sábado, 25 de octubre de 2014

HOMENAJE A CHIMENCHIA-TINGUARO 2010





Conmatriotas: A los pies de esta Montaña de Sejeita donde nos encontramos, se alza la ciudad de Aguere, ciudad que está cimentada sobre el lugar Sagrado donde moran los espíritus de nuestros ancestros en que en vida fueron nobles y justos, Valle Sagrado que un aciago 14 de noviembre de 1495 fue regado con la sangre noble y generosa de nuestros antepasados en desigual lucha en defensa de la libertad de la matria contra unas hordas invasoras de mercenarios esclavistas extranjeros al servicio de Castilla, antecesora del actual reino imperialista y colonialista de España –a quienes nunca habíamos ofendido- y que en nombre de un dios misericordioso nos ofrecían la vida a cambio de nuestra tierra y nuestra libertad.

Aquel triste amanecer, nuestros tabores de los menceyatos de Tegueste, Tacoronte, taoro y daute, estaban desplegados desde  el borde norte del Barranco de Araguigo hasta el Camino de Geneto, un poco más allá de la actual cruz de piedra o cruz del humilladero, no es difícil el imaginarnos a aquellos guerreros de indomables espíritus, la mayoría de los cuales eran cadáveres andantes víctimas de una guerra bacteriológica desarrollada por los desalmados invasores, quienes habían procedido al envenenamiento de las fuentes de agua en los menceyatos resistentes y que los cronistas dieron en denominar como “enfermedad de la modorra”, pero que realmente y conforme atestiguan modernos estudios consistió como queda dicho en una guerra bacteriológica. “Epidemia” que curiosamente no afectó a los menceyatos denominados de paces ni a los invasores, hecho que algún cronista ingenuamente atribuyó a la intervención divina a favor de los mismos.

Las huestes invasoras tenían experiencia en este tipo de guerra sucia que ya habían experimentado con éxito en la península ibérica durante la guerra de Granada envenenando las aguas de la acequia de Aynadamar en Víznar, esta acequia abastecía de agua los aljibes del Albaicín, el principal núcleo de población de la Granada nazarí. En dicho canal los cristianos envenenaron las aguas tirando cadáveres putrefactos y viseras de cabras.

Por su parte, el doctor. Juan Bethencourt Alfonso, licenciado en Medicina e historiador, afirmaba a principios del siglo XX en relación a este tema: ”En las condiciones de vida de los guanches las epidemias de modorra (fiebre tifoidea para este autor)  necesariamente tenían poco poder difusivo, siendo su radio de acción muy limitado..”.. ”las familias moraban aisladas unas de otras separándolas 3 o 4 km ., en chozas ventiladas, y que no conocían los estercoleros, ni las alcantarillas, ni los pozos negros, ni letrinas, ni lavaderos públicos”. De lo anterior se infiere que tuvo que existir un agente transmisor eficaz, concreto y puntual que provocase la sintomatología descrita por los cronistas. Son muy significativas las afirmaciones de Espinosa y Viana por las cuales una de las causas que más contribuyó a la conquista de Tenerife fue la citada epidemia de modorra sufrida por los guanches, y además de “grandes proporciones”.

Nuestros tabores a pesar de estar consumidos por la fiebre hasta el punto de que apenas les permitía mantenerse en pie, se aprestaron para hacer frente al ejército más poderoso del momento el cual además de la caballería, contaban con modernas armas de fuego e incluso con cañones de campaña. Aún así, durante las casi cuatro horas que duró el combate los invasores estuvieron a punto de ser vencidos por el valor coraje e ímpetu de nuestros tabores, salvándoles de otra estrepitosa derrota la oportuna intervención de un converso traidor y sus huestes.

En todo caso, nuestros tabores no fueron vencidos por las armas de los invasores, se vieron obligados a replegarse por los efectos de la primera guerra bacteriológica desarrollada por una potencia extranjera en nuestra matria.

