miércoles, 15 de agosto de 2012

CAPITULO I: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XIV



EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

CAPITULO I:

 

DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XIV


Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghaesn.

BREVE INTRODUCCIÓN


Después de finalizada la invasión y conquista de las diferentes Islas que conforman la Nación Canaria  por parte de los países europeos de la Península Ibérica Castilla y Aragón, el sometimiento de los vencidos no fue total tal como los conquistadores hubiesen deseado, produciéndose en diferentes épocas y por distintas causas alzamientos contra el férreo gobierno que mantenían los estamentos tanto coloniales como criollos dominantes en el Archipiélago, con diferentes métodos continúan manteniendo.

La conflictividad social en las Islas Canarias, ha sido una constante durante más de cinco siglos de opresión de un sector criollo minoritario pero que dispones de todos los medios proporcionados por el colonialismo, ejerce la función de control y dominio  sobre el resto de la misma. El sector de población mayoritario pero más desprotegido, ha estado siempre sometido a los intereses de la metrópoli mediante los canarios y criollos de servicio, primero con la esclavitud, después por una situación de vasallaje, y posteriormente, obligados a sobrevivir bajo las férreas estructuras Criollas-Caciquiles, las cuales no escatimaban – ni escatiman-medios para dominar todos los medios económicos, sociales, culturales y espirituales de la nación canaria.

Todo ello ha motivado que en diversas épocas el pueblo se amotinase a pesar del pesado yugo que les tenían- y tienen puesto - en el cuello las estructuras coloniales dominantes.

Por ser sobradamente conocidos los alzamientos y motines que como consecuencia de las situaciones reseñadas, nos limitaremos a dar una nota cronológica de los mismos, evitando así al posible lector, un motivo más de aburrimiento al ojear estas páginas.

 Durante los alzamientos y motines protagonizados por el sufrido pueblo Canario, los poderes dominantes tanto coloniales como criollos no han dudado un ápice en emplear los métodos represivos más inhumanos, sanguinarios y desproporcionados. Desde pasar a cuchillo a poblaciones enteras, colgar masivamente en murallas y plazas, extrañar y condenar a galeras, hasta las prácticas relativamente recientes de arrojar a los detenidos al mar introducidos en sacos, atados de píe y manos y con un peso añadido (Pandullo) para asegurar el hundimiento del condenado, o arrojarlos a profundas cimas como la de Jinamar en Tamarant (Gran Canaria) (Como prueba de la penúltima masacre llevada a cabo en Nuestra Nación por el nacionalcatolicismo fascista español veamos una carta de súplica dirigida al General Franco jefe supremo del fascismo de aquel país, por el nada sospechoso de demócrata el Obispo de la secta católica en Canaria, Antonio Pildain y Zapiain, rogando la conmutación de la pena de muerte al patriota Juan García Súarez “El Corredera”, de la cual reproducimos los siguiente párrafos:

“Excelentísimo Señor: Yo, Antonio Pildain y Zapiain, obispo de la diócesis apostólica de Las Palmas, me veo en la obligación, como pastor de almas y padre espiritual de los canarios, de pedirle la conmutación de la pena capital de Juan García Suárez, condenado a muerte en un consejo de guerra celebrado en esta plaza. Esta muerte sería muy mal vista en Canarias, donde no pasó nada, puesto que todas las barbaridades que aquí se cometieron fue por parte de los nacionales y no de los republicanos. No quisiera ahondar mucho en el tema y recordarle a V.E. todo lo que ocurrió en esta isla, y especialmente en la sima de Jinámar, donde murieron miles de personas...”

Otras formas de represión empleadas durante el último tercio del siglo XX por los fascistas españoles en Canarias fueron el arrojar a los represaliados en  profundos pozos naturales o artificiales como en Las Cañadas del Teide, donde eran arrojados de manera masiva, o enterrarlos en los montes, han sido algunas de las fórmulas represivas sufridas por los canarios. Sin que entremos a reseñar los diferentes métodos de tortura empleados en sus cuarteles por las denominadas fuerzas de seguridad del Estado Español en Canarias, o las prisiones flotantes ancladas en el Puerto de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife), compuestas por barcos de la naviera Rodríguez López, o los fusilamientos del Barranco del Hierro (Barranco Ganígues), además de “Las Sacas” de los Salones de Fiffe.

En las siguientes páginas vamos a dar un breve repaso a algunas efemérides históricas y de  los alzamientos y motines que han tenidos lugar en el transcurso de nuestra historia, los cuales narraremos en la forma más breve posible para no aburrir al posible lector y, para no extendernos en exceso en unos hechos que, aunque son conocidos ya que han venido jalonando nuestra historia colonial, han sido poco divulgados, y que, en todo caso, son prácticamente desconocidos por las generaciones de jóvenes canarios actuales.

