miércoles, 2 de julio de 2014

JOSE TRUJILLO MONAGAS





1866 diciembre 28.
Al hacerse cargo José  Trujillo de la celaduría del barrio de San Francisco, no estaba del todo curado de los males que contrajo en la terrible campaña de Santo Domingo.
D. José Trujillo y Monagas, abogado y jefe de Policía de la provincia de Santa Clara.
Nació en la ciudad de Las Palmas (Canarias). Vino a Cuba muy joven, después de haber cursado el bachillerato en su país, con notable aprovechamiento.
Ya en la ciudad de La Habana, donde a la sazón se hacían los preparativos belicosos para una expedición armada contra la isla de Santo Domingo, ingresó en el cuerpo de Sanidad Militar, que se estaba organizando, con el objeto de prestar sus valiosísimos servicios a su desventurada patria, que iba a entrar en sangrienta lucha contra los que, pocos años antes habían proclamado su unión a la nacionalidad española.
Enumerar uno por uno los hechos de este hijo de las Afortunadas en la campaña de Santo Domingo, tomando parte personal en más de un encuentro, batiéndose a toda prueba y con un valor extraordinario y, más aún en el cuerpo de Policía al que pertenecía, sería necesario escribir muchas cuartillas, y formar un volumen en cuarto mayor de 471 páginas, como el que tenemos a la vista, donde se relatan con mano maestra los servicios más sobresalientes de nuestro biografiado.
De la referida obra tomamos las noticias históricas, que siguen:
«En 28 de diciembre —1866— al hacerse cargo Trujillo de la celaduría del barrio de San Francisco, no estaba del todo curado de los males que contrajo en la terrible campaña de Santo Domingo, y esto, unido a que relevaba a un empleado que, además de los años que llevaba en aquella demarcación, era muy temido por la gente de mal vivir y por la ignorante que allí abundaba, y que, comparados físicamente, no podían considerar a todo lo que podía llegar Trujillo Monagas, sin tener la figura de otro en quien veían en constante sombra, sin llevar a cuentas que no puede juzgarse por la apariencia de aquí que Trujillo Monagas viese desde el primer momento todo lo que tenía que vencer, y ya que, a falta de salud, le sobraba fuerza de voluntad y firmeza de carácter, emprendió en tal concepto la difícil tarea de la persecución de los malhechores.
Y no podía ser de otra manera. Adornado el Ldo. Trujillo Monagas, que acababa de aceptar el cargo de celador, de energía, talento, astucia, valor y otras muchas circunstancias que bien pronto la gente de mal vivir que, por desgracia, infestaba por entonces el barrio de San Francisco, de conocer al celador Trujillo Monagas que llegó a hacerse temer, logrando en medio de sus achaques, contenerlos, como lo demuestra el número de prisiones llevadas a cabo, y las efectuadas en los últimos tiempos de su cargo —1869—en que, acrecentándose sus dolencias, cayó verdaderamente enfermo por fuerza de la vida azarosa que llevaba, se le separó del destino en razón a su estado y sus otros precedentes, marchando a su país natal, con el fin de reponer su salud grandemente quebrantada».
Ya de regreso a su país fue nombrado, a propuesta del jefe de Policía D. Ricardo áanchez —1873— subinspector de vigilancia del distrito tercero, demostrando asimismo en esta ocasión las altas dotes que tenia para el cargo que se le confiaba, prestando en el servicios de la mayor importancia.
Un autor manifiesta que José Trujillo y Monagas, por su talento, ilustración, perspicacia, mirada penetrante y buen sentido, había nacido para policía.
En cualquier otro país, como el de los Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, por ejemplo, donde el benemérito cuerpo de Policía está organizado en forma que no se roza con los asuntos político-administrativos, José Trujillo y Monagas habría alcanzado induda?lemente uno de los puestos más elevados del ramo.
Perseguir a los ladrones y nada más que a los malhechores, sin confundirse con la política verdaderamente dicha, como garantía de todo ciudadano honrado, es la misión. Los hombres políticos, cualquiera que sean sus principios, jamás deben confundirse con los criminales. Éste es un error que nosotros no cometeríamos nunca como hombres de gobierno.
El gobernador y capitán general de Cuba, D. Ramón Banco, apreciando los méritos de José Trujillo y Monagas, en julio de 1881 lo nombró segundo jefe del cuerpo de Policía de la Provincia de La Habana, creando para el efecto esa plaza que antes no existía.
En una palabra, si fuéramos a seguir paso a paso al hijo de las Canarias en su carrera de orden político señalando todos sus servicios, sería nunca acabar según lo dejamos significado más arriba. Y hacemos aquí punto final.
Además, el licenciado en jurisprudencia José Trujillo y Monagas fue durante muchos años miembro de la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola de La Habana, abogado consultor de la benemérita institució, y uno de sus más sinceros y decididos defensores.
Fue el Ldo. José Trujillo y Monagas poeta y periodista. Si mal no recordamos, hacia el año de 1865 formaba parte e la redacción del periódico denominado “La Prensa de La Habana”, que a la sazón dirigóa Gil Gelpi, uno de sus más respetables amigos. (Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión)

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