En esta memorable batalla dieron generosamente sus vidas por la libertad de la matria cientos de katuten (guerreros) guanches, entre ellos:

Chimenchia-Tinguaro, quien fue el más insigne de los sigoñe del Gran Rey de Taoro Benchomo y artífice de la mayor derrota que jamás sufrieran las tropas mercenarias española invasoras en Canarias e incluso en América. Al parecer el nombre propio de este Capitán era Chimenchia  que el criollo y poeta lagunero Antonio de Viana sustituyó por el topónimo del lugar y cueva donde estuvo depositada la imagen de la Diosa Chaxiraxi versus Virgen de Candelaria.

Era Chimenchia hermano de padre e hijo de una madre Cucaha. Tenía casi la edad del rey Benchomo, su hermano, a quien se parecía mucho, y se hallaba rigiendo el achimenceyato de Acentejo, donde se libró la batalla de este nombre, cuando la invasión española. Mortalmente herido en la batalla de La Laguna, a pocos metros de donde nos encontramos fue rematado por Pablo Martín Buendía, en este aciago día también ofrendó su vida a la matria el gran Kebehi Benchomo,  en el mismo lugar celebraron las exequias de ambos. Por esto dice la tamusni  “que ambos hermanos no se separaron ni en vida ni en muerte”.

La grandeza moral y de espíritu de este guanche sin par, queda reflejada en un hecho narrado por el fraile de la secta católica Alonso de Espinosa relativo a la intervención de este Príncipe y Capitán en la Batalla de Acentejo: “El capitán de los de Taoro, viendo que los españoles iban huyendo en desbandada y que los suyos hacían carnicería en ellos, sen­tóse sobre una piedra muy de propósito. No tardó mucho que el rey de Taoro no viniese con el resto de su gente a darle favor, y como halló sentado a su hermano con tanto reposo sobre la piedra, díjole reprendiéndole: — ¿Qué haces ahí tan descuidado, andando tu gente a Galano dicho la melena con sus enemigos? Respondió el hermano con mucho peso, y dijo: — Yo he hecho mi oficio de capitán en vencer y dar orden para ello; hagan ahora los car­niceros el suyo, prosiguiendo la victoria que les he dado.”

Hoy, en este 21 de noviembre de 2010, estamos reunidos en este singular espacio de Sejeita, para rendir una vez más un justo y sentido homenaje al Capitán por excelencia, el inmortal Chimenchia-Tinguaro, y en él, a cuantos de nuestros antecesores tenemos memoria de         que dieron sus vidas en aras de la libertad de la matria, y también a aquellos otros muchos que haciendo el mismo sacrificio, permanecen en el anonimato, abramos nuestras mentes y corazones a:

Guadarfia; Guize; Ayoze; Armiche; Artemi Semidán; Adargoma; Doramas; Bentejui;
Guanache Semidan; Hapalupu; Hautacuperche;
Amaluyge; Atanauzú; Jarigua; Garehagua; Bentakayse; Tenisuaga; Agacencie; Betzenuriga; Kebehi Benchomo; Bentor; Ichazagua; Arafunche; Anago; Ancor; Beneharo; Buena Jaure;Tagorero Arifonche; Guadafret; Guahuco; Gararosa; Guanarame; Ferinto; Guariragua; Guayafanta, Gazmira, Hayneto…

Por ellos, nosotros, guanches del siglo XXI abogamos para que entre quienes amamos a nuestra matria renazca el espíritu de unidad y orgulloso matrio que anidó en nuestros ancestros y que hizo posible  que la  mayor potencia colonial de la época recibiese de sus manos la más imponente derrota que jamás hayan sufrido en sus aventuras coloniales.

Y con ellos, a los miles de canarios que herederos ideológicos de nuestros antecesores han venido resistiendo frente al colonialismo español y que lamentablemente han emprendido viaje al Seno de Majek, pero que con su ejemplo nos han legado su espíritu de lucha y nos han enseñado a recuperar nuestra dignidad de canarios, por ello debemos hacer un ejercicio de reflexión, madurez y generosidad políticas, que nos conduzca con firmeza y sin fisuras hacía nuestra:


¡¡DESCOLONIZACIÓN E INDEPENDENCIA!!

Sejeita, chinech 21 n wan ilude Magek n 10º achano n tallit taynay tagwancet.


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