miércoles, 4 de enero de 2012

CAPITULO I. (II)


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don Fernando de Anaga, Miguel de Güímar, Hernando de Baute, antiguo hidalgo guanche de Naga, casado con doña Ana, hija del mencey de Abona; Andrés de Güímar, casado con doña María, hija del mencey de Adeje, apellidado también Llerena y gran defensor de sus hermanos guanches ante los Reyes de España; don Juan de Tegueste, pariente del mencey y abuelo de Francisco Hernández, mayordomo de la ermita del Socorro en 1588. Todos estos notables guanches vivían en Candelaria. A su vez, en Chacaica Güímar, (Actualmente Ayuntamiento del Rosario) entre otros vivía el guanche Mateo de las Casas, junto a varios canarii de Tamarant (Gran Canaria.)
Una prueba más de la integración de los naturales en la nueva sociedad colonial es que por aquellas fechas casi todos los alcaldes de Candelaria y del Valle de Güímar eran guanches, como hace constar el escribano Sancho de Urtarte respecto a Martín Rodríguez, Marcos González y Antón Hernández, Asimismo, tienen igual naturaleza el maestre de campo de las milicias del Valle, Antón Albertos y el capitán Francisco Rodríguez Izquierdo.
Lo más interesante de estos documentos es que nos muestran explícitamente, con nombres y apellidos, a un sector de la población guanche que ya se había integrado en la nueva sociedad colonial, pero que aún conservaba parte de sus costumbres y su identidad íntegra. No así la gran mayoría, totalmente asimilada y desnaturalizada, que desde el final de la invasión y conquista se había mezclado con los europeos y residía en los principales núcleos de población (La Laguna, La Orotava, Los Realejos, Icod, Garachico...) ejerciendo, en gran parte, de sirvientes o semiesclavos, salvo algunos privilegiados.
Tampoco debemos olvidarnos de los cientos que nunca se integraron (los alzados o resistentes), y que conservaron su lengua y costumbres refugiándose en las cumbres y lugares recónditos de la isla, resistiendo como etnia totalmente diferenciada de los europeos y criollos hasta mediados del siglo XVIII.
Otro dato interesante que podemos extraer de estos documentos es que al comparecer en Garachico y Buenavista, en 1601, guanches vecinos de esas localidades, solidarizándose con sus hermanos del Sur en el lamentable pleito sobre la posesión de la imagen de la Diosa Chaxiraxi (Virgen de Candelaria,) nos están indicando que aún por esas fechas continuaban con la tradición de celebrar los festejos del día de la Diosa (Virgen,) aunque ya traspasado por el clero católico del 15 de agosto al 2 de febrero, unidos en fervor popular. Como lo hacían sus antepasados, que dejaban guerras y rencillas y se hermanaban durante la fiesta nacional del Beñesmer.
Pues bien, a la vista de esta extensa relación de guanches --quizás sea la primera vez que se nomina más de un centenar- viviendo en distintas localidades de Tenerife a finales del siglo XVI y comienzos del XVII, pensamos, una vez más, en la imperiosa necesidad que tiene nuestro pueblo de ir saliendo de las tinieblas históricas a las que se le ha sometido secularmente. Aquellos que esgrimen el tema de los apellidos para asegurar que aquí sólo quedaron cuatro guanches y que todos descendemos de los conquistadores y colonos tienen en esto una prueba palpable y fehaciente de que la realidad es otra. Los tres apellidos que más se repiten en nuestros ancestros guanches que aparecen en los documentos antes mencionados: González (el más abundante), Rodríguez y Hernández, que representan el 33% del total, son los mismos que prevalecen en la población tinerfeña actual, como podemos comprobar tomando como referencia los censos de Santa Cruz y La Laguna. En concreto, el apellido González lo lleva aproximadamente el 5% de los tinerfeños, mientras que en Gran Canaria el más frecuente es Santana, que representa al 3,5% de la población y, sin embargo, allí los González ocupan el quinto lugar, con el 2,5%,
Curiosamente, entre todos los González, Rodríguez, Hernández, García, Pérez, Martín, Díaz, Betancort, Delgado, etcétera de los guanches anteriormente citados aparece un único apellido autóctono: Ibaute o Baute. No obstante, a éste habría que sumarle todos los Bencomo, Tacoronte, Guanche, Garachico, Tahodio, Chaurero, Teida etcétera, que también son frecuentes en nuestra isla y que están ampliamente extendidos en América.
Como reflexión final, me atrevo a sugerirles a mis paisanos que sean portadores de todos esos apellidos, y otros muchos que no se citan aquí, y que su familia lleve muchas generaciones afincada en Canarias, que empiecen a pensar en la alta posibilidad que tienen de ser descendientes de guanches, máxime si tenemos en cuenta que, tras la invasión y conquista, la población autóctona –que quedó en abrumadora mayoría como está científicamente demostrado, fue forzada al bautismo por el rito católico y les cambiaron sus nombres originales de Acaimo, Bentor, Guanchifira, Tinguaro, etcétera por Pedro González, Marcos Rodríguez, Agustín Hernández o Fernando Pérez. La verdad, más tarde o más temprano, siempre sale a relucir, por mucho que algunos se empeñen en ocultarla.” (Francisco García-Talavera Casañas, 1997).
3.- LOS ZANATAS O ZENETES

Los Zanatas, Zenetes, Zenetas, conformaron una de las naciones más importantes dentro de la gran familia mazigia, hasta la penetración islámica en el noroeste del continente, precisamente, el nombre de zanatas por los que son conocidos después de la islamización les fue impuestos por los árabes

 Este pueblo fue uno de los que arribaron a las islas, principalmente a las de Chinech y Benahuare, muchos siglos antes de que fuesen islamizados, desde Chinech se expandieron por otras islas aportando un mayor contingente a la isla de Ecero o Hero, (Hierro) como nos indica el gentilicio de los antiguos habitantes de ésta isla y, el hecho de que los primeros conquistadores europeos se valieron de bimbaches para los asaltos a la isla de Benahuare, ya   que éstos y los ahuaritas o awaritas se entendían perfectamente puesto que hablaban la misma lengua.

