lunes, 27 de octubre de 2014

CORTINAS DE HUMO




Eduardo Pedro García Rodríguez*

En estos últimos tiempos tanto los medios de comunicación sociales de España en la colonia de Canarias como algunos de los políticos del supuesto gobierno autónomo, están lanzando a la opinión pública una serie de inquietantes mensajes en torno a lo que ellos denominan como inmigración ilegal, con el claro propósito de desviar la atención pública del verdadero problema inmigratorio ocasionado por la masiva llegada a esta colonia de miles de inmigrantes españoles y demás europeos, por puertos y aeropuertos los cuales están colapsando el escaso territorio del Archipiélago.

La arribada a “nuestras” costas de ciudadanos de nuestro continente es ciertamente insignificativa, el hecho de que la llegada de estos hermanos (los que consiguen arribar) en frágiles pateras y cayucos jugándose ciertamente la vida en la aventura, como prueba  las cientos de victimas mortales contabilizadas y las miles ignoradas, y que están siendo utilizadas tanto por el gobierno de la metrópoli como por el supuestamente autónomo de Canarias como cortinas de humo con las cuales pretenden ocultar la masiva y verdadera invasión, orquestada desde la metrópoli y sus lacayos criollos al objeto de desenraízar al pueblo canario, mediante ésta practica etnocida la cual podríamos calificar de verdadero terrorismo de             Estado.

Los sucesivos gobiernos de la metrópoli siempre han sido hábiles en derivar sus problemas internos hacía las colonias. Al crear el “cinturón de acero” en el Estrecho de Gibraltar para frenar la llegada de emigrantes de nuestro continente hacia la parte de la Península Ibérica que ocupa España, sabían que era previsible que el flujo migratorio se desbordase hacía el Archipiélago Canario como puente de acceso a Europa, esto también lo sabían los políticos “canarios” de servicio quienes dicen defender los intereses de Canarias, y que fieles a la voz de su amo optaron como es habitual en ellos en consentir la política de hechos consumados, sin que levantaran la voz en defensa de los intereses del pueblo que dicen defender.

El más elemental de los derechos humanos, es precisamente el de la subsistencia, y mayor derecho les asiste a quienes habiendo sido despojados de sus recursos naturales, y abocados a la más abyectas de las miserias, traten de saciar su hambre con las migajas de las ricas mesas de sus explotadores los cuales gozan de un considerable bienestar, a costa de la sangre y el sudor de los antepasados de quienes en la actualidad se juegan la vida sin cuento para poder acceder a un trozo de pan. Mientras las deshumanizadas sociedades explotadoras europeas gastan millones de euros en peluquerías y cosméticos para perros y otros animales de compañía, cientos de miles de niños, ancianos y mujeres mueren de hambre o victimas de enfermedades fácilmente curables con medicamentos básicos, mientras en la saqueadora y opulenta Europa se desechan miles de toneladas de productos farmacéuticos para mantener la dinámica capitalista de los laboratorios multinacionales, en África y en muchos países denominados del tercer mundo, enfermedades fácilmente erradicables hacen estragos en sus poblaciones. No deja de ser una paradoja macabra que sea precisamente de estos países  donde dichas multinacionales de los medicamentos extraen la mayor parte de las materias primas con que los elaboran.

Nuestro continente ha sido siempre presa apetecida por el colonialismo capitalista, desde tiempos remotos hemos sufrido las invasiones y saqueos de fenicios, griegos, romanos, vándalos y árabes, pero ninguna fue tan virulenta en los tiempos modernos como las de los europeos a partir del  siglo XV.

Desde el siglo XIX el capitalismo y la revolución industrial se han asentado en Europa y necesita expandirse en busca de regiones que le proporcionen materias primas y mercados.

Aparece el colonialismo como doctrina de desarrollo. Todo pretendido gran país debe tener un imperio colonial, tal y como lo conciben los ingleses, españoles, alemanes, franceses, holandeses y portugueses.

