jueves, 24 de abril de 2014

PENDONES Y PENDEJOS




 
 
  Eduardo Pedro García Rodríguez     
 
  La falacia histórica del supuesto pendón de la invasión y conquista de la Isla Chinech (Tenerife).-
La primera noticia documentada que poseemos sobre un pendón en la isla Chinech (Tenerife) corresponden a un acta del Cabildo colonial de fecha 10 de febrero de 1505 con motivo del fallecimiento de Isabel de Castilla (la católica) y la proclamación de Juana de Castilla (Juan la loca) como reina de Castilla:


“En la villa de San Cristóbal ques en la isla de Tenerife en diez días del mes de Febrero año del n. de N. S. Jesucristo de mil e quinientos e cinco años, por mi An­tón de Vallejo escrivano público e del Cabildo de la dicha isla de Tenerife fue mos­trada y presentada, leída e notificada al muy honrado señor Jaime Joven, alcalde mayor de la dicha isla de Tenerife, por el muy magnífico señor don Alonso Fernán­dez de Lugo, adelantado de las islas de Canaria, gobernador de las islas de Tene­rife e la Palma por el Rey e Reina NN. SS. y a Batista de Escaño, alguazil mayor por el dicho señor Adelantado en la dicha isla, y a Gerónimo de Valdés y a Lope Fer­nández e Matheo Viña e Guillen Castellano e Fernando de Troxillo e Pero Mexía, regidores de la dicha isla de Tenerife, que fueron todos juntos en cabildo, una carta del señor Rey don Fernando escrita en papel y firmada de su nombre y de otros oficiales, administrador e governador de los reinos de Castilla, de León e de Grana­da, por la cual su Alteza les fazía saber el fallescimiento de la muy poderosa señora reina doña Isabel N. S. de gloriosa memoria y de otras cosas que más largamente se fazen mención en la dicha carta que a mi el dicho escribano me fue dada como a escribano de Cabildo de la dicha isla de Tenerife para mostrar e presentar al dicho señor alcalde e ayuntamiento e al dicho señor adelantado cuando veniese de las otras islas, que andaba al presente visitando, el thenor de todo lo qual es este que se sigue:…”
…por la dicha su carta, e así fecho e cunplido todo lo susodicho, en jueves veinte días del mes de febrero del dicho año, que fue el día que se acabaron las dichas onras y obsequias, el dicho señor adelantado mandó sacar e sacó de la iglesia de Santa Ma­na de la Concebición, que es en dicha villa, un pendón con unas armas que tenían castillos e leones e una granada. E allí en faz del concejo, justicia e regimiento e otros vecinos e moradores de la dicha isla el dicho señor adelantado don Alonso Fernandes de Lugo tomó el pendón en las manos e puso a par de sí un rey de ar­mas, que avía nombre Juan d Armas, vestido todo de ropas de seda negra con un escudo de armas con castillos e leones y una granada y el dicho señor adelantado mandó que al dicho rey de armas yo el dicho escribano leyese el abto que de yuso se hará mención y el dicho rey de armas dixese e así dijo en esta guisa: «Oid, oid, oid, notorio es que la muy poderosa reina doña Isabel N. S. que santa gloria aya es fallescida de esta presente vida y por su herencia y suscesión es nuestra reina y seño­ra en los reinos de Castilla y de León y de Granada etc. doña Juana, archiduquesa de Austria e duquesa de Borgoña, princesa de Aragón, primogénita heredera del rey don Fernando e de la dicha señora reina doña Isabel, de gloriosa memoria, y como por tal reina y señora an sido aleados pendones en los reinos de Castilla y le a sido dado el señorío y juredición y obidiencia e dominio.
 