ANTIGÜEDAD CLÁSICA

Siglo VII a.n.e. Los fenicio de Gades ya habían navegado por esta aguas desde sus asentamientos en Gades, desde el  y navegaron la costa Atlántica de África, pasando por Canarias y continuando hasta lo que hoy es Senegal. La tesis es que las islas descritas por Hannón en el Cuerno del Oeste (actual Cabo Jubi), no podían ser otras que las Islas Canarias cuya teoría es también defendida por el también estudioso Schmidt. El mismo comentario indica que la exploración continuó desarrollándose por otras islas de este archipiélago, presentando una de ellas actividad volcánica (posiblemente sería la isla de Chinech (Tenerife).


Nave cartaginesa
S. VIII a.n.e. Homero, en La Odisea, sitúa Los Campos Elíseos, « ... En lo último de la tierra, donde pasan los hombres una vida tranquila y dulce, sin experimentar nieves, inviernos rígidos ni lluvias, sino un perenne aire fresco nacido de las respiraciones de los céfiros que el océano exhala».
S.V a.n.e. La descripción de la Atlántida, realizada por Platón en sus Diálogos: Críticas y Timeo, concuerda con la posición del Archipiélago Canario, cuyas masas emergidas serían los restos del mítico continente hundido.
Siglo V a.n.e. Según el relato de una navegación púnica al mando del cartaginés Hannón efectuada hacia el año 425 a.n.e. en la que,  partiendo de Cartago (en la actual Túnez), se navegó rodeando África hasta internarse en las profundidades del Golfo de Guinea, en la desembocadura del Camerún. El único manuscrito que subsiste en la actualidad data del siglo X.
Es más que probable que la expedición de Hannón arribara a algunas de las Islas Canarias, y posteriormente establecieran asentamientos en las islas de Esero (Hierro) Tamarant (Gran Canarias) y Chinech (Tenerife) juzgar por los abundantes indicios arqueológicos de adscripción feno-punica que se han descubierto en las islas, especialmente grabados rupestres y símbolos representativos de la Diosa Tanit, Diosa suprema de Cartago.
Siglo V a.n.e. Según el historiador griego Herodoto (nacido en 484 a.n.e.), una expedición fenicia auspiciada por el faraón Necao II (proclamado rey en 610 a.n.e.) circunnavegó el continente africano por primera vez. El faraón quería buscar un paso hacia occidente desde el mar rojo. Tras fracasar en el intento de construir un canal que uniese el mar Rojo con el Mediterráneo a través del Nilo, decidió buscar un paso hacia occidente por el Sur. Cuenta Heródoto que varias naves fenicias circunnavegaron el continente africano, denominado entonces Libia, en una expedición penosa que efectuó largas paradas para conseguir provisiones, y que tardó dos años en llegar a las columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar)). En las Islas Canarias existen indicios arqueológicos y culturales de indudable ascendencia egipcia, (ritos funerarios, trepanación, pinturas etc.

Siglo V a.d.n.e. Las islas Canarias fueron frecuentadas por pueblos marineros desde la más remota antigüedad. Creemos que existen suficientes vestigios materiales para así afirmarlo, si bien hasta la fecha no se han prospectado yacimientos submarinos que hayan aportado pecios de origen feno-púnicos, y romanos, sí existen evidencias de la existencia de los mismos en las islas de Benahuare (La Palma) y Erbania (Fuerteventura) e incluso en la costa norte (Icoden) de la isla de Chinech (Tenerife). La esperanza de encontrar pecios de naves hundidas desde el siglo V. a.d.n.e. es escasa a que de haberse producido algunos naufragios durante las expediciones, la turbulencia del Océano Atlántico que rodea nuestras islas y a las fuertes corrientes que por ellas pasan. No obstante, la recuperación por parte de equipos de arqueología submarina de ánforas de origen fenicio y romano datadas entre los siglos V y III a.d.e.a., atestiguan la navegación de los pueblos mencionados por nuestras aguas, especialmente de los cartagineses, quienes se aprovechaban de la abundancia de túnidos y otras especies con las que elaboraban una pasta denominada garum, que venía a ser el caviar de la época, así como  la obtención del tinte de la púrpura proporcionado por un molusco abundante en nuestras costas. Igualmente existen vestigios de posibles factorías fenicias en Titoreygatra (Lanzarote) y Chinech (Tenerife) (Punta La Rasca), además de abundantes restos de ánforas de tipologías feno-púnica encontradas en yacimientos situados en el interior las  islas, las cuales han sido estudiadas por eminentes especialistas en la materia entre ellos la Dra. María C. del Arco Aguilar.

Plinio menciona una expedición realizada entre el año 25 antes de Cristo y el 23 después de la era, cuando en la Mauretania reinaba Juba II, coetáneo de Octavio Augusto, y en cuya época ya se conocían las islas y qué había de valor en ellas.

