sábado, 15 de noviembre de 2014

EFEMERIDES DE LA NACION CANARIA




UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1471-1480


CAPITULO VIII




Eduardo Pedro Garcia Rodriguez


1480 Febrero 4. Una real cédula promulgada por los Reyes Católicos en la ciudad de Toledo, ordena a Pedro de Vera, genocida y gobernador colonial impuesto de Tamaránt (Gran Canaria) que “proceda al repartimiento de todos los exidos (campos de labor) y dehesas y heredamientos de a dicha ysla entre los caballeros e escuderos e marineros e otras personas que en dicha isla están”. Este repartimiento empezaría tres años antes de concluir la conquista de la isla, que finalizó el 29 de abril de 1483.

1480 Febrero (s.d.) (s.i.) (F. 175). Iguala y composición de la capitulación que los doctores de Talavera, Villalón y Lillo, del Consejo, firmaron en nombre de los reyes con Alonso Quintanilla, contador mayor de cuentas del Consejo, y Pedro Fernández, capitán de la mar, sobre la armada que éstos preparan para Gran Canaria. El acuerdo mantiene los términos del memorial ya existente, fechado en Toledo el 24 de febrero de 1480, salvo en los 100.000 maravedís consignados para que un mercader llevase ropa y otras cosas menudas; estos términos son: 200.000 maravedís de trigo y cebada, 250.000 maravedís del flete de los navios de Pedro Fernández Cabrón y de otros que se han de mandar, 36.000 maravedís para el capitán Pedro de Vera, 48.000 maravedís como sueldo de los veinte caballeros, 120.000 como sueldo de los cien vasallos de monte y 20.000 maravedís de los gastos hechos por Juan Rejón; estas sumas más las que irán apareciendo antes de la partida hacen 900.000 maravedís, de los que Alonso de Quintanilla pone 300.000 y Pedro Fernández 600.000, ofreciéndose a Pedro de Vera participar con la mitad de la parte correspondiente a Pedro Fernández, debiendo proveer los beneficiarios las gentes y navíos necesarios en un plazo de 10 años. Se concede que durante l0 años ni el Almirante ni sus lugartenientes lleven derecho alguno sobre las pesquerías y presas hechas en Gran Canaria, renunciando los reyes a los quintos sobre cueros, sebo, esclavos y armazón y sobre las presas hechas en las islas de infieles, salvo en la Mina de Oro, y comprometiéndose a impedir que Diego de Herrera haga presas en Gran Canaria y que concierte paces en Tenerife y La Palma. [falta el final] (E.Aznar; 1981)

1480 Julio. Una armada zarpó del pequeño puerto jerezano de Alventos, apenas en la Villa del Real, Vera reanudó la guerra, con los soldados de Juan Rejón. Conquistó "muchos pueblos" de Tamaránt (Gran Canaria), padeciendo grandes "penalidades", pues los socorros llegaban tarde o nunca. Terminada la conquista a finales de año, Juan de Lugo (hermano de Alonso), a más de no cobrar, perdió la orchilla, siendo concedido el monopolio a Gonzalo de Cárdenas, comendador mayor de León, en la isla y las islas, "que están por conquistar". Género de difícil manipulación, Cárdenas hubo de acudir al despreciado Juan de Lugo, que para colaborar, exigió ser reconocido, en real provisión, dirigida a Pedro de Vera, como el único que podría "comprar y sacar" orchilla de las islas, sin más carga fiscal que el quinto. (L. Al. Toledo)

