miércoles, 10 de septiembre de 2014

CULTURA MATERIAL 8. MOBILIARIO, AJUAR, ARMAS E INDUMENTARIA:

RETAZOS DE CULTURA GUANCHE
Juan Bethencourt Alfonso, Historia del Pueblo Guanche
Recopilado por Eduardo P. García Rodríguez.



II. 
Útiles:

Camas. Por el año 35 (1835) y con motivo de buscar cuevas para ocultar un contrabando alijado, descubrieron una cueva tapiada en el barranco de Amara, que conservaba las camas de los guanches. Estas camas consistían como en cuatro majanos alargados, a guisa de patas, con dos maderos a lo largo encima y varios atravesados; sobre esto ramas menudas y encima de todo pieles de cabras (Arona).

Las camas solían hacerlas de montones de rama seca de helécho y de paja, cubiertos de pieles (Granadilla).

—El chajasco era una madera que es muy fuerte, así como el guai-dil que no es tan fuerte y que usaban ambas para camas (San Miguel).
Frote. El mejor frote (para sacar fuego) es el de berode y el balo: la canal de berode seco, y el frotador de balo. Son las dos mejores ma­deras para sacar el fuego.

Luz. Se alumbraban con hachos de tea, de leña blanca, sabina y raíces secas de cardón.

Se alumbraban con leña blanca, de olor agradable; como la sabi­na, que den menos humos que la tea.

El pabilo lo hacían de la yerba mechera, que es más o menos del grueso del balanco. La raíz es vivaz.

En verde la sacan ripiándola, es decir, que cogida por el extremo inferior, con las uñas de la otra mano se aprieta y al tirar sale entera la corteza dejando limpio la albura del tallo. Son de 9 a 12 pulgadas de largo. Luego la ponen a secar y a los 2 ó 3 días, se hacen pabilos del largo y grueso que quieran torciéndolas. También podrían sacarla de las malvas (Arona).

Sacar fuego. Lo obtenían frotando rápidamente un palito de balo seco en una ranura hecha en un tronco de verode seco (Grana­dilla).

Velas. Es probable que del sebo de las cabras y ovejas hicieran velas.

Veleros. Se pueden hacer magníficos veleros (soportes para alum­brar), de todos gruesos y hasta de un metro de largo (cada gajo o del tronco del berode), que con un palo queda fácilmente un agujero cilin­drico, pues sólo tienen unas celditas. Por la Cuesta de Las Tablas ha­bían muchos y muy grandes berodes. Para que no se pegue la cera al velero la untan con grasa.
Ajuar:

Con el hueso hacían agujas, cuentas o dijes de adorno; también agujas de las espinas de pescado, eran finas (Granadilla).

Dicen que con juncos hacían hondas, redes y cuerdas (Grana­dilla).

Con palmas hacían esteras, mochilas y espuertas. (Habían pal­mas, si bien presumo que hacían estas cosas con hojas de drago y otras de palma) (Granadilla).

Con cañas hacían cañizos, flautas y biombos (Granadilla).

Hacían balayas y taños de paja.

Agustín Reyes Trujillo encontró también una pila de guanches, de piedra, como de la forma de un dornajito (ovalada), que llevaría como dos jarros de agua. Estaba muy bien labrada por todos lados. La creía destinada a lavarse las manos.

También dice se ha encontrado cachimbas de barro y cuentas (Arona, 1907).

Cucharas. En una cueva que está en el barranco de La Majada de La Casita, en el Pinar de Las Cocinas, Granadilla, se encontró entre restos guanches una aguja, del tamaño de las de albarda (11 cm.), al parecer del informante era una espina de pescado, delgada como una aguja de albarda, pero del medio hacia adelante más fina, ligeramente encorvada, teniendo un agujero o culo como las agujas del día (que se conoce fue hecha) (Granadilla).

Cucharas de barro para leche; encontradas por Agustín Reyes, del Valle (Arona).

