En la zona central de la isla de Gran Canaria, por la zona de la Presa de las niñas, se cuenta aún uno de los mitos mas antiguos del lugar, que se narra desde que existe conociemiento de dicho lugar, la historia del árbol de Casandra.
La leyenda, pasada de boca en boca a través del tiempo de generación en generación, narra la desgracia de una joven, maldita y bruja, que acaba su vida atada y quemada por el pueblo y su familia en uno de los árboles mas legendarios de toda Canarias.
Existen varias versiones de la historia de Casandra, si bien es cierto que el final en todas ellas es el mismo; la joven, acaba consumida por las llamas que buscan la purificación de su alma, en ocasiones por parte del pueblo, en otras versiones por su padre, para limpiar el pasado incierto de la joven.
Existen varias versiones de la historia de Casandra, si bien es cierto que el final en todas ellas es el mismo; la joven, acaba consumida por las llamas que buscan la purificación de su alma, en ocasiones por parte del pueblo, en otras versiones por su padre, para limpiar el pasado incierto de la joven.
Una de las versiones mas extendidas cuenta que Casandra era una niña llegando a la adolescencia, que fruto de esta edad, pasaba mucho tiempo con un niño que poco a poco se convirtió en un primer novio. El padre de Casandra no consentía que su hija, aún para él una niña, "su niña", tubiera novio con su edad, por lo que asesinó al niño para acabar con esa situación. La niña juró venganza hacia su padre y toda su familia e hizo un pacto con el demonio para maldecirlos a todos. Su familia pues no vio otra salida que encadenar y quemar a la niña maldita en el árbol para acabar con sus maldiciones.
Otra de las versiones cuenta que Casandra, ya adolescente, se quedó embarazada y trajo al mundo 2 niños. La joven, siempre preocupada por si el padre de sus hijas la abandonara por otra, rogó al diablo que le concediera la eterna juventud, y éste le pidió a cambio de su juventud el sacrificio de sus bebés, a lo que ella aceptó. La noche de luna llena que se reuniría con el demonio para entregarle a sus hijos, el compañero sentimental de ésta la descubrió, y en defensa de su progenie ható a la bruja al árbol y la quemó para acabar con ella.
Otra de las versiones cuenta que Casandra, ya adolescente, se quedó embarazada y trajo al mundo 2 niños. La joven, siempre preocupada por si el padre de sus hijas la abandonara por otra, rogó al diablo que le concediera la eterna juventud, y éste le pidió a cambio de su juventud el sacrificio de sus bebés, a lo que ella aceptó. La noche de luna llena que se reuniría con el demonio para entregarle a sus hijos, el compañero sentimental de ésta la descubrió, y en defensa de su progenie ható a la bruja al árbol y la quemó para acabar con ella.
Por último, otra versión bastante extendida, que busca a su vez dar nombre a la presa donde se encuentra el árbol es la siguiente. La leyenda cuenta que un colegio fué de excursión a la presa de las niñas (lugar muy pintoresco donde se encuentra dicho árbol) como muchos grancanarios hemos ido de niños con nuestros respectivos colegios. Todo transcurría tranquilamente entre juegos y risas de niños, hasta que llegada la noche, uno de los profesores se parcató de que Cansandra, una de las niñas a su cargo, había desaparecido. Los niños pensaron que no se habría enterado de que habían acabado el tiempo de los juegos y ahora estaban todos en las hogueras haciendo asaderos y demás, por lo que seguiría escondida; pero por mucho que la buscaron no apareció. Entrada la noche, a lo largo de la esplanada se escucharon gritos y llantos de una niña, en dirección de un gigante árbol solitario. al día siguiente, todos se dirigieron al lugar de donde provenían los gritos, y encontraron el cuerpo sin vida carbonizado de la niña, atado a dicho árbol, con señales de haber sido torturada.
Ése fue el primero y el génesis de la historia del lugar. Casandra fué la primera, pero no la última niña desaparecida, ya que en posteriores excursiones al lugar fueron varias las niñas que desaparecían las noches de plenilunio, y siempre que ocurría se escuchaban llantos y risas escalofriantes de una niña a lo lejos de la explanada bañada por la luna, una niña que arrastraba unas cadenas.
Años después, y tras dejar de visitar por un tiempo los colegios la zona, un grupo de jóvenes aficionados de la investigación fueron al lugar para conocer de cerca la historia, y la pareja que se atrevió a acercarse al árbol jamás fue vista, quedando de ellos tan solo su caseta de campaña, rasgada por unas "supuestas" enormes garras a lo largo de la lona de la caseta, garras que no correspondían ni a un animal ni persona. (canariasmisterio.blogcindario.com/)
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