viernes, 9 de enero de 2015

EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA




UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1491-1500

CAPITULO I-XXII



Eduardo Pedro García Rodríguez


1494 Mayo 26. Medina del Campo (f. 57). Incitativa al Ido. de Villena, oidor de la Audiencia y juez de términos de Sevilla, para que determine en la petición de doña Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernando Peraza, que reclama la heredad de Marinilla, en el Aljarafe de Sevilla, que le tomó hace siete años doña Ines Peraza, alegando que le fue vendida por Fernando Peraza, venta que es ilegal por pertenecer dicha heredad a la dote que le dieron los reyes para su matrimonio. Don Alvaro. Antonius. Gundisalvus licenciatus. Felipus. Franciscus licencia tus. Juan Alonso del Castillo. (E.Aznar; 1981)
1494 Mayo 28?. Uno de los acontecimientos históricos más importantes desarrollados durante el expansionismo del entonces naciente imperio colonial español, tuvo lugar en la comarca de Acentejo o Centehun, en el sitio que a partir de entonces tomó el nombre de La Matanza de Acentejo, en Chinech. (Tenerife) en este lugar en la segunda quincena del mes de mayo, las tropas invasoras mercenarias dirigidas por el destacado mercenario y traficante de esclavos al servicio de las coronas de Castilla y Aragón Alonso Fernández de Lugo vio doblada su altiva e insolente cerviz, ante el más grande caudillo que ha tenido la Matria Canaria, el grande entre los grandes de su tiempo, Kebehi Benchomo.
La batalla de Acentejo supuso la mayor derrota sufrida por las tropas españolas en sus conquistas imperialistas, no sólo en Canarias (cuya conquista duró casi un siglo), sino que, en las innumerables batallas sostenidas por la conquista del Continente americano, las tropas españolas jamás tuvieron una pérdida de hombres como la que sufrieron en el encuentro de La Matanza de Acentejo, donde un cuerpo de ejército guanche compuesto por 300 hombres dirigidos por el Achimencey Chimenchia/Tinguaro, (hermano del Kebehi Benchomo), infligió al ejército invasor la mayor derrota que jamás sufrieran los ejércitos españoles en sus aventuras coloniales durante la baja Edad Media.
Durante ocho años como hemos apuntado, Alonso de Lugo alternó el cuidado de sus noventa fanegadas de tierra usurpadas en Agaete, Tamaránt con las continuas razzias y saqueos en las costas del continente así como en las Islas de Benahuare (La Palma) y chinech (Tenerife), al tiempo que iba preparando la conquista de las mismas procurando fomentar las disensiones entre menceyatos, y la de los achicaxnay contra los achimenceyes alimentado arteramente el odio entre las diferentes castas entre los naturales, usando para sus fines como valiosos colaboradores en Tenerife a los menceyes de los bandos de Güímar, Abona y Adeje, los cuales ya habían venido recibiendo influencia cristiana por parte de los frailes que se habían instalado desde dos siglos antes, en el eremitario de Gúímar, así cómo a un buen número de gomeros cristianizados que fueron introducidos en la isla - conocidos como Babilones - y quienes con posterioridad a la conquista decidieron sacudirse el yugo de los españoles y formaron un núcleo importante de resistencia al lado de los alzados guanches.
El principal inductor de los disturbios internos, en los prolegómenos de la conquista fue el Guadameñe de Güímar, hermano de Añaterve, el cual fue apercibido por Benchomo para que cesara en sus intrigas, pero éste, confiado en la supuesta protección que los españoles le habían prometido, continuó fomentando las luchas internas entre las castas de los Menceyatos de las bandas del Norte, razón por la cual Benchomo ordenó que el Guadameñe fuese ahorcado en la montaña de Tafuriaste, (donde al presente se encuentra el hotel las Aguílas) Mientras, el príncipe Guetón, hijo de Añaterve era retenido como rehén en Tahoro.
LUGAR DE LA BATALLA: Desde el campamento de Jardina (zona que abarca desde la actual Gracia, Los Rodeos hasta Venhu (Las Mercedes) en la segunda quincena del mes de mayo de 1493 el ejército invasor se puso de nuevo en marcha con grandes precauciones, pues durante su marcha hacía el Valle de Tahoro eran hostigados continuamente por algunas partidas de guanches de los Menceyatos de Tegueste y Tacoronte, que les hostigaban por los flancos.
 El ejercito invasor continuo su avance hacía Tahoro sin mayores dificultades, por el camino se iban apropiando de numerosos rebaños de ganados que pastaban aparentemente abandonados y que, por la natural rapiña de los mercenarios éstos se resistían a dejar en el campo, así continuaron hasta la altura de la actual Cuesta de la Villa, donde decidieron hacer un alto y formar consejo de oficiales para determinar las medidas a tomar. En el consejo prevaleció la opinión de retornar al campamento de Añazu (Santa Cruz) con la cuantiosa presa de ganados que tenían, seguidamente iniciaron la contra marcha hacía Eguerew. (La Laguna) De esta manera tan poco estratégica retrocedía la vanguardia ufana con la rica presa cuando en el aire sonaron unos agudos silbidos y ajijides que pusieron en movimiento desordenado a los hatos de ganados al tiempo que caían grandes piedras y troncos de árboles sobre las sorprendidas tropas españolas, los banotes hendían el aire yendo a encontrarse bruscamente con los pechos de los mercenarios traspasando sus corazas.
