martes, 18 de junio de 2013

CAPITULO XII-XXXI




FEMÉRIDES DE  LA NACIÓN CANARIA

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS



ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVI


DECADA 1571-1580


CAPITULO XII-XXXI




Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen


1576 Octubre 14.,  domingo. Candelaria. Fol. 695 ro.

Juan Francés, morador en el pueblo de Santa María de Candelaria, vecino, dice que él debía a Pedro Ramírez, mercader, vecino, 50 reales por ciertas mercaderías que él tomó de su tienda y el plazo es pasado y Antonio Rodríguez, morador en dicho pueblo, vecino, a su ruego pagó los 50 reales a Pedro Ramírez.

Por la presente Juan Francés se obliga apagar a Antonio Rodríguez los 50 reales, pagados en esta isla en dineros de contado el día de San Juan de junio de 1577.-Tgos. Hernando de Baute, Luís Alonso, Miguel Méndez, vecs. y estantes.- Firma: Juan Francés. Derechos, un real. (Miguel A. Gómez Gómez, 2000)

1576 Octubre 25.
Este día, la bahía de Santa Cruz de Tenerife fue testigo de dos hechos sensacionales en el marco de la expedición de John Hawkins: el dramático episodio provocado por Edgard Dudley y el contacto que por fin establecieron las dos escuadrillas merced a la mediación de Pedro de Ponte.

El primero pudo costar la vida al famoso pirata. La ociosidad en que vivían las tripulaciones provocaba roces y altercados, que las más de las veces se resolvían en inocentes golpes. Pero otras veces, cuando los contendientes pertenecían a esferas sociales más elevadas y por tanto más puntillosas, se terciaba en seguida el desafío y sólo un rasguño de sangre podía lavar las ofensas inferidas en una acalorada discusión, a las que no serían ajenas los efectos del rico "malvasia " tinerfeño, consolador eterno de los piratas del Océano. Así ocurrió ese día entre George Fitzwilliam y el capitán Edward Dudley, quienes no encontraron mejor medio de liquidar sus ofensas mutuas que el desafiarse en tierra, desembarcando para ello en Santa Cruz de Tenerife. Edward Dudley fué el primero en cumplir su compromiso, cuando enterado, Hawkins; logró detener en el navío a Fitzwilliam y mandó inmediatamente a buscar al insubordinado capitán.

El pirata les afeó a ambos su conducta tratando de liquidar en tierra enemiga sus disputas, y procuró obtener garantías y promesas de que obedecerían sus órdenes; pero si bien Fitzwilliam apareció sumiso, Dudley, en cambio, se insolentó contra Hawkins, y entonces éste, en un rapto de ira, lo abofeteó públicamente. En el acto Dudley desenvainó su daga y arremetió rabioso contra Hawkins, y éste, burlando la primera acometida, empuñó también la suya y ambos forcejearon largo rato. Acudieron los tripulantes a separarlos, pero no pudieron evitar que Dudley resultase herido en un brazo y Hawkins en la frente.

Al ver sangrar a su jefe, los marineros quisieron dar muerte en el acto a Dudley; mas Hawkins, aparentando sangre fría, ordenó detenerlo y se retiró a su cámara para ser curado.

En breve espacio de tiempo Hawkins apareció de nuevo sobre la cubierta del Jesus madurada ya la sentencia en su pensamiento. Dudley adivinó en la lividez de su rostro que no había para él salvación, y arrodillándose los pies del pirata clamó repetidas veces en demanda tan sólo de clemencia, pues se reconoció reo del más grave delito. John Hawkins, impasible, le respondió que su corazón estaba presto a perdonar, pero que las circunstancias de lugar y la ofensa inferida a un representante de la Reina en su propio navío exigían una justa reparación. La tripulación contemplaba muda y absorta el dramático episodio, y mientras Dudley se humillaba más y más a los pies de Hawkins, éste demandó su arcabuz, lo cargó sin que le temblase el pulso e interrogó al condenado con la lúgubre pregunta de si ya habia rezado sus oraciones y estaba listo para morir .

