que sirvió de mascarón en la proa de algún
buque; opinión antigua de un fraile dominico, fundada en que la imagen ofrecía
en la espalda señales de una abrazadera.
Relativa al infierno
No llamaban así al infierno.
Echeyde o Cheyde o Chéyda, lleva aún este nombre una montañita al pie del.
Teide, mirando al N., al poniente de otra denominado Chisere. El infierno lo
apellidaban chimichi, apelativo que llevó la isla equivalente a «Isla del
Infierno», o séase «Isla de Chimeche».
Aún en algunos pueblos del Sur,
como Arico, Arona, étc., cuando muere una persona de mala reputación se oyen
estas frases: «Éste va a Chineche»; «Anda a lo más hondo de Chineche!».
Cada reino tenía estos
subterráneos imaginarios de llamas, por lo que existen varios lugares en
Tenerife, donde la teología figuraba remataba el extremo opuesto de los antros
'que aún llevan los nombres del infierno: El Infiernillo o Barranquillo del
Infierno, en la cumbre de Taganana; Barranco y Salto del Infierno, en el
Borgoñón, Tegueste; Hoyo del Infierno, debajo del Clavel, en El Sauzal; Salto
del Infierno, en los Riscos de Las Canales, cumbre de La Victoria; Cueva y Salto
del Infierno, en Barranco Hondo; Barranco del Infierno, entre La Victoria y Santa Úrsula;
Barranco del Infierno, más tarde de Llarena, en La Orotava; Barranco y Salto
del Infierno, en el Puerto de La
Cruz; Barranco del Infierno, entre Barranco de Ruiz y de La Furnia, entre Realejo Bajo
y San Juan de La Rambla;
El Infierno o Purgatorio, en Los Toscales de Guaja, Igueste de Candelaria; y el
Barranco del Infierno en Adeje. Es tradicional que en el reino de Abona se
extendía desde el Teide a la montaña de Roja, a orillas del mar. Barranco del
Infierno o de Mazas (¿Masca?), Teno.
Tal vez esta boca externa del
mito la fundamentarían eligiendo lugares que ofrecieran recientes fenómenos de
vulcanismo.
Ofrenda a los difuntos
4 Tan arraigada era esta
creencia, que en los primeros tiempos iban con frecuencia a dejar la comida en
la puerta de la cueva y más tarde ciertos días del año; costumbre que
sobrevivió en la conservada en los pueblos del Sur hasta principios del siglo
pasado, como aún pueden atestiguarlo entre otros ancianos Dña. Jerónima Frías,
de Arona. Nos referimos a que el día de finados colocaban sobre los sepulcros
familiares de las iglesias, más aún no había cementerios, tantas libras de pan
y botellas de vino como individuos de la familia estuvieran sepultados; y en
las fosas comunes, también cada familia depositaba igual ofrenda en relación
con el número de sus muertos.
Marín y Cubas al hablar de las
ideas religiosas de los indígenas de la isla de Canaria, escribe «... a el alma
ten{an por inmortal, hija de Magec, que padece afanes, congojas, angustias, sed
y hambre, y llévanles de comer a las sepulturas los maridos a las mujeres y
ellas a ellos...».
y añade refiriéndose a los de
Tenerife o guanches: «... hac{an largas romer{as a visitar los huesos de sus
sepulcros, en todo semejante a los canarios... Haci{anles
ofrendas de comidas del modo que
hemos dicho». "
Los bimbapes o aborígenes del
Hierro, además de consagrar a sus divinidades en holocausto, corderos y
cabritos en pireos especiales; tenían otros para celebrar a su alrededor
banquetes funerarios, a los que acudían a participar del festín los espíritus
de los individuos de la familia muertos. Al hablar de las exequias veremos que
algo parecido sucedía en Tenerife.
Bautisterios
guanches
Algunas de estas fuentes o
charcos nos recuerdan por sus actuales nombres el uso a que fueran destinados:
el Charco del Bautisterio en el barranco de Chinguaro, antes Barranco Santo, en
Güímar; Charco del Bautisterio a orillas del mar en La Guancha; Lavatorio de los
guanches o Fuentita de Cerrogordo, sobre el caserío de La Guancha, y Charco del
Bautisterio, en el barranco del Boxo, en Arico. Por cierto que en este charco
se encontraron en el año 40 (1840) del siglo pasado, cinco tallas de barro
conteniendo otros tantos esqueletos de niños, como me lo refirieron los mismos
descubridores; y no falta quien asegure que bautizaban metiendo a la criatura
en una talla y hundiéndola en el agua.
También es tradicional que
bautizaban en la Fuente
de Jénica o de Los Juncos, en El Rosario; en la Fuente de Jéñica, en
Granadilla, y otros puntos; afirmando varios que todas las fuentes apellidadas
de Jéñica estaban reservadas al bautismo.
Adoración a Magek y Achuguayu
Según Viera y Clavijo, en la bula
de Urbano v del 2 de Setiembre de 1369 a los obispos de Barcelona y Tortosa,
para que autorizaran a unos misioneros hacer catecúmenos en el Archipiélago,
declara hallarse enterado de que tanto en la isla de Canaria como en las demás
«había gente de uno y otro sexo, que no teniendo más ley ni secta que la
adoración del Sol y de la Luna,
sería muy fácil de convertir a la ley de Cristo».