Pasado los primeros momentos de estupor en el Ejército invasor, cada uno buscó por instinto, un grupo donde apoyarse y, sin previo concierto, entregados a su propia iniciativa, se organizó una especie de defensa por pelotones ante la imposibilidad de maniobrabilidad de los caballos el arma más efectiva de las tropas españolas. Bien pronto la línea del frente quedó convertida en un amasijo de cadáveres de hombres y caballos. Toda defensa ante el empuje guanche era inútil, en el fragor de la batalla destacaron por su arrojo y valentía Chimenchia, Sigoñé, Guadafrá, Arafo, Tigaiga y otros significados capitanes de Benchomo y sus aliados.
La derrota del Ejército español en la batalla, que después pasaría a conocerse como de La Matanza de Acentejo, fue total. De las tropas españolas, solamente logró sobrevivir un grupo de unos trescientos de los que la mayoría eran criollo o isleños de las islas ya sometidas y algunos portugueses que a nado se refugiaron en una baja de la costa, y otro de unos treinta que lo hizo en una cueva, como veremos más adelante. Entre los hechos recogidos por los cronistas destacan tres que merecen ser narrados, el primero, la vergonzosa huida a uñas de caballo ayudados por algunos auxiliares güimareros del capitán Alonso Fernández de Lugo y, parte de su plana mayor, quienes abandonando a su suerte lo que restaba de sus tropas y atravesando Chicayca (La Esperanza), ganaron la seguridad del torreón de Santa Cruz. El segundo, es que, llegado Benchomo ( quien se había quedado en los campos de La Orotava en previsión de un ataque por parte de los bandos confederados con los españoles, según algunos autores, o para cortar la retirada de los invasores si estos hubiesen decido replegarse a Tahoro según otros), en las postrimerías de la batalla encontrando a su hermano Chimenchia sentado en una piedra, le recriminó de la siguiente manera: -¿cómo es esto hermano, mientras tus hombres se baten con el enemigo, tú estas holgando?.- A lo que respondió Chimenchia, -hermano, yo he hecho mi oficio de capitán que es conducirlos a la victoria, ahora los carniceros hagan el suyo,- dando a entender con ello que un caudillo guanche no tiene que mancharse las manos con la sangre de los vencidos si no es en defensa de su vida. El tercero, es el que un grupo de unos 30 de soldados posiblemente informados por los isleños aliados buscaron refugio en una cueva, los cuales concluida la batalla obtuvieron la misericordia y ayuda de Benchomo quien los hizo conducir sanos y salvos al campamento español de Añazu. Esta aptitud benevolente por parte del régulo tahorino se explica si, como creemos, los mercenarios se refugiaron en la Cueva Santa del Sauzal o en la necrópolis de la montaña de los guanches. Es bien conocido el respeto del pueblo guanche por los lugares Santos y el derecho de refugio que adquirían los asesino que se acogían en los lugares sacros. Hechos similares se habían registrado durante la conquista de Tamaránt (Gran Canaria), y posteriormente se repetiría en transcurso de la batalla de Eguerew (La Laguna).
En el glorioso día de la batalla de La Matanza de Acentejo, las armas españolas sufrieron la mayor humillación que jamás les fuera infligida durante su larga etapa imperialista de colonización,  ocupación y masacre de otros pueblos. Esta derrota les fue infligida por un grupo de solamente 300 guerreros guanches de los Tabores de Taoro dirigidos por el indómito Sigoñe Chimenchia / Tinguaro.
¿DÓNDE FUE EL CAMPO DE BATALLA?: Uno de los aspectos que más interés ha despertado entre los investigadores ha sido localizar el lugar exacto donde tuvo lugar el enfrentamiento, en este aspecto, quizás el trabajo mejor desarrollado sobre el particular, y sin lugar a dudas, se debe al Amusnau tinerfeño don Juan Bethencourt Alfonso, por tanto, dejemos que sea él quien nos sitúe en el lugar exacto de los hechos.
"...Aunque sobrecarguemos estos antecedentes corriendo el riesgo de parecer difusos, no podemos menos que insistir en ciertos detalles para comprender las evoluciones que hizo el ejército invasor, por ser indispensable para precisar el campo de batalla y la causa de la derrota.
Los historiadores y la tradición están de acuerdo en el hecho de que el combate se libró en el Barranco de Acentejo (nosotros diríamos a partir del barranco de Acentejo), pero no lo están respecto a un sitio determinado. Unos dicen, han oído a sus mayores que la batalla tuvo lugar en las Guardas, próximo a la montaña de la Atalaya; otros que fue en el fondo del barranco de Acentejo, por el sitio que lo corta el camino de San Juan; Algunos afirman que este punto del barranco fue por donde lo atraviesa la calle de El Medio, y no pocos señalan diferentes lugares del camino de San Juan a la ermita de Guía, con especial “Las Toscas de los Muertos” o Callejón de Centejo , que se extiende a lo largo del borde Norte del barranco de Acentejo o de San Antonio, entre la carretera y la ermita de Guía.