Tras la derrota de Cartago (146 a.d.e.a.,), Tánger pasa a la órbita del mundo romano. En el 38 a.d.e.ca., Octavio, el futuro emperador Augusto, eleva la ciudad de Tingis al rango de colonia. Sus habitantes adquieren por este hecho la categoría de ciudadanos romanos de pleno derecho. Hacia el 25 a.d.e.a., Augusto instala al frente de una Mauritania engrandecida con las antiguas posesiones de Bogud, al hijo del rey Juba I quien se convirtió en uno de los reyes más célebres de la antigüedad norteafricana: Juba II. Criado en Roma, fue uno de sus aliados. Casado por sus protectores con Cleopatra Selene, hija de Cleopatra y de Antonio, con la cual tuvo un hijo llamado Tolomeo. A su muerte (en el 23 o 24 d.e.a.), le sucedió su hijo quien reinó durante diecisiete años sobre Mauritania. Combatió junto a los romanos contra los rebeldes mazigios mandados por Tecfarinas, pero, como única recompensa por su fidelidad, fue mandado asesinar por Calígula en Lyon (Galia) en al año 40 d.e.a.

Mauretania o Mauritania es el nombre de una antigua región del norte de nuestro continente (África), que se correspondería con el territorio septentrional del actual Marruecos, las colonias españolas de Ceuta y Melilla y el oeste y centro de los territorios argelinos situados al norte de las montañas del Atlas. El reino de Mauritania no estaba situado en el lugar donde en la actualidad se encuentra la moderna Mauritania (al sureste del Sahara Occidental).

Sus habitantes nativos, pastores seminómadas de etnia imazighen, fueron conocidos por los romanos como «mauri» (palabra de la que desciende el término «moro» en castellano) y masaselios. A partir del siglo VI a.d.e., los feneicios y los cartagineses se fueron asentando a lo largo de la costa. Los masaselios pasaron a formar parte del reino númida de Masinisa en 203 a.d.e.a., tras la derrota de su monarca Sifax, que había sido aliado de Cartago en contra de Roma.

A principios del siglo II a.d.e.a., el reino de Mauritania se convirtió en un estado vasallo de Roma. Octavio designó a Juba II, hijo de Juba I de Numidia (reino que había sido anexionado por Roma y convertido en provincia romana) como rey de Mauritania. Juba II hizo de su capital, Cesarea, un centro cultural helénico y romano. Cuando murió, en el año 23, su hijo Tolomeo (nieto de Cleopatra) le sucedió en el trono, pero fue asesinado por orden del emperador Calígula en el año 40, con lo que el reino mauritano fue anexionado por Roma, y dividido subsiguientemente en dos provincias: Mauritania Tangitana (con capital en Tingis, actual Tánger) y Maurtitania Cesariense (con capital en Cesárea, actual Cherchell, en Argelia). La influencia romana se circunscribió fundamentalmente a la costa y a las colonias romanas, puesto que la soberanía sobre la mayor parte del interior de las provincias se ejercía mediante jefes mauritanos locales.

Los indígenas mauritanos fueron una fuente muy frecuente de caballería ligera como auxiliares de las legiones romanas.

Hacia el año 288, Dioclesiano separó la parte oriental de Mauritania Cesariense, creando una nueva provincia denominada Mauritania Sitifense. Estas dos provincias fueron incluidas por la secta católica en la diócesis de África, en tanto que la Tingitana pasaba a formar parte de la diócesis de Hispania. La provincia dio un emperador a Roma, Micrino.

A la llegada de los vándalos al norte de nuestro continente (África), la mayor parte de Mauritania era virtualmente independientemente. El cristianismo, que se había extendido por la región durante los siglos IV y V, se extinguió con la llegada de los árabes en el siglo VII.

Siglo II, a.n.e. El geógrafo griego Tolomeo en su guía geográfica  ya alude, con plena seguridad, a algunas de las Islas Canarias como Islas atlánticas.

Siglo II a.n.e. Plutarco (46-120) miembro de una familia acomodada, se formó ampliamente en historia,filodofía, literatura y  ciencia. Viajó por Egipto y Grecia.

S. I, a. n.e. La Eneida de Virgilio, narra Eneas y la Si bila, « ... Llegaron a los lugares alegres y vergeles apacibles de los bosques afortunados, a las islas de los bienaventurados, mansión de las almas dichosas. Su cielo es más puro y esplendoroso que el nuestro».

S. I, a. n.e. Diodoro Sículo sitúa en, las islas Atlánticas y Afortunadas, el jardín de las Hespérides que, entre toda clase de frutos maravillosos, producía las manzanas de oro.