Cadamosto hablando de Tenerife
dice, «... que no contaba menos de nueve especies de idolatría, pues unos
adoraban al Sol, otros a la Luna,
otros a las estrellas, etc.».
Ocupándose Marín y Cubas de los
naturales de la isla de Canaria, observa: «... que hacían muchas lumbres y
hogueras y parece que adoraban al fuego,
al sol, y algunas estrellas». y al establecer un parangón con las costumbres de
otros pueblos, añade que los canarios como los persas «su adoración principal
era el Sol», (Cap. XXIII).
Ya dijimos en el Tomo I que el
nombre genérico de magos que damos a los campesinos, es porque rendían culto a
Magec.
Era sagrado el fuego que procedía de Magec,
como el rayo, relámpago, el obtenido por frotamiento de dos maderos, el
doméstico y en una palabra el que no tuviera su origen en Chinechi o infierno y
hoy como antes, sigue siendo sagrado. No hay campesino que se atreva a injuriarlo,
ni escupirlo. Aunque hacen hogueras en San Juan, San Pedro y otros días del
año, para muchos la fecha y el santo es el pretexto, como en las famosas
hogueras de Chirche y Aripe de Guía, porque en el fondo van dedicadas a Magec.
En todo los reinos tenían
señalados estos diferentes lugares para las diferentes épocas del año, que nos
hace pensar si estarían en relación con los cambios del Sol.
En el reino de Güímar, uno de los
puntos era la montaña de Archaco, y para el clero de Arafo unas veces el Roque
de Chiguergue, otras al de Jóquina, y a al de lserse o a montaña de «Arguama o
Montaña Santa» en Igueste.
En el reino de Abona, hacia
Fasnia; a la «Montaña Santa» o de Fasnia, ya a la «Montaña de la Gloria» en Icor, o al
«Llano Santo» al E. de Chajaña de Arico; y
por las partes de Granadilla, a la «Montaña Santa».
Por el reino de Adeje, al «Roque
de lama», etc.
Aún en los pueblos del Sur se
oyen las frases, aunque ya en sentido irónico: «¡Véte a buscar el Sol!»; «Éste
es de los que van a buscar el Sol»; y todavía es bastante conocida la broma que
gastan con los de Arafo llamándolos «cancos» y diciéndoles que vayan a buscar
el sol.
Pireos
En ciertos sitios tenían
emplazados estos pireos, como tres que descubrimos en 1875 en Franchoja, sobre
el caserío de Adeje, uno de ellos intacto. Es o era de piedra seca en forma de
cono truncado, de un metro de altura por otro de diámetro en la superficie
libre, con un hoyo o brasero en el centro de 1/2 metro de hondo. Encerraba
ceniza, brasas, fragmentos de leña y de huesos calcinados al parecer de
cabrito, cubierto el todo con una gruesa piedra. ,
En otro de los pireos, medio
derruido como el tercero, hallamos dos tabonas de obsidiana mezcladas con las
cenizas y trozos de hueso calcinados, que también nos pareció de cabrito, así
como caída una laja que reputamos sirvió de piedra ara y de tapadera. Estas
particularidades, no encontradas en el anterior, parece confirmar la tradición
de que unas veces degollaban las víctimas antes de quemarlas y otras las arrojaban
a la pira, vivas con las patas atadas «para que los balidos fueran oídos por la
divinidad».
La montaña de Cerrogordo, sobre
el caserío de La Guancha,
era igualmente lugar elegido para estos sacrificios. Por el Poniente y al pie
de dicha montaña tenían los guanches un oratorio, que aún es conocido por la Iglesia de los guanches,
de donde es legendario salían como en procesión hacia la cima para sacrificar
las víctimas en el sitio que denominan el Chamurraco, por chamusquina; como
también es legendario que en el gran monolito de los altos de Fasnia, conocido
por la «Piedra de Imoque», sacrificaban reses a los dioses.
Estos sacrificios eran generales en todo el Archipiélago.
Ocupándose Marín y Cubas del
Almogaren de Humiaga de la isla de Canaria dice: « ...aún allí hay tres
braseros donde quemaban de todo fruto, menos carne, y por el humo si iba
derecho o ladeado hacían su agüero sobre un paredón a modo de altar de grandes
piedras y enlosado lo alto del monte».
Y refiriéndose a las islas de
Lanzarote y Fuerteventura, observa: «Son rudísimos pertinaces en su secta.
Tienen templos, donde hacen sacrificios con humo de cosas que queman, como no
sea carne sino cebada, dátiles...
En los sacrificios ofrecían
leche, manteca, menos carne. Estas fiestas o sacrificios llamaban efequenes.
De todos los frutos a modo de
limosnas recogen cierta porción, mas no en forma de diezmos; quemaban cebada en
el sacrificio y por el humo derecho o ladeado juzgaban la forma de malo bien».