Indudablemente hubo refriegas en todos estos sitios, que estaban en la línea de operaciones o camino de retirada que tomó la vanguardia del ejército invasor, cuando ya sólo se batía para abrirse paso y salvar la vida, como lo consiguieron varios.
Para nosotros es evidente que el verdadero campo de batalla, o sea la región en que se preparó la sorpresa, fue a lo largo del camino de Santo Domingo que atraviesa el caserío de Bubaque, a partir a del barranco de Acentejo, o séase del punto de unión de los caminos de los guanches o Centejo de Abajo con el de Acentejo o Real de San Cristóbal, que se verificaba, como queda dicho, en el borde Norte del barranco de Acentejo.
Como quiera que de todos los lugares señalados sólo la parte del barranco de Acentejo, que está atravesada por el camino de San Juan, es la que más se indica por los historiadores como en la que tuvo lugar la derrota, y por otra parte se sabe que este combate se libró sobre el camino que llevaba el ejército y en el barranco de Acentejo, sólo falta que dilucidar si el antiguo camino de o Real de San Cristóbal pasaba por el hoy camino de San Juan o por el de Santo Domingo.
No hemos encontrado ni sabemos exista ningún documento que resuelva de plano este asunto; por manera que hay que resolverlo "a posteriori" y por deducción.
Creemos que el antiguo camino de Acentejo bajaba a lo largo del borde Norte del barranco de San Antonio, hasta llegar a unirse en la ermita de Guía con el de los Guanches, que después unidos cortaban el barranco y se continuaban por el que hoy lleva el nombre de Santo Domingo.
1º. Porque según la tradición el camino de San Juan, si bien antiguo, es más moderno que el que va para abajo hasta la ermita de Guía. Entre estas tradiciones se halla la que ya contamos respecto a los numerosos rebaños del "principado" de Acentejo, que al pasar por este camino de 28 varas de ancho lo cubrían por completo desde la ermita de Guía hasta la montaña de la Morra. Además, si se estudia el camino de San Juan se ve que fue abierto después de la conquista para las necesidades agrícolas de los nuevos caseríos o pueblos de la Victoria, pues no lleva la dirección de las llanuras de Acentejo.
2º. Que aún viven ancianos que vieron, antes del trazado de la carretera y las nuevas roturaciones, que seguía el camino de San Cristóbal hasta la ermita de Guía, de más de 15 varas de ancho pero que se fue perdiendo a medida que ganaba el de San Juan, convirtiéndose al fin en una vereda.
3º. Que como se sabe que el camino del Real de San Cristóbal o de Acentejo iba para las llanuras de este nombre puestos en el terreno se observa que para que así suceda es tanto más fácil -por no decir necesario- cuanto mas se baja hacía la ermita de Guía; y que si el camino de Acentejo hubiera llevado la dirección de San Juan, para ir a Tahoro no se pasaría por dichas llanuras de Acentejo.
4º. Porque colocados sobre el terreno a ninguna otra región de los contornos es aplicable el sitio en que dice se dio la batalla la siguiente data, concedida en 1503:
"Yo el Adelantado Don Alonso Fernández de Lugo, Adelantado de las islas de Canaria, Gobernador e justicia mayor de Tenerife e San Miguel de La Palma e capitán general de Berbería, por el Rey e la Reina nuestros Señores e por virtud del poder de sus Altezas tengo que repartir las tierras de riego e de sequero e heredamientos de estas dichas islas, doy a vos Juan Benítez, como a vecino e conquistador que fuiste destas dichas Islas, y por los muchos trabajos que en estas conquistas obistes os do en nombre de sus Altezas, para vos y quien vos quisieredes un pedazo de tierras de sequero, que son en Acentejo, para sembrar pan, las cuales dichas tierras haveis de echar la linde desde un Pino que está en canto de la Rambla honda donde estuvimos el Día del desbarato de Acentejo...".
Y 5º. Porque, como veremos, a no ser la sorpresa en el punto de unión de los caminos de los Guanches y Acentejo o de San Cristóbal el ejército español hubiera tenido una retirada."
Está ampliamente documentado, que entre los guanches en sus tácticas de guerra no figuraba la persecución y extermino del enemigo vencido que huye en desbandada, por esta razón Alonso Fernández de Lugo y el resto de los invasores pudieron alcanzar el fuerte de Añazu o de Santa Cruz, y reembarcar al día siguiente los supervivientes rumbo a Gran Canaria, transportando con ellos mediante engaños a trescientos guanches auxiliares del bando de Güímar, los cuales fueron enviados a España para ser vendidos como esclavos, manera que tuvo Lugo de agradecerles el que le salvaran la vida en la rota de Acentejo. Algún autor apunta que los restos del Ejercito español sufrieron un ataque en el fuerte de Añazu, cosa improbable por las razones anteriormente apuntadas, lo que sí pudo suceder es que una vez abandonado el recinto por los españoles, los guanches procediesen a la demolición del mismo.
1494 Junio 5. Tratado de Tordesillas: Acuerdo entre las coronas de Castilla y Aragón con la portuguesa sobre la línea de demarcación del oeste; y sobre los «resgates» en la costa del continente africano al sur del cabo Bojador.