Yo el Adelantado don Alonso Fernandes de Lugo, con el concejo, justicia e re­gimiento e muchos de los vecinos e moradores de la dicha isla de Tenerife que ende se hallaron presentes diziendo que usando de la lealtad e obidiencia que deven y son obligados a la dicha señora doña Juana como a su reina e señora natural alçamos pendones por ella, por virtud de lo que dicho es y por mandado del señor rey don Fernando, administrador y governador de los dichos reinos de Castilla e de León e de Granada etc.
Y así por alta boz dicho por el rey d'armas el dicho abto de suso encorporado el dicho señor adelantado don Alonso Fernandes de Lugo, algo el pendón en alto e dixo tres vezes, a altas voces en manera que lo oyeron todos “Castilla, Castilla, por la reina doña Juana N. S.” El rey d'armas, concejo, justicia e regimiento e muchos de los vecinos e moradores que ende estavan a grandes bozes dezian e dixeron, “Castilla, Castilla, Castilla, por la reina doña Juana, N. S.” (Acuerdos del Cabildo de Tenerife, Vol.II, 1508-1513).
Uno de los historiadores canarios mejor documentados don Leopoldo de La Rosa Olivera , en articulo publicado sobre el tema que nos ocupa titulado La “bandera general de la isla, el “estanadarte y el guión real” nos dice:
”Así como el escudo de armas de Tenerife es suficientemente conocido, tanto porque se conserva el documento real de concesión, que ha sido reiteradamente publicado, como porque su memoria no se ha perdido y continuó y continúa siendo el del Ayuntamiento de su antigua capital, San Cristóbal de La Laguna y no es asimismo del Cabildo Insular de Tenerife, no ocurre así con otras insignias que se usaron en el pasado , menos documentadas y muchas de las cuales dejaron de usarse en algún momento, que no podemos precisar. Ello ocurre con las que en un acta de 1561 denomina "bandera general desta isla", “estandarte real” y “guión real”. El capitán Francisco de Varcárcel había obtenido de la Corte el oficio de alférez mayor de Tenerife, a perpetuidad, en 7 de septiembre de 1559. Tal cargo, además de otros privilegios, concedía a quien fuese su titular el derecho de que “cada e quando que la dicha isla sirviese con gente a cavallo e de a pie en cualquier manera e para cualquier efecto que sea para nuestro servicio... saqueis y lleveis y alceis... el pendón de la dicha isla al tiempo que se alzare por los Reyes que después de Nos sucedieren y en los dichos días que se suelen y acostumbran usar y tengais e tengan en vuestro poder e suio los atambores y banderas e pendones y otras insinias que se suelen y acostumbran tener...”. Vencida la resistencia del Cabildo a tal novedad, Valcárcel terminó por obtener la entrega de las insignias y demás objetos hasta entonces en manos de la Justicia y Regimiento y el 17 de enero de 1561 el regidor Pedro de Vergara le hizo entrega de la “bandera general desta isla”, que describe el acta que se levantó en estos términos: es de tafetán blanco y azul y amarillo e con una cruz colorada.
Posiblemente al quedar en manos de Francisco de Valcárcel y de sus herederos, hasta la extinción de los cargos concejiles perpétuos en el siglo XIX, se fue perdiendo hasta la memoria la existencia de dicha bandera, la que, por la descripción que de la misma se hace, y que es la única que conocemos, ignoramos si las tres bandas de la misma eran horizontales o verticales, ni donde estaba colocada y de que clase era la “cruz colorada”, si bien cabe pensar que fuera de la llamada de San Andrés o de Borgoña, enseña de la Casa de Austria, bajo la que seguramente comenzó a usarse, posiblemente sin autorización real, ni acuerdo del Cabildo, al menos que conste en sus actas. El 25 del mismo mes de enero de 1561, el mayordomo del concejo, Juan Sánchez de Zambrana, entregó a Valcárcel el “estandarte real”, que dice el acta “tiene de un cabo la imagen de la Virgen Nuestra Señora de Candelaria y de otra parte las armas reales y la punta larga, de tafetán colorado” y el “guión real”, con “las armas reales de Castilla, bordado de oro e seda e plata y guarnición amarilla”. En opinión del Dr. Serra Rafols pudiera ser venerable resto procedente del “estandarte real” o del “guión real” el escudo que aún figura en el ángulo superior de la enseña que con tan honroso celo custodia el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna y que se le conoce con el nombre de "pendón de la conquista". Las armas representadas corresponden a las de los Reyes Católicos. El 31 del citado enero de 1561, el nuevo alférez mayor recibió, también de Zambrana, diversas banderas y escudos, que no describe el acta, y “dos cotas de terciopelo negro, con las armas reales bordadas en oro e plata e seda e dos mazas de palo doradas”, que usaban en los actos solemnes los llamados “reyes de armas”.
