martes, 30 de julio de 2013

MARTIN FIERRO XXVII




16
[MUERTE DEL VIEJO VIZCACHA]
4755    Cuando el viejo cayó enfermo, Viendo yo que se empioraba Y que esperanza no daba De mejorarse siquiera, Le truje una culandrera'"
4760    A ver si lo mejoraba.
En cuanto lo vio me dijo: «Este no aguanta el sogazo •*; muy poco le doy de plazo; Nos va a dar un espetáculo,

5765    Porque debajo del brazo
Le ha salido un tabernáculo673
Dice el refrán que en la tropa Nunca falta un güey corneta "*; Uno que estaba en la puerta
4770    Le pegó el grito ahí no más: «Tabernáculo... qué bruto: Un tubérculo, dirás.»
Al verse ansí interrumpido, Al punto dijo el cantor:
4775    «No me parece ocasión
De meterse los de ajuera. Tabernáculo, señor, Le decía la culandrera.»
El de ajuera repitió,
4780    Dándole otro chaguarazo m; «Allá va un nuevo bolazo "*; Copo y se lo gano en la puerta•"; A las mugeres que curan Se las llama curanderas.»
4785    No es bueno, dijo el cantor, Muchas manos en un plato, Y diré al que ese barato m Ha tomao de entremetido, Que no creia haber venido
4790    A hablar entre literatos.
Y para seguir contando La historia de mi tutor, Le pediré a ese dotor Que en mi inorancia me deje,
4795    Pues siempre encuentra el que teje Otro mejor tejedor.
Seguía enfermo, como digo. Cada vez mas emperrao. Yo estaba ya acobardad

4800    Y lo espiaba dende lejos: Era la boca del viejo La boca de un condenao.
Allá pasamos los dos Noches terribles de invierno.
4805    El maldecía al Padre Eterno Como a los santos benditos, Pidiéndole al diablo a gritos Que lo llevara al infierno.
Debe ser grande la culpa
4810    Que a tal punto mortifica. Cuando vía una reliquia Se ponía como azogado *", Como si a un endemoniado Le echaran agua bendita.
4815    Nunca me le puse a tiro, Pues era de mala entraña; Y viendo heregía tamaña Si alguna cosa le daba, De lejos se la alcanzaba
4820    En la punta de una caña.
Será mejor, decía ya, Que abandonado lo deje, Que blasfeme y que se queje, Y que siga de esta suerte
4825    Hasta que venga la muerte Y cargue con este hereje.
Cuando ya no pudo hablar Le até en la mano un cencerro, Y al ver cercano su entierro,
4830    Arañando las paredes
Espiró allí entre los perros Y este servidor de ustedes.
17
[EL INVENTAEIO DE SUS BIENES]
Le cobré un miedo terrible Después que lo vi dijunto.
4835    Llamé al alcalde, y al punto Acompañado se vino De tres o cuatro vecinos A arreglar aquel asunto.
«Anima bendita, dijo
4840    Un viejo medio ladiao •*,
Que Dios lo haiga perdonao Es todo cuanto deseo. Le conocí un pastoreo ** De terneritos robaos.»
4845    «Ansina es, dijo el alcalde.
Con eso empezó a poblar **,
Yo nunca podré olvidar
Las travesuras que hizo;
Hasta que al fin fue preciso 4850    Que le privasen •" carniar.»
«De mozo fue muy guíete, No lo bajaba un bagual; Pa ensillar un animal Sin necesitar de otro,
4855    Se encerraba en el corral Y allí galopiaba el potro.»
«Se llevaba mal con todos; Era su costumbre vieja El mesturar las ovejas,
4860    Pues al hacer el aparte "• Sacaba la mejor parte Y después venia con quejas.»
«Dios lo ampare al pobresito, Dijo en seguida un tercero.
4865    Siempre robaba carneros. En eso tenia destreza: Enterraba las cabezas685 Y después vendía los cueros.»
«Y qué costumbre tenía:
4870    Cuando en el jogón estaba, Con el mate se agarraba •* Estando los piones juntos; Yo tayo, decía, y apunto*", Y a ninguno convidaba.»
4875    «Si ensartaba algún asao •*, ¡Pobre! como si lo viese: Poco antes de que estuviese •", Primero lo maldecía. Luego después lo escupía
4880    Para que naides comiese.»
«Quien le quitó esa costumbre De escupir al asador Fue un mulato resertor Que andaba de amigo suyo.
4885    Un diablo, muy peliador, Que le llamaban Barullo.»
«Una noche que les hizo Como estaba acostumbrao, Se alzó el mulato enojao
4890    Y le gritó: "Viejo indino
Yo te he de enseñar, cochino, A echar saliva al asao".»
«Lo saltó por sobré él juego Con el cuchillo éh la mano;

4895     ¡La pucha, el pardo liviano! En la mesma atropellada Le largó una puñalada Que la quitó otro paisano.»
«Y ya caliente Barullo,
4900    Quiso seguir la chacota "•; Se le había erizao la mota Lo quem empezó la.reyerta. El viejo ganó la puerta Y apeló a las de gaviota •".»
4905    «De esa costumbre maldita Desde entonces se curó; A las casas no volvió, Se metió en un cicútal "** Y allí escondido pasó
4910    Esa noche sin cenar.»
Esto hablaban los presentes; Y yo, que estaba a su lao, Al oír lo que he relatao, Aunque él era un perdulario,
4915    Dije entre mí: «Qué rosario Le están resañdo al finao *.»
Luego comenzó el alcalde A registrar cuanto había, Sacando mil chucherías
4920    Y guascas y trapos viejos, Temeridá «* de trevejos Que para nada servían.
Salieron lazos, cabrestos, Coyundas y maniadores,
4925    Una punta6* de amadores.
Cinchones, maneas, torzales •", Una porción de bozales Y un montón de tiradores.

Había riendas de domar "*,

4930    Frenos y estribos quebraos, Bolas, espuelas, recaos "*, Unas pavas ™, unas ollas, Y un gran manojo de argollas De cinchas que había cortao.
4935    Salieron varios cencerros, Alesnas, lonjas "•, cuchillos, Unos cuantos coginillos m, Un alto de gergas viejas. Muchas botas desparejas m
4940    Y una infinidad de anillos.
Había tarros de sardinas, Unos cueros de venao. Unos ponchos augeriaos. Y en tan tremendo entrevero
4945    Apareció hasta un tintero Que se perdió en el juzgao.
Decía el alcalde muy serio: «Es poco cuanto se diga; Había sido como hormiga.
4950    He de darle parte al juez, Y que me venga después Con que no se los persiga.»
Yo estaba medio azorao De ver lo que sucedía;
4955    Entre ellos mesmos decían Que unas prendas eran suyas, Pero a mí me parecía Que esas eran aleluyas ™*.
Y cuando ya no tubieron
4960    Rincón donde registrar, Cansaos de tanto huroniar Y de trabajar de balde, «Vámosnos, dijo el alcalde, Luego lo haré sepultar.»


4965    Y aunque mi padre no era El dueño de ese hormiguero. El allí, muy cariñero ™, Me dijo con muy buen modo: «Vos serás el heredero
4970    Y te harás cargo de todo.»
«Se ha de arreglar este asunto Como es preciso que sea; Voy a nombrar albacea Uno de los circunstantes.
4975    Las cosas no son como antes, Tan enredadas y feas.»
¡Bendito Dios! pensé yo. Ando como un pordiosero, Y me nuembran heredero
4980    De toditas estas guascas. ¡Quisiera saber primero Lo han hecho mis vacas!




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