Alonso de Lugo (futuro jefe de los mercenarios invasores de Benahuare y Chinech) sirvió en la conquista, pues participó del repartimiento de las tierras usurpadas en Tamaránt (Gran Canaria), pero su papel distó de ser relevante. No aparece en la documentación, ni al texto de Pulgar, pero hechos posteriores, aconsejaron a Bernáldez, repartirle papel estelar. Episodio central de la contienda, la batalla de Ventegay, se cuenta que los cristianos atacaron a Telde, con ayuda de Galdar (Guanarteme Shemidadan o Fernando Guanarteme. Emboscados los canarios en sus riscos, los honderos causaron 200 bajas en las filas cristianas, cerrando la jornada vergonzosa retirada. Apurados Vera y Lugo, negociaron tregua. Ultimada a la puesta del sol, dormían los canarios en sus alturas, confiando en la palabra de los castellanos, cuando fueron atacados, a traición y con nocturnidad. Muerto Tedle a manos de Galda, los supervivientes dieron vasallaje. Bautizados por el obispo Juan Frías, algunos por tercera vez, aparece mencionado, como muerto, un Michel de Muxia, vizcaíno de nación, "que era capitán bajo Pedro de Vera", sin duda el canario Michel de Monxica, al que convenía desintegrar. La batalla, si la hubo, tuvo lugar, necesariamente, en diferente lugar o momento, pues en 1483, había terminado la conquista de Tamaránt (Gran Canaria). Necesitando más gente de la que "allá está", para "acabar de ganar" a los canarios, a "nuestra santa fe", el 12 de diciembre, Isabel ofreció perdón de culpa y pena, a los "omicianos" de las Cuatro Villas y la Merindad de Trasmiera, a cambio de servir a su costa, durante seis meses, contados desde el día en que se presentasen ante Monxica y Vera, en la conquista de Tamaránt (Gran Canaria), "que está en poder de ynfieles". Siendo el indulto premio suficiente, no participarían del botín, ni del reparto de heredades. Antes de terminar el mes, Fernando de Cabrera, receptor general "que fue", en las "Yslas" de Gran de Canaria, rindió cuentas a Michel de Monxica, "mi receptor que agora es de la dicha Gran Canaria", porque la isla estaba conquistada. (L. Al. Toledo)

Años después, el canario Juan Manuel, recordaba a los Católicos, que los naturales de  Tamaránt (Gra Canaria), nunca fueron "vencidos", pues dieron vasallaje voluntario, contra la promesa de que sus personas y bienes, serían respetados, por lo que "no son ni pueden ser esclavos". Confirma el supuesto Juana Canaria. Sometida la isla a "nuestro servicio", quedó en libertad "con los otros canarios, que nos mandamos que fuesen libres", por haberse dejado bautizar, sin resistencia. Preparándose "para yr a la Ysla de Tenerife", cuando Vera invitó a los varones a seguirle, prometiendo que saldrían aprovechados. Barruntando que terminarían en el mercado de esclavos, rechazaron la oferta. El gobernador quiso capturarlos, pero "se absentaron", echándose al monte. Huido el marido de Juana, fue acusada de recibirle de noche, prestándole ayuda. Condenada a cautiverio, en Andalucía la compró un jerezano, destinándola a esclava doméstica. (L. Al. Toledo)

Probablemente sin saberlo, Bernáldez corroboró la declaración de Juana. A punto de salir hacia Chinech (Tenerife), no queriendo dejar a su espalda 600 hombres "de pelea", Vera aplicó el arma del político español, que es el engañó. Asegurando a cuantos le siguiesen, que "ganarían para vestirse", consiguió embarcarlos por su pie. Encerrados "debajo de la tilla", para que no se orientasen por el sol o las estrellas, les llevó a Cádiz y Puerto de Santa María. Puestos en venta, los barcos regresaron, en busca de las mujeres y los hijos. Subieron a bordo sin chistar, con decirles que las llevaban, donde estaban sus maridos.

Superada la demanda por la oferta, los invendidos quedaron abandonados en libertad, por no alimentarlos, permitiendo que se alojasen extramuros de Sevilla, junto a la puerta de Milhojar. Muertos los más, al no aclimatarse, otros se desperdigaron por el reino, regresando a Tamaránt (Gran Canaria) los menos, para formar núcleo de población castellanizada. Condicionado por la extraña interpretación de la ética, que impera entre españoles, el cronista celebró la felonía, declarándola virtud, porque se perpetró por razón de estado, en aras de la "pacificación" de la isla. (L. Al. Toledo)

1480. Las continuas pugnas y desacuerdos entre los mercenarios invasores castellanos: las desavenencias motivadas por el reparto de las rapiñas entre el jefe de los mercenarios Juan Rejón, y  el clérigo católico deán Bermúdez, Pedro de Algaba y el obispo Frías contribuyeron a constantes discrepancias tácticas y luchas por el poder, careciéndose de acciones globales y efectivas conforme aun plan bélico coherente, acentuado por la falta de alimentos y refuerzos.