Los espectadores se sumaron entonces a las súplicas de la víctima pedro Soler, que acababa de llegar al navío, puso todo su valimiento e influencia cerca de Hawkins, y al fin, movida la fibra sentimental del corsario, alcanzaron el perdón y la reconciliación entre el verdugo y el reo Poco tiempo después el beneficiado Soler se vanagloriaba de su intervención en aquel acto, declarando que si él visitó "y escribió al dicho Juan Achin fue para rogarle con palabras cristianas perdonase a cierto soldado que con el... avia tenido una pendencia".

El segundo hecho sensacional de la jornada del día 25 de octubre fue el contacto llevado a cabo por las dos escuadrillas inglesas separadas por el temporal en medio del Océano.

El Minion con sus otros dos acompañantes recalaban en San Sebastián de La Gomera en la tarde del 24 de octubre, demandando sus hombres, con la misma ansiedad con que lo había hecho Hawkins en Tenerife, noticias de los demás navíos expedicionarios. Al obtener Thomas Hampton una respuesta negativa del conde de La Gomera, optó por no perder un segundo y dispuso la inmediata partida para Adeje de un emisario inglés con objeto de que, entrevistándose con Pedro de Ponte, inquiriese de él cuantas informaciones tuviese sobre los navíos de Hawkins. El emisario de Hampton, cuyo nombre ignoramos, pues sólo sabemos que era "un mozo ingles", llegó a Adeje en la media noche de aquel mismo día y tuvo información plena de labios de Pedro de Ponte sobre el feliz arribo de Hawkins y la ansiedad con que se hallaba en el puerto de Santa Cruz esperando a Hampton ya sus compañeros. Pedro de Ponte facilitó al inglés dos cabalgaduras para el viaje, le dió por guía a un mulato de su confianza apodado "Garulan" y, encareciéndole el mayor sigilo en su misión, le despidió con cartas para su yerno Bartolomé de Ponte, en Garachico, y para Hawkins.

Al día siguiente, 25, el emisario inglés entraba a caballo en Garachico, despertando las sospechas de sus moradores. Se hospedó en el mesón y allí fué detenido, por el alcalde de la villa, Juan de Arcaya, quien recogió los papeles y cartas del inglés, ordenándole tener por cárce1 la hospedería.

Sin embargo, la influencia de los Ponte pudo más que el celo del alcalde y pocas horas más tarde obtenían la libertad del emisario, aunque no la devolución de sus papeles. De esta manera el inglés pudo llegar a Santa Cruz aquella noche y dialogar extensamente con Hawkins a bordo del Jesus of Lubeck.

Al día siguiente, según asegura Juan de Arcaya, se trasladó John Hawkins a Adeje para entrevistarse con Pedro de Ponte, y ambos se vieron por última vez en la casa-fuerte del sur de Tenerife, prodigándose las más cordiales muestras de afecto y amistad. En aquella ocasión el pirata recibiría de Ponte las informaciones de sus corresponsales de América, y aquél reiteraría su agradecimiento por la colaboración que había recibido de sus agentes en Santa Cruz para el abastecimiento de los navíos.

Todo el día 26 1as tripulaciones habían trabajado activamente para zarpar, incorporándose Hawkins a su puesto de mando en la madrugada siguiente. Sin embargo, aquella noche percibieron los ingleses desde sus navíos extraños movimientos en el puerto. Con las primeras luces del alba pudieron distinguir cómo se habían hecho a la mar los buques de Indias, quedándose los navíos de Inglaterra sin su barrera protectora, a merced de los tiros de largo alcance del castillo. John Hawkins, cuyo recelo había ido creciendo día a día, dispuso entonces que los navíos se distanciasen algo más, situándose frente a la montaña del Bufadero, para estar al abrigo de todo riesgo.

Alguno de los cronistas ingleses de la expedición interpreta la desaparición de los navíos españoles como un premeditado intento del gobernador de Tenerife para abrir fuego al amanecer contra la escuadra británica.

Asegura el mismo cronista que Hawkins supo disimular en aquella ocasión, enviando a tierra una barcaza para aumentar la provisión de agua de la flota, y que escuchó con escepticismo el recado que le tránsmitió el gobernador Vélez de Guevara asegurándole de sus buenos propósitos y mostrándole su extrañeza al verle abandonar, desconfiado, la
rada.