Siglo I, a.n.e. Pilotos de Gades relatan sus viajes a las Islas Canarias que sirvieron de referencia al general romano rebelde Sartorio quien quiso habitarlas personalmente por su reconocida fertilidad (Plutarco o Salustio) e identificados como islas afortunadas (de los afortunados) o Campos Elíseos por ser tierra de buen clima, excelente fertilidad y por tanto de felicidad. La expedición se frustró por el asesinato de Sartorio.

Siglo I, a.n.e.  Descripción del geógrafo griego Estrabón  (63-21-) de las Islas Afortunadas (Islas Canarias) en su referencia al intento de circunnavegar África, utilizando la ayuda técnica, material y personal de los gaditanos, que navegaba tranquilamente por el Atlántico en ambas direcciones (Estrabón II 3-4 y III 5-11) cuyas condiciones marineras son alabadas por el mismo geógrafo.

Siglo I,  a.n.e. Plinio el Viejo [79]. Cayo Plinio Cecilio Segundo, nos ofrece la descripción física de unas islas, llamadas Afortunadas (Islas Canarias), con la siguiente nomenclatura: Junonia [Benahuare] La Palma? Pluvialia [Ecero] El Hierro? Pluvialia [Titoreygatra] Lanzarote? Capraria Gomera] La Gomera? Invallis [Chinet] Tenerife? Planasia [Tamarant] Gran Canaria?

Siglo I, a.n.e. Gayo Salustio Crispo (86-35) era de origen sabino, nacido en Amiterno. Fue, como Cicerón, un homo novus, que hubo de hacer carrera en Roma a costa de un gran esfuerzo personal. En política, se opuso a los optimates, encabezados por Pompeyo Magno, y desde un principio apoyó al rival de éste, Julio César, quien llegó a nombrarle gobernador de Numidia. A la muerte de César ya había amasado una inmensa fortuna, y se retiró de la vida pública para dedicarse a sus trabajos históricos. En sus escritos hace referencia a las Islas Canarias.
46 a.n.e. Fundación de la colonia romana de Cartago en el lugar de la antigua ciudad. Y introducción del calendario Juliano que sobrevivió hasta ser reemplazado por el calendario gregoriano en el año 1582 d.n.e.
40 a.n.e.  Juba II de Mauritania y su cierto viaje a las Islas Canarias en plena época romana, a las que llama “tierra de perros” debido a la gran proliferación de estos cánidos, según la nueva y somera descripción que hace Plinio.: Ombrión [Esero] El Hierro? Junonia [Benahuare] La Palma?  Junonia la menor [La Gomera] La Gomera? Capraria  [Maxorata] Fuerteventura? Ninguaria [Chinech] Tenerife? Canaria [Tamarant] Gran Canaria. Seguramente los nombres de Junonia Mayor y Junonia Menor fue puesto a estas isla en honor de la Diosa romana Juno. Existen grabados rupestres alfabetiformes con grafía latina en la isla Esero (Hierro) y otros localizados por el autor de éstas líneas en la zona de Los Baldíos en la isla Chinet (Tenerife).

NUEVA ERA OCCIDENTAL
29. Los romanos exploraron las Islas Canarias tal y como lo prueba la descripción que Plinio el Viejo hizo sobre la expedición enviada por Juba II, gobernador del protectorado romano de Mauritania (el actual Marruecos) aproximadamente entre el año 29 a.d.e.a., y el 20 de nuestra era, encontraron un templo en Junonia (el nombre romano para Benahuare-La Palma) probablemente evidencia de habitantes anteriores. No todas las islas del Archipiélago fueron visitadas por la expedición enviada por Juba II, es natural que sus habitantes ciertamente no muy numerosos en la época, se ocultaran de los exploradores exactamente igual que lo hicieron muchos siglos después ante los asaltos de esclavistas y piratas, sin que estos pudieran localizarlos tal como está debidamente documentado. Modernos trabajos arqueológicos realizados por competentes investigadores de la Universidad de La Laguna han demostrado mediante el análisis de carbono 14 en determinadas piezas y restos de semillas, que las islas estaban habitadas por lo menos desde el siglo V antes de la era actual. Y investigaciones más recientes apuntan hacía un poblamiento anterior al 3800 a.c. Por otra parte, en la isla de Esero (Hierro) existen grabados rupestres con signo alfabetiformes en caracteres latinos correspondiente a la época romana pre cristiana.

120. Los marinos de Tiro afirmaban que el mundo habitado limitaba al oeste con las Islas Afortunadas. Las Islas Afortunadas como el extremo occidental del mundo conocido fue establecido más formalmente cuando Ptolemeo (90 - 168), las adoptó como el primero meridiano para su Geographia. Esta fue el mapa clásico más famoso del mundo, utilizado durante casi 1500 años, hasta aproximadamente el año 1800. Los mapas holandeses utilizaban la cumbre del Teide  como su primero meridiano.