Ante el cariz que tomaba el establecimiento de los invasores europeos y dada la imposibilidad de expulsarlos de la isla, los canarios desarrollaron una nueva estrategia adaptativa. Después de un infructuoso acuerdo con los portugueses afines de 1478, abandonan los asentamientos del litoral y se repliegan a poblados más resguardados de las incursiones castellanas, contando con recursos alimentarios almacenados en los Cenobios (graneros-fortaleza) de diferentes puntos de la isla para el desarrollo redistributivo. A tenor de la centralización de su sistema político, inician un proceso de pactos y treguas con los invasores acercándose ocasionalmente al Real de Winiwuada (Las Palmas) a increpar a la hueste invasora extranjera.

1480. Los fenicios comercializaban añil o índigo, cuyo origen es planta conocida por pastel o glasto. De uso común en la Europa medieval, es considerado originario de la India, como el algodón. Pero el que transportaban barcos documentados, por haber sido robados en la mar, procedía de Guinea o Berbería. En tiempo de la guerra de Guinea, el "pastel" era carga que denunciaba al que frecuentó los "rescates", sin licencia de la Corona. Perdida la guerra, el rey de Portugal recuperó el control de su "conquista", cerrándola al castellano, que no pasasen por la taquilla portuguesa, pagando las debidas licencias y el quinto de la carga. Dedicados los excluidos al corso, porque de algo tenían que vivir, lo practicaron tan cerca de casa, que alejaron a los extranjeros, de los puertos de Castilla, desapareciendo de Sevilla "oro, cera, cobre, añil y cueros", productos que atraían al comercio. Depreciando el almojarifazgo por falta de clientela, mermó la renta, ausentándose los aspirantes al arriendo. Alarmada la Católica, en 1480 quiso enderezar la situación, dando real seguro a los navíos, que trajesen géneros de Guinea, amenazando con pena de muerte, y confiscación de bienes adjunta, al vasallo que intentase robar a extranjero. (L.A. Toledo)
1480 (s.m.) (s.d.) Toledo (f.266). Mandamiento y emplazamiento al protonotario don Gabriel Condulmario, provisor que fue del obispado de Cuenca, para que pague al. bachiller Diego Rodríguez de Alcaraz, receptor y tesorero de las bulas de la Santa Indulgencia de Canaria en dicho obispado los 85.000 maravedís que llevó por derecho de impetra, ya que la bula papal ordena que no se pague ningún tipo de derecho recibiendo de él carta de pago, que evitará, junto a esta carta, que le sean demandados de nuevo. El Rey. Canfañas. Quintani/la. Acordada: Andreas, Antonius. Reg: Diego Sánchez. (E. Aznar; 1981)

1480 (s.m.) (s.d.) Toledo (f.267). Incitativa a las justicias ordinarias y de hermandad de todo el Reino para que obliguen apagar a Diego de Soria y Francisco Pinelo, depositarios de los maravedís de la bula de la Santa Indulgencia de Canaria, a los que tomaron o se empadronaron para tomar tales bulas y no las han pagado, y en caso de fallecimiento de éstos a sus herederos, debiendo actuar contra las personas y bienes de los que se nieguen a hacerlo. Se ordena que les sea prestado todo el favor y ayuda para cumplir su misión. El Rey. Camañas. Rodericus. Quintani//a. Acordada: Andreas. Reg: Diego Sánchez. (E. Aznar; 1981)

1480 (s.m.) (s.d.) Toledo (f.268). Mandamiento a quienes tienen en su poder maravedís, libros, mulas, ropas y otras joyas del difunto maestre Gayo, tesorero y receptor que fue de las bulas de la Santa Indulgencia de Canaria en el obispado de Cuenca, para que paguen las deudas que éste dejó en su cargo, y quienes deben maravedís de dichas bulas para que también los paguen. Dicha sumas han de ser entregadas a una persona (cuyo nombre aparece en blanco),  quien se otorga poder cumplido. Se ordena a las justicias ordinarias y de hermandad de Cuenca y Huete que procedan contra las personas y bienes de quienes no cumplen este mandamiento. El Rey. Camañas. Quintanilla. Acordado. Andreas. Reg. Camañas. Rodricus. Quintanilla. Diego Sánchez. (E. Aznar; 1981)