Aparte de este efequen llamaban,
no a los sacrificios sino al templo u oratorio y del visible interés de Marín y
Cubas en puntualizar que quemaban de todo menos carne, creemos sufrió un error
o no investigó bastante, según nuestros informes. Además, sería una excepción
inexplicable dentro del Archipiélago.
En 1874 descubrimos en la Fortaleza, en Chipudes
de la isla de La Gomera,
los referidos pireos, como más tarde publicamos en la Revista de Canarias.
Contenían asimismo cenizas, brasas y numerosos huesos calcinados de cabritos y
corderos.
Por lo que hace a la isla de El
Hierro existen los pireos a docenas por el Júlan, la Dehesa, etc., conocidos en
el país por los significativos nombres de altares, altaritos, hornitos, o goros
de las víctimas, conteniendo cenizas, brasas y huesos calcinados de corderos y
cabritos; siendo en la isla tradición universal de que en dichos altares
sacrificaban los bimbapes en holocausto de sus divinidades corderos y cabritos.
En la isla de La Palma
no hemos hecho investigaciones personales, (sobre pireos) pero presumimos no
sea tampoco una excepción.
Atendiendo a la edad probable de
las víctimas por el estudio de los huesos, a las épocas de desarrollo del
yerbaje y de cubrición de los ganados, calculamos que la mayoría de estos
sacrificios los celebraban entre Diciembre y Marzo.
Drago Santo
Este célebre árbol hallábase
situado donde llaman la Fuente,
en el Valle de San Lorenzo de Arona; valle que ha sido también conocido por el
Ahijadero y de Chacacharte.
Su misma fama hizo que sirviera a
veces de término de referencia en el reparto de tierras, como en las donadas a
Pedro Cornado y Juan de Junquera, de unos trozos «de tierra de sequero que son
en el reino de Adeje al Ahijadero en Arona al drago santo...» (Datas. Libro 5.0
y 3.0, POI; testimonio).
Esta forma de culto idolátrico era general en el Archipiélago.
Escudero, Cedeño y otros autores
dicen que los indígenas de la isla de Canaria adoraban y juraban por los riscos
de Tirma y de Umiaga, añadiendo además Marín y Cubas que adoraban cuevas,
bosques, etc.
Los bimbapes de la isla del
Hierro, aparte de su veneración por el célebre Garoe o «Arbol Santo», adoraban
dos peñascos en Bentáyca, aún conocidos por los Santillos: uno el Eraoranhan,
ídolo del sexo masculino, y el otro, Moreyba, el ídolo de las mujeres.
Los naturales de la isla de la Palma adoraban un elevado
monolito, situado en La
Caldera, que apellidaban Idafe, al que sacrificaban las
asaduras de las reses.
Guatimac
Uno que hemos examinado del
farmacéutico del Puerto de la
Cruz Dn. Ramón Gómez, encontrado en 1885 en una cueva del
barranco de Erques de Fasnia, envuelto
en pieles como todos los hallados, es un poco más pequeño, pero aunque es de la
familia se trata de un guatimac o séase como dice el vulgo, «del muñeco de
barro» que a guisa de pectoral llevaban colgado al cuello los sacerdotes
guañameñes y samarines.
No hace quince años que un pastor
de Arona, iconoclasta como todos nuestros paisanos, destruyó un ídolo que
descubrió en el Roque de Igara; y la descripción que nos hizo coincide con la
referida. Esto mismo nos lo han confirmado muchos que los han tenido en sus
manos o hallados, como el venerable anciano cura de San Pedro Daute, Dn. Juan
Alonso; Dn. Pedro Carlos Ledesma, de Güímar; Dña. Estebana García, de Igueste
de Candelaria; Dn. José González y Dn. Agustín Trujillo, de Arona, como pueden
atestiguarlos los tres últimos que aún viven; y que citamos porque todos ellos
son de abolengo guanche por ambas líneas y muy versados en las tradiciones dela
raza.
Por otra parte, abrigamos la
convicción de que todas las islas eran idólatras en el sentido restrictivo que
damos a la palabra y por lo tanto que tenían ídolos, pero que no se hizo este
estudio a su debido tiempo. Varias personas dignas de fe de la isla del Hierro,
nos aseguran haberlos encontrado de piedra, cerca de la Iglesia de los bimbapes,
una cueva en Valverde, así como de la de Afotasa o de la Pólvora, que también fue
templo de los indígenas. Aún lleva el nombre de Iglesia de Minguama una cueva
en San Sebastián de La Gomera,
templo de los indígenas donde adoraban un ídolo.
Por lo que respecta a la isla de Canaria los testimonios son antiguos y
modernos.
Bocaccio, refiriéndose al viaje
que hizo a dicha isla en 1.341 Angiolino del Tegghia, dice: «Encontré
igualmente un oratorio o templo, en el cual no había absolutamente ninguna pintura ni adorno, tan sólo una
estatua de piedra, representando la imagen de un hombre con una bola en la mano
y desnudo, con un delantal de hojas de palma, que cubría las partes naturales
según la costumbre de los habitantes; la que quitaren de allí; y habiéndola
embarcado, la transportaron a Lisboa.