999 El árabe Ben Farroukh re-descubre las Islas Canarias; a las que los árabes-traduciendo su nombre latino-llaman Al Djezir al Khalidab (las islas afortunadas).

1016 Otra expedición árabe de exploración parece que llega a las Islas Canarias.

1291 Jacobo Doria, armador genovés, envía a Teodosio Doria y a Hugolino Vivaldi con dos galeras a explorar las islas, pero no logran llegar. Una se perdió; la otra fue a la costa del continente ( a Río de Oro?, llegó al Senegal?).

1292.
Génova.- Fue uno de los lugares donde aparecen referencias más antiguas acerca de la presencia de aborígenes indígenas. En el año 1293 aparece un Canario, que se llamaba Johannes Canarius). Si aparece en dicho lugar y suscribiendo documentos es de suponer que llevaba bastantes años por dichos lugares, lo cual nos remonta a una época que abarca, cuando menos, el último cuarto del siglo XIII. Este Johannes Canarius, bien pudo haber sido producto de alguna de las expediciones que los portugueses con ayuda de genoveses hicieron sobre el mar atlántico, en tiempos del Rey D. Dinis (1261-1325). Rafael Viñez Taberna, en su libro El Origen del Cristianismo en Canarias (página 235, edición de Anroart ediciones, octubre de 2006), vincula a Johannes Canarius con la expedición que los hermanos Ugolino y Vadino Vivaldi hacen a la costa de África en el año 1292.

1300? Una nave de Cherburgo, llevada por los vientos contrarios, llega a las Islas Canarias. Vuelve a Francia y da nuevas del hallazgo (Las Casas, hist. I, 17; BAE, XCV, 64b. 65ª).

1310. Habían desaparecido los barcos del Temple del Golfo Grande, cuando el genovés Lancelotte Macello, "descubrió" la isla de su nombre, en 1310 o 1312. Residió 20 años en Titoteygatra (Lanzarote), avistando repetidamente Cabo de Bojador, sin atreverse a desembarcar, por tener mala reputación el vecindario.


1342. Francesch des Valers fue nombrado, el 16 de abril de 1342, capitán de una expedición que habría de partir de Bayona para explorar las Islas Canarias. Parece que fueron a Esero (Hierro), La Gomera, Benahuare (La  Palma) y Chinech (Tenerife). No se sabe más.

1312 Llegada accidental a las islas Canarias de marineros procedentes de Cherburgo.

1312 Lancelotto Malocelli (Lanzaroto Marocello, Lanzarote) genovés, hace una expedición exploradora a las Islas Canarias. Se asentó en la de Titoreygatra (Lanzarote, nombre europeo que, según se dice, recibió de él) y en ella vivió veinte años, hasta 1332, hasta que fue expulsado por los naturales, los Maxos.

1312? Los catalanes y mallorquines, durante el primer cuarto del s. XIV, hacen varias expediciones a las islas. En ellas efectúan asaltos, depredaciones y esclavizaciones de guanches, que venden posteriormente en los mercados de esclavos de Mallorca y Barcelona.

1328.
Mallorca.- Existe una referencia documental del año 1328, en el que fueron hechos prisioneros por los mallorquines una veintena de súbditos del Rey de Granada. Al existir en esa fecha un tratado de paz entre ambos reinos que aún seguía en vigor, lo hizo valer para reclamar la liberación de sus súbditos. Entre los nombres de los liberados destaca, al objeto de este Capítulo, el nombre de Assamar Ben Alí Al-Canari, o sea El Canario. ¿Se puede asegurar que se trataba de un Canario, capturado quizá en una de las razzias de los sarracenos en las Islas Afortunadas?, ¿Puede ser una indicación de la tribu de los Canari, que habitaban en el norte de África desde la antigüedad? Lo incuestionable es que uno de los súbditos del Rey de Granada se llama Al-Canari, o El Canario. Las islas eran poco conocidas en esa época; pero no debemos olvidar que ya hacía más de treinta años que los Canarios debieron ser conocidos en la costa mediterránea a tenor del documento donde aparece en Génova Johannes Canarius.

1334. El historiador milanés Benzoni afirma que este año llegó a la isla de La Gomera una expedición de 120 hombres enviada por el Príncipe de la Fortuna y que fueron rechazados, según recoge   Girolamo Benzoni en su obra,  Historia del Nuevo Mundo, escrita en 1565: Para Benzoni, la conquista de América llevada a cabo por los españoles no fue sino una campaña de saqueo y exterminio. Los conquistadores aparecen retratados como espejos de crueldad, seres ferozmente sanguinarios, codiciosos e interesados exclusivamente en enriquecerse.

