lunes, 4 de agosto de 2014

Reflexiones históricas de la Emigración Canaria (III): El Guanche. 1863.



1863 diciembre 19.




Poco más de 150 años tiene este escrito, en el que se alerta de la situación precaria de la realidad de Lanzarote, con la persistente sequía que mataba; de la realidad de la miseria vivida allí; de su despoblamiento; del inconveniente de la ilegalidad del emigrante (¿les suena de algo?); de la desidia política ante el panorama...
 Con la serie Reflexiones históricas de la Emigración Canaria la revista digital de Cultura Canaria BienMeSabe.org quiere animar a la reflexión actual con textos, igualmente reflexivos, relacionados con la histórica emigración de canarias y canarios a lo largo del tiempo, especialmente la del siglo XIX a América. La intención, así, no es otra que despertar la conciencia histórica, como solemos hacerlo en estas páginas, con una perspectiva crítica vivificada desde el presente para dar con posibles y mejoradas respuestas en nuestro futuro próximo o lejano. Porque a nadie se le escapa la famosa fuga de cerebros (mejor llamar fuga de personas directamente) de jóvenes y no tan jóvenes de Canarias a otras partes del mundo actual que no encuentran un lugar propicio en esta tierra para crear su vida desde el pueblo y la familia que les ha visto crecer.
 No añadiremos reflexiones teóricas ni históricas de bulto, sino las necesarias para presentar diversos textos que hablan por sí solos, y en un lenguaje (en algunos casos adaptado a nuestra norma lingüística actual) directo que se entiende sin mayor dificultad; no sólo por la accesibilidad más o menos clara del registro utilizado, sino más bien y sobre todo por las posibles analogías con el presente que nos duele y que lloramos en buena medida. Algunas de las afirmaciones que podrán leer, en este y en posteriores rescates, se presentarán ante nuestra conciencia como asombrosas actualísimas ideas que en nuestros días también expresamos ante estos fenómenos humanos que se suceden en el mundo insular. En este sentido, se tornan valiosísimos estos escritos hoy históricos pero que fueron tembloroso presente, tantas veces doloroso, en el instante en que fueron dados a la luz en nuestros medios de información del XIX.
 Emigración
 Dícese, y por lo tanto no salimos garantes de la exactitud de la noticia, que de la isla de Lanzarote han empezado a ser trasladados, en buques extranjeros y españoles, a Montevideo y Buenos Aires, algunos de nuestros paisanos a quienes la miseria, en unos, y el deseo de probar fortuna, en otros, obligan a abandonar el suelo patrio.

El cumplimiento de las leyes vigentes, el estado de revolución en que casi siempre se hallan las repúblicas hispano-americanas, lo mal que se acostumbra mirar en esos países a los canarios pobres, las tropelías y asesinatos de que han sido víctimas allí, en donde se les hace creer que van a adquirir en poco tiempo grandes capitales, cuando por lo regular no hallan sino la miseria y la muerte, sirviendo a la vez de monopolio a las personas que, cuidando solo de aumentar sus intereses particulares, en nada o en poco tienen la dignidad del hombre ni el amor patrio; nos obligan a alzar nuestra humilde voz, llamando la atención de las Autoridades superiores de la Provincia sobre los desfavorables comentarios que han llegado hasta nuestra redacción. Allí lejos de las autoridades superiores, a las que hoy nos dirijimos, podrían quizás repetirse las escenas tristísimas y degradantes para nuestro país, que presenciamos no hace muchos años, cuando las expediciones para América estaban en boga entre nosotros; esas expediciones que recordamos con disgusto, porque a la vez de diezmar las islas y ser conducir [conducidas] a tierras lejanas sin amparo y sin saber para qué, familias enteras, daban una pobre idea de la dignidad e ilustración de las Canarias.
 Y no se crea que tratamos ni remotamente de coartar la libertad individual, no. Consideramos sagrado el innegable derecho que asiste al hombre para trasladarse cuando quiera al país en que más le agrade fijar su residencia: nuestra conciencia y nuestros principios defienden ese derecho y detestamos, por lo tanto, todo lo que a él se oponga. Pero sí pedimos que esas expediciones se hagan con orden, en buques españoles que llenen los requisitos que las leyes determinan y que no se verifiquen por medios ilegales, empleándose argumentos seductores y haciéndose concebir a nuestros compatriotas esperanzas que luego desaparecen ante una horrible y amarga realidad: no quisiéramos, en fin, que el monopolio fuese el móvil de esas expediciones.
Por otra parte, la emigración que amenaza dejar despoblados los pueblos y campos de Lanzarote, tiene un origen tan triste como desfavorable para la Nación: la escasez de agua que se viene experimentando en esa desdichada isla, que se ve abandonada a su propia desgracia, que en vano alza su voz demandando auxilio y protección. La falta de agua que convierte en páramos aquellos fértiles terrenos, hasta el doloroso extremo de verse privados sus habitantes de la puramente necesaria para las principales necesidades de la vida, ha llevado la miseria, el desaliento y a veces la desesperación, al interior de aquella roca del Atlántico, abandonada, al parecer, hasta por la Providencia.  ¿Qué extraño es, por lo tanto, que nuestros hermanos abandonen aquel suelo que sólo les brinda la muerte, después de largos años de sufrimiento y de miseria...?
 Las autoridades superiores administrativas de la Provincia y la prensa, siendo el eco del grito del infortunio que sin cesar arroja en su fatalidad la isla de Lanzarote, han hecho más que públicas las desgracias que agobian esa parte del territorio canario, demandando del Gobierno de la Nación la justa y humanitaria protección de que carece esa desventurada isla; pero todo ha sido en vano hasta hoy. Mañana cuando se trate, si es que algún día llega a pensarse en la salvación de Lanzarote, de la protección que ahora se le niega, vendrá tarde esa protección: la isla estará ya inhabitada y sobre la Nación pesará una responsabilidad grave y una acusasión terrible.
 ¡Dios oiga al fin el quejido que en su agonía exhala Lanzarote, ya que no alcanza un eco en el corazón de aquellos hombres que están llamados a salvarla del estado miserable en que se encuentra!
 (El Guanche, nº 415, 19 de dciembre de 1863. Este medio se puede consultar en la fundamental página de la ULPGC Jable. Archivo de Prensa Digital)
 (El Guanche/ Redacción BienMeSabe, Publicado en el número 519)


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