Andrés Bernáldez (El cura de Los
Palacios), en su Historia de los Reyes Católicos. refiere: «En la Gran Canaria tenían
una casa de oración llamada Toriña, e tenían allí una imagen de palo, tan
luenga como media lanza, entallada, con todos sus niervos, de mujer desnuda con
sus miembros de fuera y delante de ella una cabra de un madero entallada, con
su figura de hembra que quería concebir, y tras de ella un cabrón entallado de
otro madero, puesto como que quería sobir a engendrar sobre la cabra.
Allí derramaban leche y manteca
parece que en ofrenda o diezmo o primicias e olía aquello allí mal a leche o
manteca».
El historiador Dn. Gregorio Chil
envió a la Exposición
de Paris un idolillo también encontrado en dicha isla de Canaria,
«representando un cuerpo que descansa sobre las alas, teniendo otras dos por
brazos, y cabeza humana» a otro idolillo, que remitió a la indicada Exposición
Mr. Verneau. ¡Es decir, en el Archipiélago no han faltado los ejemplares de
ídolos, sólo que asusta la palabra!
Cuevas Santuarios
Las cuevas santuarios de la isla
dedicadas a estas divinidades tutelares y a las Diosas eran numerosas, varias
de las cuales por sus actuales nombres nos recuerdan la aplicación que le
dieron los guanches: la
Cueva Santa próxima a la Hoya del Drago entre el mar y la cumbre de San
Andrés, y la Cueva Santa
del Valle Vega, en la parte alta del Valle de Tahodio, ambas en Sta. Cruz; la Cueva del Santo, en Valle de
Guerra; la Cueva Santa
junto al barranco de Sieteojos en El Realejo; la Iglesia de los guanches,
en Chuagrí, encima del poblado de La
Guancha; la
Cueva de Los Santos en Bujamé (Vid. obrita de Díaz Dorta) y
el Oratorio del Rey, en Masca, ambas en Buenavista; la Cueva Santa en
Barqueto cumbre de Chirche entre Guía y Valle Santiago; la Cueva de La Virgen, una en barranco de
Tejina, otra en el de Tedera y una tercera en el barranco del Infierno, todas
en Adeje; la Cueva
de la Iglesia,
en el Roque de lama, en el Valle de San Lorenzo de Arona; la Iglesia de los guanches en
el Picacho y
Cueva de La Virgen en el barranco de
este nombre, hacia las cumbres de Arico; la «Cueva de La Virgen», una en Pinogordo y
otra en Arapo, ambas en Fasnia; la
Cueva de la
Iglesia, en el, cumbre de Güímar; la Iglesia de los guanches o
Cueva del templo, en Ajeja de Igueste, al pie de montaña de Arguama (que según
tradición. enlucían con ceniza yagua y los ídolas o santitos eran de barro), y la Cueva Santa, más tarde
de San Blas, ambas en Candelaria.
Asimismo es legendario que
sirvieron de templo: La Cueva
del Pajonal, en el barranco de Chajarche de Candelaria, en donde también se
dice eran de piedra los santitos con un gran medio corral de atrio; la «Cueva
del Tiro del Guanche», la Cueva
de Sámara, en la Santidad,
en los más elevado de la Cumbre;
así como la Cueva
de Chinguaro. También hemos oído que el Barranco de los Santos, en Sta. Cruz,
le vino el apelativo no de un apellido como creen algunos sin fundamento, sino
de una cueva que encerraba dos de estos santitos.
15 Dice este fraile dominico,
cuya Religión (Orden) se hizo cargo de la imagen algunos lustros después de la
conquista: «Yendo dos naturales por aquellas costas repastando el ganado,
habiendo de pasar por aquella playa, llegando el ganado que por la playa iba
derramado a la boca del barranco, se espantó, y no queriendo pasar se
remolinaba.
El uno de los dos pastores
creyendo que su ganado se espantaba porque sentía gente y pensando que fuesen
algunos naturales que le querían robar y salte{lr su ganado como lo tenían por
costumbre de hurtarse unos a otros, para certificarse pasó, adelante y mirando
hacia aquella parte del barranco vido la Santa Imagen que
estaba en pie sobre una peña; y como persona que de semejantes visiones estaba
deshusada, no sin pavor se le puso a considerar y parecióle (porque tenía un
niño en brazos) ser mujer, aunque extrañó el traje y el color». "y porque
entre ellos era costumbre que si topaban alguna mujer a solas y en lugar
solitario no la hablaban porque incurrían en pena de muerte, le hizo señas para
que se apartase, porque su ganado que remolinaba tuvieseiugar de pasar. Pero
como la Imagen
no hiciese movimiento alguno, ni respondiese palabra, amohinóse el pastor y
acudió a sus acostumbradas armas, que eran piedras, y asiendo de una levantó el
brazo, fuese para amenazarla o para tirarle con ella, y así como levantó el
brazo yendo a desembrazar para hacer un tiro, se le quedó yerto y extendido sin
poderlo rodear. El otro compañero habiendo visto lo que pasaba y no quedando
escarmentado, cobrando atrevimiento de que no había mudamiento ni voz y de que
aunque hablaba al bulto o Imagen no respondía, quiso hacer una experiencia,
aunque a costa suya, y
ver si era cosa viva; y llegando
cerca con más miedo que vergüenza tomó una tabona, que es una piedra prieta y
lisa como azabache, que herida una con otra se hacen rajas y quedan con filo
como navajas con que sangran y sajan; tomando, pues, esta piedra se llegó a la Santa Imagen para
quererle cortar un dedo de la mano por satisfacer su ignorancia y ver si
sentía, y poniendo el dedo de la
Imagen sobre el suyo y comenzando a cortar en él, hallose el
necio burlado porque la herida se daba a sí propio en sus dedos, sin hacer
dañoja la mano de la
Santa Imagen; y siendo aún porfiado y pertinaz (porque era
necio), probó otra vez, más salíale a cuentas, porque sus dedos estaban
corriendo sangre de las heridas que el propio sin querer se daba y los de la Santa Imagen quedaron
libres y sanos sin señal alguna.