Conocemos algunos antecedentes de los primeros reyes de armas de Tenerife, descendientes de aquel Juan Negrín, que lo había sido en tiempo de Diego de Herrera y doña Inés Peraza, los que terminaron por apellidarse “de Armas”, por el oficio que hereditariamente ejercieron. Juan de Armas, nieto de Juan Negrín, hizo la proclamación en La Laguna de doña Juana la Loca y dice “me dieron los pendones por la reina doña Juana e me compusieron como rey, vestido con ropas de seda negra y escudo de armas reales de la dicha reina doña Juana e me mandaron que alzase pendones...”. Uno de sus hijos, Luís de Armas, “sacaba el pendón en la fiesta de San Cristóbal” y otro, Melchor de Armas, “sacaba el estandarte de caballería” y pretendió que el Cabildo de la isla le entregase la bandera real y el pendón para hacer la proclamación de Felipe II, pero no lo consiguió. El acto de la proclamación de este monarca en La Laguna tuvo lugar el 7 de junio de 1556 y del mismo se conserva un testimonio en el archivo municipal. El pendón lo sacó en tal día a la plaza del Adelantado el regidor más antiguo, Pedro de Ponte, “para ser colocado en un cadahalso que hecho estaba en dicha plaza, en un mástil... junto a la bandera general de la isla”. Hoy se usa como bandera de la isla de Tenerife la que por real Orden de 30 de julio de 1845 fue fijada como distintivo de la matrícula marítima del puerto de su capital: "azul con aspas blancas, que tendrán de ancho una quinta parte del de la bandera. (Leopoldo de la Rosa Olivera. Artículo escrito en 1967).
Por su parte el investigador don Juan Melian en un artículo relacionado con la polémica sucintada en la sociedad canaria relacionada con el supuesto pendón de la conquista expone:
[…] Pero si en el siglo XVI no hay ningún Pendón de la Conquista , ¿qué es lo que hoy se exhibe en el Ayuntamiento de La Laguna ? No caben más que dos posibilidades: o es el resultado de una excavación que "descubriera" el supuesto estandarte de Alonso de Lugo oculto durante siglos; o, simplemente, se trata de un mito-leyenda. Desechada la primera, vamos a ver cómo se produce el nacimiento de toda una falsedad o superchería histórica.
Las referencias sobre el tema que he encontrado en los cronistas de los siglos XVI y XVII hablan repetidamente de la existencia de dos emblemas principales en las casas del Cabildo; el “pendón real” (o “estandarte real”), que es el que lleva los símbolos de la Corona -de damasco carmesí y en él esculpidas las armas reales”-, y la “bandera de la ciudad”, que ha de ser la tricolor antes indicada. Estas son las enseñas que desfilan o “se alzan” en los actos oficiales solemnes (día de San Cristóbal, proclamaciones y otras festividades reales, etcétera) que se celebran en la plaza de San Miguel, conocida en la actualidad como del Adelantado o plaza de abajo. Para que se empiece a hablar de un supuesto Pendón de la Conquista hay que esperar a Viera y Clavijo, ya a fines del siglo XVIII, cuando en su novelada descripción del episodio de la ocupación de la isla -y, en consecuencia, con muy escasa veracidad histórica-, hace que, tomando Alonso de Lugo el “real estandarte de la conquista, lo tremoló, diciendo por tres veces en voz alta: Tenerife por los Catolicos Reyes de Castilla y de León”. Aparte de la confusión de León por Aragón, no deja de ser un pasaje atractivo para el inicio de un cuento infantil sobre los orígenes, pero totalmente inútil para la rigurosidad histórica en la que tenemos que empezar a desenvolvernos en estos tiempos. A partir de las cuatro únicas referencias de pasada que hace Viera y Clavijo del Pendón de la Conquista de Tenerife en su voluminosa Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, la leyenda, cual bola de nieve, fue con el tiempo incrementando los prodigios atribuidos al supuesto estandarte conquistador. Uno de los más conocidos es el creado para magnificar los orígenes del lienzo, para lo que se invoca la actuación de las mismísimas manos de Isabel la Católica, quien se habría encargado de su confección y bordado, cual preclara e insigne precursora de los conocidos cursos de la Sección Femenina franquista. Otro suceso inventado alrededor del inventado pendón, fueron las peripecias sufridas a lo largo de la Conquista, ya que pretendidamente fue perdido -o arrebatado, según el color del cuentacuentos de turno- en la batalla de Acentejo y luego recuperado brillantemente, como no podía ser de otra manera, en las laderas de la lagunera montaña de San Roque en otra de las trifulcas de la época. En suma, que mucha gente ha vivido, durante varias generaciones, dando por descontado la veracidad de todas estas supuestas batallitas alrededor de esta enseña. Volvamos, pues, a la pregunta inicial, si el Pendón de La Laguna no es un pendón de conquista, ¿qué es? … Empecemos, pues, a llamar a las cosas por su nombre, lo que nos permitiría superar inútiles polémicas sin fundamento. La Laguna conserva la más antigua y valiosa enseña colonial de la isla: un estandarte del siglo XVIII con un elemento adherido del XVI.
Enseña, por consiguiente, que no participó, ni de lejos, en las correrías del de Lugo por la isla a finales del siglo XV. Por tanto, es de esperar que de una vez por todas, Ayuntamiento, medios de comunicación y ciudadano en general no sigan enmascarando a uno de los símbolos históricos de la ciudad de La Laguna y de Tenerife con el falso y majadero título de Pendón de la Conquista.” (Juan Melian, 2004)
Pero este “pendón de la conquista”, tan traído y llevado, en realidad no ha existido nunca. Esa frase es, sencillamente, un tópico, uno de tantos errores consagrados como circulan en el marco de la confusión desnaturalizadora del colonialismo.
 
