Raúl E. Melo Dait
Las cuevas de enterramiento han sido ampliamente reutilizadas desde la época de la conquista por agricultores y principalmente por los pastores, ya sea para guardar útiles de labranza o simplemente el ganado, aunque muchas fueron convertidas en viviendas provisionales, con la consiguiente adaptación de su interior y entorno, al fin propuesto. Aparte que han constituido una fuente de aprovechamiento de abono para los campos de cultivo, e incluso de ingresos monetarios obtenidos de investigadores y coleccionistas que demandaban las piezas que guardaban su interior. Deformando para futuros estudios, ya sea las posiciones y orientaciones originales de los cadáveres o el ajuar con que fueron sepultados, y aunque en la mayoría de los yacimientos, existía un ajuar que acompañaba al cadáver, con raras excepciones, muchas veces desaparecido debido al expolio en que fueron sometidos.
Para Canarias las prácticas de embalsamamiento están recogidas por todos los cronistas y fuentes posteriores (Espinosa, Escudero, Abreu Galindo, etc.). Una vez producida la muerte, lavaban al difunto, le abrían el vientre extrayéndole las vísceras. Llenaban el cuerpo con arena, corteza de pino y distintas ramas, cosiéndolo luego con cuidado. Untaban el cuerpo con manteca y lo secaban al sol durante quince días. Lo vestían con sus tamarcos y después de cubrirlos con pieles lo sujetaban con correas de cuero. Los cronistas hablan de un “grupo” de embalsamadores.
Cuando el difunto era un varón, eran los hombres los encargados de estas prácticas. Y si mujer, mujeres.
La momificación es el procedimiento de conservar el cuerpo de la forma más parecida posible a como fue en vida y, por tanto se opone a los otros sistemas de tratamiento del cadáver que, al fin y a la postre, lo que buscan es la destrucción del mismo.
La momificación puede ser de dos grandes tipos: espontánea o natural, producida por un proceso de deshidratación o desecación del cuerpo en condiciones ambientales de baja humedad y normalmente de alta temperatura; y antropogénica o artificial, es decir provocada por el hombre. (Rodríguez Martín-González Antón, 1994: 117)
Con referencia a las etnias que habitaban Tenerife y Gran Canaria, la primera cuestión que salta a la vista implica al ritual de la momificación y puede resumirse como sigue:
1. En Tenerife: El mayor número de momificados y sepultados en cuevas, pertenecen al tipo mediterranoide.
2. En Gran Canaria: Se invierte la relación. Los mediterranoides se entierran, casi siempre, en túmulos y no se momifican. Los cro-mañoides, refugiados en el interior y barrancos del Levante y del Sur, prefieren las cuevas y practican la momificación. (Martín de Guzmán, 1984: 491)
El enterramiento en cueva es el único que se conoce en Tenerife y las destinadas a albergar los cadáveres no responden a una tipología determinada, porque se trata de cuevas naturales. Sólo se elige en función del tamaño cuando se trata de realizar un enterramiento individual o colectivo. Los cadáveres se colocan en posición decúbito supino; de manera excepcional se conoce algún ejemplo en decúbito lateral flexionado hallado en Tacoronte en el siglo XIX y otro en la cueva de Chabaso, en lgueste de Cande¬laria en el siglo XX. En todos existe la idea de separar el cuerpo de la tierra para no contaminar el cadáver con el piso, diferenciando así los dos ámbitos de lo sagrado y lo profano, por lo que los cadáveres se hallan colocados sobre un suelo enlosado de lajas o sobre ramas, yerbas, trozos de madera e incluso sobre tablones de tea o de sa¬bina. Estas parihuelas se conocen con el nombre de Chajascos. Además el recinto funerario se aísla cerrando la entrada de la cueva por una pared de piedras.
Los cadáveres se colocan en el centro de la cueva, como en los laterales, hasta llegar a ocuparla toda cuando se trata de un enterramiento colectivo. La orientación de los inhumados no es constante, no respondiendo a ningún ritual.
Después de acaecida la muerte, el cadáver se sometía a un proceso de conservación conocido como mirlado, aunque de for¬ma genérica se ha popularizado como momificación, término que ha contribuido a confusiones de tipo cultural, cronológico e inclu¬so de orígenes, al utilizarlo como argumento aislado para estable¬cer semejanzas con otras culturas, como la egipcia, al creer que el tratamiento post mortem de los guanches pudiera compararse con las viejas culturas nilóticas. Por otra parte, el mirlado no fue de uso general entre la población, al ser muchos los cadáveres no sometidos a este tratamiento. Entre los cadáveres mirlados, asi¬mismo, parece existir una cierta gradación en la práctica funera¬ria, ya que en las cuevas con enterramientos colectivos se han di¬ferenciado cuerpos no mirlados (momificados), otros de momifi¬cación imperfecta y aquéllos que conservan su integridad corpo¬ral, según ha puesto de manifiesto L. Diego Cuscoy: 1976. Es posible, asimismo, que sea como resultado de una sociedad en la que existe una diferenciación social basada en la posesión de mayor o menor número de ganado. (A. Tejera, A. González, 1987).
La extracción de vísceras, que es uno de los aspectos distinti¬vos de la momificación egipcia, no está suficientemente compro¬bada, aunque conocemos algún documento que relata cómo al Mencey, seguramente como distintivo de su dignidad, se le hacía extraer las vísceras.
Schwidetzky (1963) sostiene que algunos de los cadáveres estu¬diados por ella, parecían haber sido sometidos a un tratamiento especial, como la importante momia del Museo Etnológico Nacio¬nal (Madrid), aunque estos aspectos no están suficientemente conocidos aún, a pesar de los análisis realizados sobre restos guanches. Por ello hemos de seguir haciendo uso de las fuentes literarias.
La diferenciación social establecida entre los guanches se re¬fleja, como hemos dicho, en el mundo funerario, por lo que algu¬nas cuevas, se supone que las mejores, estuvieron destinadas a los personajes principales, ya fueran Menceyes o Nobles que de¬pendían del mismo linaje. (Tejera, 2000: 54-55)
En los últimos estudios realizados sobre cinco momias, la extracción de las vísceras se ha constatado en ellas.
En los trabajos presentados durante el I Congreso Internacional de Estudios sobre Momias: Proyecto Cronos. Patrick Horne y Arthur Aufderheide del York County Hospital de Ontario (Canadá), en su ponencia: Examen de la momia guanche RED-1, en el estudio que se realizó en 1992 en el departamento de Etnología del Redpath Museum, de la McGill University de Montreal, se dieron los siguientes resultados: Parece evidente que ha habido un intento de momificación, pues el cuerpo no posee vísceras, que han sido sustituidas por grava volcánica, musgo, corteza de pino triturada, y otros materiales vegetales.
En los estudios realizados por Gloria Ortega Muñoz y Lázaro Sánchez-Pinto Pérez-Andréu del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife: Análisis de los materiales localizados en la cavidad abdominal de dos momias guanches, con respecto a la denominada Momia TEN-M-50, hallada en Guía de Isora comentaron en su ponencia en el congreso: Se encontró casi completa (le falta la mano derecha y los dedos de la izquierda) y carecía de vísceras. Y en la Momia TEN-M-3B, hallada en el Tablero, barranco de Jagua: Corresponde a un varón de 17-18 años que carece de extremidades inferiores y vísceras.
Y en los estudios realizados a las dos momias recuperadas de Necochea (Vide Infra), el conservador del Museo de Ciencias Naturales, Lázaro Sánchez-Pinto, observa que su composición no difiere de los materiales encontrados en otras momias. Así se detectó lapilli rojo, piedra pómez y tierra; vegetales (mocán, acículas de pino, fragmento de gramíneas, sangre de drago, etc.) y animales (grasa animal solidificada). El estudio sobre los métodos de tratamiento y preparación del cadáver, en ambas momias no permite confirmar la evisceración a pesar de que la momia NEC-1 carece de la parte abdominal que ha desaparecido casi en totalidad. Y la presencia en la momia NEC-2 de restos de diversos órganos internos viene a contradecir lo descrito por las fuentes.
En cuanto a la momificación de los cadáveres, en Gran Canaria, C. del Arco indica que «la momificación se practica entre la población cromañoide del interior, que utiliza las cuevas como lugares de enterramiento, no apareciendo con el tipo mediterráneo que utiliza los túmulos». En un trabajo reciente (Jiménez Gómez, C. del Arco, 1975-6:109), vie¬ne a decir que las remociones de los túmulos ha sido tal, que dificulta conocer el ritual funerario y el acondiciona¬miento de los cadáveres. Insistiendo en esto último, ha de tenerse en cuenta la «metodología» de estudio en el siglo XIX y en los primeros 50-60 años del XX, al des¬trozarse cientos de túmulos en la Isleta, Artenara, etc. Por otra parte, estos enterramientos que se hallan visibles han estado expuestos al pillaje, a las condiciones atmosfé¬ricas diversas y a la acción de los roedores, como lo su¬giere Schwidetzky al estudiar algunos huesos largos que aún presentaban restos momificados y en los que se apre¬ciaba la impronta de aquéllos. Por todo lo expuesto, seguimos creyendo que los enterrados en túmulos especialmente ricos se momificaron con mayor riqueza, si cabe, que los de las cuevas naturales. (González-Tejera, 1990: 194-195)
En la preparación del cadáver se establecía una clara diferencia entre los sexos, de tal forma que para
…conservar los cuerpos difuntos, había hombres para los varones, y mujeres para las hem¬bra… (Abreu Galindo, 1977: 162).
Estas funciones sobre el tratamiento de los cadáveres se hallan también diferenciadas entre los pueblos berberófo¬nos como los tuareg. Desconocemos cuál fue la condi¬ción social en la estructura de la población de estos hom¬bres y mujeres «diputados y señalados» para dichos me¬nesteres.
En Tenerife igualmente la práctica de la momifica¬ción es algo distintivo de sus costumbres funerarias, aun¬que no fue de uso general entre la población, ya que son muchos los ejemplos de cadáveres no momificados, exis¬tiendo incluso una cierta gradación en la práctica funera¬ria, ya que en cuevas de enterramientos colectivos parece existir una diferencia entre cuerpos no momificados, cuerpos de momificación imperfecta y los que conservan la integridad corporal (Diego Cuscoy, 1976: 233-270).
Nos encontramos asimismo ante un fenómeno de clara diferenciación económica y social, como corresponde a una Sociedad con distinciones entre sus componentes.
La extracción de vísceras, según las fuentes, se reser¬vaba sólo al Mencey como distintivo de su dignidad, por¬que ello permite una mejor conservación del cadáver, aunque como hemos visto (Vide Supra) esto no corresponde a la realidad, pues hay momias sin vísceras masculinas como femeninas.
Y tienen la costumbre de que, cuando muere un rey, le extraen las vísceras y las colocan una cesta hecha de hojas de palmera... y después lavan el cuerpo del rey y lo llenan de manteca. (Bonnet, [Diogo Gomes] 1940: 98).
No está del todo suficientemente probado este hecho, aunque como hemos visto para Gran Canaria, y según la opinión de Schwidetzky, estas prácticas se hicieron en algunos cadáveres. Falta un estudio profundo sobre todo el proce¬so de momificación y posterior conservación del muerto, pero mientras tanto, sólo podemos conocerlo según las referencias de las crónicas y los últimos estudios realizados.
LA MOMIFICACION SEGÚN LAS CRONICAS E HISTORIADORES
El tratamiento dado a los cadáveres, es muy repetitivo en casi todos los cronistas, aunque es Abreu Galindo el único autor que habla de extracción de vísceras en Gran Canaria, mientras que otros cronistas explican el proceso de momificación de forma más simple.
De forma general se ha planteado una dicotomía so¬cial en base a la existencia de momificados, pero creemos que en este sentido han de hacerse algunas consideracio¬nes. Los cadáveres momificados se encuentran igualmen¬te en las cuevas naturales funerarias. La diferencia cree¬mos que debe radicar más, en que existía un sistema de extracción de vísceras y otro sin ella. Este dato, señalado por Schwidetzky (1963: 21) de que el «vaciado de vís¬ceras se hizo muy pocas veces» sin extracción del cerebro en ningún caso, es destacado también por Bory de St. Vi¬cent y Chil y Naranjo quienes habían visto momias con aberturas en el abdomen cuidadosamente cosidas, y otras sin estas señales, lo que corrobora la afirmación de Abreu Galindo y, creemos explica mejor esta diferenciación que, asimismo se destaca en base a la diversa tipología fu¬neraria. De igual forma esta diferenciación puede estable¬cerse en la mayor o menor riqueza de envoltura en pie¬les, ya que los momificados en cuevas, generalmente se hallan envueltos en esteras de junco y con pocas pieles. (González-Tejera, 1990:194)
Los naturales desta isla, piadosos para con sus difuntos, tenían por costumbre que, cuando moría alguno dellos, llamaban ciertos hombres (si era varón el difunto) o mujeres (si era mujer) que tenían esto por oficio y desto vivían y se sustentaban, los cuales, tomando el cuerpo del difunto, después de lavado, echábanle por la boca ciertas confecciones hechas de manteca de ganado derretida, polvos de brezo y de piedra tosca, cáscara de pino y de otras no sé que yerbas, y embutíanle con esto cada día, poniéndolo al sol, cuando de un lado, cuando de otro, por espacio de quince días, hasta que quedaba seco y mirlado, que llamaban xaxo.