Conocedor del suceso el rey de
Güímar y personado en el lugar en que estaba la Imagen, admirado ,<de
ver el resplandor que de su rostro y vestidos salían y la majestad que
representaba», dispuso fuera trasportada a su corte en Chinguaro; pero todos
desconfiados por lo acontecido, «ninguno osó echarle mano ni llegarse a ella
para abrazarla recelántiose no le aconteciése lo que a los pastores; y así
mandó el rey que pues ellos habían hecho la primera experiencia acometiésen a
hacer la segunda y echasen mano para llevarla. jRodeábalo Dios así para que la
gloria de su madre se manifestase y en opinión y estima el pueblo gentil se
confirmase! Llegan los dos pastores, el uno manco de los dedos de la mano y el
otro del brazo, y en poniendo sus manos y tocando la Santa Reliquia para
haberla de alzar (¡cosa milagrosa! ) queda el uno y el otro de sus lesiones
sanos y buenos con grande admiración de los presentes, que con oces y silbos
aplaudían el hecho y gratificaban y agradecían el beneficio recibido».
Ante este prodigio ordenó el rey
no se acercaran a la imagen ningún siervo, para él con los próceres conducirla
en hombros. Pero habiendo andado espacio de un tiro de escopeta, poco más, con
ser la Imagen
liviana y ellos hombres de muchas fuerzas, <fue tanto el peso y carga que
los que la llevaban sintieron, que les fue forzoso parar y pedir ayuda y
socorro; y por aquesta razón en este propio lugar, después de que la isla fue
de cristianos habiendo sabido este caso, fundaron una pequeña ermita que
llamaron del jSocorro!... Pues siendo socorridos y ayudados, tomaron a
proseguir su camino hasta llegar a la morada del rey... donde en un canto de la
morada, sobre unas pieles de cabras y ovejas (que otras alfombras ni doceles
tenían) la pusieron».
A tan fausta novedad acudieron
to?os los reyes de la isla y convinieron "... que
aquello debía ser alguna cosa del
cielo y como tal fuese reverenciada»... y que se le diera «aposento por sí,
porque con el humo de las teas que encendían en la casa del rey no se
percudiese, ni con lafrecuencia de tratarla se le perdiese el respeto».
Propuso el rey de Güímar al de
Taoro «que partiesen el año y que la mitad del estuviese aquella mujer en su
reino de Taoro y la otra mitad en el suyo de Güímar donde había aparecido»
...pero Betzenuhya declinando tanto honor contestó: «Será más razón que yo y
mis vasallos vengamos de nuestras casas a servirla, que no ella vaya a
visitarnos a nosotros».
Según fray Alonso de Espinosa, 40
ó más años estuvo en Chinguaro la imagen rodeada de un ambiente maravilloso de
aires perfumados, iluminaciones nocturnas y músicas angelicales, hasta que un
muchacho de 14 años llamado Antón, del que nos ocupamos en el capítulo II del
Tomo I, logró escaparse del Sr. de Lanzarote, Hernán Peraza, después de siete
años de cautiverio y enteró a los guanches de que aquella era «la madre del
Sustentador del cielo y tierra», y es en «la que los cristianos tienen puestas
sus esperanzas»; trasladándola por su consejo al santuario de Achbinico en
Candelaria, donde fue conducida por la isla entera con el mayor entusiasmo.
Y añade fray Abreu Galindo:
«Cuentan los guanches naturales de esta isla que nuestra señora obraba grandes
y muchos milagros... por lo cual los naturales y sus reyes de la isla dieron un
hombre y una mujer como santeros que tuviesen cuenta de limpiar y servir a esta
imagen»; lo que equivale a decir que tenían sacerdotes y sacerdotisas dedicados
a un culto.