Los zanatas continentales que fueron influenciados por los conquistadores árabes, asumieron de tal manera la nueva cultura impuesta que incluso llegaron a renunciar a sus orígenes, mazigios prefiriendo ser considerados árabes, como una manera de ocupar puestos relevantes en la nueva sociedad,  no dudando muchas de las familias zanatas influyentes en inventar falsas genealogías para justificar una supuesta ascendencia islámica. Esta actitud en sumarse al vencedor, tuvo su paralelismo en las islas, recién terminada la conquista de la isla de Tamarant, los antiguos canarios pertenecientes a las clases que habían sido dominantes, no sólo no dudaron en aceptar el nuevo estatus impuesto por los nuevos amos, sino que además se esforzaban  por diferenciarse de los habitantes de las otras islas presumiendo de ser cristianos <<e hablar castellano como los propios castellanos>>.

Los nobles de la isla de Chinech, una vez que fueron sometidos, la mayoría de ellos fueron obligados a tomar nombres cristianos, pero en el siglo posterior a la conquista muchas familias pertenecientes a la nobleza guanche, que aún conservaban sus nombres mazigios. Con objeto de escapar a la marginación social a que le tenían sometidos los conquistadores, y para superar los frecuentes expedientes de limpieza de sangre incoados por la inquisición española en Canarias, no dudaron en crear falsas genealogías renunciando a sus orígenes y nombres de su ascendencia tales como Benchomo, Garachico, Tahoro, Tahodio, Tacoronte, Ibaute, Icod, Chaurero, Teida etc., (actualmente afincados en América)  para sustituirlos por otros vulgares españoles o portugueses como Albertos, Pérez, Hernández, Alonso, García, Rodríguez, Díaz etc.

Esta actitud de renuncia estaba justificada en la consecución de un ascenso social en el estamento colonial, ya que para poder acceder a determinados empleos públicos en las milicias, administración o en el clero, e incluso para poder asistir a las universidades españolas, los aspirantes debían superar los mencionados expedientes de limpieza de sangre, ya que el acceso a estas ocupaciones estaba vetadas para judíos, moros y guanches, al margen de la capacidad económica que éstos tuvieran. Sería sorprendente, para muchas familias canarias que presumen de descender de conquistadores o colonizadores, el comprobar mediante un seguimiento genealógico cuantas de ellas descienden directamente de guanches, ostentado en éstos día apellidos que en un determinado momento fueron usurpados mediante triquiñuelas y el pago de buenos honorarios a los genealogistas de turno. No fue ajeno a este deseo de equipararse a los invasores, el hecho de que en determinados momentos del pasado, desaparecieran abultados legajos de las dependencias de los juzgados y Ayuntamientos, así como oportunos incendios producidos en archivos de conventos y parroquias, pero la Tamusni es sabia, y si alguien tiene interés en conocer los verdaderos orígenes de alguna familia, sólo tiene que indagar en las zonas rurales de nuestro país, seguro que encontrará a algún Mago que se lo explicará, y podrá tener la seguridad de que está consultando con el archivo más fiable sobre el tema.

Similares circunstancias debieron concurrir muchos siglos antes en los zanatas continentales, tal como nos lo expone el Catedrático de Estudios árabes e islámicos de la Universidad de La Laguna y Doctor en filología Semítica, el ya citado don Rafael Muñoz Jiménez: <<Tenemos varias listas genealógicas de los zanatas. Por parte de los genealogistas árabes Ibn Jaldun cita las listas suministradas por Ibn Hazm de Córdoba, Yusuf al-Warraq. En sus largas listas de antepasados, hay unos elementos comunes: Yana y Madgis. En la de al-Warraq aparece en nombre propio de Mazig. Ibn Qutayba añade a Magis el apelativo al-abtar.

El segundo grupo de genealogías se debe a los mismos zanatas “deseosos de rechazar todo lazo de unión con los beréberes”, haciéndose pasar por descendientes de los Himyaries.

Su origen es el mismo que el de los beréberes: son los beréberes primitivos: los tehennu, los cinithi, los sintae, los castrensi. Los zanata como grupo es un invento árabe. Cuando los zanata observan que, para los árabes, una colectividad se define por un antepasado, cuando más lejano mejor, observan su nombre zanta y acaban explicando que su eponimo es zana, hijo de Yana, según explica Ibn Jaldum (vide p. 207). Y acaban renegando de su origen beréber. Es, ante todo, un grupo cuyo nombre es descriptivo, las gentes de la (letra) t, como los sanhaya son las gentes de la letra ha y yim los masmuda son los señores que escriben la m como la d (quienes escribían la U en lugar de C y viceversa. Es cierto que los beréberes se dividen y subdividen en multiplicidad de tribus, pero después de la islamización; no antes. >>

3.1 LOS ZANATA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

Con cierta frecuencia se nos hace notar a los mazigios canarios, la similitud de ciertos topónimos existentes en

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