Cuchillos. Rajas de obsidiana, llamadas tahonas (Granadilla).

En la cueva del Roque (Cañada de Ucanca) se encontraron 9 cas­caras de lapas, muy grandes, como para cucharas (Ucanca).

Lanza. La mejor lanza, por fuerte, es la de leña blanca, de color blanco anaranjado. La tea se astilla y por eso le dejan lo blanco para que la sujete.

Lanzas y Foles. Los hombres usaban lanzas como ahora pero sin hierro ni nada; que llevaban a la espalda un fole o mochila sujeto con correa que le cruzaba el pecho, donde llevaban su comida y sus cosas.

La lanza de tea y además honda de vaquero.

Molinos. En La Atalaya, sobre Jama, han encontrado molinos, cuentas y cruces de barro (Vilaflor).

Los molinos los hacían de cascajo esponjoso. La piedra molinera es de más consistencia; en el mar suele haberlas, también en capas.

Raspadera. Agustín Reyes del Valle de San Lorenzo, encontró en la cueva de Fuente de Beñas, en el barranco de Chija, una raspadera o rascadera de madera, que calcula era para pelar un cochino. Creía era de leña blanca con su pie. El pie era el que estaba agujereado; que su­pone aseguraban como una chabela o correa (Arona).

Tajalil. Saco a la espalda, al socojo para ir metiendo yerba (Igueste).
Armas:

Espadas. Utilizaban espadas de leña blanca, así como cuchillos y puñales (éstos también de la tea del almacigo).

Lascas de acebnche u otro palo que endurecían al fuego.
Lanzas aguzadas. Lanzas de tea.

Macanas. Colgadas de una correa.

Tenían tarhas y Agustín Trujillo de Arona las ha encontrado, he­chas de huesos de animales; pero ignoraba su objeto (Arona).
Indumentaria:

Cabellos: Tanto los hombres como las mujeres llevaban suelto el cabello, muy bien escarmenado, a la espalda. Los más tenían el pelo rubio o castaño, algunos rojos, y otros negros como ala de cuervo. Los hombres eran bien barbados, y se dejaban crecer la barba sin cortarla nunca (Arona).

Todos llevaban el cabello suelto sobre los hombros y se dejaban crecer la barba

(Barranco Hondo, Candelaria).

El color del pelo era rubio (Arafo).

Se cuenta que las guanchas tenían hermoso cabello que llevaban suelto que lo recogían formando un ruedo sobre la cabeza para que descansara el cántaro cuando iban por agua.

Vestidos: Pieles de oveja para los vestidos, que es lo que se han encontrado en las momias de Taganana (Taganana).

Llevaban el vestido sin mangas; y gorritas o cachuchas de cuero. Se recogían el pelo (Igueste de Candelaria).

En Abona vestían los hombres como un pantalón de pieles ceñido a las piernas hasta el tobillo, sujeto a la cintura, y una zamarra que le caía más baja de la cintura en invierno, abierta por delante y abrochada con unos palitos —a guisa de botones— que sabía antes cómo los llamaban. La cabeza la cubrían con una especie de sombrero semiesférico o algo cónico, hecho de piel con los pelos para afuera, con cuatro costuras que se partían en cruz sobre la copa y quedando los bordes como pequeñas alas.

Otros se ponían un pequeño zurrón como si fuera ensanchado por la boca, tirando el fondo atrás sobre la nuca, como gorro catalán.

Las mujeres llevaban como una camisa más o menos ceñida desde el cuello a los tobillos, sin formar piernas o pantalón como en  el hombre; cubriéndose la cabeza con una barretina o gorro catalán (mo­delo), de piel, tirando el fondo a la espalda. Al cuello llevaban varios hilos de cuentas de barro.

El vestido en vida no era igual al amortajado, pues los había en­contrado el viejo Sierra unos que se conocían eran amortajados, y es­taban enzurronados y puestos de intento de cierto modo, y otros sor­prendidos por la muerte sin haber sido amortajados (Arona).

