miércoles, 28 de enero de 2015

MUJERES AFRICANAS SINGULARES-CXIV




DOÑA GUMERSINDA MARRERO OLIVA (1852-1936), MAESTRA DE PRIMERA ENSEÑANZA TITULADA, PROFESORA PARTICULAR Y MAESTRA INTERINA DE LA ESCUELA PÚBLICA DE NIÑAS DE SAN MIGUEL

El presente artículo está dedicado a la segunda mujer nacida en San Miguel de Abona que obtuvo el título de Maestra de Primera Enseñanza. Solo ejerció como maestra interina en la escuela de niñas de su pueblo natal en dos períodos, pues no se presentó a oposiciones y estuvo ejerciendo durante la mayor parte de su vida como maestra particular. A pesar de ello, creemos que merece un lugar en la historia de la enseñanza en esta localidad, pues nos permite conocer las dificultades que sufría la educación pública en el Sur hasta bien avanzado el siglo XX.

TÍTULO  DE MAESTRA Y LABOR DOCENTE  COMO PROFESORA PARTICULAR

Nuestra biografiada nació en San Miguel de Abona el 19 de abril de 1852, siendo hija
de don José María Marrero Bello, natural del mismo pueblo, y de doña María de la Encarnación Oliva Montesinos, que lo era de Vilaflor. Tres días después fue bautizada en la iglesia del Arcángel San Miguel por el cura párroco don Jerónimo Mora y Hernández; se le puso por nombre “Gumersinda  María  del Sacramento”  y actuó como padrino don José González Chaves.

Creció en el seno de una familia de cierto relieve local, pues su padre, don José María Marrero Bello (1805-1889), fue propietario agrícola y resultó elegido teniente de la compañía de Milicia Nacional de San Miguel de Abona.

Tras  superar  la  Enseñanza  Primaria,  doña  Gumersinda  cursó  los  estudios  de Magisterio como alumna libre. Como tal, según la carga docente que por entonces tenían los tres cursos de la carrera, debía adquirir un dominio mediano de las técnicas de Lectura y Escritura; unos mínimos conocimientos de Gramática, Aritmética, Geografía e Historia, Dibujo, Pedagogía, Higiene y economía doméstica; y una notable habilidad para las labores del hogar. Además, tenía que presentar una certificación de haber realizado las prácticas con una maestra de escuela pública, durante un período que oscilaba entre seis meses y tres años. De este modo, cuando ya creyó que estaba suficientemente preparada, en el curso 1874-75 se matriculó en la Escuela Normal Superior de La Laguna para sufrir el correspondiente examen de reválida y en junio de 1875 obtuvo el título de Maestra Elemental, cuando contaba 23 años de edad.1

Durante la mayor parte de su vida se dedicó a la enseñanza particular, pues en las escuelas públicas solo lo hizo en dos cortas etapas. En el padrón vecinal de 1882 vivía en San Miguel junto a sus padres; don José María Marrero figuraba como propietario, con 80 años y natural de San Miguel; doña María Oliva, con 70 años y nacida en Vilaflor; y doña Gumersinda Marrero Oliva, con 28 años y natural de San Miguel2.

El 8 de octubre de 1883, a los 31 años de edad, contrajo matrimonio en la parroquia de San Miguel con don Manuel Galván González, de 26 años y jornalero, natural de Agaete (Gran Canaria) y vecino de la localidad tinerfeña, hijo de don Esteban Galván y doña Andrea González; los casó y veló el cura propio don Agustín Pérez Camacho y actuaron como  testigos don Juan Pulido, don Nicolás García y don Miguel González, de la misma naturaleza y vecindad. En el momento de la boda, doña Gumersinda figuraba dedicada a la “ocupación doméstica”.