En este tiempo tenían lugar sus parientes que llorarle y plantearle, que otras obsequias no se usaban; al cabo del cual término, lo cosían o envolvían en un cuero de algunas reses de su ganado, que para este efecto tenían señaladas y guardadas, y así, por la señal y pinta de la piel se conocía después el cuerpo del difunto. Estos cueros los adobaban con mucha curiosidad gamuzados y los teñían con cáscaras de pino, y con mucha sutileza los cosían con correas del mismo cuero, que casi no parecía la costura. En estas pieles adoba¬das cosían y envolvían el cuerpo del difunto después de mir¬lado, poniéndole muchos cueros destos encima, y algunos ponían en ataúd de madera incorruptible, como es tea, hecho todo de una pieza, y cavado no sé con qué, a la forma del cuerpo: y desta suerte lo llevaban a alguna inaccesible cue¬va, puesta en algún risco sajado, donde nadie pudiese llegar, y allí lo ponían y dejaban, habiéndole hecho en esto el último beneficio y honra. Mas los hombres y mujeres que los mirla¬ban, que ya eran conocidos, no tenían trato ni conversación con persona alguna ni nadie osaba llegarse a ellos, porque los tenían por contaminados e inmundos; mas ellos y ellas te¬nian su trato y conversación y cuando ellas mirlaban alguna difunta, los maridos les traían la comida, y por el contrario, etc. (Espinosa, 1980: 44-45)
Y la manera de mirlar los cuerpos era que llevaban los cuerpos a una cueva y los tendían sobre lajas y les vaciaban los vientres, y cada día los lavaban dos veces con agua fría las partes débiles, sobacos, tras las orejas, las ingles, entre los dedos, las narices, cuello y pulso. Y, después de lavados, los untaban con manteca de ganado y echábanles carcoma de pino y de brezo y polvos que hacían de piedra pómez, porque no se dañasen (…) y con cueros de cabra o de ovejas sobados los envolvían y los liaban con correas muy luengas, y los ponían en las cuevas que tenían dedicadas para ello, cada uno para su entierro. (Abreu Galindo, 1977: 300)
Acostumbraban los canarios sepultar sus muertos de esta manera: Preparaban los cadáveres con yerbas y manteca al sol, para que, a modo de cosas aromáticas, se defendiesen lo más que fuese posible de la corrupción. Después los envolvían con muchas pieles preparadas para el mismo objeto, y los apoyaban a las paredes, al interior de las cuevas de los montes. (Torriani, 1978: 114)
…los guanches a fuerza de experimentos, y de repetidas observaciones, consiguieron descubrir el secreto de eternizarlos en cierto modo, y hacer sus saxos (…) y solo por tradición se sabe lo siguiente: Que después de haber extraído las entrañas, y lavado los cuerpos muchas veces con una lexia de pino seca al sol en tiempo del Estío, los ungían con manteca de oveja cocida con yerbas de olor, como espliego, salvia, etc. Hecha esta unción se dexaba desecar el cuerpo, y se repetía tantas veces, quantas se creía necesarias para que el cadáver quedara bien penetrado. Cuando éste estaba bien ligero, era una prueba clara que estaba bien preparado, y entonces le envolvían en pieles de cabra enjutas y al pelo, para menos costo… (Viera y Clavijo, 1776 I: 175-176)
A el difunto lavaban todo con agua caliente cosidas iervas, y con ellas lo estregaban abriámle el vientre por la parte derecha debajo de las costillas a modo de media luna sacaban todo lo de dentro, y por lo alto de la caveza sacaban los sesos y quitado todo hasta la lengua llenavan los huecos de mezcla de arena, cáscaras de pino molida y borujo de yoia o mocanes , y volvían a serle mui curiosamente; lo ungían con manteca, y ponían al sol de día, y de noche a el humo, y por quince días le lloraban haciendo exequias…(Marín De Cubas, 1986: 248)
Solamente otros había mirlados que no les faltaban cabellos ni dientes, encerrados dentros de cuebas, puestos en pie arrimados i otros sentados, i mujeres con niños a los pechos, todos mui enjutitos que casi se les conocían las faiciones con estar de muchísimos años. Y ai cuebas llenas destas osamentas que es admiración. (Morales Padrón, 1978: 387)
La momificación de los cadáveres entre la población aborigen de las Islas Canarias se usó como argumento para encontrar paralelismos con el antiguo Egipto; sin embargo los procedimientos de momificación no fueron idénticos, por cuanto el vaciado de vísceras se realizó en escasas ocasiones y el cerebro no se extrajo nunca, en contraste con aquélla.
LA CUEVA DEL BARRANCO DE HERQUES
Muchos cronistas e historiadores nos hablan de esta famosa cueva que aún hoy en día buscan muchos investigadores y que sería como encontrar el “Santo Grial” para los arqueólogos canarios, aunque para muchos “viejos” del lugar, su descubrimiento significaría el expolio y saqueo de parte no solo de su historia, sino de la profanación de sus antepasados.
Al tiempo que se escriben estas noticias se acaba de descubrir un panteón excelente, cuyo apreciable monumento derrama mucha luz sobre esta parte de nuestra historia antigua. La cueva, aunque de una entrada sumamente difícil, es en lo interior alta, capaz y acompañada de algunos nichos abiertos en la peña. Está en un cerro muy escarpado del barranco de Herques, entre Arico y Güímar, en el país de Abona, y tan llena de momias, que no se contaron menos de mil...A la verdad, yo no había admirado tanto hasta entonces aquel artificio con que estos isleños inmortalizaban sus cuerpos... Las mortajas o forros en que estaban arrollados desde pies a cabeza son unos pellejos de cabra cosidos con primor. Algunos cuerpos tienen hasta cinco o seis, puestos unos encima de otros. Háyanse los varones con los brazos extendidos sobre ambos muslos y las hembras con las manos juntas hacia el vientre. Aun la misma colocación que tienen los saxos en este cementerio es objeto digno de atención, porque están en camas y filas, sobre unos como andamio o catrecillos de madera todavía incorrupta, cuyo espectáculo no tiene nada de honroso. (Viera y Clavijo, 1776 I: 178)
Uno de los primeros que tuvo acceso a una de las grandes necrópolis guanches fue el médico inglés Thomas Nichols en 1652. En Güímar observó en una cueva de 300 a 400 cadáveres, y los guanches que lo acompañaban dijeron que en la isla existían al menos veinte cuevas como aquella... (Rodríguez Maffiotte, 1995: 37)
Veamos la descripción que de esta cueva nos da este médico:
…los cuerpos están cosidos con pellejos de cabra, y con correas de la misma especie, y las costuras tan iguales y unidas, que no se puede sin admiración alabar su maravilloso arte. Cada cubierta está esta exactamente proporcionada según la estatura del cuerpo. Pero lo que causa más admiración es que todos los cuerpos están casi enteros. Se ve igualmente en los dos sexos los ojos (pero cerrados), los cabellos, la nariz, los dientes, los labios, la barba, y hasta sus partes naturales. El autor contó trescientos o cuatrocientos en diferentes cuevas, unos de pié otros echados sobre camas o tarimas de madera.
Un día que el autor había salido con su hurón a coger conejos, caza muy ejercitada en la isla de Tenerife, se perdió este animalejo en una madriguera sin que pudiesen reconocer sus huellas. Uno de los cazadores a quien pertenecía se empeñó en buscarlo entre las rocas y maleza: descubrió la entrada de una cueva de guanchas i entró; pero su temor se descubrió al instante por sus gritos redoblados. Había visto un cadáver de una grandeza extraordinaria, cuya cabeza reposaba en una piedra, los pies en otra y el cuerpo en una tarimilla de palo. El cazador se sosegó alguna cosa acordándose de lo que había oído decir, y de las ideas que tenía sobre las sepulturas de las guanchas, y cortó un buen pedazo de la piel que tenía el muerto sobre el pecho. El escritor de esta relación asegura que estaba más fina y suave que la de nuestros mejores guantes, y tan lejos de podrirse, que el cazador se sirvió de ella para varios usos por espacio de muchos años.
Estos cadáveres estaban tan ligeros como una paja: el autor que había visto algunos, cuya piel estaba ya descosida y destrozada, protexta que se distinguían perfectamente los nervios, tendones y aún los nervios y arterias que parecían otras tantas cuerdecillas. (Rumeu de Armas, 1999: 170)
...El barranco de Herques tiene su fama desde antiguo por localizarse en el mismo una cueva de enterramiento descubierta en el siglo XVII y que fue descrita por
Viera y Clavijo. Esta fama llega hasta nuestros días , incluso apareciendo señalizada en diversos mapas de la isla de Tenerife....ninguno de ellos nos expresa con exactitud la situación de la famosa cueva...la gente no sabe, no contesta y es que hoy la histórica gruta guanchinesca no existe, no se conoce, es un secreto guardado en el risco.
En el Escobonal se ignora lo que ocurrió con este yacimiento (el de 1770) y su localización exacta, aunque por la descripción de Viera, puede ser la conocida cueva de Las Calzadas en dicho barranco...Y nos preguntamos, ¿cómo es posible que la memoria colectiva de un pueblo, en poco más de dos siglos, haya olvidado tan espectacular descubrimiento?... (Rodríguez Delgado, 1994: 132-134)
Los cuerpos están cosidos con pellejos de cabra, y con correas de la misma especie, y las costuras tan iguales y unidas, que no se puede sin admiración alabar su maravilloso arte. Cada cubierta está exactamente proporcionada según la estatura del cuerpo. Pero, lo que causa más admiración, es que todos los cuerpos están casi esteros. Se ve igualmente en los de los dos sexos, los ojos (pero cerrados) los cabellos, la nariz, los dientes, los labios, la barba, y hasta sus partes naturales...Los Guanches cuentan que tenían más de veinte cuevas de sus reyes y grandes hombres, incógnitas aún entre ellos, excepto algunos viejos que eran los depositarios de un tan respetable secreto, y que no deberían jamás revelar... En Tenerife, muchas veces era colocado sobre una especie de andas o de pié y adosados a la pared, tal y como describen las fuentes etnohistóricas el panteón de los Menceyes, uno de los cuales fue descubierto en el siglo XVIII y perpetuado en un grabado. (William, 2000)
J. Álvarez Rixo (Puerto de la Cruz 1796-1883) en un cuaderno redactado por él entre 1845 y 1879 recoge información sobre un hallazgo en la comarca de Agache bajo el epígrafe “Otro hallazgo muy notable. El Escobonal (Tenerife)”.
El periódico titulado “Las Noticias” del seis de Agosto de 1876 que se publica en Santa Cruz de Tenerife, hallamos que en aquellos días se había descubierto en el pueblo de El Escobonal, jurisdicción de Güímar, una gran cueva de guanches, la cual yacía oculta bajo un terreno de la pertenencia de un tal Yánez, cuyo labrador al estarla sorribando se le escoletó la barra por dentro de una grieta, no quería perderla y al ahondar para sacarla, descubrió con admiración una caverna de cosa de cien metros de largo y diez de ancho, y en su medio una fuente de buena agua potable, que por razón de aquel lugar carecer de este indispensable elemento, fue muy interesante hallazgo. Había además, dos momias, y restos de otras, un molino, un zurrón con gofio de cebada que dicen estaba capaz de comerse, algunos haces o brazadas de leña de brezo y de retama. Tal vez algún curioso visitante había escrito más circunstanciada descripción. Sea como fuere, podemos numerar este como el décimo o duodécimo descubrimiento de restos de los guanches de Tenerife durante los setenta y seis años del corriente siglo XIX, y no dudamos que todavía ocurrirán más. (Cruz Jiménez-Tejera Gaspar, 1996)
EXPOLIO Y AFAN COLECCIONISTA
La primera noticia de momias guanches fuera de la isla es la del inglés Samuel Purchas, en 1616, quien observó dos en Londres. Un siglo después el francés Puysegur se llevó otras dos procedentes de un barranco de Arico a París.
Viera y Clavijo da noticias sobre este expolio:
En octubre de 1772 el señor Young comandante de un Vergatín inglés, sacó de Tenerife la momia de una guancha[1], que colocó en el Museo Británico. Con este motivo se habló de ella en los papeles públicos como de una gran maravilla. Celebróse la frescura, y buena conservación de las partes del cuerpo, aún las más menudas. Se hizo juicio de que podría ser el cadáver de una mujer muerta mil años há…[2]
En el Gabinete de Historia Natural del Jardín de París se ven dos momias de guanches. Llevolas de la isla de Tenerife en 1776 el Conde de Chastenet de Puysegur, oficial comandante de un buque de guerra, y fueron halladas en una cueva del lugar de Arico. (Viera y Clavijo, 1982: 172-176)
El coleccionismo de momias guanches, era una afición natural en este siglo, principalmente entre los viajeros y visitantes franceses e ingleses:
Mr. Golberry no escatimó esfuerzos para recopilar la información sobre el proceso que observaban los guanches para momificar los cadáveres de sus difuntos, describiendo una momia que había coleccionado y que él mismo había seleccionado entre un gran número de ellas, que aún existían en su tiempo en las cuevas sepulcrales de Tenerife.
…Blumenbach nos informa que él posee una momia, que aunque provista de toda su envoltura, solamente pesa siete libras y media… (William, 2000: 62-64)
Los guanches embalsamaban sus muertos; todos los días se descubren en la isla catacumbas abiertas por aquel pueblo. Todas las personas de la expedición se procuraron fragmentos de las momias que encierran. Mr. Broussonet tuvo la bondad de darme una entera. (Saint-Vincent, 1994: 81)
No obstante sería en el siglo XIX cuando el expolio de estos restos alcanzaría en las islas su cenit. En 1865 existían en el museo Antropológico Nacional de Madrid no menos de cinco momias de Tenerife. Pero, quizás el centro más beneficiado de aquella época con el envío de momias y huesos guanches y canarios fuera el Museo del Hombre de París, donde llegó ingente cantidad de material, llevado sobre todo por René Verneau. (Rodríguez Maffiotte, 1995: 37)
Viendo las varias centenas de cráneos y esqueletos que he traído de mis expediciones, nadie dudaría de los peligros que tuve que afrontar para conseguirlos. (Verneau, 1881: 226)
Pero no solo fuera del archipiélago irían a parar los productos del expolio. El siglo XVIII se caracterizó en esta tierra, con respecto al mundo aborigen, por su curiosidad hacia las momias, ya que estas evocaban una vida y un mundo lleno de perfecciones. Por ello, no es de extrañar que algunos canarios coleccionaran en sus casas esta clase de especimenes. (Rodríguez Maffiotte, 1995: 37)
Se conservan aun algunas cuevas llenas de cadáveres de guanches. En 3 de En.º de 1770 vi uno en casa del Then.te Cor.1 D.n Gabriel Román, que estaba entero, i aun con su cabello i dientes.
En los archivos del Museo Antropológico Nacional, hay varias cartas entre sus documentos, de R. Verneau, donde comunica el envío de restos aborígenes, una de ellas con fecha 23 de agosto de 1886 de Las Palmas de Gran Canaria; en ella habla del envío de dos cajones al Museo de Historia natural de Madrid:
…de los cuales uno contiene dieciséis cráneos del barranco de guayadeque…
Afirmaciones como esta, representan un ejemplo del expolio que existió en los siglo XVIII y XIX de investigadores (?) franceses e ingleses de la talla entre otros de: Verneau, Berthelot, etc., enviando gran cantidad de momias y calaveras a museos de toda Europa, en teoría para su estudio, pero, que nunca volvieron a su lugar de origen, como ejemplo tenemos las momias guanches en los museos de Paris, Londres, Munich, Canadá, etc., incluso por la desidia de las autoridades de la época, las que fueron a parar a La Plata en la Argentina.