1339. Aparece representada por primera vez la isla  Erbania (Fuerteventura) en un mapa europeo. Fue hecho por Angelino Dulcet y el nombre de la misma estaba escrito como “Forte Ventura”. Nadie se pone de acuerdo sobre el significado del nombre y son muchas las explicaciones ofrecidas. Todos están de acuerdo sobre la palabra “Forte/Fuerte” que significa fuerte, pero se discrepa bastante sobre el significado de Ventura... ¿Fortuna, Felicidad, Viento, Aventura? Aunque la isla era conocida por los europeos antes de 1339, no es hasta 1405 en ser invadida y ocupada y saqueada por éstos esclavizando a cuantos maxos pudieron.

Erbania (Fuerteventura) fue la segunda de las Islas Canarias (después de Titoreygatra) en ser invadida y saqueada por los normando y castellanos al mando de los piratas jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle. Los primeros pueblos coloniales establecidos por los europeos fueron Vega de Río Palmas y Betancuria (primera capital de la isla). Un censo perteneciente al año 1440 (registra durante la década de los 40) una población cerca de 1200 habitantes en la isla.

1339. La isla de La Gomera aparece nombrada en el portulano de Angelino Dulcert como “Gommaria”
1341 Julio. Emmanuele Pesagno y Niccoloso da Recco, genoveses, y Angiolino del Tegghia de Corbizz, florentino, en julio de 1341 hacen un viaje de reconocimiento de las islas en una expedición de tres carabelas enviada por Alfonso IV de Portugal. Contaron trece islas. Volvieron con despojos y con varios indígenas hechos  esclavos.
                              
Llegaron á Florencia cartas de comerciantes florentinos establecidos en la ciudad de Sevilla, fechadas el 15 de Noviembre de dicho año, y que contienen lo que vamos a manifestar en seguida».

«Dicen, pues, que el primero de Julio de este año, dos navíos equipados por el rey de Portugal con todas las provisiones necesarias para una travesía, yendo con ellos una pe- queña embarcación armada y tripulada por Florentinos, Genoveses, Castellanos y otros Españoles, se dieron á la vela desde la ciudad de Lisboa y se dirigieron hacia la alta mar, llevando además caballos, armas y otras máquinas de guerra, para la toma de las ciudades y castillos, en busca de las islas, que se dice vulgarmente haber sido encontradas, en las que desembarcaron, auxiliados de un viento favorable, después de cinco dias de navegación; y que al fin volvieron á su país en el mes de Noviembre trayendo lo que sigue: Cuatro hombres, habitantes de aquellas islas, y á más muchas pieles de machos cabríos y cabras, sebo, aceite de pescado, despojos de focas, madera de un color rojo semejante á la del Brasil, aunque los que la conocen niegan que sea de aquella; además, cortezas de árboles para teñir igualmente de encarnado, como asimismo tierra roja y otras cosas semejantes».

«El genovés Niccoloso da Recco, uno de los pilotos, respondió á las preguntas que se le hacían, diciendo, que desde la ciudad de Sevilla hasta las islas predichas, había como novecientas millas; pero que desde el punto llamado hoy Cabo de San Vicente, están mucho menos distantes del continente. Que la primera de estas islas exploradas era enteramente pedregosa y salvaje, abundando no obstante en cabras y otros animales, así como en hombres y mujeres desnudos, de un aspecto y costumbres feroces; añadió, que él y sus compañeros tomaron la mayor porción de pieles y sebo, sin atreverse á internarse mucho en la isla. Que pasando á otra isla más grande que la anterior, vieron venir hacia ellos en la playa multitud de gente, tanto hombres como mujeres, todos casi desnudos; entre éstos, algunos que parecían superiores á los otros, estaban cubiertos de pieles de cabras pintadas de amarillo y encarnado, y según podía juzgarse de lejos, estas pieles eran finas y delicadas y estaban artísticamente cosidas con cuerdas de tripa, y á lo que debía conjeturarse por sus actos parecían tener un jefe al cual manifestaban todos cierto respeto y obediencia. Estas gentes significaban el deseo de comunicar con los que estaban en los barcos y prolongar su morada.

Habiéndose separado algunos botes de los navíos para acercarse á la playa, como nadie entendía el idioma de los indígenas, nadie se adelantó tampoco á desembarcar; su lenguaje, dicen, es bastante dulce y vivo como el italiano.

Viendo que de los buques ninguno desembarcaba, algunos se empeñaron en llegar á nado hasta ellos: los tomaron, y éstos fueron los que llevaron consigo. En fin, viendo los marineros que nada útil podían sacar de allí, se dieron á la vela, y costeando la isla la encontraron mucho mejor cultivada en el Norte que en el Sur; vieron numerosas habitaciones, higueras y otros árboles, palmas estériles, coles y legumbres.