Los vestidos eran de pieles de distintos colores y de juncos, con collares de cuentas de arcilla y de hueso (Granadilla).

Las mangas en las mujeres terminaba ceñidas, como una vuelta a manera de pulsera (Arafo).

El vestido era como una camisa larga sin cuello que llegaba a media pierna (Igueste de Candelaria).

En una cueva de Igueste de Candelaria descubrí el año 1885 una necrópolis bastante extraña de 9 cadáveres... Los más tenían collares de cuentas de arcilla al cuello y algunos, además, alrededor de la cin­tura (Igueste de Candelaria).

La mujer se ponía una correa alrededor de la frente; y otra en el cuello para diferenciarse la soltera de la casada (Sur de Tenerife).

Tamarcos. El tamarco de los niños se lo ataban por detrás, recogi­do hacia arriba con una correa (Nicolás Moreno. Sur de Tenerife).

Sombreros: Por sombreros, unos usaban pequeños zurrones de ganado cabrío u ovejuno —conservando el pelo hacia afuera— y otros pequeños casquites, como si fueran sacados de la cabeza o de parte de ella de las ovejas (Güímar).

Montera. La montera se llamaba guapilete.

Usaban monteras de pellejas (que no recuerda el nombre), que se ataban por debajo de la barba, le caía por detrás una cosa, y era picudo como una mitra (Nicolás Moreno. Sur de Tenerife).

Las monteras de los guanches las llamaban guapiletes (Agustín Reyes, del Valle de San Lorenzo).

—Zapatos: Los usaban de piel de perro, buen calzado; de piel de cerdo, era fuerte para la plantilla o suela; de piel de macho cabrío, bas­tante fuerte para plantilla o suela.

Agustín Reyes, del Valle de San Lorenzo se encontró habrá 60 años, en las dos cuevas de la Fuente de Beñas, en el barranco de Chija, un xerco o majo de suela de cochino, con la forma de los xercos de la baja nobleza, según hemos descrito; y otro mejor que el anterior, pero ya incompleto (Arona).

(Otro informante) No sabe de zapatos, pero dice vio algunas mo­mias con cueros envolviendo los pies, pero que no sabía (Arona).

Indumentaria de los reyes. Los reyes tenían corona. (Según Ci­priano Arribas, era como un pellico o gorro de pieles, con 5 orejas hacia arriba, por delante).

El rey usaba corona de flores silvestres en ciertos actos (Arona).
El rey usaba una especie de calzón corto de pieles y encima como una pequeña túnica ceñida a la cintura con un cinto de juncos; al cuello un collar de conchas marinas y huesitos; a la cabeza como un gorra de juncos y en la mano un palo como de un metro a guisa de cetro.

Siempre le acompañaba una comitiva (Barranco Hondo, Cande­laria).

Vestidos de los nobles. Los príncipes y oficiales se ceñían la cintura con una faja más ancha que la mano, con pieles de colores especiales, be­rrendas, según su categoría, además de un bastón o palo de forma tam­bién especial según sus categorías: ambas cosas eran insignias de mando. La añepa era una lanza labrada de un modo particular (Arona).
9. CERÁMICA Y APROVECHAMIENTO UTICOS.
Barreros:

—Van aún por el barro a Chivisaya, los Barreros, etc. para hacer loza (Igueste de Candelaria).

—Sobre Anochesa existe una greda muy fina para loza de barro, parecida a la que debieron usar los guanches en su cerámica (Güímar).

Centros alfareros:

—Desde tiempo de los guanches hacen en Arguayo, loza como en Candelaria, aunque es más morena: ollas, tostadores, gánigos, etc.. pero no vemegales (Valle de Santiago).

—La loza que aún hacen los de Arguayo es porque lo heredaron de los guanches (Daute).

—(Centro alfarero de San Miguel de Abona) (2).