A este respecto Antonio Rumeu de Armas hace un valioso comentario:
El número de cuevas sepulcrales existentes en Tenerife debió ser importante. Ahora bien, en el siglo XVIII se produjo una sistemática expoliación por partes de aventureros, eruditos y aficionados. Los museos y los Gabinetes Antropológicos de España y Europa reclamaron la posesión de ejemplares, que les fueron generosamente facilitados por vía oficial subrepticia. Pero, andando el tiempo, las momias fueron arrumbadas por carencia de interés o pérdida de la pertinente identificación. Todavía hoy se conservan algunas, ubicadas en las más extrañas galerías. (Rumeu de Armas, 1999: 169-178)
Por su parte Luís Diego Cuscoy se refiere a estas momias, ubicándolas unas en París y otra en la Real Biblioteca de Madrid:
Sabemos que de la región de Arico procedían dos momias que en el siglo XVII se exhibían en el Gabinete de Historia Natural de París y que del barranco de Herques eran las que en el mismo siglo se conservaban en la Real Biblioteca de Madrid.
En el archivo del museo de ciencias Naturales de Madrid figura un documento con el número 506, fechado el 24 de mayo de 1778. Con la referencia “Isla de León”. Se da cuenta de una carta de D. Vicente Tofiño de San Miguel a D, Pedro Dávila remitiéndole, con Joaquín Román, la momia que halló en Tenerife D. Luís Arquedas...le informa que, aunque ha padecido mucho durante el viaje por mar, donde la humedad y calor de la bodega del navío han alterado su conservación por ser el cadáver de los antiguos guanches hace apreciable “esta pieza de historia”.
…varia fue la suerte de las que se extrajeron del yacimiento funerario de Güímar.
Una, en perfecto estado de conservación, convenientemente embalada con lana, salió para la Corte, consignada a D. Francisco Machado. Un capitán de navío francés obtiene autorización para llevarse una momia a Francia. Otra es sacada por D. Lorenzo Vázquez Mondragón con destino “a España”. Finalmente D. Gabriel Román deposita otra momia en su casa.
Sabíamos que en 1772 un inglés capitán de navío, transportó a Inglaterra la momia que todavía hoy se conserva en el Laboratorio Duckworth, de Cambridge.(Diego Cuscoy, 1976: 233-270)
En una momia guanche conservada en Cambridge, se observan los dedos de los pies y de las manos envueltos por separado en tiras de cuero… (William, 2000: 67)
Los diferentes cráneos enviados al departamento de Antropología del Museo para satisfacer la petición del Sr. Quatrefages fueron once. La caja enviada contenía:
1.- Cráneo
2.- Otro cráneo con una gran herida cicatrizada
3.- Otro momificado en parte con las mandíbulas y las vértebras del cuello
4.- 2 piernas (de mujer quizás) momificadas
Estas piezas procedían del barranco Agua de Dios en Tegueste
5.- Un cráneo de un Túmulo de la Isleta, Gran Canaria
6.- Otro de la Cueva de los Huesos cerca de Tafira en Gran Canaria
7.- 2 fémures de la misma cueva
8 y 9.- 2 cráneos de una cueva de Guayadeque en Gran Canaria
10, 11 y 12.- 3 cráneos de una cueva de Los Letreros en El Hierro (Berthelot, 1980: 129)
…los cráneos de los esqueletos de los túmulos de la Isleta en Gran Canaria, de los que el departamento de antropología del Museo de París posee algunos especimenes que les hemos enviado, nos parece que presentan más hermosas proporciones que los de las momias sacadas de cuevas que parecen proceder de épocas más modernas. (Berthelot, 1980: 147-148)
Al mismo tiempo se remitió al Sr. Director de el Museo Etnológico Nacional 69 huesos limpios y varios trozos de pieles adobadas, utilizadas por los aborígenes para envolver las momias de sus difuntos. (Jiménez Sánchez, 1940)
…no concluiremos esta interesante cuestión, sin presentar antes un extracto del informe que Mr. Dubreuil de Montpellier publicó sobre las momias que en 1802 llevó a Paris Mr. Broussonet… (Millares, 1997: 79)
El interés por la búsqueda y coleccionismo de restos arqueológicos en la isla de Tenerife, tuvo su cumbre desde principio del siglo XIX, como nos comenta Alejandro Cioranescu en su “Historia de Santa Cruz”:
En una región como las Canarias, donde la arqueología se ha hecho sin la necesidad de escarbar el suelo, una colección de objetos guanches era una fácil tentación. En cierto momento, la curiosidad era tan viva que el mismo ayuntamiento, a pesar de su pobreza y de la falta de asesoramiento especializado, se dio cuenta de ello. Observó que todos querían momias, y hasta del extranjero, y que solo él no tenía ninguna; acordó por lo tanto mandar que le consigan “algunas momias, procurando que vengan de ambos sexos”. Si no las consiguió el ayuntamiento, las tuvieron algunos aficionados; el primero de ellos fue Megliorini, que tenía en 1821 una momia guanche en su colección que visitaban muchos viajeros y turistas extranjeros y en la que, además de objetos de historia natural, se podían ver muchos objetos del acostumbrado ajuar guanche. (Cioranescu, 1979: Vol. IV 222-223)
La primera mitad del siglo XIX fue una época no solo científicamente estéril, sino más bien funesta para la arqueología. La sociedad, embuida de la teoría rusoniana del buen salvaje, se lanzó a buscar sus restos con afán coleccionista, destrozando definitivamente lo que pudo ser rica fuente e interesante documento para la arqueología. (Pellicer, 1968: 292)
Mucho de este material se exhibe hoy en las salas del Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria, y otra parte no menos valiosa, figura en los museos de Madrid, Paris, Londres, Viena, etc. (Jiménez Sánchez, 1864: 72)
Este expolio no solo ocurrió en las islas de Tenerife y Gran Canaria, sino que fue actividad habitual en todas las islas:
Los primeros trabajos arqueológicos llevados a cabo en la isla de La Gomera, datan del año 1945. Como las demás islas del archipiélago, La Gomera registró el paso de un grupo de hombres que en la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX recorrieron sus barrancos, lomadas y degolladas en busca de vestigios de los aborígenes. La preocupación de estos hombres fue diversa y no siempre animada por un móvil científico, si exceptuamos a los antropólogos, que en verdad hicieron una labor meritoria, si bien con detrimento y merma del tesoro arqueológico de las islas.
Este impulso inicial desató una fiebre por la rebusca de yacimientos en la que colaboraron, por un lado, el erudito local y el médico, y por el otro el coleccionista. Tener en el gabinete de trabajo o en el despacho una momia o un cráneo, satisfacía en extremo, y si a esto se le añadía la posesión de un vaso o un objeto ornamental, tanto mejor. (Cuscoy, 1953: 135-136)
Con respecto al expolio de momias, procedentes del Museo Casilda de Tacoronte, les remito a la información bastante completa de las obras de Juan Béthencourt Alfonso: Historia del Pueblo Guanche y la de Fariña González y Tejera Gaspar: La Memoria Recuperada. Añadiendo solamente algunas informaciones adicionales:
Álvarez Rixo en el trabajo que comentaremos más adelante nos dice sobre este particular:
En los periódicos de Santa Cruz de Tenerife vimos anunciado el hallazgo de otra gruta de guanches con seis u ocho momias bien conservadas, paréceme que en el pago o Valle de Igueste, de cuyo descubrimiento tomó razones el Gobierno Civil que las hizo conducir a Santa Cruz para dar parte al gobierno supremo y saber que se habría de hacer con las tales momias: y como en España apenas se sabe lo que son las islas Canarias, mucho menos se sabe ni interesan sus momias, y parece que nada se resolvió, permaneciendo olvidadas con riesgo de irse deteriorando. Pasados algunos años, con el laudable objeto de que no acabasen de maltratarse, las pidió y obtuvo para conservarlas en su curioso gabinete de historia natural en Tacoronte D. Sebastián Casilda, en cuya resolución estuvo acertadísimo el Gobierno Civil de la Provincia[3]. (Tejera Gaspar, 1990: 121-136)
En el año 2004, se pudo recuperar por el Museo Arqueológico de Tenerife, dos momias guanches que se encontraban en Argentina[4]. Las Islas así recuperan una parte de su patrimonio que se creía perdido y que fue, como muchos otros registros prehistóricos, hurtado de la geografía insular. Según Antonio Tejera Gaspar: "como mínimo, 50 momias, pero probablemente más", fueron expoliadas a raíz del nacimiento del coleccionismo científico y de la fundación de los grandes museos de ciencias naturales, sobre todo en los siglos XVIII y XIX.
Estas dos momias que ha recuperado el Museo Arqueológico de Tenerife, estaban en Necochea, al sur de Buenos Aires. Éstas procedían del museo Casilda de Tacoronte, fundado por Sebastián Pérez Yanes en Tenerife en el siglo XIX, cuyos fondos fueron vendidos por los herederos tras el fallecimiento del fundador, en torno a 1890.
Es probable que la venta estuviera relacionada con el hecho de que Víctor Grau Bassas, que fuera secretario del Museo Canario, se hubiera establecido en Necochea, donde se convirtió en el primer secretario del Museo de La Plata.
Para saber cual era el inventario de momias que existían en su época en el Museo Casilda de Tacoronte, hemos consultado: Historia del Pueblo Guanche T. II. Apéndice documental Nº 2. El Museo Casilda de Tacoronte: Una pérdida irreparable. (1994) de Juan Béthencourt Alfonso. En M. A. Fariña (ed.) Francisco Lemus editor. La Laguna: 519-565. La Memoria Recuperada (1998) de Manuel Fariña González y Antonio Tejera Gaspar. Edición de Caja Canarias. Tenerife. Tenerife y sus seis satélites (1995) de Olivia Stone Vol. 1: 493-499. Edición del Cabildo de Gran Canaria. Y del texto de Sainte-Marie, (Sainte-Marie, E. de: 1899. Catálogo de los objetos contenidos en el Gabinete del Sr. Casilda, de Tacoronte, en las distintas secciones existentes en el día 17 de agosto de 1887). En: Boletín de la Real Sociedad de Amigos del País de Tenerife. Año I, nº 8 y 9: 62-70[5].
Del inventario de Eugenio de Sainte-Marie: Catálogo de los objetos contenidos en el Gabinete del Sr. Casilda, de Tacoronte, en las distintas secciones de Pintura, Escultura, Numismática, Cerámica, Etnografía, Antropología e Historia Natural, existentes en el día 17 de agosto de 1887, en cuya fecha pasó una comisión del Instituto Provincial, presidida por el Director, a visitar dicho museo con el fin de adquirirlo para el referido establecimiento, hemos extraído la Sección Antropológica (Sala Cuarta):
Cuatro momias en bastante buen estado de conservación, de guanches, tales como se encontraron en sus cuevas de sepultura, envueltos en pellejas; descollando entre todos la de una reina, notable por la perfección de sus facciones que se pueden aún apreciar a pesar de los años transcurridos, lo abundante y sedoso de su cabellera, la completa blancura y limpieza de sus dientes y la sonrisa y la resignación que se nota en su semblante, pareciendo como se quiere escaparse de la mortaja que la sujeta.
Veinte y más fragmentos de guanches, cráneos, tibias, fémures, diseminados, más o menos desprovistos de sus tegumentos capilares (…)
De la obra de Olivia Stone:
Una es de un hombre guanche, no muy bien conservada, de cinco pies y ocho pulgadas de largo. Otra está envuelta en cuero todavía, tal como la encontraron, rodeada y cosida con tiras de cuero de una pulgada de ancho, más o menos, con la funda de cuero atada en la parte alta de la cabeza como se haría con la boca de un saco. (...)
Otra momia, de una mujer, que, según dicen, se encontró a medio camino de la cima del Pico, tenía las piernas dobladas hacia atrás por las rodillas hasta tocar las caderas y, en esa posición, medía tres pies y cuatro pulgadas (...)
En total hay siete momias en Tacoronte (...)
Del inventario realizado en 1884 por Juan Béthencourt Alfonso extraemos:
IV-7-1.- Esta momia está en la alhacena, como la anterior (está incompleta) que dicen haberlas encontrado en la Orotava. No es posible estudiar sus envolturas sin destrozarla por el estado en que se encuentra. Lo primero que llama la atención es que se la ve doblada por las rodillas, e inclinada las piernas (sic). El pie derecho está debajo del izquierdo, como se ve en algunos Stos. Cristos; y la mano izquierda está como tapando la derecha, como hacia la mitad de los muslos. La cabeza y cuerpo según se ve; la cabeza caída sobre el hombro izquierdo; y el eje del cuerpo como doblado lateralmente sobre el mismo lado.
Algunas de las correas con que le aseguran sus envolturas son del ancho de dos dedos.
La capucha que cubre la cabeza tiene seis envolturas; y una de ellas sale como la forma de un abanico abierto, por uno y otro lado, con lo más delgado buscando la parte inferior de la barba, donde se anuda; también tiene algunas correas circulares en derredor del cuello, como para ajustarle las pieles al pescuezo.
Los dedos de la mano están como ríspidos. Todo es de color de chocolate. El aspecto del semblante y el desarrollo orgánico hacen creer que es hombre.
IV-7-2.- Está como doblado por el espinazo hacia adelante; y la cabeza caída atrás y como sobre el hombro derecho. Fue encontrado en el Sur de Tenerife. Esta momia le envuelven pieles que indudablemente le fueron puestas hace muy poco tiem¬po, del cráneo le falta una gran parte por la parte posterior (occipital).
Es de cabello rubio, y la cara lampiña; pero debajo de la barba se observan pelos rubios tirando a negro o rojizo, son ralos y escasos.
Por el esquema anterior se observara que el nacimiento del cabello en la frente, es más bajo, como aproximándose al arco superciliar, en la mitad izquierda del fron¬tal que en la derecha; como si fuera un lunar.
El aspecto de mujer, por más que tenga algunos pelos de barba, bajo la barba. Lo demás desnudo. Casi toda la momia es artificial, por más que las partes esenciales del cuerpo pertenecen al mismo individuo. El ropaje y manufactura pertenece al arte.
IV-7-3.- Momia encontrada en el barranco de Badajoz (Güímar). Esta momia está completamente restaurada en sus envolturas; y no es posible estudiarla sin des-coserla. También se conoce que la mano del restaurador alcanzó algo el interior. Está tendida (sic) y que se ve de costado.
IV-7-4.- Esta momia que dice haberse encontrado en la Isleta (de Canaria), la creo completamente restaurada. Está cubierta o mejor envuelta en pieles, pero no sé si como está hoy estaría anteriormente. No ofrece ninguna garantía; si bien puede afirmarse en absoluto que las pieles, cráneo, etc., pertenecieron a los primitivos mo¬radores de las islas Canarias. ¿Pero las pieles, son verdaderamente de la Isleta? Por el aspecto de la cara y oreja, etc., es de mujer.[6]
Béthencourt Alfonso habla de 4 momias, el Vizconde de San Javier de 6, Sainte-Marie de 4, Olivia Stone de 7, Chil y Naranjo[7] de 10 y Víctor Grau Bassas de solo cinco que llegaron a la Argentina. El dilema es preguntarnos realmente ¿Cuántas momias había en el Museo Casilda?. Si nos llevamos por la declaración de Grau Bassas, alguna pudo haber sido vendida para alguna colección particular o extranjera antes de su partida para La Plata. Si a la Argentina llegaron 5, dos se han recuperado de Necochea, una queda en el Museo de La Plata, nos quedan 2 por localizar e intentar recuperar por nuestras autoridades.
