martes, 28 de octubre de 2014

la paradoja de un sistema de desequilibrio en equilibrio.





Se sabe que en el Norte de África durante la Antigüedad, algunas tribus Maures y Númidas fueron oportunamente amedrentadas y disuadidas por los romanos con el argumento y la perspectiva de que podrían quedar bajo "la desenfrenada tiranía de Masinissa".

En un sentido global y para ilustrar la secuencia de desarrollo de los
andamiajes del poder tribal, pueden seguirse los correlatos etnográficos
expuestos por A. Hammoudi, según el cual existe un compromiso entre la
estratificación y el igualitarismo.

Sin embargo, el sistema segmentario tiende a un equilibrio interno que
nunca se conserva largo tiempo, pues desde que ciertos individuos o grupos adquieren ventajas sobre los demás todas las unidades se coaligan para contrarrestar o destruir el poder acumulado. Veríamos, en palabras de D.M. Hart, "la paradoja de un sistema de desequilibrio en equilibrio".

Si bien en el caso norteafricano aparecen pruebas destacadas de este
modelo de organización social, el Archipiélago Canario también nos aporta
referencias en este sentido, progresivamente inmerso a nivel de cada nicho
insular en procesos de segregación interna, nucleación asimétrica, fisión/fusión de las unidades tribales, segmentos de parentesco, facciones y distritos de las diferentes islas, que trajeron como resultado unas organizaciones insulares auspiciadas por los diferentes linajes y clanes establecidos en cada una de ellas. Este proceso no estuvo exento de evoluciones, adaptaciones, involuciones, regresiones, rupturas, litigios, reagrupamientos y subdivisiones a nivel isleño y a lo largo del tiempo. De esta manera, las islas pueden ser entendidas como laboratorios para apreciar en una escala delimitada la caracterización de los comportamientos socio-políticos de las entidades tribales
norteafricanas que contribuyeron a su poblamiento y colonización humana.



“La cultura no existe sino a través de la memoria”.


La memoria de los pueblos es objeto de controvertidos debates, generándose permanentemente grandes tensiones entre la memoria de los distintos actores sociales. La otra cara de la memoria es el olvido que nunca es inocente, porque la manipulación de esta variable produce amnesia selectiva, siempre manejada por aquellos sectores que controlan los resortes del poder en nuestras comunidades, distorsionando según sus intereses y conveniencias la realidad cultural de todos. Por lo que es fundamental pensar y repensar la relación entre memoria y política cultural en todo proceso de construcción de la memoria colectiva.

Tenemos que comprender que es la cultura el instrumento básico de construcción de nacionalidad, es decir la herramienta que nos permitirá la construcción colectiva y sin exclusiones de nuestra Nación: LA CASA DE TODOS.
Maria Gómez Díaz
Octubre de 2014.



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