1494 Julio.
Las primeras noticias que poseemos sobre la trata de negros en las Canarias se remontan a estas fechas un navío español pilotado por el lusitano Lorenzo Yáñez Artero, natural de Lagos y vecino de Gran Canaria, en el que iban por capitán y maestre, respectivamente, Alonso Morales, vecino de Cádiz, y Fernando Manzano, natural de Gran Canaria, se dirigió, violando los tratados con Portugal, a la costa de Guinea, donde desembarcaron y cautivaron buen número de negros, que luego fueron a vender a las Islas Canarias y Andalucía. La reclamación del rey de Portugal no se hizo esperar y por ella conocemos estas incidencias, así como las enérgicas resoluciones de los Reyes Católicos para proceder al castigo de los culpables, si bien es verdad que ignoramos la ulterior suerte que pudieran haber corrido los mismos. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1494 Julio 2. Segovia (f. 134). Orden al corregidor de Salamanca para que informe al Consejo, a petición de Gómez de Espinosa, corregidor y procurador de la villa de Ledesma, acerca de una casa fuerte que en el lugar de Porqueriza, equidistante de Salamanca y dicha villa, construye un mayordomo de Francisco Maldonado, gobernador de las islas de Canaria, y de otra que en el lugar de Zarapicos, tierra de Salamanca que parte termino con la mencionada villa y con el Valle, lugar de su jurisdicción, construye don Francisco de Soto, clavero de Alcántara. Se le ordena, en caso de ser ciertas tales informaciones, detener las obras, ya que son contrarias a las leyes del Reino y pueden causar daño a la villa de Ledesma. Andreas. Antonius. Felipus. Franciscus licenciatus. Petrus. Mármol. (E.Aznar; 1981)