Una de las momias recuperadas nos la describe muy bien Berthelot:
“Al principio de este siglo, unos orchilleros descubrieron otra caverna situada en uno de los barrancos de la costa, entre los pueblos de Tacoronte y El Sauzal (...)
Entre las momias que se sacaron de la cueva de Tacoronte, se encontró una cuyo cuerpo había pertenecido a una vieja, y que había sido desecado en una posición acurrucada, las piernas dobladas sobre las rodillas como las momias Peruanas. La cabeza se hallaba cubierta de una capucha y parecía estar bastante bien conservada; los juanetes de la cara se hallaban muy salientes, la frente estrecha y arrugada, la nariz pequeña y la boca muy hendida”. (Berthelot, 1849: 130-131)
Esta momia se cree descubierta en el barranco de Guayonje en Tacoronte (Escribano-Mederos, 2003).
Hay una incógnita; ¿las 2 momias de Necochea, estaban entre las 5 que llegaron a la Argentina en 1889?, los periódicos de Argentina comentaron lo siguiente:
Las versiones más fidedignas hablan de que un profesional oriundo de Tres Arroyos (Provincia de Buenos Aires) las habría traído al país a principios del siglo pasado y, entre las décadas de 1920 y 1930, donado al establecimiento educativo. Lo cierto es que no existen actas, documentación ni registros patrimoniales al respecto[8].
En cambio, no se sabe a ciencia cierta cómo, cuándo ni por qué fueron a parar a Necochea, explicó la arqueóloga argentina Nora Flegenheimer, que junto al antropólogo y biólogo Ricardo Guichón ayudó a Ruth Rufino en su tarea.
Una de las teorías que se manejan apunta a que las momias fueron el pago a una deuda de juego que alguien tenía con un vecino de Necochea y que llegaron a la ciudad probablemente en la segunda década del siglo XX, señaló la especialista[9].
Si parece ser que las momias no llegaron a Necochea hasta principios del siglo XX, ¿Dónde se encontraban? En la obra Historia de las Islas Canarias Ilustrada sin fecha de edición, aunque se sabe por una ilustración que fue después de 1909 y de autor desconocido, aunque algunos atribuyen a su editor A. J. Benítez y otros a Miguel Maffiotte y La-Roche[10], las dos únicas fotos de momias guanches que aparecen son las hoy recuperadas de Necochea. Un misterio y una incógnita a resolver por los investigadores.
Si las momias de Araya se quedaron en Tenerife, ¿de donde procede la momia que se expone en el Museo Antropológico Nacional o momias según su publicidad y que se encontraba en la biblioteca de la Real Academia de la Historia? (Vide Infra)
Museo Nacional de Etnología
Alfonso XII, 68. Abierto de 10:00 a 19:30. Domingos de 10:00 a 14:00.
Lunes y festivos cierra.
Importante exposición de objetos pertenecientes a los cinco continentes. Destaca su colección de momias guanches
No debemos olvidar que la Ley de Patrimonio Histórico de Canarias (ley 4/1999, de 15 de marzo), en su artículo 62b dice:
Con la categoría de Bien Mueble: todas las momias fardos y mortajas funerarias pertenecientes a las poblaciones prehistóricas de las Islas Canarias, cualquiera sea su actual ubicación y estado de conservación…
DOCUMENTOS EN LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
Es en los archivos de la Real Academia de la Historia, donde encontramos la mayor documentación sobre el envío de momias y restos guanches a la península Ibérica:
En total hemos encontrado 27 expedientes, entre informes, borradores, oficios, copias, instancias, minutas, etc., formados por 103 folios. Destacaremos solamente los expedientes más significativos.
El primer expediente, de 1851, corresponde al envío por el correspondiente Fernando López de Lara, del contenido de una sustancia orgánica que se encontraba en una cerámica aborigen destruida, junto a cuentas de collar de arcilla y posibles momias cubiertas de pieles, en una cueva funeraria de Vilaflor.
Este expediente es importante porque se produce justo en 1851, el mismo año cuando la Real Academia de la Historia ha remitido una carta circular a todos los correspondientes en la que se envía los nuevos estatutos aprobados en 1850 y a la vez se trata de activar la red de correspondientes provinciales. (Mederos, 2001: 106)
1852/01/08, Signatura: CATF/9/7950/01(3)
Oficio en el que se comunica que se remite un fragmento de bálsamo que usaban los guanches al momificar procedente de Vilaflor que inicialmente estaba dentro de una vasija cerámica. En la misma cueva encontró destruidos restos de pieles de momias, fragmentos cerámicos y cuentas de arcilla.
1855/08/04, Signatura: CATF/9/7950/02(2)
Artículo de prensa sobre el hallazgo de restos momificados guanches de la Montaña de la Camellita (La Orotava, Tenerife). Incluye la mitad superior de un cuerpo humano, varias cabezas, un pie, una mano y pieles de momificación.
Noticia aparecida en el ECO DEL COMERCIO (Santa Cruz de Tenerife) con fecha 4 de agosto de 1855:
Destrucción de un enterramiento de guanches
Con sobrada previsión, pedía nuestro apreciable colega “El Ómnibus” al finalizar sus artículos sobre momias, que se prohibiese con severidad por los Sres. Alcaldes de los pueblos de estas islas a las personas incapaces de apreciar el mérito de las momias de nuestros antiguos aborígenes, que se entrometiesen en extraerlas de los raros enterramientos que aún deben quedar. Un hecho reciente ha venido a demostrar con cuanta razón pedía nuestro colega esa medida. Bastará el simple relato de ese suceso para que nuestros lectores deploren con nosotros la bárbara práctica de destruir esos antiguos y únicos monumentos de las costumbres de los primitivos insulares.
Escriben desde la villa de La Orotava lo siguiente:
En un día de la semana última llegó a esta villa, un tal Quintero, vecino de Vilaflor, y dio por noticia que el custodio del colmenar que se sitúa en la montaña denominada “la Camellita” cerca de la alta cumbre de Guajara, había subido a lo más escarpado del risco, con el intento de descubrir la guarida de un ave de rapiña que le había robado un cuero de conejo clavado en una colmena. Notó que el ave revoloteando, se posó a la entrada de una cueva y a poco penetró en ella. Seguro de cogerla allí, trepó hasta la gruta y al penetrar en su interior halló un completo panteón de momias perfectamente colocadas en camas de lanas, sobre largos palos de tea. El colmenero en ves de dar parte a quien pudiera utilizar este descubrimiento, se apresuró a sacar todas las momias para tener el bárbaro placer de despedazarlas, arrojándolas desde la altura del risco, hasta la llanura. Al saber de este acto de brutalidad se encargó al celador del Ayuntamiento de esta villa, que se trasladase a aquel punto, a fin de recoger los restos que aún fuesen de algún mérito, sin subir a la cumbre, porque el colmenero no le quiso enseñar el sendero, trajo de los restos que se hallaban al pie del risco, varias piezas separas de los cuerpos enteros, entre ellas:
1º.- Un pie en que aún se ve en la planta, el bálsamo de conservación, de color encarnado y parecido a tierra quemada; distinguiéndose muy bien las gotas secas y brillantes.
2º.- Una mano con un dedo perfecto hasta en la uña bien unida todavía.
3º.-Varias cabezas, algunas rubias y otras negro, y pedazos arrancados del cráneo en la caída del risco. La una tenía ceja completa y parte de la otra, las orejas de pequeña forma, y en el cráneo un agujero vuelto a cubrir con la piel original, por donde parece se introducía el bálsamo original.
4º.- Un medio cuerpo de hombre con sus costillas acabadas de romper. Conserva en su lugar parte de las entrañas, y la cabeza tiene los ojos completos, la dentadura ídem. Y la lengua en su sitio. Las patillas son negras y escasas, las cejas en buen estado y solo le falta la punta de la nariz.
5º.- Varios cueros sin pelo con delicadas costuras de correas iguales, algunas blancas, otras bronceadas, en los cuales estaban forrados los cuerpos.
6º.- Un pedazo de piel con pelo color de oro y manchas negras y pardas, hecho de varios trozos y unidos entre si por finas costuras formadas con hebras tan finas que parecen sedas torcidas de dos. El pelo de dicha piel está perfectamente conservado, sin que por más que se tire, se consiga arrancar ninguno. Las uniones están tan bien combinadas con el pelo que solo se puede conocer por el inverso. Esta piel servía de cubierta de un brazo que dicen conserva el colmenero y viene encanalada la piel siguiendo la forma de aquel miembro, que a nuestro entender debe hallarse en el mejor estado de conservación. A juzgar por el de la piel que le servía de envuelto, la cual está como acabada de adobar…
Por fuera de la cueva se encuentran los palos de tea en que descansaban los cadáveres. No han traído ninguno de ellos. Dicen solamente que son largos y de cuatro pulgadas de ancho. También existe mucha lana y varios tejidos, según asegura el que trajo los restos que hemos descrito. No sabemos lo que este hombre designará bajo el nombre de “tejidos o trapos” pues hasta ahora se creía que los guanches desconocían el telar, pero si tejían esteras de junco, palmas, etc.
Con todas estas noticias se animaron a ir a explorar el sitio del descubrimiento, varios señores de esta villa, entre ellos el Conde de Siete Fuente, D. Buenaventura Frías, D. Juan Cullen y D. Rafael Martín Neda. Esperamos completar estas observaciones cuando retornen los mencionados exploradores, pues llevaban la firme resolución de obligar al colmenero a que los guiase al panteón desvastado.
……………………………………………………………………………
1855/08/04, Signatura: CATF/9/7950/02(2)
Oficio en el que se comunica el envío de restos momificados guanches de la Montaña de la Camellita (La Orotava, Tenerife). Incluye la mitad superior de un cuerpo humano, un pie y pieles de momificación. Otros restos momificados fueron vendidos a extranjeros. También remite una maza de madera hallada en Tinajo (Lanzarote).
La momia fragmentada, pie y pieles serán enviados en 1857 por el correspondiente, Fernando López de Lara, a la Real Academia de la Historia donde se recibe el 8 de enero de 1858.
1858/02/01, Signatura: GA 1858/1(1)
Minuta de oficio en la que se le comunica la posible pérdida de un cajón con restos de momias procedente de Sta. Cruz de Tenerife que fue enviado a la Academia[11].
1858/04/05, Signatura: GA 1858/1(2)
Minuta de oficio en la que se le comunica la llegada del cajón con restos de momias halladas en las Islas Canarias y una maza de guerra de los aborígenes de la isla de Lanzarote.
1862/06/22, Signatura: CATF/9/7950/05(02)
Con motivo de la visita a Tenerife en 1859 del Archiduque Imperial Fernando Maximiliano, este se interesará en conseguir una momia guanche en buen estado. Un especialista en estos encargos, Diego Benítez de La Orotava (Tenerife), encargará a diversas personas la localización de una cueva con momias. Esto finalmente se logrará en mayo de 1862 cuando Martín Díaz, Salvador Hernández y Agustín Otazu hallaron 4 momias en una cueva del barranco de Araya (Candelaria, Tenerife), en terrenos propiedad de Silvestre de Torres.
Sin embargo, enterado el Alcalde de Candelaria del descubrimiento, informará al Gobernador Civil de la provincia de Canarias, ordenándose su traslado a Santa Cruz de Tenerife en cajas especiales con sumo cuidado. Las momias serán inspeccionadas el 22 de junio de 1862 por tres profesores de ciencias médicas en el despacho del Gobernador Civil de Canarias. (Mederos, 2001: 108)
Copia del informe de tres profesores de medicina sobre cuatro momias aparecidas en Candelaria (Tenerife) de las cuales tres son masculinas y una femenina, la mejor conservada.
Los médicos que realizaron este examen en el despacho del Gobernador Civil de Canarias fueron: D. Bernardo Espinosa, D. Ángel María Izquierdo y D. Bartolomé Saurín, con el siguiente informe:
Momia 1.- Adulto, masculino, sin cabeza, carece de brazos, pierna derecha completa con uñas del pie bien conservadas, y pierna izquierda en que faltan los dedos y el metatarso. Es la segunda mejor conservada.
Momia 2.- Adulto, masculino, cabeza con dentadura, carece de antebrazo y mano izquierda, el antebrazo derecho está incompleto, y conserva las dos piernas con uñas en los dedos de los pies.
Momia 3.- Adulto, masculino, cabeza con una depresión oval de una pulgada sobre la órbita ocular derecha, quizás del impacto de una piedra, ausencia de dientes en la mandíbula superior y de mandíbula inferior. Conserva los brazos y piernas completas, excepto los dedos del pie izquierdo.
Momia 4.- Adulto, mujer, la mejor conservada.
1862/09/22, Signatura: CATF/9/7950/05(06)
Instancia en la que Diego Benítez expone que tiene comisionadas a varias personas en Tenerife para localizar momias, una de ellas para el Archiduque Fernando Maximiliano desde 1859. Tres momias fueron localizadas por uno de sus comisionados, Salvador González pero fueron intervenidas por el Gobernador Civil. La cuarta y mejor momia de una mujer, que ya había adquirido al dueño del terreno, fue igualmente retenida por el Gobernador Civil, solicitando la devolución de esta última momia.
1862/10/13, Signatura: CATF/9/7950/05(03)
El Gobernador Civil, como presidente de la Comisión Provincial de Monumentos de las Islas Canarias, y siguiendo lo prescrito en el artículo 33 del Real Decreto de 15 de noviembre de 1854, solicitó el 13 de octubre de 1862 informe para entregar las momias a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando como comisión central de Monumentos, que a su vez lo trasladó a la Real Academia de la Historia, por la ausencia de un museo provincial en Canarias y falta de fondos públicos para crear un museo nuevo.
Oficio del Secretario General sobre una comunicación del Gobernador Civil de Canarias que ha remitido a la Real Academia de San Fernando, como Comisión Central de Monumentos, para que informe de la importancia del hallazgo de 4 momias guanches de Tenerife.
1862/09/22, Signatura: CATF/9/7950/05(06)
Oficio de traslado del Gobernador Civil de Canarias en el que solicita el informe sobre las cuatro momias de Tenerife y asimismo se sugiere oír la opinión de la Real Academia de Ciencias Exactas y Físicas y Naturales.
1863/03/03, Signatura: CATF/9/7950/05(11)
El proceso se complicó cuando el especialista en la búsqueda de momias, Diego Benítez, reclamó el 22 de septiembre de 1862 la cuarta momia mejor conservada a la Real Academia de la Historia, amparándose en la ley 45 de 16 de mayo de 1835, título 28, partida 3, que daba derecho al dueño del terreno a la mitad del hallazgo por derecho de acceso y a quienes lo hallaron a la otra mitad por derecho de ocupación.