Aseguran en Garañaña las loceras o alfareras que su industria les viene de los guanches, que fabricaban la loza como hoy pero que algunas piezas son de distintas formas y no tenían hornos para que­marla, sino que la ponían en montón en el suelo cubriéndolo con leña, a la que daban fuego y le añadían combustible hasta que se ponía la loza colorada. Hoy, como ayer, emplean igual procedimien­to y materiales, que van a buscar a los mismos sitios a donde iban los guanches.

La tierra que utilizan es una especie de arcilla ya colorada, blanca o negra, y pegadiza que llaman barro, siendo más fácil de trabajar la primera, aunque la última es más fuerte si bien más frágil.

El mejor barro de aquellos contornos es el de la Mesa de Tamái-de, que es colorado.

Comienzan por tenderlo hecho pedazos al sol hasta que se seque, retajándolos después con una piedra hasta reducirlos a un tamaño como  eljable o sea como avellanas, que ponen dentro de un gánigo grande o lebrillo mezclado con agua dulce, en la proporción de un almud por tres cuartillos poco más o menos, pues varía según el estado higromé-trico de la arcilla. Si el barro se la bebe toda, la van regando hasta que no beba más. Después de tenerlo de remojo toda una noche, la soban y amasan como el pan a la vez que van añadiendo arena fina y cernida del fondo de los barrancos, en cantidad aproximada a la mitad del barro. Cuando éste ha perdido al tacto la sensación Usa y pegajosa que produce y se hace bronco y ruge entre los dedos, está para trabajar.

Esta operación la hacen sobre la jorma, o sea una laja, que riegan con arena de barranco para que no se pegue el barro, y donde colocan desde luego la cantidad necesaria para una pieza si es pequeña como gá­nigo, olla, etc.: porque si se trata de vernegal, talla u otra vasija grande, se trabaja primero la mitad inferior y después se la va añadiendo ruedos a los bordes, —que extienden y alisan con las manos por medio de una especie de movimiento rotatorio— hasta concluir la pieza.

Como no usan moldes, cuando colocan la masa de barro sobre la laja, practican con el puño de la mano derecha un hoyo en el centro, que van agrandando para después formar las paredes de la vasija con el pulgar de la misma mano raspando y como estirando de abajo a arriba, mientras que con la mano izquierda protejen y alisan la pella por fuera; maniobra que llevan a término mojándose las manos con frecuencia en agua.

Luego ponen la vasija a orear la vasija a la sombra durante 8010 horas, hasta que se observe que no se entierra el dedo; en cuyo caso se pasa al raspado.

Este tiene por objeto privar a la pieza de los verdugones y desi­gualdades que ofrecen ambas superficies, raspándolas con una lajita de bordes cortantes como hacían los guanches o con un pedazo de aro de pipa como practican hoy, para pasar de seguida al alisado aguado. Para esto emplean un callao de mar, de esos que se encuentran bien bruñidos, mojándolo en agua a medida que frotan y pulen las paredes del cacharro; que hay que dejar orear de nuevo para darle tez o color, pues a esta altura aún la loza no lo tiene. Esto lo consiguen valiéndose del almagre, que después de secarlo y ponerlo una hora de remojo y añadirle manteca de ganado para que afirme el almagre y quede más lustrosa, procuran dar una consistencia parecida a la del aceite.

En esta disolución mojan un trapo para untar por dentro y por fuera la loza que lo exige, pues no le dan color a las ollas, tostadores, etc. Buscan con predilección el almagre de Guayero por su color rojo vivo.

Así que transcurre tiempo suficiente para que pasándole el callao, no arrastre el almagre, le dan la última mano o sea el alisado seco, es decir, le dan callao sin mojarlo en agua y para de seguida meterla en el horno, que debe estar bien caliente.

Para esto emplean el hurgonero o pala, con el que disponen la loza en una sola carnada, que cubren con leña de tabaiba o cardón y le dan fuego —renovando el combustible y sin cerrar nunca la boca del homo— hasta que la loza vaya perdiendo el color negro que ostenta cuando comienza a calentarse y se ponga bien encarnada. Entonces se saca en condiciones ya para la venta.