 1480 (s.m.) (s.d.) Toledo. Mandamiento a Juan Tejedor y a otros vecino de Madrid para que entreguen los maravedís de las bulas de la Santa Indulgencia de Canarias, que han recaudado sin tener poder de Diego de Soria y Francisc Pinelo, depositarios generales de los maravedís de dichas bulas, y los padrones memoriales de los que deben maravedís de tales bulas. Dichas sumas han de St entregadas a una persona, cuyo nombre aparece en blanco. Se ordena alas just cias ordinarias y de hermandad de la villa de Madrid y de su tierra que proceda contra las personas y bienes de quienes se nieguen a hacerlo. El Rey. Camaña. Quintanilla. Acordada: Andreas. Reg. Diego Sánchez. (E. Aznar; 1981)
1480. Entre otras cosas que el gobernador Pedro de Vera hizo, luego que envió preso a Juan Rejón, fue mandar aprestar dos navíos, diciendo quería ir hacer guerra a Tenerife, a los guanches, y hacer una entrada; y mandó a percebir doscientos canarios de los que andaban en el real, haciéndoles grandes promesas y ruegos, con intento de desembarazarse de ellos, enviándolos a Castilla, por la poca confianza que de ellos tenía y por entender que, teniéndolos consigo, no se podía hacer ningún ardid contra los canarios, que ellos no fuesen avisados de éstos.
Y así, tenía tratado con los maestros de los navíos que, como se viesen fuera del puerto, navegasen la vuelta de Castilla. Embarcáronse los doscientos canarios, y con ellos el valiente Adargoma. Iba por capitán de esta empresa Guillén Castellanos, que había venido a esta conquista de Canaria por orden de Diego de Herrera, hidalgo de mucha confianza.
Como los canarios se vieron en el golfo, y no divisasen en el viaje al pico de Teide, y que antes iban en continuo alejándose dél, quisieron alzarse los canarios y matar a Guillén Castellanos y a los maestros de los navíos, y quisieron desfondar los navíos, para que todos se fuesen al fondo, con rabiosa determinación. Guillén Castellanos y los maestros, viéndose en este trance, arribaron a Lanzarote, y allí echaron a los canarios en tierra. Fueron apaciblemente recibidos por Diego de Herrera, y los naturales de Lanzarote los aposentaron; y allí quedaron por vecinos, hasta que después pasaron en socorro del Cabo de Aguel, donde casi todos perecieron. Súpose este suceso en el real de Pedro de Vera, y los canarios que allí se hallaron, escandalizados de este caso, se alzaron y metieron la tierra adentro, con los demás, y comenzaron a hacer nueva guerra, con mayor coraje y fervor. (Abreu Galindo, 1977)

1480. cuando Doramas, el “último de los canarios” en palabras de Sabin Berthelot, cae abatido por Pedro de Vera en las lomas de Arehukas, se desvanece esta visión idílica de la naturaleza insular y comienza otro periodo histórico, el de su explotación y repartimiento. Los siglos venideros acogerán la consolidación, entre otros, de los monocultivos de la vid y del azúcar, y sobre todo, una nueva visión de la propiedad de la tierra y sus recursos, una visión antropocéntrica del uso de la naturaleza, que lleva pareja la merma de la visión paradisíaca del bosque.

En la actualidad, Doramas es uno más de los topónimos grancanarios que se esconde en las faldas de una antigua montaña, cubierta en su día de un extenso bosque. Este pequeño pago de Moya, desde el que se divisa la cuenca de Azuaje -el Aumastel de los aborígenes que desciende desde las altas cumbres al Atlántico- fue en el siglo XVI una de las puertas de entrada a la célebre Montaña. A la vera del camino se erigió una ermita, la de Nuestra Señora de Guadalupe, y se organizó un ingenio de moler caña de azúcar que perteneció a Pedro Cerón y Ponce, Capitán General de Canarias desde 1533 hasta 1577, con grandes vínculos tanto él como otros miembros de su familia, con la implantación de la industria azucarera en la isla (Caballero Mújica, 1973).