En estas circunstancias, no teniendo ya justificación la permanencia de la escuadrilla en Santa Cruz de Tenerife, el pirata decidió zarpar de la bahía al atardecer del día 28 de octubre de 1567. Durante toda la mañana se notó desde tierra gran trajín en las tres embarcaciones inglesas; al mediodía los navíos empezaron a alzar sus velas, disponiéndose para partir, y poco después desfilaban alineados con dirección al sur. Al pasar frente a Santa Cruz, Hawkins se despidió saludando a la plaza y al castillo con los disparos de costumbre., pero, como queriendo significar su hostilidad y su descontento hacia el gobernador Vélez y hacia los españoles, ordenó torcer algunos cañones, disprando erróneameente sobre el caserío del lugar. Una de las "pelotas" vino a dar en una casa muy próxima a la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, de cuyo hecho dedujo la ngente la intención del pirata de disparar sobre la iglesia, hiriendo los sentimientos religiosos del pueblo.

Este acto hostil en Santa Cruz de Tenerife señaló un nuevo momento en la carrera de Hawkins. El pirata se quitaba para siempre la máscara hipócrita de sus transacciones legales y rompía con España, dispuesto a abrirse camino en el Océano y en las Indias por la fuerza de sus cañones.

Mientras en Santa Cruz de Tenerife las milicias, con sus capitanes al frente, retornaban a La Laguna, recuperando el lugar su apacible tranquilidad, la escuadrilla de Hawkins navegaba en dirección a San Sebastián de La Gomera para establecer contacto con los navíos de Hampton.

Este se verificó al día siguiente, 29 de octubre de 1567. Entonces la flota británica acabó de hacer su aguada y aprovisionamiento de víveres, encontrando Hawkins en el conde de La Gomera, su amigo, todo género de facilidades. Seis días permaneció el pirata descansando en el puerto de San Sebastián y de su estancia tenemos la suficiente información para reconstruir algunos episodios de la misma. Diversos documentos canarios aluden a ella repetidamente: así, sabemos, por ejemplo, que tanto el gobernador Alonso de Espinosa como el regidor Martín Manrique de Lara visitaron a John Hawkins a bordo del Jesus of Lubeck agasajándole, días más tarde, con una comida en la morada del primero; que un inglés católico (George Fitzwilliam) que iba a misa a la parroquia de San Sebastián y se hacía pasar por hermano de la condesa de Feria (lady J ane Dormer) , comerció en tejidos con Baltasar Zamora, vecino de dicha villa; que mientras John Hawkins se hallaba con sus navíos fondeados en el puerto gomero se presentó en el mismo otro corsario inglés a quien le fué denegada la entrada y comercio por la fuerza, desembarcando los piratas, en represalia, en la playa de Santiago, donde quemaron las puertas de una ermita que allí había y robaron cierta partida de ganado y, por último, que los marineros de Hawkins se entregaron en la villa a excesos contra la religión católica de la peor catadura, pues consta en los procesos de la Inquisición que por aquella fecha "Juan Acles pirata luterano y abido y tenido por hereje... quemo imagenes de santos en la  Gomera...".

Como despedida John Hawkins dió un banquete oficial en el Jesus of Lubeck, en honor del conde de La Gomera, al que asistió lo más granado de la sociedad insular. El hecho lo conocemos por la declaración de uno de los comensales, el licenciado Sarmiento, que arrepentido de su debilidad fue más tarde a acusarse ante el mismo Santo Oficio.