Repetimos que el procedimiento de hoy sólo se diferencia del que se observaban los guanches en que estos no tenían hornos; circunstan­cia que sólo ofrece la sola garantía de que no se rompa tanta loza, es­pecialmente si hace viento, pero nada más.

A medida que almagran la loza van añadiendo la manteca de ga­nado. Para almagrar como 12 bernegales basta una traviesa de alma­gre fo sea lo que llevan las dos manos abiertas y unidas), 1/2 cuarta de manteca y 1 1/2 cuartillo de agua.
Debemos observar:
1.°—Que las piezas que no tienen asiento de los guanches, (como ahora las ollas), se lo quitan al tiempo de rasparlas; momento también en que ponen las asas y se hacen las agujeros y labores, menos los vicos de los tarros que se les forma al principio.
2.°—Cuando en lugar de agua dulce se emplea la salada, la loza después de guisada se descaspa y va deshaciéndose.
3.°—Si en la mezcla del barro se pone poca arena, se raja y estalla la loza al darle fuego.
4.°—Las piezas más difíciles son los tostadores y tarros de ordeñar.
5.°—La loza se pone negra por la clase de barro, porque con el uso toma ese color.
6.°—Toda loza que se use sin guisar, tan pronto le pongan agua se deshace; por manera que es un error que padecen los que afirman que los guanches la secaban al sol (San Miguel).
Formas cerámicas:
—En las cuevas de la montaña de Los Riscos se encontraron un tarro para ordeñar como los actuales, aunque más pesado y grueso y de fondo plano, con dos asas y dos bicos, con cabida para más de una botija.
—En estas mismas cuevas encontraron un rosario completo de cuentas de barro, enhiladas en una cuerda de tripa, con la particulari­dad que tenía una verdadera cruz también de barro. (Granadilla).

—En cueva indiscutiblemente guanche, con restos de ellos, hemos encontrado una vasija de fabricación andaluza, que prueba o que tenían algunas relaciones mercantiles antes de la conquista o que la robaron en las entradas de españoles; o que aún después de la conquista conser­varon por más o menos tiempo sus costumbre por ciertas regiones. Esto nos sucedió por primera vez por debajo de La Esperanza; y también otros objetos en cuevas del Vallito, en la cumbre de Güímar (como fue una correa como de una honda y algunas baratijas) (El Rosario).

—Dice (el informante) que las cuentas y loza es cocida al fuego, hasta requemarla, y por fuera todas las cuentas y parte de la loza alma-griada luego, por ejemplo con el almagre que hay en Guayero, sobre el barranco de Las Gotas (Granadilla).
10. APROVECHAMIENTOS VEGETALES:
—Ajos. El ajo porro o silvestre, que a los tres años ya es bueno, pero pica más cuando es silvestre. Lo ponen en caldos blancos, etc. El patango, es un ajito pequeño o batatita, que asada es agradable y sustan­ciosa. Lo comen asado. Crudo es áspero. El grande es del tamaño de una avellana (por Montaña Frías o para los altos son mejores). El sabor re­cuerda el de la castaña. Si se tuesta queda mondado y lo comen (Arona).

El ajo porro es como ajo salvaje y lo comen.

—Almacigo. El almacigo, da lanzas; la tea es negra, fuerte, inco­rruptible y pesada (más negro que la caoba sin ser como el ébano).

—Bolsa de Pastor. También pica algo.

—Cebolla. Silvestre o salvaje, pequeña y de buen gusto. La comen en guiso.

—Drago. De entre la madera y la corteza del drago se hacían las cintas de drago o sea unas tiras del líber que sacaban haciendo un corte transversal machucando con una piedra y luego por los lados, de modo de meter los dedos y tirar en dirección del eje para irla arrancan­do; acto que se facilita siguiendo machucando en dicha dirección y ti­rando.

Dicen que de esto hacían las hondas: son duras y flexibles mientras están húmedas (Granadilla).