1494 Julio 8. Segovia (f. 323). lncitativa al gobernador o juez de residencia de la isla de Gran Canaria, para que determine en la apelación presentada por Bartolomé de Cardela, vecino de dicha isla, contra la sentencia dada por Francisco Maldonado, juez pesquisidor y de residencia de la mencionada isla, a favor de Jorge Zorita, vecino de la misma, en el litigio de media suerte de tierra; sentencia que Bartolomé de Cardela considera injusta porque Jorge Zorita no recibió dicha tierra en los repartimientos de la isla ni residió en ella los seis años que éstos prescriben, mientras que él fue de los primeros conquistadores y la cultivó durante ocho años, primero con viña y luego, a raiz de los destrozos de los conejos, la cercó y plantó con caña de azúcar. Don Alvaro. Johannes. Andreas. Felipus. (E.Aznar; 1981)

1494 agosto 27.
Villa del Real  de Las Palmas en G.  Canaria.-Escritura  de troque y cambio, por la que Francisco Peña da una  suerte de tierra de regadío en término de la villa de Santiago de Agáldar  (de la que es vecino) (que linda con tierra de Batista de Riberol, el camino  real  y el Barranco)  y otra tierra  que compró de Gonzalo de la Coruña  (con cuevas donde Gonzalo, difunto, vivía), a Batista de Riberol, que le  da en cambio una suerte de tierra, puesta de cañas,  en término de dicha  villa de Santiago, lindante con tierra de Juan Rodriguez de  la Caña y de  Christóval Rodríguez, el camino real y el Barranco, siendo testigos Francisco de Miranda, Regidor y vecino  de la villa del Real de Las Palmas,  y Francisco Padilla,  estante en  la Ysla  de Gran Canaria, ante el  escribano público Diego de San Clemente, que signa este testimonio. (V.  copia íntegra en doc. de 1  de agosto de 1509, en Apéndice V). (M.  Q.,  1509, folios 685 v.-689  v.). (Francisco Morales Padrón. Canarias en el Archivo de protocolos de Sevilla, en: mdc)

1494 Septiembre 6. Segovia (f. 284). Comisión al Licenciado de Coalla, miembro del Consejo y contador mayor de cuentas, para que entienda en la petición de Mari Gómez de La Torre, viuda de Pedro Gómez de Celada, vecino de Burgos y tesorero que fue de la bula de Canaria, que pide le sean pagados a ella y a sus hijos cierta cantidad de padrones de bulas predicadas en el obispado de Calahorra, ya que su marido murió en la pobreza. Don Alvaro. Johannes. Franciscus. Ruiz de Castañeda. Franciscus licenciatus. (E.Aznar; 1981)

1494 Octubre 10. Madrid (f. 90). Comisión al Conde de Cifuentes, don Juan de Silva, del Consejo y asistente de Sevilla, para que dictamine en la petición de Juanoto Berardi, mercader genovés, que reclama a Alonso de Lugo, vecino de dicha ciudad, el tercio de 700.000 maravedís y de 150 esclavos, que le corresponde por el acuerdo de compañía para la conquista de La Palma. Don Alvaro. Johannes. Andreas. Filipus. Franciscus licenciatus. Mármol. (E.Aznar; 1981)


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