Afirma fray Alonso de Espinosa de
que en la plaza de Candelaria, como en las demás lugares en que estuvo la
imagen, siguieron los guanches oyendo «muchas veces armonías del cielo y
músicas celestiales y visto muchas lumbres encendidas a modo de procesion»
...«Eran las procesiones que los ángeles hacían así por la playa donde la Santa Imagen estaba
como por la del Socorro donde apareció, muy ordinarias, así de noche como de
día, con mucha solemnidad, gran armonía y música de voces suavísimas; con
muchedumbre de compañía que, con velas encendidas, puestas en orden y concierto
hacían su procesión... y esto era tan ordinario que ya no lo extrañaban los
naturales». ..¿ y cómo lo habían de extrañar si eran los mismos guanches los
que hacían las procesiones? Aún las celebraban ocultamente un siglo después de
la conquista, en tiempos del propio fray Alonso de Espinosa, no ya por
Candelaria y El Socorro sino por Arona y otros puntos. La diosa Abona, por
ejemplo, fue descubierta por los conquistadores en 1514, es decir, 17 años
después de la conquista, según se deduce del testamento otorgado en 25 de Junio
del referido año por Pedro Hernández de la Vera, vecino de La Laguna, ante el escribano
público Alonso de Llerena, en el que declara: «... que por cuanto acababa de
llegar de las playas de los Abrigos de Abona, en Daute, a donde fue a velar la
imagen de Nuestra Señora que allí apareció, manda se dé para la obra de la
iglesia que alli: se hiciese, un potro ruano que tiene en sus yeguas y dos
peones» y nada tiene de particular ignoraran la existencia de esta otra Diosa,
conocida oficialmente después por «Nuestra Señora de La Luz», aunque los fieles siguieran
denominándola de Abona, porque el territorio donde apareció estaba en su mayor
parte en poder de los alzados, como dijimos en el Tomo I, con tal cual núcleo
fortificado como Tijoco, Tamadaya, etc., y era por lo tanto mucho menos
frecuente.
Territorios libre de colonos
Por esto en la formación de los
Beneficios curados de la
Diócesis, según consta en las Constituciones Sinodales del
obispo D. Fernando de Arce, años de 1514 y 1515, mejor dicho en los 74 mandatos
de un manuscrito conservado en el archivo secreto de la catedral de Canaria,
que conoció Viera y Clavijo, refiriéndose a las Bandas de Chasna dice: «Otrosí
en los términos de Adeje y Abona, donde ahora no hay población recogida, e los
vecinos de los dichos términos están muy desparramados, porque el noveno de los
diezmos de los dichos términos no bastarían para dar mantenimiento a cura
clérigo; estatuimos e ordenamos que de todos los diezmos de los dichos términos
e de toda la masa de ellos, se saque ante todas cosas diez mil maravedíes de la
moneda de esta Isla e quince hanegas de trigo, para el mantenimiento de un
clérigo cura que diga Misas y ministre los Stos. Sacramentos a los moradores de
los dichos términos de Adeje y Abona...». Debemos advertir que por dicho tiempo
tan extenso territorio pertenecía nominalmente al Beneficio de Daute, «
...desde la Cuesta
de Cristobal de Ponte, donde están las Cuevas, adelante... hasta la Marca de Abona», es decir,
desde Daute hasta barranco de Erques en Fasnia.
Nada tiene pues de extraño que
los conquistadores pasaran tanto tiempo sin tener conocimiento de la diosa
Abona, como tampoco que los guanches siguieran a escondidas rindiéndole culto
según su liturgia, como nos da testimonio de ello el mismo fray Alonso de
Espinosa, que declara: «En la playa que dicen de Abona, que será de cuatro
leguas desta de Candelaria, hacia la montaña Roja, se vian también
ordinariamente estas procesiones, princi-
palmente por la fiesta de la Asunci6n de nuestra señora;
y esto es tanta verdad que agora en estos tiempos personas que las han visto se
van a la dicha playa y hallan velas de cera acabadas de apagar, y algunos las
han hallado encendidas y pegadas a los riscos, y me enseñaron el lugar e yo lo
vide. y así en esta playa como en la de Candelaria se halla. por la orilla del
mar gran cantidad de gotas de cera, que de las procesiones que los ángeles
hacen en honra de la
Candelaria gotean; y yo doy fe que las he hallado y visto y
las tengo en mi poder y oído a otras muchos lo propio...
Las candelas o velas que en esta
playa se hallan no son muy blancas, mas el pa hilo no se deja entender de que
sea, porque ni es estopa ni algodon, antes en alguna manera parece de seda
blanca torcida...».
Estas procesiones con iluminarias, música,
cantos y demás ceremonias religiosas de que estaban enterados los
conquistadores y que celebraban los guanches no ya con el mayor sigilo sino
negándolo, unido a los panes, velas y gotas de cera con otras huellas que
encontraban por las playas, dada la época de exaltación piadosa compréndese ir
lo reputaran a milagro, máxime no existiendo en la isla colmenas, aunque sí
abejares salvajes; y tan inexplicable y
sobrerenaturalles pareció el fenómeno, que levantaron acta testimonial para que
constara a todo tiempo, como lo prueba el siguiente instrumento público:
;
«In nomine Domini. Amen, Sepan cuantos
este público instrumento de Fe vieren.
Como en la Villa de San Cristobal que
es en la Isla de
Tenerife, Domingo, veinticinco días del mes de Junio, Año del nacimiento de
nuestro Salvador Jesucristo de mil y cuatrocientos y noventa y siete años, en
presencia del muy virtuoso caballero Alonso de Lugo, Gobernador de las Islas de
Tenerife y La Palma,
por el Rey y Reina nuestros señores.