—Heléchos. Las raíces de helécho las recogían con lajas, cuernos y palos (Sur de Tenerife).
Los heléchos pueden cavarse todo el año; pero por escasez, al en­trar en primavera.
—Hierbas aromáticas. Las yerbas más aromáticas son el incien­so morisco (que es ¿el ajenjo^), y el tomillo, la yerba de risco, retama (que es la más aromática), el poleo (arbusto) (Arona).

—Higueras tarajales. Eran los higos cumplidos como un higo de Indias o brevas tempranas, blancos por dentro y colorados (hay otros al revés) por fuera. No eran muy gustosos. Dicen que eran de los guanches (Sur de Tenerife).

—Labasa. Es como una acelga silvestre, la hoja para potaje y como verdura (Arona).

—Leña Blanca. Hacían hachos y daba luz sin humo. Era algo aromática (Arona).

—La mejor lanza, por fuerte, es la de leña blanca, de color blan­co anaranjado. La tea se astilla y por eso le dejan lo blanco para que la sujete. Utilizaban espadas de leña blanca, así como cuchillos y puña­les (éstos también de la tea del almacigo). Para el fuego la leña blanca es más dúctil que otra madera y no estalla. Después del fuego se endu­rece más.

—Leña Negra. Es un arbusto que se cría en las medianías. Da una vaga con hueso u almendra, que se puede comer como fruta. Es parecida al fruto de la zarza en tamaño, y morado cuando en maduros. No es sabrosa.

—Leñanoel. La leña noel o palo santo (la rama del arbusto es el ajafo, y el tronco con los gajos es lo que llaman leña noel o palo santo) es la más aromática (Arona).

—Lentejilla. Nace entre los guagarsos y que comen los animales (Sur de Tenerife).

—Madroños. El madroño y el mocan los recogen a partir de Mayo.

—Mocanera. La macanera es árbol bastante grande, que da un fruto algo más pequeño que la mora, con hueso, pareciéndose su sabor al dátil, algo más dulce, dejando la boca secante como el dátil verdoso. Los carpinteros lo han destruido por el mérito de la madera (Adeje).

Del mocan preparaban una miel llamada chacerquén (esto debe ser copiado de algún autor) (Granadilla). Igualmente del mocan ha­cían un vino y azúcar (Arona).
El mocan da el palo más fuerte que conocen en el Sur. Tiene un color rosado claro, que conserva. Las lanzas que pueden sacarse son soberbias. Es pesado, duro y no es quebradizo.
—Palma. De las palmas, que las cortaban y ponían a recoger el jugo con una olla, del que hacían vino, vinagre y otras cosas (Sur de Tenerife).

—Pata de Gallo. Parecida al helécho, que se cría en riscos húme­dos y grietas, de raíz vivaz, es tuberosa como el helécho, como de un dedo de grueso y llega hasta una mano o una tercia. Es de color blanco verdosa después de mondada. La comen cruda y es de sabor agrio y áspero (Arona).
—Patango. Da una cebolla como un garbanzo. Lo tuestan, es muy agradable y alimenticio. Había mucho de eso, sobre todo en años invernosos. Se cría en terrenos pobres. Lo usaban los guanches.

—Piñón. Recogen el piñón que estalló de Marzo en adelante hasta el verano.

—Sabina. Da poco humo también, al arder es muy aromática (Arona).

La sabina, tiene mucha hebra, se abre con facilidad; el corazón de un color anaranjado subido y es aromática siempre.

—Tabaiba dulce. Fabrican la tabaiba practicando hendiduras en los tallos del arbusto tabaiba dulce para recoger la leche en unos gani-guitos que colocan al efecto; luego la guisan, añadiéndole un poco de agua cuando levanta el hervor, y la trabajan más tarde con las manos y le dan la forma de pelotas (Arona).
De la leche de este arbusto se saca la liria. Para esto se saca la leche de una rama haciendo incisiones y se recoge en un gánigo; después se Me con un poco de aceite, hasta que quede como pasta. Para coger los pájaros, se untan unas varillas de esparto, como una tercia de largas, o cosa parecida por su elasticidad, y se colocan en los sitios donde vayan los pájaros, por ejemplo a orillas de los bebederos (disponiéndolas como combinados en forma de que tengan que pisar algunas); y cuando quie­ren volar se les pega a las patas, etc.; y se les coge (Taganana).