Resumen del expediente entre 1862-1863 por el cual Diego Benítez solicitó la entrega de la mejor momia guanche aparecida en Candelaria (Tenerife), de un conjunto de cuatro. El Gobernador Civil de Canarias solicitó informe a la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, que fue remitido a la Real Academia de la Historia. El numerario Aureliano Fernández y Guerra devolvió el expediente, solicitándose informe a Pedro Gómez de la Serna.
1863/03/13, Signatura: CATF/9/7950/05(14)
Nota interna acerca de la devolución de la documentación que tenía Aureliano Fernández-Guerra sobre las cuatro momias de Tenerife y del estado actual del Monasterio de Poblet, acordándose que informe sobre las momias Pedro Gómez de la Serna.
1863/10/21, Signatura: CATF/9/7950/05(17)
Oficio de traslado del Gobernador Civil de Canarias al Ministro de Fomento en que el se comunica que lleva dieciséis meses esperando informe de la Real Academia de la Historia sobre las cuatro momias guanches del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife) desde su hallazgo en junio de 1862.
1863/10/21, Signatura: CATF/9/7950/05(01)
Oficio de traslado del Gobernador Civil de Canarias al Ministro de Fomento en el que se recuerda el retraso de diecinueve meses del informe sobre las cuatro momias guanches del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife).
1864/04/29, Signatura: CATF/9/7950/05(24)
En el primer informe legal emitido por la Real Academia de la Historia por Pedro Gómez de la Serna y Tully el 9 de mayo de 1864, 19 meses después de su solicitud tras varias reclamaciones, se rechazará esta propuesta por no tratarse de un tesoro compuesto de alhajas, dinero u otros objetos de valor, solicitándose simultáneamente otro informe de tipo histórico-arqueológico a Aureliano Fernández-Guerra y Orbe.
Informe en el que se expone que el Gobernador Civil de Canarias, siguiendo lo prescrito en el artículo 33 del Real Decreto de 15 de Noviembre de 1854, mandó requisar 4 momias guanches halladas en una cueva del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife) para ser entregadas a la Real Academia de la Historia si no hubiese museo provincial o por la escasez de recursos fuese aún imposible su creación. Sin embargo, estas fueron reclamadas por los descubridores apoyándose en la Ley 45, título 23, partida 3, de 15 de Mayo de 1835, por la cual el dueño del terreno, Silvestre de Torres, tiene derecho a la mitad del hallazgo, mientras las tres personas que localizaron las 4 momias tendrían derecho a la otra mita Además, Diego Benítez, por un acuerdo previo con el dueño del terreno, reclamó la momia femenina mejor conservada. Sin embargo, se considera que desde un punto de vista legal la reclamación no tiene lugar ya que la Ley 45 habla de tesoros compuestos de alhajas, dinero u otros objetos de valor. Por ello sugiere su estudio desde un punto de vista histórico-arqueológico.
1864/05/09, Signatura: CATF/9/7950/05(25)
Minuta de oficio de del informe de Pedro Gómez de la Serna sobre las cuatro momias guanches de Tenerife para que se estudie desde un punto de vista histórico-arqueológico.
1867/02/16, Signatura: CATF/9/7950/05(30)
Minuta de oficio en la que se expone que tras disculpar el retraso en emitir el informe, por las ausencias unas veces del Anticuario y otras veces de Salustiano de Olózaga, sugiere la adquisión por el Gobierno de una o todas las momias para el Museo de Ciencias Naturales.
1867/03/06, Signatura: CATF/9/7950/05(31)
El informe definitivo de Fernández-Guerra se remitirá al Director General de Instrucción Pública el 6 de marzo de 1867, 4 años y 5 meses después de su primera solicitud, donde se señalará que mientras no se demostrase que existía un acuerdo del buscador Diego Benítez con el propietario del terreno Silvestre Torres, éste no existió. Por el contrario, según la Ley de Premios de Juan I de 1387, restablecida en la Ley de 16 de mayo de 1835, correspondía al Estado la mitad del tesoro y al denunciante una cuarta parte. Sin embargo, se considera que a las momias no puede aplicárseles la legislación de tesoros por no estar compuesto de alha¬jas, dinero u otros objetos de valor susceptibles de ser objeto de comercio y podían dar lugar a profanaciones. En cambio, según la Ley 3, título 20, libro 8 de la Novísima Recopilación de 6 de julio de 1803, donde se definían los monumentos antiguos, especificándose que quien los descubriese en su propiedad a su costa era su propietario, debiendo determinarse su compra o gratificación por el Estado, por lo que recomendó al Gobierno la adquisición de todas o alguna de las momias para enriquecer el Museo de Ciencias Naturales.
Minuta de oficio en la que se comunica el dictamen sobre las momias guanches halladas en una cueva del Barranco de Araya en Candelaria, Tenerife. El Gobernador Civil de Canarias, siguiendo lo prescrito en el artículo 33 del Real Decreto de 15 de Noviembre de 1854, mandó trasladar 4 momias guanches halladas en una cueva del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife) para ser entregadas a la Real Academia de la Historia al no haber museo provincial o por la escasez de recursos fuese aún imposible su creación. Sin embargo, estas fueron reclamadas por los descubridores apoyándose en la Ley 45, título 23, partida 3, de 15 de Mayo de 1835, por la cual el dueño del terreno, Silvestre de Torres, tiene derecho a la mitad del hallazgo por derecho de acceso, mientras las tres personas que localizaron las 4 momias, Martín Díaz, Agustín Otazu y Salvador Hernández, tendrían derecho a la otra mitad por derecho de ocupación. Además, Diego Benítez, por un acuerdo previo con los buscadores de momias y con el dueño del terreno, reclamó la momia femenina mejor conservada. Sin embargo, mientras no se demuestre de forma escrita el acuerdo de Benítez con el propietario del terreno, este contrato entre particulares no existe. Por otra parte, se considera que desde un punto de vista legal la reclamación no tiene lugar ya que la Ley 45 habla de tesoros compuestos de alhajas, dinero u otros objetos de valor que pudiesen ser objeto de comercio. Por tales circunstancias sugiere que debe aplicársele la Ley 3, título 20, libro 8, de la Novísima Recopilación de 6 de Julio de 1803 donde se define los monumentos antiguos y se precisa que quien los descubra en su propiedad particular, Silvestre de Torres, es su propietario y se debe determinar la compra por el Gobierno de todas o alguna de las momias para el Museo de Ciencias Naturales.
1868/11/02, Signatura: CATF/9/7950/05(19)
Oficio de traslado de la Dirección General de Instrucción de Pública de oficio de traslado al Ministro de Fomento en el que se comunica el hallazgo de cuatro momias guanches que se han trasladado a Madrid y se han puesto a disposición de la Real Academia de la Historia a la que se le solicita informa ante las reclamaciones de los descubridores y propietarios del terreno.
1925/02/20, Signatura: CAM/9/7961/090
Minuta de oficio relativo a la cesión en depósito de una momia Guanche, que se conservaba en la Biblioteca de la Academia, al Museo Antropológico.
Excmo. Señor:
En sesión celebrada por nuestra Academia de la Historia el viernes 13 del corriente, su individuo de número, Excmo. Sr. D. Jerónimo Bécker, manifestó a la misma la existencia de una momia en la biblioteca de su cargo hallada en un local de dependencia de su cargo. Manifestó el Sr. Bécker que, para mayor seguridad de la información que sobre el caso querría ofrecer al cuerpo había requerido el concurso del Sr. Mélida y de V. E. y que, sabe, previo examen de dichos restos que, detenidamente habían realizado, dictaminaron se trataba de la momia de un guanche (Canarias). En efecto, de los antecedentes que el Sr. Bécker ha podido reunir, resulta que, en 1862 descubrieron en las cuevas de la Orotava[12] (Canarias) cuatro momias que fueron trasladas al Gobierno Civil de las Islas Canarias y requerido aquel jefe político el concurso de varios médicos que las examinaron estimaron se trataba de unas momias guanches; este dictamen facultativo fue enviado a nuestra academia a principios de 1863, y habiendo surgido dudas a quien pudiera ser atribuidas la propiedad de las momias, informó sobre tal derecho el Sr. Gómez de la Serna. Después la Dirección General de Instrucción Pública solicitó nuevo informe sobre el valor arqueológico y etnográfico sobre los restos, que fue evaluado por el Sr. Fernández Guerra en 1867 proponiendo, entre otros extremos, que las momias fueran adquiridas por el Estado con destino al Museo de Ciencias Naturales. No consta en este expediente, ni le ha podido averiguar el académico bibliotecario Sr. Bécker, a las investigaciones que ha realizado, si tales momias vinieron a España y alguna de ellas a la academia para su examen; pero cree, sin embargo, por lo indicado, que la que de aquí se trata, es una de aquellas, aunque naturalmente, no puede precisarse con fijeza y exactitud.
Enterada la academia de la comunicación de su bibliotecario perpetuo, y considerando que la momia de referencia debiera ser conservada en más adecuado lugar, acuerda cederla en depósito al Museo antropológico que V. E, tan dignamente dirige, y, en consecuencia, en cumplimiento de lo acordado y en nombre de la academia, tengo el honor de hacer entrega a V. E. del mencionado depósito.
Dios guarde a V. E. muchos años.
Madrid a 20 de febrero de 1925
El secretario interino.
Excmo. Sr. D. Manuel Antón y Ferrándiz, director del Museo Antropológico.
El expediente de las momias de la cueva del Barranco de Araya es el más extenso de la Real Academia de la Historia sobre Canarias y se extiende desde 1862 a 1867, con múltiples reclamaciones sobre el retraso en emitir el informe correspondiente, en ocasiones como les recuerda el Director General de Instrucción Pública hasta de 3 años y 2 meses. La clave la apunta en una nota interna de 26 de febrero de 1867, Fernández-Guerra, quien recuerda la ausencia del anticuario, Antonio Delgado y Hernández, que impedía la celebración de las re¬uniones. A. Delgado, aquejado por un problema de parálisis, se retiró a Bollullos del Conda¬do (Huelva) entre 1859-67, año en que dejó el cargo de anticuario, 12 años antes de su muerte en 1879, pese a su carácter vitalicio, sustituyéndole el propio Fernández-Guerra. (Mederos, 2001: 108-109)
LAS MOMIAS Y LOS VIAJEROS
Las Islas Canarias, por su posición geoestratégica para el tráfico marítimo internacional, se convirtieron a partir del siglo XVI en una región conocida, visitada y explorada por marinos, comerciantes, viajeros y curiosos de todos los imperios coloniales europeos que se dirigían hacia las colonias y que contribuyeron a difundir sus cualidades por todo el mundo. El origen volcánico de las islas, su exuberante vegetación, su clima, el “misterio” del origen de sus antiguos pobladores, de su cultura, en especial la práctica del mirlado de los cadáveres (momificación) atrajeron particularmente el interés de la elite cultural europea ilustrada que las visitaba en sus viajes de exploración. (Santana, 2002: 145)
Muchos fueron los turistas y viajeros extranjeros que visitaron nuestras islas, interesándose por los restos de nuestros aborígenes:
Habíamos oído hablar de un famoso museo en Santa Cruz, montado hace varios años por un viejo comandante español. Encontramos que, como muchas de nuestras colecciones en Gran Bretaña, era un conjunto de toda clase de objetos, huevos de avestruz toscamente tallados…Las únicas cosas de algún valor eran los restos guanches. Los cráneos que me mostraron de estos aborígenes eran decididamente de la raza caucásica, bien formados, con la frente baja, pero no encogida como la del negro; los dientes, en ningún caso, no sobresalían ni estaban limados o los incisivos desgastados. Esta antigua raza embalsamaba a sus muertos y allí tuve la ocasión de ver una pequeña momia femenina, cogida en una cueva hacia algunos años en otro lugar de la isla. No parece que se haya utilizado ninguna clase de preparación antiséptica, excepto en las cavidades, que las vaciaban de su contenido y luego las llenaban con semillas, que se suponen eran del “chenopodium ambrosioides”. Se parecía a las momias de la clase baja que más tarde vi en Egipto. El cuerpo estaba envuelto en una piel o cuero, pero no pude descubrir restos de vendaje o tejido de lino de ninguna clase. Este pueblo, igual que otros, parecía estudiar lo oculto de la muerte; las cuevas en las que se encuentran las momias son casi inaccesibles y los que han sido descolgados a ellas con una cuerda para sacar una, hablan de su excesiva sequedad. (William, 1837/1994: 23-24)
Las momias guanches son bastante imperfectas, según se puede juzgar por la preparación que se les hacía sufrir, y que está citada en muchos puntos. Parece que no las vaciaban todas; sus intestinos quedaban muchas veces en el cuerpo, y en ciertas momias no se ve costura ó hendidura que denote que se haya tratado de extraer alguna cosa de las cavidades del pecho, del bajo vientre o del cráneo. Su sequedad y su color atezado las asemejan a esos cadáveres que la tierra de los cementerios no ha consumido y cuyos restos se encuentran en algunos osarios de nuestras provincias; tienen, sin embargo, un olor bastante agradable y aromático, que el tiempo no ha disipado; muchas veces están llenas de larvas y crisálidas secas, que han vivido después de la preparación, pero que no han podido alterar mucho la momia, con la cual se han conservado bastante. Estas momias llamadas saxo por los que la preparaban, eran, después de su desecación, encerradas en pieles cosidas, que se han conservado muy bien, y en seguida depositadas en grutas respetadas, como el último asilo por los canarios de todas las clases. (Saint-Vincent, 1802/1994: 81)
Se utilizaban algunas cuevas para poner en ellas los cuerpos de los muertos, tras haberlos embalsamados. Se les colocaba de diferentes formas, unos sentados, otros de pie, otros acostados sobre lechos de madera, de forma que los cuerpos se conservaban íntegros y no se descomponían.
La manera que tenían de embalsamar los cuerpos era muy singular, se servían para lavarlos de una decocción hecha de hojas de granados, de diversos tipos de hierbas y flores; a continuación llenaban la cavidad intestinal de los muertos de una mezcla compuesta de manteca, corteza de pino, polvo de madera carbonizada y piedra pómez. (Feuillée, 1724/1997: 103)
MOMIAS EN MUSEOS
Será el Dr. Chil y Naranjo, desde su formación médica quien aporta nuevas conclusiones en especial en el estudio de las momias canarias, para las que niega como técnica de momificación la evisceración y extracción del cerebro, así como extracción de sustancias conservantes a través de los orificios naturales. Sin embargo su aportación más notoria fue la creación del Museo Canario de Las Palmas.