Por fin, el día 4 de noviembre de 1567, la flota reunida pudo zarpar de San Sebastián con dirección a Cabo Verde y Guinea, y Hawkins pudo contemplar en el horizonte las siluetas borrosas de las Islas Fortunadas, tan vinculadas a su propia vida, cuyas puertas se le cerraban, pacíficamente, para siempre. No será ésta la última vez que le veamos surcando sus aguas; pero es indudable que de cuantas visitas-pacíficas o guerreras llevó a cabo en el Archipiélago ninguna reúne tantas circunstancias curiosas e interesantes como la del año 1567 a Tenerife y La Gomera. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

1576  Noviembre 5., lunes. Güímar. Fol. 697 vo.

Diego Núñez, clérigo presbítero, morador en Arafo, término y jurisdicción de San Cristóbal de La Laguna. Por esta presente carta otorga todo su poder libre, lleno y bastante al sr. Juan de Rojas, residente al presente en esta isla, ausente, para que lo represente en todos sus pleitos y causas civiles y criminales que tiene y espera tener, contra todas cualesquier personas de todo estado y condición. Ante los regentes y oidores que residen en la isla de Gran Canaria y ante otros cualesquier jueces y justicias,
eclesiásticas y seglares de esta isla de Tenerife como de otras partes, para presentar querellas, acusaciones, demandas, pedimentos y requerimientos, ejecuciones, presiones, ventas y remates de bienes. Que pueda recibir mrs., pan, trigo, cebada, centeno, azúcares y ganados y otras cualesquier cosas y en cualquier manera que son debidas a Diego Núñez por contratos, albalaes, conciertos, compañías, como en otras maneras y de lo que reciba pueda dar carta de pago y de finiquito y valgan y sean tan firmes como si las diera Diego.- Otorgada en el valle y heredatniento de Güímar.- Tgos. Ángel Escoto de Valdés, Marcial Fariña, Juanm de Avila, vecs. y estantes.- Firma: Diego Núñez. Derechos, un real. (Miguel A. Gómez Gómez, 2000)

1576  Noviembre 5., lunes. San Juan de Güímar. Fol. 698 ro

Arguenta de Franquis Luzardo, viuda, moradora en Güímar, término y jurisdicción de San Cristóbal de La Laguna, que es en esta isla de Tenerife, vecina, dice que Pedro de Trujillo, regidor que fue de esta isla y doña Isabel de la Coba, su mujer le deben un tributo redimible de 42 doblas que son 21.000 mrs. de moneda de Canaria de principal, según escritura otorgada ante Juan del Castillo, escribano público. A Hernando de Alarcón, su hijo, le deben de 31 doblas y media de principal, 5.250 mrs. Por esta carta ambos dan poder para cobrar dichas cantidades a Martín de Alarcón Beltrán y pueda presentar querella ante los regentes y oidores y ante jueces y justicias eclesiásticas y seglares, y de lo que reciba pueda dar carta de pago y que valgan y sean tan firmes como si las diera Argenta o Hernando. Hecha en la casa y morada de los otorgantes.- T gos. Angel Escoto de Valdés, Andrea Pérez, molinero y Miguel Méndez, vecs. y estantes.- Firman: Arguenta de Franquis -Hernando de Alarcón. Derechos, sesenta mrs. (Miguel A. Gómez Gómez, 2000)

1576  Noviembre 12, lunes -San Juan de Güímar. Fol. 700 ro.

Hemando de Alarcón Betancor, hijo de Pedro de Alarcón, difunto, y de Arguenta de Franquis, viuda, morador en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, presente, dice que a su madre y a los hijos y herederos que quedaron de Pedro de Alarcón, el regidor que fue de esta isla, Pedro de Trujillo, vecino, impuso sobre ciertos bienes suyos tributo redimible por razón de 100 doblas de principal que recibió, que monta 50.000 mrs. de esta moneda de Canaria, la cual escritura se otorgó ante Juan del Castillo, escribano público y es así que de las dichas 100 doblas de principal pertenecen a Arguenta de Franquis 25.000 mrs. de moneda de Canaria ya Hernando de Alarcón, de su cuarta parte, 6.250 mrs. de moneda de Canaria, y Arguenta hoy día de la fecha, por ruego e intercesión de Hernando dio poder ante el presente escribano a Martín de Alarcón Beltrán, vecino, para que pudiese vender 21.000 mrs. de dicha moneda que le deben Pedro de Trujillo y doña Isabel de la Coba, su mujer, por razón de otro tributo que pasa ante Juan del Castillo, escribano público.