VOCAL   DE  LA  JUNTA  LOCAL   DE  PRIMERA  ENSEÑANZA   Y  MAESTRA   INTERINA   DE  LA ESCUELA PÚBLICA DE NIÑAS DE SAN MIGUEL  DE ABONA

Al  quedar vacante  la  escuela  de  niñas  de  San  Miguel  de  Abona, por  traslado  a Granadilla de Abona de la maestra propietaria doña Isabal Castrillón y Martín, se hizo cargo de ella doña Gumersinda Marrero, en concepto de interina y con un sueldo anual de 412,5 pesetas; acababa de cumplir 42 años de edad y permaneció a su frente del 29 de abril de 1894 al 17 de enero de 1895, en que tuvo que cesar, al tomar posesión de ella en propiedad doña Gregoria Felipe Díaz.3

Continuó dedicada a la docencia particular y, en esa situación, fue nombrada vocal de la Junta local de Primera Enseñanza de San Miguel de Abona. En virtud de ello, el 17 de julio de 1912 formó parte de la comisión examinadora, constituida por vocales de dicha junta, para proceder al examen de fin de curso en la escuela pública de niñas, como informó La Opinión el 22 de dicho mes en un artículo titulado “Desde San Miguel. Exámenes”, en el que se da una idea clara de cual era el estado de dicha escuela, por entonces bastante masificada:

En la Escuela de niñas, dio principio á la dos y treinta, formando la comisión examinadora, además de los señores que formaron la de niños4, la vocal D.ª Gumersinda Marrero Oliva.

Constituido el tribunal se dio lectura á la Memoria que presentó la bella é ilustrada profesora, señorita Carmen Hernández Rodríguez.  Fué un trabajo acabadísimo, digna producción  de  quien  parece mereció atesorar  los ricos dones con que  Dios se  place adornar determinadas y angelicales criaturas Dichosa ella, que arrancó al público entero, una estruendosa ovación.

A la lectura de la memoria siguió el exámen con sujeción á los programas. Doce alumnas merecieron la clasificación de sobresaliente. A éstas le dio la comisión la enhorabuena, y por unanimidad, un voto de gracias á la distinguida profesora, por la demostración tan satisfactoria obtenida con sus discípulas.

Fueron presentadas labores muy importantes, mereciendo un sin número de alabanzas uno confeccionado por una niña de cuatro años, en el que aparecían remiendos,
zurcidos, etc.

No puedo menos que hacer constar el número de alumnas matriculadas en esta Escuela. Es de ciento doce. Esto supone un trabajo inmenso, para la señorita profesora, tanto, que en su visita, el Sr. Inspector ordenó clases diarias para determinado número por la mañana, y tarde.

Pero al quedar vacante la titularidad de dicha escuela de niñas de San Miguel, por renuncia de la mencionada maestra interina doña Carmen Hernández Rodríguez, a comienzos de noviembre de ese mismo año 1912 la Junta provincial de Instrucción pública nombró de nuevo para regentarla a doña Gumersinda Marrero5, también en concepto de maestra interina y con un sueldo de 500 pesetas anuales; contaba por entonces 60 años de edad. Permanecería a su frente durante tres años y medio, desde el 14 de dicho mes de noviembre hasta el 21 de junio de 1916, en que se hizo cargo de ella en propiedad doña María Encarnación Torrembó6.

Pero su nombramiento no gustó al Ayuntamiento de dicha localidad, que quería poner a otra maestra en su lugar y por ello no le facilitaron un salón-escuela adecuado, de lo que se quejaba un vecino de San Miguel, en un escrito fechado en este pueblo el 3 de febrero de 1913 y publicado el 10 de dicho mes en El Progreso, titulado “Correspondencias desde San Miguel. Cosas que avergüenzan”; en dicho escrito se ocupaba de varios temas y, tras hablar del mal estado de la escuela de niños, destacaba:
La de Niñas se halla abierta, pero de un modo que casi, casi, nos impulsa a decir que valía más que no lo estuviera.