En Tenerife, sería Juan Béthencourt Alfonso, con la creación del Gabinete Científico, el impulsor del primer Museo “Guanchinesco” en esta isla.
Veamos seguidamente algunas de las momias canarias repartidas por el mundo:
La momia que se encuentra actualmente expuesta en el Museo Antropológico Nacional con el número de inventario 3.332 y con las referencias siguientes:
Guanche-Tenerife-España, siglos XI-XIII
Momia masculina adulta. Altura: 1,60 m. de talones a bóveda craneal. Edad ósea 35-40 años. En todo el cuerpo se observan pliegues cutáneos y grietas de tejidos blandos característicos del proceso de momificación. No presenta ninguna incisión que indique estar eviscerado. Las radiografías señalan la presencia de material de relleno, probablemente lodo, presumiblemente realizado por vía rectal.
Las primeras noticias que se conocen sobre la presencia en Madrid de esta momia aparecen en la correspondencia del primer director del Real Gabinete de Historia Natural, Pedro Francisco Dávila.
Según la documentación estudiada, la momia se hallaba entre las colecciones de la Real Biblioteca, desde donde se envió al Gabinete el 3 de octubre de 1776, por orden de Carlos III. En este centro permaneció custodiada en una sala reservada hasta su traslado al edificio del antiguo museo Velasco en 1895.
Probablemente proceda de una cueva sepulcral del barranco de Herques, Tenerife[13].
Según este informe, no coincide la fecha con la que se encontraba en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia y cedida en 1925, por lo que ya tenemos 2 momias como mínimo en este Museo.
En 1929 en “Un estudio de los Cráneos antiguos de Canarias, existentes en el Museo Antropológico Nacional” publicado por De las Barras y Aragón en Actas y Memorias de la Sociedad española de Antropología, Etnografía y Prehistoria al hablar del material que posee el Museo dice que la colección de cráneos canarios tiene 63 ejemplares: parte de la colección Velasco, 20 de la expedición de Quiroga que los trajo de Verneau, lo que coincide con la carta de Verneau de 1886 (Vide Supra), otros que mandó a Manuel Antón y otros varios de Agustín Cabrera.
Cuenta el Museo con una lista provisional de C. Robledo Mendo de 1966 que alude a un catálogo de 1914 y en el cual se encuentran unos 31 cráneos de Canarias. (Sierras Delage, 1987: 77)
Con respecto a las momias, hay un documento de 5 de marzo de 1925 que vamos a transcribir:
Dos trozos de momia de guanches de Tenerife, consistente, uno en parte de la cabeza y tronco con algunos huesos sueltos. Parece a primera vista de una mujer y un niño, éste ya con los terceros molares. También un trozo de cuero curtido y con una costura, que parece proceder de un vestido. Fueron enviados estos ejemplares en 1850 por el Gobernador de canarias a la Real Academia de la Historia la cual hace ahora el donativo al Museo.
Las fechas coinciden con la momia encontrada en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia y de los restos encontrados en la Montaña de la Camellita en Guajara. (Vide Supra) Siguen documentos sobre las momias encontradas en 1862 en Araya de Candelaria.
En el informe de 1929 citado, sigue diciendo que existen algunas momias de Tenerife en el Museo que están en cuatro vitrinas; en una de ellas hay un ejemplar magnífico:
Se trata de un hombre de alta estatura y perfecto tipo de la raza guanche. Otras dos vitrinas contienen momias en mucho peor estado de conservación, mostrando en parte el esqueleto descarnado, pero se conserva con ellas las pieles en que estaban envueltas y cosidas. (De las Barras y Aragón, 1929: 7)
Aparte de la momia o momias que se conservan en el Museo Antropológico Nacional, encontramos información repartidas por otros lugares de España y nuestras islas:
En el Museo de Antropología Forense, Paleopatología y Criminalística de la Escuela de Medicina legal de la Universidad Complutense de Madrid, se encuentran varios restos:
8. Colección de cráneos exóticos. Consta de un centenar de piezas. Procedentes unas de Egipto (cabezas momificadas), otras de Canarias (momias guanches), del Sahara, de Guinea (cabeza momificada), de la costa occidental de África ecuatorial, cráneos peruanos deformados, cráneos de las Islas Carolinas (chamorros), de Madurai, Sur de la India (con mutilaciones dentarias como adorno), de las Islas Fidji, de otras Islas oceánicas (deformados tabulares erectos y oblicuos), cabezas con momificación espontánea. Se cree al menos que un número no inferior a cuatro son los restos de momias que posee.
En el Museo Arqueológico Nacional hay dos salas dedicadas a las islas Canarias:
Sala 11 y 12.- Prehistoria de las islas Canarias y del Sahara Occidental. “Pintaderas”, cerámicas, industrias lítica y ósea de las islas Canarias. Paleolítico y Neolítico del Sahara.
Descripción de una momia guanche expuesta al público en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, realizada por Béthen¬court Alfonso (por la descripción puede corresponder a la del Museo Antropológico) y que puede corresponder a 1908.
«Momia guanche. Tendida; manos por bajo de la parte externa de los ilíacos, con las manos tendidas sobre la parte anterior externa de los muslos. Dedos gordos (pulgares) de los pies unidos por una co¬rrea. Parece momificado por desecación. Color de la piel amarillento. La cabeza como tumbada sobre el hombro derecho. Brazos tendidos y unidos al cuerpo siguiendo las formas de éste. Tobillos unidos (el de¬recho más arriba que el izquierdo); rodillas unidas, pero la izquierda más arriba que la derecha; pene al parecer muy grande».
El director General de Instrucción Pública, Severo Catalina, comunicará el 12 de octubre de 1867 el envió de dos de las momias al Director del Museo Arqueológico Nacional, que serán remitidas por el Gobernador de Canarias el 13 de marzo de 1868 en el vapor correo Amé¬rica. Se trata de la momia 2, masculina y la momia 4, femenina[14]. Estas se recibirán en el Museo Arqueológico Nacional el 14 de abril de 1868 y serán trasladadas a la recién creada en 1883 sección de antropología, etnografía y prehistoria del Real Museo de Ciencias Natu¬rales en julio de 1885.
Por oficio del nuevo Director General de Instrucción Pública, Carlos M.ª Coronado al Director del Museo Arqueológico Nacional de 23 de marzo de 1868, probablemente la mo¬mia 1, pues carece de la cabeza, fue entregada al Gabinete de Historia Natural del Instituto de Canarias, (no creemos sea vide Infra) donde actualmente se conserva, mientras la momia 3 fue cedida en depósito al Museo de Sebastián Casilda Yánez de Tacoronte y debe tratarse de una de las dos momias que no aparecen registradas en su inventario, descrito por J. Béthencourt en 1884, pero que fue¬ron fotografiadas por Diego Lebrun. (Mederos, 2001: 109)
De entre todas las colecciones de momias repartidas en museos de todas partes del mundo, el Museo Arqueológico y Etnográfico de Tenerife posee una de las más ricas y mejor conservadas. Atendiéndose no tanto a su número como al hecho de pertenecer a una misma cultura, la colección de momias de los aborígenes de la isla de Tenerife, los guanches, se puede considerar una de las más valiosas del mundo. (González Antón, et alií, 1990: 137-138)
El Museo Arqueológico se inaugura en 1958 con fondos procedentes del Museo Municipal (Sección de Arqueología y Antropología), de la Comisaría Provincial de Excavaciones Arqueológicas, del "Gabinete Científico" y de las adquisiciones de pequeñas colecciones como las del extinguido Museo Villa Benítez, Vallabriga y Casa Ossuna, además de aportaciones de particulares. Así mismo Luís Diego Cuscoy, primer Director del Museo Arqueológico de Tenerife y Comisario Provincial, integra todos los materiales arqueológicos y restos humanos de la prehistoria de Tenerife en una única colección.
Actualmente se conservan unas 13 momias completas, así como unos 170 restos momificados. Todos ellos perfectamente estudiados y catalogados. Algunas de las momias así como restos se encuentran expuestas al público.
Una de las momias depositadas en el Museo, se encontraba en la Casa Museo Ossuna de La Laguna:
Aprovechamos la ocasión de aludir a Museos de Antigüedades, para ver de tranquilizar, con relación con el de la Casa de Ossuna en La Laguna, a cierto corresponsal de prensa que no duerme hace tiempo preocupado por ciertos restos antropológicos que cree deberían figurar en él…
La Casa Ossuna, cuando pasó al Patronato y a cargo del Ayuntamiento de la ciudad, estaba lleno de materiales muy variados, entre ellos destacadamente, polvo, mugre y residuos de todo orden…una momia en descomposición y cantidad de huesos sin procedencia, resultaban incompatibles con los fines del archivo y biblioteca…y se optó por pasarlos al Museo Arqueológico de Tenerife, bajo inventario y depósito[15].
Relación de momias y material momificado expuesto actualmente en el Museo Arqueológico de Tenerife:
DESCRIPCION CRONOLOGIA YACIMIENTO
Momia femenina de 20 a 24 años 830 + 50 dc Barranco Badajoz (Güímar)
Momia masculina de 25 a 29 años 940 + 40 dc La Orotava
Antebrazo momificado ---- Desconocido
Cráneo com restos momificados 1195 + 95 dc Roque Blanco (La Orotava)
Cráneo momificado con envolturas de piel de cabra 885 + 75 dc Anaga
Momia de un niño de 7-8 años envuelto en pieles de cabra 1420 + 135 dc Barranco El Infierno (Adeje)
Momia de un hombre de 25 a 30 años cubierto parcialmente con piel de cabra con 6 tiras que lo rodean ---- San Andrés (Santa Cruz)
Momia de feto a término ---- Costa de El Sauzal
Momia de feto de 5 a 6 meses de vida intrauterina ---- Desconocido
Un pie momificado ---- ----
Una mano momificada ---- ----
Dos cráneos momificados ---- ----
En el antiguo Instituto de Canarias, hoy Instituto Cabrera Pinto de La Laguna, hay en su Museo de Historia Natural, una momia:
…”una momia de guanche maltratada”, un pie y una mano igualmente momificados, una flecha, “una especie de espada de hueso hecha pedazos”, un hacha de madera y piedra, una piedra de molino y “una olla de los guanches”. Creemos que la momia, que en el inventario de 1861 se describe como “incompleta y mal conservada”, es la misma citada por Berthelot; la misma que hoy se guarda en el Instituto y que, por haberla asociado a un cráneo y a unas cuentas de collar encontradas en el barranco de Agua de Dios (Tegueste) en la última década del siglo XIX, ha sido considerada como procedente de este lugar y descubierta en esta fecha. Hasta hace muy poco se encontraba aún rodeada de algunos de estos utensilios mencionados en la relación de 1847. La momia, al parecer bien conservada-pese a su mutilación-y en posición poco habitual, es una de las más interesantes piezas con que cuenta el Museo del Instituto. (Fajardo Espínola, 1995: 131-132)
Sebastián Jiménez Sánchez, nos describe esta momia y nos da otra versión sobre su origen:
En una de las salitas de Historia Natural del Instituto Nacional de Enseñanza Media de la ciudad de La Laguna, se exhibe muy bien conservada, una interesante momia, al parecer de mujer, envuelta desde el cuello a la rodilla en dos capas de pieles adobadas y cosidas admirablemente. La disposición de la momia no es horizontal; presentase con las extremidades abdominales un tanto encogida. Fue hallada en una cueva cementerio del pago de Bajamar, donde llaman Las Goteras o La Laja en 1881. (Jiménez Sánchez, 1941: 265)
En el Museo Arqueológico del Puerto de La Cruz, se conservan varias momias, no expuestas al público y que en su momento fueron estudiadas por la Dra. Ilse Schnidetzky. (Diego Cuscoy, 1960: 57-70)
Una de estas momias pudiera ser la que vio Béthencourt Alfonso en el Museo del farmacéutico D. Ramón Gómez del Puerto de La Cruz:
Existe la momia de un infante de pocos meses, momificado, fue encontrado entre dos momias de adultos, cerca de la cumbre o mejor las Cañadas. (Béthencourt Alfonso, 1994: 487)
Museo Canario: Fundado en 1879, por Gregorio Chil y Naranjo entre otros.
Actualmente en la sala 6 dedicada a la conservación de los cadáveres, se exhibe el cuerpo de un individuo joven procedente de Arguineguín. La excelente mortaja funeraria que lo envuelve, compuesta por diversas capas de piel, denota su pertenencia a la alta jerarquía social.
La Sala 7 se dedica a la Antropología Física. Los restos antropológicos se muestran en esta sala siguiendo los criterios expositivos de los fundadores de El Museo Canario. Más de mil cráneos, así como otros restos óseos, nos ofrecen un testimonio de los caracteres antropológicos de la población aborigen.
La sala 8 se dedica a la Paleopatología y el mundo funerario. Se muestran dos maquetas: La primera de ellas reproduce un enterramiento tumular, donde el gran túmulo de La Guancha, en Gáldar, ha servido de ejemplo para dar a conocer estas construcciones de piedra seca que aparecen cubriendo la fosa o cista donde se depositaba el cadáver. La segunda maqueta recrea una cueva funeraria, en la que se pueden observar varios cuerpos envueltos en fardos funerarios que han sido depositados sobre tablones de madera acompañados de su ajuar funerario.
Otro de los temas tratados en esta sala son los estudios paleopatológicos, que nos permiten determinar las enfermedades y traumatismos de poblaciones antiguas. Las fracturas producidas por accidentes o actividades violentas, las enfermedades reumáticas, los tumores y las deformaciones congénitas son las patologías más frecuentes, detectándose también "intervenciones quirúrgicas" como las trepanaciones.
El Museo Canario, posee actualmente 20 momias, albergadas en el Fondo de Arqueología y Prehistoria de Canarias de dicha Institución. Asimismo, proceden todas de Gran Canaria, concretamente de Guayadeque (Agüimes-Ingenio), Acusa (Artenara), Arguineguín (Mogán-San Bartolomé) y otras sin determinar[16].
Inglaterra: Museo de Cambridge; este museo tiene entre sus fondos, una momia guanche que llegó allí en 1772 de la mano de un tal capitán Young, patrón del barco Weasel. Igualmente en el Museo Británico existen o al menos existieron varias momias procedentes de Canarias.
Canadá: Montreal; El Redpath Museum de la McGill University custodia una momia guanche procedente del barranco de Santos (Santa Cruz de Tenerife). Este ejemplar fue enviado allí por el Dr. Lambert en 1892.
Alemania: Göttinger; El Institut für Anthropologie de la universidad de Göttinger exhibe una momia guanche, perteneciente a la colección Blumenbach, encontrada en 1802.
Argentina: La Plata; El Museo de Ciencias Naturales, aún conserva una momia perteneciente al antiguo Museo Casilda de Tacoronte, que se cree es de Gran Canaria.
