viernes, 19 de julio de 2013

LA ISLA BENAHUARE SE PREPARA ANTE UN POSIBLE ATAQUE





1587 Mayo 20.
El rey de la metrópoli Felipe II dio unas instrucciones al Ingeniero Leonardo Turriano, que constituían un minucioso programa al que debía ceñirse éste para resolver el problema más arduo de la fortificación del archipiélago: asegurar la ciudad de Las Palmas que por su carácter marítimo y extraordinaria importancia, era blanco de las apetencias de los piratas extranjeros. Con tal extensión se refiere el Monarca a la ciudad, que puede decirse que el texto casi integro de aquéllas, la abarcan las normas para la fortificación de la misma. Dice así: «En la Gran Canaria hareis particular relación al Governador, Justicia y Regimiento de la orden que aqui llevais tocante a aquella ysla: pedirles eys las plantas, ordenes y relaciones que tienen, asi de la fortaleza que está designada en la montaña de S. Francisco, como del reduto que se ordenó se hiziesse para su deffensa, entre tanto que se haze la dicha fortaleza y particularmente pedireisles la ultima órden de don Francés de Alava que fue del mi Consejo de guerra y mi capitán general de Artilleria, difunto, embió y yo mandé que se siguiesse y executase, y juntamente con esto pedireis os informen bervalmente de las consideracion y respettos que se tuvieron para executar la dicha planta de la fortaleza y para hazer el reduto, y de todas las demás cossas que os pareciere deveis ser informado para hallaros capaz de todo lo hecho, y para lo que mas se huviera de proseguir.- Yreis a ver y reconoscer la dicha montaña de San Francisco y el sitio que en ella está designada la dicha fortaleza, y que forma de traza y capacidad tiene, que dinero está aplicado para su fábrica, lo que se a gastado y lo que ay en set; que effectos se pueden conseguit; si defiende la ciudad y puerto y algunos desembarcaderos, si está libre o subjeta a algunos padrastos o a otros inconvenientes y que defensas se les pueden aplicar.-

Reconocereis tras esto el dicho reduto y sabreis lo que está hecho y lo que en él se a gastado y lo que constará lo que falta de fábrica, y direys que effecto y utilidad se sigue y si conbiendrá mas atender aora solamente acabar la fábrica de la fortaleza que no a 1a del dicho reduto, para que tanto mas en breve se acabe la dicha fortaleza, sobre presupuesto que el fin principal que se tubo para hazer el dicho reduto fue que entretanto que la dicha fortaleza se acabase, cuya fábrica havia de ser de mucha mas dilacion, la gente de la tierra tuviese alguna forma de defensa en donde recogerse y defenderse algunos dias de algun cossario que le quissiese emprender para robarla.-

Haveis de considerar si para la guarda y seguridad de la dicha isla está con acertada conssideracion acordada y trazada la dicha fortaleza y reduto, y si os paresce se deve alterar en algo para mejorarla, asi en la fábrica y traza como en el sitio, direys en que y porque causas, como y con que se podria remediar.- Vereys asi mismo en quanto tiempo se acabaran las dichas fábricas de fortaleza y reduto y con quanto dinero, y tratareis con el Governador é ysla de que arbitrios o otras cosas se podrá dar forma de sacarse y proveerse.- Reconoscereys todos los puertos, calas y desembarcaderos que la dicha ysla de Canaria tiene de consideracion, que defensas tienen al presente y las que convendria hazerles y lo que costarian.- Como está de artilleria todo lo fortificado y si le falta alguno y quantas y que géneros particularmente de alcance, que es la mas necesaria para ympedir los dichos desembarcaderos y guar- dar el puerto.- Todo lo qual os mando cumplais comunicandolo con el Governador; Justicia y Regimiento de la dicha ysla, y haviendolo asi cumplido me embiareis particular relacion de todo y de vuestro parescer con las plantas y disigneos de lo fuera necessario, en el primer pasaje de navío que se ofrezca, quedandoos con un tanto dello para que, en caso que no llegue en salvamento lo que asi abisaderes y embiaredes, lo podais hazer duplicado en otra ocasión de pasaje », todo lo cual consta en el archivo de Acialcázar.

Recorrió Turriano todos los puntos estratégicos de la ciudad de Las Palmas y sus alrededores y en su informe hace -según Rumeu de Armar el más acabado y completo escrito de los que salieron de su pluma, que es por otra parte un alarde de los conocimientos técnicos, competencia y agudeza crítica de este ilustre Ingeniero.