Desembarcaron en seguida veinte y cinco marineros armados, los cuales yendo á examinar qué especie de gentes habitaba aquellas casas, encontraron unos treinta hombres desnudos enteramente, que huyeron á su vista espantados al aspecto de las armas. Entrando otros en las casas, notaron que estaban fabricadas de piedras cuadradas, labradas con gran artificio y cubiertas de grandes y hermosas maderas. Encontrando las puertas cerradas y queriendo ver el interior, las rompieron con piedras, lo que irritó á los fugitivos cuyos gritos retumbaban por todo el aire. Después de haber así roto las puertas, entraron en casi todas las casas, donde encontraron higos pasados en cestos de palma, tan buenos como los de Cesena, y trigo más hermoso que el nuestro, siendo este grano más largo, más abultado y más blanco, como lo era igualmente la cebada y otros cereales de que probablemente se alimentan los habitantes. Estas casas, muy bellas y cubiertas de hermosas maderas, eran muy blancas en el interior como si hubiesen sido albeadas con yeso. Encontré igualmente un oratorio ó templo en el cual no había absolutamente ninguna pintura ni adorno, tan sólo una estatua de piedra, representando la imagen de un hombre con una bola en la mano y desnudo, con un delantal de hojas de palma, que cubría las partes naturales, según la costumbre de los habitantes; la que quitaron de allí y habiéndola embarcado, la transportaron á Lisboa. Esta es la primera noticia que tenemos de los sacrilegios, profanaciones y depredaciones llevadas a cabo por los cristianos contra la ancestral Iglesia del Pueblo Guanche, de las muchas que tendrían lugar durante el periodo de la guerra de invasión de las islas por parte de los europeos.

Esta isla está muy poblada y muy cultivada, los habitantes recogen granos, trigo, frutas, sobre todo higos. Comen el trigo y los cereales á la manera de los pájaros, reduciéndolos enteramente á harina sin amasar ningún pan, y beben agua. «Al dejar esta isla, los marineros que habían observado otras muchas á la distancia de ésta, como unas cinco, diez, veinte y cuarenta millas, navegaron hacia una tercera, donde no encontraron otra cosa sino árboles muy altos que se elevaban hasta las nubes. Dirigiéndose desde allí á otra, la hallaron abundantemente provista de arroyos y de aguas excelentes, teniendo además muchos bosques y palomas, que mataban á palos y con piedras, y se las comían.

Dicen que son mayores que las nuestras y su carne del mismo gusto ó quizás mejor. Vieron también muchos halcones y otras aves de rapiña. No la atravesaron porque se presentaba enteramente desierta. Desde allí percibieron también otra isla, donde había altas rocas, la mayor parte del tiempo cubiertas de nubes; en ella son frecuentes las lluvias, pero en tiempo sereno ofrece un aspecto encantador, y la creían igualmente habitada».

«Después marcharon á otras muchas islas, las unas habitadas, las otras enteramente desiertas, hasta el número de trece; mientras así adelantaban, más encontraban, viéndose
el mar que las separa más tranquilo que entre nosotros, con muy buenos fondeaderos, aunque tenían pocos puertos; pero todas con abundancia de aguas. De las trece islas en donde desembarcaron, hay cinco que hallaron habitadas y bien pobladas; pero no todas lo estaban igualmente, teniendo unas más habitantes que otras».

Dícese también que se diferenciaban tanto por el idioma, que de ninguna manera pueden entenderse unos á otros, y además que no tienen ningún navío, ni ningún otro medio de venir á dar los unos con los otros, sino á nado. Encontraron asimismo otra isla donde no desembarcaron, puesto que en ella se manifestó una cosa sorprendente».

«Dicen, en efecto, que existe allí una montaña de treinta mil pasos ó más, visible en ciertos tiempos desde muy lejos, y en cuya cumbre se deja ver cierta cosa blanca; y como toda la montaña es de roca, este blanco parece tener la forma de una ciudadela; pero supone que en lugar de una ciudadela es una roca muy aguda en cuya cima estaría un palo del tamaño casi del mástil de un navío, de donde pendería una verga con una gran vela latina trazada en forma de escudo, inflada en su parte superior por el viemo, y tendida en toda su longitud; luego parece bajarse poco á poco del mismo modo que el mástil de los grandes buques; después se vuelve á levantar, y de este modo continúa siempre, como lo han notado en todas las situaciones, dando vuelta á la isla, y suponiendo que este prodigio era producido por algún encanto mágico, no se atrevió á desembarcar en ella. También han visto otras muchas cosas que el dicho Niccoloso no ha querido contar. Sin embargo, parece que estas islas no son ricas, porque los expedicionarios difícilmente han encontrado con que cubrir los gastos de los víveres que les ha sido preciso sacar. Los cuatro hombres que han traído, todavía imberbes, de hermosa figura, van todos desnudos: tienen una especie de delantal formado de una cuerda que les ciñe la cintura, de donde cuelga una cantidad de hilos de palma de junco, que tienen la longitud de palmo y medio ó cuando mucho de dos palmos, con que se cubren por detrás y por delante, de manera que ni el viento ni la casualidad los levantan.