Por la presente Hernando de Alarcón da poder especial en causa propia a Arguenta de Franquis, su madre, para cobrar de Pedro de Trujillo los dichos 6.250 mrs. de esta moneda de Canaria, con más lo que hoy en adelante corriere del dicho tributo y lo pueda
redimir, vender y hacer de elló como cosa propia. Le traspasa todo el derecho que él tiene por razón del poder que de ella tiene Martín de Alarcón Beltrán para vender los 21.000 mrs. que le pertenecen y deben Pedro de Trujillo y su mujer para en cuenta y parte de pago de lo cual él le da los 6.250 mrs. y lo que corriere del dicho tributo. Arguenta de Franquis, presente, acepta.- Hecha en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, estando en las casas de la morada de los otorgantes.- Tgos. Angel Escoto de Valdés, Andrea Pérez, molinero y Miguel Méndez, vecs. y estantes.- Firman: Arguenta de Franquis -Hernando de Alarcón. Derechos, sesenta y dos mrs. de buena moneda. (Miguel A. Gómez Gómez, 2000)

1576  Noviembre, 13, Marte. -San Juan de Güímar. Fol. 702 ro.

Diego de Rojas, estante en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, vecino, dice que él fue esclavo de Francisco de Rojas, escribano público y del Concejo, difunto, y de María de Cabrera, su mujer. La dicha María de Cabrera le ha prometido que le daría por horro, dándole 50 doblas por su libertad.

Francisco de Alarcón, vecino, por amor a Dios y por hacer obra de caridad, salió por su fiador a dar y pagar las 50 doblas a María de Cabrera, las cuales Francisco de Alarcón le da en esta manera: 20 ducados sobre Antonio Méndez, mercader, que ha de pagar por el mes de enero de 1577 y el resto a cumplimiento de las 50 doblas ahora lo entrega de consentimiento de Diego de Rojas a Domingos Hernández, almocrebe, en 21 panes de azúcar a precio la arroba de 36 reales, en lo cual montan las 50 doblas.

Domingos Hernández, ha recibido el azúcar para darlo a María de Cabrera en la ciudad de San Cristóbal, para efecto de la dicha ahorría. Domingos Hernández, almocrebe, confiesa haber recibido los 21 panes de azúcar de Francisco de Alarcón por el dicho Diego de Rojas y que ha de dar a María de Cabrera para el efecto susodicho. Diego de Rojas se da por contento de las 50 doblas recibidas de Francisco de Alarcón. Hecha en el valle y heredarniento de Güímar, estando delante de las casas de purgar del dicho Francisco de Alarcón.- Tgos. Rodrigo de Valdés, Pedro Hernández y Sebastián González, purgador, vecs. y estantes.- Firma: Diego de Rojas. Derechos., real y medio.
278. '576, noviembre, 20, maf'tes -San Juan Je Giiím4r. Fol. 703 ro

Domingos Pérez; portugués, residente en el pueblo de Ntra. Sra. de Candelaria, como deudor y Francisco Hernández de Sepúlveda, morador en dicho pueblo, vecino, como fiador, ambos de mancomún, se obligan apagar a Juan de Avila, vecino, 6.500 mrs. de moneda de Canaria, 4.500 mrs. por el caldo de una bota de vino en limpio de a 12 barriles, del padrón y marca de esta isla y el resto a cumplimiento de los 6.500 mrs. porque se los prestó en dineros dé contado por hacerle placer y buena obra, apagar en esta isla de Tenerife por todo el mes de abril de 1577, en dineros de contado.- Hecha en el valle y heredarniento de San Juan de Güímar, en las casas de Francisco de Alarcón. Juan de Avila dice que conoce al dicho Domingos Pérez. El otorgante declara tener 25 años cumplidos.- Tgos. Francisco de Alarcón, Marcial Fariña, Francisco de Ocampo y Martín Rodríguez, vecs. y estantes.- Firman: Francisco Hernández -por no saber, Francisco de Alarcón. Derechos, real y medio. (Miguel A. Gómez Gómez, 2000)