El problema fundamental de la fortificación del archipiélago en el siglo XVI era el de asegurar la ciudad de Las Palmas, por ser la más expuesta a ataques de los piratas, pues La Laguna capital de la isla de Tenerife -que rivalizaba en opulencia con Las Palmas- dada su calidad de ciudad interior, estaba asegurada por sí sola frente a las incursiones de piratería en las que predominaba siempre el carácter de operaciones costeras, sin adentrarse en el país con objeto de tener bien segura la retirada y obtener el botín a poca costa. Juan Alonso Rubián y Agustín Asmodeo, Ingenieros Militares de S.M. antecesores de Turriano, tuvieron más o menos intervención en la construcción de las murallas Norte y Sur de Las Palmas por el Gobernador Diego de Melgarejo, y la del torreón de Santa Ana en el Charcos de los Abades por su sucesor D. Martín de Benavides. Con anterioridad existía el castillo principal de Las Isletas, y en el plan de defensa jugó un papel importante la fortificación de la montaña de San Francisco, punto estratégico de vital importancia y que todos los Ingenieros habían considerando neurálgico de la defensa militar, de la que se ocuparon los Ingenieros antes citados, don Francés de Alava y otros varios, pero en el año de 1587 aun no se había dado comienzo a esta obra.

Creía Turriano que el desembarco en Las Palmas podría ser por uno de los cuatro puntos siguientes: punta del Confital, Arrecife, puerto de Las Isletas y Caleta de Santa Catalina, o por las Caletas del Sur de la ciudad incluso Telde; consideraba de poca eficacia las murallas Norte y Sur que apenas si la cubrían por los flancos dejándola abierta por el amplio frente interior hacia el poniente, y discrepaba de sus antecesores en cuanto a la eficacia de la fortaleza en proyecto en San Francisco. Proponía amurallar la ciudad en todo su perímetro; edificar en la margen derecha de la desembocadura del Guiniguada un pequeño fuerte que cruzase sus fuegos con la torre de Santa Ana; conservar las antiguas murallas como primera línea de resistencia, y construir en el monte de San Francisco, o mejor al borde de la ladera de San Nicolás, un castillo no para servir de refugio a la población civil, sino como complemento del plan general de fortificación.

La base fundamental de la defensa debía descansar sobre los siete baluartes de su proyecto, que de tramo en tramo flanquearían la línea quebrada de la muralla de la ciudad; estos baluartes de sólida construcción, con plaza de armas cubierta y terraplenada, estarían artillados con piezas de campaña (sacres, falconetes y pedreros); los baluartes -tres en el barrio de Triana y cuatro en el de Vegueta- se adaptaban a las condiciones del terreno; la muralla Norte que iba desde la Torre de Santa Ana a la montaña de San Francisco se aprovechaba como primera línea de resistencia y arranque del segundo recinto proyectado, previas algunas reformas que le diesen mayor altura y resguardo; el nuevo recinto se unía al antiguo en la puerta de ella situada en el camino de Triana con el puerto, así es que se podía considerar que el nuevo recinto arrancaba del fuerte de Santa Ana para torcer en dirección Sudoeste a la altura de aquélla; el segundo baluarte aparecía dispuesto tangente al convento de las Monjas Bernardas y el primero a la mitad de distancia entre aquél y la puerta de Triana; el tercero en las proximidades de la ermita de San Justo al pie de la ladera de San Nicolás y con él finalizaba la fortificación de aquel barrio. Tomaba entonces la muralla la dirección del Guiniguada, cuya fortificación había ideado de original manera: para Cortar el paso al enemigo pretendía tender un puente sobre él-que sirviese de prolongación ala muralla- cuyos arcos fuesen en momento oportuno cerrados con unas compuertas o rastrillos de madera, que franqueando el paso a las aguas, obstaculizasen el tránsito de los soldados, debiendo advertirse que entonces el Guiniguada era un riachuelo. Desde el Guiniguada al mar se extendería el resto del recinto cuyo primer baluarte coincidiría con la margen izquierda del arroyo, el segundo para proteger el convento de Santo Domingo, el tercero quedaría situado en las proximidades de la portada de los Reyes, y el cuarto establecería contacto con las casas extremas de la ciudad ya en la marina; estos baluartes seunirían por tramos de muralla de manera que por su pretil interior se pudiese establecer fácil comunicación entre ellos. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)



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