—Taferte, es un mato que se cría en la costa de Arona, Guasa, etc., que se parece al ajafo. Hay dos variedades, de una comen la hoja en crudo como rábanos, y otro que da una semilla como la de col muy picona después de machacada, que ponían en los mojos en lugar de pi­mienta o guindilla (Arona).

—Tintes. Teñir de encarnado. Dicen hacían un encarnado muy fino para teñir, de sangre de drago y manteca de ganado. De amarillo teñían con gualda. (La Escalona, Vilaflor).
El hongo del guagarso tiñe de amarillo oscuro; la gualda, que es silvestre, tiñe de amarillo (Sur de Tenerife).
—Turmas o criadillas. En la primavera hasta Julio, es la época de coger las turmas o criadillas de tierra.

—Zanahorias. En los barrancos existe la zanahoria silvestre, cuya raíz de una pulgada de diámetro, más o menos, y de larga una cuarta (se cría en los riscos), que se come en crudo después de pelada, y tiene el gusto de la zanahoria. Es la raíz amarillosa (Arona).

La zanahoria silvestre se cría en los barrancos y riscos sombríos (como en el barranco del Rey); es yerba vivaz, forma una raíz, la mayor como de una tercia de largo y del grueso como el pulgar, de sabor algo acre, agradable y aromática. Se come en crudo, de la consistencia del rá­bano y masa compacta. Se produce o forma la raíz en la primavera.

—Zarza. Da racimos que se comen crudos (¿pueden fermentar y dar vino?) (Arona).
11. TRABAJO DEL CUERO Y CORDELERÍA:
—Cariana. Se llama un zurrón grande que tiene una trenza de cuero, que naciendo de una pata del zurrón a una mano; con parte de la trenza cierran con unas cuantas vueltas la boca del zurrón, y des­pués lo llevan a la bandolera a la espalda (Arico).

Cairana: Zurrón de hombro (Taganana).

—Cordones. De hojas de palma (Sur de Tenerife).

—Cuerdas. Entre otras cosas, los guanches empleaban la cascara de torbisca como cordones (Güímar).

—Curtido. Sin duda las pieles las gamuzaban como aún hoy lo hacen ciertos pastores: matan la res, lavan en el acto la piel (de oveja) y de cabra ( pero la de cabra hoy no lo hacen porque le quitan el pelo, sólo lo dejan para zurrones de tabaco) y en seguida le ponen ceniza de pino, y luego la adoban a fuerza de brazo durante 203 días; hasta que se seque; y queda siempre muy amorosa conservando el pelo sin caer­se nunca, luego con una piedra pómez la estregan y queda muy blanquita. Zurraban las pieles y las tenían de distintos colores (Gra­nadilla).

—Esterillas. De palma y de corteza de torvisca (Sur de Tene­rife).

—Hilos. Sacan hilos de la corteza de la malva y dan hilos fuertes, torciéndoles, como para pescar. También los sacan de la corteza de la torbisca. Son los dos mejores para dar hilos. (Arona).
—Hondas. Las hacían de torbisca y otras cortezas de matos (Ba­rranco Hondo, Candelaria). (Ver aprovechamiento de la corteza del drago).

En varios pueblos aseguran que los guanches tenían hondas (No lo creo) (Arona).

—Redes. De junco (Sur de Tenerife).

—Tiro del Guanche. Este nombre le viene a un lomo, porque allí vivía un pastor que se hizo célebre por su certera puntería que arrojaba a distancia donde otros no alcanzaban, ya con la mano; ya con honda de junco (Granadilla).