1576  Noviembre  20., martes. San Juan de Güímar. Fol. 705 ro.

Hernando de Alarcón Betancor, morador en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, término y jurisdicción de San Cristóbal de La Laguna, vecino, dice que él dio a tributo perpetuo enfitéusis a Francisco Hernández, vecino, morador en la hacienda y heredamiento del Cuchillo, que es en el Realejo, ocho fanegas y media de tierra de medida de cordel, sin arrifes ni majanos, sitas en este valle y heredamiento lindante con tierras de las cañas que están ahora plantadas en las tierras de Guaza, que pertenecen, las cañas, a Argenta de Franquis, su madre y a él, libres de censo y tributo, con cargo que Francisco Hernández ha de comenzar a plantar 3 fanegas de tierra de vidueño de viña por diciembre de 1575, lo cual ha de darlo plantado el 20 de enero de 1576, y por el mes de diciembre de 1575 había de plantar en las dichas tierras dos fanegadas y media de vidueño y de la medida de cordel a costa de Francisco Hernández.

Lo había de comenzar en diciembre del dicho año y se ha de acabar en 20 de enero de 1577, y en dicho año de 1577, en diciembre, había de comenzar a plantar dos fanegadas y media de vidueño a su costa y misión y acabarse de plantar en 20 de enero de 1578 y
así quedaban plantadas las ocho fanegadas y media de medida de cordel.

En la otra media fanega de tierra que queda calma, Francisco Hernández había de hacer sus casas, una para morada y otra para bodega, para su servicio, de piedra y barro y cubierta de teja y el lagar cubierto asimismo de teja sin pared, y que la casa, bodega y lagar y lo había de hacer dentro de seis años a partir de la fecha de la escritura que se otorgó ante el presente escribano en 20 de octubre de 1575, y plantar la hortaliza dentro de la media fanega y no en la viña, sin que le dé parte a Hernando de Alarcón y asimismo pudiese poner un parral dentro de la media fanega y plantar árboles con tanto que el otorgante pudiese escoger cada año tan solamente la fruta de un árbol para él, y no pudiendo plantar árboles dentro de la viña ni hortaliza.

Le había de pagar a Hernando de Alarcón de tributo en cada año, por la media fanega y edificio que había de hacer en ella seis gallinas de a tres reales viejos cada una que son dieciocho reales viejos en cada año, lo uno o lo otro, lo que más quisiera el arrendatario,
pagándolo en enero de 1580, siendo la primera paga y así sucesivamente, y asimismo le prometió a Francisco Hernández para que regar y criar la heredad de viña, morales, árboles y hortaliza le da en cada año cuatro dulas de agua de Güímar de veinticuatro horas cada dula, a ciertos plazos y como se contiene en la escritura de censo con cargo y condición que con lo que procediera de la dicha viña y majuelo que había de plantar le ha de acudir a Hernando de Alarcón en cada año con la cuarta parte del vino mosto a la bica del lagar pagando el arrendatario de sus tres cuartas partes por el otorgante y por él el diezmo de manera que de diez botas de vino mosto pertenecen a Hernando de Alarcón el caldo de dos botas y media de mosto de al 36 azumbres del patrón y marca de la ciudad y el arrendatario siete botas y media de las cuales ha de pagar el diezmo por los dos, y con cargo y condición que el vino mosto que procediere de la dicha heredad, no lo vendiendo a la bica del lagar, ni antes de la vendimia, encerrándolo, que habiéndolo de vender, fuese obligado a requerir a Hernando de Alarcón si lo quería por el tanto que otro le diese, lo hubiese dentro de 6 días, y asimismo con cargo que Hernando, su mujer, e hijos pudiesen enrtrar en la dicha heredad cada mes una vez, con dos criados. Según esto y otras cosas que se contiene en la dicha escritura que pasó ante el presente escribano en jueves 20 de octubre de 1575.

Después que pasó lo susodicho, el otorgante se concertó con Francisco Hernández en que éste le cedió y renunció al derechos que tenía a las tierras y dulas de agua y a 10.000 sarmientos, poco más o menos, que tenía plantados en las tierras, y Hernando de Alarcón por el traspaso le prometió 12 doblas castellanas, pagadas en cierta forma, como se contiene en la escritura de traspaso que se otorgó en la ciudad de San Cristóbal, en 8 de octubre de 1576, ante Juan del Castillo, escribano público, y uno de los del número de esta isla.