Francia: París; El Museo del Hombre conserva seis momias de distintos lugares de Tenerife.
LA INCULTURA DE UN PUEBLO
Desde hace siglos, los restos de nuestros antepasados, fueron usados no solo para blanquear caminos, abono de tierras y como nos comentaba un cabrero hace años en Tegueste, como vitamina para el ganado. (Trituraban los huesos y se los daban a comer a las cabras).
A veces la desidia y la incultura de la gente de nuestros campos y otra más actual, la depredación realizada por muchos cazadores, que con el solo afán de diversión, destruyen un Patrimonio Histórico irrecuperable.
Es muy frecuente encontrar en cuevas de enterramiento encima de los restos óseos: latas de sardinas, de cervezas, colillas, etc., dando un claro ejemplo de esta incultura.
Veamos algunas muestras que nos han dejado algunos investigadores e historiadores:
…en Tenerife, vence el temor, pero en verdad que de extraña manera: destruyendo el objeto que lo infunde, que por ser el cráneo, símbolo y figura de la muerte, acaba siendo aplastado bajo piedras o lanzado al abismo.
En estas necrópolis suelen encontrarse intactos todos los huesos del esqueleto, a excepción del cráneo. (Diego Cuscoy, 1946: 253)
…quien accedió a la altura de la cueva y tras observar el afloramiento de restos óseos procedió al vaciamiento total y llevar todos los hallazgos a su domicilio. (Arco-Atienza, 1983: 323)
Álvarez Rixo, nos habla de este expolio, principalmente en la zona de Tegueste:
El año 1845 me escribió el Sr. Prebendado D. Antonio Pereyra Pache¬co venerable cura del lugar de Tegueste, lamentando la rusticidad desti¬nada de nuestra gente con respecto a los restos de las momias y utensilios de los antiguos Guanches que por casualidad de vez en cuando suelen encontrarse, y dice así la carta.
«Nadie me daba razón ni sabía hubiese una cueva donde habitase el Rey de Tegueste: oía por casualidad nombrar un sitio llamado Tagoror, lo encamino y veo hay en él una cueva baja y otra alta, sin duda sus viviendas de verano e invierno: pregunto a algunos viejos si han encontrado en ellas fragmentos de Guanches, y con indiferencia contestan que hasta ahora pocos años, una de ellas estaba cerrada su entrada con una laja y dentro había grandes huesos sobre poyos, calaveras, molinos y cuentas de barro, cuyas cosas los pastores al encerrar ganado en ellas, lo botaban y hacían pedazos.
Ainda más: en una cueva eminente en el risco llamado la Atalaya, en la que solamente colgados con sogas pueden entrar, una mujer de Tejina (casada hoy con D. Felipe Carvallo, tuvo la osadía de penetrarla para sacar el polvo que ellos llaman carambola’ con el que abonan las tierras algunos en Tejina, encontróse un cuerpo entero y bien conservado de una guancha, y su ilustración le sugirió la idea de arrojarla desde la entrada hasta verla caer abajo en polvo.
En este año 1876, se ha encontrado otra cueva sepulcral en Tegueste con algunas momias guanchinescas; díjose que 9 a 12 y parece que ha visto corrido parejas con las anteriores en la destrucción; pues hemos visto y examinado un pie y algún otro fragmento que por vía de regalo hicieron a un amigo nuestro en La Laguna procedente de dichas momias de Tegueste.
Igualmente nos cuenta casos en otros lugares de nuestra isla:
En el mes de Septiembre de 1859, al estar unos rústicos icodalteros en las faldas del Teyde sacando y aprovechando alguna sal nacrón (sic) que otros ciudadanos inteligentes les compraban a razón de 9, a 10 reales de plata cada quintal; y de cuya explotación nada se dijo en los periódicos, a causa de la duda de si molestaría el gobierno a los especuladores por haber emprendido la obra sin su participación: al ir dichos rústicos buscando algún covacho o nuevo criadero de la expresada sal,3 hacia la falda oriental del Teyde, descubrieron una cueva sepulcral de guanches, cuya entrada estaba tapiada con una pared de piedra seca; hallándose dentro siete momias de ambos sexos; otros dijeron que veinte, colocadas sobre banquillos o andamios en sus ataúdes usuales fabricados de toscos tablones de tea, y algunas de dichas momias parece que también estaban de pie. Des¬cubrir aquel venerando (sic) depósito, y acometer a los rústicos el vértigo de la destrucción, todo fue uno; y comenzaron a destrozar y derriscar por aquellos precipicios todas las momias llevándose los tablones para sus casas de Icod el Alto. Pero enterados que dichas momias eran objetos muy apreciados y por lo tanto podían valerles algo de los sujetos curiosos que lo supiesen; recogieron algunos fragmentos que vendieron, y uno de ellos consistente en una mano, obtuvo D. Diego M. Álvarez vecino del Puerto de la Cruz en cuyo poder la examinamos asaz perfecta y transparente. También se dijo, haberse encontrado en dicha gruta, algunos gánigos, tallitas y pedazos de piel de cabrito con pelo, muy fina y gamuzada.
En el Barranco de Ajabo junto a la Villa de Adeje a fines del año 1876 ó 77 fue hallada una otra cueva tapiada que contenía un hombre momia muy bien conservado. El labriego ignorante que lo halló, lo regaló a otro menos torpe que él, sin que sepamos cuál ha sido su paradero.
Séase dicho guanche encontrado en el Barranco de Ajabo, u otro pos¬terior, tenemos entendido fue comprado por cuatro onzas de oro y ha sido llevado para la Habana en la fragata Trinidad (sic) que zarpó de Santa Cruz de Tenerife o de Gran Canaria en este mes de Enero de 1878. Supone¬mos que para colocar dicha Momia en algún Gabinete de Historia natural o por especulación para ganar mostrando esta rareza en aquel risco y curioso público.
…a fines del propio mes de enero (1878) pasó por el camino de mi propiedad de Luz, una estrecha caja o cajón en que iba colocada la Momia de una Guancha bien conservada, encontrada en una cueva en la jurisdicción de Adeje. Al pasar sus conductores por la villa de Icod de los Vinos les ofrecieron cuatro onzas de oro por la tal Momia, pero ellos rehusaron y siguieron para Santa Cruz donde esperaban alcanzar mayor utilidad de su hallazgo. Gracias a Dios que ya nuestros aldeanos van cono¬ciendo el provecho que pueden obtener por estas curiosidades de nuestro país y no las arrojan al mar o a los precipicios cuál antes han tenido de costumbre. (Tejera Gaspar, 1990: 121-136)
Diego Cuscoy también se encontró con estas destrucciones:
Sin que se sepan los motivos, las momias fueron extraídas desordenadamente, rotas las pieles de envoltura, desarticulados los miembros y lanzado todo por una altura de seis metros. (Diego Cuscoy, 1960: 20)
Personas relevantes de la época como Manuel de Ossuna y Van Den Heede, regalan cráneos, como vemos en la contestación de una carta de Lord Bute[17]:
No puedo permitir que usted me mande el cráneo, porque no soy craneologista y no tengo colecciones de tales cosas, pero le doy a V. las gracias por la oferta de la misma manera.
Como anécdota curiosa veamos una carta dirigida por el Dr. Jorge Víctor Pérez de La Orotava a Manuel de Ossuna y Van Den Heede a principios del siglo XX[18]:
…No puedo menos que eludir aquí, que a principios del año pasado, visitó esta isla un profesor Norte-Americano[19], experto en estos estudios antropológicos, y habiendo marchado al sur de nuestra isla, a explorar multitud de cuevas, donde existen restos de los guanches, y donde nadie le impide la entrada a pastores y cabreros que destrozan todo lo que gustan, no ocupándose para nada de esto, quienes debieran, volvió de su excursión casi preso por la Guardia Civil dicho profesor (a quien se me asegura había dado con anterioridad recomendaciones el que era hasta entonces nuestro Gobernador Civil, y que si se procedió a última hora así, fue por “clamoreos” de nuestra prensa, que bien pudiera en lugar de ello, hacer campaña, para que nuestro gobierno, envíe pronto una comisión científica, a hacer estos estudios, y no impedir de este modo intempestivo que profesores extranjeros lo hagan, pues recuerda esto el refrán de “el perro del Hortelano”): no diré más.
Era costumbre habitual de la época, el llevar a visitar cuevas con momias a los viajeros notables que visitaban nuestra tierra:
En su descenso alcanzaron la aldea de Chinama en Granadilla, donde fueron recibidos por Antonio González del Castillo, quien les recibió con gran hospitalidad y les llevó a ver cuevas con momias guanches. (Hernández González, 2003)
Veamos seguidamente otras referencias sobre este tema:
…La parte final versa sobre los «guanchios». El buen Dr. Pugh era muy apreciado en Güímar porque no cobraba a los pobres, de manera que lo llevaron a las cuevas donde guardaban 300 ó 400 momias de sus antepasados, lo que lo convertía en un ser excepcional pues todo extranjero que entraba en tales cuevas era inexorablemente ejecutado. Sin embargo, en otra ocasión en que alguien andaba cazando con un hurón, descubrió una cueva con más momias, en las que tal vez pensaba Mr. Pugh cuando, tras el interés mostrado por los caballeros de la Royal Society acerca de la existencia de «esos enanitos de las bóvedas de Canarias», expresó a W. Croone sus esperanzas de proporcionar a la Sociedad un par de guanches embalsamados. (Solís Santos, 2004: 575-602)
Manuel de Ossuna en sus incursiones por Anaga, nos cuenta igualmente estos expolios y destrucciones:
…También existe no muy lejos de aquella otra donde dicen Vegeril, descubierta por dos pastores en 1860 que tuvieron la inadvertencia de destruir las innumerables momias y otros restos allí conservados. Finalmente citaremos la gruta descubierta en1889 también por otros pastores de las que fueron extraídos diez esqueletos y una momia bastante completa.
Los periódicos de la provincia anunciaron entonces el hallazgo y pudimos poco después adquirir varios restos. En 1890 visitamos esta caverna en compañía de nuestro amigo Sr. Cabrera, encontrándose en tal ocasión los maxilares inferiores que faltaban a los cráneos de los dichos diez esqueletos así como otros varios restos nuevos que se hallaban a alguna profundidad bajo tierra. (Ossuna, 1896)
Luís Diego Cuscoy en 1949, nos comenta en La Victoria, otro expolio:
En cierta ocasión hubimos de visitar una cueva que se había descubierto con motivo de la construcción de un acueducto y en la cual se encontraron dos momias que los obreros destruyeron bárbaramente y arrojaron al fondo del barranco. (Diego Cuscoy, 1953: 108-109)
Aparte de la isla de Tenerife, también se ha constado la técnica de momificación en Gran Canaria, y como no podía ser menos, no se libraron ni del expolio ni de las destrucciones:
El año de cincuenta y ocho había hecho un viaje a El Ingenio, llamado para visitar un enfermo y terminada mi misión, pregunté si se encontraban momias, huesos, jarros, tejidos u otros objetos pertenecientes a los canarios, contestándome se hallaban en abundancia en “la cueva de los canarios” en Guayadeque, y lo sabían porque de las cuevas estaban sacando guano para venderlo a los que se ocupaban del cultivo de la cochinilla. Quise ver esos guanos y me condujeron a un estercolero y entre los numerosos restos allí acumulados de tejidos, cueros, pedazos de loza, de barro, huesos humanos la mayor parte de ellos rotos al intento, vi una envoltura, la cogí y me encontré con un antebrazo al que le faltaba parte de la mano y solamente había unos huesos del metacarpo y todo el carpo unido por sus ligamentos. (Chil y Naranjo, 2004: 190)
El cementerio de Aguamastel, hermosa gruta llena de momias colocadas cuidadosamente, respetuosamente, a lo largo de sus paredes cubiertas de pinturas, fue hace años descubierto por los obreros que construyeron la carretera que atraviesa estos lugares. La piqueta y el azadón hábilmente manejados hicieron polvo los despojos de aquel poblado. (Batllory, 1901: 75)
LAS POYATAS O MESAS FUNERARIAS
El topónimo “poyata” se ha dado a lugares destinados por los aborígenes para secar los cadáveres, antes de su momificación. Principalmente cuando se descubrió en el lugar llamado “Punta poyata”, en Taganana, una piedra denominada por los lugareños como la piedra del guanche, una gran piedra plana de aproximadamente 1m de ancho por 2 de largo, apoyada sobre tres grandes rocas.
Este topónimo lo encontramos igualmente en San Miguel de Abona, La poyata por encima de Aldea Blanca y en El Hierro: poyata y Punta de la poyata en la zona de El Golfo.
En el barranco de Guayadeque, hay una cueva de forma circular y techo abovedado, que comunica con otra pequeña interior. Tiene en el centro como único vestigio curioso, una gran piedra casi plana y redonda, como de un metro de diámetro. (¿Ara o mesa funeraria?) (Jiménez Sánchez, 1964: 72)
En varias cuevas de enterramiento, hemos encontrado este tipo de piedras lisas, como en el Roque Jama (Arona) y en la Caldera de Pedro Gil en los altos de Arafo.
LOS DESCUBRIMIENTOS DE MOMIAS
Siempre ha existido la polémica en cuanto a las islas en que la práctica de momificación se realizaba. Sabino Berthelot afirmaba que solo se practicaba en Tenerife y La Palma, mientras de Chil y Naranjo encontraba momias en el barranco de Guayadeque en Gran Canaria, y comentaba haber visto una momia de El Hierro, perfectamente conservada y que era propiedad de D. Aquilino Padrón.
René Verneau afirmaba haber encontrado restos momificados en La Gomera y El Hierro.
El norteamericano Earnest Albert Hooton comenta que probablemente se momificara en todas las islas, excepto en Lanzarote y Fuerteventura.
Este investigador hace el primer estudio paleopatológico sistemático en las islas. Conrado Rodríguez Martín hace un resumen en tres aspectos fundamentales: El detallado análisis de la dentición, a través de las caries, sarros, atriciones, abscesos… Presta gran atención al elevado número de traumatismos, entre los que sobresale la trepanación, únicamente realizado por la técnica de barrenado, bien cicatrizada en la mayoría de los casos. Y, con respecto a la momificación, observó dos aspectos muy interesantes, el primero que el buen estado de conservación podría deberse al clima, y el segundo, que el pelo rubio de las momias podría ser el resultado de una despigmentación del cabello post mortem, es decir, una vez que ha fallecido el individuo. (Rodríguez Martín, 1989: 33)
Para Mª Carmen del Arco Aguilar la momificación está demostrada en Tenerife, Gran Canaria, La Gomera y El Hierro.