Son incircuncisos, sus cabellos de un rubio dorado, y llegando hasta el ombligo les cu-
bren las espaldas: caminan siempre descalzos».

La isla de donde han sido traídos se llama Canaria; encuéntrase más poblada que las otras; absolutamente nada entienden de ningún otro idioma, aunque se les haya hablado en muchos diferentes. Su talla no excede á la nuestra; son membrudos, bastante vigorosos y muy advertidos, como se puede comprender. Se les habla por signos, responden igualmente á la manera de los mudos.

Guardaban ciertas consideraciones unos respecto de otros, y particularmente con uno de
ellos. Éste tenía una cota de palma, al paso que la de los otros era de junco, pintada de
amarillo y de encarnado. Su canto es dulce; su baile es análogo al de los franceses; son
vivos y alegres y más sociables que muchos de los Españoles».

Después que se hubieron embarcado, comieron higos y pan; éste les agradó, aunque jamás lo habían probado; rehúsan completamente el vino y se contentan con el agua.

Comen igualmente el trigo y la cebada á embozadas; el queso y las carnes, de que poseen una gran abundancia, son de buena calidad; no tienen bueyes, ni camellos, ni asnos, pero si muchas cabras, carneros y jabalíes salvajes. Se les hizo ver monedas de oro y de plata y las desconocían. No comen absolutamente las especias de clase alguna.

Se les han enseñado collares de oro, vasos cincelados, espadas, sables; pero ni dieron á conocer que los habían visto jamás ni los han tenido. Aparentan una buena fe y una leahad muy grandes, porque no se da de comer á uno, sin que antes de probarla, no haya distribuido con los otros su ración en iguales porciones».

La institución del matrimonio existe entre ellos, y las mujeres casadas llevan delantal como los hombres; pero las doncellas van siempre desnudas sin manifestar vergüenza alguna».

Esta gente tiene como nosotros un sistema de numeración, según el cual colocan
las unidades antes de las decenas del modo siguiente:

1 Nait
2 Smetti
3 Ameloni
4 Acodetti
5 Simusetti
6 Sesetti
7 Sani
8 T amani
9 Alda-Morana
10 Marava
11 Nait-Marava
12 Smana-Marava
13 Amierat-Marava
14 Acodat-Marava
15 Simusat-Marava
16 Sesani-Marava, etc.

Hasta aquí llega el precioso manuscrito de Bocaccio, que parece no estar completo porque se ve al dorso de la página un blanco como para continuarlo.

Esta es la más completa descripción que de la época anterior a invasión y conquista europea nos ha quedado del Archipiélago, siendo tanto más digna de aprecio para el historiador cuanto viene a confirmar las noticias que nos han conservado en sus memorias los primeros cronistas europeos.

La claridad y presición del relato, los pormenores que refiere, los datos que consigna, todo revela la verdad y exactitud del piloto genovés y el crédito que merecen sus palabras.

Trece son las islas que contiene el grupo, entre pobladas y desiertas, y ese es el número
que se encuentra en las notas de Bocaccio. La primera isla que aborda la expedición portuguesa es al parecer la de Fuerteventura, como lo prueba la extensión de su perímetro, la abundancia de ganado cabrío y la recolección que se hizo de aceite de pescado que, según la frase de Plinio, abundaba en sus costas y sobre el islote Lobos.

La segunda isla se halla tan claramente designada que nunca hubiéramos dudado de su Identidad, aunque no se la nombrase; sólo nos maravilla que fuese ya tan generalmente conocida con el nombre de Canaria, sin confundirla ron ninguna otra del grupo. Su estado de civilización nos demuestra que con frecuencia tocaban en sus costas buques de todas las naciones entonces comerciales, cuyo trato suavizaba sus costumbres e introducía reformas en su agricultura e industria.

En la tercera isla queremos reconocer el Hierro, con sus frondosos y espesos árboles que se avecinan a las nubes, y en la cuarta La Gomera, con sus frescas aguas corrientes y sus palomas de sabrosa carne. La Palma debe ser la isla de elevadas cumbres donde la lluvia sin cesar caía y, Tenerife, aquella en que se levantaba el monte en cuya cima estaba izado un mástil y una vela, extendiéndose y plegándose alternativamente a impulsos del viento. Sabido es que el Teide se hallaba entonces en ignición, y en ese estado la colun1na de humo denso y negro que se escapaba del pico, subiendo al tiempo mismo en que una nube blanca y torneada rodeaba el pan de azúcar, podía ciertamente ofrecer a la vista de los inexpertos y atemorizados marinos un aspecto nuevo y sorprendente. (Agustín Millares Torres; 1977, t. I: 155-60).

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