El local donde el Sr. Eulate ha exigido a la digna maestra doña Gumersinda Marrero Oliva que dé sus clases, se encuentra en las peores condiciones; allí apenas cabe una sexta parte de las niñas que se hallan matriculadas. Sus dimensiones no exceden de seis metros de largo por cinco de ancho y unos dos y medio de alto. La única puerta con que cuenta tendrá apenas dos metros; un metro la ventana, única también. La letrina, poco menos que en Pekín... Dicen que el Ayuntamiento ofreció (¡!) construir una a unos 40 metros más o menos de distancia del local, teniéndose que atravesar la vía pública para llegar a ella. En fin, como último detalle sépase que el inquilino que deshabitó la casa que nos ocupa, pagaba en concepto de alquiler, DOS PESETAS al mes.

Dígasenos ahora si en ese cuchitril se puede enseñar otra cosa que no sea sordidez y miseria.

En cuanto al mobiliario, la maestra no cuenta ni con una mala silla donde sentarse; el material es poco y viejo... Y por no haber, ni agua hay para las niñas. En toda la escuela no se ve ni una mala tinaja.

Ahora bien; si se quieren saber, aunque ligeramente sea, algunas de las razones que explican este inconcebible estado de cosas, ahí van unos cuantos antecedentes.

El caso es el siguiente: La señora doña Gervasia Díaz Monroy, patrocinada por el reconocido cacique de este pueblo, D. Luciano Alfonso Mejías, solicitó la escuela en ocasión de encontrarse vacante la plaza de maestra. También lo hizo la señora doña Gumersinda Marrero. La Junta Provincial de Primera Enseñanza recibió y examinó la documentación de una y otra, y como quiera que la de doña Gumersinda reuniera mayores ventajas, tuvo a bien otorgar a favor de ésta el nombramiento.

Visto   que   no   resultó   nombrada   la   señora   que   quiso   D.   Luciano,   éste inmediatamente ordena y manda al Alcalde D. Ezequiel Marrero, funcionario que ejecuta pasivamente cuanto quiere su señor, que en manera alguna se diese prisa en buscar casa escuela. Insiste la maestra en pedirla y recurre en varias ocasiones al Sr. Gobernador quejándose de la falta cometida por el Alcalde, quien al fin, con la mayor buena voluntad, se decide a buscar la casa que dejo señalada.

¿No es verdad que parece ésto una burla del cacique?
Pues así estamos y estaremos hasta que las autoridades se decidan a intervenir en este enojoso asunto.

Continuando con su actividad docente en dicha escuela, en el inmediato mes de marzo de ese mismo año 1913 nuestra biografiada se vio afectada por una circular de la Junta Provincial de Instrucción Pública de Canarias, publicada el 10 de dicho mes en el Boletín Oficial de la Provincia de Canarias:

No habiendo dado cumplimiento los señores Maestros y Maestras que se expresan a continuación, a la Circular inserta en el Boletín Oficial correspondiente al 23 de Diciembre próximo pasado, por la presente se les recuerda de nuevo y por última vez la obligación ineludible en que están de presentar el presupuesto de la consignación del material diurno y nocturno de sus respectivas escuelas para el corriente año, pues de lo contrario se darán las oportunas órdenes a los señores Habilitados para que reintegren al Tesoro el importe del material que corresponda percibir a aquellos de los Maestros comprendidos  en  esta  Circular  y  que  en  el  improrrogable  plazo  de  quince  días  no presenten en esta Junta dicho presupuesto.

En la relación indicada figuraba doña Gumersinda, junto a otros siete maestros del Partido  de  Granadilla,  a  quienes  se  amenazaba  con  retraer  de  su  siguiente  sueldo  las cantidades asignadas para dicho material. Suponemos que atendió a las exigencias de dicha junta.