En presencia de mi, Fernando
Alvarez, can6nigo de la
Iglesia de Canaria, por la autoridad Apostolica público
notario y de los testigos que de yuso serán escritos sus nombres. Parecio
presente el honrado y discreto varon Antonio de Arévalo, continuo criado de los
Reyes nuestros Señores, E dijo que por cuanto en esta dicha Isla se decía de
público y era notorio un milagro que de cada un año acontecía, de aparecer
cierta cantidad de cera echa en panes de veinte años a esta parte, en un cierto
término desta dicha Isla, que por ende pedía y pidio al dicho señor gobernador
mandase tomar testigos dignos de fe para certificacion del dicho milagro... E
luego en continente el dicho Antonio de Arévalo presento por testigo a Pedro
Fernández ya Diego Fernández e Alonso Sánchez de Morales, naturales de la isla
de Fuerteventura, e vecinos desta isla de Tenerife, e Gonzalo Méndez,
castellano, e Pedro Maninidra e Pedro Mayor naturales de la isla de Gran
Canaria, e Pedro Ervás, e Ibone de Armas vecinos de la dicha isla de la Gran Canaria, que
agora están y habitan en ésta de Tenerife.
Los cuales dijeron, e cada uno de
ellos dijo, como era verdad que cada año seyendo esta isla de infieles, que
venían a ella los fieles cristianos que moraban en estas islas comarcanas, a
ésta en navíos para saltear, e tomar de los canarios llamados guanches que aquí
vivían. y que como descendían en aquella parte que se dice Goymar, que es en
esta dicha isla, que fallaban la dicha cera y la llevaban, y la tenían y tienen
en gran reliquia y veneraci6n. E los dichos Pedro Fernández... dijeron que de
cudijo, que a las veces parecía de diez o doce libras, y otras veces quince y
veinte libras.
Y que saben que este presente año
pareci6 cantidad de veinte libras y más. y que los dichos Pedro Fernández, y de
cuatro años a esta parte han visto la dicha cera en la dicha isla. ..E los
dichos Pedro de Ervás e Ibone de Armas dijeron; que hay veinte años, poco más o
menos, que saben e vieron traer la dicha cera a muchas personas. Y todos
dijeron y cada uno de ellos dijo que a las veces Diego Fernández y Alonso
Sánchez de Morales, y Pedro Maninidra y Pedro Mayor fueron en fallar este
presente año, cuatro o cinco días antes de la purificaci6n de Nuestra Señora La Virgen María.y que
han oído decir a muchas personas que las han fallado, que siempre por este
tiempo se falla y parece... E que este presente año fueron más de veinte
personas presentes cuando parecio, que habían ido en busca de esclavos de
vecinos que se habían ausentado, e que así pasa en verdad... E yo el dicho
Fernando Alvarez, notario suso-dicho, e infraesripto, doy fe. ..y que este
presente año al tiempo que se fallo la dicha cera, no había candelas para decir
misa, ni para bendecir el día de la purificaci6n de Nuestra Señora La Virgen María. Por
cuanto en esta isla no hay colmenas para sacar cera, sino la traen de la gran
Canaria, por ser esta dicha isla nuevamente ganada de manos de infieles... E yo
el dicho notario, que al presente sirvo por cura en esta dicha isla hube y
recibí doce libras de la dicha cera; y así otras tantas fice haber al Mayordomo
de la iglesia para celebrar el culto divino, de la cual yo di cierta cantidad
al muy reverendo en Cristo, padre y señor, Dn. Diego de Muros, obispo destas
dichas islas e obispo de Canarias, que aqui vino a visitar esta dicha isla e
iglesia della. El cual envi6 de la dicha cera a Santa María de Guadalupe ya
otras iglesias 4el dicho su obispado para que la tuviesen en reliquia. A lo
cual todo lo dicho es, fueron presentes por testigos los honrados varones
Fernando de Trujillo, lugarteniente de gobernador en esta dicha isla, y Pedro
Mexías, y otras muchas personas... Ferd. Alvari, Apostolicum notarius».
Es verdad de que en la isla no
habían colmenas pero sí millares de abejares salvajes, al extremo de que a raíz
de la conquista fuera un arbitrio municipal, como dijimos en el Tomo I.
También Marín y Cubas dice que
«no tuvieron colmenas sino miel silvestre de abejeras enriscadas»; y nos cita
un asalto de Alonso de Lugo en Tenerife, por Icod, como se refiere en el cap.
II del Tomo I, en el que se apoderó de velas de cera, cirios, etc. de
fabricación guanche. Además al tratar de las industrias indígenas veremos que sabían labrar la cera, aunque de
un modo rudimentario.
Y para concluir con este
particular observaremos, que las velitas de cera que aún se distribuyen a los
romeros en la festividad de la
Virgen de Candelaria, son de igual tamaño si bien más
blancas, que las que usaban los guanches en las procesiones y festividades de
su diosa Chaxiraxi; y que el pábilo de las referidas velitas, que según fray
Alonso de Espinosa « ...no se deja entender de que sea, porque ni es estopa ni
algodón, antes en alguna manera parece de seda blanca torcida», es muy sabido
que lo confeccionaban de la película de la planta vulgarmente llamada chajora,
como lo hemos ensayado con éxito.