Los imperios de la Edad Moderna no sólo explotan el territorio, sino que pretenden establecerse en él de manera definitiva, pasando a formar parte de la corona o gobierno. Pero los imperios de la revolución industrial pretenden sólo explotar el territorio. Se trata de sacar materias primas de las regiones no desarrolladas industrialmente y exportar los productos elaborados a estas mismas regiones, con un valor añadido muy superior. Claro que no se tiene en cuenta que en estas regiones no hay capitales con que comprarlos. Las regiones no desarrolladas se convierten en subdesarrolladas. Se buscan principalmente productos agrarios y mineros, y más modernamente turísticos.
Entre los países europeos comienza una carrera por el dominio de África, y del mundo. Esta carrera tendrá su expresión en la Conferencia de Berlín de 1884-1885, en la que los países europeos se reparten África, con la misma liberalidad que en siglos anteriores los papas de la secta católica repartían el mundo y sus habitantes.
Las potencias industriales europeas se ven en la necesidad de tener un imperio colonial, y para poner orden en el reparto del mundo se reúnen en Berlín en 1884. Durante este año y el siguiente se establecen las condiciones de ocupación efectiva del territorio. Se llega al acuerdo de que el proceso de colonización de un territorio ha de tener tres fases:
La ocupación efectiva, que implica el tener una administración en la región, y el desplegar un ejército que controle el país. En un primer momento la metrópoli no hace grandes inversiones en su colonia, debido a la inseguridad y a la escasez del comercio. El área de colonización en el interior viene determinada por la existencia de enclaves en la costa. La conquista se hace del litoral al interior. De este período quedarán en la colonia la Administración, la lengua y la cultura; además de población colonial generalmente blanca.
El período de explotación, se inicia cuando la colonia es explotada con mayor intensidad. La metrópoli invierte en infraestructuras de comunicación: carreteras, ferrocarriles y puertos que den salida a los productos que se comercializan en la colonia. Se producen profundos cambios sociales en la población autóctona. Se crean ciudades y la población se urbaniza a imagen y semejanza de la metrópoli, aparece la sanidad occidental, comienza la transición demográfica en un pueblo que no se está industrializando, y surge el proletariado indígena, necesario para explotar los recursos a la manera capitalista. En definitiva: los pueblos autóctonos se aculturizan. Las inversiones aumentan. Llegan las grandes empresas occidentales mineras, de plantación o de servicios, y la población blanca se erige en la burguesía autóctona.
Por último, se da el período de agotamiento, en el que las colonias dejan de ser tan lucrativas económicamente (excepto en el caso de Canarias). El cambio tecnológico que se produce en la industria europea es, en buena medida, responsable de esto, ya que cada vez se depende menos de la materia prima, puesto que se aprovecha mejor. Los indígenas han estudiado en los colegios de la metrópoli y han asimilado sus ideas. Comienzan los conflictos sociales y raciales. Las colonias entran en crisis como mercado.
A partir de entonces se elabora por parte de las metrópolis nuevas políticas neocoloniales que les permitan desembarasarse de los costos del mantenimiento del estatus colonial, al tiempo que le permita continuar extrayendo los beneficios económicos que produce la colonia, el tejido productivo mediante el mantenimiento abierto o encubierto bajo el silogismo de Tratados de Cooperación o otros similares, para ello cuenta con el criollismo servil educado en los parámetros capitalistas y políticos de la ex –metrópoli, manteniendo allí donde convenga sus estructuras bancarias, de seguros, de servicios, financieras, de transportes, comunicaciones  etc. En muchos caso camuflados con nombres autóctonos que tramiten la impresión de ser empresas locales. Un claro ejemplo de lo expuesto lo constituye la situación actual de la colonia de Canarias, en la cual a pesar de no haber alcanzado aún la condición de Estado Archipielágico Independiente, las estructuras sociales, económicas y políticas imperantes son las expuestas.
Retomando el tema de inmigración no europea a esta colonia, la presencia cotidiana del “problema de la inmigración” en los medios de comunicación de masas y en el “debate político” canario se ha ido intensificando en los últimos meses, hasta convertirse en uno de los temas principales de telediarios, periódicos, debates parlamentarios, reuniones ministeriales, mítines… Si aceptamos el discurso dominante, ello se debe a las enormes dimensiones que está tomando “el problema”, con la llegada masiva de inmigrantes continentales a las costas de la metrópoli y principalmente a la colonia de Canarias.

Ante esta situación, las diferentes instituciones y fuerzas políticas dependentista implicadas expresan su visión del asunto y ejecutan determinadas políticas. El gobierno supuestamente autónomo canario, en manos de Coalición Canaria, manifiesta su negativa a ser “la guardería de África” y “exige” la corresponsabilidad del Gobierno de la metrópoli. A pesar del estatus de supuesta Comunidad Autónoma no tiene competencias en un asunto tan vital para la colonia como la emigración.  Un problema que según Coalición Canaria no es canario, sino de la metrópoli y europeo. Además, “presiona” para que se desarrolle un control férreo de las fronteras de la colonia con el continente, tanto para evitar la llegada a Canarias de inmigrantes del continente como para evitar que puedan alcanzar la opulenta y despiadada Europa, internando a los que consiguen llegar - siguiendo la más acrisolada tradición española - en campos de concentración eufemísticamente denominados “Centros de Acogida”.

Además, proponen un incremento de la ayuda al desarrollo, propiciando “la consolidación del Archipiélago Canario como plataforma base para el desarrollo de las políticas de cooperación con los países de África Occidental”, es decir, convertir la colonia en una nueva plataforma de agresión económica al continente, especialmente de las Cámaras de comercio norteamericanas. Como es bien sabido, para el capital explotador no existen fronteras y en sus penetraciones en nuevos campos de saqueos suelen hacerse acompañar de buenos guías, en la colonia de Canarias por tradición contamos con los mejores, que son los políticos criollos serviles, del color político que sean, los cuales para ponerse en marcha no necesitan como el burro que le cuelguen una zanahoria delante de las orejeras, basta con que le muestren un billete verde y, cargan con lo que sea.

Ciudad colonial de Eguerew, abril de 2007.
*Miembro de la Asociación Sociocultural Kebehi Benchomo
Fuentes consultadas:

El Plan África y la recolonización

África: Território y sociedades
club.telepolis.com/geografo/regional/africa/historia.htm - 21k









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