—Tripas. De éstas hacían correas muy finas y de la piel otras más bastas.

—Zurrones. También los hacían (zurrones) o zamarras para lle­varlos al campo llenos de semilla, la comida, la leche etc. (Güímar).

—Los guanches llevaban los zurrones al socojo con agua cuando conducían sus rebaños (tendidos a la espalda o en bandolera) (Arona).
—Llaman botana (botona), que se utiliza preferentemente cuando el zurrón se pica por algún lado y deja salir el gofio o el agua, al tapón de madera en el zurrón (Taganana).
12. TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS:
—Casas. Hacían casitas cuadradas de un agua y otras con la parte de detrás más baja que la de delante, el agua corría para atrás (Cande­laria). Todas pequeñas, unas y otras; las cuadradas 3 varas de ancho y 4 de largo. De sobrepuerta utilizaban un palo o piedra. Sin troja, sino una tabaiba de frente o ahulaga para que no entraran animales.
—Construcciones de madera. La madera de leña blanca es in­corruptible y la más preferible para techumbres (Arona).

—Techos de chozas. Palos formando vigas, de sabina como más fuerte; encima latas de leña blanca o halos tupidos; encima una capita de ahulaga o salados (como un dedo de grueso); encima tierra de teja o arcilla amasada como torta, pisándola para que formara cuerpo con la ahulaga, y encima toda la ceniza que podían, y queda impermeable. El agua no cala, la ceniza mea. La ceniza más fina es la de ahulaga y la de balo. No se mojaba.
Sujetaban la leña blanca o halos con juncos (después aunque se pudra no importa). Otras sueltas. También con tamisa de tabaiba dulce (cortan un pedazo de tabaiba del largo que quieren sacar las tiras); luego la ponen al fuego hasta que se desprende la cascara, y después sacan las tiras. Aguanta más que el junco.
—Construcciones de piedra. Cerca de la Morra del Tagoro exis­tió hasta 1868 una pared de piedra seca de forma circular y como de 8 metros de diámetro, que señalaba la tradición como obra de los guan­ches (Granadilla).

—Las paredes de piedra seca, y algunas embarradas con mezcla de boñiga y ceniza, por dentro de las paredes. Después las blanquea­ban por dentro con tierra blanca (la hay en Los Cristianos, en El Mojón, en Cano en el Valle de San Lorenzo etc.). Es blanca rosada.
—Cuevas excavadas. Dicen que los guanches abrieron algunas cuevas de toscas, como en el Lomo de La Cantera, de La Higuera, en Chimichi, en el Desierto, en Ifara, en el Lomo de Las Cuevas, en Ve-lázquez y en San Isidro (¿Será cierto?) (Granadilla).

«En Daute la escasez de cuevas obligaría a los guanches a le­vantar chozas de piedra seca cubiertas de paja o de heléchos, de que sabemos usaban en esta isla cuando no tenían cuevas». (Tomada esta referencia de otro autor) (Daute).

—«Los Chaureros» están cerca de la ermita del Pino (Charco del Pino); donde se encuentran restos de casas guanches; próximo a Chi­nama (Granadilla).

—En Siguana, en la costa (Granadilla) hay también restos de ha­bitaciones guanches. En los Cerritos del guanche o el Chacais de la Pared, en la costa, como a media legua del mar, debajo de Atogo, tam­bién existen las ruinas de casas de los guanches (Granadilla).
Viviendas:
—En chozas de piedra seca, cubiertas de paja y tierra (Araya).

—Además de las cuevas, tenían chozas de piedra seca cubiertas con ramas (Barranco Hondo, Candelaria).

—El gobernador Bartolomé, natural de La Hondura, en Arona, dicen vivía en casa de piedra seca cubierta de madera de sabina y paja de cebada, como todos los gobernadores guanches de su categoría, entre otros distintivos e insignias de su mando, usaba una lanza de orobal de 14 palmos de alto (Arona).




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