Confusión -ésta es la palabra- que ha falseado tantos elementos de la realidad histórica colonial y popular, de la cultura y de la tradición genuina del pueblo canario.


Antecedentes.-


Los pendones de la banda usados en Castilla  por Enrique IV, los Reyes Católicos y Carlos V eran rojos con la banda y los dragantes dorados, pero en un principio también los hubo blancos con la banda negra, como podemos ver en los escudos, colocados por Pedro I en 1367, que decoran los Reales Alcázares de Sevilla o el que decora la bóveda del Alcázar de Carmona, también de la misma época. También muestran esta combinación las armas de algunos linajes de la nobleza castellana de aquel tiempo como las muy conocidas de los Zúñiga, las de los Carvajal o las de los Sandoval.


Existe un desconocimiento general sobre los orígenes de esta bandera. La Cruz de Borgoña es una evolución de la Cruz de San Andrés. La Cruz de San Andrés, con forma de aspa.

San Andrés es el patrón de Borgoña y fue utilizada por la facción borgoñona en la guerra de los cien años, desde el mandato del Duque Juan “sin miedo” (1404-1419). Por lo que tras la boda de Doña Juana “la loca” hija de los Reyes Católicos con Don Felipe “el Hermoso” en 1506 quien tomó como símbolo la Cruz de Borgoña, distintivo de María de Borgoña, su madre (San Andrés es patrón de Borgoña).

El sequito del archiduque traía bordada la cruz en sus banderas para el encuentro con Fernando de Aragón en el Remesal, Burgos. La cruz de San Andrés se cosió o pintó en la ropa de los arqueros de Borgoña y posteriormente en el resto del ejército real de mercenarios para diferenciar las tropas castellanas -aragonesas en combate, estas vestían ropas civiles con petos protectores ya que en esa época no existían uniformes militares.


