miércoles, 2 de julio de 2014

SEBASTIAN DE CUBAS Y FERNANDEZ





1897 abril 15.
El periódico El Figaro, que tan acertadamente dirige el aventajado escritor Manuel S. Pi­chardo, quien, con motivo del ascenso de nuestro comprovinciano Sebastián de Cubas y Fernán­dez a la presidencia de la Excma. Audiencia Territorial de La Habana, se expresa e n los siguientes términos
Pero demos la palabra al ilustrado periódico El Fígaro del 15 de abril de 1897, que tan acertadamente dirige el aventajado escritor Manuel S. Pi­chardo, quien, con motivo del Sebastián de Cubas y Fernández.
El íntegro magistrado de la Audiencia de La Habana y presidente de la Sala de lo Civil de la misma, D. Sebastián de Cubas y Fernán­dez —a quien con la más alta satisfacción dedicamos estas líneas y de quien publicamos su retrato—, nació, al igual que Gomara, Ruiz de Padrón y tantos otros compatriotas ilustradísimos, en la Villa de San Sebastián de La Gomera, y desciende de una de las familias más distinguidas de ese hermoso y privilegiado suelo que se halla bañado, como sus hermanas las otras Islas, por las frescas brisas del Teide.
Su apreciable padre, D. José, a quien tuvimos el honor de tratar, hombre eminentemente estudioso y de una inteligencia poco común, conociendo las disposiciones de su hijo lo envió a cursar sus estu­dios a las universidades de la Península, siguiendo la carrera de abo­gado; asó como D. Gabriel, la de médico; D. Luis, la de militar (en la actualidad, teniente general de los ejércitos nacionales, y consejero del Tribunal Supremo de Guerra y Marina); D. Tomás, la de ingeniero agrónomo; y D. Diego, D. José y D. Juan, la del comercio, alcan­zando todos una ventajosísima posición social y un nombre que enaltece la memoria de sus honradísimos progenitores.
Pero demos la palabra al ilustrado periódico El Fígaro del 15 de abril de 1897, que tan acertadamente dirige el aventajado escritor Manuel S. Pi­chardo, quien, con motivo del ascenso de nuestro comprovinciano a la presidencia de la Excma. Audiencia Territorial de La Habana, se expresa en los siguientes términos:
«Por primera vez se publica entre nosotros el retrato del integé­rrimo magistrado que acaba de jurar el alto cargo de presidente de la Audiencia de La Habana.
Al mismo Sr. Cubas le sorprenderá esta oportuna exhibición de su persona, por no concebir que pudiéramos haber obtenido su fotografía. A medios hábiles debemos el poder presentar a los lectores de El Fígaro —mejor dicho, al público de la Isla— el retrato de la honorable personalidad que dirige hoy la administración de justicia.
Ésa era nuestra única misión, y queda cumplida. Si la efigie no, la historia jurídica del Sr. Cubas es sobradamente conocida de todos por el extenso y continuado periodo de tiempo durante el cual ha venido prestando sus eminentes servicios en la magistratura cubana, donde tiene un nombre prestigioso que abonan una inteligencia clarividente, una ilustración vasta y sólida, una rectitud siempre acompañada del mejor acierto, y una probidad acrisolada.
No a influencias de la política, ya que apartado de ella ha permaneci­do siempre, sino sólo a sus meritos ilustres obedece el encumbramiento de su carrera.
En el alto sitial que hoy ocupa, podrá nuestro respeta­ble y querido amigo hacer más brillantes los títulos que le han con­quistado la consideración».
Deber nuestro es, como historiadores, dejarlo así consignado para honra del país que lo vio hacer. (José Antonio Pérez Carrión)
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