Por la presente se concierta con Juan Rodríguez, hijo de Rodrigo Hernández, natural de Tenerife, morador en le pueblo de Ntra. Sra. de Candelaria, presente, de manera que Hernando de Alarcón le traspasa la escritura de tributo que se otorgó entre él y Francisco Hernández, con las dulas de agua, tierras y mejoramientos de viña y majuelo que está en el dicho cercado de las ocho fanegas de tierra, plantado, con todo lo que tiene allí que a Hernando de Alarcón pertenece, reservándose en sí el señorío directo en cada año.

El otorgante confiesa haber recibido de Juan Rodríguez 8.750 mrs. de moneda de Canaria, los cuales por su orden y comisión lo ha dado y pagado Pedro Hernández mayordomo de Francisco de Alarcón, lo cual ha pagado por razón de la fanega y media de tierra que está plantada de vidueño de viña en el cercado de las ocho fanegas de tierra de medida de cordel. El dicho Juan Rodríguez, presente, acepta en su favor la promesa de la escritura.- Hecha en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar.- Tgos. Alonso Rodríguez, de Güímar, Diego Hernández, trabajador y Juan Davila, vecs. y estantes.- Firman: Hernando de Alarcón -por no saber, Alonso Rodríguez. Derechos, real y medio. (Miguel A. Gómez Gómez, 2000)

1576  Noviembre 20., martes. San Juan de Güímar. Fol. 708 vo.

Hernando de Alarcón Betancor, hijo de Pedro de Alarcón, difunto, morador en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, vecino, dice que Arguenta de Franquis, viuda, su madre, le dio y traspasó el derecho que tenía contra Francisco González, carpintero, vecino, de cierta madera, que montaron 38 doblas que son 19.000 mrs. de esta moneda de Canaria.

Hernando de Alarcón, por virtud de 1o susodicho vendió la dicha madera a Melchor Díaz, carpintero, por cuantía de los 19.000. mrs., como consta por contrato que de ello pasa ante Juan del Castillo, escribano público, apagar por el día de Pascua de Navidad
primera que vendrá de 1577.

Por la presente da poder especial en causa propia a Arguenta de Franquis, su madre, para cobrar de Mélchor Díaz las 38 doblas y dar carta de pago, y asimismo le traspasa el derecho que él tiene contra Melchor Díaz y confiesa que los 19.000 mrs. son de Arguenta.- Hecho en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar estando en las casas de la morada de Arguenta de Franquis.- Tgos. Diego González, Andrea Pérez, molinero y Juan Rodríguez, regador, vecs. y estantes.- Firma: Hernando de Alarcón. Derechos, real y medio. (Miguel A. Gómez Gómez, 2000)

1576  Noviembre 22., jueves. San Juan de Güímar. Fol. 710 ro.

Francisco de Alarcón Betancor, morador en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, término y jurisdicción de San Cristóbal de La Laguna, vecino, se concierta con Manuel Rodríguez, vecino, presente, en manera que Manuel Rodríguez se obliga a traerle y acarrearle a este heredamiento de Güímar, con sus bestias y con otras, 400 cargas de leña de donde están cortadas o las mande a cortar Francisco de Alarcón, puestas en el ingenio.

Las 200 cargas el día de Pascua de Navidad de 1577 y las otras 200 a mediados de febrero de 1577. Francisco deAlarcón le dará por cada carga estimada en la montaña por los cortadores como es costumbre a medio real viejo cada carga que es 21 mrs. de moneda de Canaria.

Para en cuenta y parte de pago de ello le da 3 arrobas de azúcar a precio cada una de 30 reales nuevos que montan 90 reales en 8 panes de azúcar, y el resto se lo pagará acabándole de entregar las 400 cargas de leña, que suman los 90 reales, 4.320 mrs. de moneda corriente en Canaria.- Otorgada en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, estando delante de las casas de la morada de Manuel Rodríguez.- Tgos. Sebastián González, purgador, Gonzalo de Chávez y Juan de Avila, vecs. y estantes.- Firman: Francisco de Alarcón -por no saber, Bastián González. Derechos, real y medio. (Miguel A. Gómez Gómez, 2000).

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