Desde entonces, la cruz de Borgoña ha sido la bandera más utilizada como distintivo español, empezando su utilización en el ejército de aquel país. Aunque la más conocida y utilizada es la cruz roja sobre fondo blanco, existieron gran cantidad de modelos y colores. Se estima que la primera vez que la Cruz de Borgoña ondea en batalla, fue en Pavía (1525).
Su uso declinó en 1785 (Carlos III) con la aparición de la actual bandera española rojigualda (más fácil de distinguir, de las de otros países, en el mar), que se haría oficial en 1843 con Isabel II.
En el reinado de Carlos I (1518-1556), las compañías tenían una bandera con las armas de su capitán sobre la cruz de Borgoña. Al acceder al trono su hijo Felipe II (1556-1598) impuso que además de las banderas de compañía de distintos fondos, cada Tercio tuviese una amarilla con el aspa en rojo. Felipe IV (1621-1665) trato de homogenizar las diversas enseñas estableciendo como obligatoria para los tercios y compañías una roja con la Virgen en el centro, pero no logro su propósito. Hay que destacar las banderas flameadas de los suizos al servicio de Las Españas, unos dibujos triangulares en forma de llama sobre los que se ponía el aspa. Debemos tener en cuenta que el concepto de España como un ente cohesionado política y territorialmente se empleo a partir de de 1812, anteriormente de denomina Los reinos de España o Las Españas.
En 1475, Isabel de Castilla y Fernando II de Aragón reunieron las armas de las Coronas de Castilla y de Aragón en un escudo cuartelado, siguiendo la fórmula iniciada por Fernando III. De nuevo se otorgó a las armas castellanas el lugar preferente.
Tal como ocurre con las enseñas y estandartes de otros reinos medievales, nunca hubo un “pendón de Castilla” ni una “bandera de Castilla” con un diseño único. Existieron diversos pendones y banderas, cuyas variantes estriban en el diseño del castillo, a gusto del artesano o según la moda imperante, y en el color del paño. Tienen su origen en la representación de las armas del monarca castellano sobre tejido para ser empleadas como enseña, y por extensión fueron símbolo del Reino de Castilla y posteriormente de la Castilla histórica. La traslación del gules heráldico en tejido solía representarse en tonos rojizos más o menos oscuros, aunque en Castilla se empleó a menudo un color más específico, el carmesí.


Posteriores confusiones llevaron a aplicar el color morado a un legendario “pendón castellano” (que ni se conserva ni ha sido nunca documentado), haciendo que el color morado se identificara como el color de Castilla.
 En el reinado de Carlos I (1518-1556), las compañías tenían una bandera con las armas de su capitán sobre la cruz de Borgoña. Al acceder al trono su hijo Felipe II (1556-1598) impuso que además de las banderas de compañía de distintos fondos, cada Tercio tuviese una amarilla con el aspa en rojo. Felipe IV (1621-1665) trato de homogenizar las diversas enseñas estableciendo como obligatoria para los tercios y compañías una roja con la Virgen en el centro, pero no logro su propósito. Hay que destacar las banderas flameadas de los suizos al servicio de España, unos dibujos triangulares en forma de llama sobre los que se ponía el aspa.



Bandera Real de España, reinado de Felipe II (1556-1598), quien dispuso que el paño blanco donde se situaba la Cruz de Borgoña se cambiara al color amarillo), se convirtió en el símbolo vexilológico por excelencia de ese ente que hoy conocemos como España.
Con el advenimiento de la Casa de Borbón con Felipe V, se sustituyó el anterior diseño por otro: las armas reales sobre paño blanco. El blanco (propio de la Casa de Borbón), también era el paño utilizado en el siglo XVIII por las distintas ramas de los Borbones que reinaban en Francia, Nápoles, Toscaza, Parma o Cicilia, además de España, por lo que Carlos III decidió cambiar el pabellón nacional de España para diferenciarse mejor de estas otras naciones.
Es así como el actual diseño de bandera nacional española surgió con el Real Decreto de 28 de mayo de 1785, por el que Carlos III resuelve la realización de un concurso convocado para adoptar un nuevo pabellón de la Marina, eligiendo dos diseños: uno para los buques de guerra y otro para los mercantes.
A fin de dar a conocer la nueva enseña, se promulgó una Ordenanza General, que en el tratado IV, título I, disponía:
Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa Mi Armada Naval y demás Embarcaciones Españolas, equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con la de otras Naciones, he resuelto que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de enmedio, amarilla, colocándose en ésta el Escudo de mis Reales Armas, reducido a los dos quarteles de Castilla y León, con la Corona Real encima; y el Gallardete en las mismas tres listas y el Escudo a lo largo, sobre Quadrado amarillo en la parte superior. Y que las demás Embarcaciones usen, sin Escudo, los mismo colores, debiendo ser la lista de enmedio amarilla y del ancho de la tercera parte de la bandera, y cada una de las partes dividida en dos partes iguales encarnada y amarilla alternativamente, todo con arreglo al adjunto diseño. No podrá usarse de otros Pavellones en los Mares del Norte por lo respectivo a Europa hasta el paralelo de Tenerife en el Océano, y en el Mediterráneo desde el primero de año de mil setecientos ochenta y seis; en la América Septentrional desde principio de julio siguiente; y en los demás Mares desde primero del año mil setecientos ochenta y siete. Tendréislo entendido para su cumplimiento.
Señalado de mano de S.M. En Aranjuez, a veinte y ocho de mayo de mil setecientos ochenta y cinco.
En 1793 se ordenó que este pabellón, utilizado hasta entonces sólo en los buques de guerra, ondeara también en los puertos y fuertes de la Marina.