Al año siguiente aún continuaba reclamando una casa-escuela decente, demanda que llegó a la Inspección de Primera Enseñanza, la cual ordenó al alcalde de San Miguel que la atendiese, como informó Eco del Magisterio Canario el 30 de octubre de 1914, bajo el título “Casa-Escuela”:  “Por  la inspección de I.ª enseñanza se ordena al Alcalde de San Miguel facilite  casa-escuela  a  la  Maestra  de dicho pueblo nuestra  distinguida  compañera  doña Gumersinda Marrero Olive [sic]”. Al día siguiente, La Opinión también se hizo eco de dicha noticia en los mismos términos, aunque eliminando lo de: “nuestra distinguida compañera”.

Como curiosidad, en enero de 1916 la maestra Marrero Oliva contribuyó con dos pesetas a un número extraordinario del Eco del Magisterio Canario,  tal como publicó este periódico el 7 de dicho mes.

Tal como ya se ha indicado, tras cesar como maestra interina en 1916, cuando contaba
64 años de edad, es muy probable que doña Gumersinda continuase impartiendo clases particulares durante algún tiempo, dado el colapso que sufría la escuela pública de niñas, labor que simultanearía con el cuidado de su casa y su numerosa familia, además de la educación  de  sus  hijos.  Lo  cierto  es  que  al  no  presentarse  a  oposiciones,  no  tenemos constancia  de  que  volviese  a  regentar  ninguna  escuela  pública,  salvo  alguna  posible sustitución puntual que se le encomendara.

FALLECIMIENTO Y DESCENDENCIA

Doña Gumersinda Marrero Oliva falleció en su domicilio de San Miguel, en la calle
Corta, el 8 de marzo de 1936 a las once de la mañana, cuando contaba 82 años de edad; había recibido los Sacramentos de la Penitencia y Extremaunción. Al día siguiente se oficiaron las honras fúnebres en la iglesia del Arcángel San Miguel por el cura encargado don Celso González Tejera y a continuación recibió sepultura en el cementerio de dicha localidad, de lo que fueron testigos don José Bello Feo y don Teófilo Bello Rodríguez.
Le sobrevivió su esposo, don Manuel Galván González, con quien había procreado seis  hijos:  doña  María,   que  casó  muy  joven  con  don  Eladio  González  Díaz,  con descendencia7; don José y don Manuel, que emigraron a Cuba; doña Andrea (1892-1977), maestra nacional, que casó en 1929 con don Celestino Díaz Bernal, hijo de don Francisco Díaz Monroy y doña Josefa Bernal Torres; don Esteban (?-1934), que murió en Santa Cruz de Tenerife; y don Gumersindo Galván Marrero, que también emigró a Cuba.  (Octavio Rodríguez Delgado, blog.octaviordelgado.es)

Notas:
1 José Antonio ORAMAS LUIS (1992). La Escuela Normal de La Laguna en el siglo XIX. Págs. 127-129

2 Archivo Municipal de San Miguel de Abona. Padrones, 1882.

3  Archivo de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. Libro maestro de las escuelas públicas.
4 Estos señores también eran miembros de la Junta local: como presidente, don Ezequiel Marrero Reyes (alcalde), y como vocales, don Luciano Alfonso Mejías (médico), don Norberto Álvarez González (párroco) y don Francisco Gómez y Gómez (secretario del Ayuntamiento).
5  Diario de Tenerife, jueves 7 de noviembre de 1912, pág. 1; La Opinión, viernes 8 de noviembre de
1912, pág. 2; Gaceta de Tenerife, viernes 8 de noviembre de 1912, pág. 2
6  Archivo de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. Libro maestro de las escuelas públicas.
7  Fueron sus hijos: don Manuel González Galván (1912-1981), seminarista, sargento de Infantería, tallador del Ayuntamiento de San Miguel y agricultor; y don Eladio González Galván (1915-1997), que casó en La Laguna en 1935 con doña  Concepción García Suárez (1903-2001), alcaldesa de Santiago del Teide y maestra en dicha Villa y Tamaide (San Miguel de Abona).



No hay comentarios:

Publicar un comentario