Hay que tener en cuenta que muchas veces se habla de momias, cuando en realidad son cadáveres, por lo que después de un estudio de los trabajos realizados sobre este tema, en artículos, información oral, prensa, etc., hemos sacado la siguiente relación:
TENERIFE
ADEJE
Barranco del Infierno: 1 momia infantil. Actualmente expuesta en el Museo Arqueológico de santa Cruz, según parece hallada por Béthencourt Alfonso.
Ref. Cuscoy 1968: 242
Ucazme: Enterramiento colectivo de siete individuos. Los vestigios de momificación se encontraron en los restos de carne adheridos al hueso y correspondieron a tres individuos: dos mujeres y un hombre; Miembro superior derecho y mano momificada femenina, extremidad superior con mano momificada femenina y columna, pelvis y extremidades inferiores sin pie momificados.
Ref. González Antón y Arco Aguilar 1995: 29-42
Barranco del Agua-Ifonche: Varias momias encontradas en 1847.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 488
Barranco de Abapio: Varias momias.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 488
Barranco de Ajabo: 1 momia masculina
Ref. Tejera 1990: 130
ARICO
Barranco Juan Andrés: Varias momias, dos de ellas llevadas al Gabinete de Historia Natural de París en el siglo XVIII según Viera y Clavijo.
Ref. Cuscoy 1968: 241
ARONA
Barranco de Amara: Varias momias.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 487
La Fajana-Guasa: Varias momias enzurronadas.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 487
BUENAVISTA
Teno: Momia masculina.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 488
CANDELARIA
Laderas de Araya: Varias momias, una infantil.
Ref. Cruz Jiménez et alii., 1973: 46
Cumbres de Araya: Varias momias.
Ref. Cuscoy 1968: 240
Cueva de la Gambuesa-Araya: 1 momia sobre tabla de sabina.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 485
Malpaís de Candelaria: Datación de muestras de tejido muscular de restos momificados: 1.133 + 77 D.C.
Ref. Eres 1993: 103. Tenerife
Barranco las Goteras-Araya: 4 momias
Ref. R. A. H.
EL ROSARIO
Barranco Jagua: 1 momia, junto a huesos de un adulto y un niño. Fue la primera vez que se describió un enterramiento con el cadáver todavía in situ. La momia se encontraba sobre cinco tablones de tea y soportada por cuatro.
Ref. Cuscoy 1957: 62-75
GRANADILLA
Barranco de Gorda: 3 momias que fueron destruidas.
Risco Bermejo-Chiñama: 2 momias
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 487
GUIA DE ISORA
Chajajo: Varias momias.
Ref. Cuscoy 1968: 242
Cueva del Retamar: 2 cadáveres con señales de momificación. Yacimiento expoliado. Hallazgo de diversas pieles de cabra, provistas de distintos cosidos, es interpretado como vestigios de las envolturas funerarias, y exponente de la práctica de un ritual de amortajamiento.
Ref. Cuscoy-Arco 1984
Cueva la Canal: Una mujer con restos de momificación.
Ref. González Antón 2000: 131-139
GÜIMAR
Cueva de la Hoya de Juan Luís: Varias momias.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 486
LA GUANCHA
Hoya Brunco: Varias momias.
Ref. Cuscoy 1968: 238
LA LAGUNA
Barranco Milán: Varias momias destruidas.
Ref. Álvarez Delgado 1947: 149-156
LA OROTAVA
Roque Blanco: 3 momias, dos adultos y 1 infantil. El estado de los restos humanos descubiertos, revela la práctica de enterramientos antiguos y de otros más modernos, por simple observación se dedujo que los cadáveres más antiguos estaban sin momificar, así lo confirmaron los huesos hallados y momificados los más modernos.
Ref. Cuscoy 1960: 13-30
LA VICTORIA
Risco Caído – Barranco Hondo: 2 momias destruidas.
Ref. Cuscoy 1953: 107-110
LAS CAÑADAS
Llano Maja: 3 cabezas de perro 1 momificada. El uso del perro se ha excluido como ofrenda alimenticia, asimilándose con la idea de animales guía o compañeros del muerto (Cuscoy: 1851, 1965, 1968). Evidentemente dada la parquedad de la información, son muchos los interrogantes que se abren sobre el tratamiento funerario de que son objeto los perros. Por ejemplo, la práctica de momificación aplicada a estos animales, solo se constata en un único individuo, a partir de la conservación parcial de tejidos blandos, por lo que habría que tener en cuenta otras posibilidades tafonómicas como un origen natural y fortuito de tal fenómeno, determinado por las condiciones ambientales que se dan en esta zona. (Alberto Barroso 1999)
Ref. Álvarez Delgado 1947: 99-111, Cuscoy 1965: 33-49
Roque y Cueva de los Cochinos-Cañada del Hoyo-Ucanca: 1 Momia enzurronada, boca abajo.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 489
Montaña la Camellita – Guajara: Varias momias, restos enviados a Madrid.
Ref. Arroyo 1959, “Eco del Comercio” 4/8/1855
Cueva del Salitre: Restos de momificación, pieles apergaminadas.
Ref. Álvarez Delgado 1947: 48-59
SAN MIGUEL
Barranco Pilón: Momia infantil. Considerado como el primer descubrimiento de un enterramiento infantil, solo y aislado, que se estudió en Tenerife. Por su estrechez no entra un adulto, por lo que existe la hipótesis de que pudieron participar niños en el acto funerario. La momia fue envuelta de la cabeza a los pies con pieles de cabra sin pelo, bien curtidas y algunas finamente gamuzadas, la envoltura tenía cuatro capas de piel.
Ref. Cuscoy 1962: 23-32
Cueva de Uchova: 6 momias desaparecidas (información oral y artículos de prensa)
Ref. Cuscoy 1952
SANTA CRUZ
Barranco de San Andrés: 1 momia de las mejores conservadas, hoy expuesta en las vitrinas del Museo Arqueológico.
Ref. Museo Arqueológico de Tenerife
Cueva Vegeril - Anaga: Varias momias destruidas.
Laderas de Icorbo – Anaga: 1 momia.
Ref. Ossuna 1896
Roque de Tierra – Anaga: 5 cadáveres cubiertos con pieles de cabra
Ref. Guimerá Ravina 1973: 207-212
El Chorrillo: Una momia. Datación de tejido muscular de restos momificados: 1.257 + 81 D.C.
Ref. Eres 1993: 103 Tenerife
SANTA URSULA
Barranco Los Naranjos: 2 momias.
Ref. Álvarez Delgado 1947: 129-130
TACORONTE
Barranco Guayonje: 1 momia depositada en el Museo Casilda de Tacoronte, recuperada de Necochea (Argentina).
Ref. Berthelot 1849: 130
GRAN CANARIA
En la Gran Canaria también conocían el arte de embalsamar los cuerpos: Fajábanlos después con correas sutiles, les vestían sus Tamarcos, y los colocaban de pie derecho en las Catacumbas, o cuevas destinadas para este fin. (Viera y Clavijo, 1776 I: 180)
En Gran Canaria, de un lado estaría la población mediterránea de los túmulos, socialmente superior, pero que no practica la momificación, de otro, una población también superior, que practica la momificación y que deposita a sus muertos en cuevas (Schwidetzky, 1963: 12)
ARTENARA
Acusa: Varias momias envueltas en tejido de junco y 2 pieles, dentro de una especie de caja, construida con cortezas de drago y tea. Conservaban sus ojos, tráqueas, esófagos, pulmones, etc., y pelos en la barba. En un estudio sobre una piel de momia dio la siguiente datación: GRO-1188, 1380 + 60 B.P = 550AD-780AD.
Ref. Jiménez Sánchez 1941: 257. 1964: 73. Arco et alii. 1977: 75 Martín Rodríguez et alii. 2003: 235
ALDEA DE SAN NICOLAS
Cerro de los Picachos de Tirajacás: Fragmentos de mortajas de junco
Ref. Jiménez Sánchez 1960b
AGAETE
Lomo Guayedra: Envolturas funerarias de junco
Ref. Jiménez Sánchez 1960c
AGÜIMES
Risco Pintado: Envolturas funerarias de junco
Ref. Jiménez Sánchez 1952
Guayadeque: Una momia infantil
Ref. Grau Bassas 1880
Guayadeque: Varias envolturas de momias. Pieles de cabra perfectamente adobadas y admirablemente cosidas, utilizadas para envolver las momias. Una de las cabezas (Nº 826 del Museo Canario) conserva sus ojos y sesos. Datación de pieles de momias: GRO-1189, 1410 + 60 BP = 520AD-770AD. GRO 1190, 1120+ 60 BP = 780AD-1020AD
En el ajuar se encontró una especie de diadema, hallada en la frente de una momia, formada por una tira de cuero curtida a la que se une por un fino cordón anudado, cuentas semiesféricas de Conus.
Ref. Jiménez Sánchez 1946: 72. Arco et Alii. 1977: 75
GUIA
El Morro: 2 momias recubiertas con envolturas de junco y pieles
Ref. Fusté Ara 1960, Jiménez Sánchez 1960a
SAN BARTILOME DE TIRAJANA
Barranco del Hornillo: Varios cráneos mutilados, mandíbulas y huesos largos, etc., envueltos en sudarios y esterillas de junco. Los esqueletos aparecieron superpuestos, en camadas y dentro de sus respectivas esterillas.
Ref. Jiménez Sánchez 1964: 135-136
Arguineguin: Varias momias, consideradas como las más grandes y mejor conservadas. Una de las cuales se encuentra expuesta en el Museo Canario. Una de ellas de 2 m. de altura, fue donada por el Conde de la Vega Grande.
Ref. Jiménez Sánchez 1941: 260. 1946: 70
SANTA LUCÍA DE TIRAJANA
El Pajito: Varias momias
Ref. Jiménez Sánchez 1960a
TELDE
Silva: Varias momias de pie
Ref. Hernández Benítez 1958
LA GOMERA
SAN SEBASTIAN
Degollada de la Vaca: Descubierta en 1943, se encontraron los restos de un hombre mayor y una mujer joven. El cráneo de la mujer con restos de momificación: parte del frontal hasta el borde del parietal izquierdo se hallaban recubiertos de piel.
Ref. Cuscoy 1946: 252-259
LA PALMA
No poseyeron con igual perfección los antiguos pueblos de La Palma, y se vio la prueba, cuando en 1758 se descubrió el cadáver de un isleño Palmes dentro de cierta gruta, pues aunque estaba entero, al instante que se secó al ayre, se disolvió en polvos. (Viera y Clavijo, 1776 I: 180)
Chil y Naranjo afirmaba que los Auaritas seguían prácticas de momificación, aunque los historiadores anteriores lo negaban: Aunque no he visto escrito por ninguno de ellos, se que se han encontrado momias conservadas por el embalsamiento, (Chil y Naranjo, 1878 II: 92)
PUNTALLANA
El espigón: Varios cuerpos aparecieron forrados de pieles y colocados sobre una yacija vegetal, en posición decúbito lateral flexionado.
Ref. Afonso Rodríguez 1997
MAZO
Belmaco: 1 momia. (?)
Ref. Antonio Rodríguez López, informe a la Real Academia de la Historia de fecha 9/10/1859 y Signatura: CATF/ 9/7950/04 (4)
FONDO DOCUMENTAL Y BIBLIOGRAFICO CONSULTADO
ARCHIVOS y BIBLIOTECAS
Archivo Histórico Municipal de La Laguna. Fondo Ossuna. La Laguna
Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. La Laguna
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Museo Antropológico Nacional. Madrid
Museo Arqueológico Nacional. Madrid
Museo Arqueológico de Tenerife
Museo Canario. Las Palmas
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[1] Esta momia fue donada en 1892 al Redpath Museum, de la McGill University de Montreal, Canadá. Para mayor información: I. Congreso internacional de Estudios sobre Momias. Proyecto Cronos. Horne, Patrick; & Aufderheide, Arthur. York County Hospital, Ontario, Canadá. Universuty of Minnesota-Duluth. “Examen de la momia guanche RED-1” Puerto de la Cruz.
[2] Pero fue un error el asegurar que se encontró con otros en una cueva de la Cima del Pico. En este paraje no hay tales sepulturas. Dixose también que le compró; pero en Tenerife no se hace trafico de estos cuerpos, y solo daría alguna gratificación a los paisanos, que acaso entrarían con sobrado riesgo en la caverna sepulcral. (Viera y Clavijo, 1776 II: 172n)
[3] Suponemos se refiere al descubrimiento de Araya, publicados en El Guanche en los números 285 de 30-5-1862, 286 de 6-6-1862 y 535 de 15-7-1865, donde informa de su traslado al Museo Casilda.
[4]Para una mayor información sobre este tema; consultar en: www.museosdetenerife.com/paginas/MNHA
[5] Actualmente estos boletines se encuentran en un estado totalmente lamentable para su lectura, debido a la “carcoma”.
[6] Esta momia se encuentra en el Museo de La Plata en Argentina. Sala XIX “Antropología Biológica” con la siguiente publicidad: Un ejemplar femenino momificado del grupo Guanche proveniente de las Islas Canarias, colocado en una cesta de fibras vegetales y envuelto en cuero es de especial interés, ya que sólo se han conservado unos pocos en el mundo con estas características.
[7] De Santa Cruz pasé a Tacoronte para visitar el antiguo Museo Casilda, que hoy pertenece al Sr. D. Carlos Lebrún. En él llama principalmente la atención el número de momias, muchas de ellas perfectamente conservadas… Chil y Naranjo G. (2004) Miscelánea. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. 100
[8] Cable publicado por la Agencia AIBA NOTICIAS el 28/08/03
[9] “La Nueva Provincia” Bahía Blanca. República de Argentina. 31/08/03
[10] Juan Álvarez Delgado, atribuye esta obra a su editor, con bastante razonamiento, ver: Revista de Historia de Canarias XXXII (1968-69) “La Historia de Canarias de A. J. Benítez” 175-182. Atribuyendo el año de publicación como 1916.
[11] Se refiere a las piezas encontradas en la montaña de la Camellita en La Orotava.
[12] Suponemos por las referencias y fechas, se trata de las momias de Araya, en Candelaria.
[13] Revista Antropología Física, Museo Nacional de Antropología. Madrid 1993: 14
[14] Se habla de las momias encontradas en Araya de Candelaria.
[15] Crónica arqueológica e Historia del Arte. Revista de Historia de Canarias XXXII 1968-69: 306. La Laguna.
[16] Información facilitada por el propio Museo Canario.
[17] AHMLL Fondo Ossuna, correspondencia con Lord Bute en cajas: 17 (1 y 2), 175 (7 y 8).
[18] AHMLL. Fondo Ossuna, caja 17-2. Correspondencias, cartas varias.
[19] Creemos que probablemente pudo haber sido el profesor Earnest A. Hooton, de la universidad de Harvard (EE
Me ha gustado mucho el post sobre la destruccion de documentos de años pasados así como momias, me ha parecido muy interesante Eduardo, enhorabuena
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