El estandarte real usado durante la coronación de Isabel II tuvo fondo morado, color erróneamente atribuido al Pendón de Castilla, que fue carmesí, y de esta forma se conservó para sus dos siguientes sucesiones.
“La reina tuvo en cuenta que el pabellón nacional español  había de ser el verdadero símbolo de la España surgida después de 1812 y deseando uniformar la variedad de colores existentes en las banderas de los cuerpos del Ejército, promulgó el Real Decreto del Gobierno Provisional, de 13 de octubre de 1843, por el que todos los cuerpos del Ejército, así como los de la Milicia nacional.

Real Decreto de 13 de octubre de 1843

"Siendo la bandera nacional el verdadero símbolo de la monarquía española, ha llamado la atención al Gobierno la diferencia que existe entre aquélla y las particulares de los Cuerpos del Ejército: tan notable diferencia trae su origen del que tuvo cada uno de sus mismos Cuerpos, porque formados bajo la dominación e influjo de los diversos reinos, provincias ó pueblos en que estaba antiguamente dividida la España, cada cual adoptó los colores o blasones de aquel que le daba nombre. La unidad de la monarquía española y la organización del Ejército y demás dependencias del Estado exigen imperiosamente que desaparezcan todas las diferencias hasta ahora han subsistido sin otro fundamento que el recuerdo de su división local, perdido desde bien lejanos tiempos.
Por tanto el Gobierno provisional, en nombre de S.M. la Reina Doña Isabel II, ha venido en decretar la siguiente:
Art. 1º Las banderas y estandartes de todos los cuerpos e institutos que componen el Ejército, la Armada y la Milicia Nacional serán iguales en colores a la bandera de guerra española y colocados por el mismo orden que lo están en ella.
Art. 2º Los cuerpos que por privilegio u otra circunstancia llevan hoy el pendón morado de Castilla usarán en las nuevas banderas unas corbatas del mismo color morado y del ancho de las de San Fernando, única diferencia que habrá entre todas las banderas del ejército, a excepción de las condecoraciones militares que hayan ganado o en lo sucesivo ganaren.
Art. 3º Alrededor del escudo de armas Reales, que estará colocado en el centro de dichas banderas y estandartes, habrá una leyenda que expresará el arma, número y batallón del regimiento.
Art. 4º Las escarapelas que en lo sucesivo usen los que por su categoría o empleo deben llevarlas, cualquiera que sea la clase a que pertenezcan, serán de los mismos colores que las expresadas banderas.
Art. 5º Los adjuntos modelos se circularán por todos los ministerios a sus respectivas dependencias, para que por todos los individuos del Estado sean conocidas y observadas las disposiciones contenidas en este decreto.
Dado en Madrid, a 13 de Octubre de 1843. = Joaquín María López. Presidente. = El Ministro de la Guerra. Francisco Serrano. “
Confusión -ésta es la palabra- que ha falseado tantos elementos de la realidad histórica colonial y popular, de la cultura y de la tradición genuina del pueblo canario.
Mayo de 2013.
eduardobenchomo@gmail.com
Fuentes utilizadas:
Leopoldo de la Rosa Olivera. Artículo escrito en 1967
La “bandera general de la isla, el “estandarte y el guión real”
www.mgar.net/docs/bandera.htm

Isabel II (1833-1868) Casa de Borbón (II) Historia de La Armada
www.armada.mde.es/ArmadaPortal/.../ArmadaEspannola/...historia/.../03...

Juan Melián
La polémica del Pendón de la Conquista.
www.mgar.net/docs/bandera.htm

Elías Serra Rafols y Leopoldo de La Rosa Olivera
Acuerdos del Cabildo de Tenerife, Vol.II, 1508-1513
Fontes Rerum Canariarum
Instituto de Estudios Canarios, 1996.







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