Aquel bosque grancanario permaneció escondido y respetado por los insulares hasta que se consolida la conquista de la isla por los invasores castellanos. Nada se nombra de él en los escritos y narraciones que sobre estas Islas Afortunadas proliferan en la edad antigua y el periodo greco-romano de nuestra historia. Este silencio venerable coincide con la visión que de la Naturaleza tenia el pueblo aborigen. Así, J. Deslile escribe en su texto De la philosophie de la Nature (1770):

Si ha existido alguna vez un pueblo respetable sobre la tierra, ese es el guanche. Cuando casi todas las naciones asfixiaban el instinto moral bajo una vil acumulación de supersticiones, los insulares de Canarias, adoraban a la naturaleza y sólo a ella.

Posiblemente, el Guanarteme Doramas, coincidiera en su línea de pensamiento natural, con el gran jefe indio Seattle cuando elevó su voz salvaje allá en el año 1855:

cada parte de esta tierra es sagrada para mi pueblo,
cada brillante hoja de un árbol,
cada niebla en el oscuro bosque, cada claro,
cada insecto que zumba es sagrado,
para el pensar y el sentir de mi pueblo.
La savia que circula por los árboles
lleva con ella el recuerdo de los hombres.

(Carlos Suárez Rodríguez)

1480 Febrero (s.d.) (s.i.) (F. 175). Iguala y composición de la capitulación que los doctores de Talavera, Villalón y Lillo, del Consejo, firmaron en nombre de los reyes con Alonso Quintanilla, contador mayor de cuentas del Consejo, y Pedro Fernández, capitán de la mar, sobre la armada que éstos preparan para Gran Canaria. El acuerdo mantiene los términos del memorial ya existente, fechado en Toledo el 24 de febrero de 1480, salvo en los 100.000 maravedís consignados para que un mercader llevase ropa y otras cosas menudas; estos términos son: 200.000 maravedís de trigo y cebada, 250.000 maravedís del flete de los navios de Pedro Fernández Cabrón y de otros que se han de mandar, 36.000 maravedís para el capitán Pedro de Vera, 48.000 maravedís como sueldo de los veinte caballeros, 120.000 como sueldo de los cien vasallos de monte y 20.000 maravedís de los gastos hechos por Juan Rejón; estas sumas más las que irán apareciendo antes de la partida hacen 900.000 maravedís, de los que Alonso de Quintanilla pone 300.000 y Pedro Fernández 600.000, ofreciéndose a Pedro de Vera participar con la mitad de la parte correspondiente a Pedro Fernández, debiendo proveer los beneficiarios las gentes y navíos necesarios en un plazo de 10 años. Se concede que durante l0 años ni el Almirante ni sus lugartenientes lleven derecho alguno sobre las pesquerías y presas hechas en Gran Canaria, renunciando los reyes a los quintos sobre cueros, sebo, esclavos y armazón y sobre las presas hechas en las islas de infieles, salvo en la Mina de Oro, y comprometiéndose a impedir que Diego de Herrera haga presas en Gran Canaria y que concierte paces en Tenerife y La Palma. [falta el final] (E.Aznar;1981)

1480 Febrero 3. Toledo (f. 155). Orden al Almirante mayor de la mar, al guarda mayor de la saca del pan de la ciudad de Jerez de la Frontera y sus lugartenientes, y al concejo y vecinos de Jerez de la Frontera, así como a los del Puerto de Santa María y demás villas de señorío del arzobispado de Sevilla y del obispado de Cádiz, para que permitan al alcaide Pedro de Vera, venticuatro de Jerez, o a quien su poder tuviere, sacar doscientos cahices de trigo y doscientos de cebada para la gente que va o está ya en la conquista de Gran Canaria y otros treinta cahices de trigo y veinte de cebada para una fortaleza [el nombre está en blanco], bajo juramento de emplearlos para tal fin. Se ordena que dicha saca tenga prioridad sobre cualquier otra ya acordada. El Rey y la Reina. A vila. Acordada y señalada: Villalón y Li//o. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar;1981)

1480 Febrero 4. Toledo (f. 2). Orden al concejo y vecinos de Sevilla para que levanten en la ciudad y su término cien ballesteros de monte que han de unirse a la gente que Pedro de Vera, gobernador y capitán de Gran Canaria, llevará a la conquista de dicha isla; dichos ballesteros han de presentarse con sus ballestas y almacén, y para su alimentación se concede que tengan parte en las presas que allí se hagan. El Rey y la Reina. Camañas. Acordada y señalada: Villalón y Lillo. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar; 1981)


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