Tal vez si en el instrumento
público citado hubieran tomado testigos guanches y no extranjeros, descubren la
verdad!
Collares
Hacían estos rosarios con cuentas
de arcilla cocida de forma de pequeños cilindros, de uno a dos y medio
centímetros de largos, adornados a veces con rayitas, otras de forma de
diminutos discos y hasta del tamaño de aljófar, enhiladas en cuerdas de tripas;
de las que existen numerosos ejemplares en el Museo Municipal.
Hay que desechar las hipótesis de
que los tales rosarios fueran un sistema de enumeración, ni una representación
gráfica a manera de escritura como el quipu de los peruanos o el
nepohualtzitzin de los mejicanos ni objetos de adorno, como collares o
gargantillas, pulseras, etc., pues los guanches eran muy celosos en la observancia
de sus leyes suntuarias, y el hecho de usarlos lo mismo nobles que siervos,
como lo hemos comprobado en centenares de necrópolis, nos revela que esa
igualdad sólo podían tolerarla estando consagrada por un fin religioso.
La tradición vulgar llamándolos
rosarios porque les servían para sus rezos, le han dado su verdadero nombre.
El obispo D. Francisco Martínez
Cisneros, entre otros mandatos para el lugar de Adeje en 1605, conminaba con
multas... y prohibía «las reuniones de varones y hembras a velar a los
moribundos, así como de hacer procesiones (léase rogativas) fuera del lugar en
mucha distancia, de lo cual se siguen... muchas deshonestidades entre hombres y
mujeres quedándose a dormir por los campos o quedándose atrás en las dichas
procesiones en los barrancos y lugares escondidos...».
Augurios de muerte
«Los quejidos de la coruja,
la tristeza del alcairón y un murciélago en las casas, barruntan desgracias».
El canto del peroluis augura
muerte. Por esto en los pueblos del Sur al oírlo, dicen: «¿A quien se irá a
llevar?». «Cuando el papagayo (ave del país) canta en las cercanías de un
enfermo, anuncia muerte; como también una bandada de cuervos que se pose en las
inmediaciones», los perros aullando, etc.
Si por la noche se ve un tajós (ave)
en puntos próximos a la casa en que haya un cadáver de cuerpo presente, «es
señal segura de que el xaxo va camino de Chineche».
Xaxos arrimados
Hemos tratado a uno de estos
visionarios de Chirche, Guía, que él con otros vieron muchas veces un xaxo
«salir echando chispas de una cueva del barranco de los Ovejeros en dirección a
la de Sámara», hasta que el célebre animero tió Roque, de la Vega de Icod, logró con un
conjuro meterlo por la boca del Teide.
La civilización ha transformado
el xaxo arrimado de los guanches en ánima arrimada y al hechicero o samarín en
animero, con ligeras variantes en los procedimientos; pero lo que no ha
variado, ni siquiera en los nombres, son las Cuevas de Sámara ni el Infierno.
Derívase este nombre de las
cuevas denominadas Sámaras donde parece te-
nían algo así como seminarios.
Aún es célebre la Cueva de Sámara, en las
cumbres de los caseríos de Arguayo y Chío, en Guía; y sobre todo la Cueva de Sámara que se
extiende algunos kilómetros, según se cree, desde la Montaña de Las Negras
junto al Teide a 2 ó 3 kilómetros, hasta el puerto de San Marcos en Icod. Se
dice que comunica con dicho subterráneo el convento Agustino de Icod.
Existen varios lugares en la isla
que llevan el apelativo de Samarines porque éstos vivieron en ellos: Playa y
Cueva de Samarines, entre Candelaria y El Socorro de Güímar, y Ba- rranco y
Salto del Samarín, cerca de la
Cueva de San Bias, en Candelaria; Salto y Fuente del Samarín
en el monte de La Esperanza,
El Rosario; El Samarín, próximo a Chinguaro, Güímar (Docto.); El Salto del
Samarín, en el Lomo de Valeria, en Fasnia; Casa delSamarín, junto al Morro del
Tagoro, casco de Granadilla; y Salto del Samarín, sobre Los Frontones también
en Granadilla; Cueva del Samaro Samarín, en Aldea de San Miguel; Salto de Samarines,
al naciente de Cruz Cambada, en Chasna; Cueva del Samarín ya más conocida de
Los Machines, en Valle San Lorenzo, Arona; Samarines, frente a Hoya Grande y
Cuevas del Samarín en las Cuevas del Miedo en Tejina, la primera en Adeje y la
segunda en Guía.
Hasta fines del primer tercio del
siglo pasado, en los pueblos del Sur eran conocidos los curas con el nombre
genérico de babilones y particularmente los frailes mendicantes, de los que se
conservan aún refranes alusivos a su costumbre de pedir, como por ejemplo .«Ahí
vienen los babilones, apretar bien los zurrones!», es decir, llenarlos bien los
zurrones.
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